Murphy Cap 3 (Extracto)
Murphy Cap 3 (Extracto)
Murphy Cap 3 (Extracto)
Gregory L.
Murphy
Capítulo 3:
Teorías
El Enfoque de
Prototipos
Una serie de autores interpretaron que Rosch había sugerido que cada categoría
estaba representada por un único prototipo o mejor ejemplar. Esto es, quizá la
categoría de perro esté representada por un único perro ideal, el que mejor
encarna todos los atributos que normalmente se encuentran en los perros. He
presentado tal interpretación en el capítulo anterior como una forma de entender la
existencia de la tipicidad. Por ejemplo, los ítems típicos serían aquellos que son
similares a este prototipo; los ítems límites sólo serían algo similares a este
prototipo y serían también algo similares a otros prototipos. (De la misma manera,
los experimentos de patrones de puntos de Posner y Keele 1968, 1970
estimularon la adopción de esta interpretación, dado que sus categorías habían
sido construidas a partir de un prototipo literal.
No obstante, Rosch explícitamente negó que ésta fuera su propuesta (Rosch y
Mervis 1975, p. 575), aunque cabe destacar que a menudo sus escritos
promovieron dicha interpretación. La autora prefirió mantenerse abierta en cuanto
a la forma exacta en que está representada la estructura de tipicidad,
concentrándose en cambio en mostrar que tal estructura existe y ejerce una
influencia importante sobre el aprendizaje y el juicio acerca de las categorías.
*Existe una serie de formas en las que uno podría dar cuenta de los rasgos que coinciden o no, que van desde
simplemente ignorarlos hasta emplearlos como evidencia en contra de que pertenecen a la categoría. La
cuestión es compleja, no obstante, porque probablemente haga una diferencia el que un rasgo no coincida.
Por ejemplo, si puedo ver que un animal no tiene cola, esto parecería más importante que si no pudiese
comprobar si un animal tiene o no una cola, incluso aunque en ningún caso pudiera contar al animal como
portador de una cola. De manera similar, si un animal es marrón, y el concepto tiene dos colores en la lista,
digamos, marrón y verde, entonces ¿lo contraponemos al ítem que no es verde? Dado que existiría un color
típico para el concepto, resultaría extraño contar el hecho de que sea verde como una evidencia negativa. La
mayoría de las veces, las situaciones estudiadas por los psicólogos no han incluido o comparado tales casos,
y por lo tanto no existe una manera simple y consensuada de enfrentar estos problemas.
similitud con dos categorías (como es el caso de los tomates respecto de las frutas
y los vegetales), entonces las personas podrían no estar seguras y cambiar de
opinión acerca de éste. O incluso si el ítem sólo es similar a una categoría, sin
resultar muy similar—en otras palabras, muy cerca al criterio de categorización—
las personas no se mostrarán seguras acerca de éste. Podrían cambiar de opinión
en ocasiones diferentes si se concentraran en rasgos levemente diferentes o si se
realizara un pequeño cambio en el peso de uno de sus rasgos. En tercer lugar, es
comprensible que cualquier ítem típico sea más rápidamente categorizable que
aquellos que son atípicos. Los ítems típicos contarán con los rasgos de más peso
(ver Barsalou 1985; Rosch y Mervis 1975), y por lo tanto alcanzarán más
rápidamente el criterio de categorización. Si el lector ve una imagen de un pastor
alemán, su cara, forma, tamaño y pelo, inmediatamente coincidirán con valores de
gran peso del concepto de perro, lo que dará lugar a una rápida categorización. Si
el lector ve una imagen de un perro ovejero, la cara, largo del pelaje, y forma no
serán muy típicos, y por ende el lector deberá tomar en consideración más rasgos
con el objetivo de acumular suficientes pesos como para decidir si se trata de un
perro.
Recuérdese que Hampton (1982) demostró que los juicios de pertenencia a una
categoría pueden ser intransitivos. Por ejemplo, las personas creen que el Big Ben
es un reloj, y creen que los relojes son muebles, pero niegan que el Big Ben sea
un mueble. ¿Cómo es esto posible? Desde el enfoque de prototipos, esto sucede
porque las bases de la similitud cambia de un juicio a otro. El Big Ben es un reloj
en virtud de que marca el tiempo; los relojes son muebles en virtud de ser objetos
que uno coloca en la casa como decoración y por su utilidad (no en virtud de que
marcan el tiempo, dado que los relojes de pulsera no son considerados como
muebles). No obstante, el Big Ben no es similar al concepto de mueble, porque no
se encuentra en los hogares y es mucho más grande que cualquier mueble. Por lo
tanto, el concepto A puede ser similar al concepto B, y B puede ser similar a C, y
sin embargo A puede no ser muy similar a C. Esto es posible cuando los rasgos
que A y B comparten no son los mismos que comparten B y C (ver Tversky 1977).
En el enfoque clásico, este tipo de intransitividad no es posible, ya que cualquier
categoría debería incluir todo el conjunto abarcado por la definición del concepto
supraordenado, y por lo tanto sería imposible que la decisión de que algo es un
reloj no supusiera una decisión de que constituye un mueble.
Smith y Medin (1981) discuten otros resultados que podrían ser explicados por
este modelo de enumeración de rasgos. El más destacado entre ellos son los
efectos de falso parentesco: ¿Es más difícil responder ―no‖ a la pregunta ―¿Es
el perro un gato?‖ que frente a la pregunta ―¿Es el perro una montaña?‖ Dejaré a
modo de ejercicio para el lector derivar este resultado a partir del enfoque de
enumeración de rasgos.
Desarrollos Más
Recientes
Otro argumento que a menudo se esgrime acerca de las listas de rasgos es que
no poseen los tipos de relaciones que se necesitan para comprender un objeto en
su totalidad. Por ejemplo, una lista de rasgos de un pájaro no hacen a un pájaro—
se necesita que las partes estén conectadas entre sí de forma adecuada. Los ojos
de un pájaro están arriba del pico, posicionados simétricamente en la cabeza, por
debajo de la cresta. Este tipo de información es crítica para la conformación de
una verdadera ave, pero usualmente no aparece en las listas de rasgos, al menos
tal como son producidas por los participantes de los experimentos. Éstos podrían
enumerar ―tiene ojos,‖ pero no ofrecerán mucha información relacional acerca de
cómo los ojos encajan con otras propiedades de los pájaros. Sin embargo, la
gente claramente aprende esta información, y el lector se sorprendería
sobremanera si divisara un pájaro con el pico y los ojos colocados en una posición
invertida en la cabeza. Los esquemas pueden especificar esta información al
incluir relaciones detalladas entre las ranuras.
El Enfoque de Ejemplares
Como sucede en el caso del enfoque de prototipos, en esta teoría tiene que dar
lugar a la similitud. El terrier irlandés en mi patio es extremadamente similar a
algunos perros que he visto, es moderadamente similar a otros perros, pero es
asimismo apenas similar a los ponis y burros de pelo largo. Tiene la misma forma
en general y tamaño que una cabra, aunque carece de cuernos o barba. Es a su
vez en algunos aspectos se parece a algunos lobos que tengo en memoria.
¿Cómo podría dar cuenta de todas estas posibles categorizaciones: un montón de
perros, unas pocas cabras, lobos, y el ocasional poni o burro? Medin y Schaffer
(1978) argumentaron que es necesario ponderar en memoria estos ítems en
términos de cuán similares son al ítem. El terrier irlandés es extremadamente
similar a algunos de los perros en mi memoria, es moderadamente similar a los
lobos, es sólo vagamente similar a la cabra, y sólo apenas similar a los ponies y el
burro. Por lo tanto, cuando se suman todas las similitudes, existe
considerablemente más evidencia de que el objeto es un perro que de que sea
cualquier otra cosa. (Más adelante describiré este proceso en mayor detalle.)
Entonces, lo que determina cómo es categorizado un ítem no consiste sólo en el
número de ejemplares que tal ítem permite recordar; igualmente importante es
cuán similar es el objeto a cada recuerdo.
¿Cómo explica este enfoque los fenómenos que el enfoque de prototipos intentó
explicar? En primer lugar, esta teoría no afirma nada relativo a características
definicionales, por lo tanto no enfrenta los problemas que enfrenta el enfoque
clásico. En segundo lugar, el enfoque ofrece una explicación natural para los
fenómenos de tipicidad. Los ítems más típicos son aquellos que mantienen una
alta similitud respecto de muchos miembros de la categoría. Por lo tanto, un pastor
alemán es extremadamente similar a muchos perros y no es tan similar a otros
animales. Un perro tejonero no es tan similar a otros perros, y mantiene cierto
parecido a las comadrejas y los hurones, los cuales pesan en contra de su
conceptualización como perro. Un chihuahua es aún menos parecido a la mayoría
de los perros, y es más o menos similar a las ratas y cobayos, por lo tanto es aún
menos típico. Básicamente, cuanto más similar sea un ítem a los recuerdos de
perros, y cuanto menos similar sea respecto de los recuerdos de todo aquello que
no es un perro, más típico será dicho ítem. Los casos limítrofes son aquellos ítems
que resultan casi igualmente similares a los recuerdos de miembros de la
categoría y a los que no son miembros de tal categoría. De manera que un tomate
es similar a algunas frutas en términos de que tiene semillas, es redondo y de piel
comestible, etc., pero es similar a algunos vegetales en términos de su sabor y de
cómo se prepara comúnmente.
Los ítems típicos serían categorizados más velozmente que los atípicos, dado que
resultan muy similares a un gran número de miembros de la categoría, y por lo
tanto es muy fácil encontrar evidencia de que pertenecen a ésta. Cuando uno ve a
un perro pastor alemán, puede rápidamente recordar muchos perros que se han
visto y que son similares a él; cuando se ve a un chihuahua, se encuentran menos
perros que sean similares a éste. Por lo tanto, la evidencia positiva se acumula
más rápidamente cuando un ítem es típico (Lamberts 1995; Nosofsky y Palmeri
1997). El caso de la intransitividad de categorías es explicado en una forma similar
a la del enfoque de prototipos. Por ejemplo, el Big Ben es similar a ejemplares de
relojes que el lector ha visto, en muchos aspectos. Pero el Big Ben no resulta muy
similar a la mayoría de los ejemplares de muebles (camas, vestidores, sillones,
etc.), y por ende no alcanza a satisfacer el criterio de categorización. Cada vez
que el fundamento para la similitud cambia, el modelo de ejemplares es capaz de
explicar este tipo de intransitividad.
Cabe destacar como punto final que el modelo de ejemplares requiere que estos
recuerdos hayan sido específicamente categorizados. Es posible fácilmente
reconocer a un pastor alemán como un perro debido a que es parecido a otras
cosas que también han sido identificadas como perros. Si se hubiesen visto un
montón de otros pastores alemanes sin reconocer lo que eran, entonces éstos no
serían de ayuda a la hora de clasificar este objeto similar. Me explayaré sobre este
requerimiento de codificación explícita nuevamente más adelante.
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¿Qué Es Un Ejemplar?
Imagínese que se ha estado aprendiendo categorías conformadas por figuras geométricas impresas en
cartas. Cada figura está definida por la forma, el color, el tamaño, y la posición (a la izquierda o derecha
en la carta). Luego de haber aprendido las categorías, supóngase que se presenta un nuevo ítem, un
triángulo grande y verde en la parte izquierda de la carta. ¿Cómo calcular su similitud respecto del resto
de los ítems, para decidir si pertenece a la categoría? La discusión del texto principal brinda un esbozo
general de cómo decidir esto. Esta sección presentará en mayor detalle cómo se realiza dicho cálculo en
los experimentos orientados a derivar predicciones exactas según el modelo contextual.
Presentado el gran triángulo verde a la izquierda, uno podría compararlo con cada uno de los ejemplares
recordados. Supóngase que además se recuerda haber visto un gran triángulo azul a la derecha. Para
evaluar cuán similar es se necesitaría evaluar el valor de coincidencia y no-coincidencia para cada
dimensión. Los dos estímulos coincidirían en dos dimensiones, el tamaño y la forma, y por lo tanto se les
asignarían valores de 1.0. Ambos estímulos fallarían en coincidir en dos dimensiones, y por ende se les
asignarían valores de Sc (para el color) y Sp (para la posición). Sc indicaría cuán similar es el estímulo verde
de un estímulo comparado con el azul del otro estímulo. Si estos resultaran ser razonablemente similares,
el valor se acercaría a 1; si fueran considerados bastante diferentes, entonces el valor sería cercano a 0.
Sp correspondientemente indicaría el grado de similitud entre las posiciones izquierda y derecha. Empleando
la regla multiplicativa, calcularíamos la similitud total de estos dos estímulos como 1 x 1 x S p x Sc. El
problema reside, entonces, en cómo determinar exactamente en qué consisten S p y Sc de manera de poder
obtener el número correspondiente. En general, la respuesta consiste en que dichos números pueden ser
calculados a partir de los resultados del experimento en sí. Por ejemplo, es posible ver cuán
frecuentemente las personas categorizan un ítem que es parecido a un ítem aprendido pero que difiere en
el color; y es posible ver cuán frecuentemente las personas categorizan un ítem que es parecido a un ítem
aprendido pero que difiere en la forma; y así. Utilizando un programa de modelado matemático, los
investigadores de esta área pueden ingresar las fórmulas adecuadas para cada ítem (i.e., cuán similar es
cada ítem de la prueba respecto de cada ítem aprendido, de acuerdo a la regla multiplicativa), y el
programa proveerá los valores de Sp, Sc y de otras similitudes que contribuyen a que el modelo se
desempeñe lo más eficientemente posible. Éstos son los llamados parámetros libres de un modelo, ya
que son estimados a partir de los datos, en vez de ser establecidos por la teoría de antemano. (Otras
teorías también cuentan con parámetros libres. Por ejemplo, he mencionado que la teoría de prototipos a
menudo establece ponderaciones en términos de cuán importante es cada rasgo para la categoría. Éstas
pueden ser estimadas a partir de los datos como parámetros libres, aunque también podrían ser
directamente medidos por medio de recursos análogos a los descritos en el próximo párrafo.)
Desafortunadamente, el asunto no concluye aquí. Recuérdese que Medin y Schaffer además discutieron
la posibilidad de que se debiera prestar atención a algunas dimensiones más que a otras. Supóngase, por
ejemplo, que los sujetos por alguna razón nunca hayan prestado
atención a la posición de las figuras, quizá por pensar que no se trataba de un factor
relevante. Ahora, el valor de Sp que calcularíamos por medio del procedimiento arriba
descrito incluiría tanto a la similitud intrínseca de los ítems como a la atención que los
participantes le prestaron. Si los participantes realmente habían ignorado a la posición,
entonces Sp sería igual a 1—sugiriendo que las posiciones derecha e izquierda fueran
percibidas como idénticas. Esto es, no existiría forma de separar la puntuación de no-
coincidencia del grado de atención que la gente le presta a dicha dimensión, ya que
ambas estarían siendo utilizadas por los participantes para efectuar las decisiones
categoriales. Esto no constituye necesariamente un problema, pero a veces uno
desearía conocer las similitudes reales, independientemente de saber a cuáles
dimensiones los participantes prestan atención.
Una manera de enfocar esta dificultad sería elegir las diferencias entre los estímulos de manera que se
supiera que son igualmente distintas para las distintas dimensiones. Por ejemplo, al pedir a diferentes
sujetos que generen puntuaciones de similitud, sería posible elegir la diferencia de tamaño (valores para
los ítems grandes y pequeños) que correspondiera psicológicamente al mismo valor que las diferencias
en el color (entre los valores particulares de azul y verde), las cuales serían a su vez equivalentes a las
diferencias en la forma, etc. El experimentador podría solicitar a los participantes que puntuaran la
similitud de todos los estímulos antes de llevar a cabo el experimento de categorización. Luego él o ella
podrían elegir aquellos valores de los estímulos que fueran equivalentes, o al menos los valores relativos
de Sp, Sc, y el resto podría ser medido. Desafortunadamente, esta técnica no diría nada acerca de cuánta
atención le presta la gente a cada dimensión durante el aprendizaje, sino sólo cuán perceptualmente
similares son los valores del estímulo. Para descubrir cualquier variación atencional, uno aún debería
estimar los parámetros de S a partir del experimento principal.
El cálculo de las predicciones exactas para estos modelos no es algo que pueda ser fácilmente realizado
con lápiz y papel, tal como se puede apreciar a partir de esta descripción. Los cálculos reales de los
valores de S y por lo tanto las predicciones precisas del modelo son casi siempre efectuadas en
conjunción con un programa de modelado matemático. En otros casos, las propiedades de los modelos
pueden ser dilucidadas a partir de la evidencia empleando una forma general de la regla de similitud (e.g.,
Nosofsky 1984; 1992). Pero éstas no son tareas para principiantes.
lo que Nosofsky encontró. Luego del aprendizaje, enseñó los ítems a los
participantes y les pidió que evaluaran su tipicidad. El ítem más frecuente y el
resto de los ítems que se acercaban a éste fueron juzgados como más típicos que
los ítems menos frecuentes.
Según este resultado, entonces, un ejemplar no es una cosa real sino el encuentro
con dicha cosa. Por lo tanto, si me encuentro a Wilbur un centenar de veces, esto
crearía 100 ejemplares, y no sólo uno. Nosofsky además realizó una simulación
del modelo de ejemplares, mostrando que podía dar mejor cuenta de los
resultados si se consideraba a cada presentación del estímulo como un ejemplar,
más que a cada tipo.
Barsalou, Huttenlocher, y Lamberts (1998) planteó un problema posible con esta
interpretación del experimento de Nosofsky. Estos autores señalaron que no
conocemos lo que los participantes razonaron acerca de los colores que
reaparecían. Quizá hayan pensado que los estímulos consistían en objetos de
alguna forma diferentes incluso aunque parecieran idénticos. (Resulta difícil
discernir cómo interpretar la reaparición de estos ítems, dado que se trataba de
parches de colores y no de objetos). Más aún, como los parches de colores eran
difíciles de recordar precisamente, quizá las personas no se hayan dado cuenta de
que se les estaba mostrando exactamente el mismo ítem en repetidas ocasiones.
Quizá hayan razonado que los colores eran levemente diferentes. Si fuera así,
entonces éstos naturalmente contarían como ejemplares separados.
* La historia es algo más compleja que la forma en que la estoy presentando aquí. Cuando Barsalou et al.
siguieron los pasos para enfatizar la individualidad del ejemplar o cuando emplearon sujetos para justificar
verbalmente sus respuestas, comenzaron luego a tratar a los tipos e instancia de manera diferente.
enfoques, y fue en cierto sentido construido a partir de ellos. Como resultado, no
hemos discutido aún los resultados experimentales que condujeron a este
enfoque, y no estamos listos para hacerlo ahora. En uno de los capítulos
siguientes (capítulo 6) se presentará una exposición más detallada de esta teoría.
No obstante, será útil mantener este enfoque en mente mientras el lector lea los
próximos capítulos, y por lo tanto ahora presentaré una más o menos breve
descripción de dicha teoría, sin detenerme demasiado en la evidencia
experimental.
La importancia de tal conocimiento puede ser ilustrada aún mejor por el tipo de
categorías que Barsalou (1985) denominó categorías derivadas de metas. Éstas
son categorías que se definen sólo en términos de la forma en que sus miembros
cumplen con un determinado plan o meta, por ejemplo, cosas para comer en el
marco de una dieta, cosas para llevarse de casa durante un incendio, buenos
regalos de cumpleaños, etc. En el caso de las categorías derivadas de metas, el
parecido familiar explica poco de su estructura categorial. Por ejemplo, las cosas
para comer en una dieta podrían incluir el apio, la gelatina sin azúcar, la gaseosa
dietética, las papas al horno, el pescado al horno, y la leche desnatada. Estos
ítems difieren en muchos respectos. Son mucho menos similares entre sí
comparadas con categorías de comidas normales tales como los productos
lácteos o las carnes, y sin embargo, todas están incluidas en la misma categoría
en virtud de ser cosas que la gente come cuando está a dieta. Aquí, el ideal sería
algo tal como tener la menor cantidad de calorías o de materia grasa. Por ende, el
apio es un excelente ejemplo de cosas que comer en una dieta, porque no
contiene virtualmente nada de grasa y es extremadamente bajo en calorías. El pan
es un ejemplo razonablemente bueno, aunque tiene bastantes más calorías y
materia grasa. El jugo de frutas podría ser un ejemplo moderado, dado que es
bajo en grasas pero no es particularmente bajo en calorías. Y el helado sería un
mal ejemplo. Barsalou encontró que los ejemplos más típicos de las categorías
derivadas de metas eran aquellos más cercanos al ideal. Una porción significativa
de la variación no podía ser explicada por el parecido familiar. Este es un caso
extremo en el que el lugar de un ítem dentro de una estructura más amplia de
conocimiento constituye quizá el aspecto más importante de la pertenencia a una
categoría, mientras que el ―promedio‖ de las propiedades de los miembros de la
categoría tiene muy poco peso. Por ejemplo, el mejor alimento para comer en una
dieta sería una comida llenadora sin calorías, materia grasa u otros ingredientes
indeseables. No obstante, estas propiedades no son en absoluto del tipo más
frecuentemente encontrado en los alimentos que la gente realmente consume
cuando está a dieta. Por lo tanto, este ideal parece haber sido impuesto por
nuestra comprensión de lo que se supone que es la categoría, lo cual a su vez
está motivado por nuestra comprensión de cómo ésta se ajusta al resto de lo que
ya sabemos acerca de los alimentos y sus efectos sobre nuestros cuerpos. El
ideal no podría ser derivado sólo a partir de la observación de ejemplos y de
percibir aquellos rasgos que aparecen más frecuentemente. Aunque las
categorías derivadas de metas son un ejemplo extremo de esto (dado que los
miembros tienen poco en común más allá del ideal), Barsalou además encontró
evidencia de la importancia de los ideales en las categorías comunes (ver capítulo
anterior). Además, recuérdese que Lynch et al. (2000) encontró un patrón similar
para la categoría de los árboles; muchos otros ejemplos relacionados son
descritos en el capítulo 6.
Uno de las cuestiones asociadas al enfoque del conocimiento es, entonces, que
las personas no se apoyan en la simple observación o aprendizaje de rasgos para
aprender nuevos conceptos. Las personas prestan atención a los rasgos que su
conocimiento previo les indica que son los más importantes. Realizan inferencias y
agregan información que no es en verdad percibida en el ítem en sí mismo. Su
conocimiento es empleado de manera activa para dar forma a lo que se aprende y
a la manera en que dicha información es empleada luego del aprendizaje. Este
aspecto de la teoría será presentado en más detalle en el capítulo 6.
Una clara limitación del enfoque del conocimiento ya debería resultar aparente;
gran parte de los conceptos no podrían estar basados en el conocimiento previo.
Por ejemplo, se podría contar con un conocimiento previo que ayudara a
comprender por qué un avión tiene alas, cómo se relaciona esto con su capacidad
para volar, cómo funcionan los jets o las hélices, etc. No obstante, probablemente
sólo la observación real de los aviones permitiría aprender dónde suelen estar
colocadas las hélices, qué forma tienen las ventanas, que los asientos usualmente
ya no cuentan con un respaldo, etc., ya que estas cosas no pueden ser predichas
a partir del conocimiento anterior al aprendizaje de la categoría. O, en otros casos,
es sólo luego de observar algunos miembros de la categoría que se puede saber
qué conocimientos son relevantes y podrían ser empleados para comprender la
categoría (ver Murphy 2000, para una discusión). Entonces, el enfoque del
conocimiento no pretende explicar todo lo referente a la adquisición de conceptos
aludiendo al conocimiento general; también debe presuponer un mecanismo de
aprendizaje que esté basado en la experiencia. Esto podría ser visto como una
falla del enfoque del conocimiento, o simplemente podría considerarse al proceso
de aprendizaje empírico como un problema aparte. Esto es, los proponentes del
enfoque del conocimiento procuran señalar las maneras en las que el
conocimiento previo influencia el aprendizaje de nuevos conceptos, mientras que
otros aspectos del aprendizaje no son considerados como parte del fenómeno que
se está intentando explicar. Sin embargo, debería quedar claro que una teoría
completa requeriría de una explicación integrada de todos los aspectos del
aprendizaje de conceptos. Más aún, no deberíamos asumir necesariamente que
los componentes del aprendizaje empírico y basado en el conocimiento
constituirían módulos separables. Es posible que los dos interactúen de maneras
complejas por las que deberían ser estudiados en conjunto para comprender cada
una de ellos (Wisniewski y Medin 1994). No obstante, esta discusión deberá
esperar hasta un capítulo siguiente.
Conclusiones
Resultaría muy prematuro evaluar los diferentes enfoques en esta sección del
libro. No obstante, cabe destacar que ninguno de ellos sufre de los problemas del
enfoque clásico. Todos ellos activamente predicen que las categorías comprenden
gradaciones de tipicidad y que existen casos limítrofes. A diferencia de las
revisiones posteriores del modelo clásico (presentadas en el capítulo anterior; e.g.,
Armstrong, Gleitman, y Gleitman 1983), estas teorías argumentan que la
vaguedad de las categorías es una parte integral del procesamiento conceptual,
más que una influencia poco feliz sobre algo que no corresponde al ―verdadero‖
concepto. Esto sería así porque la similitud de los ítems es inherentemente
continua. Los miembros de la categoría son más o menos similares entre sí y
respecto del prototipo, y esta gradación de similitud conlleva diferencias en la
tipicidad, diferencias de tiempo de reacción en los juicios, y diferencias en el
aprendizaje. De la misma manera, el que un ítem sea consistente con el
conocimiento de uno acerca de un dominio complejo no es un asunto todo-o-nada,
sino más frecuentemente una cuestión de consistencia relativa. Por lo tanto, a
diferencia de lo que se derivaría del enfoque clásico, los fenómenos de tipicidad
no son una molestia que deba ser ignorada, sino más bien algo inherente al
fenómeno que estos enfoques pretenden explicar.
Otro punto que cabría señalar acerca de cada uno de estos enfoques es que no
son tan enteramente autosuficientes como uno quisiera. Por ejemplo, el enfoque
de prototipos no niega que las personas aprendan y recuerden ejemplos.
Claramente, si Wilbur, el bulldog, vive en la casa vecina, y lo veo varias veces por
semana, seré capaz de identificarlo y a sus peculiares atributos. Y, como ya he
mencionado, la primera vez que uno se encuentra con un miembro de una
categoría, el único prototipo que uno se puede formar estaría basado en ese
ejemplar singular. Por ende, el conocimiento de ejemplares y el de prototipos
deben existir de manera paralela al menos hasta cierto punto, de acuerdo a la
teoría de prototipos. La propuesta general de esta teoría, no obstante, es que a la
hora de realizar juicios acerca de un concepto, en el caso de las categorías
maduras, las personas se apoyan en representaciones sumarias de la categoría
entera más que sobre ejemplares específicos.