La Niñez Sujeto
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CIUDADANÍA
DESDE LA NIÑEZ? nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 225-237
Apoiado na teoria histórico-social de Cornelius Castoriadis o autor analisa a condição da infância na experiência do
mundo contemporâneo, explorando como os modos de socialização atuais das novas gerações poderiam representar
possibilidades para que a infância venha a ser construtora de cidadania, o que não se trataria de algo consubstancial
para a humanidade ou com efeito de cumprir com os “direitos das crianças”, mas a custa de vencer enormes obstáculos
psíquicos e sociais.
Palavras-chaves: infância, significados imaginários sociais, direitos das crianças, reflexividade.
Supported on Cornelius Castoriadis’s historical-social theory, the author analyses condition of the childhood in the
experience of the contemporary world, exploring how the current manners of socialization of the new generations might
represent possibilities in order that the childhood earns construction of citizenship, which would not treat itself of slightly
consubstantially to the humanity or effect of expiring with the “rights of the child”, but at the cost of conquering enormous
psychic and social obstacles.
Key words: childhood, social imaginary significations, children’s rights, reflexivity.
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Las transformaciones de los adultos, lugar en donde se materializan un conjunto
atributos de la niñez1 de relaciones de poder sobre la vida de los niños. Su
resultado histórico más reciente es un conjunto de
Como experiencia en el sentimiento de realidad prácticas promovidas por los Estados burgueses tales
de los adultos y como campo social de significaciones, como la conservación de los hijos, la vigilancia de la
la infancia tardó mucho en nacer en Occidente. Su crianza dispensada por las nodrizas, los contratos de
existencia histórica es producto de una invención so- aprendizaje, la utilización de los niños por los comer-
cio-cultural que hoy parece asistir a un desarraigo de ciantes y los extranjeros, el control de la población, la
sus prácticas institucionales y sociales que la constitu- escuela obligatoria (Donzelot, 1990).
yeron como lo opuesto a la “madurez”.
También es preciso resaltar la importancia de la
Los historiadores han ayudado a mostrar que el sen- escuela como dispositivo de consolidación de la no-
timiento de infancia, la conciencia social de la particu- ción de infancia, de un espíritu humanitario civiliza-
laridad de lo infantil o la significación “ser niño” es un dor y disciplinante de las culturas populares y en
concepto propio de la modernidad, porque fue duran- general, como agencia principal del proyecto moder-
te los siglos XVII y XVIII que –al menos en Europa– no de Occidente:
sobre los hechos naturales de la maduración biológica
se instituyó la separación de la niñez del mundo adulto, La educación escolarizada y pública sintetiza, en cierta
lo que fue consustancial a la transformación ocurrida forma, las ideas y los ideales de la modernidad y del
en la “familia nuclear” y a la consolidación de la iluminismo. Corporifica las ideas de progreso constante
a través de la razón y la ciencia, de creencia en las po-
monogamia como institución social obligatoria.
tencialidades del desarrollo de un sujeto autónomo y
libre, de universalismo, de emancipación y liberación
Esta institucionalización de la infancia como “mun- política y social, de autonomía y libertad, de amplia-
do aparte” o fase distintiva de la vida, registró la in- ción del espacio público a través de la ciudadanía, de la
fluencia de los ideales sociales propuestos por los progresiva desaparición de privilegios hereditarios, de
humanistas y moralistas, quienes desde el siglo XVI movilidad social. La escuela está en el centro de los
ayudaron a concebir un sistema de reglas de urbani- ideales de justicia, igualdad y distributividad del pro-
dad, aspiraciones familiares e ideales educativos que, yecto moderno de sociedad y política. No sólo resume
más tarde, con la expedición de leyes de protección sus principios, propósitos e impulsos: es la institución
encargada de trasmitirlos, de hacerlos generalizados, de
para la infancia, terminaron regulando las relaciones
conseguir que sea parte del sentido común y la sensibi-
paterno-filiares y consolidando un régimen deseante lidad popular, la escuela pública se confunde, así, con
de amor y protección en el seno familiar, pero a la vez el propio proyecto de la modernidad. Es la institución
de hostilidad, al buscar transformar al niño en un ser moderna por excelencia (Da Silva, 1997: 273).
juicioso y socialmente útil (Gallo, 1999).
La niñez no es entonces una categoría universal,
De un aprendizaje por prácticas o de experiencias inmutable, o determinada esencialmente por la biolo-
directas de los niños en la vida cotidiana con el mun- gía, sino una construcción social en la que es posible
do adulto, se pasó al establecimiento de contratos de identificar un conjunto de intervenciones institu-
aprendizaje de oficios y habilidades fuera del núcleo cionales sobre los niños y la familia que a través de
familiar, al tiempo que también empezó a existir el abigarradas prácticas filantrópicas, médicas, escolares,
aprendizaje por libros. El conjunto de estas alteracio- jurídicas, psicológicas –amparadas estatalmente– fue-
nes conformó un proceso gradual de exclusión de los ron fijando los atributos de sus respectivos regímenes
niños de las experiencias propiamente adultas como de saber y poder con las que también legitimaron sus
el sexo, el trabajo remunerado, el consumo de alco- intervenciones para criar, educar, proteger, controlar,
hol, y su resguardo de espacios públicos como la calle vigilar, asistir, prevenir, castigar o tutelar la condición
o la participación política. de la niñez.
La niñez es entonces el resultado de procesos so- Sin embargo, con la generalizada crisis de las signi-
ciales y discursivos, que expresan los deseos y temores ficaciones imaginarias sociales y de las instituciones
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de la información dentro de la familia y la sociedad. Habría entonces una reducción explicativa cuan-
Tal auge mediático sería lesivo para los propósitos de do se propone que la aparición de tal o cual técnica
la alfabetización y la cultura letrada, no sólo por el en un determinado momento histórico sea la respon-
quebranto de los valores instituidos, la destrucción de sable de los cambios en las sociedades y en los indivi-
la imaginación infantil y el debilitamiento de las cul- duos. Si esto es cierto, no puede esperarse que con la
turas orales, sino por ser expresión de una ideología utilización de la técnica con “fines” sociales distintos,
de masas difundida por los capitales de las grandes emerjan repentinamente otras relaciones sociales, pues
corporaciones de las industrias culturales, que en su lo histórico-social no se sujeta a un determinismo de
lugar tendría que ser resistida por una pedagogía críti- artefactos sino que es producto de “la alteración de
ca que logre contra-adoctrinar la susceptibilidad psí- los individuos, de las cosas, de las relaciones sociales y
quica de los niños hacia esta cultura de masas de las ‘instituciones’ por el mundo de las significacio-
electrónica, que no sería otra que la ideología del li- nes imaginarias sociales 4 instituidas en cada sociedad”
bre mercado (Giroux, 2001). (Castoriadis, 1989: 311-315).
En contraposición, otros teóricos de la niñez y de su Más que máquinas, el sistema tecnológico integrado
relación con los medios de comunicación, no entien- por las técnicas y tecnologías actuales, es nuestra men-
den a niños y niñas como víctimas pasivas, plantean en talidad del dominio racional del mundo con sus afa-
cambio que las actuales “generaciones electrónicas” nes de eficiencia y funcionalidad y sus imperativos de
poseen una sabiduría innata del territorio de la infor- modernidad y de progreso. Como dispositivos del ha-
mática y la telemática de la que carecerían los adultos, cer social para obtener efectos prácticos, la tecnolo-
celebran los nuevos medios de comunicación como gía la constituyen planos, modelos de organización y
formas educativas y de entretenimiento que estarían procedimientos de decisión, prácticas operativas, pro-
ayudando a potenciar y liberar la espontaneidad e ima- gramas y fórmulas que involucran el conocimiento 5.
ginación de los niños gracias a que se los imaginan “de- Éstos han revolucionado nuestra noción del trabajo,
mocráticos, más que autoritarios; diversos, más que las relaciones interpersonales y las visiones que nos
homogéneos; participativos, más que pasivos” hacemos del mundo, nuestros modos de aprehender
(Buckingham, 2002: 55). Este discurso no sólo destaca la realidad y las expectativas de vida, de salud, como
al niño como “consumidor autónomo”, sino que con su de muerte.
retórica generacional ubica a niños y jóvenes como
agentes de una gran transformación social. La técnica moderna o las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación no producen por sí solas
Tanto el discurso de la “desaparición de la infan- el cambio social, es su imbricación con la “temporali-
cia” como el de la “generación digital”, se caracterizan dad del progreso” y con significaciones tales como “el
por un determinismo tecnológico que descontextualiza futuro es hoy” en los discursos públicos (Cabrera,
los desarrollos de la tecnología de las significaciones e 2003), que puede identificárselas, más que como me-
instituciones sociales, como de los contextos y proce- dios o instrumentos, como mediaciones sociales que
sos culturales que atraviesan las sociedades particulares. están transformando los procesos de distribución, re-
cepción, uso y apropiación de las formas de saber, y
La generalización de las nuevas tecnologías en la solidariamente, las de ser y hacer.
sociedad, la omnipresencia de la información
mediática de las industrias culturales, la fragmenta-
ción de las audiencias, el aumento de la interactividad Hacia una niñez participativa,
digital y el afanoso empuje comunicativo cobrado por deliberante e instituyente
la cultura, no pueden ser comprendidos solamente
como fruto de un despliegue tecno-científico. Las téc- Lo que pueda pasar o no respecto de la relación
nicas y tecnologías no son objetos neutros, meras entre los medios de comunicación y la niñez, en gran
tecnicidades, sino “‘encarnación’, ‘inscripción’, parte es producto del tipo de formación ciudadana o
presentificación y figuración de las significaciones esen- de educación que cada sociedad ponga en práctica y
ciales del capitalismo” (Castoriadis, 1989: 309-310). del tipo de imaginario sociocultural que guíe tal pro-
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de una parte, que no son las redes telemáticas o las cimiento del niño como sujeto social. En gran medida
iniciativas de modernización tecnológica las que trans- porque la propia CDN hace del niño un objeto de
formarán nuestros lazos sociales o el sistema educati- discurso, sin que tras varios años de vigencia de tal
vo y, por la otra, ayudan a constatar con preocupación, política podamos reconocer espacios públicos donde
que la apropiación social de los medios de comunica- pueda constatarse una implicación activa de los niños
ción y las TIC como una forma de articular nuevas como sujetos, que les permita producir o dar cuenta
prácticas comunicativo-educativas para los niños y de su propia condición subjetiva y social, o lugares
niñas, no forma parte de la agenda de política educa- para interpelar de manera directa y colectiva a la so-
tiva, que como sabemos, trasiega ahora por los rum- ciedad y a los adalides que asumieron representarlos
bos instrumentales de las pruebas de competencias que (principalmente las ONG, las agencias del Estado y
garantizan una minuciosa contabilidad social pero no los propios intelectuales).
la calidad educativa. Tampoco es posible encontrar
como prioritaria una política de medios para la for- El reconocimiento de la participación de los niños
mación ciudadana en los dictados de política pública y niñas como interlocutores válidos en la cultura puede
del MEN o de la Secretaría de Educación del Distrito; llegar a representar otro espacio posible de restitución
más bien prevalece una perspectiva instrumental so- del significado de la política: el redimensionamiento
bre la ciencia y la tecnología en la Agenda de de una ética de la niñez, “rebajada y reducida a una
Conectividad y en el programa Computadores para Edu- moral hecha por adultos, de y para ellos” (Camargo,
car del Ministerio de Comunicación, gracias a su inte- 1996), así como la vivificación de los procesos de ex-
rés por aumentar los índices de conexión digital o presión de la ciudadanía donde se comparten las deci-
incrementar el uso de software y de computadores. siones que afectan la vida privada y colectiva.
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SATURNINO R AMÍREZ (1946-2002)
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la producción familiar, o que forman parte integral eliminar la idea de que obramos siempre en las condi-
de los procesos de reproducción cultural de las co- ciones trágicas de lo humano en que vivimos, que en
munidades indígenas. cada acto es necesaria la resignificación, por la liber-
tad humana, de los fines y de los medios luego, ningún
Este cambio de condición de las nuevas genera- tipo de práctica emprendida puede hacerse sólo en
ciones no es simplemente un problema ético, como nombre de una autoridad teórica o técnica, o de la
puede entrevérselo en esa rehabilitación actual que se propia experiencia, ya que en la singularidad de cada
viene haciendo de la ética como eslogan, malestar y caso no siempre se sabe siquiera meridianamente qué
pregunta contemporánea. Para Castoriadis (2004: es lo bueno o lo indeseable a nivel individual o colec-
231), detrás de la ideología de los derechos humanos tivo (Castoriadis, 2000).
habría una pusilanimidad teórico-política disfrazada
como una filosofía de la historia que traería una Es política, y no solamente ética, la propuesta de
uniformización suficiente de la sociedad mundial, para Tonucci de revisar lo que significa que las sociedades
que desaparezcan para siempre, por ejemplo, todo tipo se hayan construido alrededor de un ciudadano me-
de fanatismos o los nacionalismos. Cuando en reali- dio, adulto, hombre, trabajador y posible elector, y en su
dad no todas las culturas son iguales, porque la tradi- lugar, instituir la niñez como un nuevo parámetro so-
ción occidental, afianzada en los valores de la cial “para no perder de vista a ninguno”, haciendo de
autonomía individual y social creada en Europa, es la la diversidad intrínseca del niño “una garantía de to-
que reconoce qué es igual, cuáles valores son superio- das las diversidades” (la del anciano, del minusválido
res y por qué algunos pueblos tendrían que gozar de y de las personas de otras comunidades y culturas),
esos derechos e incluso cómo imponérselos por la fuerza. con el fin de adoptar “una filosofía nueva para eva-
Luego, los derechos no traducen una esencia metafísi- luar, programar, proyectar y modificar la ciudad” (1998:
ca o trascendental del ser humano, sino que son una 34-35). Se encara así, respecto de una inédita condi-
creación histórica y de cierta voluntad, producto de ción en la situación socio-histórica de las nuevas ge-
una tradición “para afirmar estos valores contra todo neraciones, un problema de naturaleza política que
y contra todos”. En consecuencia, la política se en- permita ir más allá de los presupuestos humanitaristas
cuentra por encima de la ética, sin que por ello la su- de aquellas morales felices (religiosas, filosóficas o cien-
prima como interrogante. tíficas) que heredaron esa separación occidental entre
ética y política, y entre el hombre interior y el hombre
Desde un llamado ético y de humanización se re- público.
clama hoy un lugar de preeminencia social para la ni-
ñez en función de un interés superior de la infancia. Tal Como propone Castoriadis (2000), para ello no
ética está estructura en una política de mandatos uni- sólo serían necesarias una ética, sino una política de
versales de la CDN aprobada desde 1989, que termi- la autonomía, que a nivel individual permitan eluci-
nó constituyendo un código internacional de dar un nuevo lazo con la dinámica inconsciente, para
disposiciones legales de carácter universal y obligato- filtrar parte de esos deseos que pasan a los actos y las
rio para los países miembros de la ONU que lo ratifi- palabras respecto de la dominación, la explotación y
caron, con mecanismos concretos de control, la eliminación del otro. Pero en la medida en que el
evaluación y verificación de los avances realizados por ser humano es un ser social, la cuestión del deseo, de
cada sociedad. Sin embargo, cualquier conjunto de la acción subjetiva y de la libertad se muestran abso-
acciones que puedan ser emprendidas al respecto, se- lutamente inseparables de la situación colectiva e his-
rán siempre actos particulares y no universales, en los tórico-social, lo que nos pone en relación con la
que, además, cada caso por intervenir no se debe juz- libertad de los otros y, por tanto, con la construcción
gar y obrar a partir de reglas mecánicas y objetivables, de una subjetividad reflexiva y deliberante, capaz de
como las que tratan de proponerse generalmente des- poner en cuestión las significaciones de la sociedad en
de las políticas públicas, las interdicciones jurídicas o la que vivimos; de un sujeto que no es simplemente
las propuestas educativas, comunicativas y de aten- consciente, sino capaz de discutir y transformar las sig-
ción psicosocial para atender los problemas de la ni- nificaciones y reglas que recibió de su sociedad
ñez. Lo anterior porque tales intervenciones no pueden (Castoriadis, 1996).
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humano, no es entre lo individual y lo colectivo, sino
entre lo psíquico y lo social; de la misma forma que la Bibliografía
psique es irreductible a la institución social, la institu-
ción social es irreductible a lo psíquico. Si la BUCKINGHAM, David, 2002, Crecer en la era de los medios electró-
nicos: tras la muerte de la infancia, Madrid, Morata / Fundación
reflexividad deliberante es posible es porque hay un Paideia.
núcleo de la psique que permanece asocial, se conje- CABRERA, Daniel H., 2003, “‘Técnica’ y ‘progreso’ como significa-
tura que es posible explorarlo con el propio niño, por- ciones imaginarias sociales. Elementos para una hermenéutica
que la infancia no es una edad de la vida sino un social de las ‘nuevas tecnologías de la información y la comunica-
ción’”, en: Revista Anthropos, No. 198.
no-lugar que habita en el adulto.
CAMARGO, Luis, 1996, “Los ab-usos del niño y la niñez”, en:
www.psiconet.com/camargo/nota2.html.
CASTORIADIS, Cornelius, 1994, “Crítica del desarrollo”, en: Re-
vista Zona Erógena, No. 17.
Citas
, 1988, Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberin-
to, Barcelona, Gedisa.
1 Se utiliza en algunos apartes de este texto la noción de infancia
(del lat. infantia, derivado de infare, el que no habla, (Corominas, , 1989, La institución imaginaria de la sociedad, Vol. II, Bar-
1974)), como forma de designar a los niños más pequeños y los celona, Tusquets.
momentos fundantes de la estructuración psíquica y de tal signi- , 1996, “Psique, imaginación, sujeto y autonomía”, en: En-
ficación social. Por niñez, se entiende el periodo de vida hasta sayo & Error, No. 1, noviembre.
antes de la adolescencia, aunque es preciso advertir que los tra-
zados de política pública extienden la definición desde los 6 , 1999, Figuras de lo pensable, Madrid, Cátedra.
hasta los dieciocho años, haciendo indistinguible la niñez de la , 2000, “La gabardina de la ética”, en: Ciudadanos sin brúju-
juventud. la, México, Coyoacán.
2 Antes, el pasaje de la niñez a la adolescencia y a la adultez estaba , 2004, Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. Semina-
ritualizado, organizado, estructurado, simbolizado, codificado. En rios 1986-1987. La creación humana I, México, Fondo de Cultura
las sociedades actuales tales rituales ya casi no existen o existen en Económica,.
menor medida. Como ni sociedades ni familias los transmiten ya,
niños y jóvenes parecen instituir otras formas en sus agrupaciones COREA, Cristina e Ignacio Lewkowicz, 1999, ¿Se acabo la infancia?:
de iguales. ensayo sobre la destitución de la niñez, Buenos Aires, Lumen.
3 Entre otros autores: Postman (1984), Meyrowitz (1985), Sanders COROMINAS, Juan, 1974, Diccionario crítico etimológico castellano
(1994) y Steinberg y Kincheloe (2000). e hispánico, Madrid, Gredós.
4 Las significaciones imaginarias sociales son producto de la ima- CORONA C., Yolanda María Morfín, 2001, Diálogo de saberes sobre
ginación de los colectivos sociales cuando definen un mundo, participación infantil, México, Universidad Autónoma Metropo-
las cosas que lo integran, las relaciones que allí priman entre esas litana / Colectivo Mexicano de Apoyo a la Niñez, A.C.
cosas y con los individuos que habitan tal mundo. En estas (COMEXANI) / Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
significaciones confluyen tanto situaciones económicas y socia- (UNICEF) / Ayuda en Acción México.
les como subjetivas, para configurar lo que nos representamos DA SILVA, Tomaz Tadeo, 1997, “El proyecto educacional moderno:
como “la realidad” o lo imaginable. “Semejantes significaciones ¿identidad terminal?”, en: Alfredo Veiga (comp.), Crítica pos-
imaginarias sociales son, por ejemplo, espíritus, dioses, Dios, estructuralista y educación, Barcelona, Alertes.
polis, ciudadano, nación, estado, partido, mercancía, dinero,
capital, tasas de interés, tabú, virginidad, pecado, etc., pero tam- DONZELOT, Jacques, La policía de las familias, Valencia, Pre-Textos,
bién hombre/mujer/hijo según estén especificados en una deter- 1990.
minada sociedad. Más allá de definiciones puramente anatómi- GALLO, Héctor, 1999, Usos y abusos del maltrato: una perspectiva
cas o biológicas, hombre, mujer e hijo son lo que son en virtud psicoanalítica, Medellín, Universidad de Antioquia - Departa-
de las significaciones imaginarias sociales que los hacen ser eso” mento de Psicoanálisis de la Facultad de Ciencias Sociales.
(Castoriadis, 1988: 68).
GIRALDO, Fabio y José Malaver (introd. y comp.), 1997, “Cornelius
5 En un sentido mucho más amplio, es también la techné la que da Castoriadis. El laberinto del pensamiento y la creación”, en:
existencia a lo que sería el prototipo de herramienta jamás fabrica- Cornelius Castoriadis. Ontología de la creación, Bogotá, Ensayo &
do por la sociedad: el individuo social (Castoriadis, 1989: 175). Error.
6 Estos derechos a la participación “aparecen de diversas maneras GIROUX, Henry A., 2001, El ratoncito feroz: Disney o el fin de la
en los artículos 12, 13, 14, 15, 17, 30 y 31 de la Convención, inocencia, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
que se refieren al derecho a formarse un juicio propio, expresar
su opinión, a ser escuchado, a buscar, recibir y difundir informa- HUERGO, Jorge Alberto, 1999, Cultura escolar, cultura mediática /
Intersecciones, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional.
ción e ideas, a la libertad de pensamiento y conciencia, a la
libertad de asociación y de celebrar reuniones, a participar en la MARTÍN-BARBERO, Jesús, 1996, “Heredando el futuro. Pensar la
vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento” (Corona educación desde la comunicación”, en: Nómadas, No. 16, Bogo-
y Morfín, 2001: 22). tá, Universidad Central - DIUC.
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