Una Nación Llamada Basura

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UNA NACIÓN LLAMADA BASURA

Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan, y


ese lugar es mañana. Suenan muy futuras ciertas voces del pasado americano
donde las antiguas voces, pongamos por caso, que todavía nos dicen que somos
hijos de la tierra, y que la madre no se vende ni se alquila.

Seamos claros desde el principio: el reciclaje no es una moda, es una


responsabilidad. El mundo en el que vivimos es finito, quiero decir, que tiene fin, no
que es delgadito, aunque para muchos, por el modo de manejarse en sus acciones
cotidianas, creen que este es un mundo eterno. Esto que hoy les digo apunta a
recordarles la importancia de ser más conscientes, entendiendo dónde vivimos, que
el planeta es nuestro primer y único hogar, no hay plan B.

Rompimos el mundo pero... ¿lo podemos arreglar? Esta pregunta difícilmente pueda
ser respondida con un simple sí o no. Lo cierto es que más allá de las predicciones,
nadie sabe a ciencia si el daño realizado es reparable pero muchos coinciden en
que, al menos, vale la pena intentarlo.

Todos podemos hacer un aporte y marcar la diferencia. Esto comienza como un


trabajo individual que se hace en casa y después termina siendo algo a nivel social,
en el que todos colaboramos para aportar nuestro granito de arena.

Hay un montón de cosas que pasan alrededor del mundo de la basura que
seguramente desconocemos, y lo bueno es que todo nace desde nosotros, de lo que
tenemos a nuestro alcance: el reciclaje. Hoy, 17 de mayo, se celebra el Día Mundial
del Reciclaje, una fecha prioritaria para la UNESCO. Este día busca generar
conciencia sobre la importancia de tratar los desechos adecuadamente para
proteger el futuro del planeta Tierra y disminuir la contaminación ambiental. En este
contexto, es fundamental reflexionar sobre nuestras prácticas de consumo y adoptar
medidas cotidianas que contribuyan a un manejo más sostenible de los recursos.

Para hablar de sustentabilidad hay que hablar de las tres R. Una de ellas es la de
Reciclar, pero las otras tienen que ver con reutilizar y reducir. Hay que aprender a
producir menos, y ser más conscientes en el consumo. Vivimos en una sociedad que
nos impone todo el tiempo que tenemos que comprarnos cosas, tener lo último, y la
realidad es que a veces no lo necesitamos. Reducir implica ser más conscientes con
el consumo, adquirir lo justo y necesario, bajar un cambio y preguntarnos ¿es algo
que necesitamos?

Pero hay acciones más pequeñas que podemos realizar desde nuestro lugar: desde
nuestra casa. Recordar con una alarma en el celular, una nota en la heladera, o
escuchando los spots que a diario difundimos desde aquí, por si tenemos diez mil
cosas en la cabeza, que los días lunes, miércoles y viernes debemos sacar nuestros
residuos húmedos, en tanto que los días jueves, debemos retirar los secos,
restándonos el día martes, para sacar los restos de poda o jardín.
Que no debemos sacar a deshoras la basura y tirarla en cualquier lugar, pues así se
generan los microbasurales. Mucho menos quemarla La incineración de estos
residuos genera aún más contaminantes en la atmósfera, lo que refuerza la
necesidad de encontrar soluciones sostenibles a largo plazo.

Desde casa, lo fundamental y que todos podemos hacer es separar los residuos.
Con los residuos orgánicos se puede hacer una compostera, no hace falta tener
tierra ni un gran patio, podés hacerla en una maceta y tenerla en un balcón.
Después, con todo lo que es plásticos, podemos limpiarlos, separarlos y llevarlos a
alguno de los quince puntos verdes que están en la ciudad, o bien reciclarlos.
Materiales como el papel, el cartón, el plástico, el vidrio y el metal pueden ser
reutilizados múltiples veces, disminuyendo así la necesidad de extraer nuevos
recursos de la naturaleza. Eso ya suma un montón.

Cuando empezamos a separar basura en casa nos damos realmente cuenta de la


cantidad de plástico que consumimos. O incluso acciones simples como cargar la
botella de agua en vez de comprar otra son otros pequeños hábitos que suman.
Imagínense que se estima que en el mundo se compran, por minuto, casi 8.000
millones de botellas de plástico.

Este exceso de consumo lleva al agotamiento de los recursos y a la acumulación de


residuos, lo que subraya la necesidad imperiosa de cambiar nuestros hábitos y
adoptar modelos de economía circular. De esta manera, podemos maximizar el uso
de recursos, evitar el despilfarro y atenuar el calentamiento global.

Hoy, con la instalación de la Planta de Tratamiento y Clasificación de Residuos se


nos presenta la oportunidad de fomentar un consumo más responsable y la
utilización de productos eficientes y reutilizables.

A medida que las ciudades crecen, también lo hace la generación de residuos,


creando montañas de desechos que contaminan el medio ambiente y afectan la
salud pública. En un mundo donde la humanidad utiliza recursos equivalentes a 1,6
planetas para mantener su modo de vida, la necesidad de cambiar ciertos hábitos y
comportamientos se vuelve imperativa.

Pero atención, el enfoque exclusivo en el reciclaje puede desviar la atención de otros


aspectos igualmente importantes, como nuestro ciclo insostenible de consumo
desenfrenado, donde la producción de bienes continúa agotando los recursos y
generando desechos, aunque sean reciclables.

Es que reciclar no nos exime de nuestra responsabilidad individual de reducir


nuestro impacto ambiental. Necesitamos sí o sí, promover una cultura de la
simplicidad voluntaria, donde el consumo desmedido sea reemplazado por la
valoración de la calidad sobre la cantidad, y donde la reutilización y la reparación
sean prácticas comunes a todos. Porque ¿Qué pasaría si toda la inmensa población
del Sur pudiera devorar al mundo con la impune voracidad del Norte?
¿Qué pasaría si se multiplicaran en esa loca medida los automóviles y los
televisores y las usinas nucleares y las usinas eléctricas? ¿Qué pasaría con el clima,
que está ya cerca del colapso por el recalentamiento de la atmósfera? ¿Qué pasaría
con la tierra, con la poca tierra que la erosión nos está dejando? ¿Y con el agua, que
ya la cuarta parte de la humanidad bebe contaminada por nitratos y pesticidas y
residuos industriales de mercurio y plomo? ¿Qué pasaría? No pasaría. Tendríamos
que mudarnos de planeta. Este que tenemos, ya tan gastadito, no podría bancarlo.

Por eso pienso que el reciclaje es solo una pieza del rompecabezas. El cambio real
requiere un esfuerzo colectivo y una transformación profunda en nuestra relación
con el planeta que llamamos hogar.

Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como


nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. La
civilización que confunde los relojes con el tiempo, el crecimiento con el desarrollo y
lo grande con la grandeza, también confunde la naturaleza con el paisaje, mientras
el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.

Ya es hora, que empecemos a tomar conciencia.

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