Aputntes Mural Reintegracion
Aputntes Mural Reintegracion
Aputntes Mural Reintegracion
Generalmente están asociados a una patología que los ha provocado y que es necesario conocer y
solucionar antes de abordar su tratamiento. Es imprescindible detener el problema que ha originado la
laguna, ya que en caso contrario volverá a producirse y es probable que los materiales empleados en su
reintegración causen nuevos deterioros.
En una pintura mural las lagunas pueden producirse por diversos factores, que en muchos casos actúan
de forma conjunta. El más determinante es la acción del agua, bien de forma directa a través de la lluvia,
bien por filtración ascendente, descendente u horizontal o bien por condensación superficial. Este factor,
en combinación con cambios bruscos de temperatura y humedad relativa ambiental favorecen, tanto los
movimientos de materiales con coeficiente de dilatación distinto, como las migraciones salinas, que al
cristalizar en los distintos estratos de la obra pueden provocar separación entre los mismos o
disgregaciones en la superficie . Este factor está íntimamente relacionado con el estado en el que se
encuentra el inmueble, así como en el control de las condiciones climáticas del mismo, que deberá ser el
primer paso a dar en cualquier intervención que se realice sobre una pintura mural.
En otras ocasiones pueden producirse por cuestiones inherentes a la propia pintura, bien por un defecto
técnico en su ejecución, o por el empleo de materiales especialmente sensibles al paso del tiempo y al
deterioro, como es el uso de las partes ejecutadas al seco o los añadidos de determinados tipos de
láminas metálicas,. En estos casos sólo se puede intentar mantener unas condiciones medioambientales
estabilizadas.
La acción humana también suele generar lagunas en los murales, tanto por el empleo de tratamientos
inadecuados sobre la pintura, como por accidentes y actos vandálicos.
Además, los accidentes naturales, en especial inundaciones, incendios y terremotos generan problemas
extremos, en este sentido, y muy difíciles de tratar, como en el caso de los frescos de la Basílica de San
Francisco en Asís (Basile, 2001).
Como ya hemos explicado las lagunas o faltantes resultan un problema para las pinturas murales en
varios sentidos y en los siguientes apartados vamos a analizarlos desde tres puntos de vista:
Como venimos diciendo, las lagunas presentes en un mural no producen únicamente una incomodidad
en su contemplación.
Aunque la pintura se encuentre totalmente estabilizada, una laguna siempre puede constituir en sí misma
un problema de estabilidad futuro para la obra. Su perímetro es una zona frágil, con puntos débiles en
donde pueden comenzar nuevos deterioros.
Las dimensiones que pueden llegar a alcanzar en una pintura mural y las características de los materiales
con los que están ejecutadas estas obras hacen que su tratamiento se considere como parte del proceso
de estabilización, en particular, en cuanto al tipo de materiales empleados para la reintegración matérica
y el criterio sobre cómo deben ser aplicados.
Este hecho lleva a que en el momento de decidir el material y criterio más adecuado prime el asegurar
una estabilidad en el futuro de la obra frente a otras cuestiones como pueden ser la reversibilidad de la
intervención o el uso de materiales diferentes al original, como forma de respeto por el mismo.
Por eso una de las formas necesarias de estudiar y clasificar las lagunas, además de por su tamaño y
extensión, será la de hacerlo atendiendo a los estratos de la obra a los que afectan.
En este sentido podremos hablar de los siguientes tipos de lagunas (Botticelli, 1992):
- Pérdidas de color, estrato pictórico o intonaco, estratos preparatorios o arriccio y soporte.
El análisis de los estratos a los que afecte será determinante al seleccionar tanto los materiales
específicos a emplear, como el criterio a seguir en cuanto a la reintegración matérica e incluso cromática.
Como resulta evidente otro de los problemas más importantes que generan las lagunas en una
obra pictórica es el de la alteración en la percepción de la imagen de la misma. En el caso de la pintura
mural este hecho se hace especialmente significativo ya que interfiere también y de forma notable, en el
modo de percibir y sentir el espacio en el que se encuentra la obra, puesto que rompe el recorrido visual
que realiza el espectador en dicho ámbito.
La incidencia de una laguna no depende sólo de su tamaño, sino que tendrá mucho que ver con su
ubicación y su contexto. A veces lagunas de grandes dimensiones apenas interrumpen la lectura de la
imagen, mientras que otras más pequeñas adquieren un enorme protagonismo, relegando al tejido
pictórico a un segundo plano.
Tal y como expuso Brandi en su teoría (1963), las leyes de la llamada psicología de la percepción o
teoría de la Gestalt, nos ayudan a entender cómo funcionan nuestro ojo y cerebro ante una obra que
presenta lagunas y, por tanto, cuál sería el mejor modo de intervenir sobre la imagen de las mismas.
Uno de sus principios organizativos fundamentales expone cómo la mente humana tiende a organizar
formas que se realzan en un primer plano sobre un fondo, especialmente cuando dichas formas se
encuentran delimitadas, tienen un color continuo y por tanto son fácilmente recordables.
A la hora de cuantificar y cualificar las lagunas presentes en un mural y su incidencia deberíamos tener
presentes estos principios, que explican cómo actúa el cerebro humano ante determinados estímulos
visuales.
- El principio de destino común nos dice que se tiende a percibir como una unidad perceptual todos
aquellos elementos que se mueven en la misma dirección y velocidad. Esto explica porqué lagunas con
una direccionalidad marcada originadas por el roce de un elemento, los efectos de una gotera, etc,
resultan especialmente perceptibles.
- El de continuidad dice que todos los estímulos que guardan entre sí una continuidad se perciben como
una unidad. Podemos observarlo cuando observamos lagunas entramadas, fruto del picado de una
pintura para recibir un mortero superpuesto, faltantes originados por la migración de humedad entre
sillares, etc…
- El principio de Superposición explica porqué cuando un elemento bloquea la continuidad de otro se
percibe como más cercano y pasa a un primer plano, cosa que sucede siempre que una laguna rompe
una figuración.
- El Gradiente de textura: a mayor distancia los elementos se perciben más suaves, con los contornos
menos definidos y con menos textura. Por este factor es importante disimular los límites de la laguna y
emplear texturas en las reintegraciones discernibles menos importantes que las del tejido pictórico. Una
técnica que se basa, en cierto modo, en este principio es la del desenfoque de la reintegración, como
explicaremos más adelante.
- Sombreado: la luz siempre se asocia con el primer plano, mientras que los objetos sombreados se
alejan. Los faltantes, al dejar a la vista el color del mortero preparatorio, generalmente claro y luminoso,
tienden a venirse al primer plano visual. Igualmente, por este motivo, los colores que se empleen para
rellenar lagunas siempre deberán ser más oscuros y fríos que los originales.
-Tamaño relativo: a más distancia más pequeño. Es por este principio, unido al de gradiente de textura, por
el que algunas reintegraciones realizadas sobre pinturas murales en las que se ha querido
sobredimensionar el rigatino tradicional no han obtenido resultados muy positivos, sino que han
terminado por alcanzar un protagonismo mayor que el original.
-Altura relativa: cuánto más altos estén situados los objetos en el plano horizontal más lejanos
parecerán.
-Pregnancia: tendencia a captar las formas del modo más regular, simple, simétrico, ordenado y
memorizable posible.
- Cierre o clausura: los elementos tienden a agruparse en figuras completas, ya que las áreas cerradas
son más estables y sencillas.
Uno de los objetivos que buscamos cuando reintegramos es el de trasladar la percepción de las lagunas
a un segundo plano visual, y conseguir de este modo, que pasen lo más desapercibidas posible para el
cerebro; en definitiva ayudarle a que no las tenga en cuenta. Por eso es conveniente, al analizar la obra,
definir grupos de lagunas según su tamaño, distribución, ubicación o localización y considerar todos estos
principios que nos ayudan a comprender cómo percibimos visualmente las imágenes.
Resulta muy elocuente en este sentido el ejemplo que propone Roberto Longhi
en el prólogo que escribe para el libro de Alessandro Conti, (1988), en el que
explica el caso de los frescos de Taddeo Gaddi en la capilla Baroncelli.
Centrándose en la escena de la “Natividad de la Virgen”, existe una laguna de
proporciones considerables tratada con el sistema de tinta neutra en el lugar
donde debería encontrarse Santa Ana, sobre el lecho, aparentando una cama
vacía, carente de significado.
En muchas ocasiones son las cartelas con textos, realizadas tantas veces al
seco con técnicas más perecederas, las que han perdido parte del texto que
completaba las escenas pictóricas. En casos así debe considerarse la pérdida
de información e intentar suplirla, bien con el tratamiento seleccionado para la
reintegración o bien con la aportación de información complementaria que
permita al espectador comprender la pintura ante la que se encuentra.
Este es, probablemente, uno de los problemas que menos abordan las
intervenciones actuales en la cultura occidental. El respeto por el original nos
lleva en ocasiones a no plantear cuestiones que afectan gravemente a la
integridad de la obra, no ya desde un punto de vista material, sino desde una
concepción global de la misma e incluso de su dignidad.