Historia de Los Relojes

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Historia de los relojes

Las
primeras mediciones del tiempo se hicieron a partir de observaciones astronómicas
y
durante mucho tiempo el cielo fue el instrumento principal de esa medición.
Desde muy temprano en
la historia, el ser humano se dio cuenta que podía
recurrir a los fenómenos físicos que se repetían
de forma periódica y
aprovechar su regularidad para construir instrumentos que midieran intervalos
de
tiempo. El primer "reloj" que estuvo a la disposición del hombre fue
sin duda el derivado de la
alternancia del día y de la noche, es decir, el día
solar. Pero a lo largo de la historia tecnológica
aparecieron inventos cada vez
más sofisticados que permitieron "observar" lapsos de tiempo, desde
los calendarios que registran días, años y siglos, pasando por las clepsidras,
velas, cuadrantes y
otros instrumentos que miden periodos más cortos, como las
horas, minutos y segundos, hasta el
reloj de átomos de celsio, cuya precisión
se mantiene durante 30, 000 años.

Agua

Las
clepsidras o relojes de agua datan de la antigüedad egipcia y se usaban
especialmente
durante la noche, cuando los relojes de sombra no servían. Las
primeras clepsidras consistieron en
una vasija de barro que contenía agua hasta
cierta medida, con un orificio en la base de un tamaño
suficiente como
para asegurar la salida del líquido a una velocidad determinada y, Reloj de agua
por lo
tanto, en un tiempo fijo. El cuenco estaba marcado con varias rayas que(The mystery of
indicaban la hora en las diferentes estaciones del año. time, p. 10)

Los relojes de agua también se usaron en los tribunales atenienses para señalar
el tiempo asignado a los oradores y cuentan que el filósofo Platón inventó un
reloj de agua muy eficiente. Más tarde fueron introducidos a los tribunales de
Roma con el mismo objeto, además de usarlos en campañas militares para
señalar
las guardias nocturnas. El reloj de agua egipcio, más o menos
modificado, siguió
siendo el instrumento más eficiente para medir el tiempo durante muchos siglos.

En el siglo XI, el
funcionario y científico chino Su Song inventó un
complejo reloj astronómicos
accionados por agua. Aquí vemos un
modelo de la rueda de agua que movía dicho
invento y un dibujo del
mismo. Este reloj, una torre de unos seis metros de
altura, funcionaba a
partir un depósito de donde fluía un chorro de agua
siempre igual sobre
las paletas de una rueda. Ã ‰ sta accionaba diversos
mecanismos que
hacían aparecer distintas figuras que señalaban las horas
(acompañadas de toques de gong y de tambores) y movían un esfera
celeste con
la representación de estrellas y de constelaciones. De gran precisión para su
época, la
desviación diaria de este reloj era inferior a los dos minutos.

 

Arena:

Los
relojes de arena funcionan bajo el mismo concepto físico de las clepsidras, es
decir, permiten que
la gravedad haga fluir una cantidad establecida de un
elemento para determinar distintos lapsos de
tiempo. En este tipo de relojes, la
arena se encuentra contenida en un recipiente de vidrio (que
consiste en dos
vasos comunicados) que se voltea cuando termina de pasar el último grano del
material. El origen de los relojes de arena es incierto, se cree que los ejércitos
romanos los
utilizaban durante la noche; también se ha dicho que fueron
inventados por un monje francés al
final del siglo VIII. En esa época,
Carlomagno, el rey de los francos, tenía uno tan grande que sólo
tenia que
voltearse cada 12 horas.

Ciertos relojes de arena que marcaban lapsos de 4 horas se usaron comunmente


durante viajes de
navegación para establecer la duración de las jornadas de
trabajo dentro del barco.

Este juego de cuatro relojes de arena data de principios del siglo XVIII. Cada
uno de los contenedores de vidrio marca duraciones distintas de tiempo: la
primera designa 15 minutos, la segunda media hora, la siguiente 45 minutos
y la
última marca la hora completa.

 

 

Fuego:

Los
romanos utilizaban "velas del tiempo" que medían el tiempo
a partir de marcas
con números que
se alcanzaban según la vela se consumía al paso de las horas.

Sombras:
El
término
cuadrante es una alteración de la palabra quadrant y designa el cuarto
de círculo donde
se lee la altura de un astro por sobre el horizonte. En forma
extensiva, esta palabra se aplica a los
instrumentos que marcan la hora. Los
cuadrantes solares (gnomon, en griego) son relojes de Sol en
los que se
lee el tiempo según la longitud de la sombra que proyecta el movimiento del
astro
luminoso sobre una superficie determinada, que generalmente (ilustraciones,
tiene una
escala numerada para señalar la hora. The mystery of (ilustración

time, pp. 8-9) en The
Todas
las civilizaciones, desde Egipto hasta China, desde mystery of
Obelisco México hasta el Cercano
Oriente, conocieron el reloj de time, p. 10)
egipcio, Sol. El primer cuadrante solar de tamaño
reducido que se conoció, entre los
The egipcios del siglo XV a. de N. E., era muy
sencillo pues consistía en una simple
mystery barra que se clavaba perpendicularmente
en el suelo, formando una paralela
of con el eje de la Tierra. La longitud y posición
de la sombra proyectada
time, permitía calcular los puntos correspondientes al paso
del día a la noche, asÃ-­
pp. 8 y como los solsticios. En el suelo que rodeaba la barra
se marcaban las horas del
9) día. Los enormes obeliscos también se usaban con el
propósito de medir la
hora a partir de la sombra que creaban, éstos se usaban
como relojes públicos.
Se cree que los cuadrantes solares se usaron en Grecia desde el año 500 a. de
N.E.
y desde
el siglo II a. de N.E. el uso del reloj solar o solarium se hizo
tan común en todo el imperio romano
que fue admitido en la legislación, y
todos los negocios particulares eran regulados por las horas
marcadas en el
cuadrante.

(ilustración:
Hubo cuadrantes solares de muchas formas: cuadrantes planos, cúbicos, globos cuadrante solar
ahuecados, tramos de escalones numerados en los que se proyectaba la sombra dede metal, El
un muro vertical, y cuadrantes portátiles con brújula. Tiempo, p. 89)

Los cuadrantes con brújula, introducidos en el siglo XV, fueron los primeros
relojes de
sombra portátiles, que podían llevarse en el bolsillo. La brújula
servía para apuntar
el cuadrante hacia el norte y el gnomon (un trozo de
cuerda o un triángulo plegable)
se bajaba o subía, para acomodarlo a la
latitud a que se usaba la brújula.

 
Astros:

Las
civilizaciones más lejanas conocieron los cuadrantes astronómicos, en los que
se lee el paso del
tiempo -y marca las estaciones- según el movimiento de una
estrella en el espacio. Uno de los
primeros, que se construyó hacia el año
3100 a. de N. E., se encontró en Newgrave, Gran
Bretaña.
El más famoso cuadrante monumental es el de Stonehenge, al sur de Inglaterra,
que data de 1900 a.
de n. E.. Se cree que este gigantesco círculo de piedras,
que constaba de cuatro estructuras
principales, cumplía con un propósito
sagrado de culto al sol. Para los constructores de Stonehenge,
la fiesta
principal, que quizá señalara el comienzo del año, era el 24 de junio, día
en que el verano
llega a la mitad. En la madrugada de ese día, el sumo
sacerdote podía situarse en el centro del
Sitio arqueológico de monumento y, por entre los pilares de los grandes círculos, mirar
Stonehenge, Inglaterra. The al Sol
naciente precisamente sobre la piedra central. En invierno,
mystery of time, p. 5 cerca del día más
corto del año (22 de diciembre), podía
mirar en la misma dirección por la
tarde, y ver el Sol poniente
entre las dos columnatas exteriores. Este sitio,
además, tenían
piedras alineadas con fases específicas de la luna.
 

La
campana:

El
ritmo de la vida europea estuvo unida por muchos siglos al ciclo
de las
estaciones, de la agricultura y de los ritos tradicionales
gaélicos, celtas o
galos. Conforme la Iglesia católica se consolidó como la
institución más
poderosa de Europa, el control del tiempo -además de las
pesas y medidas-
cayó bajo su dominio. La Iglesia se convirtió en la gran
administradora de
los días y los años. El año eclesiástico se dividió en
cuatro periodos: de
Pascuas a Pentecostés, de Pentecostés a septiembre, de
septiembre a la Cuaresma y de aquÃ-­
hasta Pascuas.
Sin embargo, la verdadera organización del tiempo medieval se originó en la
vida monacal.
Conventos y monasterios impusieron, poco a poco, su propio horario
y calendario en el campo y en las
ciudades. El día se dividió en siete horas
canónicas. En lugar de contar las horas de una a doce, los
monjes incluyeron
siete momentos en la jornada: los siete momentos del oficio o siete
"instantes" de
Dios. Además, dividieron los meses en semanas de siete
días, según la tradición hebrea. El
domingo, en lugar del sábado, se
convirtió en un día reservado completamente al servicio de Dios, y
el tiempo
destinado habitualmente al trabajo manual lo consagraron a la lectura y a la
meditación.
Por otra parte, para determinar las diferentes fechas del año, los
monjes utilizaron más y más los
nombres de los distintos santos y las fiestas
de la historia de Cristo. Este sistema se difundió en el
conjunto del Occidente
cristiano.
A partir de la Alta Edad Media, se dividieron las 24 horas de un día en cuatro
partes, cada uno de las
cuales equivalía a seis horas. La hora, por su parte,
se dividió en cuatro puntos: un punto valía un
cuarto de hora. El punto
equivalía a diez momentos. El momento valía, por tanto, un minuto y medio,
y
estaba dividido en doce onzas (cada onza valía siete segundos y medio); la onza
se dividía en
cuarenta
y siete átomos; se consideraba que el átomo era tan pequeño que no Campana
podía
fraccionarse.

En un día, la transición entre cada cuadrante de seis horas se anunciaba con


campanas colocadas en las iglesias. Así, las campanas tocaban un golpe a Prima,
es
decir, al salir el Sol; dos golpes a la Tercia, entre la salida del Sol y el
mediodía; tres
golpes a la Sexta, es decir a medio día, etcétera. Este tiempo
eclesiástico que se
regulaba al sonar de las campanas fue determinante en el
desarrollo de la vida
cotidiana de la Edad Media. Las campanas marcaban las
horas de los rezos y
señalaban también el ritmo de trabajo. Indicaban la hora
a la que había que
levantarse, dirigirse al trabajo, descansar o finalizar la
jornada laboral.
A finales del siglo XIII se inauguró en Westiminster Hall, en Londres,
el
primer reloj
mecánico dotado de sonidos metálicos, emulando a las campanas. A
partir de
entonces, aparecieron grandes relojes mecánicos en las catedrales de
ciudades
importantes en Inglaterra y algo más tarde en Francia y Alemania. Los
nuevos relojes
mecánicos estaban accionados por una pesa que pendía de una
cuerda. El funcionamiento del reloj
estaba regulado por un mecanismo denominado
escape. La tracción de la pesa se producía sólo
cuando el escape liberaba a
intervalos regulares el mecanismo de relojería, con lo que se producía el
avance. De este modo, apareció por primera vez el tictac de los relojes.
Relojes
Mecánicos:

En
el siglo XIII, en el lindero final de la Edad Media, apareció la primera máquina
industrial: el reloj.
Los relojes primitivos, fabricados por herreros, estaban
hechos de acero y sufrían de la expansión y
contracción que provocaban los
cambios en la temperatura. Eran inexactos en un rango de 15 a 30
minutos al día
y tenían que ser ajustados diariamente. Su propósito inicial era hacer sonar
las
campanas cada hora en las torres de castillos, iglesias o centros de población.

Esta es una reconstrucción del primer reloj astronómico del mundo, fabricado
por Giovanni Dondi en
Italia en 1364. Es astronómico porque, además de dar la
hora, mostraba el tiempo
estelar de los movimientos del Sol, la Luna y de cinco
planetas.

En el siglo XV se inventaron los relojes de una manecilla para marcar las horas
y en
1505 el herrero alemán Peter Henlein consiguió construir relojes mecánicos
tan
pequeños que podían llevarse en el bolsillo. Estos relojes, que se
popularizaron con
el nombre de "relojes de saco" se montaban en cajas
y en lugar de pesas utilizaban
resortes. Se llevaban en una bolsa, sonaban cada
hora y funcionan durante unas 40
horas.

Muy pronto, en los hogares acaudalados, aparecieron los primeros relojes


decorativos
y de antesala, considerados juguetes de gran novedad y muy caros.
Poco a poco se estableció la
forma convencional de los relojes, se fabricaron
modelos para suspenderlos y aquellos de fantasía,
que tomaban formas muy
diversas: botones de flor, flores abiertas, animales, crucifijos y hasta
cabezas
de muerto!.
La primera revolución relojera se dio en el siglo XVII, cuando el científico
holandés Christiaan
Huygens inventó el reloj de péndulo, alcanzando una
exactitud similar a la de los relojes de sol. El
péndulo de Huygens funcionaba
movido principalmente por las fuerzas de la gravedad y sus relojes
fueron los
primeros cronómetros capaces de contar los segundos. La idea de emplear el péndulo
para su aplicación al reloj la había formulado en 1636 Galileo Galilei pero,
viejo y ciego, no la pudo
llevar a la práctica.
También por entonces apareció la manecilla de los minutos y un sistema que
permitía que cada
hora sonara una campanilla. Muchos tenían, además,
salientes en la carátula para leer la hora en la
oscuridad. Durante el último
tercio del siglo XVII la novedad fueron los relojes de bolsa llamados
"cebollas", que se perfeccionaron gracias al invento del
muelle-espiral. En esta época la moda
masculina indicaba el uso de un reloj
unido a una cadena y luego dentro del bolsillo del chaleco. Las
mujeres los
llevan en la cintura con frecuencia, colgando de un listón o una cadenilla. Los
relojes eran
muy caros y se vendían como objetos de lujo en las joyerías y
perfumerías. El tiempo pertenecía
todavía a las clases ricas, granjeros y
comerciantes, quienes lo seguían imponiendo a
los demás por
medio de las campanas.
En 1721, George Graham
logró compensar los cambios de temperatura que hacían
variar la
velocidad de las péndolas de acero. Su reloj tenía una, aislada de
la temperatura por medio de una
ampolleta de mercurio, que variaba apenas un
segundo al día.

En
1802, un relojero francés, Ferninand Berthoud, escribió: "Con el uso de
los relojes, los hombres
pueden emplear todos los
momentos necesarios en los trabajos de la vida civil. El hombre arregla,
mediante ellos, la hora del trabajo y la del reposo, la de su comida y de su sueño.
Y, por esta
afortunada distribución del tiempo, la sociedad misma camina como
el reloj, y forma, cuando
está bien organizada, una especie de engranaje cuyos
movimientos sucesivos son los trabajos
de todos los miembros que la
constituyen".

En
el primer reloj eléctrico, que se inventó en el siglo XIX, el péndulo no se
movía gracias
a la acción de la fuerza de la gravedad sobre una pesa, sino
mediante un electroimán
alimentado por una batería. En 1914 el norteamericano
Henry Ellis Warren accionó un reloj
mediante un dispositivo electromotor y
gracias a esto inventó los primeros relojes eléctricos
fiables. Sin embargo,
los relojes más precisos creados hasta la fecha son los relojes atómicos,
que
desde 1948 comenzaron a utilizarse en campos como la aviación y las armas
nucleares.

Relojes
de pulsera
Se
dice que el primer reloj de pulsera se creó por encargo de la reina de Nápoles,
en
1812. Y aunque fue una mujer quien promovió su creación, en los primeros años
de (ilustración
su historia, los relojes de pulsera tuvieron mayor popularidad entre los
hombres. En el The mystery
siglo XX, la Primera Guerra Mundial impulsó su uso cuando los
oficiales del ejército se of time, p.
vieron obligados a utilizarlos. Una década más
tarde, en 1929, el relojero 25, reloj de
estadounidense Warren Albin Marrisson inventó el
reloj de cuarzo, con una imprecisióncuarzo y
de entre 30 y 0,3 segundos por año. Para
crearlo, empleó cristales de cuarzo, cuyas piedras de
vibraciones se transforman en una
corriente de frecuencia adecuada que sirve para cuarzo)
accionar un pequeño motor sincrónico.
Los relojes de cuarzo se siguen utilizando.
En 1957 aparecieron los relojes de pulsera eléctricos. El primer reloj de
pulsera
eléctrico del mundo fue el Hamilton Electric. Dichos relojes se
alimentan gracias al
empleo de pequeñas pilas y funcionan mediante diminutos
dispositivos que hacen
avanzar el segundero a saltos, mientras que las
manecillas correspondientes a las horas y los minutos
se mueven, con mayor
lentitud, accionadas por un engranaje convencional.

Reloj
Atómico

En
el año de 1967, para evitar imprecisiones en la medida del tiempo, se
eligió
un nuevo patrón base a la frecuencia de vibración atómica (un
fenómeno
extremadamente regular y fácilmente reproducible) para la
definición de la
unidad de tiempo físico. Según ello, un segundo físico
corresponde a
9,192,631,770 ciclos de la radiación asociada a una
particular transición del
átomo de cesio. La precisión alcanzada con este
reloj atómico es tan elevada
que admite únicamente un error de un
segundo en 30,000 años. A pesar de ello,
actualmente se estudian nuevos
relojes basados en las características del hidrógeno
que permitirán alcanzar todavía mayor
precisión (del orden de un segundo en
tres millones de años).
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