Obsesionado Con Tus Curvas - Natalia Diaz Colon PDF
Obsesionado Con Tus Curvas - Natalia Diaz Colon PDF
Obsesionado Con Tus Curvas - Natalia Diaz Colon PDF
Quisiera saber cuando me llegará ese éxito del que tanto habla. Mi nombre es
Jasmin, tengo 20 años. Recientemente me mude de Puerto Rico a Riverview,
FL. junto a mi madre y un amigo de la infancia. Estudié administración de
oficina por dos años. Los años han pasado muy rápido luego de mi graduación.
He buscado un empleo en muchas empresas y oficinas medicas, pero no he
tenido suerte de pasar las entrevistas. Es como una maldición que ha recaído
sobre mi. Soy latina y mi inglés no es tan fluido, pero puedo defenderme en
cualquier situación que me encuentre. Hoy me presenté a la sexta entrevista de
esta semana y fue otro fracaso mas.
—Srta. Díaz, lamentamos informarle que ya se escogió a la persona indicada
para el puesto. — me informó la secretaría.
—Ya veo. Gracias por la entrevista.
Se ha vuelto algo normal que me rechacen a la primera. No soy muy agraciada
que digamos, es comprensible.
—Es la sexta entrevista en la que fracaso. ¿Qué se supone que haga ahora? —
le pregunté a Erick.
—No te desanimes. Lo mas probable no pueden competir con tu inteligencia,
Jasmin.
—Mi inteligencia no vale de nada, mientras sea así de fea.— respondí
desanimada.
—No eres fea. Si no pueden apreciar tu belleza e inteligencia, mejor que no te
hagan perder el tiempo.
—Odio tener que darte la razón, Erick.
—¿Quién es el chico perfecto?
—Tú.
Erick es mi amigo de la infancia y una de las razones por la cual me mudé a
este país. Nos conocemos desde que tengo uso de razón. Nos criamos juntos,
parecemos mas hermanos que cualquier otra cosa. Siempre hemos sido
sumamente unidos. Ha sido mi apoyo incondicional y sobre todo mi consejero.
—Me iré a mi casa. No puedo desatender a mi madre o se molesta, ya la
conoces.
—¿Por qué no te quedas en mi casa hoy? Así jugamos y te olvidas de lo que
sucedió.
—Entendido, patrón. —me burlé antes de entrar a mi casa.
Su casa queda al frente de la mía, es por eso que en muchas ocasiones me
quedo allá. Él esta viviendo solo. Desde que su padre murió, él decidió vivir
aparte de toda su familia.
—Dime que te dieron el trabajo, gordis. — dijo mi madre sujetándome la
mano.
—En realidad no, mamá. — bajé la cabeza y ella me soltó la mano.
—Rayos, deberías bajar algo de peso a ver si puedes llamar la atención de
esas personas. Estar a cargo de una renta tan alta y sola, no es para nada fácil.
Esfuérzate mas. — sonrió dándome ánimos.
—Lo haré , mamá.
—Lo sé. ¿Y Erick?
—Se fue a su casa. Por cierto, esta noche me quedaré allá.
—Bien, de igual forma tengo que trabajar esta noche.
Mi teléfono sonó y era un numero extraño.
—¿Bueno?— respondí.
—Buenas tardes, ¿Srta. Díaz?
—Si, ¿Con quién tengo el gusto?
—Mi nombre es Kyle, le hablo desde la empresa Collman Enterprise. He visto
su currículum y nos gustaría entrevistarla mañana a las 9 AM. ¿Será posible
contar con su asistencia?
—Por supuesto.
—La esperamos mañana a las 9 AM.
—Gracias. — colgué la llamada.
Me sentía feliz, pero preocupada a la vez. Toda esta semana a sido de mala
suerte.
—¿Alguna buena noticia?
—Tengo una entrevista mañana en la empresa de los Collman.
—Deberás cambiarte el peinado mañana. Debes ir bien presentable,
esperemos que esta vez si te den el trabajo.
—Espero lo mismo, mamá. Iré a contarle a Erick.
Busqué la ropa que me pondría para dormir en su casa y llevé lo necesario.
Toqué su puerta, pero se abrió sola. Estaba junta y es extraño, nunca la deja
así.
—¿Erick? — le llamé antes de entrar a la casa.—Dejaste la puerta abierta.
—Lo siento.
—¿Por qué no tienes camisa? — tartamudee dándome la vuelta.
Estaba en pleno pasillo en toalla y su torso al desnudo.
—Me estaba bañando, lo siento.
—No debí entrar.
—No es para tanto. ¿Acaso soy el primero que ves así? —comenzó a reír
descaradamente.
—No es gracioso.
—Puedes dar una última ojeada si quieres. —seguía riendo.
Creí que iba a morir de la vergüenza. Aunque sea mi amigo es la primera vez
que lo veo así.
—No gracias, Erick. — mi rostro iba a estallar y no era precisamente por la
gordura.
Cuando se vistió pude girarme de vuelta.
—No se por que te tapas tanto. Solíamos bañarnos juntos antes. — comentó en
un tono tranquilo.
—Eso fue hace mucho. — respondí nerviosa.
—Oh, eso es cierto.
—Me llamaron a una entrevista mañana.— le dije.
—Es una buena noticia. Deja de preocuparte, todo saldrá bien. Yo voy a ti. —
él siempre esta dándome ánimos.
Jugamos videojuegos casi por toda la noche. Mañana tengo que madrugar y
aun estoy despierta. Me despedí para tirarme de espalda a la cama. Solo hay
un cuarto, pero ya era normal dormir en la misma cama. Desde pequeños
siempre fue así.
A la mañana siguiente:
—¿Qué esperas para levantarte? — escuché la voz de Erick cerca de mi oído
y quedé sentada mas rápido que ligero.
—¿Qué hora es? — Creí que se había pasado la hora.
—Estas a tiempo. Yo te llevaré.
—Iré a mi casa y te busco cuando este lista.
—Esta bien.
Me fui de volada a mi casa y me bañe. Me vestí lo mas presentable posible y
dejé mi cabello largo suelto. Normalmente lo llevo amarrado. Busqué mis
documentos y me fui a buscar a Erick. Me llevó a la empresa y estaba aun a
tiempo.
—Suerte.— me dijo al bajarme.
—Gracias. — me bajé del auto y entré a la empresa.
—Buenos días, estoy aquí para una entrevista a las 9. —le avisé a la
recepcionista.
—Debe subir al tercer piso.
—Gracias.
Fui al elevador y se subieron varias personas. Entre ellas un hombre bastante
atractivo. Parece sacado de una telenovela. Unos ojos color café, pelo negro,
tez blanca, alto y delgado; aunque su rostro lucia algo serio. Son de esas
personas que es difícil apartar la mirada. Según abrió la puerta del ascensor
quise salir, pero el trató de salir primero.
—Lo siento, adelante. — me salí del medio para que pudiera pasar.
Se me quedo viendo por unos instantes con esa expresión seria. Creí que me
iba a derretir con esa mirada. Creo que lo hice molestar.
—Tenemos que irnos, joven William. —dijo uno de los hombres que lo
acompañaba.
—Si. — no dejó de mirarme y salió del ascensor.
Casi se cierra la puerta del ascensor y avancé a salir. Él siguió caminando y
yo me detuve con la recepcionista para preguntar donde sería la entrevista. Me
dirigí al lugar donde me dijeron que sería y habían varias mujeres mas
esperando. Me senté en una esquina y me quedé esperando a que llamaran.
Cuando fue mi turno me levanté tratando de no mostrar mis nervios y seguí a la
secretaria que me dirigió. Me llevaron a una oficina y me encontré con el
mismo hombre serio del ascensor.
La he cagado. Creo que ya perdí la oportunidad que tanto estaba esperando.
—Puede tomar asiento. —me dijo la secretaría antes de salir.
Estaba sumamente nerviosa al tener esa mirada seria encima de mi. Esto es
verdaderamente incomodo.
—Buenos días, Srta. Díaz. Mi nombre es William Cole. Ya he decidido quien
será mi nueva asistente. — comentó mirándome fijamente.
—Entiendo.— ya suponía que eso mismo pasaría.
—¿Puede levantarse? — me preguntó.
—Si. —me levanté dispuesta a ir a la puerta.
—¿A donde va? — se levantó de la silla y caminó hacia mi.—¿Qué tamaño
es?
—¿Eh? ¿Qué tipo de pregunta es esa? — me sentí bien incomoda por su
pregunta.
—Lo siento, no lo preguntaba por nada malo. No quería incomodarla, Srta.
Díaz.
—¿Para que quiere saberlo?
—¿Puede darse una vuelta?
—Si va a burlarse de mi, prefiero irme.
—Despacha las que faltan, Kyle. — le ordenó al hombre que estaba con él.
—Si, Joven William. — salió de la oficina y nos dejó a solas.
—Srta. Díaz, quiero que trabaje para mi.
—No pensé que tendría el trabajo. — respondí sorprendida.
—Si, el puesto es indicado para usted. Quiero que seas mi asistente.
—Pero ¿Y la entrevista?
—Acaba de tenerla.
—Pero…
—La quiero como mi asistente. Mañana mismo quiero que comience.
—¿No esta jugando conmigo? —no podía creerlo ya que luego de todos esos
fracasos que tuve pensé que estaría solo molestándome.
—No, no estoy jugando con usted. Le haré un uniforme ajustado a su medida.
¿Le parece? — no dejó de mirarme ni un solo instante.
—Si, me parece bien, Sr. Cole.
—No, llámame William.
—Esta bien, Sr. William. — Sonreí nerviosa. No sabía que decir. Es
incomodo llamarlo por su nombre en el primer día de conocerlo.
—Se escucha mucho mejor. Le explicaré los detalles del contrato y sus
beneficios.
Me explicó todo con lujo de detalles. Es alguien muy inteligente. Pudo
mencionar todas las clausulas del contrato sin necesidad de leerlo del
documento.
—Sería un gusto que este de acuerdo con todo lo antes mencionado.
No pensé que le pagarían tanto a una simple asistente. Es algo favorable. Si
me desempeño bien en el puesto podré ayudar a mi madre.
—Estoy de acuerdo con todo lo que me explico, pero ¿No se supone que tenga
unos meses de prueba?
—Conmigo no lo necesita. El trabajo es simple y estoy seguro que podrá
desempeñarse bien.
—Muchas gracias, Sr. William.
—Mañana mismo le haré entrega del contrato y tendrá su uniforme. ¿Puedo
tener sus medidas?
—Es que no se. — respondí nerviosa.
—Yo puedo ayudarle. — buscó en su escritorio una cinta y se acerco a mi.
—Espere, esto no es…
—No se preocupe. Quédese quieta.
Fue llevando la cinta a varias partes de mi cuerpo y estaba sumamente
nerviosa. Es la primera vez que tengo un hombre tan cerca. Mi cuerpo estaba
temblando. El se veía bien concentrado en lo que hacía.
—Es muy hermosa, Srta. Díaz. —dijo al terminar de medirme.
Es la primera vez que me dicen algo así. De alguna forma se sintió bien,
aunque no sabía que debía decir.
—Gracias. — tartamudee.
—La espero mañana a las 6 AM, Srta. Díaz. Será un placer trabajar con usted.
— extendió su mano.
—Lo mismo digo. Gracias por la oportunidad, Sr. William. Prometo no
decepcionarlo. — nos dimos un apretón de manos y sonrió. — Permiso.
Salí de la oficina sumamente feliz. Por fin pude conseguir un trabajo. Salí
hacia el auto de Erick.
—Dime que te dieron el trabajo. — dijo Erick al verme.
—¡SI!— respondí abrazándolo.
—Te dije que podías hacerlo. Tenemos que ir a celebrarlo ahora.
—Si, ¡Vamos!
—Es como un ángel caído del cielo. — comentó William a Kyle.
—Debería considerar esa decisión, Joven William. Su padre no creo que la
acepte.
—No me importa lo que diga mi padre, Kyle. La asistente es para mi, no para
él. Tendrá que aguantarse. Esa hermosura la quiero de asistente ya. Averigua
todo lo que puedas de ella. Quiero saberlo todo.
—Como ordene, Joven William.
Erick me trajo a una pizzería. Siempre nos ha encantado este lugar. Hacen la
mejor pizza de todas.
—Siempre buscas engordarme más, Erick.— comenté llevando el pedazo de
pizza a la boca.
—Comer es vida.
—Sí, pero tú podrías cometer una vaca entera y sigues igual de delgado. Por
desgracia yo si lo hago subiría mas de peso y peor aún, me pongo de la misma
forma de la vaca.
—Este cuerpecito no se mantiene solo, querida.— comentó entre risas.
—Creo que si no fueras mi amigo, no podría soportar tu arrogancia. —
comenté riendo.
—Deberías de tener la misma arrogancia que yo y darte cuenta que eres linda.
No importa los kilos que tengas demás. Comete esa baja autoestima y a
cualquiera que te haga pensar que eres fea.— La seriedad de decir las cosas
siempre me causa risa. —Acepta que tengo un punto a mí favor.
—Está bien, tú ganas.
Siempre me he preguntado, ¿Cómo alguien como Erick ha podido permanecer
a mi lado hasta el día de hoy? Somos todo lo contrario.
Nos regresamos a la casa para darle la noticia a mi mamá, pero ella no estaba.
Supongo que se fue a trabajar más temprano. Me quedé con Erick esperando
que llegara, pero no llegó. Erick se fue a la casa y yo aproveché a bañarme.
Tenía que descansar bien ya que ayer no lo hice. Puse la alarma y me acosté a
dormir.
A la mañana siguiente según sonó la alarma ya estaba despierta. Me bañé y me
arregle. Fui al cuarto de mi mamá, pero estaba dormida. Tuvo que haber
llegado muy tarde anoche. Me fui a la casa de Erick ya que él sería quien me
llevaría a la empresa.
—Gracias por todo, Erick.— le dije al bajarme.
—Suerte, preciosa.
Subí al tercer piso y le pregunté a la recepcionista para que me informarme
dónde tendría que esperar. Me miró de arriba abajo y sonrió.
—¿Realmente eres la nueva asistente?— preguntó burlona.
—¿Tiene algún problema con mi asistente, Srta. Sofía.— escuché una voz
conocida a mis espaldas y fue cuando me di cuenta de que era el Sr. William.
—No, Sr. Cole.— su rostro se puso pálido.
—Buenos días, Sr. William.— saludé nerviosa.
—Buenos días, Srta. Díaz. Acompáñame a mi oficina. Adelante. — me hizo
seña para que caminara al frente, pero no sé si su oficina es la misma de la
entrevista.
Asentí con mi cabeza y caminé.
—Eso es demasiado.— comentó en un tono bajo.
—¿Qué es demasiado? — pregunté confundida.
—El calor, el calor que hace en esta oficina.— se abanicó con su mano y me
sentí algo extraña.
—Ah, entiendo.
Me detuve frente a la puerta de la oficina y se adelantó abrirla.
—Este será su escritorio.
—No sabía que estaría en su misma oficina. No estaba nada de esto ayer aquí.
—Quise que lo movieran aquí. Sería más cómodo y nos ayudaría a
entendernos mejor.
—Tiene algo de razón.
—Quiero que se ponga este uniforme. — buscó en un pequeño armario que
había en la oficina. Me mostró dos uniformes comunes de una secretaria, pero
en vez de un pantalón, era una falda.
—Disculpa, pero ¿no cree que es demasiado para mi? Digo, no soy delgada
y...— me interrumpió antes que pudiera terminar de decirlo.
—Estoy seguro que le quedará perfecto. Ya quiero ver lo bien que le quedará.
¿Por qué no va y se cambia?
—Si, Sr. William. — sujeté el uniforme y me mostró donde estaba el baño.
Entré al baño y me lo puse. Esto es demasiado para mi. Las medidas están
perfectas, pero muestra demasiado mis piernas y mis glúteos hace que se alcé
un poco más la falda. Qué vergüenza tener que salir así. Quizás él se fue de
vuelta a la oficina. Abrí lentamente la puerta.
—¿Y cómo le quedó? — di un brinco al verlo frente a la puerta. Pensé que se
había ido de vuelta a su oficina.
—¡Sr. William!
—¿Puede salir?
No encontraba cómo salir. Miré a todos lados y salí.
—Eres tan... —Carraspeó — Le queda perfecto, Srta. Díaz.— desvío la
mirada.
—Gracias.— Tartamudee.
No sabía dónde meter mi cara de la vergüenza.
—Regresemos a la oficina.
Se quedó esperando hasta que recogiera la ropa que me quite y la traerá
conmigo. Regresamos a la oficina y puse mis pertenencias en la gaveta del
escritorio.
—Aquí le tengo el contrato. Puede tomar el tiempo de leerlo y firmarlo.
—Gracias, Sr. William.
Me senté en la silla de mi escritorio y fui leyendo detalladamente todo el
contrato. Es todo lo que me había mencionado ayer. Serían 2 años para
trabajar como su asistente. Sigo pensando que es extraño que no den los tres
meses de prueba, pero no importa. Lo que importa es el trabajo y el dinero.
Firmé el documento y se lo entregue.
—Oficialmente es mi asistente. Será un enorme placer contar con tus
servicios, Srta. Díaz. — me extendió su mano e hice lo mismo.
—Lo mismo digo. Será un placer trabajar para usted. — nos dimos un apretón
de manos y ambos sonreímos.
Creo que me equivoqué al haberlo juzgado por su apariencia. Lucía como
alguien serio, pero en realidad es alguien amable.
—Le mostraré la empresa y sus deberes.
—Gracias, Sr. William.
Me llevó a conocer la empresa y a presentarme algunos empleados.
—Es un empresa muy grande, Sr. William.— comenté mientras caminábamos
por el pasillo.
—Si, así es. Antes no contaba con los mismos empleados y comodidades que
ahora. Las cosas cambian drásticamente. — su expresión lucía algo extraña al
mencionarlo.
—Lo importante es que ha crecido favorablemente.— respondí.
—Así es, lo hará mucho más con su ayuda.
—Espero serle de utilidad, Sr. William.
—Ya lo es, créame.
El ambiente se sentía algo incómodo. La forma tan tranquila de decir las cosas
me pone algo nerviosa. Es mi primer día y no he hecho nada, aun así el confía
en que le seré de ayuda. No puedo decepcionarlo.
Regresamos a la oficina y él se sentó en su silla.
—¿Desea un café?— le pregunté.
—Si, y si es dulce mejor.— sonrió relajado.
—Bien, ya se lo busco, Sr. William.
Antes de salir me encontré con el Sr. Kyle en la puerta y lo saludé antes de
seguir.
—Sr. William, su padre quiere hablar con usted.— informó Kyle.
—Ya mismo.
—¿Qué tanto le mira a esa mujer, Joven William? Su padre está molesto
porqué ya corrieron la voz de su nueva asistente.
—¿Y qué chisme corrieron esta vez?
—Sabe muy bien de lo que hablan.
—Pura envidia que tienen. Que hablen lo que quieran. Esa muñequita la escogí
yo y ya firmó contrato conmigo, yo no la dejaré ir. Si me conoces bien, sabes
que me importa una mierda lo que piense mi padre y los demás. ¿Conseguiste
la información que te pedí?
—Si, joven William.
—¿Esta casada? ¿Tiene hijos?
—¿Cree que alguien como ella podría tener algo así?
—¿Y a ti quien te dijo que no? Guarda tus estúpidos comentarios mal
intencionados si no quieres que olvide todos los años que has trabajado para
mí, Kyle.
—Lo siento, Joven William. No volverá a ocurrir.
—Quiero que la cuides mientras yo no esté. No quiero que nadie la moleste,
porque sé que lo intentarán hacer. Si alguien hace algo como eso, ya sabes que
hacer.
—Si, joven William.
—Otra cosa. ¿Crees que deba cambiar ese uniforme?
—¿Qué uniforme, joven?
—El de ella. Es muy seductor y no quiero que nadie vea sus encantos, pero
tampoco quiero que use pantalones y los oculte de mi. — se quedó pensativo.
—Bueno, usted buscará una buena solución para eso. ¿No es extraño hablar de
ese tema conmigo, joven?
—Lo siento. Debí guardarme ese pensamiento para mí mismo. Continúa
trabajando.
—Si, señor.
*
—Hace un delicioso café, Srta. Díaz. Quedó como me encanta.
—Gracias. Me hace muy feliz que le guste. ¿Necesita algo mas?
—Vamos a su escritorio y así le explico lo que necesita saber.
Asentí con mi cabeza y me senté en la silla.
Me explicó con calma todo lo que necesitaba hacer. Tomé nota de todo lo que
me dijo.
—Si tiene duda de cualquier cosa, no dude en avisarme; Al final de cuentas
estaré aquí al lado. —sonrió.
—Le agradezco todo lo que ha hecho y la oportunidad que me ha dado.
—Espero contar con usted por estos 2 años y mas. — sonrió antes de irse a su
escritorio.
No entiendo como puede desear eso si apenas me conoce. Su sinceridad me
pone algo nerviosa.
Continúe en mi escritorio leyendo documentos y el tiempo paso muy rápido.
—Salgamos. —pidió William.
—¿Eh? ¿Qué me dijo?
—Que salga a almorzar conmigo.
—Lo siento, pero es que yo no tengo…
—Yo la estoy invitando, Srta. Díaz.
Al ver que se levantó y se paró al lado de mi escritorio pude notar su
insistencia, no tuve de otra que aceptar. Es incomodo tener que salir con
alguien y no tener dinero.
Salimos de la oficina juntos y todo el mundo se nos quedo mirando extraño.
Esto es realmente incomodo. Bajamos a los estacionamientos donde estaba su
auto. Él me abrió la puerta para que entrara. Es la primera vez que salgo con
alguien aparte de Erick.
Llegamos a un restaurante muy elegante. Nunca había estado en uno
anteriormente. Me siento fuera de ambiente.
—Bienvenido, Sr. Cole. — dijo el empleado al verlo.
El Sr. William saludó y pidió una mesa para dos. Nos fuimos a sentar y me
ayudó con la silla para sentarme. Es un hombre muy caballeroso.
—Puede sentirse cómoda conmigo, no muerdo. — sonrió con malicia.
—Me siento cómoda con usted.
—No me trate de usted, no soy tan mayor.
—Lo siento, Sr. William.
—Ahora que estamos solos puedes llamarme William solamente. —una
sonrisa se dibujó en su rostro.
—Así será, William. —A pesar de que acepté me hace sentir extraña.
—Quisiera saber mas sobre usted, Srta. Díaz.
—Claro, ¿Cómo que?
—Sobre todo. ¿No le molesta que pregunte algo personal, Srta. Díaz?
—No, no me molesta. En realidad no tengo mucho que decir sobre mi.
—¿Has trabajo anteriormente?
—No, no había tenido oportunidad.
—¿Por qué?
—No lograba pasar la entrevista y al no tener experiencia menos
probabilidades tenía.
—Ya veo. Te digo con seguridad que en mi empresa vas a obtener experiencia
y mas. Si me lo permites, quisiera contar con tu buen trabajo por muchos años
mas.
—Pero apenas comencé hoy.
—Lo sé, pero eres lo que busco.
Sentí mi rostro caliente al escuchar ese comentario. Es la primera vez que
alguien me dice algo así.
—Espero cumplir con sus expectativas. — añadí.
—Ya lo haces.
El mesero se acercó para que ordenemos. Dejé que William decidiera por su
cuenta. Almorzamos juntos y regresamos a la empresa.
—Espero que estas salidas se puedan repetir mas a menudo. La pase muy bien
con su compañía. —dijo sonriendo.
—Yo también la pase bien. Gracias, Sr. William. —sonreí.
—Tengo algo que hacer, ve a la oficina y espéreme ahí. Puedes ir preparando
mi agenda con el calendario que está encima de su escritorio.
—Entendido, Sr. William.
Caminé a la oficina y en el pasillo me detuvo una chica de pelo rubio, un poco
mas alta que yo.
—¿Tu eres la nueva asistente del Sr. William? —me miró de arriba abajo.—
Que gustos tan patéticos. ¿Qué podría saber una cerda como tú de este trabajo?
Deberías largarte por donde viniste.
—Lo siento, no sabía que para trabajar como asistente tenía que ser igual de
plástica que tú. —respondí relajada.
—Si realmente valora su puesto, es mejor que se vaya a su área de trabajo.—
Kyle intervino.
—Lo siento, Sr. Kyle. — bajó la cabeza y se fue.
—Gracias, Sr. Kyle.
—No me agradezca, Srta. Díaz. No es que me agrades, solo sigo ordenes de
mi jefe. — me dijo antes de irse.
Entré a la oficina y seguí las instrucciones de William. Ya sabía que esto
pasaría, pero no voy a permitir que me sigan tratando como poca cosa.
*
El Sr. William entró a la oficina y se veía muy tranquilo.
—Ya hice lo que me pidió, Sr. William. Su agenda está en orden. Tiene una
reunión esta tarde a las 3 PM.
—Gracias, Srta. Díaz. Mañana tengo una reunión muy importante y necesito
que me acompañe. Será en el Hotel Riverbend.
—Cuente con mi asistencia.
—Me acompañará a todas las reuniones, conferencias y citas que tenga en
agenda, ¿Está bien?
—Sí, me parece muy bien, Sr. William.
—¿Cómo le ha ido en su primer día de trabajo?
—Muy bien, Sr. William.
—Le pedí que me llamara William cuando estuvieramos a solas. — sonrió y
ahí fue que acordé de lo que había dicho.
—Lo siento, William.
—Mucho mejor. Puede irse a la casa. Mañana temprano la espero aquí.
Espero no se me escape.
—No lo haré. No se preocupe. Aquí estaré mañana. — sonreí relajada y me
doblé a buscar la ropa junto a la cartera que había guardado en la gaveta del
escritorio.
—Dios mío, 56.— murmuró William.
—¿Disculpe? 56, ¿Qué?
—Ahem—carraspeo.— Solo recordé un número de teléfono.— sonrió
nervioso.
—Ah, entiendo. Lo siento, pensé que hablaba conmigo.
—Le queda muy bien su uniforme. — se quedó viendo el uniforme y sacudió
su cabeza.
El Sr. William es como extraño.
—Gracias por la oportunidad, William. Aquí estaré mañana a primera hora.
—Aquí la estaré esperando. Buenas tardes.
—Buenas tardes.
La voy a espantar si sigo pensando en esas cosas. Soy un imbécil.— pensó
William.
—¿Qué? ¿Por qué Sr. Cole? ¿Yo no hecho nada? Este despido es injusto.—
puso el vaso llenó de café encima de la mesa.
—¿Quiere que le diga las razones? o mejor aún, que tal si buscamos las
cámaras de seguridad, ¿Sería suficientemente justo para usted, Srta. Irma?
—Lo siento, Sr. Cole. No hace falta. — me miró de reojo y salió del lugar.
—Quiero dejar unos puntos claros, Srta. Díaz. Cualquier persona, sin importar
quien sea, si trata de molestarla o incomodarla, quiero que me lo notifique
directamente. No se guarde las cosas. Esos asuntos me gustan arreglarlos y
arrancarlos de raíz, cómo hace un momento. En mi empresa no tolero las faltas
de respeto ni mucho menos de ética.
—No diga eso. No quiero ocasionar más problemas ni mucho menos que
alguien más pierda el trabajo.
—Usted estaba haciendo el suyo y ella fue quien llegó a interrumpir y atacarle,
así que ella se lo busco. Debo ser yo quien se disculpé por esa incómoda
situación que enfrentó con mi empleada hace un momento.
—Si, no lo he olvidado.
—Si, el café. — sonrió y dio otro sorbo al café. No desvió su mirada de mí.
Me sentía algo avergonzada con esa forma de mirarme. No sabía qué decir o
hacer.
—Entendido.
—¿Puede?
Me siento como una niña mimada cuando me dice ese tipo de cumplidos. Es la
primera vez que alguien halaga o aprecia lo que hago y se siente bien.
—Gracias, William.
—Ya podemos irnos.
Fuimos almorzar juntos. Me hace sentir mal que vuelva a pagar por mi, pero
insistió de nuevo.
—Así es.
—Hablas muy bien el inglés para ser latina. Tu acento es realmente muy sexy.
— jamás había sentido tanta vergüenza en mi vida. Creí que mi cara
explotaría.
—Que sorpresa, papá.— comentó William con una sonrisa llena de malicia.
—¿Triple queso?
—Si.
—Es el colmo que uses la misma trampa siempre.— fruncí el ceño molesta.
—Yo solo quiero que arreglemos las cosas, Jas. No quiero seguir así contigo.
Hemos sido amigos desde siempre y no es justo que por una tontería estemos
distantes. Ya sé que tengo que aceptarlo. Aceptar que somos adultos, que
ambos tenemos nuestras responsabilidades, metas y prioridades y que cada
cual es diferente. Es por eso que quiero que empecemos de nuevo y olvidemos
lo que pasó. Actúe bajo enojo. Entiende que es la primera vez que estamos tan
cerca y a la vez tan lejos.
—Quiero hablar algo antes de cerrar este tema. Ten mucho cuidado en ese
trabajo y no confíes en nadie. No quiero que nadie te lastime.
—Solo hazme caso. Sabes lo mucho que me preocupo por ti. Si alguien trata
de hacer algo, dímelo, yo haré lo que sea con tal de darle su merecido a quien
sea.
—No, es solo que… — hizo una breve pausa.— Llevamos muchos años de
conocidos, hemos pasado mucho juntos y quizás hasta ahora no te has dado
cuenta, pero en realidad me importas mucho y siento que te amo.
—Lo sé. No tienes que ponerte tan nervioso solo por eso. Antes lo decías más
a menudo. Yo también te amo y me importas mucho; al final de cuentas hemos
sido amigos por mucho tiempo.
—Ya te dije, solo pasaba por ahí y te ví. ¿Por qué estás tan nervioso?
—No se supone que tenga contacto con las clientas fuera del trabajo.
—¿No que soy una clienta especial?
—Una clienta del trabajo, Jas. ¿Por qué no te quedas conmigo hoy? Me dieron
libre esta noche.
Lo conozco bien para saber cuándo algo le pasa... Su actitud en la mesa luego
de ver a esa mujer fue sumamente extraña. Quiso que según termináramos nos
fuéramos a su casa.
—Tengo que ir a mi casa primero. Tengo que bañarme y buscar mi ropa.
—Puedes ponerte mi ropa por hoy.
—¿Has perdido la cabeza? Mi casa está alfrente, puedo ir a buscarla y
regreso.
Caminé a la puerta y me sujetó el brazo.
—Erick, ¿Qué es lo que te sucede?
—Yo te acompaño. — me soltó y abrió la puerta.
Llegamos a mi casa y busqué mi ropa.
—Me bañaré aquí.
—Báñate en mi casa.
—No, es más cómodo aquí. Espérame.
Me fui al baño y al terminar recogí lo que faltaba para irme con el a su casa.
Estuvo mirando para todos lados, como si estuviera buscando algo o a
alguien.
—¿Me dirás qué es lo que te pasa? — le pregunté molesta al notar su extraña
actitud.
—Es extraño que tu mamá no haya estado en la casa. — respondió Erick.
—A esta hora ya debe estar en el trabajo, ¿Acaso lo olvidaste?
—Es cierto, lo olvidé. — sonrió nervioso.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Si, Jas.
—¿Por qué te pone tan nervioso esa señora?— le pregunté a lo que me miró
sorprendido.
—No me pone nervioso. Me sorprendí porque no imaginé encontrarla en un
lugar como ese.
—Ya veo. Ya que todo está claro, ¿Por qué no jugamos un poco?
—Iré a bañarme, ya vuelvo.
—Esta bien. Te espero. Jugaré primero.
—Bien.
Buscó sus cosas y se fue al baño. Me quedé acostada boca abajo en dirección
al televisor para jugar mientras él se bañaba.
—Llamada telefónica—
—Perdone por llamarle a estas horas. Necesito de su ayuda.
—¿Qué sucede ahora, Erick?— preguntó su jefa.
—La Sra. Winters me mandó a seguir. Ya sabes lo que sucedió la otra vez con
su esposo y no quiero que vuelva a suceder. No quiero seguir dándole mis
servicios.
—¿Sabes lo que estás pidiendo? La Sra. Winters es una de nuestras clientes
VIP y no quiere servicio de otro escort que no seas tú. ¿Cuántas veces no te lo
he dicho?
—Esa vieja estará hasta que su maldito marido me mate. Este trabajo se está
saliendo otra vez de control y no voy a lidiar con este problema dos veces.
—¿Estás queriendo decir que vas a renunciar?
—Si. Buscaré otro trabajo.
—Parece que a un muñequito se le ha olvidado el contrato que tenemos. Hay
un contrato en el que te comprometes a trabajar por cinco años para mí. No
llevas ni siquiera dos años, ¿Quieres incumplir las cláusulas que acordamos?
Escúchame bien, Erick. Más que nadie sabes que no tienes de otra que seguir
soportandola. Dale lo que pide y la tendrás tranquila comiendo de tu mano,
mientras le lleves la contraria yo no me responsabilizo de lo que te pase. Yo te
garantizo seguridad en el trabajo, pero fuera de él no. Así que espero pienses
bien lo que estás haciendo y no provoques otro problema más en el trabajo y
mucho menos con ella.
—Pero Señora...
—Ya dije lo que iba a decir. Esta en ti la decisión que quieras tomar. No me
interrumpas con problemas que no me interesan.— colgó la llamada.
—¡Maldita sea!— Erick tiró el teléfono contra el piso.
Desperté bien temprano con el ruido de la alarma. Al ver que Erick aún
continuaba dormido me levanté y recogí mis cosas. Tengo que ir a prepararme
para el trabajo. Fui a mi casa y busqué a mi madre, pero aún no ha llegado.
Debió quedarse bebiendo con sus amigas. Me tocará tomar un taxi hoy. No
quiero despertar a Erick. Anoche no dormimos casi nada. En realidad no
quiero pensar en la noche de ayer.
—Sabía que lo había visto en alguna parte. Ahora entiendo. Por eso se puso
hostil al conocerme; Aunque su comportamiento parecía más de celos que de
otra cosa. Lo que me parece extraño es que alguien como ella esté cerca de
alguien como él.
—¿Qué hará?
—Conquistarla.
—Hágalo.
—Con todo el respeto que usted se merece, ¿Qué es lo que le ve a esa mujer?
Ha tenido mujeres normales, modelos, empresarias, animadoras, de todo tipo.
Ha tenido oportunidad de salir con todas ellas y justamente se obsesiona con
una chica como su asistente.
—Me estás diciendo que porque no cumpla con tus gustos, ¿No es una chica
normal? ¿Para ti una mujer normal cómo sería? Una mujer plástica, con
grandes tetas y trasero hechos en Rusia, blanca como la leche, delgada y
desnutrida. ¿Así visualizas a una mujer normal, Sr. Kyle?
—No, señor.
—Pues no me jodas con preguntas estúpidas e innecesarias. La razón por la
que me guste me las reservo para mí solito. Alguien con tan poco cerebro
como tú, no podría entenderme y tampoco quiero que lo hagas. Odio las
personas que juzgan sin siquiera tomar el tiempo de conocer. Sus kilos de más
me enloquecen, pero su encanto e inteligencia mucho más. Estás perdiendo la
oportunidad de conocer a una encantadora y buena persona solo por tu
estúpido prejuicio.
—Yo puedo ver lo que otros no ven. Es un punto a mí favor. Es por eso que ya
me decidí y quiero a esa dulzura solo para mí.
—No, tú más que nadie sabes que cuando algo se me mete en la cabeza, no hay
nada ni nadie que me lo quité. Sé muy bien lo que digo. Regresa a trabajar,
ella debe estar por llegar y no quiero que escuché esta conversación.
—Lo siento. Olvide que no le gusta que le hable así. Trataré de acordarme
para la próxima, William.
—Hablo de como usted me ve. Los medios pueden decir muchas cosas, pero
su opinión es la que cuenta.
—Si.
—¿Le puedo hacer una pregunta personal, Srta. Díaz?
—Claro.
—No, la verdad es que hace poco fue que mi madre consiguió un auto y ella
trabaja mucho. No ha podido enseñarme a manejar. ¿Es eso un problema?
—Podría enseñarle hacerlo. ¿No le gustaría que le muestre?— arqueó una ceja
y sonrió.
—¿Apetece un café?
—Aquí tiene su café. Espero haya quedado como le gusta. — le extendí el café
y sujetó mi mano cuando lo hice.
—Esta muy delicioso. — lamió sus labios y hice de cuenta que no lo ví.
—Si. Me había dicho que hoy iríamos al área del proyecto, ¿Cierto?
—Así es, pero me gustaría saber qué le ocurre antes de llevarla. — se acercó
a mí y no encontraba qué hacer.
—¿Y por qué está temblando? ¿Tiene frío?— preguntó con una media sonrisa.
—El proyecto. ¿Qué más podría ser? — preguntó con una sonrisa encantadora.
Un día después.
Mañana será la presentación y la entrega del informe. En el día de ayer nos
quedamos horas extras en la oficina. Todo indica que sucederá lo mismo hoy.
Iba de camino a la empresa con Erick como de costumbre. Al llegar a la
empresa habían muchas personas frente a la entrada. Cámaras y reporteros.
—¿Qué es lo que pasa frente a esa empresa, Jas?
—No se, pero por lo que veo son periodistas.
—¿Y lo dices tan tranquila?
—¿Quieres que arme una escena por las cosas que suceden a mi alrededor?
—Deberías averiguar que está pasando.
—Lo sabré cuando entre.
Mi teléfono sonó.
—Buenos días, Srta. Díaz. Perdóneme por molestarla, pero ya ve lo que está
ocurriendo afuera de la empresa. No quiero que entre por la puerta principal.
Entrara por la puerta trasera. Aquí la estoy esperando.
—Gracias, Sr. William.— colgué la llamada.
Supongo que es serio lo que está sucediendo.
—¿Para que te quería tu jefecito?— preguntó Erick.
—Solo me pidió que entrara por la puerta trasera.
—Yo te acompaño.
—No te preocupes. Él está ahí esperándome.
—Jas…
—Gracias por traerme, Erick. — me bajé de auto.
Caminé hasta la puerta trasera donde William me estaba esperando.
—Buenos días, Sr. William.
—Buenos días. Ahora sí puedo saludarla como se supone. Te contaré lo que
está sucediendo ahí fuera. Vamos a la oficina.
Asentí con mi cabeza y subimos a la oficina.
—Todo ese gentío que vio ahí fuera lo verá muy a menudo. Siempre que doy
una entrevista esto sucede, es por eso que odio los reporteros.
—Estuvo genial la entrevista, ¿Por qué quieren volverlo a entrevistar?
—Buscan siempre las primicias. Lo mismo sucedió con mi madre. Casi tiene
un accidente por un reportero de esos, pero no viene al caso. Supongo que lo
que quieren saber es sobre la chica misteriosa.
—¿Y porque no les dice? ¿Eso no le ayudaría a que se vayan?
—Si, pero la perjudicaría y eso es lo menos que quiero.
—¿Perjudicarme?
William comenzó a reír.
—Si, como asistente tendría que lidiar con esos salvajes.
—Pero no es justo que tenga que soportar a esas personas con tal de no
causarme problemas, Sr. William. Este es parte de mi trabajo.
—¿Sabe lo que no me parece justo?— se acercó a mi. — Que por mi culpa
tenga que pasar algo desagradable. Será mi asistente, pero quiero mantenerla
sana y salva de esos periodistas mediocres, o de cualquier cosa que le pueda
perjudicar. — Su expresión se tornó seria y su cercanía me dejó sin palabras.
Es como si por un momento me hubiera dejado controlar por su mirada. No me
atrevía a mover ni un músculo y a pesar de los nervios no desvíe la mirada
como en otras ocasiones. —¿Será que ahora lo entiende, Srta. Díaz? — una
media sonrisa se dibujó en su rostro.
Tocaron la puerta y fue cuando pude despertar de ese trance en el que estaba.
Caminé rápidamente a mi escritorio.
—Adelante. — dijo el Sr. William.
Entró a la oficina el Sr. Kyle.
—Tengo que hablar a solas con usted, señor.
—Iré por su café, Sr. William. Permiso. — bajé la cabeza y salí de la oficina.
Necesitaba como quiera un momento a solas. Estaba tan avergonzada y sentía
el corazón que se me quería salir del pecho.
—¿Lo interrumpí?
—Si, así es. ¿Qué sucede?
—¿Me puede explicar porqué dijo eso en la entrevista? ¿Sabe el problema que
va a causar ahora?
—Yo hago lo que quiera.— respondió indiferente.
—Yo entiendo su odio hacia los reporteros, pero acaba de armar un problema
por su confesión.
—¿Qué es lo que realmente le molesta, Sr. Kyle?
—Está actuando de una forma incorrecta. Antes no buscaba llamar la atención
de los periodistas, pero ahora parece que es lo que busca.
—No precisamente de los periodistas.
—Permítame decirle que ese capricho le va a ocasionar problemas en un
futuro. Ahora lo tendrán vigilado. Fue una imprudencia de su parte.— Kyle
estaba alterado.
—¿Sabes lo que es una imprudencia? Qué un idiota como tú se crea que puede
hablarme en ese tono. Te dejare algo claro, esto no es un capricho. Lo que dije
en la entrevista es la realidad. Estoy suficientemente grande para estar
ocultando mis sentimientos solo por el qué dirán o el que harán. Odio que me
estén comprometiendo en los medios con todas las zorras que aparecen en
televisión. Tu más que nadie me conoces y sabes que no soy de quedarme
callado. No sé porque te sorprende.
—Luego no diga que no se lo advertí, Sr. William. Su madre está en su oficina
y quiere hablar con usted.
—Ya mismo iré. Primero tengo que tomarme mi dulce café, creo que deberías
tomarte uno también, a ver si se te quita esa cara de viejo gruñón que tienes.
—Lo tomaré en cuenta, pero en otra ocasión, señor.
—Sigue trabajando.
—Si, señor. —Kyle se arregló los espejuelos y salió de la oficina.
—¿Me llamabas mamá? Si quieres reprocharme como Kyle, será mejor que
evitemos hablar del tema ahora.— dijo William sentándose en la silla.
—No, mi amor. Solo quiero saber quién es la mujer que le robó el corazón a
mi hijo y que lo trae actuando como un niño.— comentó riendo.
—Excelente. Esperando por ver el trabajo que han hecho mi hijo y usted.
—¿Qué? ¿Quien se atrevió hacer algo como esto? ¿Tienes idea de quién pudo
haber sido?— preguntó molesta.
Siempre está dándome ánimos. El debe estar bajo mucha presión y trata de no
demostrarlo. No puedo decepcionarlo.
—Todo saldrá bien. Confío también en usted, Sr. William. — esbozó una
tierna sonrisa y caminó al frente.
—Ha hecho un excelente trabajo, Sr. Díaz. La felicito, logró vencer sus
nervios. — sonrió divertido.
—Usted mucho más. Se veía muy genial, parecía otra persona.
—Adelante.
—No creo que hayan tenido tiempo de borrar los vídeos, o eso espero.
— Ahí está. Tienes que acercarlo.— pidió el Sr. William. —Es Tania. —
comentó en un tono molesto.
—Buenos días, guapa. Tenemos un asunto muy importante que hablar contigo.
¿Nos permites?
—No iré con rodeos. Tenía que pedirle una cosa antes. Quiero que deje su
área impecable, porque hoy mismo se me larga de aquí. — le dijo William
molesto.
—¿Por qué, Sr. Cole?— preguntó Tania nerviosa.
—No hay nada que odie más en la vida, que los mentirosos. — comentó
William acercándose a su escritorio.
—Cálmate, William. Esta guapa nos dirá lo que queremos saber. No tenemos
que presionarla, ¿Verdad, Srta. Tania?
—Se supone que usted tenga principios, debe distinguir lo que está bien y lo
que está mal. Pudo haberse negado rotundamente y no arriesgar su trabajo. Si
comete un error debe aceptar las consecuencias. Es por eso que no la quiero
más aquí.— dijo William dando un golpe sobre el escritorio.
—Yo no puedo perder el trabajo, por favor. Llevó trabajando mucho años en
esta empresa y juro que lo menos que quería era causar ningún problema.
—Relájate, William. Así como estas ahora no puedes enfrentar a nadie. Solo
vas a empeorar las cosas. Yo me encargo de el, cuenta con eso.
—Estoy segura de las razones detrás de su odio hacia ella. Esto lo confirma.
—¿Qué razón?
—Ve tranquilo.
—Su imagen es muy importante. Debe ser incómodo tener esto puesto todo el
día, ¿Cierto, Sr. William?— termine de arreglarla y retrocedí un paso.
—En ocasiones. El día ha estado algo cargado, pero pronto todo estará bien.
Por lo pronto, ¿Le apetece salir conmigo?
—Si. Quiero pedirle disculpas por todo esto, Srta Díaz. Es una vergüenza que
mi padre se esté comportando de esta forma.
—No se atreva a decir lo que tenía en mente, Srta. Díaz. Usted no tiene la
culpa de nada; Además de que no la dejaré ir fácilmente. No se olvide del
contrato que firmó. Quién debe abandonar la empresa es mi padre, no usted.
—Está nerviosa por estar cerca de mi. Me preguntó cuál es la razón detrás de
sus nervios, Srta. Díaz. — sonrió tiernamente y retrocedí.
.......
—¿No tenías conocimiento sobre eso? Digo, como ella dijo todo lo
contrario…— Jade lo miró fijamente.
—¿Me ves cara de estúpida? Tantos años casado conmigo y tal parece que no
me conoces, querido. Preguntaré directamente, ¿Qué te traes con nuestro hijo y
su asistente?
—Es cierto que no estoy de acuerdo, pero ya arregle ese problema con ellos.
No tengo nada más que decir.
—Qué sorpresa, ¿Qué la trae por aquí?— dijo William sentándose en su silla.
—Por todo lo que han dicho sobre su orientación sexual. Puede arreglar esos
rumores y así ayudarnos mutuamente.
—Me lo está faltando usted a mi, Srta. Pits. ¿Por quien me toma? Espero que
sea la última vez que le vea la cara por aquí. Es desagradable tener que gastar
palabras en alguien como usted. Si no tiene nada más que decir, ¿Se puede
retirar, por favor?
—Es una lastima que haya tenido que presenciar esto, pero no quería
quedarme a solas con esa señorita. — caminó hacia mí escritorio.
—Adelante.
Entró a la oficina la Sra. Jade y me levanté de la silla para saludarle.
—Buenos días, Srta. Jasmin. Vengo precisamente por usted. ¿Será que puedo
robartela por un rato, querido?— le preguntó a William.
—Resulta que mi hijo cumpleaños en unos días y tengo que preparar su fiesta
sorpresa. Me gustaría contar con su ayuda y presencia ese día.
—Así es.
—¿No sería una fiesta en familia? ¿No estaría fuera de lugar que alguien como
yo asista a una fiesta como esa?
—No es difícil saber cuán enganchado está con usted. Como madre puedo
darme cuenta de que su actitud ha mejorado grandemente desde su llegada,
algo que realmente le agradezco. No tiene que sentirse incómoda conmigo, al
contrario, quisiera acercarme y conocerla un poco más, si me lo permite.
—Claro que si, Sra. Jade.
—Quien diría que estaría viva para presenciar esto. — comenzó a reír. —
Eres muy bonita, ahora entiendo porque mi hijo está así por usted. — su
comentario me avergonzó.
—Gracias por todo lo que me dijo, Sra. Jade.
—Consideralo, cariño. Mi hijo es un bombón y no lo digo porque sea mi
preciado hijo, pero fui yo quien lo educó; lo que me hace ser otro bombón
más. — comenzó a reír y su risa me contagio.
—Veo el parecido al Sr. William, Sra. Jade.
—Quería añadir algo sobre lo que sucedió con mi esposo. Realmente siento
mucho todo lo que le causó mi marido. Siento vergüenza ajena. Nunca había se
había comportado así, pero ya lo puse en su lugar y si vuelve a molestarle,
llámeme; vendré a darle su merecido a ese viejo gruñón que me tocó de
marido.
—Gracias, Sra. Jade. Es usted muy amable.
—Y usted una dulce jovencita. En realidad ya la he imaginado al lado de mi
hijo, ¿Para que mentirle?— sonrió relajada.
Es igual de sincera que el Sr. William. Si con el me pongo muy nerviosa, con
ella es el triple.
Yo no he imaginado eso con el Sr. William. Llevo muy poco tiempo de
conocerlo. Es cierto que pienso que es alguien sumamente especial, me gusta
su forma de ser, de hecho creo que todo lo que hasta ahora conozco; incluso
esa forma directa de decir las cosas, aunque me avergüence siempre. Solo
podía recordar sus palabras y ese dulce beso. Llevé la mano a mi pecho
porque sentía el corazón agitado.
—¿Se encuentra bien, Srta. Jasmin?
—Si, Sra. Jade.
—¿No estará pensando en mi hijo? — sonrió maliciosa.
Es como si pudiera ver a través de mi. Sentí mi rostro caliente en un milésimo
segundo.
—¿Y qué me dice? ¿Me ayudará a preparar la fiesta para mi hijo?
—Me encantaría, Sra. Jade.
—Está decidido. Usted será el regalo para mi hijo.
—¿Eso que significa?— pregunté nerviosa.
—Luego me entenderá. Necesito que me acompañe a comprar unas cosas,
luego la llevaré con mi hijo de vuelta. No quiero que se vaya a molestar por
llevarla tarde. Conociendolo, debe estar impaciente.
—Está bien, Sra. Jade.
Estuvimos hablando por todo el camino. Hizo las compras que necesitaba
hacer y regresamos a la oficina.
—No le diga nada a mi hijo, que sea un secreto entre usted y yo.
—Gracias por todo lo que me dijo y por haberme traído de vuelta, Sra. Jade.
—La veré más a menudo, Srta. Jasmin. Cuídese y le encargó a mi hijo. —
sonrió y caminó para su oficina.
—¿Puedo hablar con usted un momento?— me sobresalte al escuchar la voz
del Sr. Kyle.
—Claro que si, Sr. Kyle.
—Venga a mi oficina.
Caminé con el Sr. Kyle a su oficina y me quedé callada esperando que fuera el
quien comenzará hablar.
—No iré con rodeos con usted. Quiero pedirle que renuncie a su puesto de
asistente, si lo hace recibirá la cantidad de dinero que usted proponga. Espero
considere la oferta, Srta. Díaz. Una oferta cómo está puede beneficiarle a
usted y su familia. — se arregló los espejuelos y me miró seriamente.
—No quiero que se suba a otro taxi cuándo puedo llevarla; además de que así
puedo verla un poco más.
Recordé mi discusión con Erick. Es muy claro que no quiero estar a solas con
el y mi madre debe estar trabajando. Solamente pensar en eso que hizo me da
escalofríos.
—No, Lo siento.
—Vámonos, Jas.
Su actitud está peor que nunca. No sé qué demonios pasa por su cabeza.
—¿Trabajo? Ibas a irte con este infeliz. ¿Qué tipo de trabajo es ése?— gritó
molesto.— Eres la única tonta que no se da cuenta de sus intenciones, Jas. Se
aprovecha del trabajo para llenarte el oído y tú cómo una ingenua te estás
dejando lavar el cerebro por este hijo de puta.
—El único tonto y que está haciendo el ridículo eres tu. Lo que yo haga con mi
vida no es tu problema, Erick. Discúlpate con el Sr. William por tu horrible
actitud.
—Claro que es mi problema. Lo que te dije ese día fue verdad, Jas.
—¿Así dices querer ganarte el amor de ella? Qué patético es, Sr. Erick. —
añadió el Sr. William.
—Te dije que no voy a ninguna parte contigo. — mi cuerpo estaba temblando
por la brusquedad en la que me jaló. Traté de soltarme de su agarré y logré
hacerlo.
El Sr. William le ha dado un golpe en la cara a Erick, tan fuerte que lo hizo
caer al piso.
—¿No te han enseñado a tratar a una dama, salvaje? Lárgate de aquí antes de
que termine por dañar tu fea cara. — el Sr. William se veía muy molesto. Su
rostro no parecía al de siempre.
—Sr. William… — me acerqué al Sr. William lo más que pude. Me sentía
culpable por lo que tuvo que hacer y por el escándalo que armó Erick.
—Vámonos, Sr. Díaz. No quiero que siga teniendo que presenciar cosas
desagradables. — puso su mano en mi espalda haciéndome caminar con el.
Miré por última vez a Erick. Estaba en el suelo tocándose la cara. No quería
acercarme a él. Tenía mucho miedo luego de todo lo que hizo. Sentía unas
ganas de llorar por esta situación que acababa de presenciar. El a sido mi
amigo, mi hermano, mi todo y no parece en nada a la persona que siempre he
apreciado y querido. Sentía un nudo en mi garganta, pero no quería llorar
frente al Sr. William.
Nos subimos a su auto y encendió el motor. Repentinamente me dió un abrazo
y quedé sorprendida.
—Buenos días. Dicen que los culpables siempre se delatan, pues sus nervios
los traicionan, ¿Qué cree sobre eso, Sra. Leandra?
—Ire a buscar mi cartera y regreso. — le dije al Sr. William.
—Claro que si, tengo que defender a mi asistente. Sea quién sea que se tome el
atrevimiento de lastimarla, se las tiene que ver conmigo también.
—En realidad aún no tenemos una relación, pero eso no significa que dejaré
de cuidarla o defenderla; inclusive, si me toca defenderla de usted lo haré con
mucho gusto. De alguna forma el encanto que ví en usted ese día, se a
desaparecido en este momento. Le advierto que si veo otra marca en mi
asistente y me entero que fue su culpa, voy a llevármela conmigo. ¿Me
entiende, Sra. Leandra? No soporto las personas abusivas y usted junto a ese
amigo de ella, son eso que más desprecio.
—Ya veo que sacó las garras, Sr. William. Esa actitud tan desagradable no va
con su apariencia. No me amenace con eso, usted no tiene ningún derecho ni
para hablarme en ese tono, ni mucho menos para llevarse a mi hija.
—Fue un placer haber hablado con usted, Sra. Leandra. Espero tome en
consideración mi amable consejo, o de lo contrario luego no quiero quejas.
Buen día.
—No me vuelva a ocultar este tipo de cosas, Srta. Díaz. ¿Por qué no le ha
quedado claro que me importa lo que suceda con usted?
Fue besando tiernamente mi mejilla hasta llegar a mis labios. Entralazó sus
dedos en mi pelo y me acercó a él. Sus besos me hacen sentir que me derrito.
Su ternura y suavidad al hacerlo, provoca tantas emociones en mi; es como si
no tuviera control de mi cuerpo. Es el tercer beso que recibo de él y sigue
despertando sensaciones inexplicables. Dejé escapar un quejido involuntario
con su dulce e inesperado beso, hizo que mi rostro se calentará de la
vergüenza. Es como si hubiera estado fuera de mí por unos instantes.
—Me gusta tanto, es por eso que debo detenerme ahora. — se giró para
manejar.
—Gracias, Srta. Díaz. — lo puso en sus piernas sin siquiera abrir el cierre.
—¿Tiene frío?
—Sí, mucho frío. Será mejor no hablar de eso. Hoy estará viniendo un tío de
mi madre e iremos a almorzar juntos. Quiero que me acompañe.
—Esta bien, Sr. William. Lo acompañaré.
Al llegar a la empresa el Sr. William se bajó rápidamente del auto.
—¿Se encuentra mejor?— le pregunté al ver que dejó el abrigo en el auto.
—Si, mucho mejor.— respondió desviando la mirada.
Lo acompañé a dar la ronda por la empresa. Es una de las cosas que hace
durante la mañana.
Caminando por el pasillo y nos encontramos con la Sra. Jade. Estaba hablando
con una señora que me parece haberla visto alguna vez. Al quedarme viéndola
la recordé. Es la misma señora que se nos acercó a Erick y a mi el otro día a
la mesa. ¿Qué puede hacer ella aquí?
—Es la Sra. Winters, una amiga de mi madre. ¿Por qué la pregunta, Srta.
Díaz?
La Sra. Jade al vernos en el pasillo nos llamó. Según nos acercamos la señora
se me quedó viendo.
—A usted cómo que la he visto alguna parte.— comentó la Sra. Winters en voz
alta.
Entonces es cierto que es ella. No sé qué sucede, pero hay algo en ella que no
me gusta.
—Sí, iré con ustedes. Sería un enorme placer. — respondió aún mirándome.
—No es mucho lo que falta para terminar el informe, Sr. William. — comenté.
—Así es. Entre más rápido lo terminemos mejor. En una semana tengo que
viajar y me gustaría que me acompañe. Tengo que cerrar una propuesta en una
famosa empresa ubicada en Ohio. Mi madre no podrá ir y no me gustaría ir
solo.
—Cuanto tiempo sin verte, sobrino. Cada vez que te veo me recuerdas mucho
a tu madre. Se parecen mucho, pero versión hombre. — comentó riendo. Se
dieron un apretón de manos.
El Sr. William acomodó la silla para que me sentará y luego se sentó al lado
mío. Es la primera vez que estoy reunida con varias personas y estoy algo
nerviosa. El mesero trajo unas copas con agua y la sujeté en la mano.
—Cuidado con lo que dirás, hermanita. — comentó el tío del Sr. William.
—Dirás mi adorada nuera, querido. — comentó la Sra. Jade con una sonrisa
llena de malicia.
El Sr. William me miró y comenzó a reír. Se veía nervioso casi como yo. No
encontraba cómo desmentirla. De hecho, no encontraba dónde meter mi cara.
—Es un placer conocerlo, Sr. Dany. — bajé la cabeza.
—El gusto es mío. Estoy seguro que nos llevaremos bien. Se lo tenían bien
callado eh.
Lo dice tan tranquilo y yo aquí a punto de darme un infarto. Tenía mis manos
en mi muslo cuando sentí la mano del Sr. William por debajo de la mesa. Me
puse muy nerviosa y lo miré. Sus dedos los entralazó en los míos y sonrió
divertido. Se acercó lentamente a mi oreja en plena mesa.
El Sr. William abrió sus ojos de par en par y carraspeo. En realidad respondí
eso porque es lo que pienso. Creo que mas bien me he acostumbrado a sus
comentarios, que ya automáticamente a veces los respondo; aunque sigan
causándome vergüenza a la primera. Comencé a reír al ver la reacción que
tuvo en la mesa. Se dió un sorbo de la copa de agua y miraba a todos lados. Se
veía más nervioso que antes y de alguna manera encontré eso tierno. Así que el
Sr. William es directo, pero cuando lo son con el se pone así. Reía
internamente cada vez que lo miraba y veía su nerviosismo.
Al mirar hacia la Sra. Jade estaba mirándonos fijamente con una sonrisa. Creo
que se a dado cuenta.
Estuvimos compartiendo y hablando un buen rato, tanto de la empresa como
temas personales. El Sr. Dany es tan parecido al Sr. William, igual de directo
y amable.
—No sabía que estaba saliendo con el Sr. William. Atrapar a alguien como él
debe ser una tarea difícil.
—¿Tarea difícil?
Se le nota lo venenosa por encima a esta señora. He tenido tan mala suerte
durante estos días de conocer personas indeseables. Qué suerte la mía.
—No olvides que tenemos algo pendiente, querida. Solo faltan dos días. —
sonrió y se alejó.
—Los terminará nublando más. Mejor déjelo así.— pensé en voz alta.
—Ese es un buen comienzo, pero aún no sabe cuán nublado los tendrá
después. — sonrió malicioso.
—Es tan hermosa. — se me quedó viendo por unos instantes y no sabía dónde
meter mi cara. Creí que moriría de la vergüenza.
—Adelante.
—No, mamá.
—Debes estar muy cansado, ¿Por qué no te sientas y te relajas un poco, hijo?
— comenzó a reír descaradamente.
—Creo que necesitarás estar a solas ahora, es por eso que me llevaré a tu
asistente. Espero no te moleste.
—Cuidado con lo que dices, madre.
—Algo así.
—¿Aún con el aire y el ventilador encima? Eres tan linda. — comenzó a reír.
— ¿Ese calor no tendrá nombre y apellido?
—Cariño, el calor que estás sintiendo no tiene nada que ver con el aire
acondicionado. ¿Acaso mi hijo la está provocando?
En realidad nunca he hablado estos temas con nadie, ni siquiera con mi madre.
No es algo que me haya explicado ella antes. Nunca se ha sentado conmigo
hablar sobre esto, pues piensa que nadie jamás se fijaría en mi y nunca lo
creyó necesario.
—Soy mujer y puedo entenderte bien, pequeña. ¿Nunca has hablado sobre esto
con alguien?
—Sea lo que sea, no pienses que está mal. Es algo sumamente normal sentirte
extraña al lado de la persona que te gusta. Me sucedió algo parecido cuando
joven. Estaba al lado de el hombre que me gustaba y me ponía nerviosa, hasta
que decidí vencer esos nervios y el miedo, aventandome sobre el. Fueron
tiempos divertidos.— comenzó a reír.— Fui yo quien me declaré primero y
fue la mejor decisión que pude tomar en la vida. Experimenté las mejores
cosas de la vida al lado de él. Estar enamorado es lo más lindo que existe.
Esos nervios que sientes, el escalofrío que recorre tu cuerpo al tener cerca a
esa persona, el deseo que sientes al verlo, es algo que vale la pena
experimentar. Te lo dice una vieja que desea volver a tener tu edad y volver a
sentir ese tipo de cosas. — su expresión cambió al pronunciar esas palabras.
Se veía algo afligida. Normalmente siempre está sonriendo, pero ahora es
diferente. — No tengas miedo al experimentarlo. Vale la pena, créeme.
—Escogeremos un traje para esa ocasión y quiero que sea rojo, ya que es el
color favorito de mi hijo.
—Pero yo…
—Yo lo voy a comprar. Te había dicho que serías el regalo de mi hijo, ¿No es
así? Bueno, deja todo en mis manos.
Caminamos por la tienda y escogió un traje rojo. Tenía manga larga, el largo
era hasta las rodillas, un escote bastante pronunciado y tenía parte de la
espalda al descubierto.
—¿No cree que es demasiado? Ese traje muestra demasiado, Sra. Jade. Yo no
soy delgada y...— me interrumpió antes que pudiera terminar.
—¿Eso que tiene que ver? Tienes buen busto, en el escote de la espalda no se
verá nada, pues llevarás algo debajo. Este traje es perfecto para ti. Ve a
probarlo, ya quiero ver cómo le queda. — me dió el traje y me llevó al
probador.
—Te dije que te quedaría perfecto, querida. Algo me dice que mi hijo va a
terminar en la sala de emergencia cuando te vea.
—Ya escogí los tacones, espero te sirvan. Combinarán muy bien con ese traje.
Ahora sólo falta la lencería.
—Tiene que ir debajo del traje, cariño. ¿Nunca te has puesto una? — sonrió
divertida.
—No, jamás.
—Es sumamente normal ponerse una debajo de este tipo de traje. No te debes
preocupar. Confía en mí. —me hizo un guiño y sonrió.
—Ese día voy a tener que robarte nuevamente del trabajo, espero no te
moleste, preciosa. Te cambiarás en mi casa, ahí te van arreglar un poco. Ya
que es una fiesta sorpresa y que él no sabe que estarás presente, será muy fácil
todo el proceso. Ten mi teléfono, si necesitas algo puedes llamarme en
confianza, ¿De acuerdo?
—No se preocupe, lo importante es que está aquí. Nos falta poco para el
informe. ¿Qué le parece si lo terminamos hoy mismo?
—Así que ha descubierto mi punto débil, Srta. Díaz. Cada vez la situación se
vuelve más interesante. De ahora en adelante, ¿Será capaz de seguir
respondiendo mis preguntas de esa forma siempre? — arqueó una ceja y
sonrió.
—Pero yo sí de la suya. ¿No sabía cómo enfrentarme ahora qué sucedió esto?
—La verdad es que si. Anoche no me sentía tan avergonzosa como hoy.
—Es normal, pero poco a poco se irá acostumbrando a mi. No hay prisa, pero
al menos no se levante de la cama como si estuviera huyendo, me hace sentir
mal, ¿Sabe? — sonrió divertido.
—Lo siento.
—No, espéreme aquí mientras hago todo eso y luego la llevo. A menos que
quiera unirse al baño conmigo.— arqueó una ceja y sonrió.
—No diga eso.— me dió tanta vergüenza escuchar eso que no sabía dónde
meter mi cara.
—Me preguntó que habrá imaginado en este momento para que se pusiera tan
nerviosa.
Tiene esa facilidad de dejarme sin palabras y ponerme tan nerviosa. Tengo que
buscar mi cartera y mis cosas. Salí de la habitación en puntillas al otro cuarto
que me arreglaron y busqué mis cosas para luego regresar. Tenía muchas
llamadas perdidas de mi madre. Tuvo que haberse dado cuenta que no dormí
en la casa. Debe estar pensando lo peor. Esto será un problema. Mirando el
teléfono salió el Sr. William en toalla y casi muero de un infarto. El pelo y
todo su torso estaba húmedo.
—Bueno, anoche pude ver su cuerpo, pero usted no el mío. ¿Por qué no le
enseño un poco para que estemos a mano, preciosa?
—¿Por qué no? — sujetó mi mano y la pasó en su torso. Su piel es tan suave.
¿En qué mierdas estoy pensando?
—Espero pueda soñar con esto y lo que está esperando por usted debajo de
esta toalla. — bajó mi mano y la detuvo justo un poco antes de tocar la toalla.
— Está muy nerviosa, pero no tiene porqué estarlo, por ahora. Solo quería
dejarle claro de que todo esto es suyo y puede hacer lo que quiera con el. —
sonrió pícaro y se alejó.
—¿Por qué estás vestida así, Jas? — preguntó Erick levantándose de la silla.
No quiero comenzar una pelea aquí y mucho menos frente a Sr. William.
—¿Qué te hizo este infeliz? Jamás te vestirias así. ¿Te obligo a ponerte esto,
Jas?
—¿Por qué tanta pregunta, Erick? Te he dicho que lo que haga en mi vida, no
es tu problema.
—¿Te quedaste a dormir con este tipo? No creo que haya sido nada de trabajo
como para estar vestida así. — añadió Erick.
—No me trates como una niña, Erick. No tengo que darte explicaciones de
nada. Ya el Sr. William explicó claramente lo que sucedió.
—Como le hayas puesto una mano encima, te juro que…— El Sr. William
interrumpió a Erick.
—¿Qué harás? ¿Lo mismo de la última vez que nos vimos, Sr. Erick?— sonrió
malicioso.
—Nada, mamá. No pasó nada. De igual forma si te digo, no creo que me creas,
¿Verdad?
—Eres tan cínica, no puedo creer que seas hija mía.
—Quizás es que no lo soy y es por eso que me demuestras que te importo una
mierda.
—Creí haberle dejado claro algo, pero parece que lo ha olvidado. ¿Necesita
que se lo recuerde, Sra. Leandra?
—Sigo pensando que es una estupidez. Deberías irte con alguien más. Ella no
te verá como hombre, solo te ve como el hermano que nunca tuvo. Eres un
chico joven, estable, independiente, guapo, que puede tener a cualquier mujer
a sus pies y te ilusionas con una que ni te pela. Con una que no tiene
experiencia en nada, que es demasiado ingenua, que nunca se ha enamorado en
la vida y ahora que puso el ojo en la billetera de ese hombre rico de jefe que
tiene, no creo que puedas tener una oportunidad.
—Haré que me quiera. Al final de cuentas ese tipo no la va a querer como yo.
Siempre la he amado como es. Él solo está por su cuerpo y se está
aprovechando de lo ingenua y inocente que es ella. Solo quiere llevársela a la
cama y anotarla en la lista larga que tiene.
—Dime la verdad, ¿Qué es lo quieres de ella? ¿Su primera vez? No sabía que
tenías esos gustos, Erick.
—Lo siento.
—No lo diga tan relajado, por favor. — le pedí y sonrió divertido.— ¿Le
preparo su café mientras regresa? — le pregunté y se acercó a mi oído.
—Me parece muy bien, linda. — un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo.
— Ya mismo regreso.
—De acuerdo.
Fui a la oficina directamente y llevé mis cosas, para luego irme a la máquina
de café.
....................
—Contigo tenía que hablar. ¿Cómo atreviste hacer una jugada tan sucia,
madre?
—Esto fue un ataque cruel, madre. ¿Sabes lo que hubiera pasado si pierdo el
control de mi y le hago algo malo? La arriesgaste demasiado.
—Hay por favor. Sé que no serías capaz de hacerle nada malo. Cuéntame,
¿Qué tal el regalito? ¿Ya dejaste de ser virgen?— comenzó a reír
descaradamente.
—Hablo de los ojos, querido. Estoy segura que no has visto a una chica más
bonita, así como la viste a ella. Debió ayudarte mucho con la vista, ¿No es
así?
—Solo quise ayudarte, ya que ví ese deseo que te está matando por dentro y
antes de que se queme la empresa completa, es mejor apagar ese fuego. Ahora
podrás imaginarla, lo más probable te ayude de mucho. Deberías
agradecerme.
—Algún día te cobraré este juego sucio y cruel que me jugaste. Mi problema
va a empeorar ahora, gracias a ti, madre.
…………..
No puedo dejar de pensar en eso durante el trabajo, es el colmo. ¿En qué tipo
de pervertida me he convertido?
—Buenos días, Sr. Keller… — traté de ser cortéz aún con su actitud hostil
hacia mí. Realmente me tiene la guerra declarada y yo sin hacerle nada.
—No tienes que hacerte la educada conmigo. ¿Por qué sigues aquí? ¿Qué
esperas para irte de una vez?
—Me tiene cansada con sus ataques. ¿Qué demonios le he hecho para que me
trate tan mal?
—Le pido que se retire de aquí, Sr. Keller. Dejé en paz a la señorita. — El Sr.
Kyle intervino. Le hablo con una actitud que me quedé sorprendida.
—¿Y tú porque te metes, Kyle? Tú también deseabas que se largue. ¿Por qué
ahora la defiendes?
—Con todo el respeto que usted se merece. No tengo que darle explicaciones.
—Le pido que se vaya de aquí y no arme más escándalo. Si su hijo aparece
por aquí y lo encuentra atacando a su asistente, perderá todo.
—No le tengo miedo a mi hijo, ni a nadie. Desde que llegó está gorda, todo el
mundo se ha ido de parte de ella. ¿Qué tiene ella de especial?
Me sentía tan molesta que tenía que sacarme esa espinita que me estaba
mortificando; porque en realidad no me interesa todo lo que me ha hecho pasar
o lo que diga, lo más que me molesta es que haya sido capaz de hacerle daño a
su propio hijo, solo por el odio que me tiene y ahora que tengo la oportunidad
de decirle las cuatro verdades, no iba a callarme.
—Es un ser despreciable, Sr. Keller. No puedo creer que el Sr. William sea
hijo suyo, porque en realidad no tiene nada de parecido a él. No puedo
entender cómo alguien puede ser tan malvado. ¿Cómo tiene el descaro de
aparecerse aquí luego de lo que le hizo a su hijo? Me importa poco si yo no le
agrado, pero eso no le da derecho de hacerle daño a su propio hijo. El día del
incidente, arriesgó la empresa, el proyecto, el tiempo y dedicación que su hijo
puso en realizar ese informe y solo por su problema conmigo. Es un cobarde,
si tanto quería atacarme, hubiera venido directamente y enfrentarme. ¿Por qué
tiene que hacerle la vida imposible también a su hijo?
—Cuidado con lo que dices, gorda. Yo no sé de qué estás hablando.
—Si, hágase el imbécil. Es mucho más fácil que admitir su falta, ¿No es así?
—¿Cómo se atreve una gorda hablarme así?— empujó al Sr. Kyle hacia mí
bruscamente y la taza de café se me derramó. Quise maniobrar para que no
cayera encima de mí, pero termino quemandome un poco la mano. No estaba
tan caliente, pero aún así mi mano se puso algo roja.
...………….
—¿Qué con esa cara, hijo? Solo fue un pequeño accidente.
—Oh, qué bueno que has llegado, madre. Tu querido esposo volvió atacar a
Jasmin.
—No hay nada que ver aquí. Sigan trabajando. — pidió la Sra. Jade a los
empleados que estaban presenciando lo que estaba sucediendo.
La Sra. Jade llamó a la policía mientras que William se quedó con el Sr.
Keller.
—No creas que no se que fuiste el causante de que a mi madre la atacarán los
reporteros. Fuiste tú el que dió esa noticia falsa a los medios para que la
empresa se fuera abajo. Lo confirmaste cuando mandaste a tu estúpida
secretaria a borrar los archivos del computador. Quise pasarlo por alto, pero
acabaste con mi paciencia al meterte con mi asistente. Ahora vas a tener un
poco de tu propia medicina. Levántate. — El Sr. Keller se levantó como pudo
y se cuadró frente a William. Tiró un puño al rostro de William, pero este lo
sujetó.— Muy débil. Quien te viera… — William le torció el brazo
llevándolo a su espalda. —No parece que me hayas enseñado tú, viejo.— le
dió una patada en la pierna haciendo que cayera nuevamente al suelo. Se le
quedó viendo por unos instantes y se subió sobre el. Comenzó a golpearlo en
la cara y aunque el Sr. Keller trató de evitarlo, William continuaba. Sangre
bajaba por su nariz y boca, no podía hablar, solo se quejaba en el suelo.
—La policía llegó, hijo. Ya detente. No compares tu fuerza con la de ese viejo
inservible.
—Esta última será por mi madre. — le dió otro puño en la cara y se levantó.
Se arregló la corbata y miró sus nudillos.
—Siento mucho haber hecho esto frente a todo el mundo, mamá. No podía
aguantar un segundo más de ese viejo cínico.
—No quisiera arrastrarla a este problema, pero no voy a pasar esto por alto.
Le hizo daño y eso no lo perdono. Gracias por no interferir, madre.
—No podía hacerlo, o la que terminaría en el hospital ahora sería yo.
—Esta bien, querido. Espero que ella esté bien y no la dejes sola mucho
tiempo.
—No lo haré. Gracias, mamá.
—Gracias por lo que hizo, Sr. Kyle.
—Srta. Díaz, tenía que decirle algo. Quería pedirle una disculpa por los malos
ratos que le hecho pasar en la empresa. Sé que la juzgue mal y por eso la he
incomodado.
—No tiene que hacerlo, Sr. Kyle.
—Yo quiero hacerlo. Usted me ayudó el otro día, a pesar de haberle hecho la
vida imposible. Gracias a usted mantuve mi empleo. Quiero decirle que no lo
volveré hacer. Sé que quizás suene extraño de mi parte, pero quisiera hacer las
paces con usted.
—Todos tienen derecho arrepentirse y disculparse. No soy de guardar rencor a
nadie. Cometió un error y buscó enmendarlo. Es un buen comienzo, Sr. Kyle.
¿Borrón y cuenta nueva?
—Borrón y cuenta nueva.— nos dimos un apretón de manos.
—Excelente, Sr. Kyle.
—Sr. William.
—Joven William.
—No pensé escuchar eso de ti, pero me alegro que hayas dado un paso al
frente. Te felicito.
—Si, joven William.— bajó la cabeza y me miró.— Qué se mejore, Srta.
Díaz. Permiso.
—¿Cómo te sientes, linda?— sujetó mi mano y la miró.
—Estoy bien. No sé preocupe.
—¿Cómo no voy a preocuparme? Mi padre fue el causante de esto y tú eres mi
mujer. ¿Tengo más razones?
—No lo diga tan relajado.
—Se acostumbrara.
—¿Y el Sr. Keller?— pregunté a lo que él se quedó pensativo.
—Digamos que se fue a dar un largo viaje, pero eso no importa ahora. Ya no
será un problema ni para ti, ni para la empresa, ni para mí. Siento mucho lo
que provocó mi padre. Si hubiera actuado antes no hubiera ocurrido esto.
—No se preocupe. Usted no tiene la culpa de nada, Sr. William.
—¿Y la enfermera?
—Ya me atendió y se fue.
—Mhm, que conveniente. Tenemos una cuenta pendiente. No lo ha olvidado,
¿Verdad?
—No lo he olvidado, pero no es el lugar, ni el momento adecuado. — le dije
bajándome de la camilla.
—Eso lo decido yo, preciosa. — puso ambas manos alrededor de mi cintura y
me besó apasionadamente, robándome hasta el aliento. No importa todas las
veces que lo haga, siempre se siente tan distinto. Se detuvo y me dió otro en la
mejilla bajando a mi cuello. Mi cuerpo se estremeció al sentir sus labios en
esa área.
—Dijo que sería solo besos. — musité casi sin voz.
—Mhm… Yo dije besos, pero no recuerdo haber dicho el lugar. — sonrió
malicioso.
—No lo haga, por favor.
—¿Por qué? ¿Su cuerpo se siente extraño, o más bien sensible? — subió sus
labios a mi oído.
—No digas más.
—Así se acostumbrara más fácil a mi. — escuchar su voz tan cerca me
provocó un ligero escalofrió. Se detuvo y me miró fijamente.— ¿Se siente
mejor?
—¿Mejor?— ¿Cómo puede ser tan malvado?
—De su mano. — sonrió pícaro.
—Si, ya está bien.
—Quiero que me acompañe a la policía. Cómo entenderá no puedo pasar esto
por alto.
—Pero no es para tanto, Seño…— hice una pausa y él sonrió. —Quiero
decir, William.
—¿Decías...? — sonrió divertido.
—¿Su padre está en la cárcel?
—Aun no, debe estar haciendo una parada antes. Quiero que levanté una
denuncia en su contra por esto que le hizo y no acepto un no como respuesta.
—Esta bien. Lo haré.
—Por cierto, quiero que se quede conmigo esta noche.
—¿Qué?
—Lo que escucho. Debe tener alguien que la cuide ahora que tiene su mano
lastimada.
—No exagere. Solo fue…— me interrumpió antes de terminar de decirlo.
—Debe sentirse muy adolorida, ¿Verdad? — arqueó una ceja y sonrió. Al ver
su insistencia y su sonrisa divertida, no tuve de otra que aceptar.
—Supongo que tiene razón. — sonreí al ver la expresión que hizo al aceptar.
—Debe acostumbrarse a mi compañía, ya que cuando viajemos en unos días
solo seremos usted y yo.
—Suena más una excusa.
—Porque lo es. — no pensé que lo aceptaría tan fácilmente, lo que me hizo
quedar sin palabras.
Sé que no debo estar aceptando esto, pero ¿Como se le puede decir que no
cuando pone esa expresión? Debo estar perdiendo la cabeza.
—Quiero que me acompañe a la policía ahora. Cuando se ponga la denuncia
todo será más fácil. No quisiera que fuera ahora, pero es mejor salir de eso.
Yo estaré con usted. Quiero que tenga la tarde libre.
—Pero ¿y sus reuniones de la tarde?
—Se cancelan. Hay cosas más importantes que atender gente indeseable.
—No, yo no quiero que se vea afectado su trabajo solo por esto. Yo puedo ir
sola y...
—Y ya lo dije. Yo iré con usted. Debe hacerle caso a su jefe, linda.
—Lo siento.
—Mi madre está esperándonos. Vámonos, bonita.
Salimos de la empresa para ir directamente al cuartel de la policía. Realmente
todo lo hago por él, no por mi. Sé todo lo que ha tenido que pasar por culpa de
su padre y aunque no lo demuestre, estoy segura que debe estar herido.
—Que bueno que llegaron. ¿Cómo te encuentras, querida? — preguntó la Sra.
Jade al vernos.
—Bien, Sra. Jade.
—Tu padre está muy mal, muy afectado el pobre. — respondió
sarcásticamente.
—¿Dieron la parada?
—Si, era imposible que lo trajeran así, pero si haces la denuncia ahora, tan
pronto salga lo llevarán directo a la cárcel. Ya quiero ver la cara de tu abuela.
Se quedarán sin nada, será un shock muy fuerte para ella.
—Debes estar disfrutando, madre.
—Más de lo que crees. Ya muero de ganas de ver a esa vieja zorra a mis pies,
cuando se entere de lo que sucedió con su hijo y del divorcio que voy a
pedirle.
—Y la tendrás, de eso me encargaré. Mataremos a dos pájaros de un tiro.
Llegó la hora de que paguen por todo lo que nos han hecho.
—Ese es mi hijo. — la Sra. Jade comenzó a reír.
Hice todo lo que me pidió la Sra. Jade y William. Se quedó todo en espera
porque al parecer el Sr. Keller está en el hospital y no pueden proceder hasta
que se recupere. No tenía conocimiento de eso y tampoco dieron detalles. Me
pregunto que pudo haber sucedido mientras ellos estuvieron a solas. No voy a
molestar al Sr. William con mi curiosidad. Quiero olvidar el tema y seguir
concentrada en el trabajo.
En lo más que he estado pensando es que acepté quedarme con William hoy.
Tengo que ir a mi casa y para completar hoy es el día libre de mi madre. Si
está en la casa probablemente me haga una escena otra vez.
—¿Te encuentras bien, querida?
—Si, Sra. Jade.
—La he notado distraída.
—No es nada.
—Quería disculparme por mi esposo. Vaya que el viejo es terco. Lo hiciste
muy bien. Ahora recibirá su castigo.
—Supongo que tiene razón.
—Ya termine mi parte. Solo queda esperar. — comentó el Sr. William
acercándose a nosotras.
—Yo me tengo que ir a la empresa. Espero te mejores, querida.
—Gracias, Sra. Jade.
—Cuídate, mamá.
La Sra. Jade se fue y me quedé a solas con William.
—Quiero que vayamos a cenar esta noche, ¿Te parece?
—De acuerdo. Quisiera ir a mi casa primero.
—Esta bien. Así recoge sus cosas y habla con su madre, para que no haya
problemas esta noche y se quede conmigo. La pasaré a buscar a las 7, así de
paso descansa algo.
—De acuerdo.
William me trajo a la casa y se despidió. Entré a la casa y por suerte mi madre
no se veía por ninguna parte. Me fui a mi cuarto y me tiré en la cama. Han
pasado tantas cosas en tan pocos días. Desde que conseguí ese trabajo, los
problemas han venido en cadena. Lo peor de todo es que la mayoría vienen de
las dos personas que deseaban que encontrará un trabajo. Mi madre y Erick.
Estuve toda la tarde en mi cuarto. Luego me di un baño y me arregle. No sabía
que ropa ponerme. Después de un rato tratando de decidir, escogí un traje
negro. Lo importante es verme presentable. Me dejé el pelo suelto y me puse
algo de maquillaje. Claro, para subir un poco el autoestima. No suelo
maquillarme, pero tengo los momentos en que para subirme el autoestima lo
hago. Faltaba poco para que llegara William. No encontraba el collar que me
regaló mi abuela. Lo busqué por todo mi cuarto y no lo encontré. Al no tener
donde la buscar, quise entrar al cuarto de mi madre. Al encender la luz me
quedé helada al ver dinero por todo su cuarto. Encima de la cama, en la mesita
de noche, en el suelo, en todos lados había dinero. ¿Cómo mi madre tiene tanto
dinero encima? ¿De dónde lo saco? Es demasiado dinero para alguien que
trabaja de bartender. Busqué en su gaveta y encontré el collar que estaba
buscando. Me lo puse y salí de la habitación. Le escribí un mensaje para que
me llamara, pero no respondió. En los términos que estamos, tampoco creo
que lo haga. Tengo que saber de dónde sacó eso. Recordé el dinero que me
mostró Erick, pero no era ni la mitad de lo que hay en su cuarto; además de
que, ¿Por qué Erick le daría tanto dinero a mi madre? No hay forma de que sea
eso. Tendré que esperar a verla mañana.
William llegó minutos antes de la hora que acordamos. Por suerte ya había
recogido todo y estaba lista.
—Estás sumamente hermosa. — besó mi mano y me entregó un ramo de rosas
rojas.— Qué honor de poder presumir a mi mujer esta noche.
Jamás me habían dado flores. Son tan hermosas y su aroma es tan relajante.
Sentí mi corazón latiendo muy rápido.
—Muchas gracias. Aun no me acostumbro a ese término. — respondí
nerviosa.
—Lo harás pronto, preciosa.
Guardó el pequeño bulto con mis cosas en el auto y me ayudó a subir.
Entrelazó sus dedos a los míos mientras manejaba. Estaba algo nerviosa por
haberlo hecho tan de repente.
Llegamos a un restaurante bastante elegante y nos sentamos en una mesa cerca
de la ventana. Se podía apreciar el cielo y las estrellas claramente. Luego de
ordenar, fijó su mirada en mí.
—Hoy si tengo un propósito por el cual quise invitarte a salir. Quisiera
contarte un poco de mi y así nos vayamos conociendo más, pero primero
quiero saber si deseas escuchar esta aburrida conversación de mi vida. —
sonrió divertido.
—Claro que sí, me gustaría saber más.
—Veamos qué hay de interesante para contarte. Nunca le he contado a nadie
sobre mí. Bueno, desde mis 17 años estoy manejando la empresa de mi madre.
A esto me he dedicado casi toda la vida. Me educaron desde pequeño para
convertirme en esto que tiene enfrente, para así poder cubrir mi puesto en la
empresa. Siempre he sido alguien correcto, no quería distracciones, no
pensaba en romance, para mí todo lo era la empresa. En realidad toda mi vida
ha sido libros y negocio. Una vida aburrida para cualquiera que la imagine,
pero para mí lo era todo. Me crié solo con mi madre, como ya la conociste,
tremenda joya. En realidad la figura de padre jamás la tuve presente hasta los
20 años. Ya lo conociste y sabes la clase de persona que es. El caso es que
todo lo que se, todo lo que soy, se lo debo a mi madre; lo directo y lo serio
también cuenta. Como ya has visto, es algo que me ha traído problemas y
malos entendidos. No soy un santo, pero tampoco soy ese demonio que pintan
en los medios. — sonrió y me miró fijamente.— Puedo improvisar una
presentación completa a última hora, pero cuando me toca hablar contigo, me
pongo tan nervioso que olvido la mitad de lo que quiero decir. Qué irónico. —
sonrió divertido.
—¿Así que alguien como usted se puede poner nervioso?— reí para no
mostrar la felicidad y la vergüenza que sentí al escuchar eso.
—No me ocurría, siempre he tratado de ser fuerte, pero todo eso me sucede
cuando estoy contigo. — sonrió dulcemente.
Me quedé admirando esa hermosa sonrisa que tiene.
—Desde que la ví por primera vez en el ascensor me llamó mucho la atención.
Nunca había sentido esa atracción tan fuerte por alguien. Esto sonará
inapropiado, pero en realidad tengo que mencionarlo. Me encantó mucho su
cuerpo. Aquella blusa púrpura y el pantalón negro la hacia ver muy atractiva.
—¿Cómo es que se acuerda? — sentí tanta vergüenza al escucharlo.
—Cuando algo te gusta demasiado, eres capaz de recordar hasta el más
mínimo detalle. Debe sonar muy atrevido de mi parte, pero no voy a mentirle.
La realidad es que al principio pensé que solo era una atracción física, pero
cuando la comencé a tratar y fui conociendo su forma de ser, me encantó
mucho más. Su determinación, honestidad, sus habilidades y la forma en que se
expresa, me gustó mucho. La dulzura de su café en las mañanas, el desviar la
mirada cuando se avergüenza, su dulce sonrisa y sus deliciosos besos, me
terminaron de volver loco. Me juré a mi mismo que la quería para mí y es por
eso que estoy aquí. No sé si te gusto de la misma forma que tú a mí, pero
quisiera que me des una oportunidad de demostrarte lo mucho que me encantas
y lo feliz que puedo hacerte. En pocas palabras, quisiera que me des la
oportunidad de conquistarte.
—William… — lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas. Nunca me
habían dicho unas palabras tan bonitas. Me sentía feliz, pero aún así mis
lágrimas seguían saliendo.
—Lo siento, ¿Dije algo que no debía?— se levantó de la mesa y se arrodilló a
mis pies.
—Lo siento. — tapé mi rostro de la vergüenza. Jamás me había sucedido
frente a alguien. Estaba tratando de no llorar más, pero entre más intentaba
evitarlo, más lágrimas salían.
William quitó mis manos de la cara.
—Incluso llorando te ves hermosa. No tienes que avergonzarte, bonita.—
llevó su mano a mi mentón.— Todo lo que dije fue en serio. Me encantas,
Jasmin.
—¿Y si digo que si, William?
—Eso fue un ataque inesperado y muy directo. No pensé que responderías. —
se puso sumamente nervioso. Sus palabras se escucharon entrecortadas y
comencé a reír.
—Me atacaste primero. — sus orejas se pusieron rojas y no podía parar de
reírme. Con su reacción logré detener mis lágrimas y solo pude reír.
—Veamos cuánto más vas a reír. — entralazó su mano en mi pelo y me jaló
hacía él para besarme. Siempre logra lo que quiere. Mi risa se pasmo y la
vergüenza llegó. — ¿Quien ríe ahora, preciosa? — se levantó del suelo y
sonrió.
Se sentó en la silla de vuelta y seguimos hablando de otros temas. Cenamos y
luego me trajo a una casa. No era la misma de la Sra. Jade.
—¿Dónde estamos?
—¿Donde crees, bonita?
—¿Es tu casa? Creí que vivía con la Sra. Jade.
—Efectivamente, esta es mi casa y a que no adivinas, princesa…
—¿Qué?
—Que vivo solo, preciosa. — esbozó una sonrisa llena de malicia.
Me ayudó a bajar del auto y cerró la puerta.
—¿Solo? — le pregunté nerviosa.
Me acorralo contra la puerta del auto.
—¿Nerviosa?
—Un poco.
—Tranquila, no te obligare a nada que no quieras. Aunque quisiera saber si
deseas que suceda algo entre los dos.
—No me harás responder eso, ¿Verdad?— respondí avergonzada.
—Si no deseas decirlo en palabras, respóndeme con hechos. — me besó lento,
pero apasionadamente y puso sus manos en mi cintura. La intensidad de su
beso, combinado con su agarré hizo que mi cuerpo se sintiera extraño y dejará
escapar un gemido involuntario.
—Mhm, creo escuchar un si. ¿Quieres que me detenga? — subió sus manos
por mi espalda y eso producía cosquillas, pero también un escalofrío en todo
mi cuerpo.
—No, no quiero. — musité con mi voz entrecortada.
Se acercó a mi oído y lo besó.
—Sé mía, Jasmin.
Escuchar esas palabras hicieron que mi cuerpo se estremeciera. Nunca había
pensando en que tendría oportunidad de estar con alguien. Realmente sentía
ganas de experimentar algún día esto y ahora que lo conocí, quisiera que fuera
con el.
Estaba muy nerviosa para poder responder. Así que lo besé de vuelta en
respuesta.
—Ven conmigo. — me agarró la mano y entramos a la casa.
Es una casa muy grande para el vivir aquí solo. Es casi igual de grande que la
de la Sra. Jade.
—Tienes una casa muy bonita.
—Gracias. Ahora también es tuya. Puedes venir hacerme compañía siempre
que quieras. Quisiera mostrarte la casa, pero tendrá que ser luego. No quiero
que lo que tengo preparado se arruine.
—¿Preparado?
—Ven.
Me agarró la mano y subimos unas escaleras. Al subirlas me tapo los ojos. Me
asusté al sentir sus manos, no esperaba que me tapara los ojos.
—No hagas trampa, linda. — me guío por unos segundos y luego me quitó la
mano. —Ahora puedes mirar.
Me quedé sin palabras al ver unas velas y pétalos rojos creando un camino a
la habitación. Caminé hasta la puerta y me siguió. La abrió por mi y fue como
si hubiera abierto la puerta a otro mundo. La habitación estaba llena de pétalos
de rosas rojas y blancas por el suelo y la cama, había velas por toda la
habitación. El aroma de las rosas y las velas combinado, me hacía sentir de
alguna forma relajada. Una bandeja color oro con dos copas estaban sobre la
mesa.
—¿Te gusta?— me sujetó por la cintura de espalda y se acercó a mi oído.
—Me encanta, ¿Lo hiciste tú?
—Si, en realidad nunca lo había hecho antes, así que espero realmente que te
guste. Digamos que es mi primera vez también. — comenzó a reír
descaradamente.
—Ya tenias todo preparado eh…
—La otra noche no estaba preparado y me arrepentí un millón de veces, así
que quise adelantarme a los hechos.
—Eres increíble.
—Tu eres increíble. Hueles tan bien. — besó mi hombro y mi cuerpo comenzó
a temblar. Me soltó y caminó a la mesa. Tomó una copa y me paso la otra.
—Yo no tomo.
—Lo se, pero no es alcohol. — le di un sorbo y era jugo de uva blanca.
—Piensas en todo.
—En todo lo que tenga que ver contigo, mi reina. — soltó la copa y le pase la
mía.
Tenía el corazón acelerado. Los nervios me estaban invadiendo. El ambiente
estaba tranquilo, pero ver su mirada tan penetrante encima de mí, me estaba
haciendo sentir nerviosa.
Se acercó lentamente a mí sin desviar la mirada y me quedé quieta.
—Esta ropa estorba. — puso sus manos en mi cintura acercándome a su
cuerpo y me besó. Sus manos descendieron de mi cintura a mis muslos, una de
ellas fue subiendo parte del traje y tuvo contacto directo con mi piel, mientras
que la otra se movía lentamente hacia mi entrepierna. Mi cuerpo estaba
temblando al sentir la calidez de su mano. Sus labios fueron descendiendo
suavemente hacia mí cuello y solté un leve gemido. Ambas manos subieron el
traje y me lo quitó. A pesar de no ser la primera vez que me ve en ropa
interior, me sentía algo insegura. Me hizo recostarme en la cama y él se quedó
de pie mirando mi cuerpo semidesnudo. Fue desajustando su corbata sin
desviar la mirada de mí. Quitó su traje junto a la corbata y la tiró a otra parte.
Fue quitando botón tras botón de su camisa y al terminar con el último sonrió.
—¿Quieres tocar? — su inesperada pregunta me causo mucha vergüenza.
Se acercó y sujetó mi mano, fue pasándola por su abdomen lentamente. Creí
que moriría de la vergüenza. Su suave piel y abdomen marcado me iban a
sacar el corazón del pecho. Al fijar mi mirada en su erección, William sonrió.
—Está feliz de verte, preciosa. — sonrió con picardía y no sabía dónde meter
mi cara.
Caminó hacia el otro lado de la cama y se acomodó entre mis piernas.
—Cierra los ojos y no los abras. — hice lo que dijo y traté de quedarme lo
más tranquila posible.
Rozó algo suave y cálido por mi brazo, lentamente fue pasándolo por mis
hombros y bajando a mi pecho. Producía escalofrío por todo mi cuerpo cada
vez que lo hacía. Hizo lo mismo en ambos brazos. Al llegar a mi pecho sentí
cuando lo rozó entremedio de mis senos. Suavemente descendió hasta mi
vientre y se detuvo. Sentí cuando se movió en la cama y en instantes sus suaves
labios besaron mi ombligo. Movió suavemente lo que estaba pasando y detrás
de él, sus labios y lengua recorrían el área que ese objeto tocaba. Esa
sensación era demasiado. Mi cuerpo se sentía muy caliente y mi respiración
estaba muy agitada. Descendió a mis piernas y esa delicadeza con la que lo
hacía me estaba enloqueciendo. Hizo lo mismo en ambas piernas y luego subió
por mi entrepierna hasta llegar a mi ropa interior. Una corriente sentí dentro de
mi. Frotó el objeto de forma circular por encima de mi vagina y dejé escapar
un gemido fuerte. Se detuvo y quitó mi ropa interior.
—William…
—Relájate, princesa. — en instantes sentí la suavidad y humedad de su lengua
en mi parte baja. Traté de aguantar los gemidos que ocasionó con su
inesperada acción. — Quiero escucharte. Deja escapar esa dulce voz que me
vuelve loco. — besó mi entrepierna y dió unas pequeñas y suaves mordidas.
Mi cuerpo se sintió más caliente de lo que ya estaba. Volvió a lamer con
suavidad mi parte baja. Se sentía tan intenso que mi cuerpo estaba temblando
demasiado. Mis jadeos ya eran incontrolables y ese hormigueo dentro de mi,
estaba queriendo acabar conmigo. Entre más trataba de evitarlo, más difícil se
volvía. Cuando aceleró sus movimientos creí que perdería el control de mi.
Ese hormigueo incremento de una forma que no pude evitarlo más. El
escalofrío junto a una sensación de humedad invadió mi parte baja. Mi cuerpo
estaba temblando, en especial mis piernas.
William se acomodó bien en mi entrepierna y sentí sus manos cuando soltaron
el sostén por al frente, dejándome completamente desnuda. Acercó su
erección, aún con el pantalón puesto a mi parte baja.
—Eres tan hermosa. Quiero ver más de tí. — sus manos comenzaron a
masajear suavemente mis senos y acercó su boca a mi cuello, lo mordió con
delicadeza y lo lamió. Al hacer eso luego de lo que hizo hace un momento, me
causaba ese hormigueo nuevamente. Sentí su lengua en mi seno y un calor se
apoderó de mi. Masajeaba mis senos mientras los lamía y daba suaves
chupones en ellos. Presionaba su erección contra mi vagina y se sentía
realmente bien.
Escuché el cierre de su pantalón y me puse algo tensa.
—Abre los ojos, preciosa. — hice lo que dijo y su expresión lucía diferente.
Se veía realmente excitado, su mirada dulce me hechizó. —¿Estás segura de
querer continuar? Puedo detenerme si no te sientes preparada.
—¿Como puedes decir eso ahora?
—Esperaba que dijeras algo parecido. Tengo preservativos, pero en realidad
no quisiera usarlos contigo. Al menos no en tu primera vez.
—¿Por qué tienes que hablar sobre eso ahora?— me sentí avergonzada.
—Porque es una decisión que nos compete a los dos. Quiero que me sientas
bien y yo poder sentirte a ti.
—No digas esas cosas tan vergonzosas.
Quitó completamente su pantalón y terminó por quitarse la camisa.
—Quiero estar dentro de ti. — rozó su erección por encima de mí vagina y me
quedé quieta. Sentía algo de miedo y estaba muy tensa.
—¿Sabes lo mucho que me encantas? Realmente estoy feliz en este momento.
El poder tenerte aquí conmigo, es algo que no voy a olvidar nunca. Espero que
tú tampoco lo hagas.— me besó tiernamente y de una estocada me penetró.
Apreté sus hombros al sentir ese dolor y cerré mis ojos. Traté de aguantar lo
más que pude para no estar tan tensa. William soltó un quejido tierno al
hacerlo.
—Perdóname, no quisiera causarte dolor. Te juro que esta será la primera y
única vez que te lastime. — me besó de vuelta y se quedó quieto. Estaba
tratando de recuperar mis fuerzas para poder aguantar lo que todavía faltaba.
Luego de un momento trató de moverse lentamente y solté un gemido al sentir
esa presión en mi parte baja. Me besó en la mejilla y bajó a mi cuello. —Voy a
moverme un poco más. Pronto se sentirá mejor. — se movió suavemente y me
besó, tan apasionado e intenso que siempre. Siguió moviéndose dentro de mi,
dejando escapar suaves y dulces jadeos en mi oído. Su voz se escucha tan
excitante. —¿Se siente mejor, bonita?
—Si. — apreté un poco más sus hombros y dejó escapar un gemido suave.
—Me encanta que hagas eso.— mi cuerpo estaba temblando en cada suave y
profunda estocada que daba.— Se siente tan bien dentro de ti. — musitó entre
jadeos. Su voz temblorosa y la presión de sus estocadas estaban a punto de
hacerme perder la cordura. Me besó intensamente y su lengua jugaba con la
mía. Aceleró un poco sus movimientos y se sentía mejor, podía tolerar un poco
más la presión. Me miró fijamente con una mirada seductora.— Es tan sexy
verte así. Quiero más de tí, mucho más. — aceleró más sus movimientos y
rodeé su espalda con mis piernas. Estuvimos así por un tiempo.
—Me vas a volver más loco, princesa. Tu interior está tan húmedo y ajustado.
— escuchar eso provocó ese hormigueo dentro de mi.
—No lo digas así. — le pedí entre jadeos. William sonrió.
—¿Estás a tu límite, bonita? Puedo sentirlo. — me sujetó ambas manos contra
la cama, sin ejercer mucha fuerza y me besó el cuello hasta subir a mi oreja.
Sentí esa corriente dentro mi. Mi cuerpo está muy sensible y el lo sabe. —
Quiero escucharte decir mi nombre.
—No hagas esto.— respondí temblorosa al escuchar su voz tan cerca de mi
oído. El hormigueo regresó, sentía que si el no se detenía, no iba a poder
aguantar más. — Detente, William.— pedí con mi voz entrecortada. William
mordió sus labios y sonrió.
—Voy a terminar en ti, reina. — me besó robando cualquier palabra que
pudiera añadir. Se movió más rápido y no pude aguantar más. Sentí que mi
vientre se contrajo y una sensación de calor emergió de mi. William estaba
agitado y yo no ni se diga. Mi cuerpo aún luego de eso estaba temblando.
—¿Te sientes bien? ¿No te lastimé demasiado?
—Estoy bien, no te preocupes.
—Eres tan bella. Quiero tenerte así todos los días. — acarició mi mejilla y me
besó. — Gracias por esto. Soy el hombre más feliz y afortunado del mundo,
porque te tengo a ti.
—Gracias por tratarme tan bien, William.
Se acostó al lado mío y me jaló hacía él.
—Quiero que te quedes así junto a mi. — recostó mi cabeza en su pecho. —
Eres oficialmente mi mujer, en todos los aspectos. ¿Estás feliz tanto como yo?
—Si, lo estoy. — ambos sonreímos a la vez. Puse mi mano en su pecho y me
acomode.
—Descansa un poco, preciosa. —cerré mis ojos y acarició tiernamente mi
mejilla.
No sabía que algo se podía sentir tan bien. Tantas emociones en una sola
noche. No quisiera que esta felicidad que siento se acabe nunca.
Al día siguiente:
—¿Cómo está, Sra. Leandra?— preguntó Erick.
—Bien, ¿Y tú? ¿Qué te trae por aquí tan temprano?
—¿Habló con su hija?
—No, no he podido. La chiquilla no durmió aquí.
—¿Cómo que no durmió aquí? ¿Otra vez se quedó en otra parte?
—Si, aún no ha regresado.
—¿Qué cree que hace? ¿No hará nada para evitarlo?
—Yo no puedo hacer nada, Erick. ¿Qué pretendes que haga? ¿Qué la amarre a
la cama y le impida salir?
—Sería una buena opción. Su hija se le está escapando de las manos y no hace
nada para evitarlo.
—No hay nada que pueda hacer. Ella ya no es una niña.
—Es el maldito colmo.
—Olvídate de ella, Erick. Ella no se fijara en ti. Ella no te quiere, ¿Por qué te
cuesta tanto entenderlo? Estás perdiendo tu tiempo con ella.
—Será mejor que no diga nada más. No he llegado hasta aquí para oír
sermones. Si ese imbécil no hubiera aparecido en la vida de ella, nada de esto
estaría pasando.
—Pero pasó. Aunque no quieras aceptarlo él tiene todas las de ganar. Mi hija
está que se muere por ese jefecito, mientras que tú te quedas solito y
alborotado. Pobre de ti, Erick.
—Escúchame bien, Leandra. No te olvides de lo que acordamos. Tú quedaste
en ayudarme y te conviene hacerlo, o olvídate de el dinero que te di.
—Jasmin no me hará caso a mí y tú muy bien lo sabes. Ella perdió el respeto
hacia mí hace mucho. Ahora que conoció la cartera que tiene su jefecito no
creo que podamos hacer nada para evitar que termine con el. Deberás
aceptarlo.
—¡No lo acepto!— gritó molesto. — Será mejor que dejes de burlarte. Ella
me pertenece y no se la daré a nadie.
—Estás enfermo, Erick. ¿Qué pretendes que haga?
—Quiero que me avises cuando llegue. Dame las llaves de la casa.
—¿Las llaves?
—Esta noche vas a trabajar, ¿No es así?
—Si, ¿Por qué?
—Solo vendré hablar con ella y arreglar las cosas. Ya que no me quiere ver ni
en pintura, me voy asegurar de que lo haga. Ella va a entender de una vez de
que ese tipo no le conviene.
—Es lo único que puedo hacer por ti. Toma. — le entregó las llaves de la
casa.
—Gracias, se las entregaré luego.
—Y no empeores las cosas con ella, Erick. Me complicas las cosas a mi
también.
—No se preocupe, ese problema lo resolveré hoy mismo.
—Ten cuidado con lo que haces, Erick.
Erick salió de la casa.
………………
Desperté con el sonido de la puerta. Mi cuerpo se sentía más pesado que de
costumbre. Al abrir mis ojos ví a William acercarse a la cama con una
bandeja.
—Buenos días, ¿Cómo amaneció mi adorada reina?— desde muy temprano al
ataque. Sentía vergüenza, a pesar de lo que había ocurrido anoche.
—Estoy bien, ¿Y tú?— respondí nerviosa.
Siento mucho que hayas despertado y no haber estado al ladito tuyo. Verás que
quería presumir mis habilidades culinarias.
—No sabía que también sabía cocinar.
—Sé hacer de todo. Soy un buen partido, linda.
—Suena muy lindo para ser verdad. — reí divertida.
—¿No lo confirme lo suficiente anoche, preciosa?
—Ya entendí. — mi risa de pasmo y el comenzó a reír.
—Así me gusta.
—¿Puedo usar el baño?
—Puedes usar lo que quiera que esté en esta casa y en este cuarto.
—Vaya, creo haber entendido la referencia.
—Puedo ayudarte si quieres.
—No te preocupes. — reí nerviosa.
La mochila la había traído al cuarto, al parecer mientras dormía, porque
anoche no la bajamos del auto. La cogí y entré al baño. Me miré en el espejo y
toqué mi cuello. Aún no puedo creer lo que sucedió entre él y yo. Si no
estuviera viéndolo, pensaría que todo fue un sueño. Mi cuerpo se siente
distinto, a pesar de ser el mismo. Es como si aún estuvieran sus labios en mi
cuello, o sus manos en mi cuerpo. Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza. Tengo
que reponerme. No es tiempo de estar pensando en eso. Me bañé y me arregle.
Al salir me encontré a William sentado en el borde de la cama y en toalla.
Tragué saliva y me acerqué.
—¿Te bañaste?
—Aproveché para hacer lo mismo en la otra habitación. Prueba el desayuno,
linda.
—¿No comerás?
—Si, pero de tu boca. — sonrió pícaro y me jaló hacía él.
—¿Qué hace?
—¿Por qué no adelantamos el postre?
—Pero debe ir a la empresa.
—La empresa puede esperar.
—Jefe, tiene sus obligaciones y prioridades… — le dije fingiendo actitud y
suspiró desanimado.
—Ya entendí. — suspiró y reí internamente. Miró su reloj y sonrió.— Bueno,
aún tenemos 14 minutos para salir a la empresa. Un poquito de cariñito
mañanero no vendría mal. Ven aquí. — se recostó y me hizo seña para que me
subiera sobre él.
—William… — me sujetó la mano y me hizo sentarme sobre el. Me sentía muy
avergonzada al estar así. Pude sentir su erección por encima de mí ropa
interior y sentí mi rostro caliente.
—Te ves muy bien así. —puso sus manos en mi cintura y sonrió. — Acércate.
—me acerqué a él y entralazó su mano en mi pelo para besarme.
—Ya es suficiente.
—¿Estás perdiendo el autocontrol, princesa? Es muy pronto para hacerlo. —
me besó el cuello y puse mis manos en su pecho.
—No más.
—Es un pequeño castigo, linda. — presionó mis caderas contra él haciéndome
sentir su erección.
—No es divertido. — respondí agitada.
—Tu expresión me demuestra lo contrario. Me encantas, princesa. Ya no más
juegos. Seré bueno. — me besó por última vez y me levanté.
Desayuné y luego me puse el otro uniforme. No pensé que cocinaba tan rico.
—Estuvo delicioso. Gracias. — le dije observándolo mientras se ponía el
gabán.
—Para que veas que sé hacer de todo.— sonrió divertido. —¿Puede?— sujetó
la corbata y me miró con una sonrisa.
Me acerqué a él y se la comencé ajustar.
—Antes no podía, pero ahora si. — me apretó los glúteos y me acercó a él.
—William…
—Me encantas. Quisiera que todas mis mañanas fueran así y no tan solitarias.
— se veía algo afligido. Debe sentirse tan solo en esta casa.
Puse mis manos alrededor de su cuello.
—Ahora no estará solo.
—Me está provocando y estoy a punto de cancelar el viaje a la empresa.
—Lo siento.
—Aunque debería hacerlo más a menudo. — llevó su mano a mi mentón. — Te
ves tan hermosa que quisiera hacerte el amor otra vez.
—Estamos tarde, William.
—Dije quisiera, no dije que lo haría.— sonrió pícaro.— ¿Nos vamos?—
sonrió y me agarró la mano.
—Si. — sonreí de vuelta.
Al llegar a la empresa estaba llena de reporteros. Estaban algo agresivos
queriendo entrar a la empresa.
—Parece que ya se corrió el rumor. Eso fue muy rápido.— comentó William.
—No te preocupes, linda. Vas a entrar por la puerta trasera y te pondrás esto.
— buscó una gorra en el asiento de atrás y me la puso en la cabeza.— Se que
no combina con la ropa que tiene, pero evitará que reconozcan su rostro. No sé
cuán enterados están de la situación y no voy arriesgarte, preciosa.
—Pero ¿Y tú?
—Si que eres hermosa. — se me quedó viendo con una sonrisa tierna y desvíe
la mirada avergonzada. — Voy a ir rápido, no te dejaré esperando. — acarició
mi mejilla y sonreí.
Me bajé del auto con mi cartera y caminé mirando el suelo. Estaban haciendo
mucho alboroto. Lo que no esperaba era que en la puerta trasera hubieran tres
reporteros tratando de entrar. No sabía qué hacer. Quedé en encontrarme con
William aquí y no quiero irme sin estar segura de que entre bien. Odia los
reporteros y si ve a estos aquí se pondrá furioso. Tengo que esperar por el
para entrar. No puedo dejarlo solo con esa gente. Quise retroceder, pero uno
de ellos miró a mi dirección.
—¿Me creería si le digo que soy la conserje?— añadí sarcástica. Creo que
con el uniforme está mas que claro, pero la gente es tan idiota.
—Yo a usted la conozco. Es la asistente del Sr. Cole. — la otra periodista que
aún estaba en la puerta se acercó. Al ver su rostro la reconocí. Era la
reportera amargada de la última entrevista de William.
—Alegaron que quien denunció al Sr. Keller por agresión, fue nada más y
nada menos que la asistente de su hijo William Cole. ¿Quién mejor que usted
para aclararnos ese rumor? — acercó la grabadora a mi cara.
—No tengo nada que decir y aunque tuviera que hacerlo, tengan por seguro
que a ustedes no les diría nada.
—Sr. Cole, qué gusto verlo nuevamente. No pensé que daría la cara luego de
este escándalo. — comentó acercando la grabadora a su cara.
—Les pido que se retiren. Ni yo ni nadie les dará la información que quieren.
Es algo privado de la familia Cole, no es algo en lo que tienen que intervenir.
—Lo único que estoy diciendo es que no es problema de ustedes lo que ocurra
o no ocurra en mi familia. Por ende, espero que se hayan marchado a la hora
de salida, no quiero tener que cruzarme nuevamente con ustedes. Les pido
amablemente que se salgan de mi camino.— William me agarró la mano y me
hizo caminar con el. Abrió la puerta de un jalón y el guardia de seguridad que
la estaba sujetando se asustó.
—Fui muy amable. Si conocieras todo lo que les he hecho a otros, pensarías
que soy una persona horrible. — reí ante su comentario.
—Hasta que por fin te encuentro, sobrino. — el Sr. Dany estaba con su
asistente frente a la oficina de William.
—Tu madre me contó sobre la situación y quería saber si todo está a en orden.
Ví todo ese gentío allá abajo y me dió escalofríos.
—Queria pedirte el permiso de que nos dejes quedar en la empresa por unos
meses. Como abogado ayudaré a mi querida hermana para el divorcio y de
paso ayudaré a la señorita aquí presente. — me miró y sonrió.
—Para nada. — caminé con ella al cuarto donde está la máquina del café.
—Es sorprendente lo que ha hecho con el Sr. William. Aún el Sr. Dany no
puede creerlo.
—¿Sobre qué?
—No parece en nada a la persona que era antes. Cuando venía de visita el Sr.
Dany mayormente el Sr. William se mantenía lejos, siempre ha si reservado,
serio y hostil. Ni siquiera asistía a las reuniones que preparaba la Sra. Jade,
donde estuviera el Sr. Dany. Nos tomo por sorpresa que aceptara la última
reunión y que ahora haya accedido a hablar con él sin problema. Es increíble.
—Ni siquiera la Sra. Jade podía hacerlo cambiar de opinión. ¿Le es fácil
trabajar con el? Digo, siendo su pareja no creo que le sea tan difícil tampoco,
pero me refiero a cuando empezó.
—Alrededor de 8 años.
Nos quedamos hablando por un rato y tomando el café. El Sr. Dany junto a
William entraron a donde estábamos y me levanté de la silla.
—Fue un placer poder hablar con usted. Me hizo muy bien. Espero podamos
llevarnos bien y quizás ser buenas amigas. Ahora más que estaremos
trabajando juntas. — me dió un apretón de manos y sonrió amablemente.
—Tiene pendiente dos reuniones y una cena con el Sr. Bruse esta noche.
—¿Qué más?
—Me suena a que falta algo más. Me pregunto que podría ser.
Me giré hacia él y sonrió.
Sonrió y mordió sus labios. Solamente ese gesto hace mi cuerpo estremecerse.
—Siento mucho haber estado tan distraída y no darme cuenta de lo que desea
en este momento.
Caminé hacia el y sonreí. Cerré mis ojos para tomar algo de valentía y lo
besé.
—Bien, gracias por preguntar. Iré sin rodeos. Quería hablar sobre el dinero
que tienes en tu cuarto. ¿De dónde lo sacaste?
Ignore lo que dijo y me fui al cuarto. Necesito relajarme, han sido días
pésimos. Me desvestí y me fui al baño. Me quedé por un rato dejando caer el
agua en mi espalda. De pronto escuché el ruido de la puerta de entrada.
Me quedé en el baño por un rato más y luego salí. Caminé a la cocina en toalla
y me tomé un vaso de agua para luego irme a mi cuarto. Al entrar encendí la
luz y caminé al armario, cuando de pronto me pusieron un paño blanco en la
boca y una mano me agarró bruscamente el cuello. Quise forcejear tratando de
quitar el paño de mi boca, pero mi cuerpo se estaba sintiendo débil. A pesar
de eso logré tirar una patada y golpear la pierna de la persona, pero no sirvió
de mucho. Aunque logré soltarme por un pequeño instante, no pude aguantar
más el cansancio que mi cuerpo sentía. No tenía fuerza para poder evitar que
volviera a cubrirme la boca con el paño. Termine perdiendo el conocimiento y
no recuerdo nada más.
Advertencia: Las siguientes escenas pueden causar disconformidad.
Leanlo bajo su propio riesgo.
—¿Por qué me obligas a esto, Jas? ¿Por qué me alejas de ti cuando más te
necesito? ¿Por qué me desprecias? Antes era la persona más importante para
ti. ¿Por qué tuvo que cambiar eso? Si ese infeliz no hubiera aparecido, todo
estaría igual que siempre. Dormirías, jugarías y saldrías conmigo. Desde
pequeños hemos sido muy unidos y ahora todo se ha ido a la mierda. Te he
amado desde siempre y preferí quedarme en silencio con tal de no joder
nuestra amistad, pero cuando planeaba confesarte lo que sentía, tuvo que
aparecer el a confundirte. Sé que en el fondo tú me quieres también, solo que
el te ha llenado el oído de puras mentiras y tú le has creído. No te culpo, sé
que eres muy inocente e ingenua. No te has enfrentado a la realidad de la vida,
hasta ahora. Yo siempre he querido ser el primero y el único en tu vida, en tu
corazón, incluso en tu cuerpo, ¿Por qué de la única forma que puedo tenerte es
así? No sabes lo que duele tener que despertar solo en esa maldita casa, no
poderte tener a mi lado como antes. Me duele que no me dejes amarte como
quiero. Yo no quería causarte ningún daño y a esto me obligas.
……………....
—¿Te sucede algo, Lea?— le preguntó la compañera de trabajo a Leandra.
—No se, siento un dolor en el pecho espantoso.
—¿Has ido al médico? ¿No será lo que te estás metiendo?
—No seas tonta. Se me hace difícil respirar bien. Yo no estaba así.
—Vete a tu casa.
—No, no puedo irme. Hoy es uno de los días en que más se vende. ¿Cómo
podría irme?
—No quiero tener que llevarte al hospital después.
—No exageres.
—¿Estás bien, Lea?
—Esa punzada ahí en el pecho, no me deja quieta. ¡Maldita sea!
—Si te tienes que irte puedes hacerlo, yo puedo cubrirte. Ve al hospital para
que te atiendan o algo.
—Tendré que hacerte caso. No puedo con este dolor. No te quedes con mi
dinero.
—No lo haré.
……………..
—Hubiera dado todo para poder verte así desnuda. Poder besarte, tocarte y
sentirte. No sabes como deseaba esto, pero a la buena, no así. Quería que
estuvieras despierta para poder ver tus dulces expresiones. No quisiera
imaginarte más, quisiera tenerte. Es increíble cómo ha pasado el tiempo, ya no
eres una niña. Te ves tan hermosa y mucho más desarrollada. — besó sus
labios.— Antes de comenzar debo prepararte. No quiero que despiertes
adolorida. Te juro que voy a tratarte bien. — abrió las piernas de Jasmin y se
acomodó entre ellas. Fue cuando logró darse cuenta de que algo andaba mal.
—¿Qué fue lo que hiciste, Jas? Ese infeliz se adelantó. ¿Cómo pudiste
hacerme esto? Por lo que tanto tiempo esperé, vino ese infeliz a robarmelo. —
dió un golpe de rabia contra la cama. — ¿Cómo pudiste caer con ese
desgraciado? Ese infeliz me las va a pagar. Te lo juro, Jas. Así sea lo último
que haga en esta vida.
Comenzó a masturbarse viendo el cuerpo desnudo de Jasmin y un sonido lo
alarmó. La madre de Jasmin había abierto la puerta y encontró la escena de lo
que estaba ocurriendo con su hija. Erick se quedó tranquilo, a pesar de haberla
visto; en cambio ella se quedó petrificada.
—Por Dios, ¿Qué has estado haciendo con mi hija?— soltó la cartera que
tenía.
—Hablando con ella, ¿No es eso lo que dije que haría?— respondió
sarcástico.
—Aléjate de mi hija.— le pidió acercándose a la cama.
—¿La más preocupada ahora? — arqueó una ceja.
—Estas enfermo. Llamaré a la policía ahora mismo. — recogió su cartera y
sacó el teléfono temblorosa y comenzó a marcar.
—Llámala y diré que eres mi cómplice. Te recuerdo que eres tú la que me dió
las llaves y recibió dinero de mi parte. No sé porque te sorprende tanto.
La Sra. Leandra soltó el teléfono al piso y tapó su boca.
—¿Qué le hiciste, Erick? ¿Qué le has hecho?
—Aun nada. Nada salió como quería. — se levantó y se vistió.— Su hija me
ha fallado. Tuvo sexo con ese infeliz.
La Sra. Leandra se acercó a su hija y la cubrió con la toalla.
—No te quiero cerca de ella nunca más. Te daré el dinero de vuelta, llévatelo
todo. No lo quiero.
—¿Y ese cambio a que se debe? Nunca te ha importado tu hija. Te da lo mismo
lo que le pase.
—Esto es una atrocidad.— respondió temblorosa.
—Mira lo poco que te importa que prefieres darme el dinero y olvidar lo que
aquí pasó, para así no terminar en la cárcel conmigo. Qué madre tan buena
tiene. Puedes estar tranquila, no le hice nada malo. Su cuerpo ya ha sido usado
por otro y me encargaré de cobrarsela.
—Necesitas ayuda, Erick. ¿Cómo pudiste hacerle esto a mi hija? Dijiste que
querías hablar con ella. Me dijiste que la querías y jamás le harías daño.
—Usted es la estúpida que me creyó. Quería hacerla mía, pero ya otro se
adelantó. Toma las llaves, ya no las necesito. — Erick tiró las llaves al suelo.
— Se despertara luego y no te preocupes que no me vio la cara. Inventa
cualquier excusa. Un ladrón o una pesadilla, lo que te dé la gana.
—Ibas abusar de mi hija ¿Hasta aquí has llegado? Estás muy enfermo.—
respondió en lágrimas.
—No eres quien para decirlo.
—No te vuelvas acercar a ella o esta vez sí te llamaré a la policía, Erick.
—Siento mucho decirte que eso no lo decides tú. Me acercaré todas veces que
quiera y atrévete a impedirlo y verás. — Erick se fue de la casa dejando a la
Sra. Leandra con la palabra en la boca.
Se tiró de rodillas en el piso y comenzó a llorar.
—Te juro que yo no pensé que esto iba a pasar, hija. Perdóname, por favor. Yo
no quería que sucediera esta atrocidad. Te lo juro. — se quedó en el suelo de
rodillas llorando y tapando su cara. No podía creer todavía lo que había
presenciado.
Desperté con un dolor de cabeza muy fuerte, mi cuerpo se sentía débil y
agotado. Cuando caí en cuenta de que estaba en mi cama, miré alrededor al
recordar lo que había sucedido ayer. Me asusté demasiado y quedé sentada.
Mi mamá estaba acostada en el piso y me levanté como pude para acercarme a
ella.
—¿Mamá? ¿Estás bien? — mi madre levantó la cabeza y me abrazó por las
piernas. —¿Te atacaron, mamá?
—¿De qué hablas, mi niña? — sus ojos se veían rojos y llorosos.
—Ayer alguien se metió a la casa y me atacó, mamá. Me puso un paño en la
boca y luego no recuerdo nada más. Llegué a forcejear con la persona, pero no
logré nada.
—No sé de qué hablas. No deberías ver tantas películas antes de acostarte.
—Yo sé que lo ví, mamá. No fue una película. Aún mi cuerpo lo siento
extraño.
—He estado aquí contigo en todo momento.
Miré mi cuerpo y estaba vestida. Es extraño porque cuando ocurrió yo solo
tenía la toalla. Me sentía confundida. Yo sé lo que ví y aún siento los síntomas
que sentí anoche. No estoy loca, ni estoy imaginando cosas.
—Tenemos que llamar a la policía.
—¿Para que? ¿Cómo vas a ir con ese cuento a la policía? ¿Qué harás cuando
lleguen? ¿Tienes evidencia para probar eso que dices? Solo fue tu
subconsciente jugándote una mala broma, mi niña. Será mejor que dejes las
cosas hasta ahí.
—¿Por qué estabas llorando, mamá?
—Voy a preparar desayuno, mira la hora que es. Llegarás tarde al trabajo.
—¿Qué hora es? — al buscar el teléfono y ver la hora casi me da algo. —¿Por
qué no me habías levantado antes?
—Lo traté, pero estabas profundamente dormida.
¡Rayos! William debe estar por llegar y yo no estoy lista todavía. No podía
hacer las cosas a la velocidad que normalmente las haría. Estaba algo mareada
y sentía mi cuerpo muy débil, no podía con el dolor de cabeza. Me fui a bañar
y mi mamá se fue a preparar desayuno.
—Ya veo. Gracias por contarme, linda. Te prometo que no vas a volver a tener
una pesadilla tan espeluznante como esa, no mientras estés conmigo. —
acarició mi cabeza y sonrió relajado. —Eres muy hermosa para estar soñando
ese tipo de cosas. Se supone que sueñes conmigo, ¿Esta claro? — sonrió
coqueto y reí.
—Entendido.
—Es imposible aguantar las ganas de besarte cuando sonríes. — robó mis
labios y soltó un gemido suave.
Fue tan intenso que me dejó agitada.
—Será mejor que me detenga. Discúlpame por esos impulsos.
—No me molestan.
—No deberías admitir eso tan de repente. — se notó algo nervioso y reí
internamente.
…………….
La Sra. Leandra recogió todo el dinero en la mochila y se lo fue a entregar a
Erick. La puerta de su apartamento estaba entre abierta y tocó varias veces
antes de entrar.
—Erick, traje tu dinero.— caminó lentamente hasta la mesa del comedor para
dejarla ahí. Fue cuando se dió cuenta que encima de la mesa habían unas fotos.
Se dejó llevar por la curiosidad y se acercó a verlas. Se dió cuenta que en
ellas aparecía su hija durmiendo y en algunas otras estaba en ropa de dormir.
Al parecer habían revelado las fotos hace poco, ya que habían otras
sobresaliendo del sobre.
—¿Se te perdió algo? — preguntó Erick irritado. Se paró en toalla a lado de
la mesa.
La Sra. Leandra se sobresaltó al escuchar su voz.
—Me has dado un susto de muerte, Erick.
—Por algo será.
—¿Qué son estas fotos?
Erick llevó su mano al pelo y se lo peinó.
—¿No reconoce a su hija?— preguntó sarcástico.
—Quize decir, ¿Qué haces con esto? ¿Cuando tomaste estas fotos de mi hija?
¿Y con qué propósito?
—Estas haciendo preguntas que no son tu problema.
—Tu estás totalmente enfermo. ¿Desde cuando haces esto?
—Desde siempre. ¿Qué hay de malo con eso?
—Tienes que buscar ayuda. Tu no estas bien. Este no eres tú.
—¿Qué te trae por aquí?— evadió el tema.
—Vine a devolverte el dinero. No lo quiero.
—Ya te lo ganaste, ¿Para que lo quiero de vuelta?
—Yo no lo gané. Yo no quiero ese dinero y menos luego de saber tus
intenciones.
—Ya eres mi cómplice, aunque lo acepte de nuevo, las cosas no van a
cambiar.
—No te acerques más a mi hija, por favor. Si realmente la quieres, como te
llenabas la boca diciendo, no te acerques más a ella. — le pidió con lágrimas
en sus ojos.
—No me hagas repetir lo que le dije anoche. Yo no me voy alejar de ella,
ahora menos que nunca. Le pido que no traté de interponerse. Por el cariño que
le tengo y estos años en los que la he visto como una madre, no traté de
alejarla de mi, o no respondo. Suelta las fotos y vete.
La Sra. Leandra pasó por el lado de Erick y este le agarró el brazo.
—Y no traté de llamar a la policía, o se hundirá conmigo. Estamos juntos en
esto, no lo olvidé. — le soltó el brazo bruscamente y Leandra salió
rápidamente de la casa.
……………
Desayunamos juntos y nos fuimos a la empresa. Aún habían reporteros afuera y
decidimos bajarnos juntos para irnos por la puerta trasera. William no quería
que sucediera lo mismo del otro dia. Por suerte no había ninguno de ellos ahí.
Subimos a la oficina y me hizo acompañarlo a la de la Sra. Jade.
—Buenos días, madre.
—Buenos días a los tortolitos. — sonrió maliciosa.
—Buenos días, Sra. Jade. — le dije a lo que sonrió.
—Necesito que cuides de mi princesa mientras regreso. El viaje de negocios
será hoy y necesito preparar todo, madre.
—No tengo ningún problema.
—Necesito que te quedes con mi madre mientras atiendo unos asuntos, ¿Estás
de acuerdo, amor?
—Está bien.— sonrió y me dió un beso en la frente antes de salir de la oficina.
—¿Oficialmente ya eres mi nuera?— sonrió divertida.
…………..
Tiempo después tocaron la puerta de la casa de la Sra. Leandra. Fue abrir al
notar la insistencia.
—¿Sr. William? Qué lo trae nuevamente por aquí?— preguntó nerviosa.
—Ire sin rodeos, Sra. Leandra. Quiero que me diga que fue lo que sucedió
anoche con su hija y es ya. — preguntó con actitud.
—¿De que habla, Sr. William?— preguntó nerviosa retrocediendo.
—No acostumbro a repetir las cosas. Volveré a formular la pregunta, pero esta
vez más clara y directa. ¿Quien atacó a su hija anoche?
—Puedo saber cuando alguien miente y cuando no. Y usted está mintiendo.
¿Tan poquito le importa su hija?
—No sé quién lo hizo. Es por eso que quise que se la llevará, Sr. William.
—¿No sabe? Más le vale que lo sepa. No me iré de aquí hasta que me diga
quién se atrevió hacerle daño. Si a usted no le importa su hija, a mi si.
—Si no me dice pensaré que fue usted, ¿Y sabe lo que pasará después de eso?
—Le hizo creer que era una pesadilla, pero usted me confirmó que sucedió
algo anoche, aunque no sabe quién fue. ¿Cómo sabe que ocurrió algo, si me
dijo que cuando llegó su hija estaba dormida? Está muy claro para mí. Está
mintiendo.
—Bien, ya que está tan segura de que no sabe quién fue el culpable, supongo
que no tendrá problema en acompañarme a la policía y decir lo que sabe,
¿Verdad? Digo, es su hija. Es lo menos que puede hacer, ¿No es así?
La Sra. Leandra recordó las palabras que le dijo Erick y estalló en llanto.
—No llore si no está dispuesta hablar, Sra. Leandra. Sus lágrimas no van a
cambiar lo que sucedió, ni tampoco le quitará la preocupación a su hija.
—¿Amigos? ¿Buenos vecinos? Alguien pudo haber visto algo que usted no
vió.
—Todos los vecinos nos conocen, pero todos siempre están recogidos en sus
casas. Conocidos y amigos tenemos muy pocos.
—La puerta no se ve forzada. Tengo dos teorías, o dejaron la puerta sin seguro
o el culpable tenía acceso a la casa. ¿Qué piensa sobre eso? — la miró
fijamente esperando su respuesta.
—Eso es imposible.
—¿Qué?— Erick fingió preocupación. —¿No habrás tenido algo que ver tu?
— le preguntó Erick a William.
—¿Encubriendo?
—¿Y tu si sabes? ¿Por qué te molestas tanto? ¿No crees que estás levantando
sospechas con tu actitud?— sonrió malicioso y Erick lo soltó.
—Ella jamás saldría con alguien como tú. Nunca permitiría eso.— añadió
Erick molesto.
—No es algo que tú decidas, niño. Debes madurar de una vez. Tienes que
aceptar que no todo se puede tener en la vida.
—No te vas a salir con la tuya. ¡Jasmin es mía! — Erick buscó en su pantalón
la cuchilla que había traído, pero no la encontró.
—Eso no se pregunta.
—¿Qué tipo de mala experiencia pudiste haber tenido? Digo, no tienes que
responder.
—Si, lo estoy.
—Si, esa misma. Ella es especial, un amor, pero no vas a querer verla enojada
y si lo está hay que procurar que no sea en esos días. — comenzó a reír
despreocupado.
—Tiene una actitud muy fuerte, he sabido manejarla hasta ahora y claro, no he
vuelto a faltarle el respeto desde entonces. Digo, si quiero seguir respirando.
—Se ven muy unidos.
—Ojalá mi relación con mi madre fuera así. Es imposible que ya eso suceda a
estas alturas. Es como estar sola.— me sentí algo afligida.
—¿Así como?
—Tan perfecto.
—Gracias por ser como eres. Soy afortunada por haber conocido a alguien tan
especial como tú.
—Así es.— acaricié su mejilla y cruzamos mirada por unos instantes. Sentía
esas inmensas ganas de besarlo. Me dejé llevar por ese impulso y lo besé.
Necesitaba de la suavidad y dulzura de sus labios, de escuchar esos quejidos
que hace al besarlo, de sentir la intensidad y delicadeza cuando me besa, o
incluso su lengua al jugar con la mía.
—De acuerdo.
—Es tan extraño ver al Sr. Cole de esa forma. Parece otra persona.
—¿Así como?
—Sonriente, mi señora.
—Dicen que el amor cambia a las personas, me siento muy feliz por el. Se lo
merece. Desde la última vez que vinieron su madre y el, pensé que nunca los
vería más.
—No tengo permitido hablar sobre el tema, pero solo quiero pedirle una cosa.
Cuide mucho del Sr. Cole. Es alguien maravilloso.
—Me consta que lo es. Jamás le haría daño, todo lo contrario, él ha sido muy
especial conmigo y quiero hacerlo lo más feliz posible.
Nos quedamos hablando por un rato hasta que William bajó a la cocina. La
Sra. Val se despidió y nos dejó a solas. William estába vestido con un
pantalón negro corto y una camisilla blanca. Incluso así luce muy atractivo.
—¿Qué sabes hacer con esas pequeñas manos, linda? — me agarró ambas
manos y las besó.
—Entendido, jefe.
—Lo peor es que dices las cosas de una forma que uno se queda con la
curiosidad.
—Mmm, supongo que no está mal decirte la verdad. Imagino lo sexy que sería
escucharte entre gemidos, tu dulce voz entrecortada y ese acento que me
vuelve loco, pidiéndole a tu papi que te dé más.
—Ya sé. El café lo preparo tan pronto me lo permitas y el beso te lo puedo dar
ahora. — puse mis dos manos en su cuello y lo besé. Me detuve y pude ver su
linda expresión de vergüenza. Su respiración estaba agitada y se me quedó
viendo por unos instantes, luego sonrió.
—Ahora lo que siento es ganas de comerte a ti. Qué problema tan serio.
No quería que se diera cuenta que la que estaba perdiendo el control, esta vez
era yo.
—Veamos, ¿Qué haremos?— le pregunté abriendo la nevera.
—Hay de todo, la Sra. Val salió de compras ayer.
—¿Has probado el Scrambler?
—¿Eso qué es? — preguntó curioso.
—Es un revoltillo, donde mezclamos el huevo con cebolla, pimiento, jamón y
queso. Es un desayuno común en mi país. No es complicado de hacer y es
delicioso.
—Bueno, hagámoslo juntos.
—¿Te gusta la tocineta?
—¿A quien no le gusta?
—Si hubieras dicho que no, me hubiera molestado contigo. Voy a sacar la
tocineta y prepararla, para tenerla lista antes de hacer el Scrambler.
—Bien.
Sacamos todos los ingredientes y resulta que la sal estaba en una parte alta,
mientras William iba cortando los pimientos traté de alcanzarlo, pero mi
estatura no es algo que me ayude. Apenas mido 5’2 <1.5> y no es la primera
vez que me suceden este tipo de cosas. Busqué una cuchara y traté de
empujarla para dejarla caer, pero mi intento fue en vano. Miré hacia William y
ya se había percatado de mi pequeño problema.
—¿Necesitas ayuda, princesa? Puedes pedirla, ¿Sabes?
—No, yo puedo. — quiero hacerlo por mi cuenta.
—Bueno, no te molestes por mi. Sigue intentándolo. Tú puedes, voy a ti. —
puso sus codos sobre el picador y se quedó mirando a mi dirección.
—Como si no supiera tus intenciones.
Luego de varios intentos fallidos y de no conseguir algo que me ayudara, tuve
que acudir a él.
—¿Podrías darme una mano?
Se acercó y mostró sus dos manos.
—Escoge la que más quieras, preciosa.
—Hablo en serio, William.
—Eres muy orgullosa, muñeca. — se fue detrás de mí rozando su cuerpo con
el mío y alcanzó la sal.
—Fue buena idea haberla puesto ahí.
—¿Así qué estás eran tus intenciones, cariño?
—Si, ¿Para que mentir? Me gusta que me pidas ayuda, ya que por lo regular
eres muy independiente y quisiera que dependas más de mí. ¿Hay algo de malo
en eso? — arqueó una ceja.—Tu estatura te hace ver el doble de tierna. —
acarició mi cabeza y sonrió.
Siempre tiene la forma de calmarme.
Continuamos preparando el desayuno juntos. Nos ayudamos mutuamente y
realmente la pasamos bien. Ni siquiera con mi madre sentía está felicidad que
siento ahora. Es increíble cómo haciendo algo tan simple y habitual, se puede
sentir diferente y divertido al hacerlo con alguien más; algo que nunca hice con
mi madre.
Desde que mi padre nos abandonó todo cambio. La casa se sentía vacía, mi
madre estaba distante, todo alrededor fue cambiando drásticamente. Cuando
creí que por fin las cosas se estaban arreglando entre ella y yo, ocurre esto con
Erick. Todo esto hizo que lo que pensé que había logrado con mi madre, no
hubiera servido o valido de nada. Solo quería acercarme a ella y que me
notará. Supongo que Erick pudo llenar ese espacio en su corazón que yo no
pude. Pensar en ese hecho sentí una punzada en el pecho y se formó un nudo en
mi garganta. A pesar de que trato de no recordar, es inevitable. Esos cambios
de ánimo no me ayudan en nada. Quiero disfrutar de estos momentos que tengo
con William y crear nuevos recuerdos que sí merezca la pena pensar.
Al terminar nos sentamos en la mesa juntos y desayunamos.
—Esto estuvo realmente rico. Deberíamos hacerlo mas a menudo.— añadió al
terminar.
—Hicimos un buen trabajo, cariño.
—Es bueno conocer algo más de tí, mi diosa. Quisiera poder saberlo todo.
—Nos iremos conociendo poco a poco.
—Claro, tenemos tiempo demás. ¿Necesitas algo princesa?
—¿Algo como qué?
—Pues ya sabes, eso que se ponen. — se puso nervioso y eso me causo algo
de gracia.
—¿Toallas?
—Eso mismo. Puedo enviar a la Sra. Val a conseguirlas.
—¿Y porqué no vamos nosotros?
—¿Te sientes bien para salir?
—Si, solo es mi periodo, no es una enfermedad o discapacidad. Puedo hacer
de todo sin problemas.
—¿De todo? — preguntó pensativo.
—No preguntes más, por favor. — William comenzó a reír.
—Bueno, nos iremos cuando estés lista. Toma el té y ve a vestirte.
—Entendido.
De alguna manera se me ha hecho más fácil mantener una conversación con
William. Descartando sus directos comentarios.
Al terminar subí a la habitación y fui al baño, me arregle un poco y me vestí lo
más cómoda posible. Me puse un jeans y una camisa roja. Por supuesto,
pensando en que el color favorito de William es el rojo. Antes de terminar,
William entró al cuarto y se cambió de ropa. Según terminamos nos fuimos
directo a la tienda.
—No quiero que te cohibas. Escoge lo que necesites o quieras.
—Pareces más un padre dando esas órdenes en vez de mi novio.
—Bueno, también soy tu papi, ¿No es así?
—¿Podrías bajar la voz?— pregunté avergonzada.
—No, no lo haré. — cogió un carrito y caminamos por la tienda.
Fuimos a la línea donde estaban las toallas y se quedó examinando una a una,
leía todo lo que decían y me estaba sintiendo tan avergonzada. No sabía dónde
meter mi cara.
—Por Dios, ¿Qué tipo de genio hizo esto? ¿Cómo es posible que ahora vengan
con alas?
—¿Podrías dejar eso? — las personas se quedaron viéndolo al escucharlo tan
sorprendido ante su descubrimiento. No sabía si reír o avergonzarme más.
—Lo siento. — soltó las toallas dentro del carro y retomó su seriedad. — no
pude aguantar las ganas de reír más. Ver su inocencia y su expresión de
asombro acabó conmigo.
—Eres tan lindo.— comenté entre risas.
William se quedó sorprendido y se puso nervioso.
—Eres muy mala. — tartamudeo.
Entre más lo miraba más ganas de reír sentía. De la vergüenza que sentí no
quedaba ni un poco.
………………
—¿Qué ha sucedido contigo, Erick?— preguntó la Sra. Winters.
—Un infeliz fue quien me hizo esto y voy a necesitar tu ayuda. Necesito que
me consigas un arma.
—¿Un arma? ¿Para qué?
—Quiero acabar con ese maldito que me hizo esto.
—¿Quién fue?
—Lo conoces bien. William Cole, el empresario de pacotilla ese.
—¿Por qué alguien como él querría hacerte esto?
—Eso no importa, pero lo quiero muerto.
—¿No será por la gordita esa? Qué yo recuerde, eres muy amigo de ella y me
la presentaron como pareja de William Cole hace unos días. ¿Es ese el
problema que tienes con el? ¿Les gusta la misma mujer?
—¿Si es así qué?
—¿Por qué tendría que ayudarte?
—Es lo menos que puedes hacer luego de todos los trabajitos sucios que he
tenido que hacer por ti. No estoy pidiendo nada difícil; además de que él
conoce sobre nosotros.
—¿Le dijiste?
—No, eso no era algo que me convenía hacer. Es por eso que quiero
deshacerme de ese infeliz. Para eso voy a necesitar de ti y de esa influencia
que tienes con todos. Al final de cuentas se te hará muy fácil conseguir un arma
y también averiguar en dónde tiene a mi amiga. Eres muy amiga de él, ¿No es
así?
—Esta bien, Erick. Te voy ayudar, pero con una condición.
—¿Qué condición?
—Le dirás sobre nuestra relación a ella. No creo que sea mucho pedir,
¿Cierto?
—No cambias, preciosa. Haz lo que te dije y luego me encargo de eso. Tengo
que salir de aquí lo más pronto posible.
—Cuenta con eso entonces, angelito.
…………….
Caminamos por toda la tienda y William se detuvo en la línea de dulces. La
forma en que cogió varias bolsas de dulces y chocolates, me hizo reir, pero
mucho más la brusquedad al tirarlas dentro del carrito.
—¿Te encuentras bien? — pregunté aguantando las ganas de reír.
—Amo las cosas dulces, es por eso que no salgo solo a las tiendas. De ser por
mi me llevaría la línea completa. ¿Te gusta alguno? Escoge los que quieras.
—¿Puedes comerlos tú solo?
—Si, como te dije me encantan las cosas dulces. Si me como todo eso solo,
imagina como te comería a ti enterita. — lamió sus labios y sonrió.
—Ya habías tardado en comentar algo, cariño. ¿Ya se te paso la vergüenza de
hace un momento?
—No me recuerdes ese momento incómodo. Hagamos de cuenta que nunca
paso.
Reí internamente. No quería hacerlo sentir más incómodo de lo que ya se
sentía.
Escogimos varios dulces y nos fuimos a dar otra vuelta por la tienda. Se
detuvo en el área de helados.
—¿Cuál es tu sabor favorito, princesa?
En realidad lo que se me pasó por la mente en ese momento no fue nada sobre
los helados. Quería cobrarle todas las que me ha dicho, pero no encontraba
cómo decirlo.
—El de tus labios. — musité en un tono muy bajo, donde sólo él pudiera
escucharlo.
Se quedó algo sorprendido y luego sonrió.
—Me pregunto si serás igual de directa cuando estemos a solas.
He metido la pata. Olvidé que haciendo eso solo lo provoco. Bueno que me
pase.
—¿Qué te parece si volvemos al tema principal?— sonreí nerviosa.
William sonrió.
—¿Cuál es tu favorito, amor?
—Cookies N’ Cream o Pistacho.
—Oh, algo en común. Me inclino más por él Cookies N’ Cream.
Escogió dos envases de mantecado y los puso en el carrito.
—Ahora lo necesitarás más. Quiero que te mantengas bien dulce, ahora más
que nunca me conviene mantenerte así. — sonrió burlón.
—No voy atacarte mientras duermes. — comenté riendo.
—Solo quería asegurarme. — sonrió burlón. —Vayamos alquilar películas
cuando salgamos.
Fue a pagar y salimos de la tienda para ir alquilar películas.
—Dime que te gustan las de miedo.
—Me encantan, pero no verlas solas.
—Ahora no estarás sola. Es una buena excusa para que me brinques encima.
Digo, por el susto.
—¿Siempre tienes algo que añadir eh?
—Siempre.
Escogimos las películas del conjuro y luego de alquilarlas, nos fuimos directo
al auto. Le ayude a guardar las bolsas y William fijó su mirada a una tienda
que estaba al otro lado de la calle.
—Ven conmigo. — me agarró la mano repentinamente y caminé con él. No
esperaba que lo hiciera en público.
Entramos a una tienda donde había de todo. No logré mirar en donde era que
estábamos, pero él fue directo por la tienda mirando a todos lados. Logró
visualizar una máquina parecida a un auto y tenía unas cortinas en negro.
—Quiero que nos tiremos unas fotos juntos, ¿No te molesta?
—No me molesta, pero no esperaba que quisieras hacer eso.
—Entremos.
Entramos los dos y nos sentamos en una silla. Estaba algo avergonzada, nunca
me había tirado fotos con alguien.
—¿Por qué tan nerviosa?
—Nunca me he tirado fotos con nadie.
—Me alegra saber que he sido el primero también en esto.
—No digas más. — mi cara quería caerse de la vergüenza.
—Quiero que guardes estas fotos, sería un buen recuerdo de los dos.
No sé porque sentí una tristeza al escuchar eso.
—¿Dije algo que no debía?
—No, claro que no. Vamos a tirarnos muchas entonces.
—Muy bien. Así será, bonita.
Nos tiramos varias fotos juntos. Casi en todas me besó. Las voy a guardar muy
bien. No quiero olvidar esto nunca.
Salimos de la tienda y nos fuimos directo a la casa. Bajamos todo lo que
habíamos comprado y la Sra. Val nos ayudó con las bolsas.
—¿Necesita algo más, Sr. Cole?— preguntó la Sr. Val.
—No, puede tomar la tarde libre para que esté con su hija.
—Le agradezco mucho, Sr. Cole.
—Que vaya bien, Sra. Val. — añadí antes de que se fuera.
—Que la pasen bien. Buenas tardes. — se despidió y salió de la casa.
—Vamos a la sala, princesa. Ahora tenemos la casa para nosotros solos.
—Cuidado en lo que estás pensando.
William sonrió malicioso.
Acomodó el mueble cerca del televisor grande que había en la sala. Trajo unas
sábanas y apagó las luces.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—No, amor. Solo me falta buscar las películas.
—Están en la cocina.
—Las iré a buscar. Ve acostandote en el sofá. Es reclinable, no vayas
asustarte.
—Mejor te acompaño.
Fuimos los dos a buscar las películas y William trajo consigo el helado y parte
de los dulces. Nunca lo había visto tan emocionado. Me senté en el sofá y él
puso la película para luego sentarse a mi lado.
—¿Se siente el ambiente de cine?
—Nunca he ido a uno, no te sabría responder esa pregunta. — reí nerviosa.
—Bueno, pues será mucho mejor aquí. En el cine no podría comerte a besos.
—¿Ya estabas planeando eso?
—Claro, pienso en todo y me debes mucho, luego de todas esas burlas y
ataques directos en la tienda.
—Veo que no te has olvidado.
—No creo poder olvidarlo nunca. Me gustaría que fueras así siempre.
—La película va a empezar, cariño. — comenté tratando de cambiar el tema.
—Y mis planes también, amor. — sonrió con malicia.
—Estas muy distante. Ven aquí. — me acerqué a él y puso su brazo alrededor
de mi cuello. —Te puedes acercar más. ¿Acaso estás huyendo?
—No, no tengo porqué huir. ¿O si?
—No y aunque lo trates de hacer no te dejaré. — me acerco a su pecho y
sonrió.
—¿Puedes sacarlo por mi?— su pregunta repentina me sorprendió.
—¿Eh?
—La gomita del empaque. ¿En qué más estás pensando, mi niña? — sacó la
mano debajo de la sábana y mostró la gomita.
Lo abrí y lo acerqué a su boca.
—Eso fue una maravillosa jugada, preciosa.
—¿Verdad que si?— sonreí inocente.
—Estás aprendiendo muy rápido, esto me está gustando. — comentó
sonriendo.
Acercó su boca a mi dedo y lo lamió hasta llegar a la gomita, la mordió y
sonrió.
¿Por qué tiene que hacer eso ahora?
—Ya veo que vas en serio de cobrarmelas. ¿No tienes una forma menos
malvada de hacerlo?
—Eso es nada, preciosa.
Continuamos viendo la película, más acaramelados imposible. Estaba muy
entretenida al ver a William viendo la película tan concentrado y comiendo
dulce tras dulce. Realmente le encantan los dulces. Me quedé viéndolo por un
rato, se veía tan lindo y tierno.
—El mantecado se está derritiendo, mi reina.
—Lo siento. — cogí del helado y lo lleve a mi boca.
—No solo eso es lo que se está derritiendo. Me pregunto en qué piensas
mientras me miras. — me miró y sonrió.—¿Crees que no me he dado cuenta de
que has estado mirándome todo este tiempo?
—Bueno, es que te ves muy tierno al concentrarte demasiado.
—¿Te gusto mucho?
—¿No se nota?
—Quiero escucharlo de ti.
—Si, me gustas mucho.
—Tengo que controlar mis hormonas porque ya se están alborotando. — alzó
mi pierna y la colocó en su entrepierna.
—William…— sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al sentir su erección.
—¿Lo sientes? Esta así por ti, mi diosa.— sonrió malicioso y subió su mano
acariciando lentamente mi pierna.
—No hagas esto, William.
—¿Estás más sensible, muñeca? — apretó mi muslo por encima del pantalón.
—Esto es demasiado.
—Demasiado es lo que estoy agarrando. Me encantan tus piernas y esos
muslos grandes. Me los comería con gusto y ganas.
—No digas nada más, te lo pido.
—¿Sientes escalofríos por todo tu cuerpo y mucho calor dentro de ti al
escucharme?
—Silencio. — comenzó a reír descaradamente.
Efectivamente mi cuerpo se estaba sintiendo caliente por esa forma en que se
expresa, sin contar las razones obvias al sentir sus manos apretando mis
muslos.
William me quitó la cuchara y sirvió mantecado en ella. Acercó la cuchara a
mi boca y la pasó en mis labios, luego acercó su lengua y lo lamió lentamente.
—Definitivamente sabe mejor así. — comentó llevando la cuchara a mis
labios y volviéndolo hacer.
Al hacerlo por tercera vez, me besó. El helado sabía mucho mejor de su boca.
El sabor, su dulzura y su forma tan intensa de besar, me estaba descontrolando.
Su lengua jugaba con la mía con mucha fogosidad, sentía mi cuerpo en llamas.
Dió una suave mordida a mi labio inferior antes de detenerse. Me miró con
tanto deseo que mi cuerpo se estremeció.
—Quitaré tu camisa. — me quedé quieta al ver que comenzó a quitarmela.
Estaba avergonzada al verlo como estaba. —Recuestate. — me sorprendí al
escuchar su orden.
Hice lo que pidió y él se subió encima de mí. Podía sentir su miembro a través
del pantalón. Está muy caliente y duro.
—Quiero comer de ti. — pasó la cuchara con el helado en mi pecho y acercó
su boca lamerlo.
El frío del helado, mezclado con el calor de su lengua hizo mi cuerpo
estremecer. Pasó la cuchara en forma recta en dirección a mi ombligo. Al
sentir su lengua y ver su mirada llena de deseo, me calentó demasiado.
—Me encanta tu cuerpo. — continuó lamiendo hasta llegar a mi pecho
nuevamente y pasó la cuchara en mi cuello para lamerlo. Solté un gemido al
sentir su lengua en esa área. Dió un pequeño chupón y luego lo mordió
suavemente. Sentí ese escalofrío por todo mi cuerpo y ese cosquilleo en mi
interior.
—Ahora me toca pagar el precio por el juego que comencé.
—Ya que más da, ¿No? — añadí con mi respiración agitada.
—Maldita sea, empeoras las cosas. — William me quitó el cierre del pantalón
—¿Qué haces?— me preocupe al verlo hacer eso.
—Relájate. Solo no quiero ensuciar el pantalón.
—¿Eso qué quiere decir? — William sonrió.
—Ya lo sabrás. — me quitó por completo el pantalón y colocó su cuerpo entre
mis piernas.
Bajó el cierre de su pantalón y dejó visible su miembro. Podía ver cada
detalle y lo excitado que estaba. Me besó apasionadamente y me mordió el
labio.
—Muero por estar profundamente dentro de ti, pero no voy a forzarte sabiendo
que estás adolorida.
Juntó mis piernas y puso su miembro entre ellas. Al sentir su calor y su suave
textura, me dió escalofríos. Pude ver claramente cuando entraba y cuando
salía. Me sentía extraña, pero de alguna forma me calentó ver esto.
—Deja tus piernas así. — hice lo que dijo y él las soltó. Bajó sus manos
acariciando mis muslos y todo a su paso, hasta llegar a mi sostén. La suavidad
de sus manos es excitante.
—Deben estar muy sensible, ¿No es así? — sonrió y removió el sostén a un
lado. Con sus manos sujetó ambos senos y los masajeaba con suavidad,
mientras continuaba penetrando mis muslos. Estaba demasiado duro y se
movía muy rápido. Mis muslos estaban húmedos por lo cual se escuchaban
más los sonidos de humedad.
Apretaba suavemente mis pezones con la punta de sus dedos y mi cuerpo
estaba temblando, se sentía tan bien. Ese hormigueo se comenzaba a sentir
cada vez más. Mi cuerpo está tan sensible y al sentir todas estas sensaciones
juntas, más caliente se sentía. Continuo por un largo tiempo así. Estaba
gimiendo al sentirme tan excitada. Su respiración estaba agitada también y sus
movimientos eran más bruscos y rápidos. Estaba jadeando y gotas de sudor
bajaban por su lindo rostro. Su miembro estaba más duro y caliente, supuse
que ya estaba a su límite.
—Eres tan hermosa. — musitó entre jadeos antes de sacar su miembro de mis
muslos y correrse en ellos. Mordió su labio inferior y dejó escapar un tierno
gemido. Su respiración estaba agitada y no dejaba de jadear. Me pareció tan
sexy verlo así. Sentí su semen caliente entre mis muslos. Me hizo feliz saber
que al menos pude hacerlo sentir bien.
—Debes pensar que soy un demente, ¿Verdad? Haciéndote esas cosas extrañas
cuando es tu segunda vez. He perdido la cabeza, bueno no hablemos de cabeza
ahora.
—No pienso nada malo. Al contrario, fue increíble.
—Dices esas cosas tan de repente que… — suspiró y sonrió.— Hice un
desastre.
—Veamos el lado positivo de todo esto… no ensuciaste mi ropa, cariño. —
comenté riendo.
—Veamos otro lado positivo. Gracias a que estás en tus días y a que no te
penetre, no me vine dentro de ti. ¿Sabes lo que hubiera ocurrido si no estabas
en tus días y me hubiera corrido así dentro de ti?
—Ya lo imagino.
—Algún día lo volveré hacer.
—En vez de pensar en eso, deberías ayudarme a limpiar este desastre que
hiciste entre mis piernas.
—Se ve muy sexy verte llena de mi.
—¿Puedes callarte y ayudarme?
—Lo siento, amor. — comenzamos a reír.
Al día siguiente
—¿Qué te trae por aquí tan temprano, querida?— le preguntó Jade a la Sra.
Winters.
—¿Por qué no salimos, amiga?
—No puedo dejar la empresa sola. Podemos ir a almorzar, ¿Te parece?
—¿Y tu hijo?
—Está un viaje de negocios y estoy a cargo de la empresa hoy. Así que no
puedo hacer salidas innecesarias, querida.
—Entiendo, ¿Y dónde está?
—¿Y esa curiosidad?
—Por nada. Veras que quería ofrecerle una propuesta, supongo que tendré que
hacerla cuando regrese.
—¿Y por qué no me la das a mi?
—Aun no la tengo organizada. — sonrió nerviosa.
—Bueno, pues tan pronto la tengas organizada me encantaría escucharla.
—Claro que si. ¿Es cierto ese rumor de que está de pareja con su asistente?
—¿Por qué estás preguntando tanto sobre mi hijo? ¿Acaso te gusta?
—¿Como crees? Es tu hijo, además aunque es joven, no es mi tipo. Es sólo
que escuché esos rumores y dejándome llevar por la última vez que nos vimos,
le llamaste nuera. Ya sabes, la curiosidad.
—La curiosidad mató al gato, querida. No es un tema que debamos estar
hablando nosotras. Mucha discreción con ese tema, cariño.
—Somos amigas, jamás diría algo sobre eso. Lo que sucede es que es lo único
que se comenta en esta empresa.
—Que comenten lo que quieran, pero mientras se pueda mantener en silencio
mejor. Más que nadie conoces los medios y los atacarían al saber quién es la
desconocida chica que le robó el corazón a mi hijo. A él no le importa que lo
sepan, pero le preocupa que le traten de hacer algo a ella. Ya sabes lo que
sucedió cuando estaba con mi esposo y no quiero que se vuelva a repetir. Mi
hijo se saldría de control justo como la otra vez y eso sería un problema.
—Yo no diré nada sobre esto, no te preocupes, Jade.
—Mas te vale, querida. — Jade sonrió.
……….
—¿Te sientes mejor, mi diosa?— me preguntó William al bajar a la cocina.
Ya se había despertado y preparado el desayuno. Luego de lo de la tarde de
ayer, nos quedamos viendo películas y comiendo hasta tarde. Nos divertimos
mucho y reímos como nunca. Nunca me había divertido tanto.
—Muy bien. ¿Cómo amaneciste?
—De maravilla y más porque estás aquí conmigo. Despertar contigo a mi lado
es lo mejor que me pueda pasar. — me emocioné tanto que mi corazón se
aceleró.
—Me siento igual de feliz que tú, cariño.
—No sabes como me derrite que me llames así, preciosa. — me besó y me
abrazó contra su pecho. Se escuchaba su corazón agitado y me hizo feliz poder
escuchar eso. —Hoy quisiera que salgamos juntos, ¿Te sientes de ánimo para
hacerlo?
—Si, cariño.
—Mañana tenemos que presentarnos en la empresa para lo que vinimos, pero
nos quedaremos unos días más. Quiero pasar más tiempo a solas contigo.
—No puedes desatender la empresa.
—No la estoy desatendiendo, linda. Estamos aquí por trabajo, ¿No es así?
Disfrutar un poco de nuestro viaje, no creo que sea un pecado, ¿o si?
—Supongo que tienes razón.
—Esa es mi chica. Esto es para ti. Es tu pago, bonita.
—¿Eh? ¿Por qué tanto?
—Es lo que has trabajado.
—Pero es mucho dinero.
—¿Y qué creías, preciosa? ¿Qué cobrarías el mínimo siendo mi asistente? —
comenzó a reír descaradamente.
—Pero...
—Solo acéptalo. Es tu pago por todo lo que has tenido que aguantar en la
empresa durante este tiempo y por soportar a este jefe tan depravado y
problemático que te contrato.
—¿Qué dices? Eres el mejor jefe que existe.
—Tan bueno que según te ví imaginaba todo lo que me encantaría hacerte en la
oficina. ¿ A eso le llamas ser un buen jefe?— arqueó una ceja y sonrió burlón.
—¿Lo hacías con todas las que tenías?
—En realidad no.
—Entonces no hay problema.
—¿Te pondrías celosa si lo hago?
—Lo estoy nada más de imaginarlo.
—Lo pervertido y depravado es solo contigo. Me preocupa que un día te
canses de eso.
—En realidad me gusta.
—¿Eh? ¿Así que te gusta que sea pervertido contigo?
—Bueno… en ocasiones.
—¿Nerviosa?
—Algo.
—Mierda, cada vez que veo esa expresión haces que se me pare y no es el
corazón precisamente.
—Eres muy insaciable.
—Te has librado de mí por ahora, pero luego será diferente, mi diosa.
—¿Eso qué significa?
—Que para la próxima que estemos juntos, aunque me pidas que me detenga,
no lo haré. Ya sabes lo que se siente, se supone que para la próxima está—
puso la mano en mi vagina por encima del pantalón.—me recuerde bien. —
sonrió pícaro.
—¿Muy activo desde temprano? — musité con mi respiración agitada.
—Es tu culpa, hermosa.
Mi teléfono sonó interrumpiendo nuestra conversación. Era un mensaje de
texto. Al buscarlo era de Erick. ¿Ahora que demonios quiere?
William sonrió y caminó a la nevera.
Mensaje de texto:
Sé que ya no quieres saber de mi. Realmente espero que estés bien. Ya
entendí que no me ves de la misma forma que te veo a ti, pero te pido que no
te alejes de mi. Espero me permitas seguir siendo tu amigo al menos.
Cuídate de ese hombre, Jas. Te amo.
Envío una foto junto al mensaje. ¿Qué fue lo que le pasó a su brazo? Se ve que
está en el hospital por el suero que tiene detrás.
—¿Qué fue lo que te pasó?— le respondí preocupada.
—Pregúntale a tu novio. El más que nadie sabe. Cuídate, Jas.
¿A William?
¿Cómo se supone que le pregunté esto a William? Respire hondo y me acerqué
a él.
—¿Podemos hablar sobre algo, amor?
—Claro, cariño.
—Es sobre Erick.
—¿Qué sucedió?
—¿Qué fue lo que pasó con el?
—¿Sobre qué?
—Me envío una foto y al parecer está en el hospital. ¿Tienes algo que ver?
—Si.
—¿Por qué hiciste eso?
—No pensé que sería tan quejon. Haciéndose la víctima contigo, que hombre
tan cobarde.
—¿Por qué hiciste eso, William? ¿Cómo pudiste hacerle daño a una persona?
—Sabes lo mucho que me gustas y no voy a ocultarte las cosas. Te diré la
verdad, está en ti si me quieres creer. Fui a la casa de tu mamá ese día que te
deje con mi madre. Tenía unas cosas que hablar en privado con ella y él llegó
y ya sabes cómo se pone. Todo lo que tenga que ver contigo, ese hombre se
transforma por completo. Trató de atacarme con una cuchilla y tuve que darle
una lección.
—Jamás hubiera pensado en que Erick sería capaz de eso.
—De eso y más. Un hombre celoso y obsesionado puede llegar hacer cosas
que te sorprenderían. Es tu amigo y respeto que lo sea, pero cruzó la línea
conmigo y no iba a dejar que un niño salvaje como él logrará su objetivo de
hacerme daño. Es un cobarde. Te dice las cosas a mitad. ¿Por qué no cuenta
como fue que sucedieron las cosas? Quiere que le tengas lástima para
provocar problemas entre nosotros. Dime qué no va a conseguir lo que quiere,
princesa.
—No, yo no voy a pelear contigo por eso. Solo que me sorprende que haya
sido capaz de esto.
—¿Confías en mí?
—Si, siempre me dices las cosas. Sé que no mentirías con algo tan delicado
como eso. A diferencia de él, nunca me has ocultado nada. Siempre has sido
transparente conmigo y es algo que te agradezco, amor. Lo único que te voy a
pedir es que nunca me vuelvas a ocultar algo como esto, por favor.
—Lo hice por tu bien. No lo volveré hacer, mi princesa. Gracias por confiar
en mí. ¿Te he dicho lo feliz que me haces?— acarició mi mejilla y sonreí.
Me costaba algo creer lo que sucedió, pero no sabía en qué creer. Sé que
William nunca me ha mentido y no creo que sea capaz de hacerlo con algo
como esto; además de que Erick ha estado actuando extraño, ha estado más
agresivo que nunca y luego de aquel suceso espantoso, es imposible que
vuelva a confiar en el. Me duele que nuestra amistad se haya acabado, pero no
fue culpa mía. Él se encargó de acabar con esa confianza y ese aprecio que
sentía hacia él.
—¿Te puedo hacer una pregunta?— me preguntó sujetando mis manos.
—Si, claro.
—Cuando regresemos a Riverview, ¿Vendrías a vivir conmigo?
—¿Eh? ¿No es demasiado pronto?
—Luego de todo lo que hemos hecho, ¿Piensas que es algo pronto? ¿No
estamos viviendo juntos ahora mismo? ¿No te gustaría despertar al lado mío
todos los días? ¿Pasar momentos lindos como hasta ahora? ¿Compartir?
¿Hacer el amor conmigo?
—Si, pero no sé lo que piense mi madre.
—Está de acuerdo, mi niña. Eso fue lo que estaba hablando con ella. Tú
misma puedes preguntarle.
—¿Mi madre de acuerdo con eso?
—Si, lo está. Imagina todo lo que podemos hacer juntos, bonita.
—¿No te molestaría que esté contigo todo el tiempo? ¿En la oficina, en la
casa, en todos lados?
—Nada me haría más feliz, mi diosa. ¿No te gustaría verme más a menudo? Es
una buena oportunidad para que nos conozcamos mejor y así poder enamorarte
más.
—¿Y puedo estarlo más?
—Sí, mucho más. — me besó el cuello y se acercó a mi oído.
—Entonces, ¿Qué dices? ¿Me darías la oportunidad de verte despertar todos
los días a mi lado? ¿O me dejaras solito?— sonrió encantador.
—¿Quién podría decirte que no cuando haces esa expresión?
—¿Eso es un si? Quiero oírlo claro y firme.
—Si, ¿Papi?— reí burlona.
—Nunca había escuchado una respuesta más sexy que esa. Tienes tanta suerte
de estar así o ahora mismo estarías gimiendo ese sí más alto y claro. —
comenzó a reír descaradamente.
—Eres un pervertido. No tienes remedio.
—Pero como te gusta que sea así. — me besó el cuello y lo mordió.
—¿No que íbamos a salir?— musité con mi respiración agitada.
—Si, pero cuando coma tus labios primero. — me besó y me acorralo contra
la nevera. Puso su mano en mi cuello sin ejercer fuerza y me hizo mirarlo.
—¿De quién eres?— preguntó mirándome fijamente.
—Soy mía. — reí inocente.
—Veamos por cuánto tiempo. — me apretó los glúteos y me jaló hacía el.
Escuchamos un sonido y nos detuvimos.
—Lo siento, no sabía que estaban aquí. — La Sra. Val nos vio en esa escena
comprometedora y se dió la vuelta.
No sabía dónde meter mi cara. Sentía tanta vergüenza que no encontraba qué
decir. William se quedó tranquilo.
—No te preocupes. Todo está bien, ¿Verdad, cariño?— preguntó
sarcásticamente.
Asentí con mi cabeza sin poder decir nada y William comenzó a reír.
—Eres tan hermosa. — comenzó a reír con más ganas.
—¿Necesitas agua fría, cariño? — le pregunté evitando mostrarle que su
comentario me avergonzó más.
—¿Por qué mejor no lo calmas tú?— no esperaba su contraataque.
Voy a morir de la vergüenza.
Luego de ese incómodo momento me fui al cuarto para vestirme. Necesitaba
alejarme por unos minutos, no encontraba dónde meterme. Es la primera vez
que nos ven de esa forma. Me cambié y bajé a la mesa del comedor.
Desayunamos juntos y salimos.
—Es algo normal. Nuestros cuerpos estaban interactuando. No hay nada malo
con eso, ¿o si?
—Si, hay unos botes en los que podemos dar un pequeño paseo, ¿Te gustaría
subir a uno conmigo, preciosa?
Caminamos un poco más hasta el área de los botes. Nunca había estado en
lugar como este. Me sentía emocionada y algo nerviosa. Antes de subir mi
teléfono comenzó a sonar. Al ver que era Erick lo deje sonar. No sé lo que
quiere, pero luego de lo que me dijo William no quisiera hablar con el. No le
respondí el mensaje esta mañana.
—¿Sucede algo, bonita?
—No, soy yo la que no quiere responder ahora. Me ocultó las cosas y no tengo
porqué responderle; además no dañare nuestra cita.
—Nunca ha sido así. No sé qué rayos le sucede. Siento mucho que esto esté
sucediendo. Ya no molestará más.
—Yo también estoy feliz por eso. Quisiera que todos los días fueran así.
—Tengo mis formas. ¿Te gusta, preciosa? Ahora podrás llevarme contigo a
todos lados.
—Hay algo que quisiera decirte. Quizas lo consideres muy pronto, pero no
puedo callarlo más.
—¿Qué sucede, cariño? — recostó su cabeza de mi hombro y traté de mirarlo,
pero evitó que lo hiciera.
—Te quiero, Jasmin. — su voz se escuchaba más suave y tierna que nunca. Me
rodeó completamente sus brazos.
Jamás nadie me habían dicho unas palabras tan bonitas. La lágrima que estaba
tratando de ocultar hace un momento, no la pude aguantar más. Esa lágrima
bajó por mi mejilla. Creo que no podía estar más feliz. Mi corazón se quería
salir del pecho. Las cosas entre nosotros han pasado muy rápido, pero han
tenido un significado muy valioso para mi. Voy a dejarme llevar por lo que
estoy sintiendo… porque de algo estoy segura y es de que quiero estar con él.
Repentinamente me giró hacia él. Sus ojos se veían algo llorosos también.
Esbozó una tierna sonrisa y me abrazó contra su pecho.
Sentía algo de vergüenza para repetirlo, pero aún así iba a tratar de hacerlo.
Antes de que pudiera pronunciarlo, me soltó y puso su mano en mi mentón.
Llamada telefónica:
—¿Qué sucede, madre?
—Sabes que lo menos que quiero es molestarte. Sé que debes estar con tu
novia, pero acaba de surgir algo en la empresa. La cantidad de reporteros ha
aumentado. ¿Has visto las noticias?
—No.
—Esta mañana la Srta. Shawna Pits, alegó que tú trataste de abusar de ella.
—¿Qué estupidez es esa?
—Y no solo eso, alegó también en los medios que trataste de golpearla y
anunció públicamente que ese acto no se iba a quedar así, en pocas palabras
que te va a denunciar, si es que ya no lo ha hecho. No voy a preguntarte si lo
hiciste o no, porque te conozco y sé que jamás harías algo como eso. El
problema será que tendrás que venir de vuelta a resolver este asunto. Si no das
la cara y arreglas este malentendido, las cosas pueden terminar peor.
—No te preocupes, en la oficina tengo cámaras y voy a mostrar lo que
hablamos ese día que vino a mi a oficina, además de que tengo testigos. Es
algo que se puede solucionar rápido. No me preocupa en lo absoluto. Me voy
a encargar de fastidiar su estúpida y patética carrera. ¿Quiere guerra? Guerra
le voy a dar.
—Ese es mi hijo.
—Mañana voy a presentarme a cerrar el trato con la empresa que acordamos y
luego viajaremos de vuelta. Me hace molestar que por una perra barata como
esa, se arruinen mis planes, pero le voy a demostrar que conmigo nadie se
mete.
—Esto será divertido. Ya quiero que regreses, hijo. — comentó riendo.
Estaba esperando a William cuando una bola de pelota rodó hacia mis pies. La
recogí del suelo y miré alrededor buscando a la persona que se le había
perdido. Un hombre alto, tez blanca, pelo rubio y ojos verdes se acercó. Debe
ser americano. Sonrió amablemente, así que supuse que era de él. Sonreí de
vuelta y se la di.
—Gracias, señorita. — sonrió amable.
—De nada. — me sentía algo incómoda. Creí que se iría al darle la pelota,
pero se quedó parado ahí.
—¿Se encuentra sola? — preguntó en tono sorprendido y en inglés.
Antes de que pudiera responderle escuché la voz de William.
—¿Se le perdió algo?— preguntó William parándose delante de mí.
—Si, pero ya le entregué lo que buscaba. — añadí.
—La pregunta fue para el, preciosa.
—Solo estaba recogiendo mi pelota. — comentó el hombre.
—¿Y qué espera para irse?
El señor sonrió nervioso y se fue.
—¿Estás bien?
—Si, ¿Por qué lo trataste así? Solo estaba buscando la pelota y yo se la di.
—¿Qué haces agarrando bolas ajenas?— arqueó una ceja y sonrió.
—No digas las cosas así porque suenan tan…
—Bueno, pues no vuelvas hacerlo. Pudo haberlo recogido el mismo.
—¿Acaso estás celoso? — reí al ver su expresión.
—Si, de todo hombre que te mire o se te acerque. No olvides de quién eres,
princesa. — me agarró la mano y me jaló hacía él. — Es uno de mis defectos.
Soy muy celoso con lo mío.
—No es tan malo. Luces muy lindo cuando lo estás.
—Oh, ¿si? — me besó apasionadamente y apretó mis glúteos.
—No hagas eso aquí. — mi rostro se calentó.
—Eres mía y puedo tocar lo que es mío donde y cuando quiera, ¿Quedó claro,
mi reina?
—Si, muy claro. — respondí temblorosa.
—Buena chica. — sonrió y me soltó. — Vamos a la tienda.
—¿No que fuiste hace un momento?
—Bueno, al ver a ese tipejo acercarse, no tuve de otra que venir a espantarlo.
— al escucharlo no tuve de otra que reír.
Compramos helado para los dos y caminamos hasta la fuente. Nos sentamos en
uno de los bancos cerca.
—Me pregunto cuán rico debe estar. — acercó su boca a mi helado y lo lamió,
sin desviar la mirada de mí. Me dió escalofríos al recordar lo que pasó la
otra vez. —¿Buenos recuerdos, mi diosa?— preguntó con un sonrisa pícara.
Es como si pudiera ver atráves de mi, pero supongo que mi reacción lo hace
ver obvio.
—Si, buenos recuerdos. — añadí avergonzada.
—¿Por qué no pruebas del mío? — sonrió y lo acercó donde mí. Estaba tan
avergonzada en hacer eso que cerré mis ojos y lo hice. Es extraño cerrar los
ojos y hacer esto.
—Sabe muy bien.
William trago saliva y se me quedó viendo embobado. Fue cuando caí en
cuenta de su perverso pensamiento.
—Eres un grandísimo pervertido.— añadí desviando la mirada de la
vergüenza.
—Así que así te verías cuando… Eso se vio muy sexy.
—Deja de decir esos comentarios. — mi cara se caerá de la vergüenza.
—Perdona por haber pensando en voz alta. Es que por un momento en mi
cabeza los pensamientos se mezclaron y la otra cabeza captó esa escena tan
sexy que se levantó.
—¿Tienes que ser tan sincero? — no podía casi hablar de la vergüenza.
—Si, ¿Para que mentir? Mi problema se ha vuelto literalmente enorme.
—¿Podemos cambiar el tema?
—¿Por qué? ¿Te incomoda hablar sobre esto? — acarició mi mejilla. — Es
algo sumamente normal. No hay de que avergonzarse. Esta reacción es la que
tengo cada vez que te tengo cerca. No sabes cómo muero por hacerte mía otra
vez. Me hace mucha falta sentirte por dentro. ¿Hay algo de malo en eso? —
sonrió malicioso.
Sentí ese escalofrío por todo mi cuerpo al recordar lo que sentí ese día.
—Pero tienes razón, deberíamos cambiar el tema. Sería un problema si no me
puedo parar de aquí luego. — sonrió pícaro.
—Se está derritiendo el helado.
—Lamelo otra vez. No voy a vigilarte más. — me hizo un guiño.
—Confiaré en tu palabra.— añadí a lo que el sonrió.
Nos quedamos por un largo rato conversando y luego nos regresamos a la
casa.
—Quiero que cocinemos juntos y que disfrutemos de nuestro último día.
Tristemente tenemos que regresar mañana.
—¿Sucedió algo?
—Si, ¿Recuerdas a Shawna Pits?
—¿La modelo?
—Esa misma. — William me contó lo que había sucedido y no podía salir de
mi asombro.
—¿Cómo alguien puede ser tan mala?
—De eso está lleno el mundo, mi amor.
—Eso te puede afectar mucho, cariño.
—Lo se, pero en realidad no me preocupa. Luego de que no pienses mal de mi
y estén las cosas claras contigo, lo demás no me importa.
—¿Y que tienes en mente?
—En la oficina tengo una camara. La mandé a instalar luego del problema con
mi padre. Con eso todo ese cuento que inventó se le vendrá abajo, junto a su
carrera. Solo una tonta como ella se atrevería a decir semejante cosa de mi.
—Yo puedo ayudar. Yo estaba ese día ahí.
—Si, voy a necesitar también tu ayuda, mi diosa.
—No puedo creer que haya inventado algo así. No puedo imaginarte haciendo
algo tan bajo y sucio como eso.
—Con la única que sería muy sucio es contigo. Jamás podría fijarme en una
mujer como ella. ¿Sabes por qué?— puso su mano en mi cintura— No tiene
está cintura perfecta o esté trasero grande y suave...— los apretó con fuerza y
mordió sus labios— Está barriguita linda que me vuelve loco...— acaricio mi
barriga y bajó lentamente a mis muslos.— Estos grandes, gelatinosos y
comibles muslos...— subió su mano hacia mi entrepierna y sonrió con malicia
— si doy la explicación detallada de esta hermosura terminaré haciéndotelo
aquí. Nada más de pensarlo alguien despertó de nuevo. — guiño un ojo.
—William...— musité con mi voz entrecortada.
—Dejando eso a un lado...— acarició todo a su paso hasta llegar mis senos—
Estos suaves, sensibles y ricos senos, no los tendría ella ni siquiera pagando a
los mejores cirujanos. Ella no es ni la mitad de lo que eres tú, no solo hablo
de tu rico cuerpo, hablo de tu forma de ser. Eres lo más dulce, inteligente,
buena persona, cariñosa, amable, tierna y un sin número de cualidades más,
algo que nadie, ni siquiera ella podría tener. Aunque no exista la perfección,
para mí eres perfecta así como eres. No sabes lo loco que me tienes, mi amor.
— me besó desenfrenadamente. Mi cuerpo se estremeció al sentir su
apasionado y caliente beso. Fue tan intenso que deseaba más. Puse mi mano en
su cuello para acercarlo más a mi y continuar besándolo. Sus labios y su forma
de jugar con mi lengua es tan placentero. Siento que me derrito. Ambos
estábamos en calor, nuestros suaves gemidos y nuestra respiración agitada nos
hacía calentar más.
El sonido de la puerta de entrada nos detuvo. Debe ser la Sra. Val. Me alejé a
la nevera y William se quedó acomodándose el pantalón.
—Bueno, ¿Qué apeteces comer?— pregunté para calmar el calor y el ambiente
incómodo que había.
—Es una pregunta muy obvia, ¿No crees? — mordió sus labios y esbozó una
sonrisa.
Esa respuesta y gesto no ayuda mucho en este momento. Si no nos hubieran
interrumpido, no sé que hubiera sucedido. Había perdido todo y no podía
pensar en nada mas que él.
La Sra. Val tocó la puerta de la cocina antes de entrar. Por suerte ya nos
habíamos detenido. Ya imagino lo que debe estar pensando luego de habernos
visto el otro día.
—Mañana nos vamos, Sra. Val. — anunció William.
—¿Tan pronto, Sr. Cole?
—Si, surgieron unas situaciones por la empresa y debo atenderlas, pero no
dudes que vendré de nuevo a visitarla pronto.
—Nada me haría más feliz, Sr. Cole.
—¿Por qué no comemos los tres juntos hoy?— William me miró.
—Me encantaría que se uniera con nosotros, Sra. Val. — añadí feliz.
—Sería un honor para mí. — sonrió cariñosamente. Se nota que se aprecian
mucho. Eso me hace muy feliz.
Preparamos la cena entre los tres y cenamos juntos. Luego subí al baño, me
adelante antes de que William subiera. Es extraño que no he estado los tres
días que normalmente estoy. Ya no queda nada y siempre he sido regular. Todo
ha sido diferente desde que estuve con William. Normalmente estos días son
muy fuertes con los dolores y malestares, pero no he sentido casi nada. Bueno,
con las atenciones que ha tenido conmigo, ¿Quién podría sentirse mal? Al
menos no tendré que usar esto, es sumamente incómodo.
Al salir de bañarme me sequé el pelo y me acosté en la cama. Minutos después
entró William al cuarto. Me miró y sonrió, sin decir nada se fue al baño.
Prendí el teléfono y al prenderlo no dejó de sonar con mensajes de voz y texto
entrando. Le bajé el timbre para que William no escuchará. Miré para saber de
quién era y todo fue Erick. Más de 99 llamadas, 3 mensajes de voz y 15 de
texto. ¿¡Ha perdido la cabeza?! Jamás había llamado tanto. Le llamé de vuelta
para dejarle las cosas claras. Tengo que detener esto ya, con esto se pasó de la
raya.
La llamada no sonó ni tres veces cuando respondió.
—¿Jas? ¿Estás bien?
—¿Qué es lo que te ocurre? ¿Si estás tan malo no se supone que estés
descansando?
—¿Por qué me hablas así? ¿Por qué no me respondiste?
—Escúchame Erick, William me contó todo lo que pasó y…— me interrumpió
antes de terminar de hablar.
—¿Y le creíste a él?
—Es mi novio y siempre ha sido alguien sincero, no tendría porque mentirme.
—¿Y yo sí?
—Bueno, en primer lugar si ocurrió eso a quien debías darle la queja es a la
policía, ¿Por qué darmela a mi? Si lo que buscas es que pelee con William por
haberte hecho esto, lamento decirte que no lo haré. Por lo que me dijo tu
trataste de atacarlo, el solo se defendió; por ende, bueno que te pase.
—¿Cómo te atreves a hablarme así por ese imbecil, Jas? Te está lavando el
cerebro y tú te dejas.
—Lo que haga no debe ser tu problema, Erick. No sigas metiéndote en mi
vida, por favor. Si realmente alguna vez te importe, déjame ser feliz y no
quieras estropear mi felicidad. William es a quien quiero. Yo no puedo sentir
nada por ti, ¿Por qué no puedes entenderlo? Con esto solo haces que me alejé
más de tí. No te vuelvas acercar a mi, ya nuestra amistad no podrá volver a ser
como antes. De eso te encargaste tu. Me das miedo. — colgué la llamada. Me
dolía el pecho por hablarle así, pero si no dejó las cosas claras, podría ser
peor. Me duele porque realmente lo ví como el hermano que nunca tuve, pero
el se encargó de destruir nuestra amistad y ya no hay nada que se pueda hacer.
………………
—¡Maldita sea!— Erick tiró el teléfono contra el piso.
—¿Y a ti qué te pasa, angelito?— preguntó la Sra. Winters.
—¡Todo es su puta culpa! Voy acabar con él, cueste lo que me cueste.
—Así como estas no vas a lograr nada, Erick. No pensé que estarías tan
interesado en esa jovencita.
—Esa jovencita tiene nombre.
—¿Qué planeas hacer?
—Voy a destruirlo primero. Si lo mato cómo quisiera no sufriría y necesito
que Jasmin lo odie, tanto que cuando acabe con él no sienta nada.
—No sabía que eras tan malvado, angelito.
—No es justo que llevo muchísimos años detrás de ella y vengan un hijo de
puta a robarme lo que es mío.
—¿Estás seguro de que no es una simple ilusión? ¿Quizás ganas de cogertela?
Porqué si es así podría ayudarte a que la tengas, pero te costará un precio muy
alto, angelito. Recuerda que tenemos un contrato ahora y en él dice que me
perteneces. No creas que me hace feliz ayudarte con esto. Saber que te gusta
otra mujer me hace verla como una rival y querer destruirla. Si la quieres para
una relación no lo aceptaré. Si es solo para una noche puedo hacer lo que
pidas, pero si no, no cuentes con mi ayuda.
—Relájate, yo sé lo que hago. Solo cumple como hasta ahora, preciosa. Yo me
encargaré de consentirte luego.
…………..
Estaba acostada en la cama enviándole un mensaje de texto a mi mamá, cuando
William salió del baño. Siempre sale del baño en toalla, lo hace de maldad
para torturarme y lo peor es que lo logra. Es imposible no mirarlo. Se quitó la
toalla en medio de la habitación y se puso el calzón. A cualquier mujer se le
saldrían las babas al verlo así y no solamente las babas.
—Te vas a resfriar si te quedas así.
—Ven aquí y ponla. — en realidad no lo pensé dos veces.
Me levanté de la cama y caminé hacia el. Cogí la camisilla que tenía en mano
y se la arrebaté.
—No deberías desarreglarte, vas a enfermarte.
—Ya tengo ganas de hacerlo a menudo, digo, si vas a acercarte así vale la
pena hacerlo.
Puse lentamente su camisa y me quedé observando su torso y abdomen. Sentía
tantas ganas de tocarlo que lo hice sin contenerme.
—Tienes un cuerpo muy sexy. — acaricié con mi mano su torso y bajé a su
abdomen. Su piel es tan suave y está tan formado, no pensé que se sentiría bien
tocarlo directamente.
—¿Me estás provocando? Porque si es así, lo estás logrando. — musitó con su
voz suave.
—Lo siento. — bajé su camisilla y me fui a la cama. Me tiré la sábana por
encima y puse mis manos en la cara. Huelen a él.
Sentí cuando se metió en la cama y metió sus manos por debajo de la sabana.
—Eres tan linda. — rió burlón. —¿Cómo se sintió?
—Se sintió muy bien. — me agarró la mano y la llevó a su pecho.
—Se siente que bien que me toques. — tragué saliva y continúe tocándolo. Su
pecho estaba muy caliente. Yo me estoy sintiendo igual, pero no precisamente
del pecho.—Tu mano es tan pequeña y suave, me encantan. — su voz se
escuchaba entrecortada. Me hizo feliz saber que se estaba sintiendo bien por
tocarlo, es por eso que bajé mi mano un poco más y escuché su respiración
agitada. En realidad quería saber si se sentía como yo, fue por eso que bajé mi
mano. Sabía que eso lo provocaría, aún así quería escucharlo sentirse bien.
Siempre es él quien me toca, o me hace sentir bien y quería ser yo esta vez
quien lo hiciera. Soltó un suave quejido. Dejé mi mano quieta por unos
segundos al sentir lo erecto que estaba. Por encima del calzón se podía
percibir el calor de su miembro. Estaba algo avergonzada por haberlo hecho,
pero no podría arrepentirme de esto. Lo frote con suavidad y escuchaba sus
tiernos quejidos. Están lindo escucharlo. William lo sacó de su calzón, no
esperaba que lo hiciera y puso mi mano directamente en su pene. Nunca lo
había tocado directamente y en realidad me gustó la sensación de tenerlo en mi
mano. Se sentía tan duro y caliente. Moví mi mano hacia arriba y él soltó un
gemido tierno. Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al escucharlo. No me
atrevía a mover mi mano y William lo hizo por mi. Apretó su mano con la mía
y la movía lentamente de arriba hacia abajo. Sus jadeos eran tan sexy, que mi
cuerpo estaba sintiéndose caliente. Sacó su mano y continúe haciéndolo por mi
cuenta. No puedo creer que esto tan grande estuvo dentro de mi. Mi mano se
sentía húmeda, una sustancia viscosa que hacía que se deslizara fácilmente en
mi mano. Su respiración estaba agitada y sus jadeos eran incontrolables.
Sentía mi ropa interior húmeda, eran muchas las sensaciones que estaba
sintiendo en este momento. Aceleré mis movimientos con mi mano, tenía algo
de miedo de lastimarlo, pero sentí su cuerpo temblando y sus gemidos eran
más fuertes. Ahí supe que estaba a su límite. Se escuchaba los sonidos de
humedad cada vez que movía mi mano. Estaba más duro que antes y mucho
más caliente. Soltó un gemido más fuerte, cuando sentí una sustancia viscosa y
caliente bajando por mi mano. Su cuerpo estaba temblando y su respiración
estaba muy agitada, estaba algo sudoroso y su voz estaba entrecortada.
—Perdóname por no avisarte. Nunca me había sentido tan bien.— musitó casi
sin aire.
Saqué la mano y no encontraba cómo salir debajo de la sabana. Sentía tanta
vergüenza. Me levanté rápidamente y caminé al baño. Miré mi mano y esa
sustancia de color blanca y viscosa estaba en toda mi mano. Sonreí al saber
que se sintió bien por mi. Lavé mis manos y regresé. Él se había levantado de
la cama y estaba limpiándose con la sábana.
—Bueno, tengo que sacarla. — sonrió burlón y caminó hacia mí.—Eres una
niña mala. Tienes tanta suerte de estar todavía así.
—Ya no lo estoy. — pensé en voz alta y tapé mi boca.
—Oh, ¿Lo tenías oculto? ¿Significa que puedo hacertelo?— sonrió malicioso.
—No. Voy a dormir. Tenemos que limpiar esto y acostarnos. Mañana hay
mucho que hacer. — sonreí nerviosa y caminé a la cama.
Luego de limpiar y cambiar la ropa de cama completa, nos acostamos a
dormir. Me acosté en su regazo como todas las noches, es donde mejor
duermo.
A la mañana siguiente nos despertamos temprano, desayunamos y recogimos
nuestras cosas. Nos despedimos de la Sra. Val y nos fuimos para la empresa
donde estaríamos cerrando el negocio. Por el camino William llamó y dejó
todo en orden para viajar luego que terminemos. Caminé detrás de él cuando
llegamos a la empresa y se detuvo repentinamente.
—¿Por qué estás caminando detrás de mí?— me preguntó en un tono algo
serio.
—Para no incomodarte. — añadí nerviosa al verlo tan serio.
—Tu no tienes que estar detrás de mí, tu lugar es al lado mío.
—Lo siento, yo solo no quería causarte problemas.
—Eres mi mujer y aunque seas también mi asistente, tu lugar siempre será
aquí, ¿Entendido?— me agarró la mano y me hizo caminar a su lado.
—Entendido.
—Tienes que tener cuidado, hijo. Winters estuvo preguntando en estos días por
ti. Si ellos dos están confabulados, significa que te quieren hacer algo. Ese
muchacho ha perdido la cabeza. ¿Y cómo es posible que la policía no haga
nada al respecto?— miró al detective molesta.
—Si la policía no puede ayudarnos, hay otras formas de hacerles pagar por su
crimen.
—Yo no voy hacer nada indebido. Confía en mí, princesa. La justicia en este
país no sirve y no considero justo que se salgan con la suya.
—Hay formas de matar lentamente a alguien sin siquiera tocarlos. Ellos no son
profesionales, no creo que hayan hecho esto antes. Al menos no Erick, él ni
siquiera sabe defenderse y está manco, literal. Alguien que está mentalmente
afectado como él, un empujoncito no le vendría nada mal.
—Lo que hicieron ellos lo es, lo nuestro no. Digamos que los voy a retener
mientras la policía logra interrogar a tu mamá.
—Así que vas a usar el mismo método. Muy inteligente de tu parte, hijo.—
añadió la Sra. Jade.
Siento mucho miedo de esto. Yo no quiero que pase nada con William, aunque
esté tan seguro de sí mismo y de su plan, tengo temor de que cometa un error y
terminé en la cárcel. Su madre y Dany se ven muy seguros del plan de William.
No dudo de sus capacidades, pero tengo temor. No quiero que por mi culpa
otra vez se vea afectado.
—No te preocupes, cariño. Todo estará bien. Confía en mi hijo, te aseguro que
él no hará nada indebido. — sonrió Jade relajada.
—Quiero solucionar ese problema fuera de tribunales. ¿Qué mejor forma que
hacerle llegar el video a los medios? Eso acabaría con su carrera, nadie
creería más en ella y lo más probable no aguante la presión de la prensa y
terminé fuera de la vista de todos. Quiero acabar con ese problema enseguida.
Necesitaré que le entregues el vídeo a su manager directamente. Eres mi
abogado y la presión de tener un abogado al frente luego de ser expuesta, le va
a temblar hasta los ovarios.
—¿Cuántas sacaste?
—Cuatro.
—¿Le avisaras?
—Me llamas cuando hagas lo que te pedí. Me dejas llegar el video luego,
mamá.
—Está bien, cariño. Cuídense y espero tu mamá se recupere pronto, bonita.
Pasaré por el hospital mañana.
—Dios mío. Mira como te dejaron, mamá. — lágrimas bajaron por mis
mejillas y William puso sus manos alrededor de mi cuerpo.
………….
—He venido personalmente a ver la manager de la Srta. Pits, ¿Será que puede
atenderme? No le quitaré mucho tiempo. — le dijo Dany a la recepcionista.
—¿Qué hace un abogado del Sr. Cole aquí? ¿A qué debo su visita? Si trata
extorsionar a la Sra. Pits, será mejor que se vaya antes de que llame a la
policía.
—Le tengo un regalo de parte de mi cliente. Me gustaría que lo viera y si es
posible que se lo muestre a la Sra. Pits.— le entregó el CD.— Nos gustaría
invitarlas mañana a la conferencia de prensa que estará brindando mi cliente.
Estoy seguro que será del agrado de ambas. Va a presentarse en el HWL95, a
las 9:00 AM. Esperamos contar con su asistencia.
—Eso no puede ser. Eso debe ser un montaje. — dijo Shawna al ver el vídeo.
—Habla con ese abogado, o directamente con el Sr. Cole, o tendrá que decirle
adiós a su carrera mañana.
…………….
Solo espero que todo salga bien. Esta situación me preocupa demasiado.
………………
—Lo que tenga que decir, deberá decirlo frente a mi abogado. Vera que ya no
confío en usted. Quién podría hacerlo luego de todas esas falsas acusaciones
que hizo hacia mí persona, ¿cierto?
—Siento mucho todo el problema que le cause. Solo quería pedirle que no
muestre ese vídeo. Hago lo que me pida, pero arreglemos las cosas fuera de
prensa.
—No, no puedo hacer lo que pide. Por su culpa tuve que regresar de mi viaje
con mi mujer para atender este asunto y no sabe lo mucho que me molesta eso;
además de que me ha causado muchos problemas a mi empresa y a los míos.
—¿Me dirá que su molestia es por eso? Podemos arreglar esta situación de
otra forma. Cometí un error, lo admito, pero no volveré hacerlo nunca más. Le
pido que no haga esto público. No volveré a meterme con usted, no usaré su
nombre otra vez; solo le pido que no haga esto. No sabe lo que me costó llegar
hasta aquí.
—Me niego.
—No se tan cruel. Ya le dije que haré lo que me pida, pero no haga ese vídeo
público.
—Me niego. ¿Qué puedo obtener de una mujerzuela como tú? ¿Qué puedo
obtener que ya no tenga?— arqueó una ceja.
¡Te quiero!
William puso sus pies sobre ambos brazos del individuo y se agachó para
quitarle la capucha. Efectivamente no era Erick.
Era un hombre joven, tez trigueña y delgado. Se quedó en silencio sin decir
una sola palabra.
—No creo que quieras ir a la cárcel, niño. Estás muy joven para que te coman
el trasero. Si hablas y me dices quien te pago, te dejaré ir.
—Bueno, debes tener algún teléfono encima que pueda responder mi pregunta.
— William busco en sus bolsillos y encontró un celular. — Acabo de
encontrar un tesoro.
—William, tenemos que hacer algo pronto. Si algún reportero aparece por esta
área y graba esto, podrías tener problemas.
—$50,000 USD.
Jade llamó a la policía y nos quedamos esperando hasta que llegaron. Lo peor
es que el escándalo que hicieron con la sirena alertó a los reporteros.
—No te preocupes, cielo. Todo va a estar bien; además tengo que dar mi
declaración. Parece que nuestra segunda casa es la comandancia de la policía.
—Ve con tu mamá. Yo luego iré a verte. No te preocupes por mí. Ya lo peor
pasó. — William sonrió relajado, pero aún así no quería dejarlo.
La Sra. Jade me aguantó la mano y me hizo caminar con ella. William se quedó
con Dany y el individuo. Me dolía el pecho por tener que dejarlo ahí.
Me subí a su auto y nos fuimos de ahí.
—¿Por qué dice eso, Sra. Jade?— ví una lágrima bajar por su mejilla y
realmente me sorprendió.
—Siento envidia porque me gustaría haber sido así como ustedes, Qué
patética soy, ¿Verdad?— musitó entre lágrimas.
—Sra. Jade...
En realidad no sabía qué hacer. Verla llorar me estaba partiendo el alma. Ya
que no sabía que decir quise buscar alguna forma de calmarla. Quité mi
cinturón y la abracé. Sé que no la conozco lo suficiente para haber tomado ese
atrevimiento, pero fue la única forma que sentí que podía ayudarla. Ella
correspondió mi abrazo y descargó toda su carga en mi hombro.
A veces solo estás falta de un abrazo sincero, un abrazo que te consuele, que
te haga sentir querida, que sientas que hay alguien ahí para ti; un abrazo
que te haga sentir seguridad, que puedas descargar todo ese peso que llevas
cargando y puedas sentirte más liviana; porque a veces un abrazo puede
cambiarlo todo.
Quería demostrarle mi apoyo de alguna manera, ya que a veces las palabras
sobran.
No sabía la razón por la cual estaba así, pero debe ser un peso muy fuerte el
que ha estado cargando. Jamás la había visto de esta forma. Lo único que he
conocido de ella siempre ha sido su dulce sonrisa.
Cuando logró calmar sus lágrimas retomó su postura.
—Gracias, querida. Realmente me hacía falta ese abrazo. Lamento mucho que
me hayas visto así. — secó sus lágrimas.
—No tiene que disculparse por eso. Todos en algún momento necesitamos
descargar esa carga, no somos de hierro.
—¿Podemos ir a otra parte?
—Claro, Sra. Jade.
Manejo hasta un restaurante y nos bajamos juntas. Nos sentamos en una mesa
lejos de la gente y luego de ordenar me miró fijamente.
—Hay algo de lo que quisiera hablar contigo, pero no quisiera que le digas
nada a mi hijo. Digamos que es algo delicado.
—No diré nada, Sra. Jade. No se preocupe por eso. Puede confiar en mí.
—Ya no tengo a mi mejor amiga. Por ende, no tengo con quien hablarlo y
quisiera sacar eso de aquí.
Me quedé en silencio para que pudiera sacar todo eso que siente.
—Cuando tenía 15 años estaba enamorada de una persona, alguien realmente
especial. Era de la misma forma que William es. Muy amable, cariñoso,
atento, era todo lo que una mujer podría desear en un hombre. Nos conocimos
en la escuela, nos hicimos buenos amigos. El aprecio y el cariño fue creciendo
con el pasar de los años. El cariño era mutuo, nos queríamos más que nada.
Mantuve esa relación ajena a mis padres por (3) años, ellos jamás iban
aceptarlo. Cuando cumplí mis 18 años mi familia pretendía casarme con un
hombre, para el beneficio de ellos y sus negocios. Había sido educada para
ser la esposa perfecta, desde pequeña fue así. Cuando el se enteró quiso que
nos fuéramos juntos, pero yo me negué. A pesar de amarlo mucho, sentía
lástima y temor de que mis padres perdieran todo y yo no hubiera podido
ayudarlos. Corté mi relación con él, el mismo día que anunciaron mi
compromiso con mi actual esposo. Quise renunciar a mi felicidad, por la
felicidad de mis padres. Fue la peor decisión que pude haber tomado. El día
de nuestro compromiso fueron a presentarme a mis cuñados y resulta que el
era el hermano de mi esposo. Ninguno de los dos lo sabíamos. Estábamos
ajenos a eso. Fue doloroso casarme con alguien que no quería y peor aún,
viendo al hombre que tanto ame siendo testigo de nuestra unión. En el viaje de
la luna de miel pasé los peores días de mi vida. Fue cuando me enteré que
estaba embarazada de William. No iba a poder ocultar algo así por mucho
tiempo. Al enterarse sobre eso, él quiso divorciarse, pero nuestros padres
llegaron a un acuerdo de que continuaramos fingiendo que teníamos una
relación. El hizo su vida y yo la mía. Su madre me hizo la vida de cuadritos.
Casi pierdo todo por su culpa. Antes de que eso sucediera, me fui del país.
Fue cuando me levanté desde abajo, ahorraba dinero y lo duplicaba. Abrí esté
negocio sola y logré mantenerlo con la ayuda de mi hijo. Desde pequeño fue
muy inteligente y lo crié para que pudiera dedicarse a esto. No quería que
nada le faltará en un futuro, por si yo falto. Dany apareció en nuestras vidas
años después. El no sabía de nuestro paradero, pero buscó la forma de
encontrarnos. Se mantuvo conmigo y William todo el tiempo, nos ayudó mucho
en la empresa también; hasta que la bruja de mi ex suegra nos encontró. Me
buscó con la intención de que les ayudará, ya que estaban en banca rota. Quise
darle la espalda, pero al haber estado casada todavía con su hijo, era un
problema para mí. Fue donde los rumores comenzaron a correr y no tuve de
otra que calmar las cosas, obviamente por mi hijo William. Si la empresa se
venía abajo para ese tiempo, nos hubiéramos quedado en la calle. No tuve de
otra que aceptar a ese viejo en mi casa y ayudar a la vieja bruja. Ni William,
ni mucho menos Dany estaban de acuerdo, pero no tenía opción. No quería que
William se enterará de la verdad, sería un golpe muy fuerte para él.
—¿Significa que el Sr. Keller no es el padre de William?
—Así es y es algo que le he estado ocultando por todos estos años. Él sabe
que ese viejo me abandonó, pero no sabe las razones detrás de eso.
—¿Su verdadero padre lo sabe?
—No, no he tenido la valentía de decirle. Soy una cobarde. William no me
perdonaría si se entera de la verdad. Le guarda rencor a su verdadero padre
por el incidente con la prensa que provocó mi ex marido. Lo culpa por no
haber estado presente ese día. William no le gusta que mencionen el tema. Ese
día mi hijo, dejó de ser mi hijo y se convirtió en un animal salvaje. Casi mata
a uno de los reporteros a golpes, por suerte es algo que con el pasar del
tiempo los medios ya no lo mencionan.
—Dios mío. No puedo ni imaginar lo difícil que han debido ser las cosas.
—Mi hijo no es de perder la paciencia fácilmente, pero desde ese día todo lo
que tenga que ver con reporteros o los medios, el simplemente no lo tolera. Es
por eso que me preocupa mucho que los medios vayan a atacarte, o hacerte
algo si se enteran de la relación que tienen. Ese es el miedo de mi hijo. No
quisiera volver a presenciar a mi hijo convertirse en ese animal otra vez, pero
tampoco quiero que renuncie a la felicidad por miedo, así como hice yo.
Ahora me arrepiento. No creo que sea justo. Tu eres una buena chica, se llevan
bien, mi hijo está feliz y yo también estoy feliz por ambos. Es por eso que les
pido que defiendan su relación de todo, así como lo han hecho hasta ahora.
Daría todo por volver a ese día y haber rechazó todo este compromiso que
solo me amargo la vida. Ahora lo más probable estaría viviendo una vida al
lado de ese amor que no pudo ser. Al lado de Dany. —quedé sorprendida.
—¿El Sr. Dany es el padre de William?
—Así es, querida. Dany es su verdadero padre. Ninguno de los dos lo sabe.
Imagínate cómo se pondría mi hijo si se entera de esto.
—Tienen muy mala relación. Cómo es hermano de mi ex esposo, William le
guarda rencor, al igual que a toda esa familia, pero Dany jamás hizo nada
malo. Al contrario, nos apoyó desde el principio y sin saber que es su hijo.
Cuando sucedió el incidente los reporteros me golpearon y todo por dar la
primicia. Se vuelven unos animales cuando quieren pelearse por una noticia.
William se volvió como loco y atacó a medio mundo, pero en especial a quien
lo hizo. Perdió la cabeza y es comprensible. Dany había salido del país a
encontrarse con un familiar que supuestamente estaba muy enfermo y resultó
ser mentira. Solo querían alejarlo de todo este problema que estaban
planeando. Querían destruir todo lo que por años nos costó construir.
Inventaron un supuesto romance con un empresario que habían encarcelado por
ser un estafador. Era un socio de mi compañía y pasábamos tiempo juntos,
pero no porque tuviéramos una relación, más bien porque nos ayudaba mucho.
El envío fotos algo comprometedoras a los medios para que la empresa se
viniera abajo. No sabía que había sido él, hasta que William lo descubrió.
William tenía puesto el ojo en él, cuando se le mete algo en la cabeza no hay
nada que se lo quite. Habíamos tenido varios proyectos también en los cuales
los beneficiarios y socios nos dieron la espalda y cancelaron todo tipo de
relación con la compañía; Aunque se pudo aclarar esa falsa, casi nadie confío
en nuestra palabra. William quería sacar la empresa adelante aún con todo y
rumores. Lo logró, pero aún hay personas que no creen en nuestra inocencia.
Nosotros no somos de estafar a nadie, todo lo que hemos logrado a sido en
parte por el esfuerzo y determinación de mi hijo. El no se rindió nunca. Se
propuso sacar la empresa adelante y lo ha logrado con el tiempo. Salimos de
ese hueco y volvimos a otro. Ya ves que saboteó el último proyecto y no era la
primera vez que sucedía. Entré más contratiempos sucedieran, peor para la
empresa. Por suerte, ese día ambos hicieron un buen trabajo; aún luego de lo
que sucedió pudieron realizar la propuesta con éxito.
—Admiro mucho a su hijo por eso y más. Realmente es una persona muy
especial, cuenta con una paciencia y determinación increíble. Tiene un hijo
muy maravilloso, Sra. Jade.
—Gracias. No todo lo sacó de mi, querida. Bueno, solo la belleza.— sonrió
divertida.
Al fin la vuelvo a ver sonreír.
—No sé por cuánto tiempo podré seguir ocultando esto. Sé que ambos tienen
todo el derecho de saber, pero ¿Cómo se supone que les diga? Hasta que no
logren hacer las paces y arreglar sus diferencias, sería imposible que logren
acercarse.
—Estoy casi segura que William la entenderá. William la ama, es muy unido a
usted, tienen una buena relación y él es muy comprensivo.
—Pero el rencor que siente por esa familia es inmenso. Dany a tratado de
acercarse a él porque lo ve como un hijo y sabe que está resentido, pero
William no lo permite.
La mesera nos trajo la comida y dejamos el tema ahí. Luego de comer me trajo
al hospital.
—Gracias por la confianza que tuvo en mí, le prometo que no diré nada. Solo
espero que todo logré caer en su sitio y que pueda descargar ese peso que
viene cargando por mucho tiempo. Si aún queda algo por esa persona que ama,
debe luchar por él; aún está a tiempo. El Sr. Dany se nota que está muy al
pendiente de usted y de William. No renuncie otra vez al amor de su vida,
merece ser feliz y no es justo que un amor tan bonito, se vea afectado por
personas tan malas.
—Me siento mejor al haber hablado contigo. Gracias por escucharme y
aconsejarme, cariño. Realmente lo necesitaba. — sonrió y me dió un abrazo.
Lo respondí de vuelta. Me hace feliz saber que ahora se siente mejor.
Un teléfono sonó, pero no era el mío o de la Sra. Jade. Era el celular que me
dió William de ese hombre que nos atacó. Es un número desconocido.
—Responde, pero no hables. Pon el altavoz.
Llamada telefónica:
—Te he estado escribiendo, ¿Por qué no respondes? Si planeas quedarte con
mi dinero y no cumplir, iré por ti.
La Sra. Jade me hizo seña para que colgará la llamada. Así que eso hice.
—Esa voz yo la conozco. Es de mi amiga.
—¿La Sra. Winters?
—Así es.
—Eso significa que las personas que mandaron hacer esto fue Erick. ¿Qué se
supone que hagamos? Llevamos esto a la policía?
—No, esperaremos por mi hijo. El tiene unos planes en mente y van a producir
más que entregar esto a la policía.
—Yo no quiero que su hijo se meta en problemas por mi culpa. Yo no quiero
que haga algo malo.
—Mi hijo es muy inteligente y créeme, no hará nada de lo que vaya a tener
problemas después. No es la primera vez que tiene que jugar de esta forma con
criminales. La justicia en este país no sirve. Él solo quiere protegerte. No te
preocupes por lo demás, solo confía en el. Mi hijo sabe lo que hace. Me
atrevería a decir que quienes deberían preocuparse en este momento son ellos.
— sonrió maliciosa y me hizo reír a mi.
—Gracias por traerme, Sra. Jade. Cuídese mucho.
—Que se mejore tu mamá. Ten mucho cuidado y no respondas ninguna otra
llamada.
—No lo haré. — me despedí de la Sra. Jade y subí a la habitación de mi
mamá.
Me quedé con mi madre varias horas y estaba ansiosa porque no he sabido
nada de William. No me atrevía a llamarlo o escribirle, porque sé que debe
estar ocupado ahora. Estaba algo agotada y y me quedé dormida en el sillón
con el teléfono en mano. No sé cuánto tiempo había transcurrido cuando sentí
un especie de suavidad y humedad en mis labios. Abrí mis ojos y fue cuando
ví a William. Me sentí tan emocionada al verlo que lo abracé con todas mis
fuerzas. Mis lágrimas estaban bajando involuntariamente por mis mejillas,
pero no era tristeza, más bien era felicidad de poder verlo.
—Te extrañe mucho.
—No llores así, mi diosa. Ya estoy aquí. Yo también te extrañe demasiado y
no tienes idea. — me abrazó de vuelta.
—¿Cómo salió todo, cariño?
—Bien, mi reina. Ese hombre no será un problema por un largo tiempo;
aunque no quiso hablar y delatar a quienes le pagaron. Tengo una breve
sospecha de quién pudo haber sido.
—Ya sabemos quién fue.
—¿Cómo lo sabes, amor?
—Llamaron al teléfono de ese hombre y respondí, pero no hablé. La Sra. Jade
reconoció su voz y al parecer fue la Sra. Winters.
—Ese teléfono nos servirá de mucho, princesa. Ya quiero ver sus caras cuando
se encuentren entre la espada y la pared. — esbozó una sonrisa de malicia.
—Sentí tanto miedo de que algo te pasará. Debes andar con mucho cuidado, no
quiero que nada te pase.
—No te preocupes, mi amor. Todo va a estar bien. No les daré el gusto de
hacerme algo. Ahora no pensemos en cosas negativas. ¿Por qué no me das otro
besito?
—Me diste uno mientras dormía, ¿No es así?
—Si, pero quiero otro.
—Yo con gusto te lo doy. — puse mis brazos alrededor de su cuello y lo besé.
—Mucho mejor. Lo único malo es que me dejas con ganas de muchos besos
más.
Escuchamos unos quejidos y ambos fijamos la mirada a mi mamá. Me acerqué
a su lado y agarré su mano.
—Mamá, ¿Me escuchas?— seguía quejándose, pero no abría sus ojos.
—Debe estar teniendo una pesadilla. — comentó William.
—Despierta, mamá. — quería despertarla.
Seguía hablándole y acariciando su frente hasta que ví cuando lentamente
abrió sus ojos.
—¡Mamá!
—Estas aquí, hija.— dijo en un tono débil y bajo.
—Si, mamá. ¿Cómo te sientes?
—Siento mucho dolor.
—Llamaré al doctor para que le dé algo para el dolor. — añadió William
caminando a la puerta.
—Perdóname, hijita.
—¿Perdonarte qué, mamá?
—Por todo.
Llevó su mano al abdomen y trató de sentarse.
—Estás muy delicada. No puedes hacer eso ahora. Te ayudaré con la cama.
—¿Qué pasa con mis piernas?— trató de poner ambas manos sobre la cama
para sentarse, pero traté de evitarlo.
—Debes esperar a que el doctor venga.
—¿Por qué no siento mis piernas?— su pregunta fue como una punzada en el
pecho.
—Debes calmarte, mamá. El doctor ya viene. — quise evitar mostrarle el
dolor que estaba sintiendo por dentro.
—¿Por qué no puedo moverlas? — seguía tratando de sentarse, pero la sujeté
para que no pudiera hacerlo.
Saber lo que realmente está sucediendo, sería un golpe muy fuerte, pero
tampoco se va a poder ocultar por mucho.
El doctor llegó a la habitación y notó lo desesperada que estaba mi madre.
—Le inyectare algo para el dolor y un calmante.
—Espera, ¿Por qué no siento mis piernas, doctor?
El doctor se quedó en silencio y me miro. No sabía que decir, ella estaba
insistiendo mucho en saber.
—Sufrió un trauma en la columna vertebral y no sabemos aún cual es el
estado, si podría ser permanente o no, pero le aseguro que haré todo lo que
esté en mis manos para que se recupere.
Lágrimas bajaron por las mejillas de mi mamá y quise abrazarla, pero me
empujó.
—Esto fue tu culpa. No te me acerques.
—¿Mi culpa?
Mi madre me miró con desprecio y no pude evitar sentirme mal. ¿Mi culpa?
—Erick fue quien me hizo esto por tu culpa. Si hubieras hablado con el a
tiempo, nada de esto hubiera ocurrido.
—Cuidado con lo que dice, Señora. No le permitió que le hable así a su hija.
¿Cómo puede echarle la culpa a ella? Quién encubrió al culpable, fue usted.
Ya todos sabemos que conocía a la persona que atacó a su hija y no dijo una
sola palabra. Sabías que su hija estaba en riesgo y prefirió callar. Me
encantaría saber sus razones.
—William…— quise evitar que siguiera, pero William se veía muy molesto.
—Lo siento, preciosa. No me puedo quedar con esto por dentro. — William
miró a mi madre. — Lo menos que puede hacer es decirnos lo que sucedió.
¿Por qué la atacaron? ¿Querían que no dijera nada?
Mi madre se quedó en silencio.
—¿No piensa hablar?
—Tengo que sedar a la paciente, señor. — añadió el médico.
—Veo que seguirá defendiendo a esos criminales aún después de lo que le
hicieron a su hija y a usted.
—Ellos querían saber dónde estaba Jasmin y yo no quise decirles.
—¿Solo por eso la van a tratar de matar? ¿No estará ocultando algo más?
Mi madre se quedó en silencio.
—¿Por qué quiso quedarse callada el día que atacaron a su hija? Si hubiera
reportado eso a la policía, ahora misma ese criminal estaría tras las rejas.
—No pude hacerlo.
—¿Por qué? ¿Qué puede ser más importante que su hija?
—Basta, William. — le agarré el brazo para evitar que siguiera hablando.
—Ahora mismo están libres haciendo de las suyas y no podrán atraparlos si
usted no copera con las autoridades. Trataron de matarme hoy y fue por el. Lo
peor es que su hija estaba presente. ¿Va a seguir callando y no hará nada para
proteger a su hija? ¿Qué tipo de madre es usted?
—No siga hablándome así.
—Le hablo como quiera. A mí sí me importa lo que pase con su hija. Creí que
luego de esto, sería capaz de sentar cabeza y admitir que cometió un error.
Pensé que trataría de enmendarlo y que diría todo lo que está sucediendo. Al
final de cuentas, la que se está viendo más afectada es su hija, no usted. Ese
criminal está detrás de su hija, tiene una obsesión por ella que estoy seguro
que tratará de hacerle algo malo y usted está patrocinando eso. En pocas
palabras, usted es igual o peor que ellos.
—Eso no es cierto.
—Entonces ¿porque no tiene los ovarios bien puestos y habla de lo que pasó?
¿Qué es lo que tanto oculta? Si la policía se da cuenta de que está encubriendo
a los criminales, la van a encerrar en la cárcel, ¿Eso quiere? Sea quien sea,
que trate o permita que le hagan daño a mi mujer, va a pagar por eso y usted no
será la excepción.
Mi madre se quedó en silencio y me miró. Al mirarla de vuelta bajó la cabeza
de inmediato.
—Su silencio es una respuesta también. No tendré lástima por usted, así sea la
madre de mi mujer. Porque si a usted no le importa lo que le pase, a mi si. Veo
que ha estado rodeada de personas dañinas. Me duele tener que hablar así
frente a ella, pero en parte es bueno que se de cuenta de la clase de persona
que es usted.
—Diré todo.
—¿Qué dirá?
—Yo tuve la culpa en parte de todo lo que pasó, pero yo no sabía que él tenía
intenciones malas con ella. Sabía que estaba enamorado de mi hija y quise
evitar que siguiera enamorado de ella, pero entre más trataba, más
obsesionado se volvía. La noche que Erick la atacó, fui yo quien le di las
llaves de la casa, pero juro que no sabía lo que estaba planeando. Erick me
dio una cantidad de dinero para que la convenciera de estar con él.
—¿Y usted la acepto así como así? ¿Le vendió a su hija solo por el dinero?
Solo a usted se le ocurre. — William apretó sus puños. —¿Qué fue lo que
sucedió esa noche?
—El quedó en que vendría a la casa para hablar con ella y arreglar las
diferencias que habían tenido. Le creí, realmente le creí.
—No, usted creyó en el dinero, no en él. Continúa.
—Me fui al trabajo como de costumbre. Yo necesitaba que ellos arreglaran las
cosas, para que así todo volviera a ser como antes, pero nada de eso ocurrió.
Me estaba sintiendo mal en el trabajo esa noche y tuve que regresar a la casa.
— se quedó en silencio y bajó la cabeza.
—¿Qué fue lo que pasó cuando llegó?— William estaba inquieto y yo también.
No podía creer nada del que mi madre estaba contando. Sentía esa presión en
el pecho en cada palabra que decía, pero quise dejarla hablar sin
interrumpirla.
—Mi hija estaba inconsciente y Erick estaba tratando de abusar de ella.
—¿Me está diciendo que fue testigo de que a su hija la trataran de violar y
usted no dijo nada?— William rechino los dientes y apretó fuertemente sus
puños.
No salía de mi asombro. Sentí un dolor fuerte en el pecho y lágrimas
comenzaron a bajar por mis mejillas. Escuchar eso de mi propia madre me
dolió en el alma. Ni siquiera podía mirarla, me sentía decepcionada. No podía
creer que mi propia madre pudo haber ocultado esto y que aún hasta este
momento lo estuvo haciendo.
Mi madre se quedó callada y bajo aún más la mirada.
—Por dinero fue capaz de vender a su propia hija y dársela en bandeja de
plata a un infeliz que solo quería hacerle daño. ¿En qué mierda estaba
pensando? Sabía que él estaba obsesionado con ella y aún así no uso la
cabeza, o su instinto de madre para proteger a su hija. Usted es la persona más
desagradable que haya conocido en la vida.
—Tuve miedo. Yo jamás pensé que Erick sería capaz de eso.
—¿Y que creía que haría alguien que está enfermo mentalmente? Se dejó
llevar por el dinero, señora. Para usted valió más el dinero que su propia hija.
—Eso no es cierto. Yo solo tenía miedo de ir a la cárcel.
—¿Y solo por eso prefirió callarse esto? Fue testigo de que trataron de abusar
de su hija, ¿y usted solo pensó en sí misma? Pudieron haberla violado y tú te
callaste. ¿Jamas pensó en cómo se sentía su hija? ¿El miedo que pasó por su
maldita culpa? Le negó en la cara lo ocurrido y aún hasta ahora has estado
callando. Este es su castigo por ser una mala madre. Considero que esto es
poco comparado a lo que realmente mereces.
—Yo amo muchísimo a mi hija. Yo no quería que esto le ocurriera. La alejé de
él y te pedí que te la llevarás, con tal de que ese animal no se volviera acercar
a ella.
—¿Y para ti eso fue suficiente? No puedo ni siquiera continuar hablando con
alguien tan detestable como tú. Jasmin no merece tener una madre como tú. —
rechino los dientes y suspiró molestó. —Me das asco. — William salió de la
habitación como alma que lleva el diablo y quise caminar detrás de él.
—No me dejes sola, Jas.
—Lo siento. Yo no quiero estar cerca de ti ahora.
—No me odies, por favor. Tuve miedo, entiéndeme.
—¿Qué te entienda? ¿Tú me entendiste a mi? No me creíste por más que te lo
dije. Estoy decepcionada de ti. Yo… — hice una pausa tratando de aguantar
ese nudo que se había formado en mi garganta.— no quiero estar cerca de ti
ahora mismo.
—¿Estás escogiendo ese hombre antes que a tu madre?
—A cambio de ti, el sí ha estado conmigo en las buenas y en las malas. Me ha
protegido y a creído en mi, cómo tú nunca lo has hecho. — salí del cuarto y
ahí fue cuando pude estallar en llanto. Todo se acumuló en mi pecho y tuve que
dejarlo salir. No podía aguantar un segundo más con esa presión. Me duele el
doble, porque a pesar de todo lo que hizo, ella sigue siendo mi madre.
—Tengo que buscar a William.
Sequé mis lágrimas y caminé por todo el hospital, pero no lo encontré. Busqué
fuera del hospital y fue cuando lo alcance a ver. Estaba frente a su auto con las
manos en la cara.
—William...
—Perdóname por todo lo que dije allá dentro. Sé que no debía decir eso en
presencia tuya, pero no pude aguantarme. — su voz se escuchaba entrecortada.
¿Acaso está llorando?
—No te preocupes. Realmente te agradezco que hayas dicho todo eso. Sé que
lo haces porque te importo. No lo hiciste con una mala intención.
Se quitó las manos de la cara y me abrazó fuertemente.
—Perdóname por no haber estado ahí para protegerte, princesa. — William
estalló en llanto y su cuerpo estaba temblando. Nunca lo había visto así y eso
me hizo sentir más tristeza de la que ya sentía.
—¿Qué dices? Tu no tienes que disculparte por eso. Tu no tuviste la culpa de
nada.
—Si te hubiera llevado conmigo como quería, nada de esto hubiera pasado.
No me di cuenta de la clase de persona que tenías alrededor.
—¿Quién podría creer que mi mamá hubiera sido capaz de esto? No te sientas
culpable, mi amor. —escucharlo en llanto no me ayudaba. Su fuerte abrazo me
hizo llorar más. Saber que se siente culpable por algo que el no tuvo la culpa,
me duele.
—Te juro que voy a protegerte, no dejaré que nada malo te pase nunca más. —
me acercó más a su pecho y pude escuchar su corazón agitado. —Te juro que
lo voy a encontrar y va a pagar por todo esto. No sé saldrá con la suya ese
infeliz.
—Lo se, confio en ti. Eres la unica persona en la que puedo confiar. Gracias
por todo lo que haces por mi.
—Te quiero demasiado y no sabes lo que duele saber todo esto. — se alejó y
puso ambas manos en mis mejillas haciéndome mirarlo. —Sé que te duele
mucho, pero yo no quiero que llores más. No vale la pena hacerlo. Hay que
reponernos y superar todo esto. Yo me encargaré de ese infeliz por haber
puesto sus asquerosas manos en ti. Ahora quiero que nos enfoquemos en otra
cosa. No quiero verte triste. Quiero verte sonriendo, ¿Si?— secó mis
lágrimas.— Eres mi princesa y no quiero más lágrimas en tu rostro. Yo voy a
secar las mías y haremos de cuenta que nada pasó. Pensemos en cosas que nos
hagan feliz. Cómo nuestra relación por ejemplo. Algo que si valga la pena.
¿De acuerdo?
Asentí con mi cabeza y sonreí.
—Esa es mi hermosa niña. — me dió un tierno beso y sonrió.
—Te quiero mucho, mi amor. — musité con mi respiración agitada.
—Y yo mucho más a ti, mi reina. — acercó su frente a la mía y sonrió relajado
antes de volver a besarme.
A pesar de todo lo malo, él siempre logra sacarme una sonrisa y cambiar mi
estado de ánimo. Puede cambiarlo todo con una simple palabra, un simple
gesto, una sonrisa, o incluso un beso. Siempre llego a la misma conclusión...
William es todo lo que quiero...
—¿Vendrías a dormir conmigo por esta noche, princesa?
—Si, no quiero quedarme aquí hoy. No me siento preparada para enfrentarla
ahora.
—Tengo algo que hacer con Dany, no me tomará mucho tiempo. ¿Crees que
podrías esperar por mi? Puedo llevarte a la casa para que te relajes mientras
regreso. ¿Te parece, cielo?
—Si, cariño.
—Recojamos tus cosas y nos vamos para la casa.
—Esta bien, mi amor.
Subí con William a la habitación de mi madre, pero ella ya estaba dormida.
Quería quedarme con ella, pero no me siento preparada para esto. Pensar en
todo lo que pudo haber pasado ese día mientras estaba inconsciente y
enterarme que ellas lo sabía y callo, me es imposible perdonarle esto. Busqué
mi maleta y mis cosas para irme con William. Me trajo a su casa y me ayudó a
subir la maleta a la habitación.
—Al fin puedo tenerte solo para mí otra vez. — me abrazó por la espalda. —
Parece que hubiera pasado mucho tiempo desde entonces.
—No ha sido mucho, mi amor.
—Pero te he extrañado demasiado. Despertar y no tenerte a mi lado es
desesperante. Ahí es cuando soledad viene hacer de las suyas. Quisiera tenerte
así todos los días, mi princesa.
—Por lo que veo no eres el único que me extraña.— sentí su erección en mis
glúteos.
—Ya ves lo feliz que se pone al estar cerca de ti. Está que salta de alegría.—
soltó una risita traviesa.
—Eres increíble. — reí ante su comentario.
—Te juro que vendré rápido. — Me giró hacia el.
—Esta bien, no te preocupes. Voy a esperarte.
—No quisiera dejarte sola, pero estarás más segura aquí. Te quiero mucho,
linda. — me dio un beso y me abrazó.
—Yo también a ti. — sonrió encantador antes de irse.
Busqué mis cosas para bañarme. Necesito relajarme un poco.
…………..
—¿Tienes todo lo que te pedí?
—Si, Willy. — respondió Dany.
—¿No hay cámaras en esta calle?
—No, no hay ninguna.
—Bien. No podemos desorganizar nada.
—Solo espero que no tengamos problemas con esto, William. Sabes que esto
es un delito. Estamos a punto de invadir una propiedad ajena.
—Haremos lo que la policía no hará; Además es un criminal y no creo que
haya tenido tiempo de sacar nada de aquí. No habido movimiento alguno, es el
momento de buscar evidencia que nos sirva para hundirlo.
Ambos se supieron dos pares de guantes, bolsas en los zapatos y una gorra.
—¿Cómo haremos para entrar, Will?
—Forzar la puerta.
—Pero la policía se dará cuenta.
—Luego que no haya rastro nuestro, no hay forma de que sepan que fuimos
nosotros. Vigila mientras la abro.
—Date prisa, Willy.
Dany se quedó vigilando los alrededores mientras William lograba forzar la
cerradura. Luego de un tiempo logró abrirla. Ambos entraron a la casa y
cerraron la puerta. William encendió la linterna del teléfono y fue mirando
alrededor.
—¿Por qué no enciendes las luces, Will? Así no vas a poder ver nada.
—Si se puede. Si encendemos las luces podemos llamar la atención de los
vecinos. El auto de él no está afuera.
—Estas demente, William.
—¿Estás arrepintiendote de haberme acompañado?
—No, pero tengo temor de que alguien nos descubra.
—No hay forma de que sepan quienes somos. El auto lo dejamos lejos,
entramos por la parte de atrás de la casa, no hay cámaras y no hay nadie aquí,
¿Cómo van a descubrirnos? Si quieres irte, puedes irte.
—No te dejaré solo.
—Pues no te quejes tanto y ayúdame.
Buscaron por todo el comedor y la cocina, pero no encontraron nada extraño.
Fueron al cuarto y buscaron en las gavetas, pero no encontraron nada.
—Debe haber dejado algo. Maldita sea.
—Sera mejor irnos, Will.
—No me iré.
William se quedó mirando alrededor de la habitación y busco debajo de la
cama, pero no encontró nada.
¿Dónde mas pueden ocultar cosas?
Se quedó pensando y mirando alrededor hasta que vio dos cuadros en la
pared. Los sacó y vio un hueco en la pared. Había un sobre, una cámara y una
cuchilla.
—Dame tu cámara, Dany.
Dany le pasó su cámara a William y este le tiró fotos a lo que encontró.
—Enciende la luz un momento. —le pidió William a Dany mientras cogía el
sobre en mano.
—Esta cuchilla es la misma que uso para atacarme.
—¿Y qué harás con ella?
—Todo esto me lo llevaré. Tiene que tener sus huellas y no voy a dejar que
eliminé evidencia. Esto me ayudara mucho. Puede ser que hayan usado esta
misma para atacar a la madre de mi novia. Pásame la bolsa, no quiero tocarlo
directamente. — Dany le pasó la bolsa y William guardó la cuchilla y la
cámara dentro de ella.
William abrió el sobre y fue cuando vio las fotos de Jasmin.
—Este tipo está bien enfermo. — rechino los dientes y respiro hondo.—¿En
qué momento pudo tirar estas fotos? En todas aparece ella durmiendo.— le
tiró fotos a una y cada una de las fotos que habían en el sobre. —Voy acabar
con el por haber puesto sus sucias manos y ojos en ella.
—¿Dejarás esas fotos ahí?
—No, las llevaré conmigo. Es evidencia y me servirá en el plan que tengo en
mente. — esbozó una sonrisa maliciosa.
Guardó el sobre con las fotos en la bolsa y puso el cuadro en su lugar.
—Apaga la luz y vámonos de aquí. Quiero que entremos a la casa de su
mamá.
—No habías dicho nada sobre eso, Will.
—Ella también se va a hundir junto a ese criminal. Será la madre de Jasmin,
pero esto no lo pasaré por alto. Encubrió al hombre que trató abusar de su hija
y eso la hace ver peor que ese violador.
—Esta bien. Te acompañaré.
Dejaron todo organizado y salieron de la casa. Se dirigieron a la casa de la
mamá de Jasmin y se dio cuenta que la puerta estaba sin seguro.
—La puerta no tiene seguro. Esto es extraño.
—Será mejor que nos vayamos de aquí, Will.
—Vendremos en otro momento. Esta evidencia hay que guardarla bien.
Se dirigieron al auto y salieron del área.
—Ahora solo falta poner el plan en marcha. Esos dos no se van a salir con la
suya. Me encargaré de destruirlos a los dos. — esbozó una sonrisa maliciosa.
—¿Ahora que tienes en mente, Will?
—Muchas cosas.
—Pero ¿Cómo vas a lograr que hablen?
—Ninguno de ellos dos puede saber que alguien los vio salir de ahí.
—¿Y que con eso? No hay evidencia que los implique y con lo que me dijiste
de la madre de tu novia, no creo que ella los acuse.
—No necesitaremos tanto de ella. De hecho, no creo que ella diga nada. La
codicia y el miedo hace que las personas se vuelvan muy egoístas.
—¿Eso qué significa?
—La Sra. Winters tiene mucho que perder. A la que le envié esta hermosa
imagen de ellos saliendo de la casa de la Sra. Leandra, ¿Cómo crees que se va
a poner?
—¿Le avisarás?
—Sí, ¿Y qué crees que hace una rata cuando se encuentre entre la espada y la
pared?
—Claro, se pondría ansiosa.
—Exacto. Y por librar su pellejo, ¿Qué crees que hará?
—Hará lo que sea.
—Así es, ella tendría mucho que perder. No creo que ella quiera perder su
empresa, su casa, su reputación, o a su marido el de los huevos de oro, por un
niño cobarde como Erick. De ella tengo mucho que hablar. Si le envío estas
fotos a su esposo pensará que tiene un amante. Y su esposo es muy celoso. Ya
ha tenido varios problemas por andar pendiente de otros hombres. ¿Y qué
crees que hará?
—Puede dejarla en la calle, o hasta acabar con ella.
—Ya ese no es problema mío. A mí quien me importa atrapar es a Erick. El
debe estar viviendo con ella, o quedándose en otro lugar. Necesito que ella se
vea tan presionada que confiese, qué le eche los trapos sucios al infeliz de
Erick y me lo dé en bandeja de plata. Ya cuando lo tenga se verá en la
obligación de hablar y confesar, en especial, si consigo que ella lo delate
primero.
—¿La dejarás libre a ella si hace todo lo que le pides?
—¿Libre? — William comenzó a reír. — Esa es la primera que se va a hundir.
Ella solo servirá para dar con Erick, ya luego que lo tenga, me importa poco
lo que pase con ella.
—¿Tu estás pensando en secuestrar a ese muchacho?
—¿Y tú qué crees?
—Eso es un delito, Will.
—Cuando tenga su confesión lo iré a entregar a la policía con toda la
evidencia.
—Pero si te acusa de secuestro puedes ir a la cárcel también.
—¿Le creerán algo a alguien que tendrá varios cargos encima y de paso estara
mal de la cabeza?
—¿Eso qué significa? Si tu tocas a ese muchacho irás a la cárcel, Will. Puedo
entender que estés molesto por todo lo que les ha hecho, pero no quiero que te
ensucies las manos.
—Como te dije; Hay formas de matar a una persona sin necesidad de ponerle
un dedo encima. No puedo negar que me arrepiento de no haberle partido
todos los huesos cuando pude, pero tengo que ser más inteligente que el. Si me
pongo a su nivel de salvaje, lo más probable termine jodido y yo no puedo
dejar a mi preciosa mujer sola. Despreocúpate, todo va a salir bien. Más que
nadie quiero estar limpio para estar con ella.
—De acuerdo. Creeré en ti, William. Te pido que te mantengas así como hasta
ahora. Te ayudaré en todo lo que necesites.
—Gracias, Dany. Mañana esa sorpresita llegará a las manos de la Sra.
Winters. Daría todo por ver su reacción.— William sonrió malicioso.
………..
Luego de bañarme me acosté de lado en la cama y miré mi teléfono a ver si
William me había escrito o llamado, pero no. No sé si deba escribirle, sé que
debe estar ocupado y no quisiera molestarlo, pero lo extraño mucho. Pensando
y pensando me gano el sueño. Estaba algo cansada y al sentirme tan cómoda en
la cama, termine dormida. No sé cuánto tiempo transcurrió cuando sentí unas
cálidas manos acariciando mis muslos.
—William...— estaba en toalla, al parecer había salido del baño.
—Llegué, pero no quería despertarte. Es un peligro que me des la bienvenida
así, muñeca.
Estaba acostada aún de lado en la cama y William besó mi entrepierna. La
suavidad de sus labios provocó un escalofrío por todo mi cuerpo.
—¿Me extrañaste?
—Si, mucho.
—Debes estar muy cansada, ¿Verdad? — lamió mi entrepierna y soltó un dulce
quejido.—Mm, hueles y sabes tan dulce. — mordió suavemente mi entrepierna
y lamió esa área.
—Te vas a resfriar, mi amor. — musité con mi voz agitada.
—No lo creo, estoy más que caliente. —soltó una risita traviesa.
—Me consta.
Alzó mi pierna y la puso sobre su hombro.
—Quédate así. — lamió mi vagina por encima de mí ropa interior y dejó
escapar un quejido. — Así que está llorando porque me extrañaba.
—No digas esas cosas, por favor.
—Estas muy rica.— lamía y daba intensos chupones por encima de mí ropa
interior.
—Eres demasiado intenso.— musité entre gemidos. Mi cuerpo estaba
temblando al sentir la intensidad y brusquedad con la que lo hacía.
—Quiero comerte completa. — removió mi ropa interior y sonrió deseoso
antes de lamer directamente mi vagina. Estaba muy enérgico. Lamía con mucha
fogosidad mi clítoris y daba suaves y delicados chupones en el. Su lengua
jugaba con toda mi vagina, estaba más caliente de lo normal. Metió su dedo
dentro de mi sin aviso y comenzó a moverlo rápido. Todo mi cuerpo, en
especial mis piernas estaban temblando. Me sentía muy caliente al sentir su
brusquedad. Es como si realmente quisiera comerme. Tener esa idea en mi
cabeza, de alguna forma me hacía sentir más excitada. Acomodó dos dedos y
sentí esa presión y hormigueo más fuerte dentro mi.
—Wil-...— no podía casi hablar, mi respiración agitada y mis jadeos lo
impedían.
Lamía mi clítoris mientras me penetraba más rápido y profundo con sus dedos.
Nunca ha sido tan agresivo, pero de alguna forma eso me estaba haciendo
sentir muy bien. Saco sus dedos y continuó con su lengua, hasta que la sentí
dentro de mi. Eso me hizo descontrolarme. Al sentir ese hormigueo en mi
interior quise evitar que continuará, ya que estaba a mi límite. Me moví un
poco, pero metió sus manos por debajo de mis piernas y las colocó en mi
cintura, sujetandome y ejerciendo presión hacia el para evitar que lo hiciera.
—Córrete para mí. — ordenó con autoridad antes de continuar lamiendo más
bruscamente.
—No puedo más. —Apreté fuertemente la sábana al sentir esa corriente en mi
vagina, acompañada de un calor y un escalofrío por todo mi cuerpo. Alcancé
el orgasmo y continuó lamiendo esa área. Estaba tan sensible que producía
más escalofrío y temblores.
Me miró fijamente y esbozó una sonrisa perversa.
—¿Quieres sentir algo mejor, princesa?— arqueó una ceja y sonrió con
malicia.
El teléfono sonó y no era el mío, o el de William.
—Es el teléfono de ese hombre.
William se levantó de la cama y buscó el teléfono en la gaveta donde lo había
guardado.
—Número desconocido. Está bien desesperada para que me maten. Dejó de
sonar y en instantes sonó de nuevo.
—¿Qué harás?— le pregunté nerviosa.
—No puedo responder porque reconocerá mi voz.
—No conoce la mía, creo.
—Vas a responder y dirás lo siguiente:
“Sé lo que hiciste con esa mujer ese día, Winters. Me pregunto qué diría la
policía, cuando sepa de quién está detrás del asesinato de esa pobre
señora.”
A la tercera llamada que hizo, respondí y dije todo lo que William me dijo. No
sé con qué propósito, pero lo hice. No deje que hablara, solo lo dije según
conteste y luego colgué. No tuvo tiempo de responder.
—¿Qué planeas con esto? Mi mamá no está muerta.
—Te diré mis planes, pero tienes que prometerme que confiaras en mi, cariño.
Tenemos que hacerlo así para que no traten de hacerle daño otra vez a tu
madre.
—Esta bien, mi amor.
William me dijo todos sus planes y me erizó la piel escucharlo hablar así.
—¿Estás pensando en secuestrar a Erick? ¿¡Has perdido la cabeza?! Una cosa
es que confíe en ti, pero otra es que permita una barbaridad como esa. Te
estarías convirtiendo en lo mismo que es el, William. ¿Qué sucede contigo?
No pensé escucharte hablar así. Escucharte decir eso me causa escalofríos.
Prométeme que no harás eso. Eso es un delito, te llevarían a la cárcel por esto.
—Princesa, entiendo que estés preocupada, pero ¿Qué se supone que se haga?
¿Permitir que ese infeliz siga haciendo de las suyas?
—Hay otras formas menos arriesgadas que esas. Tu eres muy inteligente, eres
una buena persona, ¿Cómo puedes planear secuestrar a alguien? Tu no eres
como ellos. Tu eres correcto y confiable, no puedo creer que te haya pasado
semejante cosa por la cabeza. Entiendo tu rabia, pero yo no quiero que
termines convirtiéndote en una mala persona, solo por esos infelices. Te lo
ruego, no lo hagas. Yo no quiero que te suceda nada y esto es muy arriesgado.
Desiste de esa idea, por favor.
—Lo siento, te hice preocupar. Perdóname por ser tan imbécil y actuar a tus
espaldas. Te juro que no haré eso, pero entiéndeme, no me puedo quedar con
los brazos cruzados. La policía no hará nada.
—Mi madre puede hablar, a la que diga lo que sucedió los buscarán.
—¿Aún crees que ella dirá algo a la policía? Ella quiere librar se pellejo para
no ir a la cárcel, princesa. Ella también cometió un delito y fue callar. Aceptó
dinero de un criminal para entregarle a su hija. ¿Crees que ella lo dirá?
—Yo trataré de hablar con ella cuando me sienta preparada. Estoy segura que
lo hará. Nos lo dijo a nosotros y ahora no puede negarlo.
—Voy a esperar a que tu madre se digne a dar su declaración, pero si no la da,
yo buscaré la forma de que ellos se entreguen.
—¿Me prometes que no harás eso horrible que dijiste?
—Lo prometo, mi reina. Perdóname por ocultarte las cosas, en especial por
hacerte preocupar. Te juro que lo menos que quiero es lastimarte o causarte
preocupaciones, ni mucho menos darte problemas. No lo volveré hacer.
—¿Por qué pareces un niño cuando es regañado por su madre?
—¿Será porque te convertiste en mi mamá?
—¿Será?
—Quiero ser regañado más a menudo por ti. Me pregunto cómo serían los
castigos cuando mami este enojada.
—¿Cómo puedes cambiar tan rápido de ánimos?
—Tu me pones así. Qué madre tan cruel tengo. ¿Me vas a castigar, o debo
castigarte yo?
—No, esta vez el malo fuiste tú. ¿Cómo te atreves hablarme así? Que niño tan
grosero.
Me subí sobre él por impulso, pero ahora me siento más avergonzada. Así
puede ver todo de mi.
—Me preguntó qué harás ahora, mamita. — sonrió malicioso y eso me
ruborizó.
Ni yo misma sé la respuesta a esa pregunta. Quería tapar mi rostro, pero traté
de no hacerlo.
—¿Por qué no te mueves? ¿A qué le temes?— sonrió con malicia y puso sus
manos en mis caderas.
—Lo haces intencional.
Me hizo moverme lentamente sobre el y yo continúe haciéndolo.
—Si, quiero ver todas tus reacciones. Me encanta cuando te avergüenzas. Esa
expresión es excitante.
Podía sentir su erección por encima de mí ropa interior. Está muy excitado.
Quisiera saber en qué piensa para estar tan duro. Removió mi ropa interior a
un lado y removió la toalla que lo cubría. Sentí su contacto directo y me
estremecí. Está muy caliente. Continúe moviéndome encima de él y viendo sus
gestos, estaba jadeando sin siquiera estar dentro de mi. Metió su mano debajo
de la almohada y sacó un preservativo.
—Ya estabas preparado eh.
—En realidad no planeaba usarlo, pero lo haré para no preocuparte, mi cielo.
Estaba sintiéndome incómoda por la posición en la que estaba. Nunca había
estado así y no sé si le guste. Me sentía algo insegura y no entiendo la razón.
Hemos hecho este tipo de cosas anteriormente. ¿Por qué siempre me tengo que
sentir así?
Sé lo puso y me miró fijamente.
—¿Nerviosa, princesa?— sonrió rozando su pene en mi vagina.— Puede que
se sienta un poco incómodo al principio, pero luego te acostumbrarás, bonita.
Me acomodé mejor y sentía la presión que estaba ejerciendo para penetrarme.
—Tuviste la iniciativa está vez, mamita. — puso sus manos en mi cintura y me
empujó fuertemente hacia bajo. —¿Qué creías? ¿Qué iba a dejar que
escaparas?— su voz se escuchaba temblorosa.
Solté un gemido al sentir su repentino empujón.
—Esa era la expresión que deseaba ver.
En esta posición se podía sentir más profundo y duro que de costumbre.
Comencé a moverme lentamente hacia arriba y hacia abajo. Estaba sintiendo
esa presión muy en el fondo de mi, era como si mis caderas se movieran solas.
—Estás apretándome cada vez más. — William estaba jadeando y su
respiración estaba agitada.
Ver sus gestos y la forma en que me mira con deseo, me hace sentir muy
caliente. Aceleré un poco mis movimientos y su cuerpo se estremeció. Metió
ambas manos por debajo de mi camisa y las llevó a mis senos para frotarlos
directamente. La sensación de sus manos frotando mis senos tan bruscamente y
el tenerlo dentro de mí a la vez, era muy excitante. Producía temblores en todo
mi cuerpo. Bajó sus manos a mis caderas y me dió un estocada de golpe.
—¡William!— mis gemidos eran incontrolables.
—Mmm, ¿Sensible?— sonrió malicioso. Se convierte en otra persona cuando
hacemos esto. — Quiero sentirte más profundo. — lamió sus labios y me hizo
acostarme al lado de la cama para subirse encima de mí.
Volvió a penetrarme, pero con más fuerza. Me estremecí al sentir su repentina
estocada profunda. Sonrió con malicia al darse cuenta.
—Te toca el castigo ahora...— me agarró ambas manos por arriba de mi
cabeza y ejerció fuerza contra la cama. — Por ser una mamita mala.
Ese tono autoritario y esa media sonrisa maliciosa que muestra cuando tiene el
control de todo, es algo fuera de este mundo.
Me besó apasionadamente y jugaba enérgicamente con mi lengua mientras
continuaba penetrandome. Bajó a mi cuello y lo lamió antes de morderlo.
Cuando hace eso es como si presionara un botón en mi cuerpo. Me conoce más
que yo misma. Escuchar sus jadeos cerca de mi oído, producía un hormigueo
dentro de mi. Retomó su postura y subió mis piernas a sus hombros.
—Eres tan hermosa, corazón. — musitó entre jadeos.—Quiero ver y tener más
de tí. — su rostro sudoroso y esa mirada perversa, es irresistible.
La brusquedad y la fuerza con la que lo hacía, me estaba descontrolando.
Nunca había sido así conmigo, pero de alguna manera me gusta.
—Vas a romperme.—musité entre jadeos.
—Es imposible que eso ocurra, pero se escucha tan jodidamente rico que
quisiera intentarlo. — aceleró más sus movimientos y se movía en forma
circular dentro de mi.
Se escuchaba los sonidos de humedad. Me sentía más húmeda que de
costumbre. Puso sus manos en mis caderas ejerciendo presión hacia el,
obligándome a recibirlo. Apretaba con todas mis fuerzas la sábana.
—Te amo, Jasmin. — musitó entre jadeos antes de dar una última y profunda
estocada.
Ambos estábamos agitados, nuestros cuerpos estaban bañados en sudor y
temblando.
—¿Qué fue eso que dijiste? — pregunté entre fatiga.
William sonrió relajado y se acomodó entre mis piernas acercándose a mi
rostro.
—Que te amo, mi cielo. — me besó tiernamente sin permitirme reaccionar o
responder, pero escuchar eso de él me hizo feliz.
A la mañana siguiente:
—Tenemos problemas, Erick. — dijo la Sra. Winters.
—¿Ahora que pasó?
—Anoche una mujer respondió la llamada que le hice a Kim.
—¿Y eso que me importa a mí?
—Que me dijeron que sabían que yo había matado a esa vieja.
—Es imposible que alguien sepa. Deben estar jugándote una broma.
—También mencionaron a la policía. ¿Y si no fuera una broma?
—Bueno, si te llamaron nada más a ti, lo más probable es que te vieron solo a
ti. Yo no he recibido ninguna llamada.
—Yo no hice esto sola. ¿Acaso te estás limpiando las manos?
—No hay forma de que nadie sepa. Ya deja de preocuparte por tonterías;
además los muertos no hablan. Lo más importante es encontrar a Jas.
—¿Por qué no se te quita esa mujer de la cabeza? Has llegado muy lejos solo
por ella. ¿Crees que va a querer algo contigo si se entera que le mataste a su
mamá?
—No hay forma de que sepa, además su madre no era una santa; más bien le
hice un favor.
—No entiendo cómo has podido llegar tan lejos. ¿Qué harás cuando la tengas?
¿Será que se te irá la obsesión que tienes?
—No sé. Lo primero es lo primero. Tenemos que contactar a la modelo esa, la
que armó el escándalo en contra de ese infeliz. Debe estar muy ardida con el y
nos puede servir de mucho. Quiero dejar a ese imbécil en la calle y ella me
ayudara acabar con su empresa. Jasmin no le quedará de otra que dejarlo, al
ver que no tendrá ni en qué caerse muerto.
………….
Me desperté algo tarde. William no estaba en la cama. Miré el teléfono y eran
las 9 de la mañana. La alarma no sonó y William no me despertó. Tengo que ir
al hospital. Me levanté de volada y al terminar mi aseo, bajé a la cocina.
William estaba en la cocina preparando el desayuno y hablando por teléfono.
Al verme parada en la cocina sonrió.
—Te llamo luego, Dany. — colgó la llamada y fijó su mirada en mi.
—¿Cómo amaneció la bella durmiente?
—¿Por qué no me despertaste?
—Te veías como toda una angelita y no quise molestarte. Luego de lo de
anoche, asumí que necesitabas el descanso.
En eso tiene razón. Anoche estábamos muy cansados. Tuvimos que bañarnos a
esa hora y luego nos quedamos un rato despiertos y acurrucados. No recuerdo
a qué hora nos dormimos, pero estoy consciente que debía ser muy tarde.
—¿Descansaste, cielo?— le pregunté acercándome a el.
—Cómo bebé de teta y mejor porque al fin pude verte al despertar. Cuando
estás aquí no me siento solo y extrañamente me despierto más feliz y
energético que nunca. — se me quedó viéndome embobado y no se percató de
que se estaba quemando lo que estaba haciendo.
—Cariño, deberías poner más atención a lo que estás haciendo.
—Mierda. — reí al ver su desespero para apagar la hornilla.
—Creo que nos va a tocar hacerlo a los dos, cariño.
—¿Hablas del desayuno?— me miró fijamente esperando mi respuesta.
—¿Y en qué más estabas pensando, pervertido?
—¿Realmente quieres saber? — sonrió pícaro.
—Ya veo que estás igual de directo que siempre.
Hicimos el desayuno los dos y luego nos sentamos en la mesa.
—Te dejaré en el hospital y luego iré a la empresa.
—Pero yo no quiero dejarte solo. Soy tu asistente y tengo que estar ahí
contigo, mi cielo. Debes tener mucho trabajo atrasado por mi culpa.
—La salud de tu mamá está de por medio. La empresa está bien, mi mamá está
al pendiente de ella.
—Pero no es justo que tenga el trabajo sola.
—Es por eso que iré.
—Yo iré a ver a mi mamá y veré cómo está. Le llevaré lo que necesite y luego
llegó a la oficina.
—No, no te quiero sola. Si vas a salir tiene que ser conmigo. Ahora que está
ese asesino por ahí no quiero que vaya aparecer y te haga daño.
—Esta bien, pero te acompañaré a la oficina y punto. No sea necio, así puedo
ayudarte adelantar trabajo.
—Cuando hablas con esa actitud me dan ganas de besarte, preciosa. No me
provoques desde tan temprano. Estás peligrando. — me miró fijamente.
—¿Por qué lo dices?
—Porque no hay nadie en la casa y ya sabes cómo despierto en las mañanas.
— sonrió malicioso.
—Me consta. — William comenzó a reír.
Tiene una sonrisa tan bonita que siempre que sonríe, es difícil poder desviar la
mirada de él.
—Y saber que ese día en el ascensor parecías un ogro. — pensé en voz alta al
quedarme viéndolo.
—No podía creer lo que estaba viendo. Al ver tu carita bonita y esa figura,
bueno, la verdad quería verte de espalda, pero el imbécil de Kyle me hizo
salir primero del elevador. Maldito infeliz.
—Entonces ¿Haces eso con todas?
—En realidad nunca lo había hecho con nadie.
—¿Me dirás qué no tenías pareja anteriormente?
—Cuando estaba en octavo grado, ¿Eso cuenta?
—¿Por qué no te vas a mentirle a otra?
—Estoy hablando en serio. Normalmente eso de relaciones nunca había sido
lo mío. Si he tenido aventuras, pero relación seria, solamente contigo.
—No te creo. Eres guapo, inteligente, cariñoso y demasiado pervertido.
¿Cómo vas a decirme que nunca has tenido novia?
—Por inteligente es que no había tenido novias. — sonrió divertido y me hizo
reír a mi. — En realidad nunca pensé que me interesaría alguien, así como
para perder la soltería. Cuando llegué a los 25 años, me dije a mi mismo que
ya estaba viejo para esas cosas y ahora mírame.
—¿Cómo es que te pueden gustar las chicas como yo?
—Físicamente siempre he tenido cierta atracción por mujeres voluptuosas, soy
muy glotón, aunque no lo parezca y ver mucha carne me llama la atención. Así
que cuando te ví, quedé hipnotizado. Tus brazos, tus piernas, tus 56 pulgadas
me volvieron loco; todo de ti me encantó, pero hay algo de ti que me gustó
más.
—¿Qué cosa?
—Lo tímida. Si vieras cómo se ruborizan esos hermosos cachetes cuando digo
algo que te avergüenza. Justo como ahora. — sonrió burlón.
—¿Por qué no desayunamos? — quise evadir el tema y William sonrió
divertido.
—Te comería a ti de desayuno, almuerzo, cena y por supuesto, la tres
meriendas también cuentan.
—Demonios.—Pensé en voz alta a lo que William soltó una traviesa
carcajada.
Luego de desayunar, me trajo al hospital. Mi madre estaba despierta. William
al verla no quiso quedarse y trató de salir del cuarto.
—No sé vaya, Sr. William.— le pidió mi mamá.
—¿Necesita algo?
—Quiero decirle todo a la policía.
Antes de que pudiéramos responder a lo que dijo, el doctor entró al cuarto.
—Buenos días.
—Buenos días, doctor.
—¿Cómo se siente? — le preguntó a mi madre.
—Adolorida.
—Le daré algo para el dolor. Tengo que hablar con su hija, le pido permiso.
William me acompaño, no quería estar a solas con mi mamá y lo entiendo.
—Evalúe los resultados que le hice a su madre y realmente el caso es
complicado. Todo apunta a que la paciente tendrá que someterse a una
operación, pero esto no es garantía de que pueda volver a caminar. Yo no soy
cirujano, pero puedo recomendarles algunos para agilizar el proceso.
—Dios mío.— aunque traté de aguantar las ganas de llorar, es imposible.
Duele demasiado escuchar eso.
—Es una cirugía costosa y los planes médicos solo cubren un porcentaje del
procedimiento.
—¿Cuánto es, doctor?— le pregunté.
—Eso se lo podría decir el cirujano que atienda el caso.
—Eso es lo de menos. Quiero que me dé los nombres de esos cirujanos. Yo
me encargaré de buscar al mejor. Gracias por su ayuda, doctor. — añadió
William.
—Tranquila, mi diosa. Todo estará bien con tu mamá. Encontraremos al mejor
cirujano para que la ayude.
—¿Por qué haces esto?
—Es tu mamá y no puedo simplemente hacerme el de la vista larga. Te hizo
mucho daño y eso no lo perdono, pero independientemente de eso, es tu madre
y se lo importante que es para ti. Espero esto le sirva para abrir los ojos y
darse cuenta de su error. Me importas mucho y lo menos que quiero es verte
triste. Todo tiene solución en la vida y le encontraremos una a esta. Así que
sonríe, la vida es bella; no más que tu, pero lo es.
—Siempre dices las palabras apropiadas para calmarme.
—Te amo, hermosura. — mi corazón se aceleró al escucharlo decir eso de
nuevo, pero nunca me deja responder; siempre me calla con un beso. —No
quiero que lo digas solo por sentirte obligada a responder algo. El día que
realmente lo sientas, me encantaría escucharlo. — sonrió relajado y
regresamos a la habitación.
—Llamaré a la policía para que rinda su declaración y haga una demanda en
contra de los que la atacaron. Espero diga todo lo que sabe y también
mencioné lo que hizo.
—Lo haré, Sr. William.
—Bien. Llamaré a Dany y a la policía para que atiendan esta situación, ¿De
acuerdo, princesa?
—Si, cariño.
Salió hacer las llamadas y me quedé a solas con mi madre. Me quedé en
silencio por unos minutos, hasta que ella se dignó hablar.
—Sé todo lo malo que has pasado por mi culpa, quiero que me perdones. Yo
te juro que no sabía que esto iba a ocurrir, Jas.
—No creo que puedo perdonar esto, mamá. Te dije lo que Erick había tratado
de hacerme y no me creíste. Preferiste creerle a él, como siempre.
—No pensé que sería capaz de esto, hija. El siempre fue unido a nosotras. Era
como un hijo más, ¿Cómo podría imaginar que sería capaz de hacerte esto? Tú
me importas mucho, eres lo único que tengo.
—Vaya que te importo mucho que aceptaste su dinero y para completar
callaste. Para ti el es más confiable, es el mejor hijo, el hombre perfecto,
mientras que yo solo fui una bastarda a la que tiraste a un lado solo porque mi
padre nos abandonó. Ahora puedo entender porqué huyo de ti.
—¡Eso no es cierto!
—Lo es, mamá. No sabes cuántas veces traté de que me notarás. Quería
acercarme a ti, quería apoyarte y solo me echabas a un lado por traerte
recuerdos de mi papá. Preferias darle todas tus atenciones a Erick y ahí tienes
a tu “hijo” perfecto. Confiaste más en ese criminal, que en tu propia hija.
¿Crees que no duele? — apreté mis puños con fuerza. De alguna forma me
hacía sentir fuerza para evitar llorar.
—Eso no es verdad.
—Si lo es. Con esto me demuestras lo que por años no quise creer y es de que
no te importo. Quise hacerme la ciega, a pesar de todo, con la esperanza de
que pudiera aunque sea ocupar un espacio en ese corazón podrido que tienes.
—Perdóname, hija.
—Qué te mejores, mamá. Ojalá Dios pueda perdonarte, porque yo no puedo.
— salí de la habitación con ese nudo en la garganta. Luchaba como podía con
esa presión en el pecho.
—¿Ocurre algo, princesa?— me preguntó William al verme.
—No, cariño. No tenemos que quedarnos aquí, ¿verdad?
—No, Dany vendrá con la policía.
—¿Nos podemos ir a la oficina? No quiero que te retrases. No hay nada que
hacer aquí.
—Esta bien, mi cielo. Vámonos.
Nos fuimos a la empresa. Tal parece que hubiera pasado mucho tiempo desde
la última vez que estuve aquí.
—Iré a ver a mi madre, cielo.
—De acuerdo. ¿Qué hago con las reuniones que se habían cancelado?
—Las que sean importantes, llamalos para reunirnos mañana.
—¿Y los demás?
—Para hoy en la tarde.
—¿Desea otro café, Sr. William? — sonreí inocentemente.
—Ya mismo me encargo de cobrartelas, muñeca. — sonrió malicioso y reí de
vuelta. — Y si, me encantaría otro dulce y delicioso café.— hizo un guiño
antes de irse.
Me fui a la oficina y hice todas las llamadas. Se siente tan sola la oficina
cuando William no está. Seguí en el computador verificando los emails que
han enviado y no había nada importante. Recordé que tenía que prepararle el
café y me fui directo a prepararlo. Extrañamente no ví a ninguna persona en el
pasillo. Casi siempre está la recepcionista en su área, pero ni ella estaba. No
presté atención a eso, solo fui a preparar el café para regresar a la oficina.
Quiero que esté listo antes de que William regrese. Al entrar a la oficina
alguien cerró la puerta detrás de mi y en instantes me taparon la boca. Dejé
caer el café al suelo.
—Cuanto tiempo sin verte, Jas. — escuché la voz de Erick en mi oído y se me
erizó la piel.
¿Cómo es posible que esté aquí?
—Relájate, Jas. Soy yo Erick. Voy a soltarte, pero debes prometer que no vas
a gritar. ¿De acuerdo?
Asentí con mi cabeza y el me soltó.
—¿Qué haces aquí?— pregunté girandome hacia él y retrocediendo. Estaba
vestido en gabán como si trabajara aquí y una tarjeta colgaba de su traje.
—¿A dónde vas? — se acercó a mí y retrocedí más. —¿Por qué huyes de mi?
—¿Cómo puedes preguntar eso, infeliz?
—¿Por qué me hablas así, Jas?
—¡No te hagas el idiota!— le grité.
—Si no me dices no puedo saber. Soy todo menos adivino.
—Entregate a la policía, Erick.
—¿Entregarme a la policía?
—No te sigas haciendo el pendejo. Sé muy lo que le hiciste a mi mamá y a mi.
—No sé de qué hablas, Jas.
—Trataste de abusar de mi y mataste a mi madre. ¿Cómo pudiste hacer esto?
—No sé de qué hablas.
—Entrégate a la policía, Erick.
—¿Puedo saber de dónde sacaste toda esa mentira? ¿Te lo dijo el pendejo
ese?
—Lo ví yo misma. Has perdido la cabeza. No sé qué te pasó. ¿En esto te
convertiste?
—Oh, ¿No sabes lo que me pasó? — Erick caminó a la puerta y le puso
seguro.
Caminé detrás del escritorio y miré alrededor a ver si encontraba algo con que
defenderme.
—¿Por qué cerraste la puerta?
—Para que no nos interrumpan. — caminó hacia mí y estaba muy nerviosa.
No sabía qué hacer. No encontraba nada que pudiera ayudarme para
defenderme.
—No te acerques.
—¿Vamos a jugar como lo hacíamos cuando niños?
—Hablo en serio, Erick. No te acerques.
—Hablaste muy guapita en el teléfono la última vez que hablamos, ahora que
estoy frente a ti te acobardas y no me lo dices. Ahora no tienes a tu querido
novio para que te ayude. Me pregunto que harás.
La oficina de la Sra. Jade queda en el otro pasillo al final, aún si grito no sé si
puedan escucharme. Él tiene un brazo malo, puedo usar eso de ventaja. Si
logro llegar a la puerta, podré salir y correr hacia la oficina de la Sra. Jade.
—¿Por qué no nos sentamos y hablamos tranquilamente? Así como solíamos
hacer la mayoría del tiempo, Erick.
—¿Hablar? ¿Estás queriendo ganar tiempo? Deberías usar algo mejor.
—¿Qué le hiciste a la recepcionista que estaba allá fuera?
—Digamos que está descansando. — sonrió malicioso.
—¿Qué hiciste, Erick? — mi cuerpo estaba temblando. Me encontraba entre la
espada y la pared. No sabía qué hacer.
—No importa. Hablemos. — quiso caminar más y yo continué moviéndome.
Erick sonrió.
—Eres tan linda cuando te pones nerviosa. Yo no quiero lastimarte. Solo
quiero que hablemos tranquilamente sobre nosotros.
—No existe un nosotros.
—Eso suena muy cruel. Vayamos a otra parte. ¿Qué tal si vamos a pizzería
donde siempre te llevaba? Así creamos buenos recuerdos, Jas.
—No, no voy a ninguna parte contigo.
—¿Dijiste que teníamos que hablar? Ese lugar es público y así se te pasan
esos nervios que tienes.
—No te creo una sola palabra.
—¿Por qué será? Nunca te he mentido.
—Siempre lo hiciste.
Dios mío, ¿Dónde estás William? Mi cuerpo estaba temblando y no encontraba
qué más hacer.
—Vete, por favor. Si no quieres entregarte vete, pero no sigas con esto.
—No me iré si no es contigo.
—¿Qué es lo que quieres de mí?
—Todo. Quiero que estemos juntos, así como solíamos hacerlo. No es tan
difícil, ¿O si?
—¿Por qué no puedes entender?
—Estoy harto de que solo quieras a ese idiota. Todo se lo crees y a mi no. Yo
te amo, Jas. Daría todo por tenerte conmigo. Eres todo lo que quiero. ¿Es tan
difícil entenderlo?
—Hay muchas mujeres que se mueren por estar contigo. Puedes darte una
oportunidad con alguna de ellas. Eres atractivo y puedes tener algo con
cualquiera.
—Yo no quiero a cualquiera. Esperé por muchos años para estar contigo. No
sabes cómo deseaba crecer para poder darte todo lo que mereces. No sabes
todo lo que he tenido que hacer para tener dinero. Quería darte una vida de
reina y tú me menospreciaste por ese infeliz. Jas, date cuenta. Yo soy el único
que puede hacerte feliz.
—¿Cómo puedes decir eso luego de todo lo que me hiciste? Eres un cínico.
—Es cierto, cometí un error, pero tú me obligaste a esto. Cada quien tiene un
límite. Siempre te he amado, Jas. Has sido la única mujer que he querido en mi
vida. Por más que traté de estar con otras, solo podía imaginarte a ti. Sentía
rabia, frustración de que otro robara lo único que tenía. Yo solo quiero estar
contigo, no quiero a nadie más. Solo dame una oportunidad, te prometo que
seré el hombre perfecto para ti. Te daré todo lo que me pidas, te haré muy
feliz.
—Estás enfermo, Erick. ¿Te estás escuchando? Yo no puedo estar contigo.
¿Por qué no lo puedes entender?
Le dió un golpe al escritorio y me puse más nerviosa.
—Entonces… —hizo una pausa.— ¿Prefieres quedarte con él?— me miró
fijamente esperando mi respuesta.
—Esto no se trata de el. Se trata de ti, de tu comportamiento y tus acciones.
Tienes que recapacitar, Erick. Vete, por favor.
—Estoy cansado de este juego, Jas. Me arriesgué demasiado para venir por ti
y no me voy a ir sin llevarte conmigo. — Erick sacó un arma y me apuntó con
ella.
Un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. No debí decir todo eso.
—Baja eso, se te puede disparar, Erick.
—No se va a disparar a menos que jale el gatillo, Jas. Te irás conmigo a la
buena, o a la mala. Tu eliges.
—Esta bien, pero baja el arma. Te lo ruego. —Erick bajó el arma.
—Camina. No intentes ninguna tontería, no quiero lastimarte.
Mi cuerpo era un manojo de nervios. Caminé lentamente hacia él y me quedé
quieta. La puerta la tocaron y el se me quedó viendo con una sonrisa
escalofriante.
—¿Estás ahí, cariño? — escuchar la voz de William al otro lado de la puerta
me erizó la piel. Si William entra a la oficina, Erick le puede hacer daño.
—No entres, William.— le grité y Erick se molestó.
—Eres una estúpida. —Erick me dió un golpe con el arma en la frente.
Fue tan fuerte que mi visión se nublo rápidamente, me sentí muy mareada y mi
cuerpo extrañamente se sintió liviano. Luego no recuerdo nada más.
—¿Jas? — Erick se arrodilló al lado de Jasmin y vio algo de sangre bajando
de su frente a la mejilla. — Despierta, Jas. No juegues conmigo, Jas… Yo no
quería…
William le dió una patada muy fuerte a la puerta y la abrió. Erick al verlo le
apuntó con el arma. William miró al suelo y vió a Jasmin.
—Yo no quise… yo… yo no queria… — sus manos estaban temblorosas.
William corrió y se lanzó encima de Erick para arrebatarle el arma. Se
disparó en el pequeño forcejeo que hubo. Al lograr el objetivo de desarmarlo,
tiró el arma a otra parte y le dió un puño en la cara haciéndolo caer al piso.
—Debí haberte matado cuando pude, infeliz.
William se subió sobre él y comenzó a golpearlo innumerable de veces en la
cara. Erick no podía defenderse como trataba, pues el peso de William estaba
sobre él y además de que su brazo no estaba completamente bien. William
estaba fuera de sí.
—¿Cómo pudiste ponerle una mano encima? — William no podía pensar en
nada más que esa ira y rabia que lo estaba consumiendo por dentro. Todas los
sentimientos se mezclaron, el de la frustración, la ira, la culpa, el rencor.
La Sra. Jade al haber escuchado el disparo tiempo antes, estaba buscando de
dónde había provenido el sonido. Al ver la puerta de la oficina de su hijo
abierta, entró rápidamente. Al ver el escenario se dirigió a William y trató de
tocarlo. El trató de sacarla a un lado y continuó golpeando con todas sus
fuerzas a Erick. El rostro de Erick estaba ensangrentado, sangre bajaba de su
nariz y boca, pero para William eso no era suficiente.
—¡Vas a matarlo, William! — el no respondía, simplemente no reaccionaba de
ese trance en el que estaba.
La Sra. Jade se acercó a Jasmin y se percató de la sangre que recorría por su
mejilla. Llamó a los guardias de la empresa por el Intercom, pero nadie
respondió. Llamó entonces a la policía y luego de hacerlo se acercó a William
tratando de hacerlo reaccionar.
—¡Detente, William!— Jade estaba desesperada sin encontrar qué más hacer,
solo recordaba el incidente que había presenciado tiempo atrás.
William puso sus manos alrededor de cuello de Erick y trató de estrangularlo,
pero Jade al verlo no tuvo de otra que darle una bofetada a William, a ver si
así reaccionaba y luego lo empujó por ambos hombros hasta que por fin
William se detuvo.
—¿Planeas dejar a Jasmin así? — le gritó con todas sus fuerzas. Aunque
todavía no había regresado en sí, dejó de ejercer fuerza en el cuello de Erick.
Este ya no se movía, ni siquiera podía quejarse del dolor. Estaba inmóvil y
Jade pensó lo peor.
—Voy a encargarme de que en la cárcel te den el trato que te mereces. Harás
el trabajo que normalmente haces, pero está vez de gratis y serás la putita de
todos. Debes estar feliz, cabrón. — dijo William antes de levantarse de
encima de él.
—William, Por Dios. ¿Qué es esto?
William no respondió caminó directo hacia Jasmin y se arrodilló al lado de
ella. Removió el pelo que cubría parte de su rostro y la abrazó. Su cuerpo
estaba temblando, pero era por la ira.
—Ya viene la policía para acá, hijo. —Jade estaba con una lágrima asomada.
Estaba tratando de controlarla al ver a su hijo así. — Todo va a estar bien. La
ambulancia llegará rápido y podrán atenderla.
—Usa el vídeo y dáselo a la policía. Ese infeliz se tiene que pudrirse en la
cárcel.
—Llamaré a Dany.
—Haz lo que quieras.
William recostó su cabeza sobre la de Jasmin y una lágrima bajó por su
mejilla.
Horas después en el hospital…
—La policía se hizo cargo del asunto. Por suerte aún está respirando, Will.
Tuvieron que traerlo al hospital y lo tienen monitoreado. Según se mejore
luego de esa paliza lo llevarán a la cárcel. La madre de Jasmin le contó a la
policía todo. Esta mañana enviaron policías a la empresa de la Sra. Winters,
pero está ya había tomado vuelo. — informó Dany.
—¿Cómo que había tomado vuelo?
—Parece que alguien le dijo de la situación en la que estaba y huyó. Incluso su
marido también lo hizo con ella.
—¡Maldita sea! Si la policía hubiera hecho algo antes, nada de esto estaría
pasando.
—Cálmate, William.
—Lo menos que pensé fue que ese infeliz entraría a la empresa como si nada.
¿En qué momento y como lo hizo? Tenemos que ver las cámaras de seguridad,
Dany.
—Encontraron muerta a una de las empleadas de la oficina. Arrastraron su
cuerpo al área de archivos. No se sabe aún cómo murió, nos dirán después.
—Maldito infeliz.
—¿Cómo está Jasmin?
—No me han dicho nada de ella y estoy que reviento la maldita puerta.
—Debes calmarte, Will. Estoy seguro que ella estará bien. Ahora lo
importante es que atraparon a ese infeliz y que ya no será un problema para
ustedes.
—No me es suficiente. Los quiero a los dos en la cárcel ya.
—Tu mamá está muy afectada, William. Se ha intentado hacer cargo de todo,
pero está muy mal.
El doctor salió y William caminó rápidamente hacia el.
—La paciente está estable. Le administré una sedación y algo para el dolor. El
trauma que recibió, por suerte no fue tan severo. Los resultados de la placa
que le ordené, salió todo muy bien. Con unos días de descanso podrá mejorar.
—Me llegó el alma al cuerpo. ¿Puedo verla?
—Tan pronto le asignen la habitación, la enfermera le notificara.
—Gracias, doctor.
—¿Estás más tranquilo, Will?
—No, no hasta que la que vea.
Desperté con mucho dolor en la frente. Tenía un vendaje alrededor de mi
cabeza cubriendo esa área. El sonido de la máquina del suero retumbaba en mi
cabeza. Sentí algo sujetando fuertemente mi mano y fijé mi mirada a lo que
era. William tenía su cabeza recostada sobre la cama y su mano estaba
entrelazada a la mía. Verlo ahí me hizo sentir aliviada. Creí que algo malo
pasaría. Se ve tan dulce cuando duerme. Extendí mi otra mano y acaricié su
mejilla, dejó escapar un tierno sonido al hacerlo. Subí a su pelo y lo toque, es
tan suave. William despertó y me miró fijamente.
—Lo mismo pensé. Me hace feliz saber que te no te pasó nada, cariño. Creí
que ese loco te haría algo malo.
—Te amo, William. — musité y antes de que pudiera abrir sus ojos lo besé.
No quiero volver a sentir ese miedo que sentí en aquel momento. No quiero
perderlo nunca. El es todo lo que quiero y deseo, si algo llegará a pasarle yo
no podría soportarlo. Entralazó su mano en mi pelo y me acercó a él para
continuar besándome. Me dolió un poco la cabeza y solté un pequeño quejido,
a lo que William se detuvo.
—Estoy bien.
—Eres muy mala. Me tomaste con la guardia baja, pero eso no se va a quedar
así. Te comeré a besos cuando te mejores.
William arqueó una ceja y sonrió. Llevó su mano a mi cuello sin ejercer fuerza
y acercó rostro al mío. Lamió mis labios y me besó, mordió mi labio inferior y
sonrió.
—No juegues con fuego, muñeca. — quedé embobada admirando esa mirada
tan penetrante que tiene.
La puerta la tocaron y William retomó su postura. La Sra. Jade entró a la
habitación con Dany y ambos sonreímos. La Sra. Jade traía consigo un ramo de
flores y las colocó al lado de las otras que ya estaban en la mesa.
—Buenos días, Sra. Jade. Algo adolorida, pero bien. Gracias por venir y por
las flores.
—De nada. Me hace muy feliz saber que te encuentras bien, cariño.
………….
—Mierda.
—Lo se, pero a los medios no le importa eso. Buscarán atacarlos con todo.
………
—Estas muy pálida. Llamaré al doctor. Luego de lo que sucedió es bueno que
te examine. — La Sra. Jade salió de la habitación a buscar al doctor.
El médico llegó al cuarto y me examinó.
—Puede ser parte del trauma que recibió, pero aún así le haré unas pruebas
para estar seguros. Puede ser un bajón de azúcar, o quizás anemia. Tan pronto
tenga los resultados regreso. No olvide que debe alimentarse bien.
—Gracias, Doctor.
El doctor se fue, pero aún me sentía muy mareada. Jamás había sentido un
mareo tan fuerte.
Al rato regresó William y Dany. Acercó la mesita del hospital y puso la
comida encima de ella.
—¿Te la puedo dar? — arqueó una ceja y sonrió malicioso.
Que diga esos comentarios con doble sentido frente a la Sra. Jade me hace
sentir vergüenza y él lo sabe, por eso lo continúa haciendo. Acercó el vaso de
jugo y me hizo darle un sorbo.
—Creo que aquí sobramos, Dany. — dijo Jade riendo.— Espero te mejores
pronto, querida. Si necesitan algo, no duden en avisarme. Por cierto, el doctor
vino a examinar hace poco a Jasmin y le hizo unas pruebas. Está algo mareada,
así que cuida bien de ella. Quién sabe si sea un nieto lo que viene en camino.
— comencé a toser y casi me ahogo con lo que estaba tomando. —Cuídense
mucho. — salió riendo del cuarto.
—Qué te mejores. — Dany bajó la cabeza antes de irse.
—¿Cómo puede pensar eso la Sra. Jade? ¿Has hablado con ella?
—No, pero ella no es tonta. Ella sabe que hemos estado a solas y no ha sido
para rezar o jugar Bingo.
Desvíe la mirada y reí internamente.
—¿Qué hay con esa reacción, princesa? ¿Cuán cierto puede ser lo que dijo?
—Solo fue un pequeño mareo, no es para tanto.
—¿No te gustaría tener un hijo conmigo algún día? — desvío la mirada y pude
percibir su vergüenza. — Sé que quizás para ti es muy pronto, pero tengo
curiosidad.
—Algún día, supongo.
—Eso es algo positivo, creo.
—No le hagas caso a la Sra. Jade. Fue solo un simple mareo, nada fuera de lo
normal. Es imposible que sea cierto.
—¿Imposible? No lo creo. Te recuerdo que hemos tenido intimidad varias
veces y solo ayer nos protegimos.
—Si, pero yo tuve mi…
—¿Periodo?— asentí con mi cabeza. —¿Y eso que? Luego de eso estuvimos
haciendo cosas en el avión, ¿Ya lo olvidaste?— arqueó una ceja.
—No digas más, ¿Si?— William comenzó a reír.
—Lo siento. Amo cuando te avergüenzas. ¿Te sientes bien en este momento,
princesa?
—Si, mi amor.
—A comer que se enfría, mi diosa.
Ambos comimos y luego me quedé relajada hablando con William, cuando
tocaron la puerta y era el doctor. William se levantó y se paró al lado de la
camilla como un soldado, literal.
—No tienes que levantarte y pararte de esa forma. Tal parece que fueras a
recibir un premio en vez de unos resultados. — comenté riendo.
—Los resultados salieron bien. La hemoglobina está un poco baja, pero nada
que con vitaminas y hierro mejore. El mareo pudo haber sido debido al trauma
que recibió, o a la hemoglobina baja. Debe alimentarse bien. Le haré una
receta con vitaminas y hierro. Si mañana se siente mejor, le estaría dando de
alta.
—Así que era eso. —William se vió algo desanimado.
—Gracias, Doctor.
—¿Te sucede algo, mi amor?
—No, mi niña. Lo importante es que te sientes bien. — sonrió, pero no sé
porque sentí que no fue como siempre.
A la mañana siguiente me dieron de alta y William me trajo a la casa. Envío a
un empleado a recoger los medicamentos y él se quedó conmigo. Ha estado
muy al pendiente de todo, no quiere que haga nada por mi cuenta y me ha
estado consintiendo mucho.
—¿No irás a la empresa hoy? No puedes seguir dejando a tu mamá sola. Sé
que han pasado muchas cosas, pero en realidad ya estoy bien. No hay
necesidad de que sigas descuidando la empresa por mi.
—¿Vamos hablar de lo mismo, reina? Ya te lo he dicho varias veces. Eres muy
importante para mí y ahora mismo vas por encima de todo. Tu salud es
primero, la empresa no se va a caer porque esté unos días fuera de ella. No
puedo simplemente dejarte sola. ¿Qué tipo de novio sería?
—No tienes que sentirte en la obligación de hacer eso. De verdad yo estoy
bien. Solo necesito descansar por hoy y ya mañana estaré excelente.
—¿Obligación? Estás malinterpretado las cosas, preciosa. Esto yo no lo hago
por obligación, lo hago porque me sale del alma hacerlo. Eres mi mujer y por
ende, eres mi prioridad.
—Pero hay muchos problemas ahora y tu lugar es estar en la empresa con tu
mamá, mi amor.
—Mi lugar es aquí al lado tuyo. La empresa está hoy y mañana quizás no esté,
hoy te tengo a ti y sé que mañana voy a seguirte teniendo. No sé si me dejo
entender, pero tú y tu salud va por encima de todo. Así que no vuelvas a
decirme eso.
—Pero no me hace sentir bien esto. Te agradezco todo lo que has hecho y
entiendo que quieras apoyarme y cuidarme como hasta ahora, pero siento que
he llegado a tu vida solo para ser una molestia y una carga más.
—¿Qué necedad fue esa? Debería castigarte por semejante tontería. Eso
realmente me hizo molestarme.
—Lo siento, no quise molestarte.
—No puedo creer que te sientas así. Escúchame bien, bonita. Jamás te he visto
como una molestia o una carga más. Al contrario, no sabes lo que adoro
cuidarte, ayudarte, atenderte y pasar tiempo contigo. Nada de lo que ha pasado
a sido tu culpa. ¿Cuán difícil es para que te lo grabes? William se subió sobre
mí y me sujetó ambas manos. —¿Tengo que hacertelo entender a besos?
¿Mmm?— me besó descontroladamente. —¿Aún no entiendes? — volvió a
besarme robando cualquier pensamiento o palabra que pudiera tener. Se
detuvo y me miró fijamente. Su respiración estaba agitada, igual que la mía.—
Mierda, me encanta esa expresión qué haces cuando te beso y estás debajo de
mi.
—William…
—No vuelvas a decir eso nunca más. Me duele que pienses así. Te amo más
que a nada y eres lo único valioso que tengo, luego de mi madre. Me importas
muchísimo y haría todo con tal de que te des cuenta de eso. ¿Me prometes que
no volverás a pensar así?
—Lo prometo. Perdóname, por favor.
—Dime que me amas y puedo considerarlo. — sonrió malicioso.
—Te amo mucho.
—¿Me dirás de quién eres? — mordió mi labio y sonrió.
Me quedé mirando esa mirada que enloquece y sonreí. No respondí nada y
William sonrió.
—Que niña tan mala. — sonreí maliciosa y lo besé.
—Soy tuya.
—Acabas de enamorarme más, ¿Lo sabes?
—No lo sabía, pero ahora lo sé.
—Te amo. — musitó innumerables veces en cada tierno beso que me daba.
Nos habíamos quedado dormidos y el teléfono nos despertó. Estábamos
abrazados y William me apretó fuertemente. Parece que no planea responder.
—¿Condición?
—¿Eh?
—Hay una primera vez para todo. Si te sientes incómoda no tienes porqué
hacerlo.
—Te has vuelto muy honesta. No sabes cómo me gusta que seas así.
Fuimos a la cocina y preparamos algo entre los dos. Nos quedamos en la mesa
conversando y comiendo.
—¿Aparte de mi?
—Flan de queso, pudin, todo lo que sea dulce. ¿Y a ti, princesa? Aparte del
helado de Cookies n’ cream. — sonrió divertido.
—¿Estás bien, preciosa? ¿Te cayó algo mal?— me preguntó William a través
de la puerta.
—Nunca te había visto con el pelo amarrado, pero te ves igual de hermosa.
—William…
Entramos a la ducha y nos metimos debajo del agua. Tragué saliva al ver el
agua recorriendo su cuerpo. Es tan provocativo y excitante. Puso shampoo en
su mano y lo paso en mi cabello. Sus manos me masajeaban con suavidad. Se
concentró en lo que estaba haciendo. Al terminar con mi pelo, yo hice lo
mismo en el de él. Al ser más alto que yo, me puse de puntitas para masajear
su pelo y sonrió.
—William…
—Es una buena forma de conocernos mejor, ¿No crees?— puso más jabón en
su mano y continuó con mi pecho y senos. Sentir sus suaves manos en mi
cuerpo y ver su mirada fija en mi, me tenía algo caliente. Estaba concentrado
en todo lo que hacía. Sus manos tocaron y limpiaron casi todo mi cuerpo. Bajó
su mano a mi entrepierna y la subío hasta tocar directamente mi vagina.
—No creo que esté así por el agua, ¿O si, preciosa? — rozó su dedo
entremedio de mis labios con delicadeza.
—Hay que darnos prisa entonces, mi cielo.— ambos nos terminamos de bañar
y al salir, William me hizo recostarme en la cama.
—Te llevaré al médico. Eso no puede ser normal. Te dieron de alta esta
mañana y aún ahora estás con esos síntomas. No voy a permitir que te
descuides, muñeca. Iras y punto. — me dijo en un tono autoritario y acepté.
Nos dirigimos al hospital esperando que el médico que me dió de alta esta
mañana, estuviera de turno todavía, pero no fue así. El médico de turno fue
quien me evaluó y me mandó hacer más análisis. Estuvimos mucho tiempo
esperando porqué nos atendieran y William tuvo que cancelar el viaje a la
comandancia. No creo que haya habido la necesidad de regresar, pero no
podía negarme. William está muy preocupado y no quiero que esté así por mi
culpa.
—Todo está bien, ¿No es así, doctor? No he podido tomar los medicamentos
que me recetó el doctor está mañana, pero los tomaré sin falta. — le comenté
al doctor.
—Así que este es el resultado de jugar Bingo eh. — William estaba riendo y
su comentario me hizo reír. Su respiración estaba agitada y en segundos lo
escuché cuando comenzó a llorar.
—¿William?
—Soy un llorón, lo sé, pero soy el hombre más feliz del mundo en este
momento y no tengo palabras para describirlo. — sus brazos me sujetaron más
fuerte y todas las emociones se juntaron. —Gracias por hacerme tan feliz, mi
amor. — mis lágrimas estaban al borde de mis ojos, pero era de la emoción al
verlo tan feliz.— Lo siento no debo abrazarte tan fuerte. — soltó un poco la
fuerza que estaba ejerciendo.
La noticia me tomó por sorpresa. En realidad no pensé que iba a ser mamá tan
pronto. Tenía mis inseguridades, supongo que es algo normal, pero me sentía
muy feliz de que sea con un hombre como él.
—Los amo demasiado a los dos. — escuchar eso me hizo sentir algo afligida y
la lágrima que estaba tratando de aguantar, simplemente no pude retenerla más.
Al escucharme llorar, se despegó de mí y me miró. — No, no llores. — me
secó las lágrimas y me agarró al cachete. — Eso le hace daño al bebé.
—Lo siento.
El secó sus lágrimas y sonrió relajado.
—¿Y cómo puede ser posible si yo tuve mi periodo hace poco, doctor?— le
pregunté.
—Le voy a recetar las vitaminas prenatales que necesita, debe tomarlas todos
los días sin falta. Es fundamental para el desarrollo del bebé.
—Si, todo tipo y con moderación. — el doctor sonrió y William asintió con la
cabeza.
—Bien, anotado.
—Les recomiendo visitar un ginecólogo lo más pronto posible para que pueda
aclarar todas sus dudas y estar al tanto de todo lo relacionado a su embarazo.
Nuevamente los felicito. Le daré de alta y le entregaré la receta con la
enfermera. Cuídense mucho.
—Ahora si puedo besarte como quiero. — William me besó más intenso que
nunca. Se nota lo feliz que se siente y eso me hace muy feliz también.
—Gracias por aceptar tener este bebé conmigo.— puso sus manos en mi
barriga y me miró.
—Tenía temor de que no aceptarás tenerlo. Sé que debes pensar que es muy
pronto, pero yo realmente deseaba esto contigo.— se arrodilló frente a mí y
me dió un beso en la barriga.— Les juro a los dos que daré lo mejor de mi
para ser un buen padre. Aunque no tuve esa figura y ese buen ejemplo, te juro
que me esforzaré. No prometo no cometer errores, porque sé que no venimos
con un manual, pero trataré de evitar cometerlos a toda costa.— acercó su
frente a mi barriga. —De verdad estoy muy feliz de saber que tendré a mi
primer bebé con la mujer que tanto amo. Soy tan afortunado de tenerlos.
Sentía tanta emoción y ganas de llorar por sus hermosas palabras. Realmente
me llegaron al alma. Puse mi mano en su pelo y lo acaricié.
—Yo soy más afortunada por haber conocido a un hombre tan especial y único
como tú. Estoy segura que serás un buen padre, así como eres un buen novio y
excelente ser humano. Estoy muy feliz y agradecida con la vida de que seas tú
el padre de mi hijo. Los amo mucho. —William sonrió tiernamente y se
levantó del suelo.
—Pero qué buena puntería tienes, hijo. — seguía riendo y William sonrió.
—Ya sabía que ese mareo que tenías debía ser por eso, querida. Estoy tan feliz
por ambos. Los felicito. No pensé que tendría la oportunidad de escuchar esas
palabras. Ahora me siento vieja.
—Felicidades. Estoy muy feliz por ambos. — añadió Dany con una sonrisa.
—Gracias a ambos.
—Ahora entiendo porque esa sonrisa de oreja a oreja, hijo. Un hijo es una
bendición. Les deseo toda la felicidad del mundo. Ambos se la merecen.
—Si eso te hace sentir tranquilo, no tengo ningún problema, mi amor. Aunque
no quisiera dejarte solo.
—Será solo durante el embarazo, mi diosa. Luego las cosas van a mejorar, lo
prometo.
—No tenemos ningún otro compromiso, así que nos quedaremos a cenar.
—Si, mi amor.
—Ten, tomatela.— me dió las pastillas con un vaso de agua. —No olvides
tomarlas al pie de la letra, mi niña hermosa.
……….
—Hay algo de lo que quisiera hablar contigo, Dany. ¿Podemos ir a otra parte?
— preguntó la Sra. Jade.
—Claro.
Se estacionaron frente a un parque.
—Es un tema delicado, Dany. Aún no estoy segura si sea buena idea decirlo,
pero no puedo ocultarlo más.
—Sé que hemos pasado por mucho y a pesar de eso, has estado para mí y para
mi hijo en todo momento. Sé que nunca te había dicho las razones detrás de el
matrimonio que tuve con tu hermano y...
—Yo no creo que eso importe ahora, Jade. Yo sé que tus padres te obligaron
hacerlo y tú no tuviste de otra. Es por eso que yo no intervine. No puedo negar
que me arrepentí por no haber tenido la valentía de evitar ese matrimonio. Fue
difícil verte en ese altar con otra persona que no era yo. Fui un cobarde.
—¿Embarazada?
………..
—¿¡Qué?! ¿Te dejaste embarazar de ese hombre? ¿En qué estabas pensando,
Jas?
—Que forma tan especial de alegrarte por tu hija, mamá.
—¿Debería alegrarme de esto? ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso quieres sacarle
dinero? ¿Es eso, Jas? Es lo único que puedo interpretar con esta locura.
—¿Cómo te atreves a decir eso? A mí el dinero nunca me ha interesado como
a ti.
—A la que se canse de ti, te va a echar a un lado. Todos los hombres son así,
hija. Ya comió y consiguió lo que quería, en cualquier momento te va
abandonar y vas a quedarte cargando a un parásito, que te hará la vida
imposible. ¿Por qué cometiste este error?
Sus palabras me dolieron. Fue como un puñal en el pecho, pero no iba a
demostrarle eso.
—¿Eso mismo pensabas de mi cuando papá te dejo sola conmigo? El hecho de
que papá te haya hecho eso, no significa que todos sean iguales. Si nos
abandonó, ahora puedo entender porqué lo hizo; porque no soportaba tener
cerca a una víbora como tú.
Escuché el toque en la puerta y ví a William.
—¿Podemos irnos?— le pregunté para salir de ahí antes de estallar en llanto
de la rabia.
—¿Está todo bien?
—Si, no hay nada que hacer aquí.
—¿Puedes esperarme afuera unos minutos, cariño? Tengo algo que hablar con
tu mamá.
—Esta bien. Te espero afuera, mi amor. — salí al pasillo y traté de calmarme.
No voy a dejar que esto me afecte, todo lo que me hace daño a mi, le hace
daño a mi bebé. Tengo que ser fuerte.
—¿Ahora que fue lo que le hizo a su hija?— preguntó William acercándose a
la camilla.
—Claro, ahora soy yo siempre la mala del cuento.
—Conociendola estoy segura que fue usted quién hizo o dijo algo que no
debía, ¿Me equivoco?
—¿Qué es lo que quieres?
—Sé que empezamos con el pie izquierdo. No me agrada y me cae peor que
una patada en los testículos, aún así usted es la madre de mi novia.
—Tampoco me caes bien que digamos.
—Lastima por usted, pero creo que tendrá que soportarme, así como tendré
que soportarla yo.— William sonrió malicioso.
—Ya hiciste lo que querías, comiste del plato antes de tiempo y te salió caro,
¿Ahora que harás?
—¿Qué cree que haré? — William se mostró atento a escuchar su respuesta.
—Lavarse las manos como Pilato y decir que ese hijo no es tuyo. Digo, eso es
lo que hacen los hombres como tú. ¿Me equivoco?
—Me siento realmente ofendido. ¿Qué le hace pensar que haría algo como
eso?— continuó escuchándola atentamente.
—¿No es para eso qué quiere a mi hija? La vio muy ingenua, muy tonta e
inocente y te aprovechaste para llevártela a la cama. Así como todos los
hombres hacen.
—¿Por qué generaliza? ¿Acaso has salido, o te has acostado con todos los
hombres del planeta? ¿Cómo es posible que se crea tal cosa? Le dejaré algo
muy claro; a su hija yo la quiero y la amo de verdad, no solo a ella, también a
ese bebé que estamos esperando. Con todo el respeto que usted se merece; si
la hubiera querido solo para pasar el rato, le aseguro que no estaría viendo su
detestable cara en este momento.
—¿Cómo se atreve a faltarme el respeto? ¿Quién te crees que eres?
—De la misma forma que usted me lo falta a mi y se lo ha faltado a su hija.
Usted me disculpa, pero el respeto se gana y usted no se ha ganado el mío.
Volviendo al tema principal, ya que sabe del embarazo de su hija y está tan
alegre con la noticia, quisiera hablar otro asunto con usted. — dijo en un tono
sarcástico.
—¿Qué quieres?
—Voy a llevarme a Jasmin a otro estado, al menos mientras pasa el embarazo.
—¿Piensas alejarla de mi, desgraciado?
—Vaya, que mujer tan grosera. Lo hago por su seguridad. Su querido
cómplice, se escapó del hospital. ¿Sabe algo sobre eso?
—¿Por qué tendría que saber algo sobre eso?
—No se, dígame usted.
—No se nada.
—Espero sea verdad lo que dice… — William se acercó y habló en un tono
bajo. — O de lo contrario, yo mismo la enviaré derechita al infierno; donde
castigan a las malas madres que no escuchan consejos. — Retomó su postura y
sonrió. — Fue un placer hablar conversado con usted. Que se recupere pronto,
suegra. — salió de la habitación.
—¿Todo bien, mi amor?
—Creo que mejor imposible, cielo. ¿Nos vamos?
—Si.
Me trajo a la casa y se giró hacia mí.
—No quería hacer esto, pero por la situación y tú seguridad, será mejor que te
quedes en la casa. Te juro que volveré rápido, princesa.
…………
—Tengo algo que hablar contigo, mamá. Estoy seguro que Dany ya te debió
haber hablado del tema. ¿Tienes algo de tiempo?
—Como debes saber ese criminal de Erick se escapó del hospital y ahora la
vida de mi bebé y de mi novia están en riesgo. No sabemos lo que planee
hacer ahora luego de todo lo que sucedió.
—Si es por un tiempo estoy de acuerdo, pero me asusté. Pensé que dejarías la
empresa por completo.
—No puedo dejarla. Tú también eres importante para mí, eso no lo dudes,
pero ahora mi mujer y mi bebé me necesitan.
—¿Planeas llevártela?
—Así es.
—¿Hablaste con su mamá?
—Es una arpía. Bueno, si me tomo el tiempo de mencionar todo lo que es,
creo que no terminaríamos nunca. Jasmin no saco nada de ella, por suerte.
Deberías de ver su cara cada vez que le pregunto algo. Se pone tan nerviosa,
que se ve mucho más patética de lo que ya es. Si te conoce en persona, creo
que terminarías de matarla de un ataque.
—Con todo lo que me dijiste que hizo, ya le tengo ganas. Es una lastima que tu
novia no tenga a nadie ahora. Qué su propia madre la traicione de esa forma,
debe estar pasando un momento muy malo. Es por eso que hay que estar unidos
y tú mantenerte con ella todo el tiempo posible. Ella te va a necesitar mucho.
Las mujeres cuando estamos embarazadas, estamos mucho más sensibles.
Deseamos que nuestras parejas estén a nuestro lado, apoyándonos, dándonos
cariño y ya sabes…
—Mamá…
—¿Sobre qué?
—Es Dany.
—¿Qué sucedió con el?
—William, yo sé que te no te gusta hablar del tema y buscas evitarlo cada vez
que puedes, pero no puede seguir así. ¿Por qué no puedes acercarte o arreglar
las diferencias con el?
—¿No ha sido suficiente hasta ahora? Hablo, hago tratos, nos ayudamos
mutuamente. ¿Qué más deseas? ¿Qué le invite un trago todas las noches? ¿Qué
lo abrace y que lo besé?
—No, William. Solamente quiero que hagas las paces con el. Anoche
comenzamos a salir y solo deseo que tu puedas aceptarlo.
—Estoy muy feliz por ti, mamá. Créeme que daría todo por verte al lado de
alguien que te valore, que te respete, que te ame como te mereces, pero no me
obligues aceptar a una persona luego de haberse largado detrás de su
asquerosa familia. Puedo aceptar que salga contigo, no tengo ningún problema.
No soy quien para juzgar con la persona que elijas en tu vida, pero no me
obligues a tener que acercarme a él.
—Yo entiendo que le tengas odio a toda esa familia, pero él siempre estuvo
ahí para nosotros.
—Y le importo tanto que se largó cuando las cosas se pusieron calientes por
aquí. ¿Mucha casualidad no crees?
—Te puede engañar a ti, pero a mí no. No me obligues aceptar a una persona
que tengo metida entre ceja y ceja. No solo por eso que ocurrió, si no también
porque es hermano de mi papá. Mucho hago. Trato de llevar la fiesta en paz
con él solo por ti, pero no me exijas más de lo que puedo dar, porque no creo
poder cumplir con eso que pides y no quiero lastimarte.
—Yo te conozco y sé que tienes tus razones, también sé que ese rencor que
guardas es por mi culpa. El no ha hecho nada malo, mi amor. Él es
completamente diferente a tu padre y a esa familia.
—Si solo por eso se rinde, significa que no está tan arrepentido entonces. No
quiero lastimarte con este tema, mamá. Mejor no lo mencionemos. Te deseo
toda la felicidad del mundo y espero de corazón que él pueda darte lo que mi
padre nunca te dió, porque sé que te mereces lo mejor. Aunque no lo creas,
estoy muy feliz de saber que has encontrado a alguien. Independientemente de
las diferencias, estoy orgulloso de ti tiguerona. Ven aquí.
—Te amo mucho, Lo sabes, ¿verdad, mi reina? Quita esa cara o voy a ir por
toda la empresa a contarles de tu pervertida forma de acercar a tu hijo a una
mujer. ¿Debería hacer lo mismo contigo para que te acerques a Dany?
—Al menos saque una dulce sonrisa de nuevo. Te amo mucho, mamá.—
William la volvió abrazar.
—Y yo a ti, cariño.
Había pasado un largo rato desde que William se fue y aún yo estaba en la
cocina. Tardé algo de tiempo en conseguir los ingredientes y por supuesto,
tiene mucho que ver con mi estatura. No alcanzaba la mayoría de las cosas y
tenía que acudir a la empleada. Luego de todo ese largo proceso pude terminar
por fin. Me quedé en la cocina limpiando y recogiendo, cuando sentí una mano
en mi cintura.
—No te pega. — reí divertida por su tono sarcástico. —Esperaba algo como,
¿Qué haces aquí? Se supone que debes estar descansando. — dije tratando de
imitarlo y William comenzó a reír.
—Quizás.
—Cierra los ojos y no hagas trampa. — cerré mis ojos y sentí sus labios rozar
con los míos; en instantes algo diferente rozó mis labios y el aroma relajante
de una rosa logré percibir. — Abrelos. — abrí mis ojos y William estaba con
una rosa azul en la mano, acariciando con delicadeza mi mejilla y regresando
de vuelta a mis labios.
—Ahora me dirás, ¿Qué hacías aquí y por qué tu ropa está manchada? —
preguntó con una sonrisa maliciosa.
—Eres tan tierna que me matarás con tanta ternura. Ni siquiera puedo
molestarme. — su risa fue contagiosa.
—¿A donde?
—Quiero que nos vayamos a vivir por unos meses, quizás un año a Miami.
—Si, aunque ya lo tenía pensado antes. Sé que tu mamá está enferma y no vas
a querer dejarla sola...
—Te dijo algo muy malo, ¿Verdad? Ya ví que tomo lo del embarazo muy bien.
— dijo en un tono sarcástico y suspiró. — Lo siento, no debo decir estas
cosas. Es que me saca por el techo esa actitud que asume.
—No, solo quise informarle. Ya eres mayor de edad, pero quería hacer las
cosas correctamente. No he hecho nada correcto, ni nada salió como planeaba,
pero estoy feliz de tenerte conmigo.
—¿Yo?
—Si, tú. Sonríes de esa forma tan tierna, hablas de eso todo el día, me
acaricias de la nada, me besas de esa forma tan… diferente, pues claro que
provocas las cosas. — Tartamudee y William sonrió con malicia.
—El embarazo te ha vuelto más honesta. Si llego a saber que todo eso te pone
así, no dudaría en hacerlo más seguido.
—En cambio yo digo que eres tú. Haces todo lo que me gusta, tienes todo lo
que me encanta, tu sonrisa, tu timidez y cuando tratas de vencer esos nervios
respondiendo mis indirectas y tartamudeando, me seduce. Incluso, solo el
tenerte cerca, poder oler tu dulce perfume, hace que mis hormonas se activen y
mi pantalón se sienta muy ajustado; así como en este preciso momento. Y el
verte inclinada, por Dios. ¿Por dónde iba?
—Tu me vuelves así. ¿Crees que no tengo razón para culparte? ¿Sabes lo que
es maldecir la incomodidad de mis pantalones, o quitar mi bóxer y ver lo
húmedo que está? Tener que andar con dolor de huevo todo el día no es fácil,
jovencita.
Estaba riendo por su seriedad, tanto que sentía que me faltaba el aire.
—¿Es esto nuestra primera discusión?— arqueó una ceja y esbozó una
sonrisa.
—No lo creo. ¿Ya te sientes más relajado? — seguía riendo.
—Estoy grabando cada cosa que hagas, así cuando te toque pagarlas te las
cobraré con creces, muñeca.
—Si, claro que puedes. — me sujetó una mano y la beso. Al tenerlo así sentía
ganas de acariciar su pelo y al hacerlo cerró sus ojos.
Es tan tierno. Parece un niño. Cada segundo que pasa me enamoro más de él.
En realidad no sé en qué momento me quedé dormida. Al despertar estaba
acostada en el sofá y cubierta con una sábana. William no estaba y me levanté
con la idea de buscarlo, pero ví un papel sobre la mesa.
—No es que me vaya a morir por pasar un rato contigo aquí, mi diosa.
—Te dije que vayamos a la farmacia y regresemos a la casa. Está muy frío y es
normal que el cambio de temperatura te vaya a enfermar.
—No es justo que el viaje se tenga que acabar aquí solo por eso. Vamos a dar
aunque sea una vuelta.
—La vuelta la daremos, pero para el auto. — le agarré más fuerte la mano e
hice que caminara conmigo de vuelta al auto.
—Lo digo por mi. No podré aguantarme las ganas de comerte a besos y no
quiero que por mi culpa vayas a contagiarte. Tengo que cuidarlos a los dos.
—Yo también quiero cuidarte. Siempre has estado para mí, ahora me toca a
mí. — acaricié su mejilla y sonrió.
—Eres terrible.
—Espero te guste.
—De acuerdo.
—Cállate o buscaré un bate y te daré en la cabeza con el, a ver si así duermes
profundamente, necio. — William soltó una carcajada.
—Lo siento, es solo que me preocupa mucho tu salud y estás siendo muy
terco.
—Asi me gusta.
—Ahí no.
Iba a sentarme en la cama, cuando William me jaló haciéndome sentar en su
regazo.
—No me regañes. Me pongo muy triste. — ¡Maldita sea! ¿Cómo puede ser tan
tierno y manipulador a la vez? Hizo cucharita y casi dejo que me convenza.
—Buen chico.
—Esa era la respuesta que quería escuchar. — me dió dos besos en la frente.
Su temperatura corporal me hizo sentir muy cómoda. Sé que no debía estar así
de cerca por su comodidad, pero ya nos acostumbramos a dormir así.
A la mañana siguiente fuimos a buscar a la Sra. Jade y a Dany al aeropuerto.
William estaba mejor de la fiebre. Por suerte logró dormir como toro, en todos
los aspectos.
—¿Cómo estuvo el viaje?— preguntó William al verlos.
—Muy bien, creímos que no llegaríamos nunca.
—Deben estar muy cansados. Los llevaré a la casa para que descansen.
—De hecho no. Tengo una cita con mi querida nuera.
—¿De qué hablas, mamá?
—La boda es en dos días, ¿No es así?
—Si llevo los documentos que faltan hoy y todo está bien, sí será en dos días
la boda.
—Bueno, pues tengo unos lugares que visitar con ella. ¿Cierto, querida?— me
miró y sonrió.
—Si, la Sra. Jade tiene razón. — añadí.
—Bien, ustedes dos se quedan juntos y nosotras nos iremos a otra parte. Qué
se diviertan. — la Sra. Jade me aguantó el brazo y me hizo caminar con ella.
—Tiene mucha energía. — comentó Dany.
—No me gusta la idea de que se vayan.
—No tienes que ser tan sobreprotector, Will. Ambas deben estar a solas y
acercarse un poco.
—Soy yo quien no puede estar lejos de ella. Es como si algo muy importante
en mi faltara.
—Eso se llama amor, William. Sé lo desesperante que es extrañar a alguien.
Debes darle su espacio también para que se divierta y salga con alguien más.
—Lo se.
—En dos días podrás estar con ella a solas.
—No es correcto pensar en eso ahora, pues me emociono demasiado y andar
por la calle con el problema entre las piernas no es bueno.
—Esa pobre chica está en peligro contigo, William.
—Estás de buen humor Dany.
—Tu también por lo que veo.
—¿Me acompañas a hacer unas cosas?
—Claro.
.....
La Sra. Jade alquiló un auto en el aeropuerto.
—Bien, será un día entre suegra y nuera. Tenemos mucho que hacer. Espero mi
hijo te haya dejado dormir bien anoche.
—William está algo resfriado.
—¿Fue al médico?
—No, le hice comprar medicinas. Tenía mucha fiebre ayer.
—Eso es increíble. Recuerdo que cuando niño le huía a las farmacias,
doctores, medicinas. Tenía que irme detrás de él para obligarlo a tomarlas.
—No lo dudo, Sra. Jade.— reí al recordar lo que me había contado William.
—¿Has escogido la ropa que usarás en la luna de miel, cariño?
Sacudí mi cabeza de lado a lado por la vergüenza.
—Iremos hacerlo, no puedes olvidarlo.
—Sra. Jade, ¿Está bien si quiero comprar el anillo para William?
—Claro que esta bien.
—Quisiera hacerlo.
—Iremos hacer todo eso, pero luego de que vayamos a darnos una terapia y un
buen masaje al Spa que está por aquí cerca. Necesitamos tomarnos el tiempo
de relajarnos porque esos dos hombres nos van a matar.
—¿Por qué lo dice, Sra. Jade?
—Dany y yo estamos saliendo de nuevo.
—Me alegro muchísimo de que el amor reinará. Estoy tan feliz por ambos.
—Dios mío. Rinde demasiado ese hombre. Ahora entiendo de dónde sacó
todas las calenturas William. Necesito que me ayuden urgente. Mi cuerpo está
dolorido y agotado. No pensé que estaba tan vieja para esto.
—Oh, Rayos.— pensé en voz alta y tapé mi boca.
—¡Maldita sea! Necesitaba que me sacudiera y me arreglara la espalda, pero
ahora me arrepiento.
Este tema es muy incómodo. Lo peor es que sentía ganas de reír y si hago eso,
lo más probable la haga sentir incómoda.
Llegamos al Spa y la Sra. Jade escogió varios servicios para las dos. Nos
dieron masaje en todas partes. Ella estaba tomando una margarita y se veía que
estaba disfrutando. Me hace sentir bien saber que está feliz. Luego de ese
pasado tan difícil que tuvo, ambos merecen poder ser felices.
Me pregunto qué estará haciendo William. No pensé que lo extrañaría tanto.
.....
—Esto será una pregunta incómoda, pero ¿qué hacemos en este lugar,
William?
—Quiero comprar algo sexy para mí mujer.
—Este lugar es solo de hombres.
—Hablo ropa para mí para que ella disfrute.
—¿Planeas vestirte con esta ropa tan extraña?
—¿Extraña? ¿Está mal querer hacerle un stripper a mi mujer? Ellas también
necesitan esa atención. ¿Acaso soy el único que piensa en eso?
—¿De qué piensas vestirte? ¿De bombero, policía, de preso? — preguntó
Dany riendo.
—Ya me imagino de bombero, siempre con la manga en la mano. De policía
no estaría mal, pero sería muy común. Ayúdame a escoger y de paso te
compras uno para que le modeles a mi mamá. ¿A qué mujer no le gustaría que
su pareja le modele solo a ella?
—Jamás he hecho eso, Will.
—Nunca es tarde.
—Como se nota que tienes experiencia en ese tema.
—En realidad nunca lo he hecho y lo más probable termine más avergonzado
que ella, pero la intención es lo que cuenta.
—Supongo que tienes razón.
—Tengo el indicado para ti. ¿Por qué no te vistes de Tarzán? Así como tienes
el pelo lucirás exactamente como él. —William soltó una carcajada y Dany se
avergonzó.
—Lo tomaré en cuenta.
.....
Al salir del Spa nos dirigimos a la joyería. No sabía su size, *tamaño* pero la
Sra. Jade lo sabía. William suele usar muchas prendas. Cadenas por dentro del
traje y relojes. Habían demasiados anillos y quería uno adecuado para el. Ví
un anillo que me llamó mucho la atención. Se veía elegante y fino. Era de
titanio, negro y un diseño arenado alrededor. Es el primer regalo que le doy de
mi parte. Estaba sumamente emocionada con la idea. Quise escoger ese sin
pensarlo dos veces. Le pedí a la Sra. Jade que se quedará con él para que
William no lo viera. Quiero que sea una sorpresa.
Al salir de la joyería fuimos a una tienda de ropa. La Sra. Jade quiso
ayudarme a escoger una lencería para la luna de miel. Sabía que el color de
William es el rojo, así que fuimos directo al área que tuviera ese color. Me
mostró varios, pero hubo uno que me gustó más. Era muy corto y estaba hecho
con una malla traslúcida y tejido satinado con estampado piel de leopardo,
encaje superpuesto en los pechos y cintas de liga removibles. Quizás si le
añado unas medias rojas y los tacones quedaría mucho mejor. Busqué mi size
en la etiqueta y me quede sorprendida. El nombre del Sr. Telly estaba en el.
¿Él también diseña este tipo de ropa? Ni siquiera me había fijado en que la
tienda tiene su nombre. Es muy reconocido. Debe tener muchas tiendas.
Avancé a probarme la lencería y más cómodo imposible. Es increíble. Es muy
bueno en lo que hace. Compré todo lo que necesitaba y nos fuimos de ahí.
Mañana en la tarde nos toca ir a recoger el traje. Me pregunto cómo estará
quedando.
Cada minuto que pasa estoy más ansiosa. Aún no puedo creer que voy a
casarme con William. Todo se ve como un sueño.
Regresamos a la casa y aún no había llegado William. Escondí la lencería
esperando que William no la encuentre. Luego le preparé un café a la Sra. Jade
y no sentamos a conversar por un rato. Le conté sobre el Sr. Telly y se
sorprendió mucho.
—Realmente no lo esperaba. ¿Y lo invitarás a la boda?
—Sí, quiero hablar de eso con el mañana. Independientemente de si es o no mi
verdadero padre, se ve que es una persona muy amable y honesta; además él es
quién hará el vestido.
—¿Quieres que sea él quien te lleve al altar?
—Eso sería pedirle demasiado.
—Con todo lo que me contaste, no creo que vaya a molestarse por algo como
eso.
—No molestarse, pero debe ser extraño hacer algo como eso con alguien que
no conoces.
—Se van a conocer tarde o temprano, querida. Sería bueno que vayan creando
algún tipo de conexión. Es algo muy importante y estoy segura que él será
pondrá muy feliz si le ofreces eso.
William y Dany llegaron a la casa y se quedaron fríos al vernos.
—No sabía que habían llegado antes de tiempo. — comentó William. Ambos
se veían nerviosos.
—¿Y que se traen? Veo que fueron de compra los dos. — la Sra. Jade se
quedó viendo las bolsas que traían y William las movió.
—Bueno, ¿Quien tiene hambre? — miró a Dany y riendo nervioso subió las
escaleras.
—Yo tengo mucha. — Dany subió con William y Jade me miró.
—¿Ahora que se traen esos dos?
*
—¿Cómo te atreves a huir y dejarme ahí solo?
—Debes hacer una retirada en un momento así.
—¿Crees que se haya dado cuenta de algo?
—Mi mamá tiene rayos X. Lo más probable ya sabe de qué te vestirás esta
noche. — William soltó una risita divertida y le puso la mano en el hombro.
— Pero no te preocupes, le encantará.
—No se como pude dejarme convencer por ti, William.
—Dentro de ti guardas esas ganas salvajes, Tarzán.
—No digas más, Will. — respondió avergonzado.
*
Esa tarde nos quedamos compartiendo los cuatro. Cenamos y vimos una
película. Nos divertimos mucho. Al día siguiente estuvimos todo la mañana
ocupados, terminando con los preparativos de la boda. Solo falta un día para
casarnos y mis nervios están en mi estómago. Hoy me acompañó la Sra. Jade a
recoger el traje. El Sr. Telly salió a recibirme rápidamente.
—Buenas tardes, guapas. Vengan por aquí. — El Sr. Telly se veía muy
sonriente.
Lo seguimos y le presenté a la Sra. Jade. Se llevaron muy bien. Estaban
haciendo chistes como si se conocieran desde siempre. Estaba muy ansiosa al
estar aquí. El Sr. Telly me mostró el traje de novia y quedé maravillada. Era
un vestido blanco con manguitas cortas de capa, un tul cubierto de marfil
escarpado, el área del escote era en forma de corazón y estaba cubierto
también con una capa. Tenía detalles de flores brillantes en diferentes tonos
azules en el área del escote. Parecían diamantes reales. Al probarmelo se
ajustó perfectamente a mi cuerpo. Era como si fuera parte de mi. La tela era de
seda. Muy cómoda y fresca. Al verme en el espejo era como ver a otra
persona.
La Sra. Jade al verme se tapó la boca de la sorpresa.
—Pareces una princesa. Mi hijo terminará por desmayarse. Diría que mucha a
tardado.
El Sr. Telly pasó al cuarto donde estaba probandome el traje para verme.
—Lo sabía. Sabía que te verías como una reina.— sonrió emocionado.
—Es hermoso. Jamás había visto algo así.
Me seguía mirando en el espejo sin creer que realmente era yo.
—Este detalle de los diamantes fue el Sr. Cole que me pidió que lo añadiera.
Quería sorprenderla.
—¿Está diciendo que son reales?
—Por supuesto. ¿Qué tipo de diseñador sería si uso algo falso? El mismo los
mando a encargar. Son muy escasos de conseguir. Fue el toque especial y final
que le di al traje.
William piensa en todo y siempre busca la forma de sorprenderme.
—Debió costar demasiado. Es increíble. Es el traje más hermoso que he visto
en mi vida.
—Me hace inmensamente feliz saber que te ha gustado. Eres una reina. — se
veía muy emocionado y feliz. De alguna forma eso me emocionó mucho
también.
Me quité el traje y él lo guardó en una caja blanca.
—No tienes que preocuparte por nada. Será un regalo de mi parte.
—No tiene porqué hacerlo.
—Yo quiero. Nada me haría más feliz. Quiero diseñar los trajes que te pongas
de hoy en adelante. ¿Me lo permites?
—Si usted le apetece hacerlo, no tengo ningún problema. — sonreí amable y
él sonrió de vuelta. —¿Puedo hacerle una pregunta?
—Por supuesto.
—¿Le gustaría asistir a mi boda?
—Nada me haría más feliz.
—¿Podría llevarme al altar aunque aún no sepamos la verdad?
—Sería un honor para mí. — su expresión lucía algo triste.
—¿Dije algo malo?
—Lo siento, no creí escuchar esas palabras nunca. Es la primera vez que me
piden algo así. — una lágrima bajó por su mejilla y no se porque me sentí
triste. No lo conozco y verlo de esa forma muy en el fondo dolio.
—Le dejaré la información de mi casa y la hora de la boda. Ya sabe que la
boda es después de mañana y me gustaría contar con su presencia.
—No dudes que ahí estaré. — nos despedimos y nos fuimos.
*
A la mañana siguiente fuimos la Sra. Jade y yo al Beauty. Me hicieron las uñas
y me pintaron el pelo de un color castaño oscuro. Casi no he visto a William.
Ha estado ansioso por querer ver el traje. Tuve que esconderlo. Los nervios y
la ansiedad me están matando. Mañana es la boda y estoy muy feliz.
Regresamos a la casa y al entrar William junto a Dany estaban en calzoncillos
caminando como si nada por la casa. Ambos estaban sudorosos y la Sra. Jade
y yo nos quedamos petrificadas.
—¿Qué es lo que han estado haciendo ustedes dos? ¿Estaban haciendo
ejercicio?
Se taparon y yo me giré. La Sra. Jade se quedó viéndolos.
—Hagan de cuenta que no vieron nada, por favor. — comentó Dany.
—A mi no me mires, mamá. — William se lavó las manos como Pilato y Dany
lo miro.
—Tu eres… — no terminó Dany de decirlo cuando la Sra. Jade comenzó a
reír.
Ninguno parecía estar dispuesto a explicar lo que estaba sucediendo.
—¿Estaban fortaleciendo su amistad?— preguntó soltando una carcajada
divertida que me provocó reír.
—Eso era. Creo. — respondió Dany cogiendo el cojín para taparse.
—Aquí no pasó nada. He olvidado la ropa en mi cuarto. — dijo William
riendo nervioso y caminando a la escalera.
Ambos subieron las carreras corriendo como dos niños pequeños.
—Están actuando extraño. — comenté.
—Asi es. Me preguntó que rayos hacían.
Al rato bajaron y se quedaron un rato con nosotras.
—Nada de ejercicios innecesarios hoy, William. Deben descansar los dos.
Mañana tienes mucho qué hacer. — sonrió maliciosa.
—Si, mucho que hacer. — William me miró y sonrió.
La Sra. Jade y Dany subieron a su habitación y me quedé a solas con William.
—¿Nerviosa, princesa?
—Mucho, ¿Y tú?
—Si. Ya mañana serás oficialmente mi esposa. — me agarró por la cintura y
me acercó a él. — No veo la hora de verte entrar a la iglesia. — me dió un
beso en la barriga y me apretó fuertemente hacia el. —Los amo demasiado.
—Nosotros también a ti, mi amor.
—¿Qué tal si vamos a la habitación?
—Ya escuchaste a la Sra. Jade. Controlate.
—Solo será un poco cariñito.
—No, una cosa lleva a la otra.
—¿Ni besitos? ¿Así pequeñitos? — levantó la trompa y sonreí.
—Eso sí. — lo besé dulcemente.
—No te dejes convencer de ese demonio, querida.— escuché la voz de la Sra.
Jade y se me erizó la piel. Me alejé de William y ambos sonreímos.
Llegó el día más esperado de nuestras vidas. William se había ido de la casa
temprano y me quedé con la Sra. Jade. Estaba muy emocionada y ansiosa, los
nervios me estaban consumiendo por dentro. Me estaban arreglando el pelo y
maquillandome. La Sra. Jade me trajo una pequeña cajita blanca y me la dió.
—Me gustaría que la uses.— al abrirla era un peine floral de perlas. Era
hermoso.
—Es hermoso, Sra. Jade.
—Me alegra que te haya gustado. La escogí con mucho cariño para ti. Eres
parte de mi familia ahora. Eres como otra hija.
—Muchas gracias por todo, Sra. Jade. — me sentí algo afligida. Es extraño
porque quien debería tener esa atención conmigo no está y tampoco le importa.
—No, no vayas a llorar. Se te arruinará el maquillaje. Es normal que sientas
esas emociones en este día, pero todo saldrá bien.
—Lo siento.
No me voy afligir más por eso. No vale la pena.
—Realmente estoy muy agradecida contigo. Has apoyado a mi hijo en los
peores momentos, lo haces muy feliz y eso como madre me hace sentir más
feliz todavía. Les deseo toda la felicidad del mundo, se la merecen los tres. —
tocó mi barriga y sonrió.
Estoy muy nerviosa. Me pregunto si William está igual.
*†*
—Siento miedo de que se arrepienta, Dany.
—¿Arrepentirse? ¿Por qué haría algo como eso?
—No se.
—Estas muy ansioso. No dejes que los nervios te controlen y te hagan pensar
tonterías.
—Es que ni siquiera me dejaron verla esta mañana. Mi mamá puede ser tan
cruel en ocasiones.
—No te preocupes. Ella no se va arrepentir y si lo hace se que irás detrás de
ella para convencerla.
—Tienes toda la razón.
—Estoy muy orgulloso de ti, William. Me hace inmensamente feliz saber que
encontraste a alguien con quien pasar el resto de tu vida, alguien que te apoya
y te hace feliz, alguien que te comprende a la perfección y te acepta como eres.
Les deseo que en este gran paso que están dando sean inmensamente feliz.
—Gracias por tus deseos, Dany. Espero que tu también seas feliz con mi
mamá. Ambos lo merecen. — se dieron un abrazo.
*†*
Cuando terminé me miré en el espejo y realmente no podía creer que era yo.
Preferí dejarme el cabello suelto y el peine lo juntaron con el velo.
—Te ves hermosa. Pareces toda una princesa. — me dijo la Sra. Jade
emocionada. Una lágrima bajó por su mejilla y al darme cuenta me sorprendí.
—Gracias y no lloré, Sra. Jade. Se le va a correr el maquillaje. — sonreí
tratando de calmarla y ella sonrió de vuelta.
—Falta algo. — buscó otra cajita blanca y me mostró una liga que tenía una
flor azul cielo en ella.
—¿Eso que es?
—Es lo que el novio debe quitarle a la novia.
—¿Quitarme?
—Ven aquí. — se agachó y alzó el traje. Alcé un poco mi pierna y ella lo
subió hasta llegar a mi muslo. — Todo listo. — sonrió maliciosa. —Tenemos
que irnos. Ya mismo será hora y William debe estar ansioso a punto de venir a
buscarte.
—Es cierto. Tenemos que darnos prisa.
—El Sr. Telly está abajo esperándote, querida.
Bajamos las escaleras juntas. La Sra. Jade me estaba ayudando con el traje.
—Eres toda una reina. Te ves muy hermosa. — me dijo el Sr. Telly al verme.
Se veía tan emocionado y no pude evitar emocionarme también. —Traje este
hermosa ramo de flores. Espero te guste. —Era un ramo de rosas azules y
blancas. Son tan hermosas. Las sujeté y las acerqué a mi rostro para oler ese
aroma relajante y fresco.
—Gracias por este hermoso ramo y por estar aquí. Son muy hermosas. — son
tantas emociones que cualquier cosa me hacía sentir ganas de llorar, pero de
felicidad.
—El novio debe estar a punto de venir para acá. Tenemos que irnos, querida.
Caminé con la Sra. Jade y el Sr. Telly hasta la limusina que me estaba
esperando. Entre más tiempo pasa, más incrementan mis nervios y la ansiedad.
*†*
—Debes calmarte, William. Ya pronto van a llegar.
—Ha pasado un minuto y no llegan.
—La novia tiene mucho que hacer.
—Lo se, pero ya cuando la vea estaré tranquilo.
—Pareces un niño, William. — Dany sonrió.
—La novia llegó. — informó la madrina.
—Ya escuchaste, Will. No sé arrepintió.
*†*
Llegué a la iglesia y ahora sí mis nervios eran más. Hasta las náuseas me
invadieron. Tengo que calmarme.
—Ya hemos llegado, querida. —La Sra. Jade sonrió y el Sr. Telly me abrió la
puerta. Me extendió su mano y la tomé.
—Así debe ser. — me puso el velo hacia al frente y sonrió. — Todo saldrá
bien.
—Gracias.
Escuché la música de fondo y me sujeté del brazo del Sr. Telly. Toda la iglesia
estaba llena de flores y pétalos azules, rojos y blancos estaban en todo el
camino de la alfombra roja. Habían varias personas que no conocía, supongo
que debían ser amistades de William o quizás de la Sra. Jade. Quise hacer
contacto visual con William quién estaba en el altar al lado del Sr. Dany.
William vestía un gabán blanco y tenía una sonrisa más encantadora que de
costumbre. Me sentí algo afligida al verlo. Se veía tan divino y guapo. No
podía creer que realmente me voy a casar con él. No desviamos la mirada el
uno del otro. No podía dejar de sonreír. Al llegar al altar William extendió su
mano para que subiera el escalón para llegar a él.
—Gracias, Sr. Telly. Está en buenas manos. — le dijo William.
William me miró fijamente con una dulce sonrisa y ví una lágrima bajar por su
mejilla. La secó inmediatamente y seguía agitando sus ojos.
—¿Estás bien, mi amor?
—Lo siento, hermosa. Es que te ves mucho más divina y preciosa de lo que te
imaginé. — su voz se escuchó temblorosa y entre más hablaba, más se tapaba
la cara. Se veía tan tierno que no podía desviar la mirada de él. Cuando
retomó su postura, me miró de vuelta y sus ojos estaban algo rojos. —Ahora
si. Puede comenzar, padre.
William me agarró ambas manos y sonrió. Estuvimos mirándonos en todo
momento. Ni siquiera podía prestar atención a lo que sucedía alrededor o a lo
que hablaron. Estaba hechizada con su dulce y tierna mirada. Era como si el
tiempo se hubiera detenido ahí. Mi corazón estaba a punto de salirse de mi
pecho.
—Van a repetir lo siguiente. — no estábamos prestando atención y al escuchar
al padre decir esas últimas palabras me puse nerviosa. Lo miré fijamente
esperando que el padre me dijera lo que tenía que decir.
—Yo, Jasmin Díaz, prometo amarte a ti, William Cole, Prometo apreciarte y
honrarte a partir de hoy durante todos los días de nuestras vidas, tanto en los
buenos como en los malos. Juro serte fiel siempre, y apoyarte cuando me
necesites. Te entrego mi alma y mi corazón para toda la eternidad; tanto en los
momentos de salud y felicidad como en los de tristeza y enfermedad. —La
madrina se acercó con los anillos y lo cogí en la mano. —Como símbolo de
todas estas promesas, te entrego este anillo para recordarnos siempre lo que
significa nuestro amor. Te amo, William. — lo coloqué en su dedo y William
tapó su rostro. —¿William?— sus mejillas estaban algo rojas y con su mano
tapaba sus ojos.
—Lo siento, mi amor. Soy todo llorón. — su voz se escuchaba entrecortada,
como si tuviera un nudo en la garganta.
—Eres tan lindo. — acaricié su mejilla y sonreí. Al verlo así estaba a punto
de llorar también, pero estaba tratando de aguantar porque sé que si lo hago, él
no podrá calmar sus lágrimas después.
—¿Puedo improvisar, padre? — carraspeo.
—Adelante.
—Jasmin Díaz, en este día tan especial para nosotros te tomo como mi esposa.
Con nuestros amigos y familia presente juro pasar el resto de nuestras vidas
amándote, dándote alegrías y apoyándote siempre que me necesites. Juro
permanecer al lado de nuestro bebé y de ti aún después de la muerte. Te amo
tanto por tus virtudes como por tus defectos, y me ofrezco a ti esperando que
me quieras por los míos. Desde este día estaremos unidos para siempre y ya
no podrás escapar de mi, mi reina. — colocó el anillo en mi dedo y sus manos
estaban temblorosas.— Los amo mucho.
—Si alguien se opone o tiene algo que decir para impedir esta unión, que
hable ahora o calle para siempre.— hubo un silencio absoluto en la iglesia. —
Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
William se acercó y levantó el velo. Acarició mi mentón con una mano y la
otra la llevó a mi cintura para acercarme a él. Estampó sus labios a los míos.
Tan suaves y dulces como siempre. Me derrite su ternura.
—Te amo demasiado. Ahora eres toda mía. — sonrió encantador.
—Tu también eres mío. — llevé mi mano a su mejilla y lo besé de vuelta.
Los aplausos se escuchaban, pero estábamos tan concentrados en nosotros que
lo demás no importaba.
—Gracias, padre. — William bajó la cabeza y yo hice lo mismo.
—Felicidades, mis amores. — la Sra. Jade nos abrazo a los dos a la vez. —
Esto es apenas el principio de su hermosa relación. Les deseamos muchas
bendiciones. — La Sra. Jade acercó al Sr. Dany.
—Muchas felicidades por esta hermosa unión. Les deseo todo lo mejor.
—Gracias a ambos. — William y yo sonreímos.
—Una fiesta nos espera.— comentó William.
—Vaya, sí que estás muy desesperado. — comentó Dany riendo.
—Allí saludamos bien a los invitados, princesa.
—De acuerdo, mi amor.
Caminamos los dos de la mano hasta la entrada de la iglesia. Nos estaban
arrojando pétalos rojos al salir. William me ayudó a subir a la limusina y
luego se subió.
—Te extrañé tanto, preciosa. — William me abrazó fuertemente. —Te ves tan
preciosa, tan bella con ese hermoso traje. Pareces toda una reina. Gracias por
no arrepentirte y estar aquí conmigo, mi amor. Te juro que te haré la mujer más
feliz del mundo.
—Ya soy inmensamente feliz porque te tengo a ti. Te ves tan guapo y lindo.
Siempre lo he dicho, tienes una hermosa sonrisa. Quiero verte sonriendo
siempre.
—Tú eres el motivo detrás de ella. — acarició mi mejilla y cerré mis ojos.
—Gracias por todo lo que has hecho y por hacerme tan feliz, mi amor. Todo ha
estado muy bonito.
—Te mereces esto y más. Este anillo se ve muy bonito. Me pregunto quién lo
habrá cambiado. —William sonrió malicioso.
—Bueno, yo quería sorprenderte.
—Me gusta mucho. Lo voy a cuidar siempre. Lo llevaré a todas partes.
—Es lo mejor. Así todas saben que tienes esposa.
—Mas te vale que lleves el mío puesto siempre. Así ningún idiota se atreverá
acercarse a mí esposa.
—Si que eres celoso.
—Contigo demasiado. — acarició la capa del área del escote. Un escalofrío
recorrió por todo mi cuerpo. — Realmente hizo un hermoso trabajo. Lastima
que ese traje no va a durar mucho puesto.
—No toques ahí, por favor.— le pedí avergonzada.
—¿Por qué? Si todo eso es mío.
—Pero no es el momento.
—¿Tienes escalofrío? Eso es un buen adelanto. —soltó una risita traviesa.
—Hemos llegado, Sr. Cole. — dijo el chófer.
—Ya escuchaste, pervertido.
—Aún no has visto nada, preciosa. — sonrió y abrió la puerta.
Puede que la Sra. Jade tenga razón en lo que dijo.
Nos bajamos juntos al local y todo el mundo se nos acercó para felicitarnos.
Efectivamente eran amistades de la Sra. Jade. Compartimos entre todos.
Reímos y disfrutamos demasiado.
—¿Tomaste las medicinas, cielo?
—Si, las tomé esta mañana.
—Bien, necesito que comas algo. No quiero que te vayas a desmayar luego. —
me hizo un guiño y caminó a la mesa.
El Sr. Telly se acercó a la mesa y me abrazó.
—Hacen una hermosa pareja. Les deseo todo lo mejor. Se ven tan felices
juntos que contagian a todos con su felicidad. Espero de corazón sean
eternamente felices.
—Gracias por tan bellos deseos. — ambos sonreímos.
William se acercó con dos platos de comida y los puso sobre la mesa.
Se fueron aparte unos segundos y hablaron. Se dieron un apretón de manos y
ambos sonrieron. No sé de qué hablaron, pero ambos se veían muy sonrientes.
—Come, preciosa. — William se sentó a mi lado y cenamos juntos.
Luego de comer estuvimos hablando un rato con las personas que se acercaban
a nosotros, hasta que la Sra. Jade se levantó de la mesa y con el tenedor dió
unos pequeños golpes a la copa de champagne que tenía. Acercaron dos copas
de champagne, pero William la eliminó y buscó otra con jugo. Se ve tan lindo
cuando se pone así de sobreprotector.
—Quiero brindar por los recién casados. Por mi querida y hermosa nuera, por
estar al lado de mi hijo y por ser el motivo de su felicidad. Recuerdo que una
vez me dijo que jamás se casaría y míralo ahora, más enamorado imposible.
Hasta las babas se le caen.— las personas rieron con su comentario y William
también.— No pensé tener vida para poder presenciar este suceso tan
importante en la vida de mi hijo. Agradezco a Dios por permitirme estar aquí
con ustedes. Les deseo todas las bendiciones del mundo. Ambos se la
merecen. Bienvenida a la familia, Jasmin. — la Sra. Jade sonrió y alzó la
copa.
—Yo también quiero decir unas palabras.— William se levantó y me ayudó a
levantarme.— Quiero brindar por esta hermosa esposa que Dios puso en mi
camino. Por el apoyo y amor incondicional que me ha brindado desde que nos
conocimos; porque cuando nadie creyó en mí, ella sí lo hizo y se mantuvo a mi
lado. Brindo por ella y porque Dios me permita muchos años de vida, para
poder seguir despertando todas las mañanas a su lado, poder ver su dulce
sonrisa, contemplar su belleza y juntos poder ver crecer a nuestro bebé. Esa
era la noticia que quería contarles. Estamos esperando un hermoso hijo.
Las personas comenzaron aplaudir y alzaron la copa al aire.
—Quédate a mi lado siempre, Jasmin. — William se acercó y acarició
tiernamente mi mejilla. Su expresión lucía tan encantadora.
—Lo haré, mi amor. — sonrió y me besó.
—Te amo mucho, mi reina. Eres lo más hermoso que existe.
—Te amo, mi cielo. Tú eres mucho más bello. — William sonrió.
—También quiero brindar por mi adorada madre. Por siempre estar ahí para
mí. Por su sacrificio, determinación, por su amor incondicional. Todo lo que
soy se lo debo a ella. Ella es una madre ejemplar. Cabeza dura en ocasiones,
sarcástica y manipuladora, pero esa esa es mi mamá y la amo así como es.
Gracias por todo, mamá. Estoy muy orgulloso por la madre que me tocó. — La
Sra. Jade sonrió y alzó la copa.
William se giró hacia mí y hicimos el brindis tradicional de los novios. Él
tomó de su copa y yo de la mía. No podía dejar de mirarlo.
—Si me sigues mirando así, te voy a raptar.— desvíe la mirada y él sonrió.
—De ti no dudo nada.
Ambos reímos.
Tiempo después cortamos el bizcocho y nos tomaron fotos, en realidad yo no
apetecía comer nada dulce. Como era de esperarse, William fue el primero en
darle una probadita.
—¿Cuando le quitarás la liga a la novia, William? — preguntó la Sr. Jade en
voz alta. William se tomó la copa de champagne y sonrió.
—Ahora.
William se acercó a mi silla y se arrodilló frente a mi. Estaba nerviosa pues
no sabía qué era lo que iba a ser. Alzó un poco mi traje dejando mi pierna
visible y la sujetó con su mano. Acercó su boca a la liga y lamió mi muslo.
—¿Qué haces?
—Quitarla.
—¿No es con la mano?
—¿Subestimas mi poder, preciosa?
Mordió sus labios y lamió mi muslo. Mis piernas estaban temblando y él se
dió cuenta. Dio pequeños besos alrededor y mordió la liga. Estaba evitando
hacer algún ruido extraño por su contacto. La fue bajando con su boca hasta
quitarla completamente.
—Imagina como quitaría tu ropa interior, muñeca. — sonrió y mi rostro se
calentó.
Es un verdadero demonio. Algo me dice que estoy peligrando esta noche.
Todo el mundo aplaudía y reía. Pusieron algo de música y William me llevó al
medio para que bailaramos juntos. Me acerco a su cuerpo y su delicioso
perfume me estaba provocando.
—No se bailar, mi amor.
—Yo tampoco. Así que haremos el ridículo juntos. — sonrió divertido.
—¿Cómo te sientes, cariño?
—De maravilla, ¿Y tú, preciosa?
—De maravilla también. Hueles tan bien.
—¿Me estás provocando?— arqueó una ceja y sonrió.
—Te deseo, William. — no pensé que esas palabras saldrían de mi boca.
—Vamos a despedirnos. — quiso caminar, pero puse mis brazos alrededor de
su cuello.
—No hablo de eso. No podemos simplemente irnos.
—¿Quién dijo? ¿Crees que dejaré a mi esposa con las ganas solo por estas
personas?
—Aún podemos esperar un poco.
—No, yo no quiero seguir esperando. Muero por estar a solas contigo. — me
besó y sonrió.
—Al menos terminemos de bailar.
—De acuerdo.
Luego de bailar, William se acercó a la Sra. Jade.
—Está bien, querido. Vayan con calma y disfruten mucho. Ten mucho cuidado
con ella.
—Siempre lo tengo. — le dió un beso a la Sra. Jade y ella se acercó a mi.
—Espero disfruten mucho. — me abrazó y se acercó a mi oído.— En tu maleta
guarde la lencería. Espero no termines con varios meses de terapia, así como
tendré que estarlo yo. — soltó una carcajada divertida y reí.
—Gracias por advertirme, Sra. Jade. — sonreí y me despedí.
Nos despedimos de todos los invitados y tardamos algo de tiempo. Luego
salimos del local hasta la limusina juntos.
—¿Estás preparada, mi cielo?
—Si, ¿Por qué?
—Algo me dice que voy a conocer nuevas facetas tuyas esta noche.
—¿Por qué lo dices?
—No se. Quizás tengo el don de predecir el futuro.
—Ah, ¿sí? Ya veremos.
—Ten por seguro que lo verás. — sonrió malicioso.
Estuvimos abrazándonos por todo el camino. No sé cuánto tiempo transcurrió,
solo se que llegamos a una mansión lejos de todo. Lo único que se podía
apreciar eran árboles alrededor. Había una entrada muy extravagante. Una
fuente gigantesca con dos ángeles.
—¿Qué es este hermoso lugar?
—Aquí pasaremos estás dos semanas. Es una casa que compre exclusivamente
para nosotros. Estaremos completamente solos. Los teléfonos se apagaran
antes de entrar y no se encienden hasta que salgamos de aquí. Nada ni nadie
nos va a interrumpir. Puedes gemir, gritar, podemos caminar desnudos, coger
por toda la casa y nadie nos va a molestar.
—Parece más una prisión que una casa. — sonreí divertida.
—Lo es y en todo el sentido de la palabra. — me guiño un ojo y se bajó.
¿Qué habrá querido decir con eso?
Me abrió la puerta y me ayudó a bajarme. El chófer bajó las maletas y las
llevo dentro.
—Felicidades. Que tengan un buen día. — dijo el chófer antes de irse.
La casa por dentro era de ensueño. Jamás había visto una casa tan grande en
mi vida. Era como entrar a otro mundo. Toda la fornitura hacía juego con la
casa. Habían unas escaleras amplias que te conducían hasta el segundo piso.
—Subiré las maletas y nos daremos un relajante y rico baño juntos. Ha sido un
día largo.
—De acuerdo.
Subimos al segundo piso. Es como si la casa brillará. Al entrar al cuarto la
cama estaba llena de pétalos de rosas rojas y en ella estaba escrita un “Te
amo” junto a un oso gigante. Unas velas rojas y blancas estaba por alrededor
de la cama.
—Mi amor…
—¿Te gusta?
—Es hermoso. — William se acercó a mi espalda y removió el pelo a un lado
para besar mi cuello.—William…
—¿Mmm? Quisiera hacértelo con el traje, pero lo arruinaría y no quiero eso.
Así que tendré que quitartelo lentamente.
William bajó el cierre del traje y me besó la espalda. Al bajar los manguillos
beso mi hombro. Solo con eso mi cuerpo estaba ardiendo.
—Me encantas, princesa.
Me terminó de quitar el traje dejándome en ropa interior. Me agarró la mano
para que entraramos al baño. Jamás había visto un baño tan grande. Tenía
varios tipos de baño, incluyendo un jacuzzi.
—¿Puedo quitartelo?— le pregunté refiriéndome a su ropa. Él sonrió.
—Claro.
Quité su gabán y fui desajustando su corbata. Esa mirada que muestra el deseo
que lo consume por dentro me provoca. Quité botón tras botón dejando visible
su torso. Acaricié su torso hasta bajar a la correa de su pantalón. Estaba
bastante excitado, podía notarse a simple vista. Quité su camisa
completamente para después quitarle la correa y bajar su cierre.
—Te quiere saludar, princesa.
—Ya veo. — lo toqué por encima de su calzoncillo y William se estremeció.
—Controlate, chiquita. No lo provoques demasiado o te va a morder. —
sonrió pícaro.
Bajé su calzoncillo junto al pantalón hasta sus piernas. William término de
quitárselo. Su erección estaba cerca de mi rostro.
—Será mejor que quitemos tu ropa, preciosa. — llevó sus manos al sostén y lo
soltó. —Esa reacción que provocas es peligrosa. — William se arrodilló
frente a mí y mordió mi ropa interior para bajarla de una esquina, se fue a la
otra e hizo lo mismo. Lamió mi muslo y me miró con una sonrisa coqueta para
luego continuar haciendo lo mismo hasta bajarlo completamente. Sin darme
cuenta ya no me avergonzaba el estar completamente desnuda frente a él. Antes
mis preocupaciones y complejos estaban, pero todo a cambiado. Con el me
siento muy cómoda, segura de mí, no siento complejo de mi cuerpo pues el me
ha demostrado que le gusto como soy. Ha aceptado todo de mí, todo lo que yo
antes veía como una defecto. Lo ha apreciado más que yo misma. Él me hace
ver las cosas de otra manera y eso me hace muy feliz.
Nos bañamos juntos y nos quedamos en la tina recostados por un rato.
—¿Vas a quedarte más rato, princesa?
—¿Vas a salirte?
—Si, mi amor. Tengo algo que buscar afuera.
—Esta bien. ¿Qué tal si vas y me quedo esperándote en el cuarto?
—Me parece muy bien, mi diosa.
Salimos de la tina y el se fue en toalla a otra parte. Este es el momento.
Busqué en la maleta la lencería y busqué el maquillaje, luego me encerré en el
baño antes de que regresará. No quiero que me vea antes.
*†*
Me pregunto si le gustará. ¿A dónde mierdas se fue la fuerza y seguridad que
tenía antes de llegar aquí? — pensó William.
*†*
Bien, tengo que demostrarle seguridad y ser coqueta. ¿Qué tan difícil podría
ser? Es tu esposo, Jas. Así que no te acobardes. Respiré profundo y cuando
iba abrir la puerta del baño, escuché la puerta del cuarto. Maldita sea, llego
antes de tiempo. ¡No seas cobarde!
Abrí lentamente la puerta y salí del baño. Al ver a William me quedé sin
palabras. Estaba vestido de policía, pero no de cualquier policía, uno
jodidamente sexy. La ropa estaba ajustada a su cuerpo haciendo que resalte
todo ese poder que tiene. El área de su pantalón estaba ajustado, se marcaba
claramente su erección. ¿Acaso estoy soñando?
William se quedó embobado mirándome. Creo no hubo una parte que no
mirara. Su expresión en un instante cambió. Mordió su labio inferior y esbozó
una sonrisa maliciosa.
—Estoy deseando ser arrestada ahora mismo, oficial.
—Esto es un golpe muy duro para mí, reina. Vas a joderte hoy. Te va a tocar
saldar esa lista larga que tienes conmigo. — ese tono autoritario en el que
habló me debilitó.
William caminó hacia mí y me acorralo a la pared. Tenerlo tan cerca y oler su
delicioso perfume me estaba provocando cada vez más. No pensé que iba a
verlo de esta forma, pero es perfecto en todos los aspectos.
—¿Hay algo que pueda hacer para evitar saldar esa cuenta, oficial? Quizás
esto. — le agarré su pene por encima del pantalón. William me agarró la mano
y me giró hacia la pared. Acercó su cuerpo al mío y su boca a mi oído.
—¿Estás tratando de sobornar a un oficial, jovencita? ¿Sabes que eso es un
delito que se paga con orgasmos?— su seriedad y autoridad me estaban
derritiendo. Es como si se hubiera metido en el papel. — Me gusta poner
disciplina en niñas malas. Tal parece que te hace falta esa dosis.
—Eso parece, oficial. — acarició con su otra mano mi cadera y fue
descendiendo suavemente por mis glúteos hasta bajar a mis muslos. Me causó
escalofrío sentir su suave mano acariciándome.
—¿Sabes lo que se le hace a las niñas que se portan mal?
—No, no se.
—Se les nalguea. — me dió un nalgazo repentino y me enderece.
—¡William!
—¿Quién es William? Aquí solo estamos tú y yo. Inclínate.
—Sr. Oficial…
—Te ordené a que te inclines. ¿No sabes seguir órdenes?
—Lo siento, oficial. — me incliné hacia la pared y William acercó su
erección a mis glúteos.
—Buena chica. — me dió otro nalgazo repentinamente y dejé escapar un
gemido. Ese si se sintió muy bien. Sus manos son tan grandes.—¿Ya tan rápido
lo estás disfrutando? Qué niña tan pervertida.
—No es cierto.
—Ah, ¿No? — me dio otra nalgada y no pude controlar otro gemido. — Que
sorpresa. Eres masoquista. — metió su mano por mi entrepierna y me
masajeaba por encima de la ropa interior. Mi cuerpo estaba sintiéndose muy
caliente. — ¿Estás bien húmeda solo por eso?
—No es cierto. — musité con mi respiración agitada. William removió la ropa
interior a un lado y metió su dedo en mi vagina. Lo movió dentro de mi dos
veces y lo saco. — Me pregunto qué será esto entonces. — escuché cuando
lamió su dedo y soltó un quejido al hacerlo. — Sabes tan rica como siempre.
— me giró hacia él y sonrió. Se arrodilló frente a mí y alzó mi pierna para
ponerla en su hombro.
—¿Qué haces?
—Llevarte al cielo, mi diosa. — volvió a remover mi ropa interior y lamió
alrededor de los labios para luego abrirlos y tener un contacto directo con mi
vagina. Él soltaba suaves jadeos mientras lo hacía. Me comía con tantas ganas,
como si quisiera devorarme completamente. Tener esa idea en mi cabeza, me
hacía calentar más. Entrelacé mis dedos en su pelo y sus movimientos se
volvieron más intensos. Daba unos leves chupones a mi clítoris y no podía
controlar mis gemidos. Sentí su dedo dentro mi y cuando lo colocó curvado
hacia arriba. Una sensación de hormigueo, como unas ganas de ir al baño sentí
en ese momento. Los movía rápidamente y no podía más con esa presión que
estaba sintiendo. Apreté fuertemente los dedos de los pies y los de las manos.
No podía ni hablar, mi cuerpo estaba en un calor y temblor incontrolable. Una
sensación de ir al baño emergió de mi y un escalofrío justo en mi espina
dorsal me invadió. William sacó su dedo y continuó lamiendo esa área. Estaba
tan sensible que cada vez que movía su lengua mi cuerpo temblaba. William se
detuvo y me miró fijamente mientras lamía su dedo.
—Delicioso. — soltó una risita traviesa y se levantó.
Me agarró la mano y me sentó en la cama.
William puso ambas manos en la cabeza y se meneó bien provocativo.
—¿Te gusta lo que ves?
—Me encanta.
Movía sus caderas tan sexy. No sabía que tenía esos movimientos. El pantalón
ajustado lo hacía ver más seductor de lo que ya es. Me agarró la mano y la
puso a su torso mientras continuaba moviéndose. Se acomodó entre mis
piernas y fingía penetrarme. Se movía de lado a lado y su expresión pervertida
me cautivaba más. Es tan excitante verlo así. Quite de un jalón los botones del
uniforme y apreté su torso con ambas manos.
— Te ves tan sexy. Me encantas, mi amor. — le agarré una nalga
repentinamente para ver su reacción y me miró pícaro.
—Eso también es tuyo, muñeca.
William de un jalón se quitó la camisa dejando visible su delicioso torso
completamente desnudo. No me canso de verlo. Es tan perfecto. Estaba muy
erecto. Quería también hacerlo sentir bien. Puse mis manos en su pantalón y
agarré suavemente su pene.
—¿Qué haces, bonita? ¿Tanto quieres verme desnudo?
—Quiero probarlo. — la vergüenza ya la había perdido. William se quedó
sorprendido y sonrió.
—De acuerdo, princesa.
William se quitó el pantalón y dejó su pene visible. Nunca lo había tenido tan
de cerca. Lo sujeté con una mano y estaba caliente. La punta se veía muy
húmeda y tenía ganas de probarlo. Lamí la punta y lo metí en mi boca a lo que
William soltó un gemido. Nunca he hecho esto antes. Tenía temor de hacer algo
mal, pero siempre es él quien me hace sentir bien a mi. Yo quería también
hacer algo por el. Lo chupe lentamente y William estaba quejándose como
nunca. Su sabor es algo dulce e irresistible. Yo no podía evitar escapar
quejidos mientras lo hacía. De alguna forma me sentía excitada de probar a
William. Quería probarlo todo, pero no podía meterlo completo en mi boca.
Lo chupaba con muchas ganas como que quería hacerlo correr, pero William
puso su mano en mi cabeza.
—Detente, mi diosa. Quiero correrme dentro de ti.
Lo saqué de mi boca y lamí mis labios.
—Mierda, cuando pones esa expresión me dan ganas de partirte. — sonreí por
la expresión que hizo al decirlo.
—Muéstrame ese trasero lindo que tienes. — me puse en cuatro patas sobre la
cama y William se me quedó viendo por unos instantes. —El rojo te queda
perfecto. Es una lastima que tenga que romperlo. — William rompió la ropa
interior de un jalón y me quedé fría ante su brusquedad. Es como si fuera otra
persona. —Si te lastimo avísame, muñeca. — no pude responder cuando me
penetró profundamente. Dejé escapar un gemido fuerte. No pensé que se
sentiría tan maravilloso. Teníamos días desde la última que lo hicimos y pensé
que dolería, pero no fue así. Se sentía muy rico. Sentir a William entrando y
saliendo dentro de mi, con la brusquedad que lo hacía era increíble.
Alcanzaba lugares donde no había alcanzado antes. William apretó fuertemente
mis caderas, obligándome a recibirlo todo. Sus jadeos al entrar en mi eran
incontrolables, tanto como los míos.
—Tienes un trasero increíble, bonita. — William se comenzó a mover de
forma circular y eso me estaba haciendo sentir ese hormigueo otra vez. Estaba
muy sensible esa área.
—Ahí no, por favor. — Estaba justo en el área donde más sensitiva estoy. En
cada estocada profunda que daba, mi cuerpo estaba temblando. Era como si
quisiera destruirme.
William soltó una risita traviesa.
—Así que he encontrado el lugar adecuado. Oficialmente estás jodida,
muñeca. — William aceleró sus movimientos y me dió una nalgada no tan
fuerte que me hizo descontrolarme. Era como si hubiera presionado un botón
en mi cuerpo. No pude más, ese hormigueo se intensificó y la sensación de ir
al baño emergió de mi nuevamente. Seguía gimiendo y mi cuerpo temblando
mientras que William continuaba entrando dentro de mi. Creí que perdería la
cabeza. Se sentía demasiado bien que no me importaba nada más.
—Bien. Continuamos, mi reina.
William se salió dentro de mi y me giró boca arriba.
—Qué buena vista estoy contemplando. Quiero ver más de tí. — su sonrisa
cambió a una llena de malicia.
—Eres un demonio, William.
—Antes tenía temor de mostrarte esta parte de mi, no quería asustarte, pero
ahora que somos esposos no tengo porqué ocultarlo, ¿Cierto?
—No, no tienes que hacerlo.
—Esa respuesta es justamente la que quería escuchar de ti.
William me jaló hacía el borde de la cama y puso mis piernas sobre sus
brazos.
—Te ves tan excitante. — me penetró de vuelta y pude sentir esa presión otra
vez. Donde está llegando me provoca tanto hormigueo. Mi cuerpo estaba
temblando demasiado, en cada estocada sentía una sensación de humedad
alrededor de mi vagina. Estaba con mi respiración agitada y William estaba
mirándome con deseo. Una expresión que jamás había visto en el. Es como si
quisiera el control de todo. Su mirada me hechiza de una forma que no puedo
dejar de mirarlo. Puso sus manos en mi cintura y sonrió. — Veamos cuánto
aguantas. — sonrió malicioso y se comenzó a mover más bruscamente. Mi
cuerpo ya no podía más. Estaba al borde de la locura. Nunca me había sentido
así. Era como si estuviera perdiendo la cabeza. Me sentía tan excitada que
solo quería más.
—Mas, por favor. — le pedí entre jadeos. William seguía jadeando y se
acomodó extrañamente dentro de mí que pude sentir esa sensación de
hormigueo otra vez. Me agarró ambos senos y los masajeaba por encima de la
bata.
—Me fascina cuando estás así de apretada, es como si no quisieras que salga
de ahí. Eres toda mía. — mordió sus labios y se acercó a mi. Te amo tanto, mi
reina. — me besó intensamente antes de correrse dentro de mi. Sentí su calor y
ese escalofrío por todo mi cuerpo. Su lengua jugaba con la mía, aún después
de haberse corrido.
—Te amo mucho mas, mi amor. — musité entre jadeos.
—No derrames ni una gota. Tienes prohibido hacerlo o serás castigada otra
vez.
—Entendido.
—¿No te lastimé?
—No, al contrario. Me siento de maravilla.
—Dame cinco minutos y volvemos.
—¿Eh? ¿Planeas matarme?
—Si, de placer. De todo lo que deseaba hacer, no hice nada, pero aún quedan
dos semanas. — sonrió malicioso.
—¿Eh?—William sonrió.
—Descansemos, esposita. — William salió dentro de mi y se acomodó en la
cama haciéndome seña de que me acostara en su pecho. Así que eso hice. —
Espero no dejes de verme de la misma forma.
—¿Por qué lo haría?
—No quería tratarte mal, pero te me haces tan irresistible que me cuesta
trabajo controlarme.
—Estoy bien, no te preocupes.
Su corazón estaba agitado y nuestros cuerpos estaban sudorosos.
—Deberíamos bañarnos otra vez. — comenté.
—Si, tienes toda la razón. — ambos reímos y nos fuimos al baño.
A la mañana siguiente estábamos sumamente cansados. No dormimos nada
anoche. Fuimos a bañarnos juntos y bueno, una cosa lleva a la otra. No sabía
que William era tan activo. Nada más de recordar todo lo que pasó, me hace
sentir extraña de nuevo. Anoche no sentía nada más que placer, pero hoy mi
cuerpo se siente más pesado que de costumbre. Las piernas las siento algo
dormidas, fue demasiado. Ahora entiendo lo que dijo la Sra. Jade. No quería
creerlo. No es que me moleste, en realidad es muy bueno en lo que hace, pero
si esto será todos los días moriré deshidratada. Es como si se convirtiera en
otra persona cuando estamos en ese momento. Sentía temor por el bebé.
—¿Buenos días, princesa?— me dijo William al entrar al baño.
—Buenos días, mi amor.
—El desayuno está listo, mi reina.
—Ya estoy terminando.
—¿Necesitas ayuda?
—No, no te preocupes. Ya estoy a punto de salir. — si entra a la ducha, para
sacarlo será complicado.
—¿Mi esposa me está evitando? — William soltó una carcajada divertida que
me hizo avergonzar.
—Eso no es cierto. — me asomé por la cortina y me encontré cara a cara a
William. No sabía que estaba tan cerca.
—Al fin saliste. — sonrió y fue como si viera los colmillos y los cuernos.
—Lo siento.
—No tienes que evadirme de esa forma. No haré nada que no quieras,
princesa.
—El problema no es ese.
—¿Y cuál es?
—No es que no quiera, al contrario y eso es un problema. No descansamos
nada anoche y tengo temor de que le pase algo al bebé.
—Lo siento, mi reina. Te hice preocupar otra vez. — bajó la cabeza y me sentí
mal por eso.
Cerré la pluma y salí del baño.
—Perdóname por asustarte. No lo volveré hacer así.
—No es eso, mi amor. No es para tanto. No te sientas mal. — acaricié su
mejilla y me miró. Parece un niño cuando lo regañan. Es tan lindo.—Yo no
quiero que dejes de ser tu solo por esto. No es que no me haya gustado, es solo
que tenía temor por el bebé.
—Perdóname por haber sido tan impulsivo y egoísta.
—¿Qué dices?— William me abrazó y no me dejó terminar de hablar.
—El desayuno se enfría, princesa. Debes alimentarte bien. — sonrió, pero no
creí en esa sonrisa.
No quiero que por eso el ambiente entre los dos se afecte. Quizás dije las
cosas de una mala forma y no me deje entender o no sé qué hice.
Luego de vestirme bajamos a desayunar y todo en la mesa fue dentro de lo
normal. Hablamos y reímos, pero no sé porque me sentía mal por lo que
ocurrió. No sé si realmente lo entendió y lo olvido o no. Si pudiera entenderlo
todo sería más fácil.
—¿Quieres ver una película, cielo?
—Si.
Nos acostamos en la cama acurrucados como siempre. Estos momentos los
disfruto mucho al estar a su lado. Me siento tan feliz al estar con él. Disfruto
de las pequeñas cosas que hacemos juntos. Supongo que es parte de estar
enamorado de alguien. Estaba mirando la película, pero los ojos se me estaban
cerrando. Estar en sus brazos y el tener sueño me estaba haciendo sentir tan
relajada y cómoda que estaba en los dos mundos. Cerré mis ojos y sentí su
tierna caricia en mi mejilla. Su agarre fue más fuerte. Me sentía tan segura en
sus brazos que termine dormida.
—Lo siento, hermosa. — musitó William.
Pasaron tres días y las cosas entre los dos estaba igual que siempre o eso
quería creer. No hemos tenido intimidad desde entonces. La verdad si me hace
algo de falta. No sé si sea por lo que pasó.
—La piscina está lista. ¿Quieres entrar conmigo un rato, cielo?
—Si, pero no tengo traje de baño.
—Te mandé a buscar unos cuantos. Los dejé en el armario del cuarto. Sabía
que no te ibas a preparar para eso, así que me adelanté.
—Piensas en todo. —William sonrió.
Fui a medirme los trajes de baño y usé el de una pieza. Era azul cielo y como
es mi favorito lo escogí. William ya estaba en la piscina y al verme se me
quedó mirando fijamente con una sonrisa. Estaba con su torso al desnudo. Se
ve tan sexy al estar todo húmedo. Esas gotas bajando por su rostro hasta su
torso es excitante.
—Te ves hermosa, mi reina. No pensé que iba a poder verte así algún día. Ven
aquí, preciosa. — me ayudó a bajar las escaleras para entrar a la piscina. Creí
que el agua estaría fría, pero extrañamente estaba tibia.
—Está muy buena el agua.
—No más buena que tú. — William sonrió malicioso.
Puse mis manos alrededor de su cuello y él las puso alrededor de mi cintura
acercándome a él.
—Te ves tan lindo.
William me besó lentamente y estaba jadeando, podía notar el deseo que sentía
por las ganas con la que me besaba. Su mano subió a mi seno y lo agarró por
encima del traje de baño. Nos miramos por unos segundos y su rostro se veía
deseoso. Besó mi cuello y lo lamió. No pude controlar mis gemidos. Hace
días no estamos juntos y deseaba esto. Me mordió suavemente el cuello y
entrelacé mi mano en su pelo. William se detuvo y me miró nuevamente. Su
expresión se veía extraña, como si algo le pasara.
—¿Por qué te detienes, mi amor?
—Yo… no puedo, princesa.
¿No puede?
—Ya veo. — sonreí como si nada estuviera pasando.
Realmente me dolió eso, pero creo saber sus motivos. Por lo menos no es por
falta de ganas, creo. Veremos cuánto dura así. Me solté de él y seguí nadando
por la pisicina. No voy a dejar que se nos dañe la luna de miel por un error
mío.
—Mi cielo, lo que dije sonó mal. Perdóname. Estoy algo frustrado eso es
todo. No quise hacerte sentir mal o incomodarte. Te dije que no te iba a
lastimar o que te haría preocupar y fue lo primero que hice.
—Auch, duele.
—Si, ese animal me robó el traje de baño. Que animal tan sinvergüenza. —
William tragó saliva y sonrió malicioso.
—Cállate, necio y ven aquí. — le hice seña y se acercó más. Puse mis brazos
alrededor de su cuello.— Nuestro bebé y yo queremos a nuestro amorcito
cerca o nos pondremos tristes. Creí que habíamos quedado en que nos
diríamos todo. Sé que dije algo que no debía, mejor dicho, no me supe
explicar. Pido disculpas por eso. Yo no quiero que te alejes de mí o te cohibas
de hacerme el amor por eso. En ningún momento dije que dejaras de
hacérmelo, ¿O si? Tú necesitas de esto y yo también. ¿Qué haría si mi demonio
salvaje no me toca? ¿Cómo crees que me pondré? — hice una mueca fingiendo
estar triste. En ningún momento fuiste egoísta, ni mucho menos impulsivo. En
realidad si estuvimos hasta esas horas fue porque yo también lo quise. Me
gusta que te hayas abierto de esa forma a mostrarme esa parte de ti. Amo cada
cosa que haces. ¿Te digo un secreto? Tengo antojos de ti. Me gustaría hacerlo
en esta piscina. ¿Podría mi super esposo complacerme? —William sonrió
malicioso.
—¿Qué tontería es esa? Estaré viejo, pero sigo revuelto y contigo cerca más
todavía. Eso sí me ofende. — lo rozó en mi entrepierna y sonrió pícaro. —
Este solamente late por ti y no hablo solo del corazón, mi diosa. — William
me penetró y esa corriente me estremeció. —No sabes lo que deseaba estar
dentro de ti. — me besó deseoso y mordió mi labio inferior.
No sabía que hacerlo en este lugar sería tan estimulante. Mi cuerpo estaba más
caliente de lo habitual. Mis caderas se movían solas.
—Tu eres tan hermosa. — me sujeté con una mano en el borde de la piscina y
William puso ambas manos en mis glúteos para continuar moviéndose dentro
de mi.
—Me encanta cuando eres honesta. — me apretó más los glúteos y sonrió.
Estaba muy sensible por todo lo que hacía, pero en especial por esos días que
no tuvimos nada. Mi cuerpo deseaba esto. William besaba mi cuello con
mucho deseo. Podía escuchar sus suaves chupones en el. Arañe suavemente su
espalda con mi otra mano y me miró con una sonrisa.
—Veo que estás más ardiente que nunca. Creo que te dejare sin una buena
carne mas a diario.
—Creo que serás tú el que no soportara eso. ¿Seguro que quieres hacerlo?
—Pensándolo bien acabo de cambiar de opinión. Solo fue una broma no hay
que ser tan drásticos, querida.— sonrió malicioso.
—No más que yo, mi niña hermosa. —llevó su mano a mi cuello y me besó.
Aceleró sus movimientos hasta que se corrió dentro de mi. Nuestra respiración
estaba agitada y los jadeos eran incontrolables. Soltó una risita traviesa y se
acercó a mi oído.
—Pero valió la pena. — traté de soltarme, pero el me agarró más fuerte hacia
el.
—¿A dónde vas, princesa? ¿Acaso dije que habíamos acabado? — arqueó una
ceja y esbozó una media sonrisa.
—¿Y que esperas? — sonreí pícara.
*
—¿Boda?
Recuerdos:
—Mamá, ¿Dónde está papá?
—¿Para qué quieres saber sobre eso, gordis? Basta con que sepas que se fue
lejos. No quería estar al lado de nosotras y quiso huir de esa responsabilidad.
No te debe hacer falta alguien que no conoces, ¿No crees? Conmigo has tenido
todo, ¿O acaso no es suficiente?
Desde pequeña fue así. Siempre tuve esa curiosidad de saber por qué mi
mamá respondía siempre lo mismo. Quería saber porque se refería a él de esa
forma y porqué mostraba tanto odio hacia los hombres que se acercaban a ella.
Incluso se refiere a todos de la misma manera. Lo mismo pasó con William ese
día.
—No se culpe más. No tuvo la culpa de nada. Lo importante es que pude
encontrarlo y conocerlo. Espero podamos recuperar el tiempo perdido.
—Nada me haría más feliz, muñeca. — su rostro estaba lleno de lágrimas y el
mío ni se diga. Ambos nos secamos la cara y sonreímos.
—Quiero presentarme formalmente, Sr. Telly. Mi nombre es William Cole.
Como bien sabe soy el esposo de su hija y solo quería decirle que tanto ella
como su nieto/a están en buenas manos. Es un honor conocerle.
—El honor es todo mío. — se dieron un apretón de mano y sonrieron.
—Quiero conocerlos más. ¿Los puedo invitar esta noche a cenar a mi casa?
Miré a William y sonrió.
—¿Me estás pidiendo permiso, preciosa?— William comenzó a reír. — Eres
tan linda. — me acarició la cabeza y se acercó a mi. — Eso no se pregunta,
hermosa.
—¿Les parece bien a las 7?
—Me parece muy bien. — respondí.
—Te enviaré la dirección por mensaje de texto, ¿Te parece?
Asentí con mi cabeza y sonreí.
—Los espero. Gracias por alegrarme el día, mi niña.
—Gracias por todo.
—Nos veremos esta noche, Sr. Telly. — se dieron un apretón de manos antes
irnos.
Salimos del laboratorio y nos dirigimos a la casa.
—Todo está cayendo en su lugar, princesa. Eres una mujer fuerte. Me hace tan
feliz saber que has encontrado a tu verdadero padre y que hayas sido tan
madura para aceptarlo y tomarlo de buena manera. En realidad te admiro
mucho, bomboncito. — acarició mi mejilla y sonrió.
—Eres tan dulce que siento ganas de besarte. — acaricié su mejilla y lo besé.
—No me provoques desde temprano, dulzura. Necesitas descansar y más
luego de ese viaje.
—No fue tan largo. No me siento cansada.
—¿Quieres salir conmigo?
—Eso no se pregunta, mi cielo. Iré a cambiarme.
—Yo haré lo mismo.
Ambos subimos a cambiarnos para luego salir. William me trajo al acuario,
pero aún no era hora del espectáculo, así que nos fuimos a caminar por la
playa un rato. Tuve que quitarme los zapatos para caminar por la arena. No
estaba tan fresco el día, es por eso que no tuve que cubrirme tanto.
—Se ve tan hermoso.
—Es hermoso porque estás aquí conmigo. Hubiera querido casarme contigo
aquí. Para la próxima boda quisiera que la hiciéramos en este lugar.
—¿Próxima boda?
—Cada 15 años renovaremos los votos nuevamente.
—¿15 años?
—Si, ¿No te gustaría que nos casaramos una y otra vez?
—Apenas llevamos dos semanas de casados, mi amor.
—Pero sé que duraremos más que eso. Eres la mujer que quiero para toda mi
vida. Hasta que esté con canas y no pueda caminar; cuando esté más arrugado
que una pasa o me vuelva más amargado que de costumbre. De lo que estoy
seguro es de que te seguiría eligiendo a ti mil veces más.
—¿Cómo puedes ser tan perfecto? — lo besé dulcemente y me agarró por la
cintura. —Yo también quisiera estar contigo siempre. Te amo tanto, mi amor.
—No más que yo, mi diosa. — acercó su frente a la mía y sonreímos.
Su teléfono sonó y William se molestó.
—Siempre llaman en un mal momento. — cogió el teléfono de mala gana y
respondió la llamada.
Llamada telefónica:
—Perdóname por interrumpirte, Will. Sé que debes estar ocupado con tu
esposa, pero es algo importante.
—Si es lo de las noticias, ya lo leí y no es un problema.
—No, no es sobre las noticias.
—¿Y qué pasa ahora?
—Es la Sra. Leandra. Alguien sacó a la madre de tu esposa del hospital y se la
llevaron en una ambulancia.
—¿El médico que envíe?
—No, todo indica que la secuestraron, Will. Nadie ordenó a sacarla del
hospital.
—Maldita sea. ¿Cómo es eso posible?
William me miró y se veía molesto.
¿Algo malo estará pasando?
—Hola, querida suegra. ¿Cómo has estado?— le preguntó Erick a Leandra.
—¿Dónde estoy, Erick?
—En tu nueva casa.
—¿Qué quieres de mí?— preguntó asustada.
—En realidad no es mucho lo que me puedes ofrecer. Estás hecha una mierda.
La única ventaja es que no tendré que aguantarte, pues no tienes como irte.—
soltó una risita divertida.
—¿Por qué estoy aquí?
—No necesitarás hacer casi nada. Me ayudarás a traer a Jasmin.
—¿Aún continuas con esto? ¿No te es suficiente con todo lo que has causado?
¿Cómo puedes seguir con esa obsesión, Erick?
—En realidad ahora el más que me interesa es el esposo de tu hija, a ella la
tendré luego que me encargué de él. Por su culpa estoy hecho otra mierda más
y ahora la policía me está buscando. Contigo va a suceder lo mismo. Ahora
serás de nuevo mi cómplice, ¿Estás feliz con eso? Al menos no tienes que
estar ahí sola. Jasmin se ha vuelto una ingrata con su propia madre. Un pajarito
me contó que ni a dormir contigo se quedaba y hasta se fue a casar y no te
invitó.
—¿Mi hija se casó?
—¿No te contó? Tu querida hija se casó hace unos días en Miami.
—Ahora entiendo. Por eso ese infeliz me dijo que se la llevaría, no fue por el
bebé.— pensó en voz alta.
—¿Bebé? ¿De qué estás hablando, Leandra?— preguntó confundido.
Leandra se quedó en silencio al darse cuenta de la metida de pata.
—¿No me digas que la muy estúpida se dejó embarazar tan rápido? Sí que se
ha vuelto una calenturienta, igualita a la madre. Cada día se parece más a ti,
Leandra.
—Cuidado con lo que dices, Erick.
—Digo lo que se me dé la gana. No olvides el romance que tuviste con mi
padre antes de morirse. No creas que he olvidado eso. Ese bebé me puede
servir de mucho. Si realmente está embarazada, ya tengo a ese infeliz en la
palma de mi mano.
—No intentes hacerle nada a mi hija, Erick.
—Tú cállate. A ti ni te importa tu hija. Iré a darle una fabulosa visita para
felicitarlos personalmente.
—No le hagas nada, Erick.
—Trata de impedirlo si puedes, bruja.
—¡Erick!
*
—El viaje a Miami quiero que sea lo más pronto posible. A la que Jasmin se
entere de lo que pasó con su mamá, lo más probable quiera regresar. Necesito
adelantarme a esos hechos.
—Nos tomará un poco de tiempo, Erick. La policía nos está buscando a los
dos.
—Hay formas de pasar desapercibidos. Quiero viajar a Miami ya.
—De acuerdo. Tendremos que encargarnos de mi esposo primero.
—Eso será lo más fácil. Concéntrate en lo que te pido.
—Entendido.
*
—¿Te sucede algo, mi amor?— le pregunté a William al verlo distraído.
—Luego hablamos, cielo. — sonrió nervioso y supe que algo estaba
ocurriendo.
—No me ocultes nada, ¿De acuerdo?
—No te voy a ocultar nada. Es solo que no quiero dañarte el día.
—¿Tan grave es?
—Sé que es imposible pedirte esto, pero necesito que lo tomes con algo de
calma, ¿De acuerdo?
—Trataré, mi amor.
—Es tu mamá. Al parecer la secuestraron.
—¿Qué? ¿Qué dices?
—Me llamo Dany para decirme que hace unas horas la sacaron del hospital en
una ambulancia y que no había sido ordenado por ningún médico.
—Pero ¿Quién pudo hacer eso?
—Tengo la sospecha de que pudo haber sido Erick y la Sra. Winters.
—Dios mio. Si está con ese loco puede estar en peligro. Tenemos que
regresar.
—Escúchame, princesa. No hay nada que podamos hacer nosotros, solo te
estaría arriesgando a ti y al bebé, si acepto que vayamos de vuelta. Se supone
que aquí estés a salvo de ese psicópata. Te juro que mandaré a todas las
personas que pueda para que la busquen y la policía también estará
buscándola, la única opción que tenemos es esperar.
—Puede matarla ahora que la tiene. Ya casi la mata una vez.
—Sé lo difícil que debe ser esto para ti, pero entiéndeme. ¿Qué tipo de esposo
o padre sería, si te arriesgó a que vayas a ese lugar? Si les pasa algo no podría
perdonarmelo nunca. Hay formas de arreglar esta situación. Solo te pido que
confíes en mí, mi diosa. — acarició mi mejilla y sonrió cálidamente.
—Esta bien, mi amor. Confío en ti.
—Esa es mi niña. — acarició mi cabeza y me abrazó. —No dejemos que ese
infeliz se salga con la suya. Está tratando de llamar tu atención y de afectarte,
pero tú eres más fuerte que ese idiota. Vamos a acabar de una vez con ese
psicópata y lo mandaremos derecho al hueco de dónde no va a salir nunca. Me
confíe demasiado la última vez y esto pasó, pero eso no va a ocurrir otra vez.
Debí haberle roto las piernas. — comentó entre dientes.
—No digas eso, William. Tú no eres como el.
—Lo siento, princesa. Solo fue un mal pensamiento que pasó por mi cabeza.
— sonrió malicioso.
—Solo espero que haya sido eso.
—Si solo fue un pensamiento pasajero, mi amor. — a pesar de que sonrió
relajado noté que su sonrisa fue algo fingida.
Nos dirigimos a la casa de mi papá. Una casa espectacular y extravagante. Se
podía apreciar la vista a la playa desde la entrada.
—Bienvenidos a mi humilde hogar. — dijo mi padre. Estaba al lado de un
hombre alto, tez trigueña, pelo negro corto y unos ojos azabache. Ambos se
veían muy sonriente al vernos.
—Buenas noches. — William y yo los saludamos.
—Entren, aquí hace mucho frío. — caminamos detrás de ellos hasta entrar a la
casa. — Ahora si puedo presentarlos. Su nombre es Brandon, es mi actual
pareja. Espero no te incomode, hija.
—Para nada. Es un placer conocerle. Mi nombre es Jasmin y el es William, mi
esposo.
—Un placer conocerle. — se dieron un apretón de manos y sonreímos.
Creí que el ambiente sería incómodo, pero todo lo contrario. Me sentía más
cómoda que de costumbre. William se notaba igual.
—La cena ya está lista. Pasemos al comedor. Luego podemos sentarnos a
hablar un rato entre los cuatro, ¿Les parece?
—Sí, me parece bien.
Nos sentamos en la mesa y seguimos conversando. Quería saber un poco más
sobre el.
—En realidad desde pequeño siempre tuve cierta fascinación por los vestidos,
la moda, todo tipo de ropa. Criticaba mucho a las mujeres que veía por la
calle, así como las halagaba, pero no de esa forma que todos piensan. Fui
creciendo con ese gusto. A los trece años fue cuando me interese más en la
moda. Busqué instruirme en esa área y así creció más mi amor por la moda. Es
irónico, mis padres querían que fuera ingeniero y en esto me convertí. —
sonrió relajado. — Ha sido un largo camino para llegar hasta donde estoy. Me
cerraron las puertas muchas veces y fui rechazado por mi forma de ser y de
decir las cosas. Las personas pueden llegar a ser muy crueles.
—Lo comprendo a la perfección.
—Es por eso que quise ser diferente y luché por cumplir mis sueños por mis
propios medios. Mi primer negocio fue un pequeño boutique. A pesar de las
altas y bajas, pude sacarlo adelante. Actualmente tengo siete boutiques. Mi
meta ahora es abrir uno en Puerto Rico, pero eso va a tomar algo de tiempo.
—¿Planea volver?
—Iré de viaje por unas dos semanas para ver cómo está todo por allá primero.
—Entiendo.
—Cuéntame sobre ti. ¿Qué edad tienes? ¿A qué te dedicas? ¿Hace cuanto
vives en la florida? ¿Por qué te fuiste de Puerto Rico?
—Tengo 20 años, trabajaba de asistente.
—Trabajas, muñeca… — añadió William.
—Bueno, trabajo de asistente de mi querido esposo. Llevo 2 años viviendo en
Riverview, Florida. La razón principal por la que me mudé fue en busca de
trabajo. Había estado viviendo con mi mamá y...— hice una pausa. — un
amigo de la infancia. En realidad no ha sido nada interesante mi vida. Todo fue
estudiar y buscar trabajo. Estudié administración de oficina en Puerto Rico y
quería ejercer esa profesión aquí. Todo había sido un fracaso en la búsqueda
de empleo, supongo que por no tener experiencia y por mi apariencia; así que
el Sr. William me dió la oportunidad de trabajar en su empresa hasta el sol de
hoy. — lo miré y sonreí.
—Eso lo arreglamos luego.— comentó William con una sonrisa pícara.
—¿Cuánto tiempo llevan de conocidos? ¿Donde se conocieron?
—Tuve el placer de conocerla el 2 de octubre, a las 6:13 AM, dentro del
ascensor de mi empresa. — William me miró y sonrió.
Que buena memoria, Por Dios.
—Vaya, si que le gusta mucho mi hija.
—No, cuando algo te gusta puede fácilmente dejar de gustarte, más bien me
encanta. Amo y adoro mucho a su hija. — ambos nos miramos y sonreímos.
—Hacen una linda pareja. Aprovechando que estamos reunidos. Quería
ofrecerte algo, hija.
—¿Sobre qué, papá?
—Quisiera que fueras mi modelo para la nueva marca de ropa plus que estaré
presentando, ¿Qué te parece?
—¿Las modelos no se supone que sean delgadas?
—No, cariño. Yo confecciono ropa para todo tipo de mujeres. — ahí recordé
la lencería que me puse en la noche de bodas. Casi lo olvido. Comencé a reír
nerviosa.
Miré a William y él me miró.
—¿No tendrá que ponerse tacones ni nada por estilo? Recuerde que ella está
embarazada, Sr. Telly. — preguntó William.
—No, para nada. Mayormente serían sesiones de fotos, uno que otro evento y
pasarela, pero no será nada que ponga en riesgo al bebé. Tendrá su tiempo de
descanso, se le pagará por su trabajo, podrá interactuar con público y yo
personalmente estaré al pendiente de que no le falte nada.
—¿No tendrá que vestir trajes de baño o ropa con demasiado escote?
Mi papá se comenzó a reír.
—No, no tendrá que hacer eso.
“No debes ser tan sobreprotector, Will. Debes darle su espacio también para
que se divierta y salga con alguien más.”
—Pues ahora lo sabes. ¿Qué esperas para largarte? ¿Tengo que llamar a tu
supervisor?
—En realidad no quería ni moverme. Tenía miedo de que los platos fueran a
volar por los aires y aterrizaran en mi cabeza.
—No es divertido.
—¿No comerás?
—No tengo hambre. Prefiero comer algo liviano antes de irme acostar.
—Incluso cuando te enojas te ves hermosa. No sabía que tus cachetes también
se ponen así de lindos cuando haces puchero. Ven para acá. — William se
levantó de la mesa y se inclinó hacia mí.
—No digas nada. No quiero decir algo que no deba solo por rabia.
—Puedes decir todo lo que quieras, princesa. Al menos espera a que estemos
solos en la habitación. Quizás le dé un toque más especial a la situación. ¿Qué
te parece?
—Deja de burlarte.
—Lo que te quiero dejar claro es que te amo a ti, mi diosa. No seas tan
insegura y no dudes de mi solo por una zorra ofrecida. No tengo ojos para más
nadie, solo los tengo para ti. Eres mi niña hermosa, la mujer que más amo y
quiero.
—No vuelvas hacer esa expresión o te haré el amor aquí mismo. Estoy
hablando muy en serio, muñeca.
—Claro, ahora el más hombre para decir algo y hace un momento te quedaste
callado frente a ella.— dije sarcásticamente tratando de imitar un tono
molesto.
¿Cómo es que no puedo durar molesta mucho tiempo con él? Él no tiene la
culpa de ser tan lindo y llamar la atención, pero aún así me sentía algo
irritada. Siempre mantiene la calma y no se molesta conmigo de vuelta, por
más tonterías que digo o qué hago.
Besó mi cuello y subió su mano a mi parte baja hasta tocar mi ropa interior.
—Entonces dime qué amas mucho y que entendiste que jamás miraré a otra
mujer que no seas tú, de lo contrario, voy a continuar hasta que te corras por
mis dedos.
—Te amo mucho y perdóname por molestarme contigo por una tontería.
Entendí perfectamente que no vas a mirar.— William interrumpió.
—Que jamás…
William… Ayúdame…
—Vaya, si que eres fuerte, Jas. Es para que hayas estado en un profundo sueño
hace rato. No me mires con esa expresión tan triste. Todo va a pasar rápido.
Solo descansa. — mis ojos se llenaron de lágrimas en un milésimo segundo.
La frustración de no poder hacer nada me estaba desesperando mucho.
Tocaron la puerta y Erick me miró.
—¿Estás lista, querida? — escuché la voz de Brandon y quise subir mi otra
mano para alcanzar la puerta, pero Erick la sujetó. —No, Jas. Esta vez vengo
preparado. — me sentó en la silla que estaba en la otra esquina del vestidor y
sacó un arma debajo de su abrigo.
¡Brandon!— quería advertirle, pero no podía hablar. Mi cuerpo estaba
totalmente adormecido. Mis manos eran lo único que podía mover, pero no era
mucho lo que podía hacer con ellas. No sentía fuerzas. Si no logro advertirle,
Erick le puede hacer daño. Erick se fue detrás de la puerta y la abrió.
—¿Estás bien, Jasmin?— me preguntó entrando al vestidor.
Erick cerró la puerta y Brandon se giró. Logró rociarle un poco de la misma
droga que uso en mi. Brandon se tapó con una mano la cara y trató de empujar
a Erick, pero no fue mucho lo que pudo hacer. Cayó al suelo en un instante.
Erick se asomó y miró a todas partes para luego cerrar la puerta. Guardó el
arma en su pantalón y sacó un teléfono.
—Necesito que vengan. Ya todo está listo. — colgó la llamada y caminó hacia
mí. Acarició mi cabeza y sonrió. —Y tu mi amor… Ten dulces sueños. Cuando
despiertes ya todo habrá pasado. — logró rociarme por segunda vez de la
droga esa. Ya no podía aguantar, mi cuerpo no resistió más.
35 minutos después…
—Sr. Telly, ¿Ha visto a Brandon? — preguntó una de las modelos.
—No, debe estar maquillando a mi hija.
—Lo hemos buscado en todos los cuartos, pero no está.
—¿Y a mi hija la has visto?
—Tampoco.
—Lo más probable está con su esposo. Iré a buscarla, sigan buscando a
Brandon.
—De acuerdo, Sr. Telly.
.....
—William, ¿Has visto a mi hija?
—No, por aquí no ha venido. ¿Por qué?
—Faltan dos horas para que la actividad empiece y las muchachas no
encuentran a ninguno de los dos.
—¿Cómo que no los encuentran?— William se levantó de la silla.
—¿Me ayudas a buscarlos? No tengo mucho tiempo.
—Claro.
Entraron cuarto por cuarto, vestidor tras vestidor, pero no encontraron nada.
—Se supone que ella debe estar en este vestidor, pero no hay rastro de ella.
Todos los vestidos están aquí.
—Voy a llamarla por teléfono. — llamó al teléfono de Jasmin, pero no hubo
respuesta. —Está apagado. Eso es extraño. Ella no apaga el teléfono nunca.
—¿Has visto a Brandon?— le preguntó el Sr. Telly a una modelo que pasó por
el pasillo.
—No, el fue a buscar a su hija al vestidor.
—Es que aquí no están.
—Pues no se, eso fue lo que me dijo antes de salir del cuarto.
—Algo anda muy mal. — comentó William.
—¿A dónde vas, William?
—Tenemos que encontrarla. — William salió del local. Miró por todos los
alrededores y fue a su auto con la esperanza de encontrar a Jasmin ahí, pero no
encontró nada.
—¿Aún nada?— le preguntó el Sr. Telly.
—No.
— El auto de Brandon está afuera. Significa que no se fueron, pero ¿Dónde
pueden estar?
William se quedó pensando y tratando de atar cabos, pero no sé podía explicar
lo que estaba sucediendo.
Ella no se iría sin avisarme, ni tampoco apagaría el teléfono. Ella no ha tenido
problemas con nadie recientemente, no tiene enemigas que yo sepa, no creo
que se haya sentido mal y se haya ido, estoy seguro que me hubiera ido a
buscar.
—¿Hay alguna puerta trasera en este lugar? — preguntó William.
—Hay como tres.
—¿Significa que cualquiera puede entrar aquí?
—Se supone que estén cerradas. Solo se pueden abrir si ocurre alguna
emergencia.
William se dirigió con el Sr. Telly a esa área y se percató que una de las
puertas estaba abierta.
—Alguien definitivamente entró aquí. ¿Tienen cámaras en este lugar?
—Solamente en los pasillos.
—¿Y dónde podemos ir a ver los vídeos de las camaras de seguridad?
—¿Realmente piensas que alguien trató de entrar aquí? ¿Por qué razón harían
eso?
—Eso es lo que quiero averiguar. ¿Tú o Brandon, tienen enemigos?
—No que nosotros sepamos.
—Erick… no, eso no puede ser. No sé supone que haya podido viajar, ni
mucho menos que sepa dónde estamos.
—¿Quién es Erick?
—No hay tiempo para explicar. Tenemos que ver esos videos ya. Pueden
ayudarnos a saber qué fue lo que ocurrió.
—Mientras vas al cuarto de seguridad, voy a ir a reunirlos a todos. Quizás
ellos hayan visto algo.
—De acuerdo.
El Sr. Telly llevó a William con el guardia de seguridad y se fue a reunir a
todo el mundo.
—Necesito su atención. ¿Alguien de ustedes ha visto a Brandon o a mi hija?
—No, ¿Por qué, Sr. Telly?
—He estado tratando de buscarlos, pero no aparecen por ninguna parte.
—Yo ví a Sr. Brandon, Sr. Telly. — dijo uno de los guardia de seguridad.
—¿Dónde?
—Estaba saliendo con un hombre. Se veía algo pálido. Supuse que se estaba
sintiendo mal y se lo llevaron por eso.
—¿Hace cuanto fue eso?
—Hace un rato. Luego de eso no lo volví a ver más.
......
—¿Cuál de estos es el cuarto VIP? — preguntó William al guardia.
—Es el de la esquina, señor.
—Casi no se puede ver nada. ¿Qué tipo de lugar es este que ni siquiera tienen
buenas cámaras por todas partes? —William vio algo extraño en el vídeo. —
Detén el vídeo. ¿Puedes acercarlo un poco?
—Si, pero la calidad de la imagen se va afectar.
—Solo hazlo. — se dió cuenta de que alguien entró al vestidor, pero no sé
podía apreciar bien. —¿No hay otra cámara que apunte a esa área?
—No, señor.
—¡Maldita sea! ¿Cómo pude dejarla sola?
Debe ser Erick. No puedo pensar en nadie más.Esto no puede estar pasando.
Si es ese psicópata la vida de Jasmin y de mi bebé corren peligro. ¡Tengo que
encontrarla ya!
Llamada telefónica:
—¿Qué ha pasado, Dany?
—¿Una nota?
—Ese infeliz hizo todo esto a propósito para llamar mi atención y hacernos
creer que estaba allá, pero ese infeliz está en Miami y lo más probable sea él
quien se llevó a Jasmin. Ese tipo está loco y si tiene a mi esposa nada bueno
quiere hacer con ella. Está enfermo y obsesionado, es capaz de tratar de
abusar de ella. Tengo que encontrarla ya. Te juro que si le pone una mano
encima a mi esposa, lo voy matar con mis propias manos.
—Esta bien. Iré con tu madre. Hoy mismo salgo para allá. — colgó la
llamada.
Esto no puede estar pasando. Perdóname, mi amor. Te dejé sola. ¿Qué tipo de
hombre soy? Juré protegerte y mírame. Soy un imbécil.
—William, me dijo uno de los guardias que vio a Brandon con otro hombre.
Al parecer se lo estaban llevando porque se sentía mal.
—Dios mío. Significa que mi hija y Brandon están en peligro. Tenemos que ir
a la policía.
—Si, pero lo más probable esos idiotas no hagan nada porque no lleva mucho
tiempo desaparecida. El vídeo que se tiene no se puede ver claramente el
probador de ella. Se ve que alguien entra, pero no se puede quién puede ser.
—Es el único que es capaz de esto. Está loco. Ahora que la tiene en sus
manos, es capaz de hacerle daño a ella y a mi bebé. — William se mordió la
mano de la rabia.
—Ni yo mismo lo sé. Hay que hacer algo ya, antes que sea demasiado tarde.
……
—Como nunca. Ya quiero ver la cara de ese infeliz. Lastima que no pude darle
lo que se merece en ese lugar.
—No te desesperes. Ahora que tienes a su mujer, hará todo lo que pidas. Lo
tendrás a tus pies como siempre has querido, cariño.
—No lo olvido, muñeca. Haz sido muy obediente y has cumplido con todo lo
que acordamos, ten por seguro que haré lo mismo. Iré a verla.
—De acuerdo.
……
—Hasta que al fin despiertas, Jas. — ví a Erick a las piernas de la cama. Fue
cuando recordé lo que había pasado. Me puse muy nerviosa y traté de hablar,
pero mi voz no salía. Mi cuerpo no podía moverlo y eso me hizo desesperarme
más. El pánico que sentía al verlo hizo que mi rostro se llenará de lágrimas.
—¿Aún no ha pasado el efecto? Que extraño. Se supone que no haya durado
tanto. ¿Por qué lloras? No te he hecho nada. Claro, como no soy tu William
por eso te pones así. — puso su rodilla entre mis piernas y se subió sobre mí.
William, Ayúdeme…
Erick se fue de la habitación y pude sentir algo de alivio. Ese hombre ya no es
el mismo. Ha perdido por completo la cabeza. Traté de forcejear con las
sogas, pero entre más forcejeaba más se ajustaban a mis muñecas. Me estaban
lastimando. No veo nada que pueda alcanzar con mis piernas para defenderme.
Tengo que salir de aquí o no se lo que haga ese tipo. Mi cuerpo se estaba
recuperando poco a poco. No puedo demostrarle que se me está pasando el
efecto o puede intentar hacerme daño. No sé lo que pasa por su cabeza.
…….
—Que tome este trabajo por debajo de la mesa. El deber tener algún contacto,
amigo o lo que sea que le ayude a encontrar el dueño de ese auto. Quizás de
ahí podamos dar con el lugar donde ese hijo de perra tenga a mi esposa.
—Lo voy a contactar y le hablaré del caso. Envíame el número de placa por
texto, yo me encargo del resto.
—De acuerdo.
…….
—¿Ya puedes hablar? ¿Quien es este tipo? — si respondo se dará cuenta que
estoy mejor del efecto de esa droga, pero si no lo hago le puede hacer daño a
Brandon. — ¿No vas hablar?— arqueó una ceja y tiró a Brandon al suelo de
rodillas.
—Brandon…
—Oh, ¿Ya estás mejor? Si ya puedes hablar supongo que también puedes
moverte.— caminó hacia mí y encogí mis piernas. —¿Quién es?
—Sé que ya no somos amigos, que me odias, pero lo único que te pido es que
no le hagas nada. Tú problema es conmigo, no con el. No involucres más
inocentes, por favor.
—Creo que ya es tarde para eso, Jas. Si está aquí ya está involucrado.
—No hagas algo de lo que te vayas arrepentir luego. Has hecho demasiadas
atrocidades. No sigas con esto, por favor.
—¡No me jodas! ¿Arrepentirme? De lo único que me arrepiento es de no
haberte hecho el amor cuando pude y de no haber acabo con ese estorbo que
tienes de marido, pero ahora las cosas cambiaron. A esa rata la tengo en mis
manos y a ti tambien, muñeca. ¿Ahora qué más puedo perder? Ya no puedo
tener una vida normal. Aún si me arrepiento, las cosas no van a cambiar. Por
ende, ¿Por qué contenerme ahora que por fin te tengo? Ahora que por fin puedo
hacerte lo que yo quiera. — arrancó parte de mi traje y traté de golpearlo con
mi pierna, pero no era mucho lo que podía lograr.
—¿Por qué? No haré nada de lo que no hayas hecho antes con ese imbécil. —
acarició mi mejilla. — Antes daba lo que fuera por no verte llorar, pero ahora
quiero verte llorando más. De alguna manera me excita.
—Erick, necesito que me hagas el favor que te pedí. — la Sra. Winters entró a
la habitación.
Mis lágrimas no dejaban de salir. Sentía tanto miedo. No quiero sentir sus
sucias manos encima de mí.
—¿Y tú de qué lloras? — La Sra. Winters se acercó a mí y me quedé quieta.
— Aún no te han hecho nada. En serio no se que te ve Erick. No eres para
nada atractiva y eres una llorona. Me molesta tener que compartirlo con una
perra como tú. Es por eso que acabo de decir que ya no serás un estorbo más
entre él y yo.— sacó una cuchilla y la acercó a mi barriga.— Tú y yo tenemos
una cuenta que saldar, jovencita.
—A mi bebé no le acerques eso, vieja bruja. — traté de tirarle una patada y la
alcancé, logré empujarla y se molestó. Se abalanzó sobre mí con esa cuchilla y
al alzarla, escuché el sonido de un disparo. El cuchillo cayó al lado de la
cama y mi corazón estaba agitado. Estaba muerta del miedo. De su boca salió
sangre y ensucio la ropa de cama. Ví a Erick con un arma en la mano y se me
erizó la piel.
—Me tienes harta, maldita vieja. Por más que te advertí que no te metieras con
ella, aún así no cumpliste con tu parte.— Erick se acercó a ella y la jaló por la
pierna tirándola al piso. —Creí que eras la única obediente, pero veo que me
equivoqué. — ella se quedó viéndolo fijamente sin decir una palabra. Erick le
apuntó con el arma y sentí una presión en mi pecho.
—Erick, No lo hagas.
No quería presenciar la muerte de alguien. Estaba aterrada.
—Tu y yo arreglaremos nuestros asuntos en un minuto. — cerré mis ojos y
escuché el disparo. Un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Quería taparme
los oídos, no quería escuchar más. Quería correr de ahí, estaba desesperada.
Mis lágrimas no se detenían. Esto es horrible.
Escuché un sonido en el mismo cuarto y abrí mis ojos. Brandon estaba
forcejeando en el suelo para soltarse.
—Vaya, alguien más despertó. — apuntó el arma a su dirección y sentí tanto
miedo que quise defenderlo.
—No le hagas nada. A él no, Erick.
—¿Por qué te preocupa tanto este tipo?
—Te lo ruego. Hago lo que quieras, pero no le hagas nada a él.
—¿Lo que quiera? Eso implica muchas cosas, Jas. ¿Lo sabías?
—Sácalo de aquí. No le hagas nada.
—Bien. Si estamos solos, mejor. — Erick soltó el arma en la mesa de noche y
caminó a donde Brandon. Lo jaló por las piernas y lo sacó del cuarto.
Estarás mejor allá, Brandon. Perdóname por meterte en esto.
Traté de tirar mi pierna hacia la mesa de noche, pero no la alcanzaba. He
estado haciendo muchos movimientos bruscos, puedo lastimar a mi bebé. No
pude alcanzarla. Escuché los pasos de Erick y me detuve. Fijé mi mirada a la
puerta y él entró.
—Bien. ¿Qué tal si jugamos un poco? — trajo mi teléfono en mano y sonrió.
.....
—¿Conseguiste la información, Dany?
—Si, hace unos minutos me la envió el detective.
—¿Cómo está todo, hijo? ¿Alguna novedad? —Preguntó Jade.
—No, aún nada. Dame la información, Dany.
—El vehículo está a nombre de un tal Richard Mills, 25 años. Su dirección
queda a unos veinte minutos de aquí.
—Tenemos que ir a ese lugar. Es lo único que tenemos de pista.
—¿No has avisado a la policía?
—El papá de mi esposa fue hacerlo, pero quise quedarme esperando por
ustedes.
—Ir desarmados sería un peligro.
—Tenemos que ir a esa dirección ya.
El teléfono de William sonó.
—Es un número desconocido. No hablen. — William respondió la llamada.
Llamada telefónica:
—¿Quién habla?
—Suenas inquieto. ¿Te sucede algo?
—Maldito infeliz, sabía que estabas detrás de todo esto. ¿Dónde tienes a mi
mujer?
—¿Y eso que importa? Lo importante es que está a salvo conmigo.
—Si le pones una mano encima, te juro que vas desear no haber nacido.
—No estás en posición de decir eso, William. ¿Dónde estuviste cuando la
traje conmigo?
—¿Por qué no resuelves las cosas como hombre, cobarde? Si a quien quieres
es a mi, ¿Por qué no sales de tu escondite, gallina? ¿Tanto miedo tienes de que
esta vez no solo te rompa el brazo?
—Por todo eso pagará tu querida esposa. ¿Cierto, Jas? — me agarró el cuello
y solté un quejido.
—No la toques, imbécil.
—¿Qué tal si vienes y arreglamos las cosas?
—¡No vengas, William!— grité.
—Tú cállate. Arreglaremos cuentas cuando termine con tu marido.
—Dame la dirección, yo voy a donde sea.
—Que obediente. Te la enviaré por mensaje de texto. Espero puedas llegar a
tiempo, antes de que me corra dentro de tu esposa. — colgó la llamada.
—Maldito sea.— William le dió un puño a la pared. — Esto me lo vas a pagar
bien caro, Hijo de perra.
—¿Estás bien, hijo? — preguntó la Sra. Jade preocupada.
—Verifica si en esa dirección hay una vía de un tren, Dany.
—¿Por qué?
—Me pareció escuchar un tren en la llamada.
—Ya te verifico.
—Date prisa. Si es el mismo lugar podemos adelantarnos y tomarlo por
sorpresa.
—Efectivamente hay una vía de un tren a una cuadra de esa dirección, Will.
—Hay que ir a ese lugar ya.
......
Erick tiró el teléfono contra el suelo y comenzó a reír.
—Deberías haber escuchado su voz. Está bien desesperado. Daría lo que fuera
por ver su rostro en este momento.— seguía riendo. — Ay, Jas. ¿Por qué no
hacemos algo divertido los dos?
—No hay televisor para jugar. — Erick comenzó a reír.
—Hay un mejor forma de divertirnos. Una que ambos disfrutemos.
—No, no quiero.
—Tu no decides eso. ¿Le pido al tipo que está ahí fuera que se nos una?
—No.
—Bueno, pues se una niña obediente. Ya ves lo que le pasó a esa vieja. Tú no
quieres terminar igual, ¿Verdad?
—Suéltame, por favor. Me duelen las muñecas.
—Cuando termine contigo. — trató de acariciar mis muslos, pero moví mis
piernas.
—No me toques.
Erick se levantó de la cama y se quitó la camisa.
—Veamos si puedo o no tocarte. Eso tú no lo decides.
Se trató de acomodar en la cama, pero le tiré patadas evitando que lo hiciera.
—Aléjate de mi, enfermo.
—Si quieres las cosas a la mala, te las daré a la mala, pero te va a tocar
hacerlo. — sacó el aerosol y giré mi cara.
—No, Erick. Otra vez no.
—Si seguirás siendo una perra y no harás las cosas a mi manera, entonces no
tengo que tener compasión de ti. — lo acercó a mi cara y trató de rociarlo.
Traté de no respirar, pero me agarró el cuello y ejerció algo de fuerza. — Sé
una niña buena.— logró rociarlo por segunda vez y no pude aguantar más.
Tenía que respirar. Mi cuerpo se comenzó a sentir extraño. Mi visión se nubló
muy rápido. Traté de cerrar mis piernas antes de que mi cuerpo se
adormeciera, pero Erick las abrió. Su voz se escuchaba algo lejana.
Otra vez no. Solo necesito fuerzas por mi bebé. No puedo dejar que se salga
con la suya.
—¿No piensas dormirte? Bueno, no importa. No puedes moverte, ¿Cierto?—
se subió sobre mí y acercó su cara a la mía.— Eres tan linda, Jas. Hubiera
querido ser bueno contigo, pero tú fuiste la culpable de esto. No sabes cuántas
ganas tengo acumuladas por ti. Tantos años deseando esto contigo y tú siempre
alejándome de ti. Yo te amaba de verdad y tú mataste todo eso. Todo lo bonito
que sentía por ti, lo mataste y todo por la culpa de ese infeliz. Yo te amaba más
que nada en el mundo. Eras la único que tenía. Lo único que me daba las
fuerzas para levantarme cada mañana o para soportar cada humillación en el
trabajo. Eras lo único real que tenía y me abandonaste. Él me lo quitó todo y
ahora me toca a mí quitárselo. —arrancó el collar de mi pecho, el que William
me regaló con nuestra foto y lo tiró a otra parte.— Perdóname, pero así me
toque condenarme más, ya nada me importa; porque al final ya nada tengo. —
una lágrima bajó por su mejilla y la secó en un instante. Trató de besarme y
cerré mis ojos. — Al final de todo no puedo. Soy un cobarde. — abrí mis ojos
al escuchar lo que dijo. Erick agarró el arma de la mesa de noche y mi corazón
se agitó más. —Perdóname por ser tan egoísta, pero prefiero que no existas, a
permitir que el sea quien te tenga. — acercó el arma a mi cabeza y cerré mis
ojos. — Te amo, Jasmin.
Erick POV:
El ambiente en mi casa era totalmente tóxico. Mi madre murió por una
sobredosis de heroína. Me quedé viviendo con mi padre desde los 8 años.
Mi padre no fue el mejor ejemplo para mí. La casa siempre estaba sola.
Todos me llamaban huérfano. Era la burla de la escuela y del barrio. Era
débil, era un cobarde. No tenía interés en la escuela, por obvias razones. Mi
vida era un desastre. Estaba cegado por el odio, por el rechazo de los
demás, por la muerte de mi madre, el abandono de mi padre, la frustración y
la soledad. Todo se mezcló. Era un niño solitario, bajaba la cabeza a quien
hablará mal de mi. En realidad no me importaba lo que conmigo pasara. No
tenía una razón por la cual salir adelante. No sentía ganas de ser alguien
perfecto, hasta que la conocí a ella. Me defendió a todo pulmón frente a
todos, el primer día que comenzó en la escuela. Su actitud rebelde me llamó
la atención. La admiraba. Tenía la fuerza y el carácter que yo no tenía. Los
niños que se burlaban de mi dejaron de hacerlo. Encontré una razón para
asistir a la escuela más a menudo. Quise acercarme y conocer más de ella.
Me di cuenta de que su vida no era perfecta. Teníamos eso en común que nos
hizo unirnos desde que nos conocimos. A ella también le faltaba esa figura
paterna. Creamos un lazo tan fuerte que no podíamos estar el uno sin el
otro. Nos hicimos buenos amigos. Vivía cerca de la escuela y algunas veces
me quedaba con ella. Leandra conocía a mi padre, era un vividor de baja
clase. Tuvieron su pequeño romance, pero no fue nada serio. Eso lo confirmó
ella misma años después. Mi padre trabajaba para darse sus gustos. Cuando
nos cortaron los servicios de mi casa, Leandra me abrió las puertas de la
suya y desde entonces comencé a vivir con ellas. Se hizo cargo de mi por
todos esos años. Mi padre murió meses después, aunque lo di por muerto
desde el día que me abandonó, pues jamás le importe. Jasmin y yo
asistíamos a la misma escuela y si nos tocaba en diferente clase, pasábamos
el tiempo libre juntos. Nos acostumbramos a estar siempre unidos. Los años
pasaron y se convirtió en una costumbre. No podía dormir bien, si no era
con ella a mi lado. Le cantaba o acariciaba su cabeza hasta que lograba
dormirse. Cuando estaba enferma, era yo quien la cuidaba o viceversa. A
pesar de su forma de ser con los demás, conmigo era diferente. Al
graduarnos de la universidad quise viajar para buscar un buen trabajo.
Quería pagarle a las dos todo lo que habían hecho por mí. Hice ese
sacrificio por ellas. Ellas eran lo único que tenía. Quería sacarlas de la
miseria en la que estábamos viviendo. Los gastos eran más y en mi país no
conseguía un buen empleo. Vine a un país solo sin conocer a nadie. Busque
empleos por todas partes y donde mejor pagaban era de escort. Quise
utilizar esa oferta como la última opción, pero las cosas no salieron como
esperaba. Me quedé en la calle, las rentas eran muy costosas y no tenía a
donde ir. Estaba en un país solo, sin dinero, pasando necesidades y sin
poder recurrir a nadie. No tuve de otra que entrar en ese mundo y fue la
peor decisión de mi vida. Sentía que le estaba fallado a ella, pero quería
darle lo mejor. Cuando supe que vendrían me puse muy feliz. No veía la hora
de volverla a ver. Me sentía satisfecho con verla sonreír y con despertar con
ella a mi lado. No podía encontrar la felicidad en nadie más que no fuera
ella. Sentía esa necesidad de protegerla de todo, así como ella siempre lo
hizo conmigo.
Deseaba proteger esa sonrisa que siempre tuvo para mí y perdí mi rumbo
otra vez. Me dejé cegar por todo lo malo y termine destruyendo lo que más
quería proteger.
¿Qué estoy haciendo?
Erick soltó el arma y la tiró a otra parte. Me abrazó fuertemente y escuché su
llanto. Estuvo llorando desconsoladamente. Minutos después escuché un
sonido en la puerta. Erick se alertó y trató de levantarse de la cama, cuando le
dieron un golpe fuerte a la puerta del cuarto. Alcancé a ver a William, pero no
podía hablar. Sentí un alivio, pero no por mucho. Erick trató de coger el arma
del suelo, pero William se lanzó hacia el. Antes de que pudiera coger el arma,
William lo agarró por el brazo y lo empujó contra la pared. Le dio un puño en
la cara a Erick y trató de estrangularlo.
—Así te quería agarrar, hijo de perra.
—William, tienes que calmarte. — escuché la voz de la Sra. Jade y se
encontraba en pánico al ver a William en ese estado. —Tienes que hacer algo,
Dany.
Dany trató de soltar sus manos, pero entre más trataba de evitarlo, más fuerte
William apretaba su cuello.
—¡William, detente!
Quería calmarlo, pero no podía hablar. Ni siquiera podía mover mi cuerpo. La
Sra. Jade se acercó a mí y me soltó las manos.
—¿Esto es lo que le vas a mostrar a tu esposa y a tu bebé? Tienes que
controlarte, Will. Si lo matas irás a la cárcel y no podrás ver a tu hijo crecer,
¿Crees que este idiota valga la pena como para no poder estar con tu esposa y
tú hijo? — William soltó el cuello de Erick y retrocedió.
Erick cayó sentando en el piso y comenzó a toser. Su rostro estaba muy rojo.
William se acercó a Erick y se arrodilló frente a él.
—Te has librado por ahora, pero no creas que saldrás ileso de esto. No sabes
lo que te espera en la cárcel, cabrón. A mi mujer nadie la toca, enfermo de
mierda. — William se levantó y buscó el arma para dársela a Dany. —
Amarra bien a ese hijo de puta y llama a una ambulancia y a la policía.
—Si, Will.
William se quitó el traje y lo puso encima de mi para cubrirme. Se sentó en el
borde de la cama y me miró con una expresión triste.
—Parece que está drogada, William. — comentó la Sra. Jade.
William acarició mi mejilla y recostó su cabeza en mi hombro.
—Te dejé sola. Esto es mi culpa. Perdóname, princesa. — estalló en llanto en
un milésimo segundo. Era como si hubiera estado conteniendo esas ganas de
llorar por mucho tiempo. Nunca lo había visto así, pero no me gusta. Quería
decir tantas cosas y abrazarlo, pero no podía.
—Esa era la Sra. Winters. — comentó la Sra. Jade tapándose la boca.
—Brandon está afuera. Ayúdalo, mamá.
—De acuerdo.
—Sé lo asustada que debes estar, pero ya todo va estar bien, preciosa. Te va a
ver un médico y te sentirás mejor, ¿De acuerdo, mi amor? — William me besó
la frente y se quedó por un rato así.
Erick estaba en el suelo quieto, su mirada estaba perdida en el espacio. No
puso resistencia para que lo amarraran, ni trato de escapar en ningún momento.
Era como si se hubiera resignado.
5 horas después…
—Lo van a trasladar a la FDC aquí en Miami.
—Que agradable sorpresa.
—No hables así, William. No te atrevas hacerle nada a ese muchacho o
terminarás preso.
—¿He dicho algo yo?
—Te conozco y esa expresión me dice que estás tramando algo.
—No sé de qué hablas. Será mejor que no le des mucha cabeza al asunto. Ya
ese psicópata estará donde tiene que estar.
—Por eso mismo te lo digo. Va a estar donde tiene que estar, así que no hagas
nada de lo que te vayas arrepentirte después.
—¿Sabes de lo que me arrepiento? De no haberlo matado cuando pude. Era un
puto dolor de cabeza y lo pasé por alto. Pensé que era un simple cobarde y lo
subestime. Terminó lastimando algo muy sagrado para mí, como lo es mi
esposa y mi bebé. ¿Crees que estar tras las rejas, que le den comida todos los
días, que duerma en una litera, es suficiente castigo por lo que le hizo vivir a
mi mujer? Hombres como esos deben estar tres metros bajo tierra, no siendo
mantenidos por nosotros mismos. Por suerte no logró abusar de ella, pero
puedes imaginar en la desesperación constante que tuvo que tener al no poder
moverse, hablar, estoy seguro que presenció la muerte de la Sra. Winters,
todas emociones no solo le afectan a ella, también le afectan a mi bebé. Cómo
dijo claramente el médico, fue drogada en varias ocasiones, la cantidad que
tenía de esa droga en el sistema pudo haber afectado al bebé. Quien sabe por
todo lo que ese infeliz le hizo pasar. Está en esa camilla frustrada, temblando
del miedo, cada vez despierta en llanto y todo por culpa de ese infeliz; así que
no quieras interceder por él. Se merece esa cárcel y mucho más. Ojalá le den
una buena bienvenida. De esas que haga que se arrepienta de no haberse
volado la cabeza cuando pudo.
—Puedo entender tu frustración, pero entiende. Si tratas de hacer algo y te
descubren, vas a terminar en la cárcel. ¿Eso quieres?
—Relájate. Las cosas se hacen bien o no se hacen. — William dió la espalda
para irse.
—¡William…!
.....
A pesar de poder sentirme un poco mejor, no es mucho lo que puedo dormir.
No puedo sacar esas imágenes de mi cabeza. Es como si cada vez que cierro
mis ojos pudiera escuchar el sonido de esos dos disparos; el rostro de la Sra.
Winters en sangre es lo que puedo ver. He tenido tantas emociones en tan poco
tiempo, que mi cuerpo no para de temblar. Sé que todo es mi culpa. Si me
hubiera dado cuenta a tiempo, nada de esto hubiera pasado. Creí que decirle
que lo amaba como un hermano era suficiente para el. Así me sentía. Jamás
imaginé que él se sintiera de esa forma hacia mí. Quizás si hubiera
aprovechado y aclarado las cosas en ese momento que me confesó lo que
sentía, nada de esto hubiera tenido que ser así. Tenía miedo de su
comportamiento, me dejé llevar por eso y no traté de aclarar las cosas entre
los dos. Sí fui egoísta y no pensé en lo que podía Erick estar sintiendo.
Nuestra amistad era tan grande que ahora que todo terminó en esto, me duele.
Su rostro en lágrimas en esos últimos momentos me rompió el corazón en mil
pedazos. No lo veía llorar desde que éramos niños. Nunca ha sido de
demostrar esa parte de él, al menos no frente a mi. Quizás muy en el fondo
queda algo de ese Erick que conocí. A pesar de todo lo que ha pasado, no
puedo odiarlo. Puede que haya perdido la cabeza, pero quizás es por la misma
culpa que siento.
—Te traje un té, preciosa. Te ayudará a calmarte un poco y así puedas dormir
algo.
—Gracias.
—Perdóname por dejarte sola. Yo…
—No digas nada, cariño. Tú no tienes la culpa de nada. ¿Quién iba a imaginar
que él estaría en este lugar? No te sientas culpable por algo que no tuviste
nada que ver. Si alguien tiene la culpa aquí soy yo misma. Si hubiera aclarado
las cosas, nada de esto hubiera pasado.
—¿Y crees que eso hubiera cambiado algo? Ese tipo ya estaba cegado y tenía
el alma envenenada. Ese destino lo decidió el. Me consta que fuiste clara con
él desde un principio, el fue quien escogió este camino. El pudo renunciar a ti
y vivir su vida como hasta ahora y prefirió lastimarte. Si realmente te hubiera
querido aunque sea un poco, no hubiera llegado tan lejos. Sus intenciones
nunca fueron sanas desde un principio. Entre más lo hubieras rechazado, más
iba aumentar su obsesión por ti. No te vuelvas a culpar de algo que no tienes
la culpa. El único que tiene la culpa aquí es el. Fue un maldito psicópata
egoísta y terminó hiriendo lo más que amo. Cada quien escoge el camino que
quiera seguir y esa fue su maldita elección. — bajé la cabeza. Sentía esa
presión en el pecho.—Saldremos adelante juntos, princesa. No te volveré a
dejar sola nunca, te lo juro. — se veía afligido, era como si estuviera
controlando las ganas de llorar. Acarició mi mejilla y me abrazó. —
Perdóname por todo. Los amo tanto. — su cuerpo estaba temblando. Su voz se
escuchaba entrecortada. Sentir su cálido abrazo me hacía sentir mejor.
—Quédate conmigo, por favor. — le pedí sujetando su camisa.
—Eso no me lo tienes que pedir. Aquí voy a estar, princesa.
William se quedó a dormir conmigo en el hospital. Le pedí que se acomodara
en la camilla conmigo y logré descansar algo. Eso era lo que me hacía falta
para poder dormir.
A la mañana siguiente me dieron de alta y William me llevó a la casa. A
querido que este acostada todo el día. Mi papá, Brandon y la Sra. Jade se
quedaron conmigo todo el día. Por suerte Brandon está bien.
—¿Podemos hablar, Will?— William se fue aparte con Dany.
—¿Qué pasa?
—No te tengo buenas noticias, William.
—¿Ahora que pasó?
—Erick confesó todo.
—¿Y qué hay de malo con eso? Es lo menos que podía hacer.
—Confesó que mató a la Sra. Leandra e indicó que su cadáver está en
Riverview, fl. todavía. Según Erick lo hizo para quitarle un problema de
encima a tu esposa.
—¡Maldita sea! Otro golpe más para ella.
—Dime que ese tipo lo dijo por hacer más daño o no se.
—Según el oficial piensa que necesita ayuda. Ese tipo no está bien de la
cabeza. Todo lo confirmo con una sonrisa, como si estuviera feliz por todo lo
que hizo. Ese muchacho ya perdió la cabeza, Will.
—No le puedo decir esto a mi esposa. Ella no está bien y está pasando por
muchas situaciones en este momento, como para añadirle otra.
—Ella está embarazada y su salud no está bien que digamos. Si le digo esto la
va a deprimir más de lo que ya está.
—¿Y qué harás? ¿Qué harás con el cuerpo de la mamá? Ella tiene todo el
derecho de saber sobre esto, Will.
—Lo sé, pero no quiero lastimarla más. Su mamá era la única familia que le
quedaba. Aunque haya hecho todo lo que hizo, es su mamá. ¿Cómo fue que
murió? ¿Te dijo algo el oficial?
—Al parecer la dejó encerrada en una habitación sin comida, agua, ni siquiera
luz. Ella no podía moverse de la cama donde estaba.
—No le digas nada de esto a mi esposa todavía. Yo trataré de hablar con ella
en un momento que tenga.
—Solo te pido que no le ocultes eso. Sé que lo haces por su bien, pero hay
cosas que por más dolorosas que sean se deben decir.
—Lo se.
………
—Lo siento, es que veníamos arrastrando eso desde Riverview. Esa fue la
razón por la cual nos mudamos a Miami.
—Ese tipo pudo haberles hecho algo peor. Gracias a Dios está tras las rejas y
espero que de ahí no salga nunca.
—No creo que pueda hacerlo luego de todo lo que hizo. Aún no puedo
entender cómo pudo llegar tan lejos.
—Espero que confiese dónde tiene a tu mamá y que no siga causando más
daño. Sé que las cosas entre tu mamá y yo nunca estuvieron bien, pero no le
deseo el mal. Solo espero que la encuentren sana y salva.
—Yo también espero lo mismo. Debe estar tan desesperada. Ella no puede
moverse. Solo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad y que aparezca
pronto. — mi papá me abrazó.
—Tu no tuviste la culpa de nada. Yo ya estoy bien. Ahora quién importa eres
tú, linda. Cuídate y que te mejores. — me abrazó nuevamente antes de irse.
—Te traje este jugo de china, cariño. — me dijo la Sra. Jade. Se sentó en la
esquina de la cama y me miró. — ¿Cómo te sientes?
—No podemos hacer eso, Sra. Jade. Aún no encuentran a mi mamá y ahora
qué sucedió todo esto, necesitan que los testigos estén aquí.
—¿Lo interrogaron?
—Si.
La Sra. Jade lucía muy preocupada. No sé a qué se refiere con todo lo que
dijo, pero me encuentro entre la espada y la pared. No puedo irme lejos sin
saber de mi mamá. Tengo que hablar con Erick y tratar de que me diga dónde
tiene a mi mamá.
—Quiero hablar con Erick y tratar de convencerlo de que me diga dónde tiene
a mi mamá.
William se quedó en silencio y cerró sus ojos. Eso demuestra que algo malo
está guardando y me preocupa. Es tan malo para mentir. Luego de un rato en
silencio y aún con los ojos cerrados habló.
—Quisiera que fuera una broma de mal gusto, pero no lo es. Perdóname por
tener que ser yo quien te dé esta horrible noticia, princesa.
—Eso no puede ser… mi mamá… — mi corazón se rompió en mil pedazos.
No podía creer lo que estaba escuchando. Sentí una presión tan fuerte en el
pecho que me hizo estallar en llanto.
¿Cómo pudo Erick llevar a tanto? Sentía una profunda ira y tristeza dentro de
mi. Creí que no podría llegar a odiarlo, pero en este momento siento un odio
tan fuerte en el alma que me impide pensar con claridad. William puso su
mano en mi cabeza, recostandome sobre su pecho.
—Llora hasta que no te queden lágrimas. No quería que esto fuera así,
pequeña. Sé que le hace daño a nuestro bebé. Hubiera preferido no decirte
nada, aunque me odiaras por eso. Quisiera poder liberarte de esa carga y
dolor que sientes. Es frustrante no poder aliviarte. Sé cuánto la amabas, a
pesar de todo lo malo que hizo, ella era tu mamá. No era alguien que estuviera
en mi lista de personas que me agradan, pero era tu mamá y se lo importante
que es para ti. Solo quiero recordarte que no estás sola. No importa cuán mal
se pongan las cosas, siempre estaré aquí para ti. Donde quiera que esté sé que
ella también estará al pendiente de ti. — entre más hablaba, más triste me
sentía.
Yo hubiera querido hacer tantas cosas con ella. Quería que pudiéramos en
algún momento arreglar nuestra mala relación y saber que no pudimos me
duele. Esto no puedo perdonarselo a Erick. ¿Cómo pudo tener el corazón tan
podrido para matar a la persona que lo crío por todos estos años como si fuera
un hijo? Esa era la pregunta que me hacía. ¿Cómo pudo llegar hasta ahí por esa
obsesión enfermiza que tiene? Saber que lo considere como un hermano y
hasta sentía algo de lástima por todo lo ocurrido. Me sentí culpable y llegué a
pensar que realmente era yo la que había hecho las cosas mal, pero me
equivoqué. Solo espero que se pudra en ese lugar y que de ahí no salga nunca.
Mi corazón se llenó de rencor, a pesar de no ser rencorosa. Me quitó lo único
que me quedaba. Ella era la única familia que tenía, independientemente de
cómo haya sido conmigo.
—Lo siento.
.....
—Te mostraremos cómo se mueven las cosas por aquí, abusador. Nuestro jefe
envió un buen regalo de bienvenida para ti y de paso recordarte que a su mujer
nadie la toca. Ahora nos estamos entendiendo, ¿Verdad?
—Flojito y cooperando. Somos muchos los que tenemos hambre. No creas que
es fácil estar encerrado tanto tiempo. Debemos liberar el estrés de vez en
cuando, ¿y qué mejor que con nuestra putita nueva?— comenzaron a reír.
Según nos subimos al auto, el chofer aceleró.
—Tranquila, princesa. Sé que todo estará bien con nuestro bebé.
William se veía muy preocupado. Me puso su mano por detrás de mi cabeza y
la otra acariciando mi barriga. Podía percibir sus nervios, pues sus manos
estaban visiblemente temblorosas.
Solo espero que nuestro bebé esté bien. Tenía mis lágrimas asomadas, pero
estaba tratando de controlarme.
Al llegar al hospital nos bajamos enseguida y William se acercó a la primera
enfermera para que me atendieran rápido y así fue. Entré con el médico y me
hicieron varias pruebas. Me hicieron un sonograma y no me decían nada. Mi
corazón estaba acelerado, estaba temblorosa y tenía mucho miedo de que algo
malo estuviera pasando con mi bebé. Sé que no me he estado cuidando, pero
es que han estado pasando tantas cosas en estos días que es inevitable.
El doctor me dejó en la camilla y antes de salir le pedí que dejara entrar a
William. Sé lo preocupado que debe estar afuera.
—¿Te dijeron algo, princesa?
—No, aún no. Están esperando los resultados.
—¿Qué demonios les toma tanto tiempo?
—Tranquilo, mi amor. Esperemos que todo salga bien. — William me abrazó
y en ese instante llegó el doctor.
—Dígame que tiene buenas noticias, doctor.
—Pueden estar tranquilos. El bebé está bien. La hemorragia se pudo haber
debido a cambios hormonales. — William suspiró aliviado y me volvió
abrazar.
—Está en la etapa más importante dónde bebé cuidarse más y evitar hacer
desarreglos. La dejaré por esta noche para que pueda descansar.
—Gracias, doctor. No sabes lo aliviado que estamos.
—Si tiene alguna duda o malestar no dude en avisarme. Descanse.— el doctor
salió del cuarto y me quedé a solas con William.
—Quiero que descanses, mi amor. Creo que será mejor que no viajemos, al
menos hasta que tengas a nuestro bebé. No quiero seguirte exponiendo
más. Han sido demasiadas cosas y no quiero que les pase nada, princesa.
Espero puedas entenderlo.
—Esta bien, mi amor. Haré lo que dices. Perdóname por poner en riesgo a
nuestro bebé.
—Tu no tienes la culpa de nada, mi reina. Sé que esto ha sido un problemas
detrás del otro, pero las cosas se van a normalizar y estaremos bien, mi amor.
Quiero que pasemos lo que queda del embarazo en paz.
—De acuerdo. Llevaremos las cenizas de mi mamá luego que tenga a nuestro
bebé.
—Te prometo que lo haremos. Descansa, mi reina.
—Lo haré. — me acomode y William acarició mi cabeza.
Estaba tan agotada por la falta de descanso, que al sentir sus suaves masajes
en mi cabeza quedé dormida con facilidad.
Llamada telefónica:
—Tenemos que hablar. — dijo Dany molesto.
—¿Ahora que pasa?
—¿Qué fue lo que hiciste con ese muchacho, Will?
—¿De qué hablas?
—Violaron a ese muchacho y casi lo matan a golpes.
—Oh, pobrecito. ¿Quién pudo haberle hecho algo tan cruel?
—No te hagas el imbécil, William. Los dos sabemos quién fue. Te
desconozco.
—Cada quien cosecha lo que siembra.
—Te fuiste lejos esta vez. Puedo entender tu rabia, tu molestia, pero lo que
hiciste estuvo muy mal. Lo tienen hospitalizado en este momento.
—Escúchame, Dany. Primero que todo a mi no me hables con ese tono,
segundo no me arrepiento, poco le hicieron. En realidad quería que cortaran
todas sus extremidades, pero quiero que sufran lentamente. Por culpa de ese
infeliz mi esposa ha estado pasándola mal. Ahora mismo la tienen
hospitalizada. No pudimos viajar porque tuvo una hemorragia. Nuestro bebé
se ha visto afectado también por ese infeliz. ¿Crees que no tengo suficiente
razón para quererlo ver muerto? Que agradezca que mi bebé está bien o de lo
contrario me iba asegurar de matarlo con mis propias manos.
—Estás mal, William. ¿Así de mucho quieres a tu esposa? ¿Qué harás si se
entera alguien de esto o tu misma esposa? No creo que pueda perdonartelo.
Esto te pone en el mismo nivel que ese criminal.
—El único que lo sabe eres tú. No hay forma de que sepan quién está detrás
de eso. Hice las cosas bien.
—No puedo creerlo, Will. Me decepcionas.
—Te dejo la bola en tu cancha. Si quieres delatarme, puedes hacerlo. Pero no
me pidas que ignore todo lo que ese infeliz le hizo pasar a mi esposa, porque
es imposible que lo haga. No me arrepiento de nada. Lo hubiera hecho un
millón de veces más. Ese psicópata se merece que le hayan dado a probar de
su misma medicina.
—Eso no te da el derecho de tomar la justicia en tus manos. Para eso estaba
ahí dentro, para pagar lo que hizo.
—Si me la da. Se metió con mi esposa y con bebé. Ponte por un momento en
mi lugar o en el lugar de ella por un segundo y piensa en qué mierda hubieras
hecho tú.
—¿No te das cuenta que me preocupo por ti? Es por eso que hago todo esto,
Will.
—No tienes que preocuparte por mí. Sé lo que hago y estoy bastante
grandecito ya.
—Si lo hago. Tengo todo el derecho de hacerlo.
—No lo tienes. El que seas mi tío, no te da el derecho de nada. No te creas el
mas correcto o el más justo. Sé que si hubieras estado en mi lugar, hubieras
hecho exactamente lo mismo.
—No es que sea tu tío o no, pero no quiero que te ocurra nada.
—Ya deja de darme sermones. Si tanto te afecta y te molesta, ve a delatarme.
—Yo no haría eso, Will.
—Entonces no te quieras hacer el que te importa o el que está afectado por lo
que me pase, porque no te queda.
—¡Maldita sea! Claro que me importa. ¡Eres mi hijo y me importa lo que te
pase!
—¿Tú qué?
—Déjame explicarte...
—El hecho de que estés saliendo con mi madre, no significa que yo pasé a ser
tu hijo. ¿A ti qué mierdas te pasa, Dany?
—No es así. Vamos a vernos y hablar.
—No tengo nada más que hablar. Espero sea la última vez que digas una
estupidez como esa. Ya bastante tengo con el mendigo padre que me tocó,
como para que venga alguien de la misma miserable familia a decirme que soy
su hijo. Mide tus malditas palabras. — William colgó la llamada.
—¿Ocurre algo, Dany?
—Tengo que buscar a William. Tuvimos un mal entendido.
—¿Qué pasó?
—Por la rabia dejé escapar la verdad y ahora él piensa que lo hice porque
estoy saliendo contigo.
—No es el momento de decirle nada, Dany. William está pasando por muchas
situaciones en este momento como para añadirle otra más.
—Pero no puedo permitir que haya malinterpretado las cosas. Me va a odiar
más, Jade.
—Sé cómo te sientes, pero entiéndelo. Mi hijo está mal ahora mismo. Está
muy afectado. Las cosas no han sido fáciles durante estos días.
—Su esposa está hospitalizada. Tuvo una hemorragia, pero ella y el bebé están
bien.
—Dios mío, ¿Lo ves? No les a tocado una vida fácil a ninguno de los dos. Han
sido tantas cosas en tan poco tiempo. ¿Cuándo será que habrá paz en esta
familia?
—Jade, nuestro hijo hizo una atrocidad. Es importante que lo sepas porque no
sabemos las consecuencias que esto traiga consigo.
—¿Qué sucede?
—Tu hijo dió la orden para que atacarán a ese psicópata en la cárcel.
Abusaron de él y lo golpearon. Lo tienen en el hospital. Si ese tipo se muere,
nuestro hijo se verá implicado en esa muerte.
—No podemos decir nada sobre esto. Nadie puede saberlo, Dany.
—¿Vas a patrocinar esto?
—Yo sabía que él no se iba a quedar de brazos cruzados. Es mi culpa por no
haberlo impedido. Aunque ese criminal se merezca lo peor, esto es una
atrocidad. Mi hijo definitivamente no está bien, pero no quiero verlo tras las
rejas. William no es alguien malo, pero las circunstancias no han sido las
mejores.
—Yo no diré nada de esto, pero lo que me preocupa es que la policía se
entere.
—No hay forma. William sabe hacer las cosas. No digas esto es voz alta.
Tengo temor de que alguien lo escuché y las cosas terminen peor.
—Permíteme hablar con el, Jade. Esto no lo podemos seguir ocultando. No
quiero a base de este malentendido se aleje más de mi. Yo sé que él va a
comprenderlo. Él es inteligente y buena persona. Necesito aclarar esto, por
favor. Es mejor cerrar todos los problemas aquí. Esa verdad es importante
para los dos.
—Pero es un arma de doble filo en este momento. No sabemos cómo él tomé
la noticia. Me da miedo que vaya a perder el control y te haga algo.
—Confío en que no lo hará. Necesito sacarme esto del pecho, Jade.
—Yo te voy ayudar, Dany. Te pido que le tengas paciencia y lo comprendas,
sin importar la decisión que tome.
—De acuerdo.
.....
Me desperté por la voz alterada de William. Escuché la conversación sin
querer sobre Erick. No entendía y quise preguntarle.
—¿Qué fue lo que dijiste de Erick por teléfono, William? ¿Qué fue lo que
hiciste?
—Lo siento, ¿Te desperté, preciosa?— William se acercó a la camilla y se
veía nervioso.
—No me cambies el tema, William. ¿Qué fue lo que hiciste con Erick? —
William se quedó en silencio y bajó la mirada.
—Nada que no se hubiera ganado, princesa.
—¿Eso qué significa?
—Me prometes que si digo la verdad, no vas alejarme de ti?
—¿Tan malo es? Dime qué no le mandaste hacer algo, William. — se quedó en
silencio y eso confirmo mi duda.
Recordé la preocupación de la Sra. Jade y sentí mucho temor de lo que estaba
pasando.
—Mande a que lo golpearan y lo violaran.
—¿Qué fue lo que hiciste? ¿Qué sucede contigo, William? Tú no eres así.
¿Dónde está el hombre correcto, bueno, inteligente e incapaz de hacerle daño a
nadie? — me sentí decepcionada. Me dolió el pecho al escuchar esas
palabras. Mi rostro se llenó en lágrimas en segundos.
—No soy ese hombre perfecto que piensas, princesa. Perdoname por fallarte
otra vez. — William bajó la cabeza. — Simplemente no podía permitir que
ese tipo luego de haberte hecho todo eso, no la pagara caro. Actúe bajo coraje,
odio, desesperación. No me justifico por lo que hice, pero siendo sincero no
me arrepiento. Si me lo pides puedo ir a entregarme a la policía.
—Jamás te pediría que hicieras eso. Es mi culpa. Debí sacarte de aquí antes
de que hubieras cometido este error tan grave. Debí haber hecho algo… —
Sentí una punzada muy fuerte en el vientre y me quejé del dolor.
—¿Estás bien, princesa?
—Algo no está bien. Me duele demasiado la barriga.
—Llamaré al doctor. Vengo rápido. — William salió corriendo a buscar al
doctor. Presioné el área donde me estaba doliendo, intentando sentir algo de
alivio, pero no resultó. una sensación de humedad sentí en mi parte baja y me
quite la sábana que me cubría. En segundos mi ropa interior y la ropa de cama
se había cubierto de sangre.
Mi bebé…
Estaba desesperada al ver tanta sangre. William llegó con el doctor y este le
pidió que espere afuera. Mi dolor en el vientre era insoportable. Me quedé a
solas con el doctor e hizo todo lo correspondiente para aliviar mi dolor. Solo
recuerdo que me inyectó y sentí mucho sueño. Luego de ahí no recuerdo nada
más.
....
—Me alegro mucho, porque en realidad los oculte todos. Los puse en una zona
alta y segura, donde no podrás alcanzarlo por más que trates, preciosa.
—Cruel es que te comas eso crudo. Lo único que tienes permitido comer
crudo lo tengo yo.
—¿Por qué no? A toda persona le hace falta uno y más cuando se trabaja.
—Iré a cambiarme, mi amor.— quise caminar y William me aguantó la mano.
—¿A dónde vas sin darme un besito? Eso es una falta de respeto. Debería
comerte antes de irnos.
—No, William. No podemos llegar tarde. ¿No puedes esperar a esta noche?
—Eso me quema, me lastima, pero si no hay de otra. Nos tocará esperar. Hace
mucho no estamos juntos, linda.
—Malditas hormonas de mierda. ¿Por qué tienes que mirarme de esa forma?
—Sufre un poco, así como me haces sufrir a mi. — le saqué la lengua y subí a
la habitación.
—¿Podrías decirle a mamita que no sea tan malita conmigo? Deberías darle
una patadita para que sepa que estás de acuerdo conmigo.
—Eres increíble. — sonreí al ver su sonrisa inocente.
—Bien, dando patadas a cada rato. Parece que quiere salir de ahí. — ambos
reímos.
Fuimos directo a la mesa y compartimos entre todos. Estamos más unidos que
nunca, como toda una familia. Me hace inmensamente feliz, aunque por otra
parte me siento algo triste. Hubiera dado todo porque mi mamá estuviera aquí
con nosotros para estar completos. Ya eso es algo que no va a ocurrir nunca.
Tengo que aceptarlo de una vez.
—Pero ¿Qué clase de pregunta es esa?— preguntó Jade. — Por supuesto que
sí. Es más, deberíamos casarnos los dos. Imagínense una boda doble.
—Ni idea. No estoy muy familiarizada con el tema, pero quisiera que fueras
tú.
—Creo que voy a tener a nuestro bebé. — una sensación de hormigueo sentía
en mi vientre.
Sentía una presión horrible. Creía que el bebé se iba a salir en cualquier
momento. Me sentía muy incómoda. Por unos segundos me sentía algo aliviada
y de momento esa punzadas desesperantes en mi barriga aparecían. Sentía esas
ganas de pujar, pero no me atrevía hacerlo. Tengo que llegar al hospital
primero. Mis lágrimas estaban bajando por mis mejillas, pero era del dolor.
—Sí, doctor.
—Ya viene. Le están dando la bata para que entre. Necesito que se relaje.
Cada vez que el doctor me daba la orden de pujar, el dolor era cada vez peor.
Trataba de calmar mi respiración y respirar hondo para pujar, las
contracciones eran horribles. William estaba llorando y verlo de esa forma no
me ayudaba. El tiempo parecía eterno.
Luego de pujar tanto, di la última y sentí un inmenso alivio. Creí que moriría.
Mi corazón estaba agitado y no podía dejar de quejarme del dolor. Estaba
llorando del dolor y de la felicidad. Escuché el llanto de nuestro bebé.
—Te amo tanto, mi cielo. — William me besó la frente y sus lágrimas bajaron
por mi mejilla. Me sentí tan feliz. Quería ver a mi bebe.
William secó sus lágrimas y se acercó a donde el médico. Podía ver su rostro
desde la posición que estaba. Se vio algo pálido de momento.
—Es la niña más hermosa que haya visto nunca.— tenía poquito pelo, sus ojos
no se apreciaban bien su color, pero eran hermosos, sus cachetes estaban
inflados y se veía bien de peso. Es toda una ternura.
—Y tú nuestro rey.
—Cada segundo que pasa te amo más. — me dió un beso y sonrió. Ahora luce
más sereno.
—Solo por esta vez te dejaré ganar. — sonrió y me tiró un beso. Le tiré una de
vuelta y se acercó a dármelo.
Me asignaron un cuarto y al bebé lo dejarán conmigo en la habitación. A pesar
de haber sido prematuro todo lo encontraron bien. Estaba bien de peso,
estatura, ninguna complicación o problema respiratorio. Quedaron en traerlo a
mi habitación luego. Hemos estado ansiosos con ganas de verla otra vez. El
tiempo parecía eterno.
—Deberías ir a tomar un café, no vaya a ser que te desmayes otra vez.
—Mi muñeca está de buen humor para burlarse de mí.
—¿Cómo crees?
—Tienes suerte de estar aquí o no iba a permitirte decir nada más. — ambos
sonreímos.
—Deberías ir hablar con todos. Deben estar preocupados. Ha pasado mucho
tiempo.
—No te dejaré sola.
—Pero si solo irás allá afuera y luego regresas.
—De igual manera.
—Solo ve.
—¿Ya no me quierés aquí? Está bien. Me voy solito.
—Qué dramático eres, cariño. — William sonrió.
—Vengo enseguida, mi reina. No vayas a irte.
—Y como tengo a muchos lugares que ir.
Sonrió antes de irse y me quedé en espera de nuestra bebé.
*★*
—Dios mío, al fin sales. ¿Cómo salió todo? —preguntó la Sra. Jade mala de
los nervios.
—¿Cómo está mi hija?
—Todo salió bien. Es una hermosa princesa.
—¡Dios mío! Felicidades, mi amor. Me alegro tanto por ambos. Ya muero por
verla.
—¡Felicidades, William! Estoy tan feliz. Acabo de ser abuelo, es una felicidad
inexplicable.
—¿Cómo fue esa experiencia, hijo?
—Al principio dolorosa. Verla sufriendo y llorando me hizo llorar como un
niño.
—Eres todo un llorón, pero es muy bonito. Hubiera dado todo por verlos.
—Sin contar que me desmaye.
—¿Te qué?
—Supongo que un bajón de azúcar o algo parecido.
—Fue la emoción del momento quiero pensar.
—Sé podría decir que si.
*★*
Trajeron a mi bebé al cuarto y al verla cubierta no podía contener la emoción.
La enfermera la colocó en mi pecho y la acerqué a mi. Tenía sus ojitos
abiertos.
—Hola, princesita.
—La va amamantar, ¿Verdad, Señorita?— me preguntó la enfermera.
—Si, pero no sé cómo hacerlo.
—Podrás hacerlo. Ella misma la va a guiar.
Mientras amamantaba a Julianne, entró a la habitación William. Abrió sus ojos
de par en par y se acercó. Se quedó contemplandola por un rato.
—Son tan hermosas las tres.
—William…
—¿Qué? Puedo pegarme a la otra. Soy un tierno bebé. — sonrió malicioso.
—Julianne, no le hagas caso a papito. No sabe lo que dice. — William soltó
una risita divertida.
—Ya hable con todos. Están locos por conocer a la princesa.
—¿No pueden entrar?
—Cuando la princesita termine de comer. No creas que dejaré que alguien más
te vea así.
—Celosito como siempre.
—Tengo que protegerlas a las dos.
Nos quedamos dándole cariño a nuestra princesa. William la cargo y se veía
tan hermoso. No podía creer que realmente estuviera pasando esto. Llegó antes
de lo esperado, sorprendiendonos a todos. Se durmió rapidito en los brazos de
William. Le estaba cantando y sonriendo. ¿Quién no se dormiría como un bebé
así?
—No pensé que existía una forma de enamorarse dos veces, pero acabo de
experimentarlo al ver a nuestra hija.
—William…
—Las amo demasiado. No puedo ser más feliz.
Rato después la colocó en la pequeña camita que habían traído para ella y
salió a buscar a los demás. Se pusieron muy contentos al verla.
—Ella será mi musa. Nunca he hecho ropa para bebés, pero no creo que sea
difícil. Quiero que sea la primera en vestir una prenda mía. — dijo mi papá
acariciando su cabecita. —Felicidades a ambos. Gracias por darme esta
oportunidad de ser abuelo y de estar cerca de ustedes. No sabes lo feliz y
orgulloso que me siento.
—Somos dos los orgullosos. Es igualito a William cuando bebé. Algo me dice
que esa princesa será la nena de papi.
—Yo pienso lo mismo, Sra. Jade. — añadí.
—Abuela está culeca. No puedo con la emoción. Los felicito a ambos en esta
nueva etapa de sus vidas. Les deseo muchas bendiciones a los tres.
—Gracias, Sra. Jade.
—Algo me dice que tendré otro nieto muy pronto.
—¿Por qué lo dice?
—Debes cuidarte en la cuarentena, querida. Los hombres se vuelven animales
y las hormonas se activan en nosotras.
—¿Y debes mencionarlo, madre?
—Algo me dice que ya andabas planeando algo, atrevido.
William me miró y sonrió.
—Quién sabe. Un hermanito para Julianne no estaría mal, ¿o si?
—¿No ha pasado ni un día y ya estás pensando en otro?— le pregunté
sorprendida.
—Bueno, serán 9 meses para pensarlo.
La Sra. Jade soltó una carcajada.
—Te deberé encerrar en un cuarto y a este llevármelo a otra parte. No te
dejará tranquila, deberías tener cuidado.
—Ya lo creo.
—Ahora todas se ponen en mi contra. Bueno, hablaré con Julianne. Lo más
probable ella si desee tener un hermanito.
—Tendrás que esperar unos años para que eso ocurra.
—Mi princesa y yo tenemos un método de comunicación.
—No me digas…
—Deja tus calenturas, hijo. Debes dejar descansar a mi pobre nuera. La
matarás y es aún muy joven.
—Claro, el viejo soy yo ahora.
—No creo, todavía embarazas. —Reí por su comentario y William sonrió.
—No está tan cortada entonces. — la Sra. Jade iba a responder, pero quise
cortar el tema ahí.
—¿Podríamos hablar de otra cosa?
—Si, es lo mejor.
Ambos son tan directos y este tipo de temas no le incomodan en lo absoluto, en
cambio a mi me avergüenza.
2 semanas después…
Me dejaron dos días en el hospital y luego me enviaron a la casa. Todo ha ido
muy bien entre nosotros. Nos pasamos todo el tiempo con nuestra princesa,
cuidandola, cantándole, jugando con ella. Hemos disfrutado esos momentos tan
importantes con nuestra hermosa Julianne. Amamantar es muy sacrificado. El
descanso es poco, pero es un momento muy especial que uno tiene con su
bebé. Ver cómo se queda dormida en mi pecho y el sentir el calor de su suave
piel, es tan adorable. Duerme mucho y solo despierta cuando tiene hambre o
cuando William le habla. La bañamos juntos, la viste, le cambia el pañal, le
lee un cuento todas las noches, es un padre 4x4. Es adoración y bien celoso
con ella. Bueno, con las dos.
—Se quedó dormida rápido. — William la colocó en el moisés y se acostó en
la cama conmigo.
—¿Cómo te sientes, mi reina? — acarició mi mejilla y se acercó.
—Ya sé por dónde vienes.
—Yo también lo sé, querida.— sonrió malicioso.
—El hablar del demonio. No podemos tener nada. Tendrás que esperar.
—Anda, un poquito.
—No.
—Los dedos no embarazan, ni la lengua tampoco, muñequita.
—Si, luego una cosa lleva a la otra y terminó cediendo.
—No te contengas entonces, princesa. Un polvito al año no hace daño. Déjame
darte cariñito. La princesa está dormida y tenemos algo de tiempo para
relajarnos un poco, muñequita.
Julianne comenzó a llorar.
—Será en otra ocasión, pequeño demonio.— William comenzó a reír.
—Te has salvado por hoy, bonita. — sonrió y besó mi hombro antes de
levantarse.
2 semana después…
Decidimos regresar a Riverview. Las cosas estaban algo calientes, pero
decidimos los dos en hacer nuestra relación pública. William programó una
conferencia de prensa y contrató a varios guardaespaldas para que me
protegieran. Obviamente no lleve a Julianne ese día. La dejé con la Sra. Jade.
Mi padre vino con nosotros a quedarse por unos meses aquí en Riverview con
Brandon. Se casaron hace tres días e hicieron una boda doble. Todo quedó
hermoso. La decoración fue hecha por mi propio padre.
Los días ha ido pasando y todo ha ido encajando en su lugar. Al principio los
medios estuvieron revueltos, pero luego no les quedó de otra que aceptarlo.
William regresó a la empresa y quiso que también nosotras lo hiciéramos. Le
preparó la oficina con un moisés y todo. Al principio no lo consideré buena
idea, pero al ver que lo hizo por estar al pendiente de las dos aún en el
trabajo, accedí hacerlo. Está más sobreprotector que nunca con las dos. El
proyecto fue aprobado y en un mes comenzarán la construcción, ya cuentan con
todos los materiales. Ahora que las cosas se calmaron con la prensa, los
ejecutivos y beneficiarios aceptaron sin problemas. Estoy muy orgullosa de
William, tanto como esposa, madre de su hija, amiga, compañera y asistente.
Es un hombre sumamente especial. Es un buen esposo, jefe, amigo y padre. No
me arrepiento de haberlo escogido como esposo. Cada día me enamoro más de
él.
—¿Dónde está mi café, Srta. Díaz?— comentó con una sonrisa.
—Enseguida se lo busco. No sé diga más.
—Creo que se le olvidó algo.
—Ahora que me acuerdo, creo que tiene toda la razón, Sr. William.— puse
mis brazos alrededor de su cuello y lo besé. William me agarró los glúteos y
me acercó a él. —Te estás aprovechando de la situación, cariño.
—Por supuesto. Al final de cuentas esto me pertenece. — las apretó
fuertemente y sonrió.
—Pervertido.
—Pero te gusta que sea así.
—Sí, no puedo negarlo. Regreso enseguida, mi amor. — lo besé de nuevo
antes de salir de la oficina.
Fui a prepararle el café y me tomó algo de tiempo. No me acordaba de cómo
usar la máquina. Al terminar caminé por el pasillo de vuelta, cuando me
encontré con el Sr. Kyle.
—Buenos días. Cuánto tiempo sin verla.
—Buenos días, Sr. Kyle. Si, ha pasado algo de tiempo.
—¿Es para el Sr. William? — se refirió al café.
—Si.
—Me gustaría probar algún día uno suyo.
—Si, un día. Debo llevárselo antes que se quede con la oficina. — sonreí
nerviosa tratando de caminar.
—Me alegra mucho haberla podido ver de nuevo. Ha cambiado mucho. Se ve
mucho más…
—¿Me gustaría saber qué vas a decir, Kyle? — escuché la voz de William y
me quedé fría.
—Nada, joven William.
—No te quiero cerca de mi esposa y hablo en serio. — William se veía
molesto y me agarró por la cintura hacia el.
—Lo siento, joven William. Seguiré en mi trabajo. Permiso. — El Sr. Kyle
bajó la cabeza y se fue.
—¿Y a este qué mierda le picó? — preguntó William molesto. No quise decir
nada al verlo tan alterado.
Caminamos de vuelta a la oficina.
—Toma el café, mi amor. — se lo tomó así caliente como estaba.
—Te vas a quemar, cariño.
—No creo que pueda estar más caliente que ahora y no hablo precisamente de
esa calentura que piensas.
—Así que también puedes ponerte así de celoso… — comenté riendo.
—¿Qué demonios se está creyendo el? En mis propias narices. Eso sí me
molesta. Debí echarlo a la mierda.
—No es para tanto, enojón.
—Para mi lo es. Es una falta de respeto.
—No dijo nada malo, ¿O si?
—Ya conozco por dónde viene. Es el maldito colmo.
—Deberías calmarte un poco, cielo. Solo tengo ojos para ti.
—Lo sé. La rabia no es contigo, mi reina. Es con ese imbécil.
—Pero qué celoso se ha vuelto mi esposo.
—Tirándote las cabras al corral luego de todo lo que te hizo pasar. Viejo,
infeliz. — se sentó en su silla y me fui detrás de él para hacerle un masaje en
los hombros.
—Cálmate, cielo. Ya no volverá a molestar. ¿Podrías sonreír para mí y quitar
esa actitud de niño rebelde?
—Lo siento, mi reina. No quería que me vieras así. Sé me pasará con una
condición.
—¿Cuál?
Giró la silla y me agarró la mano.
—Que me des muchos besitos y me digas que no dejarás que se te acerque
nunca.
—Que niño tan caprichoso. — reí divertida y lo besé. —No dejaré que se me
acerque nunca. No voy a mirar a alguien más que no seas tú, eres al único que
quiero y…
—¿Y?
—Te amo mucho. — William sonrió y me besó.
—¿Mejor?
—Mucho mejor, princesa. — me agarró por la cintura y lo besé.
En la tarde nos reunimos con la Sra. Jade y Dany. Nos invitaron a cenar y dejé
a Julianne con una nana. Me pidió que viniera y no entendía la razón de su
insistencia hasta que ví que ambos se giraron hacia William. Caí en cuenta de
lo que estaba a punto de suceder y me quedé mirando a William. No quise
decir nada, solo dejé que hablaran.
—Hay algo que tenemos que decirte, hijo. Lo más probable luego de esto nos
odies a los dos, pero creo que ha llegado el momento. — La Sra. Jade le contó
exactamente lo mismo que me contó a mi, a diferencia que no le dijo hasta el
final que esa persona de la que hablaba era Dany. William se quedó
escuchándola hasta el final, no la interrumpió para nada, solo dejó que se
desahogara. — Esa persona con la que tuve un hijo, — hizo una pausa.— Es
Dany.
Su expresión no mostró molestia, pero sí una profunda tristeza. A la primera
persona que miró fue a mi. Desvíe la mirada ya que no encontré cómo mirarlo.
—Lo sabías, ¿cierto?— fue lo primero que preguntó. No podía negarlo en su
cara.
Me quedé en silencio y bajé la cabeza.
—Yo tengo que salir de aquí. — William se levantó de la silla y creí que se
iría solo, pero me extendió su mano para ayudarme a levantar.
—William, por favor. Hablemos. — pidió la Sra. Jade.
—Necesito un espacio, mamá. Permiso.
Caminé a su paso hasta el auto.
—¿Por qué no me dijiste, princesa? — su voz se escuchaba entrecortada.
—No era algo que me correspondía a mi, mi amor. Era un secreto que me
confío tu mamá y no podía decir nada sobre eso. Perdóname. Sé que habíamos
dicho que no habrían secretos entre los dos y falle a eso. Te juro que no fue mi
intención.
—No estoy molesto contigo, cielo.— William me abrazó fuertemente.— No te
sientas mal por eso. Necesitaba un espacio o me volvería loco. No quería
quedarme en ese lugar ahora.
—Tu mamá está muy afectada por esto. Ella hubiera querido decirte mucho
antes, pero el miedo no se lo permitió. Ella no quería que odiaras más a tu
papá. Yo sé que no debo meterme en esto, pero...
—Tienes todo el derecho. Eres mi esposa.
—No te molestes con ellos. Jamás han querido herirte.
—Lo sé, pero duele. Creí que ella confiaba en mí lo suficiente como para no
haberme ocultado algo como esto. Me duele que no creyó en mí. Yo conocía
parte de esta historia. Si ella me lo hubiera dicho antes…
—Si te lo hubieran dicho antes las cosas hubieran resultado peor. Ambos lo
sabemos. Le has guardado rencor a el Sr. Dany y es comprensible, pero él no
tuvo la culpa de nada. Al igual que tú, él también está sufriendo. Comprendo
que estés herido, pero no hay razón para seguir guardando rencor. Somos una
familia ahora. Haz que esto te sirva para olvidar, amar y perdonar. Ellos
quieren lo mejor para ti.
—¿Qué sería de mí si no te tuviera? — William acarició mi mejilla.
Estuvimos así por unos minutos. —Vamos dentro.
Me sorprendió que haya dicho eso. Lucía más sereno.
—Quiero decirles que no estoy molesto con ninguno de los dos. Son cosas que
pasan, supongo. Si tengo mis diferencias aún con Dany, pero creo que llegó el
momento de aclararlas. Estoy consciente que él no tuvo la culpa de nada, lo
que me daba rabia era que fueran de la misma familia. Le hicieron vivir
muchas cosas a mi madre y es por eso que le guarde rencor a todos y cada uno
de ellos. Creo que me debo disculpar por la forma en que he actuado contigo,
Dany. Quiero tratar de mantener las cosas como están. En pocas palabras,
quiero que sigamos con la misma buena comunicación como hasta ahora.
Quiero pedirte que me tengas un poco de paciencia. Estoy consciente que ya
una vez trataste de decírmelo, pero te malinterprete. Siento mucho también
eso.
—No te preocupes, William. Me hace feliz saber que ya no me guardas rencor.
Yo quiero pedirte disculpas por todo, por no haber estado ahí para ustedes.
Estoy orgulloso de que seas mi hijo y de tu madre por ser una persona tan
maravillosa. Te ha criado como un hombre hecho y derecho, con principios,
educado y recto. Ese trabajo lo hizo sola y es digno de admirar. Gracias por
permitirme la oportunidad de estar cerca de ti como hasta ahora. Quiero que
las cosas entre los dos mejoren día tras día. Nada me harías más feliz que
estar cerca de mi hijo y mi nieta.
—Gracias, mamá. Todo lo que soy te lo debo a ti y soy yo quien está orgulloso
de tener una madre como tú.
—Ya cambiemos este ánimo tan deprimente. — la Sra. Jade tenía una lágrima
asomada y aún así se las ingenio para evitar llorar.
Me alegra tanto que William no lo haya tomado tan mal y que algo aprendió de
esto. Es el hombre más maravilloso que pueda existir. Me he sacado la lotería
con él.
Hoy se cumplen 4 meses desde que nos mudamos a Riverview de vuelta.
William me ayudó a sacar la licencia y con lo que he ganado de trabajo, me
compré un auto. Todo lo quise hacer por mi cuenta. Nuestra princesa está cada
vez más grande. El tiempo ha pasado tan rápido. William ha estado pendiente
del proyecto y lo he dejado tranquilo para que pueda hacer las cosas bien.
Hace una semana me estuve sintiendo rara y me preocupe. No quise decirle
nada porque ha tenido mucho trabajo y no quise preocuparlo. Para mi sorpresa
me enteré que estoy embarazada. No sé cuánto tiempo tengo, pero no debe ser
mucho. No pensé que sería tan pronto, pero sucedió. Planeo decirle todo esta
noche. Lo invite a cenar para que estuviéramos a solas. Estoy algo ansiosa
porque a pesar de saber que él no se molestara, no estoy segura de que sea el
momento. Sé que no podré ocultarlo por mucho tiempo.
—Puntual como siempre, cielo.— le dije al verlo acercarse a la mesa. Me
levanté para abrazarlo.
—Para mi esposa siempre. — William me entregó un ramo de rosas rojas.
—Son hermosas, mi amor.
—No más que tú, mi reina. —me dió un tierno beso y lamió sus labios. —
Mmm, ¿Cherry?
—Si, cariño.
—Delicioso. — sonrió dulcemente.
Me ayudó a sentarme en la mesa para luego sentarse él.
—Estás nerviosa, ¿Te ocurre algo, princesa?
—No, amorcito. ¿Te he dicho lo guapo y bello que eres?
—Vaya, mi esposa está directa.
—Quería darte las gracias por ser un hombre tan maravilloso. Eres un buen
esposo y un excelente padre. Estoy orgullosa de todo lo que has podido lograr.
Estoy feliz porque por fin pudiste lograr el proyecto que tanto trabajo te costó.
Sé que todo lo que te propongas, vas a alcanzarlo. Quiero decirte también que
estoy tan enamorada de ti, que cada día que pasa te amo mucho más. Ustedes
son lo más valioso que tengo.
William sonrió tiernamente y me miró fijamente.
—Tú y nuestra hija son lo más importante, valioso y hermoso que tengo. Yo
soy quien está agradecido de tenerlas conmigo. Soy el hombre más afortunado
y feliz de haber encontrado a alguien tan especial como tú. Dios me permitió
conocerte y fue lo más maravilloso que ocurrió en mi vida. Estoy seguro que
cada día que pase, te voy amar mucho más que ayer. No puedo ver mi vida sin
ustedes dos.
—Tres, mi amor.
—¿Tres? — preguntó confundido. Sonreí y fue cuando cayó en cuenta. — ¿Eso
significa que...?
—Si, cariño. Estoy embarazada. — William abrió sus ojos de par en par y se
levantó de la silla tan de repente dejándola caer al piso.
—William… — vino hacia mí y me abrazó. Todo el mundo se le quedó
viendo.
—Yo no puedo creerlo. Un hermanito/a para nuestra hermosa Julianne. No hay
palabras para describir lo feliz que me siento. Gracias, mi amor. Gracias por
hacerme el hombre más feliz sobre la tierra. Julianne también se va a poner tan
feliz. Dios, las amo tanto. — se arrodilló y besó muchas veces mi barriga.
—Levántate de ahí, mi amor.
—Que me miren, no me importa. Estoy tan contento que no quiero despegarme
de aquí. — acercó su cabeza a mi barriga y la acarició con su mejilla. —Ya
quiero que pase el tiempo y estés con nosotros. — musitó en mi barriga.
Acaricié su pelo. — Te prometo que los haré felices y me dedicaré solo a
ustedes tres. Las amo demasiado. Te quiero tener siempre conmigo, corazón.
—Estaremos siempre contigo, precioso. Nosotras te amamos más. — William
me miró y sonrió. Sus ojos estaban llorosos, pero su sonrisa se veía tan
sincera y mas hermosa que nunca, que sentí ganas de besarlo.
No me importaba dónde estaba. Me sentía tan feliz que solo podía verlo a él.
No sé lo que nos depare el destino, pero de algo estoy segura y es de que
William es todo lo que quiero. Lo amo como jamás he amado a alguien. Soy la
mujer más afortunada, por tener a alguien como William a mi lado. Quiero
estar a su lado siempre…
*★*
Todos merecemos tener una historia de amor…