RAMIRO BEJARANO GUZMAěN-2018

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una mirada a la prueba pericial

del código general del proceso


Ramiro Bejarano Guzmán*

Introducción
Las presentes ideas sobre 10 aspectos de la prueba pericial que generosa-
mente reciben el tratamiento de ponencia para ser incluida en el libro memoria
del XXXIX Congreso Colombiano de Derecho Procesal convocado por el
Instituto Colombiano de Derecho Procesal, han sido facturadas sin pretensión
distinta a la de realizar un apretado balance de los aspectos más importantes de
la regulación de este medio de prueba reglado en el código general del proceso.
Si bien el país judicial aún no se ha habituado del todo al sistema obligatorio
del dictamen de parte, lo cierto es que la experiencia hasta ahora vivida permite
delinear con mayor seguridad algunos aspectos, circunstancias y hechos
derivados de este particular medio de prueba tan novedoso entre nosotros. A
esos aspectos puntuales se dirigen estas reflexiones, algunas nuevas y otras ya
dichas por jueces u otros doctrinantes.
No deja de resultar paradójico que en presencia de un código denominado
“general del proceso”, en materia del dictamen pericial existan otros estatutos
que se ocupan en particular de ese medio de prueba para consagrar las parti-
cularidades del mismo frente al estatuto procedimental pertinente en cada
caso. Me estoy refiriendo a la ley 1437 de 2011, conocida como el CPACA, y la
ley 1563 de 2012, estatuto arbitral nacional e internacional, estatutos que han
consagrado disposiciones especiales para reglar en esos escenarios la prueba
pericial, en términos que si bien no distan mucho de lo definido en el código
general del proceso, no son completamente iguales. Lo ideal sería que al menos

* Abogado Universidad Externado de Colombia. Director y profesor del departamento


de derecho procesal en el Externado y de Procesal en la Universidad de los Andes.
Columnista de El Espectador y Ámbito Jurídico.

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una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

en lo que tiene que ver con los procesos civiles, mercantiles, de familia, conten-
cioso administrativo y arbitrales, el tratamiento del dictamen pericial de parte
fuese uno solo, porque la multiplicidad de disposiciones crea confusión en la
vida práctica. Nuestra preocupación versará exclusivamente sobre lo reglado
en materia de dictamen pericial de parte en el código general del proceso, por
ser este el estatuto rector en materia procesal.
Estas líneas recogen mis preliminares apreciaciones sobre este medio de
prueba, las cuales me reservo el derecho de reiterarlas en la exposición oral
que haré el próximo 6 de septiembre de 2018 a las 8 y 20 a.m. en las jornadas
a celebrarse en Cali, o de modificarlas integralmente si así resultare justificado
y necesario.

1. El perito. Naturaleza jurídica


Así como bajo la normatividad del derogado código de procedimiento civil,
no existía duda alguna de que el perito como auxiliar de la justicia ejercía un
oficio público, lo mismo acontece en el régimen del código general del proceso,
cuyo artículo 47 establece que “los cargos de los auxiliares de la justicia son
oficios públicos ocasionales que deben ser desempeñados por personas idóneas,
imparciales, de conducta intachable y excelente reputación”.
La inquietud que es preciso resolver es si en el sistema del código general
del proceso donde prevalece el dictamen de parte, también los peritos que
rinden experticias a solicitud de quien interviene en un proceso, igualmente
ejercen ese oficio público ocasional.
Tanto el perito de la lista de auxiliares de la justicia como el de parte
ejercen oficios públicos, en virtud de que ambos prestan su colaboración a la
administración de justicia, y, en esa condición deben “ser personas idóneas,
imparciales, de conducta intachable y excelente reputación” como lo manda el
mismo artículo 47 del CGP, y en el caso particular de quien obre como perito
ha de desempeñar su labor “con objetividad e imparcialidad, y deberá tener
en consideración tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de
causar perjuicio a cualquiera de las partes”, según las voces del artículo 235
del CGP.
Si bien en la práctica es difícil concebir que el perito contratado y
remunerado por alguien para que rinda una experticia que será aportada como
prueba en un proceso pueda ser imparcial, lo cierto es que el código general
del proceso impone esta exigencia, y por ello, el inciso final del artículo 235 del
CGP autoriza al juez y a las partes para que en la audiencia de contradicción

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del dictamen puedan “interrogar al perito sobre las circunstancias o razones


que puedan comprometer su imparcialidad”. Se reitera, la imparcialidad
pericial debe estar presente en cualquier perito sin importar quien lo designó
o contrató para realizar la experticia.
Si el perito desatiende este deber de imparcialidad y objetividad, el juez
podrá incluso “negarle efectos al dictamen cuando existan circunstancias
que afecten gravemente su credibilidad”. Para los fines de definir si el perito
cumplió con el deber de obrar con imparcialidad y objetividad, el juez acudirá
a las reglas de la sana crítica. Naturalmente, se trata de una verdadera sanción
tanto al perito como a la parte que aportó su experticia, por cuanto privarla de
efectos equivale a desconocerla por completo.
El numeral 7 del inciso 6 del artículo 226 del CGP impone a quien obre
como perito en un proceso, cualquiera sea su procedencia y sin importar si lo
designó el juez o una parte, que en su trabajo pericial manifieste si está incurso
en algunos de los eventos de exclusión de la lista de auxiliares de la justicia
previstos en el artículo 50 del mismo estatuto. Las causales pertinentes1 por
lo general se refieren a las situaciones en las que se excluye de la lista oficial a
quien haya incurrido en conductas delictuosas o indebidas..
En consecuencia, nadie que haya sido excluido de una lista de auxiliares de
la justicia por los motivos expresados en el artículo 50 del CGP, podrá desem-
peñarse como perito, ni designado por un juez ni contratado por alguna de las
partes. Es más, el parágrafo 1 del citado artículo 50 del mismo estatuto es absolu-
tamente claro y radical al respecto, en cuanto prevé que “las personas jurídicas
no podrán actuar como auxiliares de la justicia por conducto de personas que
hayan incurrido en las causales de exclusión previstas en este artículo”.

1
Artículo 50. Exclusión de la lista. El Consejo Superior de la Judicatura excluirá de las
listas de auxiliares de la justicia:
1. A quienes por sentencia ejecutoriada hayan sido condenados por la comisión de
delitos contra la administración de justicia o la Administración Pública o sancionados
por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura o sus
Seccionales.
2. A quienes se les haya suspendido o cancelado la matrícula o licencia.
8. A quienes no hayan realizado a cabalidad la actividad encomendada o no hayan
cumplido con el encargo en el término otorgado.
9. A quienes sin causa justificada rehusaren la aceptación del cargo o no asistieren a la
diligencia para la que fueron designados.
10. A quienes hayan convenido, solicitado o recibido indebidamente retribución de
alguna de las partes.

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De otro lado, el inciso 2 del artículo 235 del CGP, dentro del espíritu de
honrar el hecho de que el perito ejerce oficio público ocasional, le impone a
las partes el deber de abstenerse de aportar experticias rendidas “por personas
en quienes concurra alguna de las causales de recusación establecidas para los
jueces”. Esa misma regla la deberá advertir el juez cuando designe un perito.
No es fortuito ni coincidencial, entonces, que el código general del proceso
haya previsto respecto de quien va a actuar como perito en un proceso, no solo
el deber de manifestar no estar incurso en las causales de exclusión de la lista
sino además la de poder ser recusado por cualquiera de los motivos que la ley
autoriza para recusar un juez. Eso indica, por supuesto, que también el mismo
perito deberá abstenerse de posesionarse o renunciar al encargo, si advierte
estar incurso en una de las causales de exclusión de la lista de auxiliares de la
justicia o declararse impedido si respecto de él se configura una de las causales
previstas en el artículo 141 del CGP.
Tantas restricciones y limitaciones al perito se justifican en razón de que
ejerce un oficio público ocasional o transitorio, en el que, por tanto, están
expuestos a ser responsables penal, civil y disciplinariamente por las faltas en
las que incurran en el desempeño de su tarea.

2. Dictamen de parte o judicial


A partir de lo previsto en el artículo 227 del CGP acerca de que quien
pretenda valerse de un dictamen pericial deberá aportarlo en la respectiva
oportunidad, surge la inquietud de si la experticia siempre habrá de ser
aportada por las partes o si también es posible que la misma se ordene por el
juez.
Sin duda el sistema del CGP está orientado a que la prueba pericial sea
aportada por quien pretenda valerse probatoriamente de la misma, es decir,
relevar al juez de la necesidad de tener que decretar la práctica de una exper-
ticia bien de oficio o a petición de parte. Entonces, la regla general es la de que
el demandante, demandado o el tercero que tenga necesidad de demostrar
hechos a través de un dictamen pericial deberá aportarlo en la oportunidad
respectiva para pedir pruebas, esto es la demanda, la contestación de la
demanda o la presentación de la intervención del tercero.
No obstante, el sistema de dictamen de parte no es absoluto, pues el propio
estatuto general del proceso ha autorizado que sea el juez quien decrete su
práctica en los siguientes eventos:

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a. Sustitución de inspección judicial por prueba pericial


En primer término, cuando habiéndose solicitado por el interesado el
decreto y práctica de una inspección judicial, el juez no la decreta al consi-
derarla innecesaria porque “para la verificación de los hechos es suficiente el
dictamen de peritos, caso en el cual otorgará a la parte interesada el término
para presentarlo”.
En estricto sentido este no es un dictamen judicial, porque lo que el juez
ordena a la parte interesada es que aporte la experticia. La diferencia entre el
dictamen de parte propiamente dicho y el que se decreta en reemplazo de una
inspección judicial, es que en el primero el propio interesado voluntariamente
aporta la experticia, mientras que en el segundo evento, ese interesado cumple
la orden del juez de obtener una experticia para aportarla al proceso. En conse-
cuencia, estas dos experticias se identifican en que ambas deben ser aportadas
al proceso por las partes.
En mi criterio, cuando una parte solicita el decreto y práctica de una
inspección judicial y el juez no la decreta para en su lugar ordenar que se
aporte una experticia, constituye una dificultad probatoria que puede terminar
lesionando el acceso a la justicia. En efecto, ese dictamen de reemplazo de la
inspección judicial encarece los costos del proceso para la parte, pues es ella
quien deberá asumir la carga de patrocinar la elaboración de la experticia.
A lo anterior se suma que la decisión de sustituir la inspección judicial por
una experticia, no es susceptible de ningún recurso, con lo cual la parte que de
alguna manera resulta sorprendida no tiene derecho alguno a expresar reparos
a la determinación o a insistir siquiera en el recaudo de la inspección judicial.
Por ello me parece de la mayor conveniencia que al decretar el juez el cambio
de la inspección judicial por el dictamen no lo haga arbitrariamente sino que
ofrezca motivos que permitan avizorar el criterio de razonabilidad de la deter-
minación.
Que no se diga que la parte que se ve abocada a obtener un dictamen pericial
en el que no había pensado o que no lo tenía presupuestado, bien puede acudir
a solicitar el amparo por pobre, pues, como se sabe, no basta que el peticionario
de esta protección “no se halle en capacidad de atender los gastos del proceso”
sino que además de hacerlo se menoscabe “su propia subsistencia y la de las
personas a quienes por ley debe alimentos”. En efecto, bien puede afectarse la
economía de una persona sin comprometer los recursos para atender el pago
de cuotas alimentarias, evento en el cual quien enfrente esta situación no sería
amparado por pobre.

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En el futuro valdría la pena reformar esta disposición no solo para imponer


al juez el deber de justificar su determinación, sino de permitirle a la parte
recurrir el auto al menos en reposición en garantía del debido proceso y el
derecho a la defensa.
Ahora bien, para los fines de que en el caso de que el juez no decrete la
inspección sino el dictamen pericial, para los fines de que pueda aplicarse la
sanción prevista en el inciso 2 del artículo 233 del CGP, consistente en que
cuando una parte no colabore u obstaculice la realización de la experticia
“se presumirán ciertos los hechos susceptibles de confesión que la otra parte
pretenda demostrar con el dictamen”, entonces se tendrá en cuenta lo que
esa parte hubiere expresado en la solicitud de inspección respecto de los
hechos que pretendía probar con ese medio de prueba. En consecuencia, si
al solicitar la inspección el peticionario en cumplimiento de lo previsto en el
inciso 1 del artículo 237 del CGP indica los hechos que pretende probar, y el
juez en vez de la inspección ordena que se aporte un dictamen, para el evento
de que la contraparte impida la práctica del mismo, la presunción se aplicará
respecto de los hechos que se pretendía probar con la inspección.

b. Dictamen pericial decretado de oficio


La segunda circunstancia en la que el juez puede decretar un dictamen
pericial, se suscita cuando de oficio considere que es necesario su recaudo. En
este evento, el juez “preferiblemente” deberá designar “instituciones especiali-
zadas públicas o privadas de reconocida trayectoria o idoneidad” (art. 239 CGP)
y además “determinará el cuestionario que el perito debe absolver” (art. 230 CGP).
Si alguna parte obstaculiza o no colabora para que la pericia oficiosa pueda
recaudarse, el juez deberá imponerle la sanción de tener por presuntamente
probados los hechos susceptibles de confesión que el juez pretendía acreditar
y que favorezcan a la contraparte. En efecto, como cuando el juez decreta de
oficio la pericia no hay petición en la que se hayan esbozado los hechos que
se pretenden probar, estos deben ser colegidos o determinados con base en
el cuestionario elaborado por el juez y eventualmente por la indicación que
haya suministrado el juez sobre lo que se proponía establecer al decretar la
experticia.
Debe procederse de esa manera, porque de lo contrario podría abrirse
camino la tesis imposible de que quien obstaculice o no colabore en la práctica
de una pericia oficiosa no está expuesto a la sanción de que se presuman como
ciertos los hechos susceptibles de confesión, solución que es absolutamente
inadmisible.

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c. Dictamen pericial ordenado por el juez cuando lo solicita el


amparado por pobre
El amparado por pobre podrá solicitar el decreto y práctica de un dictamen
pericial (art 229 CGP), en cuyo caso el juez lo ordenará para que se rinda y se
tramite dentro del proceso

d. Dictamen pericial decretado por el juez de entidades y


dependencias oficiales
El último evento en el que el juez puede decretar la práctica de una exper-
ticia, de oficio o a petición de parte, se da cuando se trate de un dictamen que
deba ser rendido por una entidad o dependencia oficial “para peritaciones que
versen sobre materias propias de la actividad de aquellas”.
En efecto, la regla general es la de que las entidades o dependencias oficiales
no están facultadas para rendir experticias a instancias de los particulares o
litigantes, por lo cual cuando uno de ellos requiera de una experticia emitida
por estas podrá solicitar la prueba pericial en la oportunidad respectiva, y el juez
deberá acceder al decreto de esa probanza y ordenará librar oficio al director de
la oficina para que “designe el funcionario o los funcionarios que deben rendir el
dictamen”. En otras palabras, en estas hipótesis el interesado no estará obligado
a aportar la experticia emitida por la entidad, lo cual constituye una excepción
a la regla general de que “la parte que pretenda valerse de un dictamen pericial
deberá aportarlo en la respectiva oportunidad para pedir pruebas”.
Lo anterior no significa que si el interesado consigue la experticia rendida
por la entidad o dependencia oficial no pueda aportarla, pues en el evento de
que, por ejemplo, a través del derecho de petición o de otro instrumento, el
interesado consiga esa experticia, obviamente ello será legítimo y lo habilitará
a presentarla dentro de la oportunidad respectiva.

3. Aportación por el demandante y el


problema del plazo adicional
El artículo 227 del CGP no deja duda alguna de que cuando se pretenda
aportar un dictamen y el término previsto para ello sea insuficiente “la parte
interesada podrá anunciarlo en el escrito respectivo y deberá aportarlo dentro
del término que el juez conceda, que en ningún caso podrá ser inferior a diez
(10) días”.

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Hay quienes sostienen que el demandante no puede reclamar la concesión


de un plazo adicional para aportar un dictamen, porque en realidad para el
actor no hay un término preciso dentro del cual deba allegar la experticia, del
que pueda colegirse que es insuficiente.2 No comparto esta conclusión, no
solo porque el artículo 227 del CGP no excluyó al demandante de gozar de
este beneficio de pedir un plazo adicional para presentar la experticia, sino,
además, porque el demandante sí está sujeto a un término para presentar su
demanda, sea de caducidad o de prescripción, y también porque desconocerle
esa posibilidad atenta contra su derecho a probar y se erige en una desigualdad
entre las partes.
Por supuesto que, como lo anota el profesor BERMÚDEZ MUÑOZ, el
demandante bien puede reformar la demanda para allegar como nueva prueba
un dictamen pericial, pero aun en ese escenario también el actor está sujeto
a un plazo para hacerlo, por lo cual también podría acogerse a la posibilidad
de anunciar que se propone aportar una experticia, para que ante tal manifes-
tación el juez tenga que concederle el término para aportarlo.
Algo similar ocurre si el demandante al descorrer el traslado de las excep-
ciones de mérito propuestas por el demandado requiere aportar una experticia
que a ese momento no ha sido aún elaborada. En mi criterio, ese demandante
no tiene porqué verse abocado solamente a reformar la demanda para allegar
la pericia, pues en el escrito en el que pida pruebas adicionales podrá anunciar
que se propone arrimar una experticia, ante lo cual el juez no tendrá opción
diferente de la de concederle el término no mayor a diez (10) días hábiles.

4. Improcedencia de auto que admita como prueba


el dictamen de parte
Como un rezago de las normas del código de procedimiento civil relacio-
nadas con el trámite que debía darse a la experticia una vez presentada por
el perito designado, las cuales disponían que el juez debía correr traslado del
mismo, en vigencia del código general del proceso ha venido haciendo carrera
la creencia o el hábito judicial de proferir auto en el que se ordene tener como
prueba la experticia aportada y que de la misma se corra traslado.
El dictamen aportado por una de las partes no está sujeto al control de un
auto del juez con base en el cual lo tenga como prueba, como así se desprende

2
Bermúdez Muñoz, Martín. Del dictamen judicial al dictamen de parte. Su regulación en
el CPACA y en el CGP. 2da Edición. Legis 2016, Bogotá, p. 206

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del silencio al respecto del artículo 227 del CGP. En efecto, una vez presentado
el dictamen de parte, sin detenerse a examinar si está o no completo, o si reúne
los requisitos y exigencias previstas a partir del inciso 3 del artículo 226 del
CGP, el juez dispondrá que del mismo se corra traslado a la otra parte para que
ejerza los derechos a aportar otro dictamen, pedir que se convoque al experto
a la audiencia de contradicción, o ambas cosas.
Los defectos, insuficiencias, inconsistencias de la experticia de parte, han
de ser puestas en evidencia a través de otro dictamen o confrontados directa-
mente con el experto cuando concurra a la audiencia de contradicción, todo
lo cual releva al juez del deber de emitir auto impartiendo visto bueno formal
al dictamen aportado.

5. Traslado del dictamen de parte3


Es preciso establecer si del dictamen presentado por una parte debe
correrse traslado a su contraparte, cuándo y en qué oportunidad. Aun cuando
no existe una disposición que se refiera en concreto a este aspecto del traslado
de la experticia de parte, a la luz de lo previsto en el inciso 1º del artículo 228
del CGP, es evidente que este trámite debe surtirse bien corriendo traslado del
escrito al que se adjuntó la experticia, o poniéndola expresa e individualmente
en conocimiento de la contraparte por el término de tres días. Dado que la
disposición no brilla por su claridad, es útil delimitarla para que no se desco-
nozcan los derechos de la parte contra la cual se adujo un trabajo pericial.
Si la experticia fue aportada con la demanda, el traslado del dictamen
pericial se realizará a partir de la notificación del auto admisorio del libelo y
por el término previsto en la ley para cada caso. Eso significa que en un solo
auto se surtirá el traslado al demandado de la demanda y de la experticia,
ambos por el mismo término. La misma solución ha de advertirse cuando el
actor presenta la experticia con el escrito de reforma de la demanda, pues en
esta hipótesis el auto que admita la reforma implícitamente correrá traslado de
la experticia aportada con ella.
Si la experticia no fue aportada con la demanda, pero en esta se solicitó
término para acompañarla, el cual “en ningún caso podrá ser inferior a diez
(10) días”, una vez se presente, el juez deberá dictar providencia poniendo en

3
Sobre este tema ya había escrito artículo TRASLADO DEL DICTAMEN DE PARTE en
la edición No 491 del 4 al 17 de junio de 2018 del periódico ÁMBITO JURÍDICO, p. 13,
del cual se reproducen aquí las afirmaciones del mismo.

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una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

conocimiento ese dictamen para que, dentro de los tres días siguientes a la
notificación de esa providencia, la parte contra la cual se adujo aporte un
nuevo dictamen pericial o solicite la comparecencia del perito a la audiencia
de contradicción, o ambas cosas.
Al rompe se advierte la desigualdad de tratamiento que trae este inciso 1º
del artículo 228 del CGP, pues mientras el término para pronunciarse frente al
dictamen aportado con la demanda será el mismo para contestarla –lo que en
el caso del proceso verbal será de 20 días–, cuando el demandante pida plazo
adicional para presentarlo y el juez lo conceda, el término de traslado para
pronunciarse frente a esa experticia será solamente los tres días siguientes a
la notificación de la providencia que lo ponga en conocimiento de la contra-
parte.
Naturalmente, si la parte que aportó la experticia con la demanda presenta
adición o aclaración al dictamen arrimado inicialmente por ella misma, lo
cual podrá hacer en el escrito con base en el cual pida pruebas adicionales, el
juez deberá dictar providencia poniendo en conocimiento de la contraparte
esa modificación del trabajo pericial, para que esta última dentro de los tres
días siguientes aporte otro o pida la convocatoria a la audiencia de contra-
dicción, o ambas cosas. No proceder de esta manera expone el proceso a un
déficit de garantías constitucionales, frente a lo que claramente constituye un
atropello y una arbitrariedad.
Ahora bien, si la experticia fue aportada con la contestación de la demanda,
en mi opinión es preciso que el juez dicte providencia poniendo en conoci-
miento de la contraparte la pericia aportada por una de las partes. En efecto,
como del escrito de contestación de la demanda no se corre formalmente
traslado, sino de las excepciones de mérito para que el demandante dentro de
un término -que puede variar según la naturaleza del proceso- pida pruebas
adicionales, es preciso, entonces, que el juez dicte providencia en la que de
manera expresa ponga en conocimiento ese dictamen.
Del mismo modo, si la experticia es aportada por la parte demandada
dentro del plazo adicional que a petición suya le haya concedido el juez, una
vez arrimado el dictamen deberá dictar providencia, poniéndola en conoci-
miento del demandante por tres días.
De otro lado, cuando se haya decretado de oficio la experticia, una vez
rendida “permanecerá en la secretaría a disposición de las partes hasta la
fecha de la audiencia respectiva , la cual solo podrá realizarse cuando hayan
pasado por lo menos diez (10) días desde la presentación del dictamen”. Lo

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Ramiro Bejarano Guzmán

anterior implica que el término de traslado de la pericia oficiosa por lo menos


nunca será menor a diez (10) días.
El hecho de que se corra traslado del dictamen de parte u oficioso no
significa que el juez deba proferir auto ordenando tenerlo como prueba, como
antes se explicó y sustentó. 

6. Contradicción del dictamen


Está suficientemente averiguado que en el régimen del código general del
proceso la contradicción de una experticia, tanto la aportada por una parte
como la decretada y practicada de oficio, se realiza o bien aportando otro
dictamen, o solicitando se convoque al perito a una audiencia donde pueda ser
interrogado, o ambas cosas simultáneamente.
En mi criterio, cuando la contraparte contra la cual se hace valer un
dictamen pretende arrimar otra experticia, puede solicitarle al juez que le
conceda el término de diez (10) días para prepararlo y aportarlo, y en tal caso
deberá concedérsele ese plazo adicional. De no proceder de esta manera,
podría sorprenderse no solo a la contraparte con un dictamen aportado en su
contra, sino además menoscabarle su derecho a probar.
En relación con la comparecencia del perito a la audiencia de contradicción
del mismo es preciso distinguir se trata de dictamen aportado por una parte
o del decretado de oficio. En efecto, si la pericia fue aportada por una parte,
la contraparte deberá pedir dentro del término del traslado de la experticia
que se cite a la audiencia de contradicción, a menos que el juez la convoque
oficiosamente. En cambio, en el caso de dictamen pericial decretado de oficio,
el juez convoca a la audiencia de contradicción a la que siempre deberá asistir
el perito.
En esa audiencia de contradicción él o los peritos podrán ser interrogados
por el juez de la causa y las partes, empezando por quien aportó la experticia en
el caso de dictamen de parte, o por el demandante, cuando se trate de prueba
oficiosa.
Aspecto que en la práctica ha venido resultando complejo es el relacionado
con determinar quién puede interrogar al o a los peritos, es decir, si solamente
los apoderados judiciales, o eventualmente pueden ser autorizados los peritos
para formularse preguntas entre ellos.
Si bien el artículo 228 del CGP solamente habla de las partes, como las
facultadas para interrogar al perito que comparece, la experiencia permite

335
una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

afirmar que es más útil y provechosa la audiencia de contradicción para


los sujetos procesales empezando por el juez, cuando se permite que entre
expertos se formulen interrogantes. El interrogatorio del abogado al perito
no se desarrolla con agilidad porque por muy preparado que se encuentre el
profesional del derecho o por más asistido o asesorado que se encuentre en la
audiencia, las respuestas complejas o técnicas que ofrezca el perito pueden no
ser comprendidas en su integridad por el interrogador. En cambio, cuando el
diálogo entre interrogado e interrogador se surte entre expertos, para quienes
lo presencian puede resultar más accesible la comprensión de ciertos términos
o escenarios complejamente técnicos.
Aunque la ley no autoriza interrogatorio entre peritos, tampoco lo prohíbe,
pero en mi opinión así puede proceder el juez en el trámite de la contradicción
de la pericia sin que incurra en violación de ninguna norma. Del mismo
modo que cuando el juez permite a una persona que no es parte en el proceso
intervenir en una inspección judicial aunque no sea abogado, en el caso de la
contradicción del dictamen no habría motivo para proceder en contra de una
elemental regla de recaudo de la prueba.
En la audiencia de contradicción el juez y las partes podrán interrogar ilimi-
tadamente al perito, pero la parte contra la cual se adujo el dictamen aportado
por la otra podrá formular preguntas asertivas o capciosas. Esta prerrogativa
le está vedada a la parte que aportó el dictamen, quien necesariamente solo
podrá formular preguntas libres.
No dijo nada el código general del proceso sobre cuál de las partes podrá
formular preguntas asertivas o capciosas al perito cuando ha rendido dictamen
oficioso. En mi criterio, ambas partes podrán formular preguntas asertivas o
capciosas al perito que elaboró una experticia decretada de oficio. En efecto,
la experticia oficiosa no es recaudada en contra de una de las partes sino en
beneficio de la verdad, y desde ese punto de vista no busca privilegiar una
parte en particular, por lo que en ese escenario ambas pueden hacer uso de la
facultad de interrogar al experto formulándole preguntas asertivas o capciosas.
De la pregunta asertiva no hay duda de cómo debe ser su contenido, empero
en lo que toca con la capciosa es preciso advertir que al decir del diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española, esta consiste en una indagación
“que se hace para arrancar al contrincante o interlocutor una respuesta que
pueda comprometerlo, o que favorezca propósitos de quien las formula”4 Si

4
Diccionario de la Lengua Española. Vigesimotercera edición. Real Academia Española,
ESPASA, 2014, p. 423.

336
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bien la pregunta puede hacerse con el propósito de comprometer al perito,


en el evento de que con la indagación se plantee la posibilidad de imputación
o asunción de responsabilidad penal, el experto podrá negarse a responder
invocando el artículo 33 de la Carta Política, pues nadie está obligado a auto
incriminarse. En tal sentido, conviene que el juez previamente al inicio del
interrogatorio al perito lo prevenga sobre el derecho que le asiste a no auto
incriminarse.
El perito obligado a comparecer a la audiencia, so pena de que se deje sin
valor su experticia, sin embargo podrá excusarse antes de la realización de
la misma o después, invocando un motivo de fuerza mayor o caso fortuito.
Si el experto se excusa antes de la audiencia, el juez en todo caso realizará
la misma para practicar las demás pruebas y la suspenderá para continuarla
en otra ocasión donde pueda adelantarse el interrogatorio al experto y se
surtirán las demás etapas del proceso que resten, como alegatos y sentencia.
Si la excusa de inasistencia se presenta dentro de los tres (3) días siguientes a
la audiencia y ya se ha proferido sentencia o anunciado el sentido del fallo, la
prueba pericial solamente se autorizará en segunda instancia; es decir, no se
celebrará una nueva ante el juez que conoce del asunto, sino eventualmente
ante el superior.
No fue muy afortunada ni clara la disposición que se viene comentando,
en cuanto solamente previó la excusa de inasistencia del perito a la audiencia
luego de proferida la sentencia, pero no cuando tal justificación se presenta
dentro de los tres días siguientes a la audiencia sin que se haya proferido
sentencia de primera instancia. En mi criterio, en ese evento, como el juez
no ha dictado sentencia y debe hacerlo en una audiencia, deberá convocar al
perito que se excusó para que comparezca en esa misma oportunidad para
que pueda adelantarse la contradicción de la experticia.
Cuando la excusa de inasistencia del perito se presenta en el curso de un
proceso de única instancia “se fijará por una sola vez nueva fecha y hora para
realizar el interrogatorio de parte”. Por razones obvias, proferido el fallo de
única instancia ya no tendrá sentido alguno que el perito se excuse, porque
bajo ninguna circunstancia podrá reprogramarse una nueva audiencia para
la contradicción del dictamen.
El artículo 228 inciso 2 del CGP es perentorio al disponer que el perito
solamente podrá excusarse por una sola vez, por lo que si excusado en una
primera oportunidad reincide en no comparecer ya no habrá posibilidad
alguna de que se le convoque a una nueva sesión para oírlo.

337
una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

Sin duda el gran acierto del código general del proceso en lo que tiene
que ver con la regulación de la prueba pericial fue haber abolido “el trámite
especial de objeción del dictamen por error grave”, de tan ingrata recordación
en el código de procedimiento civil. Es importante advertir que ello no se
traduce en que esté prohibido alzarse contra una experticia porque se le
considera incursa en un yerro grave, pues esto no fue lo que se prohibió sino
el engorroso y dispendioso trámite de esa arcaica forma de controvertir un
dictamen. Bien puede un sujeto procesal afirmar que objeta por error grave
una experticia y presentar una nueva o pedir que el perito comparezca a la
audiencia de contradicción, pero nunca reabrir el trámite de objeción.

7. Del dictamen pericial en procesos de filiación,


discapacidad mental absoluta y relativa
De manera escueta el parágrafo del artículo 228 del CGP prevé que “en
los procesos de filiación, interdicción (sic) por discapacidad mental absoluta
o inhabilitación (sic) por discapacidad mental relativa, el dictamen podrá
rendirse por escrito”, aseveración que apunta a autorizar que la experticia
sea presentada en forma oral. Tal disposición se ofrece inútil porque la regla
general es la de que las experticias en los procesos civiles se presentan siempre
por escrito, de manera que no hay ninguna excepción o rareza en consagrar
que para estos procesos pueda arrimarse la experticia por escrito, cuando eso
es lo que ocurre en la generalidad de los casos.
Cuando el dictamen en estos casos se presente por escrito, del mismo se
correrá traslado por el término de tres (3) días dentro del cual las partes podrán
pedir aclaración, adición o pedir la práctica de una nueva experticia a costa del
interesado. De solicitarse un nuevo dictamen, el peticionario que debe motivar
su solicitud, también tendrá que precisar “los errores que se estiman presentes
en el primer dictamen”.
La disposición que se comenta deja la inquietud de cómo debe procederse
a trasladar el dictamen rendido oralmente y en audiencia, pues lo que está
previsto en el parágrafo se refiere exclusivamente a la experticia presentada por
escrito. En mi criterio, no debe haber ninguna diferencia en cuanto al traslado
y trámite del dictamen sea que se rinda por escrito u oralmente, pues en uno
u otro evento, la parte contra la cual se adujo esa experticia debe contar con
término de tres (3) días para pedir, aclaración, complementación o la práctica
de un nuevo dictamen indicando los errores de que adolezca el primero.
Obsérvese que aquí no se indica que la parte que pretenda controvertir la

338
Ramiro Bejarano Guzmán

experticia deberá aportar un nuevo dictamen, sino pedirlo, lo cual implica que
en este evento el interesado está relevado de allegar otra experticia.
Este parágrafo del artículo 228 del CGP coincide con lo dispuesto en el
inciso 2 del numeral 2 del artículo 386 del mismo estatuto, el cual regula la
investigación o impugnación de la paternidad o la maternidad, en cuanto en
ambas disposiciones prevé que presentado el dictamen se correrá traslado a
las partes por el término de tres (3) días, dentro de los cuales cualquiera de
ellas puede pedir aclaración, complementación o solicitar un nuevo dictamen
siempre que se indiquen los yerros que se enrostran a la primera pericia.
No se aprecia la utilidad del inciso 3 del numeral 2 del artículo 386 del
CGP, en cuanto expresa que las disposiciones sobre la presentación y contra-
dicción de la prueba científica a practicarse en el proceso de investigación e
impugnación de paternidad o la maternidad prevalecerán sobre las disposi-
ciones generales de la prueba pericial contenidas en la parte general del código
general del proceso, pues estas tienen el mismo régimen de traslado y trámite.
En efecto, no hay una regla distinta para la presentación y trámite de la pericia
en el proceso de investigación e impugnación de la maternidad y la paternidad,
de las que están consagrados en el parágrafo del artículo 386 del CGP sobre
estos mismos procesos.

8. Apreciación del dictamen


El artículo 232 del código general del proceso constituye una norma
afortunada en el conjunto de la prueba pericial, que resulta más clara de lo que
preveía el artículo 241 del código de procedimiento civil.
En efecto, la disposición del código general del proceso le impone de
manera expresa al juez el deber de apreciar la experticia teniendo en cuenta
los siguientes parámetros:
a. Las reglas de la sana crítica;
b. La solidez, claridad, exhaustividad, precisión y calidad de sus fundamentos;
c. La idoneidad del perito;
d. Comportamiento en la audiencia;
e. Las demás pruebas que obren en el proceso.

El listado de estos criterios o parámetros que debe tener en cuenta el


juez al momento de apreciar una experticia despejan para siempre la pesada
y equivocada creencia de que los “dictámenes quedan ejecutoriados” o se

339
una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

convierten en “cosa juzgada” cuando no han sido controvertidos por las


partes. En efecto, si una experticia no fue objeto de reclamo alguno por los
interesados, ello no releva al juez de apreciar ese medio de prueba en conjunto
con los demás recaudados en el proceso y además teniendo en cuenta los otros
criterios antes enlistados.
Excepción a esa regla la constituye la prevista en el literal b del numeral
4 del artículo 386 del CGP, la cual prevé que el juez debe dictar sentencia
de plano acogiendo las pretensiones de la demanda “si practicada la prueba
genética su resultado es favorable al demandante y la parte demandada no
solicita la práctica de un nuevo dictamen oportunamente y en forma prevista
en este artículo”. En este evento, dada la naturaleza del proceso y de la prueba
recaudada, el silencio del demandado se asimila a una especie de allanamiento,
y por ello el juez debe acoger la experticia y proferir sentencia estimatoria de
las pretensiones.

9. El desacierto del dictamen pericial de parte


obligatorio en sustitución de la inspección
judicial en procesos verbales sumarios
Reza el inciso 3 del artículo 392 del CGP que en el proceso verbal sumario
“para establecer los hechos que puedan ser objeto de inspección judicial que
deba realizarse por fuera del juzgado, las partes deberán presentar dictamen
pericial” lo cual implica la prohibición de decretar y practicar la prueba de
inspección judicial.
Si bien la restricción opera solamente respecto de las inspecciones judiciales
que deban realizarse por fuera de la sede del juzgado, es decir no rige para
aquellas inspecciones que puedan realizarse en el recinto del Despacho, a mi
juicio esta es una solución que no reproduce estándares garantistas. En efecto,
el proceso verbal sumario está concebido para ser decidido rápidamente, y ello
explica que las excepciones previas solamente puedan hacerse valer mediante
recurso de reposición contra el auto admisorio de la demanda, como también
que no sea admisible la reforma de la demanda, la acumulación de procesos, los
incidentes, el trámite de terminación del amparo de pobreza y la suspensión
del proceso por causa diferente al común acuerdo.
Obligar a una parte que tiene necesidad de probar hechos a través de
inspección judicial a que en sustitución de este medio de prueba aporte un
dictamen de parte, encarece y dificulta el trámite de un proceso que, como
el verbal sumario, está despojado de ritualidades propias de otros procesos.

340
Ramiro Bejarano Guzmán

La regulación es desproporcionada, porque sugiere que ni siquiera previó


la posibilidad de que el peticionario pueda probar los hechos acudiendo a
“videograbación, fotografías u otros documentos” como lo autoriza el inciso
2 del artículo 236 del CGP para todos los demás procesos. En mi criterio, no
tendría sentido que para otros procesos se permitiera al interesado acudir a
videos u otros documentos en reemplazo de la inspección judicial, y que esa
misma prerrogativa no la pueda agotar en el verbal sumario.
Aunque soy de la opinión de que fue equivocada la prohibición absoluta
de la inspección judicial por fuera de la sede del juzgado en el verbal sumario,
considero que el interesado sí puede acogerse a la facultad prevista en el
inciso 2 del artículo 236 del CGP de presentar en reemplazo de ese medio de
prueba videos, fotografías u otros documentos.

10. Número de dictámenes


Restricción que amerita ser escudriñada para no recortar la garantía consti-
tucional del derecho a la prueba, es la contenida en el inciso 2 del artículo 226
del CGP, según la cual “sobre un mismo hecho o materia cada sujeto procesal
solo podrá presentar un dictamen pericial”.
Lo primero que es preciso dejar en claro es que a una parte le está vedado
presentar más de una experticia sobre “un mismo hecho o materia” pero no
presentar varios dictámenes sobre distintos aspectos. Así, por ejemplo, una
parte podrá presentar una experticia contable y otra de ingeniería.
La norma tampoco prohíbe que se alleguen varios dictámenes sobre un
mismo hecho o materia con tal de que sean aportados por distintos sujetos
procesales.
Ahora bien, la norma antes citada debe ser interpretada con criterio
garantista, y no con el de cercenar el derecho a probar. Por ejemplo, si ambas
partes presentaron dictámenes periciales contables sobre una misma conta-
bilidad, ello no impedirá a ninguna de ellas presentar una nueva experticia
para controvertir las conclusiones del peritaje aportado por la contraparte.
En efecto, aunque todo gira en torno a la misma contabilidad, el punto de
controversia planteado en el nuevo dictamen no apunta a repetir la exper-
ticia sino a aclarar o despejar aspectos puntuales que inicialmente no fueron
abordados o considerados. En el ejemplo propuesto no se trata de repetir
experticias a instancias de una misma parte, sino de permitirle probar hechos
o aristas diferentes de un mismo problema a través de la experticia de parte.

341
una mirada a la prueba pericial del código general del proceso

Conclusiones
De lo recogido en este escrito, puede concluirse que fue acertada la
regulación en el código general del proceso del dictamen pericial en general,
tanto el de parte como el decreto por el juez, y que ello se ha visto reflejado
en la buena marcha de procesos que antes tenían que padecer la engorrosa y
tortuosa tramitación de la objeción por error grave, por fortuna erradicada de
nuestra legislación.
No obstante lo anterior, la puesta en práctica del sistema del dictamen
pericial de parte requiere de un juez garantista más que de ajustes legislativos,
como lo proponen algunos intérpretes del código.
Ni conviene ni es serio que una reforma recientemente puesta en vigencia
sufra reformas o modificaciones, sin que se hayan asentado en la conciencia
jurídica de la Nación las bases y alcances del código general del proceso, y
particularmente en lo que tiene que ver con el dictamen pericial de parte.
Tal vez lo único que debería abordar en el futuro inmediato la legislación,
es en propender por unificar la normatividad relacionada con el dictamen de
parte de manera que lo previsto en el código general del proceso rija también
para los procesos contenciosos y los arbitrales.
Como siempre lo he hecho, estas serán las bases de mi disertación en el
XXXIX Congreso de Derecho Procesal a celebrarse en Cali el próximo 6 de
septiembre a las 8 a.m., pero me reservo el derecho de modificar o inclusive
apartarme de las mismas, si ello fuere necesario.

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