Demustrame Que Me Quieras 02 - Sophie Saint Rose PDF
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que me quieres 2
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo
Capítulo 1
que quería darle de inmediato. ¡Menudo regalito! Ni sabía qué decir. Miró de
tuya?
excepto los más allegados sabían que eran hermanos y era un secreto que
guardaría siempre por respeto a Robert, el hombre que había hecho el papel de
expectante. —Olvídalo.
—Piénsalo bien. Es una empresa de alto nivel que te dará una
experiencia y cualquiera mataría por una oportunidad así.
serio. —Perdón.
el master.
Bueno, había llegado el momento. Sybil se pasó las manos por sus
vaqueros desgastados y forzó una sonrisa. —Un grupo nos vamos a Sudáfrica a
hacer un plan de inversión para desarrollar las zonas desfavorecidas. Tenemos
—¡Si quieres ayudar, trabaja duro y dona el dinero, como hacemos todos!
autosuficientes!
—La madre que…
que tú?
—Sí.
—Los economistas más importantes del mundo han intentado buscar una
recién licenciados van a hacer lo que mentes mucho más privilegiadas que las
vuestras han intentado antes? No es solo un problema de ideas, Sybil. Hay
para universidades! Solo la cultura hará que se revelen contra esos gobiernos que
les oprimen.
Sybil pareció pensarlo y de repente sonrió. —Qué listo eres.
con una dulce sonrisa—. Está forrado y tú puedes removerle la conciencia para
que done un buen pellizco. Cameron colabora con una ONG que se dedica a
fomentar la cultura en países desfavorecidos. Necesitan dinero para un hospital y
—Tú solo quieres que acepte ese trabajo con ese presumido. —La miró
la opción correcta. No puedo hacerle esperar más. Llevo dos semanas fuera.
con fondos.
ahora no—. Cariño, yo solo te quiero a ti. —Tuvo una arcada y salió corriendo.
—¿Sabe lo nuestro?
Cameron apretó los labios. —Además le harás un favor a mi esposa, que está
pasta.
—Dios, me muero.
—Te odio.
Cameron sonrió. —Lo siento.
¿Una galletita? —Su mujer tuvo otra arcada y vomitó con ganas. —¿No?
Con los ojos llorosos levantó la cabeza del wáter tomando aire. —¿Tú
crees? —Cameron mojó una toalla y se la pasó por la cara haciéndola sonreír. —
Eres el mejor marido del mundo. Como jefe eres un tirano y estás algo chiflado,
pero como marido…
—Vale.
baño vieron llegar a Sybil que tenía la mano en el vientre y estaba pálida. —Lo
siento. Siempre me ocurre cuando veo a alguien echar la pota. —Sonrió de
—Sí, gracias.
—Ah, entonces da igual. Bueno, esto es lo que tienes que hacer porque
escribir cartas.
vestirse así cuando la contrataban por su cerebro. Hizo una mueca. En realidad,
ni la contrataban por eso. Aquello era un enchufe en toda regla y cuando había
hablado con sus compañeros la tarde anterior, vio las distintas reacciones a su
barrio le había dicho que era una oportunidad única y que John Follman era
ya la miraba raro y suspiró del alivio al ver que su cuñada salía de un taxi en ese
—¿Las náuseas?
vestido.
—Y era horrible.
—De verdad que… Qué paciencia tengo que tener con tu familia. —La
cogió por el brazo metiéndola en el cubículo y pasaron las dos apretujadas al
hall.
—No, claro que no. —Levantó la barbilla con orgullo y Denise puso los
—Cinco minutos.
—¿No es raro que para ser dos amigos de toda la vida, le haya conocido
en la boda?
oficina.
—¿En serio?
Su cuñada soltó una risita. —Pues no. Y eso les vino de perlas, te lo
aseguro. —Hizo un gesto sin darle importancia. —Es una historia muy larga y
ahora no tenemos tiempo. —Salió del ascensor sin esperarla y Sybil bufó. —
¡Sybil! ¡De verdad tienes que ser más ágil!
trabajo. Con el buen carácter que tenía. Casi corrió tras ella y vio como
empujaba una enorme puerta de cristal que ponía en letras doradas presidencia.
—Pues sí. —Sus preciosos ojos verdes brillaron de felicidad. —Han sido
increíbles. —Sybil sonrió alegrándose por ellos porque se notaba que se amaban
con locura. —Europa es precioso. Mires donde mires, tienes algo que ver.
—Me lo imagino. —La mujer la miró de reojo con sus ojos negros. —¿Y
quién te acompaña?
—Oh, ella es Sybil Hilson. Es nuestra nueva adquisición. Me sustituirá a
partir de ahora. Sybil te presento a Angelica Maison. La secretaria de John.
Encantada.
—Denise, bonita… ¿John sabe esto? ¿No era una de tus damas de honor?
—Qué va.
recochineo.
Sybil.
—Nada. —Su cuñada hizo un gesto sin darle importancia. —Es que a
John le gusta desayunar solo.
llega a la oficina está de una mala leche que no puede con ella. Así que siempre
que tiene un desayuno, debes asegurarte de que lo tiene preparado para cuando
llega. En cuanto lo hace, está más relajado. Ah, y siempre lleva algo dulce en el
bolso.
—Sí, porque sino John se pasa tres pueblos. —Su cuñada caminó hacia
una puerta de caoba. —Este es tu despacho.
Pero como ya había trabajado con Cameron le corté las alas enseguida. Luego
nos convertimos en amigos. —La miró fijamente dejando el bolso sobre la mesa.
—Pero hasta ese momento, trabajé como una mula para demostrar mi valía. Tú
todavía no has demostrado nada. No me dejes mal, Sybil. John no perdona los
las espaldas.
—Te pondré un ejemplo. Hace seis meses invirtió en unas acciones que
compró. Pues ese socio debe estar en este momento durmiendo en un banco de
Central Park porque se quedó con su empresa. Y con las acciones que tenía de
ésta.
Denise rió por lo bajo. —Ah, no. No es broma. Se enteró de que este
hombre quería ayudar a un amigo y le propuso a John que comprara esas
acciones para inyectar capital, en lugar de arriesgar su propio dinero, pues sabía
que era un pozo sin fondo. Y ese ha sido el resultado.
—Vaya. Si que tiene mal carácter cuando se enfada.
Sybil tragó saliva sin poder evitarlo. Madre mía, ¿en qué lío se había metido? No
tenía ni idea de que hacía allí cuando nunca había desempeñado ese trabajo.
—Hora de ponerse a trabajar. —Cogió una galletita del bolso y fue hasta
la puerta de comunicación.
seguirla. John Follman se había levantado mostrando el traje azul oscuro que
llevaba y abrazó a Denise sin dejar de masticar. Cuando sus ojos verdes
recayeron en ella, su estómago dio un vuelco sin poder evitarlo e incómoda se
mordió su grueso labio inferior. Sin darse cuenta se lo comió con los ojos porque
puede que fuera idiota, pero era digno de ver. Debía medir uno noventa y su
—Es mi sustituta.
Estoy embarazada.
—Así que no me des disgustos. —Le hizo un gesto a Sybil para que se
la universidad!
—Ya he terminado.
—¿Ves? Ya ha terminado.
—¡Ya, pero son tres años muy pero que muy importantes!
—¡Es que yo no tengo que enseñar a nadie! ¡Para eso pago! ¡Para que
tono. Cualquiera le decía que no. Ambos la miraron mientras ponía los brazos en
jarras caminando de un lado a otro como si pensara lo que iba a decir—. Mira
John… Sé que no tiene experiencia. Pero necesito que la tenga. —John frunció
el ceño. —Dentro de unos años tendrá que ocuparse de parte de la empresa para
sonrojándola. —Quiero que seas exigente con ella, quiero que le lloren los ojos
de trabajar. —Sybil dejó caer la mandíbula del asombro. ¡Estaba loca! —¡Quiero
que se convierta en la ejecutiva más dura del gremio y solo la puedes enseñar tú!
¡Demuéstrame que puedo confiar en ti y deja de poner excusas estúpidas!
ganas de pegar cuatro gritos. La estaban poniendo a caldo entre los dos.
Aquello era humillante. ¡Si su cuñada solo tenía tres años más que ella!
defraudarás! ¡Y por mucho que quiera irse, insiste! Puede ser muy cabezota
¿Desde cuándo su cuñada, a la que había visto un par de veces antes del
día de la boda, la conocía tanto? ¡Aquello era el colmo!
abrió y Angelica la rodeó para llevar otra bandeja con un montón de comida
hasta la mesa. Pero cuánto comía ese hombre. Aunque con ese cuerpo tenía que
alimentarse.
—Vale…
Dio un paso hacia ella levantando una ceja. —Escúchame bien. Alguien
que saca matrículas de honor en cada una de las asignaturas quiere llegar a la
puede que llegues a tener algo así algún día. Una empresa que dona más de
hablaremos de ello, así que tienes que estar preparada. Reunión de directivos a
perder las formas! Y para la cena de esta noche… —Dejó otro expediente
gordísimo sobre los demás. —¡Y rapidito que no tengo todo el día!
dossier.
principal. —¡Por ahí no! Puede estar mi cita de las nueve y media esperando.
—Oh, claro.
Pasó por su despacho y cuando salió no había nadie excepto Angelica
que con el lápiz le indicó dónde debía dejarla. Entró en el pequeño cuartito que
estaba tras ella y dejó la bandeja al lado de la otra. Frunció el ceño y cuando
—¿Cómo?
preparada.
el café a toda prisa. Fue hasta el despacho y lo dejó sobre la mesa a su lado antes
de coger los expedientes. Él cogió la taza y levantó una ceja al ver que ponía en
un lateral “A la madre más guay del mundo”. Gimió interiormente porque debía
—No. De momento…
—Hola cielito.
—¿Puedes hablar?
—Labrarte un futuro. Hija, ¿sabes lo que haría la gente por conseguir ese
grandes. ¡Mucho más que Cameron! ¡Así que aprende todo lo que él sabe y llega
divierto!
—¡Ya te divertirás cuando puedas pagarte las vacaciones en Aspen!
—Ya puedo pagarme las vacaciones en Aspen, pero no dejas que acceda
al dinero de mi padre.
Su madre jadeó indignada. —Sí, para que lo tires por ahí en viajes.
Puso los ojos en blanco porque era una contradicción con patas. Aquella
familia era la más chantajista emocional que nadie podía echarse a la cara.
El muy capullo era una máquina de trabajar. Durante todo el día le había
dado órdenes de manera déspota, había destacado sus defectos y le había
provocado dos ampollas en la mano, su hermano David pasó ante ella corriendo
—¿Horrible?
—Ya te acostumbrarás.
molesta.
Fulminó a David con la mirada que sonrió radiante. —¡He hecho una
carrera completa!
había podido ver porque estaba trabajando. Sonrió sin poder evitarlo. —¿No me
—Es que ya soy un hombre —dijo mirándola con sus mismos ojos
azules.
—Mamá, te aseguro que como no coma algo no pegaré ojo. —Sacó algo
de jamón de la nevera y su madre chasqueó la lengua al verla coger la mahonesa.
Lori la miró fijamente con sus ojos azules. —David vete a por tus
—Genial.
—¿Y qué quieres hacer, hija? Porque te recuerdo que has estudiado para
hacer ese trabajo.
—No, ese trabajo no. No estudié para seguir a Follman como un perrito
faldero.
Lori la miró incrédula. —¿No te das cuenta de la…?
—Lo dices como si no tuviera derecho a todo. ¡Era hija suya como
Cameron!
Lori sonrió con tristeza. —Cielo, ¿qué es lo que quieres? Has estudiado
todo lo que has querido. Cameron te dará un buen puesto de trabajo más
adelante, de eso estoy segura. —Mordió el sándwich con saña y Lori abrió la
dolida.
—No da igual. Mi vida, para Cameron eres su hermana con todas las
letras. Te lo aseguro. Si no ha dicho nada es…
—Por papá. Lo sé. Yo tampoco quiero que se sepa.
—¡No lo sé!
entrecerró los ojos. —No, otra vez no —gimió siguiéndola a toda prisa, pero
—¡A la cama!
—¿Una crisis?
—Mi amigo Arthur dice que su hermana tiene crisis todos los meses.
Que se pone tonta. —Lori le cogió por los hombros haciéndole caminar hacia su
—No, tu hermana no tiene una crisis. —Al menos esperaba que no.
—¿Cómo lo sabes?
cuidado pasando ante la habitación de Sean. Abrió la puerta para ver a su hijo de
catorce años dormido como un tronco con la pierna fuera, pero no le arropó
porque Sean era de los que se despertaba y después no había quien le durmiera
de nuevo. Cerró la puerta y al pasar ante la siguiente puerta llamó. —¿Robert?
—Sí, mamá, ahora apago. —Ella abrió la puerta para verle ante el
ordenador. —¡Mamá!
—Nada.
—Quita, pesada.
—No, no da igual. ¿Tus amigos van? —Su hermano asintió. —Vale, pues
reserva la plaza.
—Te lo prometo.
Lori gruñó, pero sus hijos la ignoraron como siempre. —Y por cierto…
—dijo Sybil con malicia de la que salía de la habitación—. El sábado me mudo.
—¿Puedo quedarme con tu habitación?
—Claro.
mudas?
trabajo de la leche. —Lori le cerró la puerta en las narices. —Jo mamá. ¡Qué
—¡A la cama! —Señaló a su hija con el índice. —Vamos a ver, ¿que vas
a hacer qué?
venir hasta Brooklyn me viene fatal. Sobre todo a las horas que terminamos. —
—Buenas noches.
Confundida se quedó mirando la puerta. Que su madre le diera el visto
bueno la dejó de piedra. Se sentó en la cama sin entender nada. ¿Su madre estaba
Si la había controlado toda su vida como con el viaje de fin de curso que se negó
en redondo. Decía que ya tendría tiempo para viajar. Esa era una de las razones
por la que había querido irse de cooperante, para salir del nido, poner algo de
distancia y de paso conocer mundo. Y ahora le daba vía libre. Aquello le olía
muy mal.
—Es que… —Se apretó las manos como si no supiera cómo decírselo y
ella entendió.
Lori suspiró del alivio. —Menos mal porque lo pasé muy mal, ¿sabes?
Lori sonrió de oreja a oreja. —¿Quieres que te ayude a hacer las maletas?
Tienes mucho que llevarte.
cuanto antes empecemos mucho mejor. —La besó en la frente y sonrió radiante.
—¡Estoy tan contenta por ti! Sé que ahora es duro porque no has trabajado en tu
—¿Tú crees?
—Claro que sí. Aunque si Follman ve que tienes potencial, puede que no
te suelte. —Soltó una risita. —¿Te imaginas?
tiene. Te lo digo yo. Ahora descansa que mañana será un día duro.
—Eso me temo.
conclusiones, tan seguro de sí mismo que la dejaba sin aliento. Y ese cuerpo….
Volvería loca a cualquier mujer a millas a la redonda. Esos ojos verdes hacían
que su corazón pegara un brinco en su pecho y tenía una sonrisa que le hacía
temblar las piernas. Pero… Era idiota. Con mayúsculas. Prepotente, altivo, creía
no le dirigió ni una mirada más para comerse con los ojos a una prima de
Cameron que pasó en ese momento. Su culo lo debía tener grabado en la
escote a la susodicha, que en ese momento se reía como una hiena de algo que él
había dicho a su oído. No le hizo caso en toda la boda. Justo antes del discurso
ella sonrió a su mesa, pero él hizo que no la veía lo que la molestó muchísimo.
Ni siquiera bailó con ella cuando había bailado con todas las damas de honor y
eso le sentó como una patada en el estómago porque había esperado su turno
como las demás. Pero ese momento no llegó y se fue a casa con su madre como
una niña buena después de verle largarse con otra de las damas de honor que no
era la prima de Cameron. Estaba claro que las tenía a patadas y que ella no le
trabajar con él. Para no sentirse decepcionada a cada minuto del día porque él no
le hiciera ni caso. ¡Pues eso no podía ser, Sybil! Era un trabajo estupendo. Todo
el mundo lo veía. Ella lo veía, pero seguir a su lado hora tras hora sería como
poco difícil. Bueno, no pasaba nada. En cuanto pasaran unas semanas se
acostumbraría. Y su horrible carácter la convencería del todo sobre que solo era
su jefe. Alguien de quien aprovecharse intelectualmente para llegar a donde
Mejor dormía en lugar de pensar chorradas. Pero los ojos verdes de John fue lo
Capítulo 3
despacho que tenía la puerta abierta como si tuviera que controlarla. —¿El qué?
—Eso me pregunto yo. —Tiró unos papeles sobre la mesa y ella los
tiempo?
mesa suspirando. Bueno, no pasaba nada. Era la primera vez que se lanzaba a
hacer algo así desde que trabajaba con él. Y solo llevaba allí un mes. Tenía
mucho tiempo por delante. No debía darse por vencida.
Fue a por el café y Angelica la miró de reojo con sus inteligentes ojos
Cuando salió con la taza de café del jefe, su secretaria susurró —Sí que
gustado.
los animales. ¿No era eso lo que decía el informe que has hecho tú?
Levantó una ceja al ver que los folios estaban bastante sobados. En ese momento
escuchó que alguien llamaba a la puerta del despacho de John.
La voz de Meagan Jaster la hizo gruñir por dentro. La vio pasar con su
impecable traje de pantalón en verde y sus perfectas hondas en el cabello que
caían sobre su espalda sin un pelo fuera de su sitio. Sonreía encantada de la vida
por haber subido al templo. Trabajaba de secretaria para el jefe del departamento
interno de la empresa como cualquier otro, le encantaba subir al menos una vez a
—El señor Hammenberg me ha pedido que le traiga esto. Son los nuevos
contratos.
—Gracias Meagan.
Sybil jadeó indignada porque eso era tarea suya. Lo sabía por Angelica y
ya se había estrujado los sesos pensando en algo original.
agradablemente. Esas palabras le hicieron daño sin poder evitarlo porque a ella
nunca le daba las gracias por nada. Ni siquiera había usado ese tono con ella
jamás. O le hablaba como si fuera idiota o con un tono autoritario. Nunca había
sido amable con ella y sin darse cuenta miró los papeles que tenía sobre la mesa
—Buenos días.
más, le sonrió con descaro como si estuviera satisfecha. ¡Esa tía quería su
puesto! Antes muerta.
—¡Sybil!
Se acercó de inmediato y pasó a su despacho. —¿Sí, señor Follman?
—¿Yo?
—¿Una pestaña?
estupendamente.
—¿De qué te ríes? —preguntó como si fuera una loca o algo así.
—No es problema.
un pelo.
—Lo sé.
—Y tienes un presupuesto.
—Ya está todo encargado. El día veinte a las seis de la tarde en el garaje.
—¿En el garaje?
local con el tráfico que hay en navidades. Hay música en directo y mucha
comida y beberán todo lo que quieran que es lo que pasa en las fiestas de
Navidad.
—¿Y tú qué sabrás lo que ocurre en las fiestas de Navidad?
la fiesta.
—Ya está todo ocupado. ¡Por eso elegí el garaje! ¡Me lo dijiste
demasiado tarde!
—No, claro que no. —Levantó la barbilla. —Solo dejo clara mi postura.
Para que te quede claro, esos locales y más para una empresa de la envergadura
de la nuestra, reservan con un año de antelación. ¡Y que yo sepa, solo llevo aquí
un mes!
—¡Angelica!
—Sí que se reservó, jefe. Pero el local se incendió hace más de seis
meses. Te lo dije.
—¡Ella te tutea!
—¡Ella es amiga!
Se sonrojó con fuerza. Estaba claro que ella solo era una empleada. Y
nueva, además.
John juró por lo bajo pasándose la mano por su cabello negro. —Así que
no tenemos local.
—La idea de la chica no me parece mal. Además, ese día todo el mundo
—¡No!
—Cachis.
Angelica se rió por lo bajo, pero cuando su jefe reparó en ella casi sale
del despacho chocándose con la puerta en su prisa por huir. Y eso que llevaba
—¡No!
—¡Largo!
—¡No!
en los que no probaré bocado porque no me dejan. —La miró con asombro. —
Picaré algo ahora. Sí, será lo mejor. Llevo un sándwich en el bolso. ¿Quiere la
mitad?
—¡No!
—Muy sano.
—Es que yo no tengo preparador físico. Pero no me hace falta. Soy joven
y puedo comer lo que quiera.
despacho. Al mirar sobre su hombro vio que le miraba el trasero. No supo que se
le pasó por la cabeza en ese momento, pero se detuvo y miró hacia su culo. —
¿Tengo algo?
para medias. Menos mal que tenía unas de repuesto. Y ella pensando que le
el cajón para coger un paquete de medias negras. Con lo bien que se estaba en
vaqueros. Tenía que llamar a mantenimiento para que le cambiara la silla porque
debía tener algo que se las enganchaba. Se volvió para ir al baño deteniéndose en
—Esta noche no hace falta que vengas a la cena con los Kennedy.
había sentado demasiado bien. Se encogió de hombros y fue hasta el baño que
solo utilizaban Angelica y ella porque John tenía el suyo dentro de su despacho.
bajó los pantys dejando caer los zapatos de tacón sobre el mármol blanco. Se
sacó las medias por los pies y extrajo las nuevas de lycra del envase. Las
extendió ante ella metiendo la mano para llegar al empeine y apoyó la planta del
pie sobre la encimera del lavabo. Estaba cubriendo los dedos cuando se abrió la
puerta y ella atenta a dejarla recta en el talón sonrió. —Salgo enseguida,
Angelica.
lavabo con una mancha en la camisa. Cogió una toalla casi pegándose a ella y
abrió el grifo mojándola antes de frotarse la camisa. Sin saber qué decir se quedó
en la misma posición.
mirándose al espejo.
—Sí, claro —respondió roja hasta la raíz del pelo. ¡Le había visto el
culo! ¡Y las bragas! No sabía lo que era peor. Se subió la media y agachó la
pierna para meterse la otra. De lo nerviosa que se puso se balanceó cuando metió
el otro pie y su cabeza chocó contra su trasero. Y vaya duro que lo tenía. —Uy,
perdón.
Él miró hacia abajo viéndola dar saltitos mientras se subía las medias. —
Interesante método.
—No tiene agua. —Levantó una de sus cejas negras cuando la vio
apretar las piernas para que no se le viera nada subiéndose la goma de una
manera que podría llegarle al cuello. Cuando al fin llegaron lo bastante arriba,
agacharse para coger los zapatos. Sin darse cuenta ni de lo que hacía, se agarró
en su brazo poniéndose uno y después el otro. —Lista. —Salió del baño a toda
leche mientras él volvía la cabeza hacia el otro lado para verla caminar hacia la
presidencia.
—Sybil…
—Se te ve el culo.
allí tenía. ¿Por qué no se había cambiado la camisa primero? ¿Limpiar una
mancha? No, eso no era lo suyo. Miró hacia la puerta del baño y entró a toda
prisa para abrir el grifo. No, no tenía agua. Pero al tocar el lavabo de la que se
volvía levantó la mano porque estaba húmedo. ¡Había cortado el agua! Atónita
reaccionó a toda prisa y salió del baño cerrando la puerta sin hacer ruido
corriendo hacia el armario. Cogió una camisa blanca y corrió hacia el otro baño
—Es que no sabía qué color escoger —dijo sin aliento viendo cómo se
despacho y Angelica reprimió la risa. Cogió la primera que pilló siseando —Te
lo estás pasando en grande.
ejercicio, pero ver ese pecho cubierto por ese vello negro en el centro sobre sus
musculosos pectorales era para que te diera un infarto de la impresión. Él cogió
camisa. —Esa corbata no queda bien. Busca otra —dijo con la voz ligeramente
ronca.
Miró la que tenía en la mano y gimió porque era verde. No, no pegaba
mucho con el traje gris oscuro que llevaba ese día. —Leche. —Salió corriendo
puerta. Uff, qué difícil. No se decidía entre una azul con rayas grises o una gris
con rayas blancas. Sintió a John tras ella y miró sobre su hombro para verlo
alargar el brazo cogiendo la gris casi acorralándola en el armario. Él no dio un
paso atrás lo que la dejó allí metida viéndole como se ponía la corbata como si
fuera lo más normal del mundo, pero Sybil sintió que algo le subía por el
estómago porque era una situación de lo más íntima. —¿Sabes hacer el nudo? —
Levantó la vista de lo que estaba haciendo para mirarla a los ojos.
—Se lo hago a mi padre los domingos. —Sin aliento alargó las manos
poniéndose muy nerviosa y cuando rozó sus manos sintió que una descarga
jamás tendría una oportunidad con él. Se tensó sin poder evitarlo y forzó una
sonrisa tirando del lazo de atrás dejándole un nudo perfecto. Estiró los cuellos
ignorando el olor de su after shave y dijo —Perfecto. Como el jefe quería.
John asintió dando un paso atrás y se alejó hasta el perchero donde tenía
No era una pregunta. Era una orden como siempre, pero algo en su tono
Se detuvo ante su escritorio y suspiró porque estaba claro que había sido
un espejismo. Una ilusión, y al ver el informe que le había hecho se dio cuenta
de que ella no le importaba nada. Si fuera así, la hubiera felicitado por el trabajo.
Tenía que aprovechar que trabajaba con él para encontrar contactos, para
aprender, dejarse de tonterías y de lavabos con agua. Quería ver cosas donde no
las había y eso era una locura. Por Dios, si era el mejor amigo de su hermano.
¡Solo la tenía allí para hacerle un favor! Ella le importaba un pito y era evidente
para todos que no la hubiera contratado si no hubiera sido por Cameron.
John gruñó saliendo del despacho sin esperarla y como siempre le seguía
un paso atrás porque parecía que nunca quería su compañía. Entraron en el
ascensor y a Sybil le sonó el teléfono. Lo sacó del bolso a toda prisa y gimió
porque era su madre. Seguramente quería quedar para comer. —Hola, hoy no
puedo.
negocios.
Miró de reojo a su jefe que parecía concentrado en sus cosas. —El París.
—Ya —dijo de una manera cortante que ponía los pelos de punta. Salió
del ascensor y ella le siguió sin saber qué decir. Parecía que cada palabra que
salía de su boca le alteraba y se dijo a sí misma que era mejor no decir nada.
esperando. John se metió en el coche sin esperarla y ella sonrió a Manuel antes
de seguirle. Dejó el bolso ante ella y volvió a sacar el móvil para repasar la
cara como un resorte para mirar por la ventana. —¡Manuel llegamos tarde!
pero procuro…
pero ella no le miró ni una sola vez. Igual debería hablar con su hermano. Sabía
que él tampoco querría que se sintiera incómoda con su mejor amigo y la libraría
del problema rápidamente. Pero tampoco podía irle con sus problemas de nuevo.
Cameron siempre estaba ahí para ella y no era justo. Ahora estaba casado e iba a
tener a su familia. No, lo que pasaba es que ella tenía que endurecerse. Hacer
que esos comentarios le resbalaran. Estaba en un vaivén emocional que la
bajara, sino que abrió ella misma haciendo que John apretara los labios antes de
—Sí, jefe.
Otra cosa que había hecho mal. John tiró de la puerta del restaurante y
ella cruzó cuando le cedió el paso.
después de entregar los abrigos. —Su mesa está preparada, señor Follman.
—Enseguida. ¿Y la señorita?
—Cola light. —Forzó una sonrisa sentándose donde su jefe le indicó y
ella puso el bolso en el suelo a su lado.
Denise se echó a reír. —Al menos las náuseas han desaparecido. —Se
este cafre?
—Eh. —Se echaron a reír, todos menos Sybil que casi le salió una
mueca.
—Sí, claro que sí. —Incómoda se apretó las manos. —Tengo que ir al
lavabo.
John apretó los labios viendo cómo se alejaba y Denise perdió la sonrisa
como su marido antes de mirarle como si fuera el demonio. —¿Qué está pasando
aquí, John? —preguntó Cameron muy tenso.
—No tiene un buen día, eso es todo. ¿Así que el embarazo bien?
Simplemente eso.
—No nos dijiste nada en todas estas semanas —dijo Denise confundida.
que os dijera? ¿Que no me llevo bien con ella? No es como tú, Denise. ¡Ni
siquiera puedo tener una conversación con ella sin que me ponga de los nervios,
joder! Es como salir con una estudiante que no tiene ni idea de nada. Comete
errores continuamente y sabes que los odio. ¿Sabes lo que hizo el viernes? ¡Se
—¡Quiero que lo deje, joder! —dijo alterado haciendo que varios les
miraran.
amigo. Sabes que nos lo debes. Quiero que aprenda todo lo que pueda de ti, así
—Por cierto, queremos que seas el padrino —dijo Denise como si nada
poco últimamente. A ver cómo te arreglas con ella. Tú sabrás lo que haces. —
Sonrió radiante. —Pero sin rencores, amigo. Uy, me voy al baño. Para darle
ánimos y decirle lo mamón que puedes llegar a ser. —Le guiñó un ojo mientras
apoyando los codos sobre la mesa. —Muy bien, ahora dime la verdad.
De hecho, casi lo prefiero porque como la razón sea otra… como por ejemplo
que te la quieres tirar y no puedes por mi causa, tienes toda la razón. —Se acercó
También puedo enviarte a mi suegro que tiene muy mala hostia. —Le dio una
sonriendo. —Ay, mi mujercita se retrasa, pero parece que llegan tus invitados. Te
veo el jueves.
Sybil sentada en el asiento del wáter gimió tapándose la cara con las
manos. Estaba haciendo el ridículo. ¡Tenía que comportarse!
—Déjame.
Puso los ojos en blanco estirando el brazo para abrir el pestillo y Denise
—Olvídame.
—¿Aparte de que me odia? ¡No hago nada bien! ¡Me echa la bronca
continuamente! —Se levantó indignada. —Nunca me da las gracias. Cualquier
otro hace todo bien menos yo.
—¡Ni una sola vez en un mes! En lugar de hacerlo encuentra algo que no
hago como él quiere y me ladra. —Su cuñada reprimió la risa. —¡No tiene
gracia! —Pasó ante ella y abrió el grifo del lavabo. —Esta noche teníamos una
cena. He estudiado muchísimo para estar a la altura. Pues antes me ha dicho que
tendió una de las toallitas que había sobre el lavabo. —¿Te mira?
—No. —Se sonrojó con fuerza. —Cree que no soy perfecta y él solo
quiere la perfección.
—La perfección no existe. —La miró de una manera que la puso como
un tomate. —Te gusta.
ligaba. O al menos lo intentaría. Vamos… es guapo que te mueres y rico. Eso por
no hablar de su inteligencia y todo lo demás.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Una prueba?
—Flirtea con el tío que tengas al lado en la comida. El que sea. A ver
cómo se comporta.
—¡No!
—¡Haz lo que te digo! —Se acercó a ella y Sybil chilló cuando le tiró de
—No sé por qué razón pensaba que eras más como tu madre, guapa.
—Qué va. —Soltó una risita. —Me lo estoy pasando genial. Ahora
entiendo a tu madre.
Denise chasqueó la lengua. —Es que ella tiene unos antecedentes… Bah,
pasa de ella y vive un poco.
Salió dejándola con la palabra en la boca. Y menos mal que se había ido
porque estaba tan de los nervios que estaba a punto de soltarle cuatro gritos.
las pocas horquillas que le quedaban y se alisó el cabello con los dedos pensando
en lo que le había dicho Denise antes de tomar aire. —Bueno, ¿qué tienes que
Sintiendo fuerzas renovadas salió del baño y con paso firme caminó entre
las mesas. Denise la vio llegar y sonrió. Ella le guiñó un ojo acercándose a la
John miró hacia ella y se levantó como los demás. —Siéntense caballeros.
Sybil Hilson.
nosotros? —Sonrió de tal manera que los tres se quedaron sin habla. Incluido
—Pues como sabrás, Sybil, nunca habéis hecho nada con ella más que el
mantenimiento y nos preguntábamos si queríais ampliarla. O venderla como ya
—Oh, pero eso no nos beneficiaría en nada a nosotros. ¿No cree, jefe? —
dijo mirando los ojos castaños de Philip que se la comía con la mirada.
Philip a los ojos. El pobre se sonrojó con fuerza desviando la mirada hacia su
padre.
he mirado la carta. ¿Qué vas a pedir tú, Philip? —preguntó con voz suave.
—¿Ahora?
Tiró de ella hasta una esquina del restaurante tras un árbol de mentira. —
—¿Yo? Nada.
—¿Cómo que nada? ¡Estás ligando con ese tío en una comida de trabajo?
—¿Ligar yo? ¡No! Solo intento ser amable. —Le miró fijamente. ¿Estaba
celoso? ¿No? Era difícil saberlo cuando se pasaba cabreado con ella casi todo el
tiempo.
pelo?
—He perdido dos horquillas y se me deshacía el recogido —mintió como
si tal cosa.
—No es profesional.
—¡Meagan no es mi asistente!
Él miró sus labios y su corazón pegó un brinco que casi se le sale del
pecho. Sin dirigirle la palabra John volvió a la mesa dejándola allí mientras todo
su ser gritaba de la alegría. Sonrió encantada de la vida. Allí había tomate. Vaya
si lo había. Se había resistido un mes, pero éste no se le escapaba. Vaya que no.
quería. Mucho hacerse de rogar y solo la trataba así porque no quería acostarse
con ella. Menuda tontería. Tampoco es que quisiera casarse. Era muy joven
todavía. Pero una cana al aire… Sonrió a John que perdió el hilo de lo que estaba
diciendo. Ella le ayudó. —Tienes toda la razón. No les necesitas para eso. —
Miró a sus acompañantes. —¿Ofrecen algo más que pueda interesarnos?
—Si vendiera por un buen precio, podría quedarse con una fábrica de
cereales a cuarenta kilómetros de la que nos interesa. Hemos decidido cerrar esa
se levantó de golpe tropezando con sus pies y cayendo hacia atrás al romper la
estoy bien.
siento.
John se levantó con ayuda del maître. —No pasa nada. Que traigan otra
silla y… —La miró a los ojos. —A ver si podemos comer en paz.
—Gracias señorita.
de ella.
que le retiraban el plato a John casi sin tocar. Eso no podía ser. Tenía que
le hizo un gesto con la mirada para que atacara y miró al frente de golpe. No
Alargó la mano y tocó su muslo tensándole con fuerza. —Uff, qué tarde
se ha hecho.
—Sybil les dará hora para verme en mi despacho. Solo tienen que
llamarla. Necesitamos más tiempo para hablar del asunto, pero ahora debo irme.
Tengo otra reunión. —Se levantó cogiéndola del brazo.
John gruñó sacándola de allí a toda prisa después de recoger los abrigos,
jurando por lo bajo cuando vio que no estaba su chófer. —No le has llamado —
—Enseguida, cielito.
—No tiene gracia. —Abrió la puerta con tal ímpetu que casi la arranca.
—¡Sube!
—No hace falta que grites. —Entró en el taxi a toda prisa. Tenía un
cabreo de primera. —Qué carácter tienes.
mundo real! —La señaló con el dedo. —¡A mí no me vas a fastidiar con tus
Se quedó sin aliento porque lo decía como si no tuviera más amigos que
él. Y puede que no los tuviera porque alguien que ocupaba el puesto que
ocupaba él, siempre tenía gente a su alrededor que querían utilizarle. Como
estaba haciendo ella, ¿no? Quería aprovecharse de él para aprender todo lo que
pudiera. Pero jamás le haría algo que le perjudicara y su hermano era mayorcito
para aceptar que con su vida hacía lo que le daba la gana y si quería liarse con
John, era problema suyo. Además, la culpa era de su mujer que se lo había
metido en la cabeza y cuando algo se le metía en la cabeza era muy difícil que se
olvidara. Solo desistiría si encontrara algo mejor y no iba a encontrar algo mejor
que él.
mano sobre su muslo y sintió como se tensaba con fuerza. —Te lo prometo.
Su aliento la estaba volviendo loca y cerró los ojos mientras el nudo que
—¡Estás loca!
por primera vez lo que era sentirse deseada por encima de todo. —John… —Él
atrapó sus labios y casi chilló de la alegría cuando invadió su boca. Sus caricias
la marearon y medio tumbada sobre él acarició su cuello inclinando su cabeza
para saborearle mejor. Sus labios le hacían experimentar algo que no había
sentido nunca y supo en ese momento que era el hombre de su vida. La persona
—¿Tú crees?
Que lo dudara hizo que perdiera la sonrisa poco a poco. —No hagas eso.
—¿El qué?
entere nadie.
—No sabía que tenía que ser tan clandestino. Vale, corto y cierro.
—Muy graciosa.
reclamando sus labios. Se besaron como posesos y John la cogió por la cintura
pegándola a su cuerpo. Al sentir la dureza de su sexo gimió en su boca. Cuando
—Esta noche tengo una cena, ¿recuerdas? A ver si estás más atenta a tu
trabajo.
objetivo en la vida, porque solo pensar que no sentiría eso de nuevo, era algo que
empezaba a torturarla. Tomó aire y salió del ascensor tropezando con el tacón al
salir casi cayéndose de morros en el hall. Fue hasta la puerta de cristal soltando
una risita y cuando Angelica la vio entrar frunció el ceño. —¿Estás bebida? ¿Por
para encontrarse con John ya sin el abrigo mirando el enorme ventanal con las
padres por tu causa, yo le apoyé. —Sybil perdió parte del color de la cara. —
Joder éramos unos niños, pero supe de inmediato que era lo correcto porque tú
eras inocente en todo lo que ocurría. Escuché durante meses las presiones de su
madre para que olvidara el asunto y como tu padre le ignoraba para darle una
lección. Yo fui la primera persona a la que llamó para decirle que habías nacido.
Ni siquiera llamó a su casa. Sabía que allí no se alegrarían de tu nacimiento. —
Sonrió con pena. —Estaba haciendo los deberes y mi institutriz me castigó por
coger el teléfono, pero mereció la pena porque mi amigo estaba tan contento…
nunca le había visto tan contento como en esos días. Tres años después murieron
mis padres y quedé a cargo de abogados y niñeras. —Se volvió para mirarla a los
ojos. —Cameron ha sido la única familia que he tenido desde entonces y jamás
he querido hacer algo que le dañara. Puede que haya cometido errores, pero
decir —Nunca habrá nada entre nosotros. Jamás. Que te quede claro desde ya.
Lo que ha ocurrido en el coche ha sido un error por haberme dejado llevar y no
va a volver a pasar.
mano encima. —Le miró sorprendida. —Cameron me conoce muy bien. No voy
a negarte que me sentí atraído por ti, pero solo es deseo sexual que puedo
satisfacer en cualquier sitio. —Sybil perdió todo el color de la cara. —No te
La miró con desprecio. —No. Eres totalmente prescindible para mí, tanto
cabrearme de veras!
y ahora ni sabía si podría mirarle a la cara. Era un hombre. Cualquier mujer que
se le pusiera a tiro, podría excitarle si se empeñaba y ella se había empeñado.
Eso no significaba que fuera importante para él. Dios, se estaba volviendo loca.
Se había lanzado sobre él en el taxi como una chiflada. Se llevó las manos a la
cabeza apartando su pelo rubio cuando una lágrima cayó por su muñeca.
Angustiada por si entraba alguien, cogió dos tisúes de la caja y se los pasó por la
calmarse, pero la frase que no era nada no dejaba de pasar por su mente una y
otra vez.
—¿Ya son las cinco? —preguntó con voz ronca. Carraspeó incómoda
cuando la secretaria asintió—. Pues hasta mañana.
—No te quedes mucho. Hasta mañana.
Asintió forzando una sonrisa y la mujer cerró la puerta. No era nada. Sus
ojos cayeron sobre la superficie del escritorio y sobre los papeles que lo
abarrotaban. Claro que no era nada para él. Tampoco lo había sido para su padre.
Todavía recordaba el día en que Cameron fue a verla a casa para decirle que
había muerto. Sybil se puso a llorar porque siempre había pensado que algún día
mencionó. Fue Cameron quien lo impugnó privadamente para que ella recibiera
lo que le correspondía. Sonrió con pesar. Así que su hermano no quería que John
le pusiera un dedo encima. Sería por algo. Cameron era una persona que siempre
había buscado lo mejor para ella. Y si había decidido eso, es que debía quitárselo
Miró los papeles y apretó los labios tensándose. Quería que trabajara allí
para aprender del mejor y es lo que iba a hacer. Y cuanto antes acabara para
perderle de vista mucho mejor.
Capítulo 5
mano sobre la mesa. La había llamado para desayunar juntas y Sybil no había
podido negarse, aunque estaba hecha polvo. —Algo te preocupa. ¿Las cosas no
—Mamá…
porque hasta que no le contara algo no la dejaría en paz. Era capaz de seguirla
hasta la oficina. Miró su taza de café tomando aire. —Mi jefe no está contento
con mi trabajo.
Demasiado entregada. Hizo una mueca. —Lo de estudiar era más fácil
que esto.
despida…
—¿Te gusta? —Se giró ante ella mostrando su traje verde. —Mi madre
cabello. Como de todas maneras John iba a buscar cualquier excusa para
moño le daba dolor de cabeza, así que decidió ser práctica. Como había dicho el
día en que le ofrecieron ese maravilloso puesto, estaba allí por su cerebro. E iba
—Oh, no lo sabía.
—¿Les conociste?
era conocida por sus obras de caridad. Siempre estaban muy ocupados, pero
parecían muy agradables. —Se acercó más y susurró —Fue terrible lo que
ocurrió. En la empresa afectó mucho.
Creo recordar que fue en los Ángeles, pero no estoy muy segura. De lo que sí me
acuerdo es que iban a una gala benéfica. Durante semanas en la prensa se habló
de la carrera benéfica de la señora Follman. Incluso más que del señor. Aunque
bueno, la empresa no era lo que es ahora.
—¿Ah, no?
—No. John la ha multiplicado por diez en pocos años. Te aseguro que los
accionistas hacen palmas con las orejas desde que se tomó la decisión de que él
se hiciera cargo.
No pudo hacer más que admirarle porque había llegado hasta allí sin
ayuda de nadie. No como ella que tenía un enchufe de primera. —Así que
mañana no trabaja.
Revisó la agenda del viernes y vio que no tenía citas. Sonrió a Angelica
que dijo divertida —Después de tantos años le voy conociendo. Así que despejé
la agenda.
—¿Un paquete?
—No pasa nada. Gracias. —Lo cogió de su mano y vio que el papel de
—Gracias Angelica.
arrancó el papel para ver una cajita de cartón. Al abrir la tapa frunció el ceño al
ver dentro una hoja de papel doblada. La desdobló tranquilamente y parpadeó al
leer su contenido escrito con ordenador: “No deberías meter las narices donde
Con todo el papel que se desperdiciaba, mira que mandar notitas como si
Estaba tan concentrada repasando unas cifras que ni escuchó que se abría
—¿Qué haces?
departamento legal. Diles que quiero que empiecen a preparar los borradores de
—Sí.
redactar informes si luego no les haces ni caso? ¡Se supone que estoy aquí para
allanarte el camino y después haces lo que te da la gana!
Él entró en su despacho cerrando de un portazo y frustrada apretó los
puños con ganas de gritar. Sybil entrecerró los ojos y apoyando las manos sobre
la mesa empujó la silla hacia atrás antes de coger los listados de contabilidad.
Furiosa entró en su despacho y John bufó como si fuera una pesada. Tiró los
papeles ante él. —Se han equivocado. Según los informes anteriores tiene que
Sin decir ni una palabra más salió del despacho con ganas de matar a
alguien y mientras Angelica la observaba con el ceño fruncido, fue hacia el
ascensor para bajar dos pisos. Caminó hasta el despacho de Josep Hammenberg
y pasó ante Meagan ignorándola por completo. Abrió la puerta sin llamar y entró
—El jefe quiere que prepares los contratos con los Kennedy.
El hombre que debía tener sesenta años y tenía el culo pelado de hacer
fusiones frunció el ceño quitándose las gafas para mirarla con sus ojitos
castaños. —¿Seguro?
—Ni a mí.
—Pues parece que él no las ha oído. ¿Podrías hablar con él? Igual a ti te
hace más caso.
Miró el reloj de la pared. —No tiene citas hasta dentro de una hora.
—¿Sí?
Meagan entrecerró sus ojos azules. —¿Quién coño te crees que eres?
merecía.
—Pues sí. Alguien como yo que llevo trabajando aquí desde los
diecinueve. Tu puesto me lo merecía yo, que he trabajado como una posesa para
Sybil se tensó porque seguro que aquella rubia de bote tenía más
poner las manos sobre la mesa. —Te aconsejo que dejes de enviar notitas como
—Estás advertida.
tenían que tragarla, a partir de ahora no se iba a cortar un pelo. Ni con John.
Trabajaría como una mula, pero a partir de ese momento no iba a tener pelos en
la lengua. No como el mes anterior que parecía que era tonta diciendo sí a todo.
Y eso que su cuñada le había dicho que le pusiera en su sitio desde el principio.
Ahora entendía que quería decir.
Volvió a dirección y vio que la puerta de John estaba abierta y que
hablaba con Angelica, pero pasó de largo para entrar en su despacho. Se sentó en
su sitio gruñendo por lo bajo al ver el expediente de los Kennedy y lo apartó para
papeles sobre la mesa —Quiere que te encargues de hablar con Tokio sobre el
problema de contabilidad. Y que seas dura.
dice él?
Se encogió de hombros y Sybil apretó los labios. Era obvio que no quería
disculparse. Típico. ¿Cómo iba a reconocer que había metido la pata? No, John
no era así. —Gracias Angelica.
solucionar el problema, pero le daba la sensación de que ese tema le iba a llevar
fin llegaron por mail, estaba que se subía por las paredes porque se estaba
perdiendo el cumpleaños de David. Con los papeles en la mano fue hasta el
agachó para tirar de él, pero solo era una esquina. Gruñó al ver una de sus
propuestas de negocio. Pues era buenísima, él se lo perdía. Sacó el resto de los
pedazos y los unió. —¿Pero qué…?
tiempo. Eso te lo juro por lo más sagrado.” Sybil palideció leyéndola de nuevo
una y otra vez. Se mordió el labio inferior porque era evidente que había
recibido más amenazas, pero que las había tirado porque no se las tomaba en
serio. Metió los otros papeles en la papelera y cogió los pedazos yendo hacia su
despacho. Los dejó sobre la superficie de la mesa y buscó en su papelera la nota
que había recibido, colocándola al lado. A ella la amenazaban por meter las
ella querían asustarla para que se largara. ¿Por qué? Se quedó mirando las notas
fijamente. Aquello no tenía nada que ver con que había conseguido el trabajo
Separó los labios sin darse cuenta. —Porque tú revisas los expedientes
antes de que él les dé el visto bueno. Creen que vas a rechazar algo.
pasarlos uno por uno cuando se detuvo en seco. Estaba claro que lo que querían
era que se aprobara uno de esos proyectos. Y si ella no estaba, los revisaría otra
persona. Alguien que podía aceptarlo antes de que llegara a John, aconsejándole
que era un buen negocio. ¿Pero por qué amenazarle a él? No tenía sentido.
mismo día después de la reunión con los Kennedy la noche anterior. Alguien
a esa reunión? Se quedó mirando las notas fijamente. A ella le dicen que se
largue y como no asistió a la cena seguramente pensarían que había dado
resultado, pero algo pasó en la cena que provocó la segunda nota a John. La
amenaza de muerte. Y John había cambiado de opinión durante el día. Dios, por
eso lo había aceptado y por eso la querían largar a ella, para que no metiera las
—Date prisa. Queremos esperarte para cenar y el niño está muy excitado
—Bien.
llamada y juró por lo bajo antes de marcar de nuevo. Corrió por el hall con el
debía pensarse que quería ir a casa de sus padres. Mejor ponerse bruta, a ver si
colaba. —¡Mira, quiero ir a Brooklyn! ¡Así que ya estás metiendo caña a este
coche que voy a llegar tarde al cumpleaños de mi hermano o hablo con John! —
gritó furiosa al cristal de separación—. ¡No se cumplen once años todos los días!
golpe. Se llevó la mano a la frente y gimió porque sintió los dedos pringosos.
nada sentado a su lado e intentó salir por la otra puerta, pero éste la cogió por la
melena golpeando su cabeza dos veces contra la ventanilla antes de caer
Capítulo 6
Intentó abrir los ojos por el dolor continuo que tenía en la frente, pero le
pesaban tanto los párpados que le costaba. Sintió náuseas y se puso de costado
teniendo arcadas, pero como no había comido nada desde el desayuno casi no
tenía qué expulsar. Intentó abrir los ojos de nuevo chillando cuando alguien la
agarró por la melena tirando de su cabeza hacia arriba. —Al fin te has
despertado.
Vio un hombre muy alto ante ella con un traje gris de calidad y perdió
todo el color de la cara al ver quien era. El tipo le pegó un bofetón que la tiró al
suelo de nuevo y se echó a reír. —¿Te acuerdas de mí, Sybil? Me dijiste que te
tonterías.
robó el aliento. —Le advertimos hace tiempo que debía vender esa fábrica. No
debió sorprenderse mucho cuando recibió nuestra oferta, ¿no es cierto? Solo
tenía que aceptarla. Era fácil. Se deshacía del problema y asunto resuelto. Pero
nos dejó con la palabra en la boca sin escuchar toda nuestra propuesta. —Se
echó a reír. —Que te llamáramos para continuar hablando… Era obvio que no
quería cerrar el trato. Y nosotros no tenemos por qué rogar a nadie. No va con
levantándola y sonrió con una malicia que le puso los pelos de punta. —¿Sabes?
Esto es lo que más me gusta de mi trabajo. —Miró su cuerpo que casi no se tenía
en pie. —Igual debería probarte. —Pasó la lengua sobre su mejilla haciéndola
cerrar los ojos del asco. —¿No te gusta? Esto te va a encantar. —La lanzó de
cara sobre una vieja mesa de madera que se desplazó del impulso y le metió la
mano entre las piernas haciéndola gritar del horror cuando tocó su sexo
haciéndole daño. —Vamos, sé que te encanta, putilla. Me comías con los ojos,
¿recuerdas? Esos ojitos azules pedían precisamente esto. —Abrió la falda
Michael Duncan entró bajando tres escalones. —Joder padre, ahora no.
Phillip juró por lo bajo subiéndose los pantalones. —Por favor —susurró
Su hijo sonrió al verla gritar. Sybil intentó correr hacia la puerta que aún
estaba abierta, pero sintió un golpe en la espalda que la lanzó contra la pared. Al
volverse Philip estaba ante ella con un bate de beisbol. —Esto va a doler.
el brazo y Sybil sintió como se rompía antes de caer al suelo. Abrió los ojos
intentando arrastrase mientras escuchaba la risa de John en su cabeza. Cerró los
ojos arañando la madera del parquet viendo la cara de John el día de la boda.
Estaba tan guapo de smoking. Phillip empezó a golpearla con saña una y otra
vez. Vio a Cameron bailando con Denise mientras se miraban a los ojos
reflejando su amor y a sus hermanos ante el árbol de Navidad el año anterior.
Una lágrima corrió por su mejilla hinchada cuando dejó de sentir dolor. En su
mente confusa su madre le dio un beso en la mejilla diciéndole que la quería por
Lori corrió por el pasillo del hospital viendo como Cameron se llevaba
las manos a la cabeza por algo que le estaba diciendo un policía de uniforme
—Lori…
Cerró los ojos del alivio dejando que las lágrimas cayeran por sus
mejillas y sonrió. —Está viva Robert.
—Es una noticia estupenda —dijo su marido muy tenso por la cara de
y…
El grito desgarrador de Lori les puso los pelos de punta y Robert tuvo
que sujetarla antes de que cayera al suelo de la impresión. Unas enfermeras
Besó sus manos. —Nuestra niña es muy fuerte. Está viva. Si ha conseguido
sillas ante su escritorio y apoyó los codos sobre las rodillas. —John, ¿me has
entendido?
Muy tenso le miró a los ojos. —Me estás diciendo que este jueves
Sybil…
pero supongo que la policía te interrogará para saber dónde estabas y esas cosas.
—Estaba en Montana.
—Porque la situación era horrible. —Se pasó una mano por los ojos
emocionado. —Todavía no me lo puedo creer. He tenido que encargarme de todo
porque Lori ni puede hablar. Denise está tan impresionada que el médico ha
tenido que darle sedantes. Robert no es capaz ni de atender a los niños, que
—¿Dónde está?
—¿Dónde está Sybil? —Cameron vio en sus ojos verdes el dolor y negó
con la cabeza sin poder creérselo. —¿Ya la habéis enterrado?
Quiero verla.
pasara. Está irreconocible por los golpes. —Su amigo apretó los puños —La
ver a Cameron.
asintió. —Será mejor que nos traslademos a otro sitio. Mi gente tiene que
trabajar.
John asintió tomando aire antes de volverse y todo el mundo pudo ver
que estaba roto de dolor por su cara desencajada. Rodolfo entrecerró los ojos. —
tío. Siento esto, pero tienen que investigar todas las vías. Mi suegro es
concienzudo.
Horas después estaba sentado ante Rodolfo con la mirada perdida. —
¿Cómo la conocí? En realidad la conozco desde que nació.
—¿No me digas?
—Sí, lo sé.
relataba todas sus travesuras. —Se echó a reír. —Una vez nos pegó el
sarampión. —Rodolfo sonrió. —Sí, fue la leche. —Perdió la sonrisa poco a
mil fotos de alguien, saber toda su vida y después conocerla en persona. Sí, muy
extraño.
—Yo estuve en esa boda. No recuerdo verte bailar con la dama de honor
más guapa. Flirteaste con todas, pero con ella no.
—Tenía que haber sido sincero —dijo expresando en voz alta sus
Levantó la vista clavando sus ojos verdes en él. —Le dije que no me
importaba —dijo con dolor—. Que era prescindible en mi vida. Le di la espalda.
apreciaba, que no era buena en su trabajo... Murió creyendo que no era nada para
mí.
Rodolfo asintió tragando saliva porque era casi imposible no sentir pena
por ese hombre. Seguramente tendría una losa sobre su cabeza el resto de su
vida. —Háblame del miércoles de la semana pasada. ¿Qué ocurrió ese día? Fue
—¿Pero?
—No contesté. Pensé que le estaba dando una pataleta por no querer
tener una relación con ella. Mi secretaria no insistió. Cuando me extrañé fue esta
—¿Rara?
no falta nunca.
porque eso le daría esperanzas. Joder, tenía que haberla escuchado la noche en
que desapareció.
—Me llamó sobre las seis. Pero cuando me dijo que teníamos que hablar,
le colgué el teléfono.
—¿Pudo ser por algo del trabajo? ¿Estás metido en algo turbio? —John
le miró sin comprender y Rodolfo suspiró. —Mira John, el cuerpo de Sybil fue
—¿No puede ser? —Abrió una carpeta que tenía ante él. Joder, a veces
odiaba su trabajo. Puso ante él la foto del rostro de Sybil y la señaló con el dedo.
nada! ¡La golpearon una y otra vez hasta matarla! Sufrió muchísimo antes de
morir. ¡Ahora vas a contarme qué coño te traes entre manos para que a esta
reconocía. Rodolfo apretó los labios cuando se tapó los ojos con la mano porque
—El registro de llamadas indica que llamó a éste tres veces esa noche.
—Creo que no sabe hasta dónde está metido. Pero sí. Él es el detonante.
hacia el tablero donde estaban pegadas las fotos de todos los relacionados con
cuanto antes.
iba en el coche.
—¿Cómo lo sabes?
—Seguro.
¡Quiero que me encontréis ese vehículo en todas las cámaras de tráfico desde el
miércoles a las seis de la tarde! ¡Quiero saber dónde se detuvo y si alguien se
subió a ese maldito coche! —Señaló a Harry. —Tráeme pruebas de que nuestra
chica se subió a ese coche. Pueden refutar las imágenes en el tribunal. Pide una
luchaba por lo que quería. Deseaba que torturara algo a John antes de
—Creías bien.
—¿De verdad?
—Sí, Denise. Se atraían, pero John se negó a tener una relación con ella
—¿En el restaurante?
por la atención de ese hombre. Tanto que se fueron del restaurante. No veas lo
mosqueados que se quedaron los que estaban con ellos. De hecho estaban
furiosos. Al levantarse empujaron a un camarero para salir como matones.
—Sí, claro.
implicados. La familia… Todo el que pueda aportar algo. Excepto los niños.
Dejémoslos fuera de esto.
—Y John…
—Ni se te ocurra pensar eso, ¿me oyes? Solo doy gracias a Dios porque
—Te quiero.
—Y yo a ti, mi vida.
mostró la placa al portero. Impaciente miró las luces del ascensor mientras subía
y salió llevándose la mano a la espalda para sacar la pistola que llevaba en la
alterado. Entró viendo las botellas de alcohol tiradas por el salón y apretó los
labios al ver la pistola sobre la mesa. Siguió las voces por el pasillo y levantó
una ceja al ver como Cameron intentaba subir a la cama a John que estaba
completamente borracho. Dejó caer la mano con la pistola antes de golpear con
los nudillos la puerta dos veces. Cameron volvió la cabeza y suspiró del alivio.
—¿Estás loco? Como se entere la prensa de esto, se tiran sobre él. Cógele
de los pies. —Se agachó y entre los dos le subieron a la cama. —Menos mal.
—Me importa una mierda que sepan que era mi hermana. ¡En este
momento lo que me preocupa es perder a mi mejor amigo! Mira esto. —Salió de
la habitación y él le siguió.
cargado, así que ha sido un alivio ver que no la ha usado. —Su yerno se acercó
largo de los años. Pero ni se las había enviado. —Mostró una foto de Sybil de
animadora en el colegio. —Esta tuvo que sacarla de mi casa porque ni tenía
Rodolfo cogió el álbum y volvió las páginas para ver una foto de Sybil en
la boda de Cameron. Sonreía a la cámara con el ramo de novia en la mano.
Estaba realmente preciosa. —Lleva queriéndola toda la vida.
—¡Porque temía perderte, Cameron! ¡Tú eres lo único que tiene! ¡Y ella
era la hermana que siempre quiso hasta que la conoció! ¡Erais su familia! Tuvo
que elegir a quien renunciar y renunció a ella por seguir teniendo tu amistad. ¡Le
dijiste que ni se acercara a ella! Seguro que anteriormente lo hiciste también.
respondí que se fijara en otra. —Se pasó una mano por la nuca mirando la
Capítulo 7
Después de hablar durante dos horas ambos se miraron a los ojos. —Así
que es habitual.
al menos eso hacía antes de casarse conmigo. Es algo que aprendí hace mucho
—¿Sabes algo?
respaldo del sofá. —Esto es una pesadilla. Lori no deja de llorar y Robert me ha
preguntado cuándo podrán enterrar a su hija. Es horrible mentir a todo el mundo.
Están sufriendo.
pasillo. —No.
—Su chófer ha aparecido muerto. —Hizo una mueca. —La recogió ante
la empresa.
—Muy bonito.
—No me jodas, Cameron.
—Mejor una resaca que lo que se te pasó por la mente. —Cerró el álbum
y lo dejó sobre la mesilla. —Puede que me hubiera cabreado, pero al final…
—¿Y que querías que te dijera, Cameron? ¿Que un gilipollas decía que
—¿Qué fábrica?
Eso fue hace año y medio o así. ¡No pasó nada en un año, joder! ¡Recibía esas
notas de vez en cuando recordándome que vendiera o si no me mataban! —Se le
ellos por cortesía porque habían esperado mucho una cita conmigo. Sybil les
habló un par de veces como si nosotros no les necesitáramos para nada y que así
—¿Después qué?
muslo y decidí que aquello se acababa allí, así que en mi urgencia por hablar con
—Pues no les sentó muy bien. Empujaron a un camarero que cayó sobre
una mesa en sus ganas por salir del restaurante. Todos les miramos asombrados
—Sí. Son padre e hijo —respondió muy tenso fijándose en el hijo antes
de que entrara en el coche que les estaba esperando—. Phillip tiene un arañazo
en la mejilla.
—Malditos hijos de puta. —Un tipo muy alto cerró la puerta del coche
—Sígueles.
la marcha haciendo que el coche que venía detrás tuviera que frenar en seco
tocando el claxon. Iba a adelantar a la camioneta en su ansiedad por no perderles
—Sí.
maletas de marca dentro del maletero del coche donde iban los Duncan mientras
los demás vigilaban. —Sí, esto es muy gordo —dijo Cameron fríamente.
coche en seco cuando un vehículo negro les bloqueó el paso y en ese momento
se bajó un hombre en vaqueros con pinta de delincuente y con una placa
colgando del cuello. Furioso se acercó a su coche. —¡Largo de aquí! ¡Vais a
estropearlo todo, joder!
noticiarios apenas cinco horas después y todos sentados ante el televisor en casa
coche. Y en el cuerpo del chófer también había pruebas físicas. Incluso hemos
poco después de que Sybil saliera de la empresa. Todo está cerrado, pero no
podemos utilizarlo porque… —Miró a Cameron a los ojos. —Joder, no sé cómo
ponerla en peligro en el futuro con un caso de esta envergadura, así que dejaré
que trabaje el FBI y cerraré el caso. —Al ver que no comprendían carraspeó. —
Se ha despertado.
—Teníamos que protegerla. Es una testigo que creían que estaba muerta.
Debían seguir pensando que era así.
Lori se llevó una mano al pecho asombrada. —¿Mi hija está viva?
manos por su cabello una y otra vez. Cameron besó a su mujer en los labios y al
apartarse vio cómo su amigo estaba hundido. Denise perdió la sonrisa poco a
poco y se sentó en el brazo del sillón a su lado. —Se pondrá bien.
—Sí. —Forzó una sonrisa apretándose las manos. —Es una noticia
maravillosa. La más increíble que escuchado en mi vida. —Miró a Lori con los
mi niña.
Vamos, John.
—No. —Se apretó las manos de nuevo. —Id vosotros. Yo no pinto nada
allí.
espalda.
Vamos a verla.
a ver a mi hermana.
Sybil soltó una risita cuando su hermano le pintó el dedo gordo con el
rotulador.
—Oh, sí. —Acercó un vaso hacia ella y le puso la pajita en sus labios.
—También.
—Dejo el cole.
La mujer que tenía la edad de Lori y era madre de tres niños levantó una
ceja. —Pero tu hermana no se mueve. Hay que controlarle más la dieta para que
—Enano tienes que salir. Katie tiene que ayudarme —dijo sonriendo.
David se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.
Katie a toda prisa apartó la sábana que la cubría mostrando sus piernas y
su brazo escayolado. En la mano derecha tenía varios dedos rotos pero el brazo
gemir.
con ella y…
este caso.
Lori apretó los labios y la besó en la mejilla. —Solo queda una semana.
Con todo lo que has pasado esto no es nada. —Besó la cicatriz que tenía en la
sien y se incorporó forzando una sonrisa. —¿Sabes qué? En cuanto puedas nos
—No, gracias.
Las mujeres se miraron preocupadas y Katie le dio la merienda poco a
poco. No pudo comer ni la mitad. La enfermera le puso la medicación y le hizo
preocupada—. Lleva unos días muy triste cuando los niños no están delante.
acabar nunca.
Lori entrecerró los ojos. —Solo necesitamos alguien que la motive, ¿no?
Capítulo 8
interrumpiendo una reunión negaron con la cabeza. —Y tiene que ser ya. Que mi
niña se está deprimiendo.
que vaya a ver a Sybil, que ha pasado por un puto infierno, para provocarla?
Los tres se miraron los unos a los otros. —Queremos que vayas a
visitarla y te comportes como lo que ella cree que eres. Un borde —dijo Denise
reprimiendo la risa.
—Mira, olvidadme.
la motivarás como tú sabes para que salga adelante! —Le cogió por la corbata
sensibilidad!
hacia ellos nervioso. Era evidente que se moría por verla y esa era la excusa que
Sybil forzó una sonrisa a su hermano Robert, que dejó el libro que le
estaba leyendo. —Lo siento, mamá lo hace mejor.
—¿Llamo a Katie?
No sabía qué responder a esa pregunta y levantó una de sus cejas rubias
siempre.
frente. —Descansa.
así.
su familia le había pegado varias fotografías de todos a los que conocía. Bueno
de todos no. Faltaba una y apretó los labios cerrando los ojos. La puerta se abrió
y Sybil abrió los ojos para mirar hacia allí, parpadeando de la impresión cuando
vio en la puerta a John vestido con un traje azul. Dios, estaba guapísimo y
durante una décima de segundo se preguntó si era un sueño hasta que él se
acercó a su cama. Frunció el ceño sobre su cara mirándola a los ojos. —¿Me
—Sí, ya veo que puedes hablar. Pues visitarte —dijo como si nada
sentándose en la cama a su lado. Frunció el ceño al chocar con algo duro y con el
puño cerrado dio dos golpecitos sobre la escayola de su brazo. —Vaya, ¿estás
escayolada de arriba abajo?
—¡No!
—Ah.
—Mi cabeza está muy bien, gracias. Fue una triquiñuela de la policía.
—Exacto.
matan!
mierda.
—¿Perdón?
—La dejaste a la mitad. Y lo del garaje no fue buena idea. Tuvimos que
ir con abrigos.
—¿Sybil?
—Pues por algo será. Que no te lo cuenten, quiero decir. ¿No has
pensado en eso? —preguntó con ironía.
sorprendido. —Nena, ¿se te está yendo la cabeza? ¡Eso duele! —Le golpeó de
nuevo y John le cogió el brazo colocándolo sobre la cama. —¡No voy a decirte
una mierda!
—Vete.
—Échame si puedes.
caso como si nada. El fiscal cerró el pico porque no quería luchar contra los
—¿Cadena perpetua?
daño, te lo juro.
Suspiró del alivio mirando hacia arriba. —¿Qué has hecho con la
—La he ampliado.
Sonrió porque eso era muy propio de John. Nunca cedía. Le miró a los
ojos y él carraspeó levantándose de la cama. No, estaba claro que nunca cedía.
—Joder, ¿en serio te preocupas por un tío que casi provoca que te maten?
—Sí, me preocupo. Creo que era un buen hombre que solo estaba
asustado.
El psicólogo me ha dicho que así vería lo que me espera fuera —susurró ella—.
Son mis amigos y mi familia. Lo que me espera después de esta mierda.
página. Cogió la cinta adhesiva que había sobre la mesilla y recortó varios trozos
antes de coger una silla, acercarla a la cama y subirse en ella. Sybil levantó una
ceja cuando se apartó. Una foto de John ante la puerta de la empresa anunciaba
que había hecho una opa hostil contra los Kennedy. Abrió los ojos como platos.
—Algo así.
Algo así. Sus dientes rechinaron mientras sus ojos lanzaban puñales.
John fue hacia la puerta y ésta se abrió. Katie entraba con la bandeja de su
—¿Seguro? Puedo…
—Mañana vuelves.
—¿Debería?
Cerró la puerta ante sus narices y Denise hizo una mueca. —Cariño…
realmente.
—Tienes razón. Hay tiempo. —Le dio un beso en los labios y él acarició
su vientre.
—¿Cómo vas?
—Perfecta.
—¿Cómo nosotros?
—Como nosotros.
Se puso como un tomate. —No tiene gracia. —Lori se echó a reír desde
la puerta. —Buenos días, mamá.
gana. Ayer por la noche llamé a Robert y estaba discutiendo con David que se
—Es que me duele mucho menos —dijo con la boca llena con mucho
Sybil se atragantó con los cereales intentando toser y Katie chilló tirando
espalda desnuda y con delicadeza le subió la sábana para cubrir sus pechos que
suavemente.
Sybil con los ojos cerrados respiró del alivio. —Lo siento.
—Deben pensar que soy tonta —dijo por lo bajo haciendo que John
—Pues no.
—Más o menos.
—No me des ideas… —La miró malicioso y Sybil sonrió sin poder
evitarlo.
trabajo, pero en el poco tiempo que estuviste sí que te hice caso en muchas
cosas.
—¿Estás loca?
¡Y me animó Denise!
A John se le cortó el aliento. —¿Qué has dicho?
atraído por mí o algo así! ¡Y que si te ponías celoso, que te pusiste, tenía que
besarte en el coche!
—¡Qué nos han tomado el pelo, Sybil! —Furioso se levantó y fue hasta
el salón donde Denise colgaba el teléfono en ese momento forzando una sonrisa.
—Sí, ¿y?
estabas en el baño con ella, tu marido me decía que me cortaría los huevos si me
acercaba a Sybil! ¡Lo planeasteis todo para tomarme el pelo porque me metí en
vuestra relación!
—¿Una bromilla de nada? —Se volvió hacia Denise que parecía muy
arrepentida. —¡Todo lo que hice en su momento fue para ayudaros! ¡No para
burlarme de vosotros!
—¿Datos?
sobre qué hacer cuando se es cooperante. Se puso de los nervios solo de pensar
que su hija podía pasar peligro. —Sonrió con tristeza. —¿No es irónico? —John
creía que no la veía nadie, así que no se cortó en devorarte con los ojos.
—Entonces Lori se quería echar atrás, pero yo le dije que ni hablar. Que
de todas maneras el plan tendría éxito. Ella se quedaría y que si de paso os
Denise soltó una risita. —Pues no. Podía haber sido mucho peor. Podría
haber aniquilado tu empresa. —Chasqueó la lengua. —Ya sabes cómo es con las
venganzas, así que debe quererte muchísimo, cielo. Hemos salido muy bien
librados.
Capítulo 9
—¿Qué ocurre? Mierda, este piso es tan grande que no se escucha bien.
¿Qué te pasa? ¿Estás teniendo una de esas crisis del ejecutivo? —Lori le metió la
cucharada en la boca sin perder palabra y Sybil masticó rápidamente. —¿Por qué
decías que nos habían tomado el pelo? —Lori le metió otra cucharada.
aliento cuando la miró a los ojos. —Sé que seguramente piensas que estoy algo
—¿Me estás pidiendo matrimonio sin que nos hayamos acostado, sin una cita
—No, cielo. Eres tú la que tienes que decir que sí o que no. Yo ahí no me
meto.
—¡Largo de mi vida!
—Eso ha sido más claro. Pero nena, piensa que hemos pasado por mucho
y…
—¿Pero por qué has pasado tú si puede saberse? —gritó a los cuatro
vientos.
—¡Y tanto!
Atónita vio que se largaba y giró la cabeza para mirar a su madre que
soltó una risita. —Te quiere.
—Claro que sí. Ahora vamos a ponerte guapa que tienes una cita.
—No tengo una cita. ¡Y no podría ponerme guapa en la vida con todo
esto!
mamá.
—Tienes que comer. Tienes que recuperar fuerzas. Las vas a necesitar.
—¡No hay nada de qué hablar, mamá! ¡Me has manipulado de nuevo!
tirada con el corazón roto y con un capullo que ahora dice que quiere casarse
en un caso así? —Su hermano apretó los labios. —¿Hubiera rechazado que le
besaras por conservar la amistad con John? Le hubiera hecho un corte de manga
y te hubiera dado un beso que te fundiría los plomos.
Los tres asintieron y ella les miró atónita. —Pero si no podéis dejar de
meteros mano.
precipitarse. —Como ha dicho mi madre no luchó por mí. ¿Podéis dejarme sola,
por favor?
—Hija…
techo y sus ojos fueron hasta el recorte de periódico que John había colocado
allí.
—Si me quisiera, hubiera venido —susurró aún sin creerse todo lo que le
amor de su vida estuviera tirada en una cama escayolada hasta las orejas. No, no
lo parecía en absoluto.
—Lo siento, nena. Es que estaba impaciente por verte. —Se acercó a
darle un beso en los labios, pero ella apartó la cara. Él apretó los labios antes de
—Al parecer no estás de buen humor. —Le puso delante las rosas. —¿Te
gustan?
alérgica?
Se sonrojó con fuerza y levantó la barbilla lo que pudo. —Pues deben ser
esas rosas.
cenar!
—Ah, no. De eso me encargo yo. —John sonrió y le subió algo la sábana
sobre el pecho sonrojándola por lo que sintió cuando rozó su piel. En ese
delante la mesa que usaba para comer y antes de darse cuenta apareció ante ella
una hamburguesa enorme con patatas fritas. Estaba claro que la conocía bien. Él
se sentó ante su mesa y el camarero apartó la tapa. Con curiosidad vio lo que
comería él. Raviolis. Se le hizo la boca agua porque hacía semanas que no comía
—Sí.
manos.
—¡No!
mordisco. Sonrió masticando con los labios llenos de kétchup y él la miró como
—Joder nena, no me des las gracias. —La cogió por la nuca y atrapó sus
labios besándola como si quisiera fundirse con ella. Cuando se separó acarició su
naricilla con la suya. —¿Quieres otro mordisco?
—¿Qué?
Ella perdió algo la sonrisa antes de hacer una mueca. —No lo sé. Cada
cuerpo es distinto.
—¿Qué casos? ¿Mujeres a las que les rompen los huesos a golpes?
—Claro que sí. ¡Tú evitaste decirme lo que pasaba en el salón, pero no
soy idiota!
—¿Y qué es eso que sabes que te ha molestado tanto? ¡Porque fui muy
claro contigo!
importo.
—¡No! ¡Ahí te mentí! ¿Pero qué querías que te dijera? ¡Tenía que alejarte
—¿Puedes dejarnos solos unos minutos, por favor? —preguntó John muy
tenso levantándose y apartando la mesa.
contigo en la boda. —Se sonrojó de gusto sin poder evitarlo hasta que recordó
que se llevó a otra. —No me acosté con ella. Ya sé hasta lo que piensas, joder.
Eres transparente. Nena, no me he acostado con nadie desde que te vi por
primera vez.
quiero y quiero estar contigo. Deseo que seas mi esposa y la madre de mis hijos.
más quería en la vida, que era despertarse a su lado cada día, formar una familia
problema. Pero ahora tienes que comer para recuperarte. —Acercó la mesa y
pinchó otro ravioli metiéndoselo en la boca mientras se miraban a los ojos.
—¿De verdad este violinista tiene que estar aquí? —gritó Denise
exasperada. John y Sybil se echaron a reír y más aún cuando se abrió la puerta.
—¿Podemos limitar las citas con música dentro de la habitación?
tu amigo.
—¡Ja, las hormonas! —exclamó su cuñada desde el otro lado con la boca
montado en platino —Y yo espero decirte que sí algún día. Pero necesito tiempo.
Movió los dedos después de que le quitaran los hierros. —Dios, qué
alivio.
—Con esa cara de chiflado que pone… no —susurró con los ojos como
platos mientras él se echaba a reír. Asustada miró a su madre que le cogió la
mano.
cielo.
Cogió la mano que estaba sobre su mejilla. —Sí, estás aquí —susurró
como si no se lo creyera.
Jadeó indignada. —¿Quieres que vuelva para que te lleve el café? ¡Vaya,
asistente. No tengo que llevarte el café, ni oír tus quejas ni preparar fiestas de
empresa.
—Será eso.
aún no ha pasado, preciosa. Odiaría que vivieras con miedo. Mueve el brazo para
mí.
Le miró a los ojos asustada y él odiaba verla así. Durante todo el proceso
estuvo hablando con ella para entretenerla y cuando le quitaron las escayolas el
doctor quiso que se levantara. Como estaba desnuda el doctor salió unos minutos
—¡No, no es broma!
—Lo que me faltaba, que me viera en pelotas con esta pinta. —Se apoyó
mirándose las piernas. No tenían muy buen aspecto llenas de cicatrices. Agachó
la mirada sin poder evitarlo.
cuando era niña, cubriendo la horrible cicatriz que recorría su vientre llegando
hasta entre sus pechos. Sybil la miró a los ojos. —Él no lo sabe. No la ha visto
nunca.
—No le importará.
por su hija fue hasta la puerta donde John entró de inmediato seguido del doctor.
Al ver su rostro pálido le cogió la mano. —¿Te duele, preciosa?
Que la llamara preciosa justo en ese momento le sentó como una patada
en el estómago, así que agachó la mirada disimulando su disgusto. —Estoy bien.
Capítulo 10
poco a poco. Había tenido lesiones muy graves y estaba débil. No podría salir
¡Sorpresa!
—Nena…
mirándola a los ojos. —Estás teniendo un ataque de pánico. No pasa nada. Ahora
respira hondo. —La enfermera lo hizo ante ella y con los ojos llenos de lágrimas
intentó imitarla. Katie sonrió tranquilizándola. —Muy bien. Todo está bien. —
Respiró varias veces con ella mientras John se pasaba la mano por la boca
angustiado por como sufría. —Nada puede hacerte daño. Nada. ¿Me oyes? Estás
bien. Sigue respirando. —Robert cogió por la cintura a su mujer que intentaba
no llorar. —Ahora vamos a descansar un poco. Ha sido un día duro, ya
abriremos los regalos más tarde. —Apartó el regalo de sus piernas dándoselo al
niño. —¿De acuerdo?
rostro con las manos y todos la miraron angustiados. John se acercó a ella y la
cogió en brazos pegándola a él. —No pasa nada, nena. —La besó en la sien
llevándola hacia la habitación. No pesaba nada y la tumbó con sumo cuidado
—Quiero dormir. —Se tapó la cara con la mano. —Solo quiero dormir.
volverá nunca! ¡Aunque dudo que la quisieras alguna vez porque alguien que
quiere no se comporta como tú! —gritó rabiosa sentándose—. ¿Por qué no
desapareces de mi vida de una puta vez? ¡No entiendo qué haces aquí!
mi lado! No te quiero, ¿me oyes? ¡No te he querido nunca! Solo has sido un
hombre que se ha comportado como un cabrón conmigo. ¿Cómo crees que ahora
color de la cara y más cuando le empujó por los hombros. —¡Vete de mi vida!
Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Sí que lo harás. Cuando te des cuenta
—¿Quieres que te diga hacia dónde va? ¡Va hacia el altar! Me importa
una mierda que tengas una pataleta por razones que no quieres explicarme. ¡Eres
apartarse, pero con la otra mano la cogió por la cintura pegándola a él. La abrazó
de tal manera mientras la adoraba con su boca que Sybil se estremeció entre sus
brazos sintiéndose protegida. Desde que había vuelto de la muerte, era la primera
como tenía los ojos cerrados besó su labio inferior una y otra vez susurrando —
Te quiero, nena. No sé lo que pasa por esa cabecita tuya, pero haré lo que haga
John apretó las mandíbulas. —Lo sé. —La abrazó a él. —Lo sé, cielo,
pero te juro que nada te hará daño de nuevo. Te lo juro por lo más sagrado.
—¿Ni tú?
Él cerró los ojos. —Ni yo. No sabes cómo siento haberte hecho daño en
el pasado, pero no volverá a pasar.
miraba los ojos verdes de Rodolfo sentado ante él en su escritorio. —No tiene
gracia, amigo.
bien. Pero tengo amigos y enseguida me enteré de lo que ocurría. Están libres.
Su abogado ha presentado un recurso y les han soltado bajo fianza.
John juró por lo bajo levantándose de su asiento. —¡Dijiste que no
saldrían de la cárcel! ¡Qué estarían allí de por vida!
—Y era lo que preveía, pero uno de los testigos ha dicho que mintió
porque le obligaron y les han soltado porque el resto de los testigos no son muy
de fiar.
—Lo que tenía que haber hecho cuando me enteré de quienes eran.
¿Seguro que quieres saberlo? Josep sube a mi despacho —dijo al auricular antes
de colgar.
—Ten cuidado, John. Que no dejen pistas. El FBI puede tirarse sobre ti
por arrebatarle de las manos un caso en el que han invertido años de trabajo.
—Gracias Betsy.
el brazo por encima de ella para poner la mano en uno amarillo. Betsy rió por lo
bajo pasando a su lado. La verdad es que era un buen ejercicio, incluso parecía
que estaba en buena forma. Sonriendo se acercó a ella y puso las manos en
jarras. Su prometida miró hacia arriba y sonrió. —Voy ganando.
—Eso ya lo veo.
—¡Jo, menudo culo más gordo que tienes! —protestó David haciéndola
jadear de la indignación.
plato.
Sybil se dejó caer sobre el plástico y suspiró del alivio. —Menos mal.
Ya llevaban allí dos meses y debía estar de ellos hasta el gorro. —Sí, tienes
razón.
—No.
—¿Ya? ¿Y Katie?
—No la necesitas.
—¿Y mi madre?
—La necesitas, pero mejor que regrese a su casa. Tendrás un chófer que
—Ni hablar. —La cogió por la barbilla con delicadeza. —Cielo, después
de lo que ha pasado, vamos a llevar seguridad.
—John…
en ponérselo a Denise.
—¿De verdad?
—Está bien.
—Y yo.
Meagan?
ayuda.
—¡No! —gritó indignada—. Ella no… ¡Dijiste que estabas deseando que
volviera!
interrogó a Angelica y a mí y pude controlar los daños. Así no tendrás que dar
explicaciones.
Suspiró del alivio. —Menos mal. —De repente frunció el ceño. —Quiero
volver.
—Vale.
—Vale.
John gruñó poniendo los ojos en blanco mientras Sybil sonreía satisfecha
estirándose en la cama.
whisky. Doble.
ninguna satisfacción.
John suspiró. —Sí, ahora está segura. —Miró el líquido ambarino antes
de beber todo el contenido del vaso.
—¿Qué te preocupa?
ocurrido, es normal que proteja su corazón, ¿no crees? Mi mujer también tardó
un poco en confiar en mí. Eso por no hablar de que a Sybil casi la matan a
golpes. Debes tener paciencia. Además, has avanzado mucho, ¿no? Se está
mudando a tu casa.
mira de una manera que me pone los pelos de punta. —John se echó a reír. —Y
su mujer es peor que Lori, te lo aseguro. No veas la que quiere montar para el
nacimiento del bebé. Por cierto, eres el padrino. Más te vale que hagas bien tu
—¿Sabes el sexo?
Así que cierro el pico no sea que alguien meta la pata y le fastidie la sorpresa.
—Si fuera por mí no se pondría tacones en la vida que hay mucho buitre
suelto.
querías.
—Es que son mucho más listas que nosotros. ¿No crees? Mira nuestras
mujeres. Se dieron cuenta de a quien amaban mucho antes que nosotros.
tirando las llaves sobre el cuenco del aparador. —Nena, ya estoy en casa.
al suelo.
Llegas pronto y…
aclarara todo pasó ante él como si nada y fue hasta la habitación. La siguió
fuerza. Entró en la habitación y vio un vestido rosa sobre la cama que ella cogió
poniéndoselo delante. —¿Te gusta?
por su mirada que decía que quería comérsela entera allí mismo. —Me da que no
voy a ponérmelo —dijo sin aliento.
Él se quitó la chaqueta negando con la cabeza. —No, preciosa… de
hecho te vas a quitar cosas.
John se detuvo en seco. —¿Tu madre está en casa? —Sybil se echó a reír
cuerpo. —Es que me moría por ver esas piernas. —Besó su cuello haciéndola
susurró con voz ronca —Nena, tienes las piernas más sexis del mundo. —Sus
entera, preciosa. —Sybil sintió que un rayo la traspasaba y solo por una frase.
John que estaba entre sus piernas. Su prometido movió el muslo haciéndola
suspirar de placer. Un placer exquisito. —Preciosa, vas a correrte mucho esta
cuenta de que estaba desnuda y que John arrodillado ante ella abría sus piernas
mirándola con deseo. Y jamás se sintió más deseada que en ese momento. Entró
queriendo perderle y gimió mientras John gruñía antes de entrar en su ser con
fuerza de nuevo. En cada embestida el placer era más embriagador y en cada una
de ellas Sybil quería más hasta que gritó de necesidad. John se tumbó sobre su
cuerpo y aceleró sus envites hasta que con un último y contundente empellón
ambos se perdieron en el paraíso.
—¿Seguro?
mucho esa noche. Incluso se lo había acariciado bastante, pero no se había dado
Nena… —Se volvió desde la puerta del baño resistiendo la risa. —Me has
sorprendido muchísimo, te lo aseguro. Debo hacerlo muy bien para… —La
todo.
y vio que se había puesto unos vaqueros, pero tuvo que tumbarse de nuevo
porque todo le dio vueltas. —Enseguida llegan, preciosa. —La cubrió con una
pasado?
—Pues sí. Estamos haciendo pruebas para asegurarnos, pero todo indica
una bajada de tensión.
Cameron le fulminó con la mirada y John carraspeó. —¿Y eso por qué se
puede producir?
por supuesto. Pero seguiremos con las pruebas por si las moscas después de
—¡John!
mirada.
acabamos en urgencias!
No pasa nada. Una revisión —mintió mirando a su amigo a los ojos. Cameron
asintió—. Sí, voy enseguida. Se queda su familia con ella. Diles que llegaré
—¿Van a interrogarte?
—No lo sé.
Una matanza, tío. Lo he visto por internet. Se cargó a catorce de la banda. —Le
—Se dedica a eso. —Se levantó del asiento. —¿Te encargas tú?
Salió del hospital a toda prisa y como no tenía coche, pidió un taxi
levantando el brazo. —Joder, solo me faltaba esto.
—No pasa nada. —Abrió la puerta para ver como un hombre con barba
de tres días, vestido con vaqueros y una camiseta de los Rolling, reía sentado en
la esquina de su escritorio ligando descaradamente con Meagan. Era el tío que
había salido del coche el día en que seguían a los Duncan. —¿De verdad? —
preguntó riendo antes de mirarle con sus ojos grises—. Ya ha llegado el jefe.
John apretó los labios cuando vio su identificación colgada del pecho. —
Podría ser más discreto, ¿no cree? Nadie aquí sabe lo que le ocurrió a mi
prometida.
—La va a necesitar.
—Nos alejamos para que ustedes hicieran su trabajo. Si hubiera sido su
novia, hubiera hecho cualquier cosa por descubrir al culpable, ¿o no?
solucionara el problema. Pero claro, yo no tengo los millones que tiene usted y
tendría que hacerlo con mis propias manos.
venido a felicitarle. —Se acercó a él y susurró —Hay que tener huevos para
arriesgarte con que algo salga mal y encontrarse un día con que tu mujer está
colgada del balcón con las tripas fuera, que es lo que hubiera pasado si hubieras
metido la pata. ¿Y sabes por qué sé que fuiste tú? Por la mirada de frustración
ese día cuando te detuve. Pude ver en tus ojos que querías matarlos. Bravo
Follman. Nos has ahorrado al país un montón de pasta manteniendo a todos esos
cabrones en la cárcel. —Le miró a los ojos. —¿Tu mujer está mejor? —John
asintió muy tenso. —Me alegro mucho. —Le dio una palmada en el hombro
Eso me pareció raro. No recuerdo la frase, pero no era propia de ellos. Suelen ser
más contundentes y no la amenazarían cuando querían pillarla. Eso la hubiera
puesto en guardia. —A John se le cortó el aliento. —Además no eran amenazas
con la misma tipología de papel y estilo. Algo totalmente raro si las hace la
misma persona. No. La suya se hizo desde aquí. Yo le preguntaría a esa rubita.
Tengo la sensación de que tiene muy mala leche y por como acaba de hablarte,
quiere bajarte la bragueta. —Abrió la puerta y sonrió de medio lado. —Si algún
día me necesitáis, pedirle el número a Rodolfo.
cuenta miró hacia la puerta del despacho de Meagan. Había una sombra de lo
que parecían dos piernas tras la puerta y juró por lo bajo acercándose para abrir
de golpe con la intención de pedir explicaciones, pero se detuvo en el último
era una víctima. No lo había sido nunca. Trabajando con él reprimió su carácter
por no defraudar a nadie, seguramente. Pero solo había que recordar las veces en
las que su hermano había tenido que sacarla de líos en el pasado por sus
convicciones, para darse cuenta de que era una persona que luchaba por lo que
quería. Y si le quería a él… Dio un paso atrás divertido y salió por la puerta. —
tiene los días contados. Pero se encargará de ella mi mujer. ¿Qué te parece el
plan?
—Y yo.
El doctor Soriano asintió mirando sus análisis. —Sí, todo está muy bien.
Excepto esa bajada de tensión todo va perfecto. Algo increíble con todo lo que
ha sufrido tu cuerpo.
en pelotas.
Nada, que no le hacía ni caso. Puso los ojos en blanco viendo como salía
—Puede llevársela.
—¿A casa?
—Sí, pero…
Dígaselo.
—Sí, pero…
puesto que está en su momento más fértil del mes me preguntaba si había sido de
como si fuera a arrancarle la cabeza en cualquier momento. —¿Y eso por qué es
importante?
—Mira que compararme con tu padre —dijo John muy molesto—. ¡Yo
quiero casarme!
—¡Exacto!
Cameron cerró la puerta del coche y ya sentado tras el volante dijo como
John giró la cabeza hacia Sybil como un resorte. —¿Te gusta la idea?
Lo había dicho como si pudiera casarse con cualquiera con tal de vivir la
John gruñó mirando al frente. Era dura de pelar, eso estaba claro.
Entonces el miedo empezó a atenazarle. ¿Y si no era capaz de amarle? ¿Y si su
llegaba a amarle como él a ella? Acarició la mano que rodeaba su brazo sin
poder evitarlo, necesitando tocarla. Se dio cuenta de que él le había demostrado
mil veces que la amaba, pero ella no lo había hecho nunca. Decía que necesitaba
tiempo y le daría todo el del mundo si con eso conseguía que le quisiera.
Capítulo 12
¿quieres? —Miró las maletas al lado de la puerta y asintió. —Venga, nos vamos.
Levantó la vista hasta él y se preocupó al ver que tenía sus preciosos ojos
—Están muertos.
Sybil le miró a los ojos y él desvió la mirada sin poder evitarlo. Ella le
—¡Qué va!
Sybil corrió a la borda del barco y echó hasta la primera papilla. —Dios,
—Menuda boda que nos estás dando, hija —dijo Lori exasperada al lado
del capitán, mientras todos los demás estaban sentados en sillas mirándola con
su abultado vientre.
Sácame de aquí.
dio un vaso de agua y un par de pastillas que se tomó sin preguntar. Suspiró
buscado.
Ella sonrió con la mano en el vientre y cerró los ojos. —Todavía puedes
arrepentirte.
—Jamás.
quitarle los zapatos. Cuando se sentó de nuevo a su lado, Sybil de repente abrió
los ojos. —¡Ya!
—¿Ya?
Él se miró la mano y juró por lo bajo. —Da igual. ¿Tú estás bien? —
Asintió con los ojos como platos porque parecía desesperado. —Perfecto. —La
cogió con la otra mano y tiró de ella fuera del camarote. —¿Dónde está el
Sybil soltó una risita y cogió una copa de champán de la que pasaba. Su
novio se la cogió de la mano antes de que pudiera beber. —Mejor tómate un
zumo.
—¡Es mi boda!
—Me he dado cuenta de que eres el hombre perfecto para ser mi marido.
Sybil sonrió con amor. —Eres perfecto para mí porque me amas tanto
que has arriesgado toda tu vida por algo que me hacía daño. —A John se le cortó
el aliento. —Eres perfecto para ser mi esposo porque la primera vez que te vi
hiciste que mi corazón volara y deseé ser la mujer que compartiera tu cama, tu
corazón y tu vida. Eres buen amigo y mejor amante. Serás un padre maravilloso
y estoy deseando ser tu esposa para compartir la increíble vida que tendremos
juntos porque te amo... Te amo. Te amo tanto que siento no estar contigo todas
las horas del día. Así que por eso en cuanto regresemos empiezo a trabajar. Para
no perderte de vista.
hecho muy feliz —susurró contra sus labios—. Aunque no sé de qué me extraño
John se echó a reír. —Me alegra que te hayas dado cuenta. Eso me viene
genial en el negocio, te lo aseguro.
Sybil llevó la mano a sus partes y apretó con fuerza haciéndole gemir. —
¿Pero a que mi amorcito no va a volver a disimular conmigo por la cuenta que le
trae?
había sentido la primera vez que la vio. Esperaba ver a una especie de hermanita
pequeña y se quedó impresionado porque en realidad se moría por estar con ella.
Entendió su punto de vista y le amó todavía más si eso era posible. Aunque
también tuvo ganas de pegarle cuatro gritos, pero se le pasó porque sabía que su
relación con Cameron le importaba mucho y más cuando le contó lo solo que se
había sentido cuando habían muerto sus padres. —Nunca más estarás solo —
susurró ella tumbada sobre él acariciando su cuello con ternura.
sentí?
—Respecto a tu padre. Tu verdadero padre.
un helado. Que me diría que su mujer había impedido su relación conmigo por
celos, pero que a partir de ese día… A partir de ese día todo sería distinto.
me levanté al día siguiente, allí estaba mi padre como todos los días haciéndome
el desayuno tarareando mientras hacía unos gofres con cara de Mickey. Ese día
haber querido una relación con él. Por eso nunca me importó que no me dejara
sentó ante ella e intentó explicármelo. Yo le decía que tenía dos papás, que mi
papá también era el padre de Cameron. —Su marido apretó los labios sintiendo
su dolor. —Pero al final me lo tuvo que contar todo. Que había firmado un
contrato y que no podía hablar de él. Que si lo hacía nos lo quitarían todo. Me
asusté tanto que no volví a hablar de Garret con nadie que no fuera mi madre o
Cameron.
—Al principio no muy bien, pero mi madre estaba tan asustada porque se
valiente enfrentándose a sus padres. Cualquiera con doce años que se entere de
que su padre ha sido infiel a su madre con su secretaria y que esta está
—¿Cuándo preciosa?
—Mi amor…
—Pero lo conseguí y tenemos toda la vida, toda una nueva vida juntos. Y
será para siempre.
¿verdad?
—Totalmente.
—Esto es genial.
Abrió la puerta de su despacho y entró con paso firme con sus tacones de
—Es lo que tenemos las esposas, que metemos las narices donde nadie
nos llama. —Meagan palideció demostrando que había sido ella la que había
escrito la nota. —Así que me quedaré yo como su ayudante. No vaya a ser que te
confundas y creas que vas a acabar en su cama. ¿No fue eso lo que me dijiste,
mona? Pues fíjate, está en mi cama y este puesto sigue siendo mío. —Puso las
manos sobre la mesa amenazante. —Y a mí nadie me llama puta, puta. Tú
mirándola fijamente. —Nena, ¿en serio lo vas a dejar así? Te creía con más
carácter. Intentó seducirme varias veces.
aquella zorra del pelo tirando de ella hasta arrastrarla al medio del despacho. —
tus compañeros.
John se echó a reír. —¿En serio? Si esta noche no hemos pegado ojo.
el barco?
—Estás tú para hablar. —Sybil puso los brazos en jarras. —¿Qué haces
aquí? En serio, vas a llevar a tu empresa a la quiebra pirando tanto.
—Necesito consejo.
hermano continuaba. —¡Pero no hace más que preguntarme por él! Incluso me
revientas la diversión.
—¿Tú crees?
Le miró como si quisiera comérselo. —Pues sería una pena porque hace
maravillas.
cogerle por los hombros empujándole hacia la puerta—. Como le digas que es
lo has dicho!
¿Estás lista para mí? —Besó su labio inferior y Sybil mareándose con su aliento
gimió queriendo besarle, pero él se apartó mirando sus ojos. —Joder, nena… Me
excitas con solo mirarme.
—Bájame la cremallera.
detuvo el corazón. John fuera de sí, entró en ella una y otra vez sin dejar de
besarla. Sintiendo que se desmayaba de necesidad gritó queriendo más y John la
cogió por el interior de las rodillas provocando que sus acometidas fueran más
profundas, hasta que con un último impulso sintió que realmente moría de placer
Epílogo
fundación de las Rosas? —No debía estar en casa, así que corrió hacia la cocina
para abrir la nevera y sacar una botella de agua pequeña. Después de salir a
dio la vuelta a la caja llevándose la mano al pecho para leer que era un
¿Pero qué…?
—Cariño, ¿has ido al médico y te ha dicho que hay algún problema? ¿Por
fui a consultarlo.
como lo deseabas para nosotros. —Él miró sus manos. —Nena, te juro que no
hay nada que quiera más que hacerte feliz. —Sus ojos se llenaron de lágrimas
porque parecía realmente preocupado. —Sabía que tú estabas bien por las
pruebas que te practicaron después de lo que te pasó, así que tenía que ser yo.
una lágrima caía por su mejilla. —Bueno, que podrían moverse más y me
recomendó que tomara eso, que hiciera ejercicio y que redujera el consumo de
alcohol. —Se le quedó mirando durante unos segundos. —Pero te juro que lo
haces algo que me sorprende. —John la abrazó con fuerza y ella lloró contra su
cuello emocionándose por lo que ese hombre le hacía sentir cada minuto de cada
día. —¿Hasta dónde vas a llegar?
Sybil se apartó sorprendida. —Me haces muy feliz. Te esfuerzas cada día
por hacerme feliz y te aseguro que lo consigues. Debo ser la esposa más
—No…
Se levantó del sofá y cogió el álbum que estaba bajo el mueble del
—Por favor.
sus hombros abriendo la primera hoja. Sybil era un bebé que solo llevaba un
pañal puesto y miraba a la cámara con los ojos azules como platos como si
estuviera sorprendida. —Esta es la primera que robé. No creas, me costó lo mío.
Tuve que metérmela debajo del jersey y Cameron casi me pilla. Estabas
preciosa.
John la miró como si estuviera loca. —¡Opinábamos que eras la niña más
Su marido sonrió pasando la hoja. Ahí debía tener como cinco años y se
—Eras todo ojos y rizos rubios. Por cierto, ¿dónde se quedaron los rizos?
—Una pena.
Sybil sonrió pasando la hoja por él y fueron comentando cada foto hasta
Soltó una risita mirándole a los ojos. —También fue un shock para mí, te
lo aseguro.
John frunció el ceño dando la vuelta a la hoja y sonrió al ver una foto de
ellos el día de su boda. La abrazaba por la espalda y Sybil miraba hacia él
álbum muchas fotos más de la maravillosa vida que nos espera juntos. —John
dio la vuelta a la hoja y vio una ecografía—. ¿Ves por qué digo que me
consientes en todo? Me la hicieron hace tres días. Quería darte una sorpresa
cuando repasaras el álbum, pero creo que debes saberlo ya para que dejes de
John se echó a reír sin dejar de mirar la ecografía fascinado. —Te amo,
—Siempre.
FIN
Sophie Saint Rose es una prolífica escritora que lleva varios años
publicando en Amazon. Todos sus libros han sido Best Sellers en su categoría y
1- Vilox (Fantasía)
2- Brujas Valerie (Fantasía)
10-Demándame si puedes
11-Condenada por tu amor (Serie época)
26-Esa no soy yo
27-Confía en el amor
45-¿Nunca? Jamás
46-Busca la felicidad
50-Mi matrioska
54-La portavoz
55-Mi refugio
56-Todo por la familia
57-Te avergüenzas de mí
58-Te necesito en mi vida (Serie época)
61-Madre de mentira
62-Entrega certificada
63-Tú me haces feliz (Serie época)
71-Estaré ahí
74-Firma aquí
75-Vilox II (Fantasía)
93-Róbame el corazón
4. No cambiaría nunca
1. Elizabeth Bilford
2. Lady Johanna
3. Con solo una mirada
4. Dragón Dorado
5. No te merezco
6. La consentida de la Reina
7. Lady Emily
8. Condenada por tu amor
9. Juramento de amor