La Sociedad Amuc

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La sociedad: definición y planteos sobre sus orígenes

Sociedad se define generalmente como una agrupación natural o pactada de personas, unidas
con el fin de cumplir, mediante la cooperación, todos o algunos de los fines de la vida. En la
misma ya aparecen perfiladas las dos corrientes existentes respecto del origen de la sociedad:
la naturaleza y el pacto. De acuerdo con la primera corriente, In sociedad es un componente
natural de la vida del hombre, puesto que en ella nace y se desarrolla. La naturaleza (y la
necesidad) lo llevan a vivir en sociedad: sin la comunicación de las ideas y el conocimiento de
lo conseguido por sus antepasados, el género humano no habría salido de la infancia. Sólo si
fuera "una bestia o un dios" podría vivir en una situación asocial. Además, la concepción de
que "el hombre es un ser social" implica la existencia de una autoridad "natural", entendida
esta como una persona o un conjunto de personas encargadas del ejercicio del poder público.
Esta concepción fue desarrollada por Aristóteles (384-322 a. C.) que, partiendo del principio de
que el hombre es por naturaleza un animal político y social, expuso una teoría del desarrollo
político, que va desde la familia -que existe para las necesidades elementales de la vida, hasta
la sociedad (polis), única estructura que hace al individuo protagonista de la vida política. Si
bien el cristianismo ha sido el principal defensor de la "naturalidad" de la sociedad, esta
posición fue adoptada en distintas épocas por quienes se oponen al contractualismo.

Por su parte, la teoría del pacto, desarrollada en el siglo XVII, por los pensadores ingleses
Thomas Hobbes (1588-1679) y John Locke (1632-1704), y en el siglo siguiente por el francés
Jean Jacques Rousseau (1712-1778), afirma que la sociedad no es obra de la naturaleza sino de
la decisión de los hombres mediante un pacto, que además establece una autoridad, a la que
se someten voluntariamente. Desde esta visión, el primer estado natural del hombre fue el
aislamiento y. por distintas razones según los autores -la guerra, la defensa de la propiedad el
pacto o contrato surgía para superar esa situación, dando lugar a la emergencia de la sociedad
política- una forma de organización de los hombres-, en la que la autoridad se constituye para
asegurar los derechos de quienes forman parte de ella.

Esta caracterización nos remite a dos tipos de contrato: el "pacto de asociación entre
individuos que deciden vivir juntos, regulando de común acuerdo todo lo que se refiere a sa
seguridad y conservación y el "pacto de sumisión", que instaura el poder político, al cual se
promete obedecer. Las concepciones contractualistas se vinculan históricamente al
constitucionalismo, es decir, a las corrientes políticas que plantean la necesidad de limitar el
ejercicio del poder por medio de un documento que establezca los derechos y deberes de
gobernantes y gobernados. Como muestra la historia, el contrato social es pura teoría sin
embargo, ha sido la forma más convincente -¿racional?- de obtener la convivencia y de
legitimar la autoridad. Una variante de la teoría del contrato es aquella que distingue entre
"comunidad" y "sociedad". De acuerdo con la misma, los seres humanos se agruparon en
"comunidades", grupos en los que los lazos de unión eran sobre todo afectivos. Las
transformaciones económicas fueron las que dieron lugar al surgimiento de la "sociedad",
unión de personas en las que el único lazo que las mantiene unidas es el interés económico. En
este caso, el pacto surge implícitamente para mantener unidas a personas que no tienen nada
que ver entre sí, estableciendo las normas que regulan la convivencia en un mundo
individualista, dominado por la competencia.

El Estado: definición y fundamentos de su legitimidad


Más allá de las posiciones teóricas y la revisión histórica, que sin duda dan lugar a análisis de
mucho interés, vamos a centrarnos en la definición de Estado; en este sentido hay una
coincidencia básica respecto de cómo debe definirse:

El Estado es un conjunto de instituciones de las cuales la más importante es la que controla los
medios de violencia y de coerción; Estas instituciones están enmarcadas en un territorio
geográficamente delimitado. Es fundamental el hecho de que el Estado mira tanto hacia
adentro, a su "sociedad nacional", como hacia fuera, a sociedades más grandes entre las que
debe abrirse paso; El Estado monopoliza el establecimiento de normas dentro de su territorio,
circunstancia que tiende a crear una cultura política común compartida por todos los
ciudadanos. Esta definición tiende sin embargo a limitaciones: al ser simultáneamente
institucional (se refiere a instituciones que conforman el Estado) y funcional (describe las
funciones que le competen), da por válido un vínculo que algunas veces no se ha dado en la
historia. Por ejemplo, en la cristiandad de comienzos de la edad media, muchas funciones
gubernamentales -el mantenimiento del orden, el establecimiento de las reglas de la guerra y
la justicia- eran atendidas por la Iglesia y no por los Estados débiles y transitorios que existían
en esa época.

Una de las cuestiones que plantea la existencia del Estado es el origen s wau autoridad, esto es
¿cuál es la razón por la que mandan los que mandan?, o, formulando la cuestión de manera
más sutil, ¿qué es lo que confiere su fuerza a la ley?

En un sentido muy amplio, y refiriéndonos exclusivamente al mundo occidental, podemos


afirmar que a lo largo de los siglos coexistieron -obviamente enfrentadas dos concepciones
respecto de esta cuestión.

Por una parte, se encuentra la llamada concepción descendente del poder. La misma sostiene
que el poder reside originalmente en un ser supremo, que con el predominio del cristianismo
se identificó con la misma divinidad. En el siglo V de nuestra era un pensador como San
Agustín (354-430) afirmaba que Dios daba sus leyes a la humanidad por medio de reyes; en la
misma línea, en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino (1224/25-1275) sostenía que el poder
descendía de Dios. De allí se desprendía que quien desempeñaba la dignidad suprema era tan
sólo responsable él. Con estos elementos se conformaba una visión teocrática del poder;
durante varios siglos, el poder real era "instituido por el sacerdocio por orden de Dios". Para
ser más claros, el poder estaba fuera de la intervención de los hombres; éstos debían aceptar
un conjunto de preceptos, de no cumplirlos corría peligro su salvación. Esta concepción iba
acompañada de una visión orgánica de la sociedad en la que todos los elementos que la
conformaban eran parte de un todo integrado que es reproducía perpetuamente. En ese
escenario rige una "ley eterna", divina y revelada, y una "ley positiva", que se hace eco de la
anterior. Lo que vincula a ambas es la ley "natural", principio de todas las leyes contingentes:
la ley divina no puede ordenar nada contrario a la naturaleza, y la ley positiva debe referir a la
ley natural. La concepción descendente del poder, entonces, se basa en el fundamento divino
del ordenamiento legal, que contempla los rasgos de la naturaleza humana.

Por otra parte, y en oposición total a la anterior, aparece la concepción ascendente del poder.
Su principal característica consiste en que el poder reside originalmente en el pueblo, por lo
que era éste el que elegia a un jefe para la guerra, un rey, etc. Al gobernante se lo consideraba
representante de la comunidad y era entonces responsable ante ésta. Sus poderes eran los
que el pueblo le había concedido, lo que implicaba un derecho a la resistencia si se
consideraba que el gobernante había dejado de representar su voluntad. Se sentaban asi las
bases para el surgimiento político laico, concebido por el poder como algo distinto de dominio
espiritual, es decir, dotado de competencias para el gobierno terrenal.

Durante varios siglos estas concepciones coexistieron enfrentadas, pero a medida que se
fueron desplegando las transformaciones de todo tipo que afectaron al mundo occidental
desde el siglo XV, la justificación del ejercicio del poder fue evolucionando lentamente hacia la
concepción ascendente; aunque con frecuencia, en el curso de extensas y destructivas guerras
religiosas, la apelación del derecho divino como fundamentación del poder no estuvo ausente.
Se estaba conformando el Estado Moderno, el desempeño eficaz de tareas cada vez
más complejas en un mundo convulsionado condujo a la aparición del absolutismo, un poder
sin limitaciones que, al efecto de consolidarse frente a los desafíos impuestos por los conflictos
sociales, apelo a argumentos de legitimación vinculados con la concepción descendente del
poder. Así, los monarcas absolutos de los siglos XVII y XVIII iban a ser justificados de la
siguiente manera: Dios toma bajo su protección todos los gobiernos legítimos, en cualquier
forma que estén establecidos, por lo que quien pretenda derribarlos no es sólo enemigo
público, sino también enemigo de Dios.

El Estado y las diferentes corrientes del pensamiento político


Una vez discutidos los fundamentos de la legitimidad del poder, abordaremos el tema relativo
a las elaboraciones teóricas que se han desplegado en relación con las funciones de la
institución Estado como tal.

La problemática del Estado ha sido objeto de contribuciones por parte de diferentes corrientes
de pensamiento. Una primera e importante distinción puede realizarse entre: 1) los que
sostienen que el Estado es un componente fundamental de la sociedad, y tiene como finalidad
la búsqueda del bien común de las personas que la conforman; 2) quienes ven al Estado como
un fenómeno secundario, suponiendo que su carácter y fuerza resultan de la influencia que
ejercen sobre él las fuerzas de la sociedad; 3) quienes insisten en que el mantenimiento del
orden es un bien en cualquier sentido y que el Estado es el encargado de esa función. El
pensamiento cristiano se fundamenta en la primera posición; entre quienes se encolumnan
detrás de la segunda se encuentran el liberalismo y el marxismo; y el fascismo2 - entendido
por fascismo el conjunto de movimientos antidemocráticos que surgieron en Europa entre la
Primera y Segunda Guerra Mundial-defiende la tercera

El liberalismo
El liberalismo postula que la razón del individuo constituye el fundamento para organizar las
relaciones entre los hombres y entre ellos y el mercado. En política implica el contractualismo
o constitucionalismo incluidos los principios de representación de les ciudadanos y la
separación y limitación de los poderes- y en economía el mercado libre. En ambos casos la
clave reside en el derecho de propiedad. Este es sagrado, es la razón de ser del Estado y el
elemento que confiere autonomía real a cada individuo. El liberalismo es, en definitiva, el
sistema y la ideología que garantizan la libertad en todas sus dimensiones y hace del individuo
el centro de la sociedad.

En todas las variantes del liberalismo existe una concepción definida del hombre y de la
sociedad. Los elementos de la misma son: 1) Es individualista en tanto que afirma la primacía
de la persona frente a las exigencias de cualquier colectividad social; 2) Es igualitaria porque
confiere a todos los hombres el mismo status moral, y niega la aplicabilidad, dentro de un
orden político o legal, de diferencias entre los seres humanos; 3) es universalistas, ya que
afirma la unidad moral de la especie humana y concede una importancia secundaria a las
asociaciones históricas especificas (por ejemplo, nación); 4) Es progresista por su creencia en la
posibilidad del mejoramiento de cualquier institución social y política.

La tradición liberal ha buscado justificación en muy diversas filosofías. Las afirmaciones


políticas y morales del liberalismo se han fundamentado generalmente en teorías de los
derechos naturales6 del hombre y han buscado el apoyo tanto de la ciencia como de la
religión.

Además, al igual que cualquier otra corriente de opinión, el liberalismo ha adquirido matices
diferentes en cada una de las culturas nacionales: el liberalismo francés difiere notablemente
del inglés, el liberalismo alemán se ha enfrentado siempre con problemas singulares, y el
liberalismo norteamericano, aunque en deuda con las formas de pensamiento y prácticas
inglesa y francesa, muy prono tuvo rasgos propios. A pesar de la rica diversidad que el
liberalismo ofrece a la investigación histórica, es un error suponer que sus múltiples variedades
no pueden ser entendidas como variantes de un reducido conjunto de temas. Et liberalismo
constituye una tradición única, un difuso síndrome de ideas. Esa tradición tiene antiguas raíces
en Occidente, y en este sentido el mundo clásico aporta algunos los hombres son iguales, de la
igualdad proviene la desconfianza, y de la desconfianza procede la guerra de todos contra
todos. Para Hobbes, sin embargo, hay un derecho natural y unas leyes naturales, aunque las
mismas no tienen para él la misma significación que para los teóricos del derecho natural. La
ley natural es definida como un precepto a regla general descubierto por la razón y que
prohíbe, por un lado, hacer aquello que pueda destruir su vida u obstaculizar sus medios de
preservación y, por otro, dejar de hacer aquello que pueda preservar lo mejor posible su vida".
Las dos primeras leyes naturales consisten, desde la perspectiva de Hobbes, en buscar la paz y
defenderse por todos los medios que se tengan al alcance. Ahora bien, para asegurar la paz y
la seguridad, los hombres deciden establecer un contrato entre ellos, transfiriendo al Estado
los derechos que, de ser conservados, obstaculizarán la paz de la humanidad. Este contrato es
el que anteriormente hemos definido como "pacto de sumisión". De este análisis pueden
inferirse algunos elementos:

La sociedad no es un hecho natural, es el "futuro artificial de un pacto voluntario, de un cálculo


interesado": El Estado se basa en un contrato, no el que establecen un monarca y sus súbditos,
sino el que pactan individuos que deciden darse un soberano; ese contrato, lejos de imitar la
soberanía, la funda: El origen del contrato es la preocupación por la paz

El Estado tiene la función de salvaguardar el derecho natural de cada uno, y su poder


encuentra su limite absoluto en el derecho natural, no en ningún otro hecho moral: El Estado
es el que fundamenta la propiedad, por lo que todo ataque al Estado es un ataque a la
propiedad. Para finalizar, si llamamos liberalismo a la doctrina que sostiene que los derechos,
en oposición a los deberes, constituyen el hecho político fundamental del hombre, identifica la
función del Estado con la protección y salvaguarda de dichos derechos, es correcto afirmar que
Thomas.

Hobbes fue el fundador del liberalismo.

John Locke puede ser entendido más adecuadamente si lo ubicamos en su escenario histórico,
según la Inglaterra de la gloriosa revolución de 1688, la misma acabo de manera definitiva con
el absolutismo en ese país, instaurando las instituciones de una monarquía constitucional. Su
obra, entonces, constituye la fundamentación teórica de la rebelión contra el poder, partiendo
de algunos de los conceptos ya introducidos por Hobbes, aunque dándoles una interpretación
diferente. El texto transcrito es un fragmento del Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil
(1690) Su lectura permite apreciar la manera en que fundamenta a partir del estado de
naturaleza, el surgimiento del Estado y los límites de su autoridad. En su obra, aparecen
definidos tanto el "pacto de asociación decisión de individuos que quieren vivir juntos como el
pacto de Sumisión transferencia del poder a una autoridad. Asimismo, Locke destaca la
importancia de la propiedad, cuya garantía es justamente el objetivo de la creación del Estado.
Justamente. cuando el poder afecta los derechos naturales, en particular los de propiedad,
Locke concede a los gobernadas el derecho a sublevarse.

El estado de naturaleza
Capítulo 11-del estado de naturaleza.
Para comprender correctamente el poder político y conocer su origen, debemos considerar
como viven los hombres en el estado de naturaleza. Es este un estado de perfecta libertad:
cada uno puede ordenar sus acciones y disponer de sus bienes y de su persona según sus
aptitudes, dentro de los limites determinados por la ley natural y sin necesitar permiso ni
depender de la voluntad de hombre alguno Ex también un estado de igualdad donde todo
poder y jurisdicción es reciproco, donde nadie tiene más que nadie: Es entonces evidente que
allí todas las criaturas, de la misma especie y rango, nacidas con las mismas cualidades
naturales y con el goce de las mismas facultades, deben ser iguales, sin subordinación ni
sumisión: a menos que el dueño y señor de todas ellas coloque o una por encima de las demás
por cualquier declaración expresa de su voluntad y le confiera, por una evidente y clara
designación, un indiscutible derecho de dominio y soberanía.

Para que todos los hombres estén impedidos de invadir derechos ajenos y de hacerse daño
unos a otros, y para que la ley natural, que quiere la paz y preservación de toda la humanidad,
sea observada, su ejecución está puesta, en este sentido, en la mano de todos los hombres,
por lo cual cada uno tiene derecho a castigar a los transgresores de esa ley hasta el grado que
lo permita la violación. [...] Como el hombre tiene derecho desde su nacimiento, como ha sido
demostrado, a una perfecta libertad y a un goce no fiscalizable de todas las facultades y
privilegios de la ley natural, y como es igual a cualquier otro hombre y multitud de hombres,
tiene por naturaleza no solamente el poder de preservar su propiedad, es decir, su vida.
libertad y estado contra las injurias y atentados de los otros hombres, sino también de juzgar y
castigar a los transgresores de esta ley proporcionalmente a la gravedad de la ofensa, y aún
con la misma muerte cuando él crea que la atrocidad del hecho lo requiere.

Por consiguiente, cuando cualquier número de hombres está unido en sociedad de tal manera
que cada una de ellos abandone el poder ejecutivo que le pertenecía por derecho natural y se
entrega a la autoridad pública existe una sociedad política o civil. [...]

Capitulo VIII
Del comienzo de las sociedades políticas
Siendo los hombres iguales, iguales e independientes por naturaleza, como ya se h ninguno
puede ser sacado de su estado y sometido al poder político de otro sin su propio
consentimiento. Cuando los hombres salen del estado de naturaleza y se unen en una
comunidad. debe entenderse que desisten a favor de la mayoría de todo el poder que fuera
necesario para conseguir los fines que los llevaron a asociarse (a menos que determinen
explícitamente a cualquier grupo más numeroso que la simple mayoría). Y esto se consigue
cuando los hombres acuerdan unirse en una sociedad política, acuerdo que resume en si todo
el procedimiento contractual que se sigue o necesita seguirse entre los individuos que entran a
formar un Estados. Y asi lo que origina y actualmente constituye toda sociedad política es el
consentimiento de un cierto número de hombres libres, capaces de ser representados por una
mayoria desde que se unen y forman una sociedad. Y este consentimiento es lo único que da o
puede dar comienzo a cualquier gobierno legal del mundo.

Todo lo que no pueda ser reconocido sino como una ventaja sobre las antiguas medidas para
la sociedad y para el pueblo en general debe ser justificado por sí mismo; y siempre que el
pueblo elija sus representantes según un criterio proporcional y justo, conforme a la
constitución original del estado, no puede dudarse que sea la voluntad y el acto de la misma
sociedad que le permitió obrar asi y fue de la causa de tal acción.

El derecho de revolución
Capitulo XVIII-de la tiranía
Asi como la usurpación consiste en el ejercicio de un poder a que otra persona tiene derecho,
la tiranía consiste en el ejercicio abusivo del poder, a lo que nadie tiene derecho. Esta ocurre
cuando se usa el poder para el bien personal y exclusivo del gobernante y no para el bien de
los súbditos Se debe, pues, considerar tirano a todo gobernador, o como quiera que se titule,
que no tiene la ley como regla sino su voluntad propia y cuyos mandamientos y actos no están
dirigidos hacia la preservación de las propiedades de su pueblo sino hacia la satisfacción de su
propia ambición, de sus venganzas personales, de su codicia o de alguna otra pasión
semejante. Es un error pensar que la tiranía es propia de los regímenes monárquicos. También
las otras formas de gobierno están expuestas a sus defectos: porque allí donde el poder,
colocado en manos determinadas para el gobierno del pueblo y la preservación de sus
propiedades, es aplicado a otros fines y usado para empobrecer y oprimir a los súbditos
mediante una autoridad irregular y arbitraria, existe una tiranía, que indiscutiblemente puede
ser de uno o de varios, Asi vemos en la historia los treinta tiranos de Atenas y el tirano único
de Siracusa; en cuanto al inolvidable dominio de los Decenviros en Roma, no era mucho mejor
que una tiranía. Pero si todos ven claramente que los pretextos alegados por un gobernante
son de naturaleza perfectamente opuesta a las acciones que realiza y que emplea todos los
artificios posibles para eludir la autoridad de la ley, y que todos los beneficios de las
prerrogativas (poder otorgado al soberano a fin de que lo use arbitrariamente para conseguir
un bien para el pueblo y no un mal) son empleados contrariamente a su finalidad: si el pueblo
advierte que la elección de los magistrados inferiores y de los magistrados subalternos se hace
de acuerdo a finalidades contrarias al interés público y que son más o menos favorecidos en
proporción al celo que pongan en la obtención de tales objetivos funestos; si los ciudadanos
experimentan los efectos nocivos del poder arbitrario, si notan que clandestinamente se
favorece a una religión contraria al espíritu público y se trata de introducirla en todas partes
aunque el gobierno públicamente se declare contra ella, ¿cómo podría un hombre dejar de
pensar que un peligro amenaza la suerte del Estado y hace necesaria una pronta salvación?

(Locke, J. Segundo tratado sobre el gobierno civil-1690-, en Fayt, C. S., El Estado liberal
moderno, Buenos Aires. Plus Ultra, 1973, pp. 153 a 188.)
En el texto de Locke aparece otro de los temas centrales que caracterizan al liberalismo: la
división de poderes. El francés Montesquieu (Charles Louis de Secondat, Baron de la Brede et
de la Montesquieu. 1689/1755) la fundamentó para evitar los abusos de poder: "para formar
un gobierno moderado, hay que combinar los poderes, regularlos, suavizarlos, hacerlos
funcionar, dar. por asi decirlo, un cierto peso a uno para que pueda resistir a otro".

La evolución del pensamiento liberal se vio afectada por las transformaciones económicas y
políticas que se iniciaron en el siglo XVIII y se prolongaron en el siglo siguiente, sobre todo tras
el impacto producido por la revolución industrial en el terreno económico y por la revolución
francesa en el ámbito político El siglo XIX implicó la vigencia del liberalismo en Occidente en
todos los terrenos: en el campo político a través de la conformación de un Estado con
funciones que se limitaban a hacer cumplir las leyes, y en el terreno económico a partir de la
vigencia de concepciones que ponían límites a la participación del estado en esta esfera. Sin
embargo, no se trataba de un dominio libre de cuestionamientos: pensadores como Joseph de
Maistre expresaban los temores de los defensores de las estructuras del Antiguo Régimen, 10
sosteniendo, por ejemplo, que la libertad de expresión suponía la destrucción de la sociedad y
que "no puede haber gobierno alguno si las masas gobernadas se consideran iguales a aquellos
que gobiernan". Asimismo, el éxito académico del liberalismo económico no se trasladó con
frecuencia al ámbito de la política económica, en el que las tendencias proteccionistas muchas
veces se impusieron alegando la defensa de los intereses de la producción nacional frente a los
problemas de la competencia extranjera. Los debates respecto de la vigencia del Estado liberal
continuaron también en el siglo XX. afectados por los cuestionamientos crecientes
provenientes desde la derecha y desde la izquierda (ver la unidad siguiente). El liberalismo se
vio afectado por las transformaciones experimentadas por la vida económica, tanto desde el
punto de vista de la inestabilidad manifestada por el capitalismo como por el desafío
planteado por el triunfo del socialismo. Todos sus defensores coincidían respecto a que se
requería la limitación del accionar del gobierno por medio de normas escritas. Más allá de las
posiciones destinadas a defender la existencia de un Estado mínimo, cuya existencia se limita a
las competencias estrictas para evitar el robo, el fraude o la violencia la mayoría de los autores
liberales reconocen que el Estado puede tener varias funciones de servicio, que rebasan la
protección y el sometimiento de la justicia y es por esta razón que son partidarios de un Estado
limitado, el que debe cumplir la condición de contener restricciones constitucionales sobre el
ejercicio arbitrario de la autoridad gubernamental.

En el ámbito económico las posiciones liberales pasaron por diferentes niveles de valoración,
coincidentes con los avatares que atravesó el mundo a lo largo del siglo. Si hasta el estallido de
la primera guerra mundial en 1914 el papel del Estado en la economía era considerado
marginal - aunque las tendencias proteccionistas siguieron vigentes sobre todos en periodos
de crisis-, desde ese momento la situación se fue modificando, tanto como consecuencia de las
necesidades bélicas como de las dificultades que produjeron a partir de la crisis de los años
treinta. El periodo que arranca en 1945 fue el de mayor desarrollo de la gestión estatal, hasta
el punto de forjarse la expresión "economía mixta", para distinguir una realidad en la que la
actividad del Estado en múltiples terrenos tenía un lugar significativo. Sin embargo, la
ortodoxia económica se mantuvo con fuerza en los ámbitos académicos esgrimiendo
argumentaciones en buena medida renovadoras, pero que partían de las que ya había
elaborado Adam Smith a fines del siglo XVIII. El retorno a primer plano del liberalismo
económico se produjo como consecuencia de la crisis de la década de 1970, atribuidas a los
excesos provenientes de la intervención estatal durante los años de vigencia de la economía
mixta, adoptó la forma extrema del monetarismo, una corriente del pensamiento económico
surgida en la Universidad de Chicago cuyo principal exponente fue Milton Friedman (n.1912),
premio Nobel de economía en el año 1976, el éxito de esta corriente se ha concretado hasta
fines del siglo XX con el triunfo de las concepciones neoliberales, que han tomado las banderas
del Estado mínimo aplicándolas a la nueva realidad de la globalización Fascismo. El fascismo es
sin duda una ideología del siglo XX: los movimientos fascistas emergieron al finalizar la primera
guerra mundial y en los países en los que triunfo -Alemania e Italia- los regímenes subsistieron
hasta la catástrofe de la Guerra de 1939-1945. Sin embargo, hay una coincidencia en la
actualidad respecto a que el corpus de ideas fascistas se gestó en el cuarto de siglo anterior a
1914, como reacción de algunos intelectuales frente al rumbo que estaba tomando la
sociedad. Tras su derrumbe, durante muchos años el fascismo fue considerado sólo de dos
maneras: o poco más que una desviación patológica, un negativo apartamiento respecto de las
tradiciones occidentales, o la manifestación reactiva y salvaje del capitalismo de su fase
imperialista, amenazado por el ascenso del movimiento obrero. En los últimos años ha
cambiado esta visión, insistiéndose en la complejidad que caracteriza su pensamiento. Las
ideas fascistas apuntan hacia la exaltación del Estado; frente a la división de poderes que
defiende el liberalismo, reflejo de la necesidad que tenía esta corriente de proteger al
individuo frente a los abusos de la autoridad, defienden la vigencia de una autoridad que
expresa los supremos valores éticos y supera todos los egoísmos de la clase. Es decir que todos
los intereses se subordinan ante el Estado que es "un término absoluto ante el cual los
individuos y los grupos son términos relativos".

La figura de Benito Mussolini (1883-1945) tuvo, obviamente, trascendencia como político:


fundador del movimiento fascista en 1919, tras haber sido un caracterizado dirigente socialista
se transformó en gobernante de Italia a partir de octubre de 1922 luego de la "marcha sobre
Roma"

Hasta la toma de poder por parte de Hitler en 1933, fue considerado el líder del naciente
fascismo y de sus discursos emergen algunos de los rasgos que caracterizan la visión que tenía
esta corriente ideológica respecto del Estado, expresiones rotundas como, todo en el Estado,
nada fuera del Estado, nada contra el Estado, o sin Estado no hay Nación, resume la visión del
fascismo sobre esta cuestión.

¿Qué es el Estado? En los postulados programáticos del fascismo quedaba definido como la
encarnación jurídica de la nación. La fórmula es vaga. El Estado, sobre todo el Estado moderno,
es eso, desde luego, pero no es sólo eso. Sin querer hacer un elenco de todas las definiciones
del Estado dadas en todos los tiempos por los especialistas en ciencias políticas, me parece
que puede definirse como un sistema de jerarquías. El Estado es, originalmente, un sistema de
jerarquías. El día en que un hombre, entre un grupo de hombres, asumió el mando, porque era
el más fuerte, el más astuto, más sabio o más inteligente, y los demás le obedecieron por amor
a la fuerza, ese día nace el Estado y fue un sistema de jerarquías, simple y rudimentario
entonces, como era simple y rudimentaria la vida de los hombres en el amanecer de la
historia. El jefe tuvo que crear necesariamente un sistema de jerarquías, para hacer la guerra,
para dictar justicia, para administrar los bienes de la comunidad, para obtener el pago de
tributos, para regular las relaciones entre el hombre y lo sobrenatural. No Importa la índole del
origen que el Estado invoque y por el cual legitima su privilegio de creador de un sistema
jerárquico: puede ser Dios, y se forma el Estado teocrático: puede ser un hombre solo, la
descendencia de una familia o un grupo de individuos, y se constituye el Estado, monárquico o
aristocrático o el pueblo, a través del mecanismo del sufragio y estamos en el Estado demo
constitucional de la era capitalista: pero en todos los casos el Estado se manifiesta por medio
de un sistema de jerarquías e infinitamente más complejo, de acuerdo con la vida que es más
compleja en intención que en extensión. Pero para que las jerarquías no sean categorías
muertas, es necesario que fluyan en una síntesis, que converjan todas a un fin, que tenga un
alma, cuya suma sea el alma colectiva para lo cual el Estado debe expresarse en la parte más
elegidas de una determinada sociedad como guía de las clases superiores.

La decadencia de las jerarquías significa la decadencia de los Estados. Cuando la jerarquía


militar desde el mariscalato a los subalternos, ha perdido sus virtudes, viene su derrota.
Cuando la jerarquía fiscal roba y devora el erario sin escrúpulos, el Estado naufraga. Cuando la
jerarquía política vive al día y no se tiene fuerza moral para proseguir fines lejanos ni para
subyugar a las masas poniéndolas al servicio de estos fines, el Estado llega a encontrarse ante
este dilema: o perece bajo el dominio de otro Estado, o, a través de la revolución, sustituye o
rejuvenece las jerarquías decadentes o insuficientes.

La historia de los Estados, desde el imperio Romano hasta la quiebra de la dinastía de los
Capeto el atardecer melancólico de la República Véneta, es todo un nacer, crecer y morir de
las jerarquías (...)

El fascismo quiere el Estado. No cree en la posibilidad de una convivencia social que no esté
encuadrada en el Estado. Sólo los anarquistas -más optimistas aun que Juan Jacobo Rousseau-
piensan que la sociedad humana tan torva, tan opaca, tan egoísta pueda vivir en un estado de
absoluta libertad. El advenimiento de una era en la cual, sin normas y sin límites, los hombres
se "asocien libremente en una comunidad libre", según la formula anarquista, debe ser
relegado al limbo de las utopías más futuristas, somos, pures, anti anárquicas, porque no
creemos en una posibilidad de convivencia humana que no se manifieste en un Estado.
Tampoco se nos seduce, sino que rechazamos la tesis socialista de un Estado entendido como
simple comité gestor de negocios de la clase dirigente, destinado a transformarse, con la
desaparición de la propiedad y la Nación, un comité administrativo de cosas, una enorme
teneduría de libros colectiva. Todo esto es no sólo falso, sino absurdo, Administración de cosas
ex una frase sin sentido, in cuando quiera significar la negación del Estado. En realidad. quién
administra, gobierna, y quién gobierna es el Estado, con todas sus consecuencias. El ejemplo
ruso prueba claramente que la administración de las cosas obliga a la creación de un Estado,
incluso de un super Estado, que a las viejas funciones estatales-guerra y paz, policía, justicia,
percepción de tributos enseñanza añade funciones de tipo económico. El fascismo no niega el
Estado: afirma que una sociedad civilizada, nacional o imperial. sólo es concebible bajo forma
de Estado no va pues contra la idea de Estado, sino que se reserva la libertad de actitud ante
ese Estado concreto que es el Estado Italiano. Darles autenticidad o sustitución a las jerarquías:
esta es la misión para la que ya no parece apto el Estado italiano actual. Esta es la misión de la
revolución fascista, que podría realizarse tanto, por medios legales como a través de
insurrección armada, para lo cual el fascismo ha provisto sabiamente, preparándose para
ambas posibilidades.

(Mussolini, B. El espíritu de la revolución fascista, Buenos Aires, Temas


contemporáneos, pp. 205 a 208)

El nazismo definido como tal a la variante alemana del fascismo, tomó el poder en Alemania en
1933, alzando la figura de su líder Adolfo Hitler (1889-1945) El partido obrero nacional-
socialista se convirtió en una fuerza política importante como consecuencia de las deficiencias
del régimen de la república de Weimar que no logró la estabilidad de la vida política de un país
derrotado en la Primer Guerra Mundial. El nazismo, compartiendo en varios aspectos los
principios del fascismo procede a una redefinición del Estado, este era meramente un agente
de la raza. A su vez, el individuo no tiene derechos en tanto persona sino como componente de
la comunidad nacional. El texto siguiente ilustra sobre esta visión que tuvo vigencia durante el
Tercer Reich:

La ciencia política del siglo pasado consideraba al Estado como una entidad de sí misma, como
una persona Estado jurídica, abstracta. Por el contrario, el valor político fundamental del
Nacionalsocialismo no es el Estado como tal, sino el pueblo [...] La revolución en la concepción
del estado ha cambiado necesariamente el concepto, esencia y contenido de la nacionalidad y
la ciudadanía. El Nacionalsocialismo ha puesto al pueblo directamente en el centro del
pensamiento la fe y la voluntad de creatividad y vida. Como dice el ministro del Reich, Frick, el
Nacionalsocialismo deriva de la más poderosa de todas las tradiciones de la tierra: de la
eternidad del pueblo que siempre se renueva. "El punto de partida de la doctrina
Nacionalsocialista no está en el Estado sino en la Nación. Asi pues, el punto focal de todo el
pensamiento nacionalsocialista radica en la substancia viva que nosotros, de acuerdo con su
desarrollo histórico, llamamos la Nación Alemana" (de la alocución de la clausura del führer al
congreso del partido en 1935). La comunidad del pueblo, apoyada en una comunidad de
voluntad y en una conciencia de comunidad de honor del pueblo alemán racialmente
homogéneo, constituye una unidad política. Esta comunidad no es solamente espiritual, sino
también real. El vínculo real es la sangre común. Esta comunidad de sangre crea la unidad
político-nacional del empuje de la voluntad contra el mundo circundante. En consecuencia, no
el Estado desde el punto de vista individualista-liberal a saber, como una abstracta
personalidad estatal, aparte y por encima del individuo. El Estado es la organización político
Nacional del organismo vive la Nación. El concepto de Estado del nacionalsocialismo es la idea
de la comunidad político nacional. La oposición entre la idea del Estado y el propósito del
Estado, por una parte, y la Nación y comunidad popular nacional, por otra, oposición que
recorre la historia (la ruptura entre Nación y Estado, por la que tanto ha sufrido en el pasado el
pueblo alemán) ya ha sido superada. Hoy comprendemos que la Nación es al Estado como el
contenido a la forma, como el propósito a los medios. El Estado es el medio para el fin de
salvaguardar al pueblo. "Su fin es la preservación y promoción de una comunidad de seres
vivientes que son física y psicológicamente semejantes. Esa preservación se dirige ante todo y
sobre todo a la estirpe racial, y permite por ello el libre desarrollo de todas las energías
latentes en la raza" (el Führer, en Mein Kampf). [-]Esa concepción de Nación e imperio
determina también la relación del individuo al todo. Como ya hemos puesto de relleve, la
concepción liberal del Estado pone al individuo en oposición al Estado. Lo hizo asi al subrayar
el derecho individual al mayor grado posible de actividad sin restricciones, y al suponer que su
deber consistía en liberar al individuo de los grilletes de una autoridad estatal demasiado
poderosa y en protegerle de la interferencia del Estado. El individuo no era visto como un
miembro de una comunidad, sino como un oponente del Estado, la relación del individuo al
Estado se determina en términos de la persona como tal, y favorecía el individuo expensas de
la sociedad como un todo. Por el contrario, según la concepción nacionalsocialista, no son los
seres humanos individuales, sino las razas, pueblos y naciones, lo que constituyen los
elementos del orden, querido por Dios, de este mundo. La comunidad de la Nación es el valor
primordial de la vida del todo, asi como la del individuo. El ser humano individual solamente
puede ser concebido como un miembro de la comunidad de personas a las que es racialmente
similar, y de las que hereda sus dotes físicas y espirituales. El nacionalsocialismo no reconoce
una esfera individual separada que, aparte de la comunidad, haya de ser cuidadosamente
protegida de toda interferencia por parte del Estado. Ninguna actividad de la vida diaria tiene
significado ni valor a no ser como un servicio al todo. Así, no es posible que la vida del
individuo se desarrolle si no es al servicio de la comunidad nacional. Asi pues, en el orden legal,
la posición del individuo no está ya determinada en términos de la persona como tal, sino en
términos de la comunidad Desde el punto de vista del interés público en contraste con el de la
persona privada, la preocupación central no ha de ponerse ya en lo que el individuo requiere
para el libre desarrollo de sus potencialidades, o para el logro de sus objetivos personales, su
afán de ganancia y posiciones personales, y que parte de ello puede ceder en beneficio de la
comunidad en momentos de emergencia, La pregunta que se hace el nacionalsocialismo sobre
la base de la suprema responsabilidad ante el Reich y la Nación, es ésta: ¿qué alcance concede
la comunidad a las derechos del individua? Asi se establece un claro orden de rango entre las
necesidades de la comunidad y las justificables aspiraciones del individuo. Eso nos significa que
se nieguen los derechos civiles individuales, sino que se le incorpora a una estructura nacional
basada en la justicia y el honor. El individuo es valorado como la unidad más pequeña de la
Nación y como una parte del todo; es protegido por la ley, en interés del todo. Derechos y
deberes civiles no dimanan de la personalidad no restringida del ser individual, y de las
relaciones de éste y el Estado. De lo que derivan es de su propio rango y posición en la
comunidad. El individuo ha nacido como miembro de su Nacionalidad. Esa condición de
miembro produce para él derechos y deberes con la Nación como un todo, y con todos sus
demás miembros. De ahí que los derechos y deberes del individuo no deban su existencia a
una relación bilateral entre la persona individual y la persona estatal. Al contrario, dimanan
directamente de la condición de miembro que el individuo tiene, de su posición en la sociedad.
(Stuckart, W. Y H. Globe, "Komentare zur detschen Rassengesetzgebung", en Mosse. G. L. La
cultura nazi, México, Grijalbo, 1973, pp. 340 a 349.)

El fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial y sus ideas quedaron sepultadas por
el triunfo generalizado de la democracia en Occidente y la expansión del socialismo soviético
en Europa del Este, pero esta realidad no debe ocultar el hecho de que, en los últimos años,
determinadas situaciones coyunturales han conducido a la reaparición de grupos denominados
neofascistas que, a través de la utilización de temas como la presencia de inmigrantes
extraeuropeos disputando empleos a los trabajadores nacionales, han alcanzado una cierta
repercusión electoral en algunos países.

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