Aquino Descartes, Rousseau

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Tomás de Aquino.

(Apuntes al alumnado)
1. Introducción. Influencias.
En el s. XIII no se trataba de pensar, tampoco de actuar, era más urgente vencer,
y, sobre todo con-vencer: aunar las disputas latentes en occidente: Papado-realeza,
nobleza-pueblo llano, dominicos-franciscanos. Tomás realiza una visión unitaria con lo
divino como columna vertebral, acogiendo corriente, ideas y conceptos que, de entrada
parecían irreconciliables, construyendo un formidable edificio intelectual.
2. Conflicto fe-razón (recuerde el alumno que estamos tratando la epistemología)
Los límites de la razón. La concepción platónica era de las ideas, de las
realidades inmateriales; método deductivo. La interpretación de Aristóteles será distinta:
nuestro conocimiento parte de los sentidos y de las realidades sensibles, por tanto la
filosofía se construirá de abajo-arriba y las noticias que obtengamos de Dios serán, a la
fuerza, imperfectas y analógicas; método inductivo. Está será la línea del Aquinate:
La razón tiene unos límites dentro de los cuales se mueve con más o menos
acierto. La fe, sin embargo, proporciona noticia más allá de esos límites. Por tanto, el
dato revelado no suprime a la razón, sino que la perfecciona. Más concretamente:
• Contenidos de la fe y la razón. Existen contenidos de la razón que no lo son de la fe,
y contenidos de la fe que no lo son de la razón, pero existen verdades pertenecientes
a ambos ámbitos (preámbula fidei). Es decir, son contenidos distintos pero no
disjuntos. Esto pone de manifiesto que la distinción no es por sus contenidos, sino
por la forma de acceso a los mismos, por las fuentes de conocimiento: la Teología
toma sus contenidos de la fe y la razón suministra a la filosofía los suyos. ¿Por qué
ha revelado Dios determinadas verdades que la razón podía descubrir por sí sola?
Porque hay determinado tipo de verdades (ejem: que Dios existe) que son necesarias
para la salvación.
• Colaboración de la razón con la fe. Fe y razón constituyen, pues, dos fuentes que en
ocasiones informan sobre los mismos contenidos. Sin embargo, la razón puede
prestar ayuda, sobre todo en tre órdenes: procedimientos de ordenación científica,
sus armas dialécticas y cuantos datos puedan esclarecer la fe.
• Colaboración de la fe con la razón. La fe sirve a la razón, en cambio de norma
extrínseca; en caso que la razón llegara a conclusiones incompatibles con la fe, tales
conclusiones serán falsas y el filósofo debe revisar sus tesis.
3. Epistemología. Antropología.
¿Cómo es posible pasar de las representaciones sensibles a las intelectuales, si
éstas son distintas a aquellas? ¿Cómo se pasa de la individualidad de lo sensible a la
universalidad de los conceptos? Para Aquino, el alma tiene la facultad de conocer
intelectualmente, pero no posee ideas innatas y necesita la experiencia sensible, por lo
que el conocimiento intelectual parte de la percepción sensible, algo normal si vamos a
unir alma y cuerpo estrechamente como más tarde explicaremos.
Hay que admitir que el entendimiento posee la capacidad de extraer los
conceptos a partir de los datos sensibles. Los sentidos, en colaboración con la
imaginación y la memoria, producen una imagen sensible (Phantasma). Sobre esta
imagen actuará el entendimiento agente para abstraer la forma o lo universal, esto es,
saca lo universal de lo particular (abstracción) y produciendo en el entendimiento
paciente el concepto universal. Uno abstrae y otro formula. Por tanto, lo que el
entendimiento conoce primero es lo particular, y enteramente es lo universal, solo
conocemos la individualidad indirectamente. La materia concreta será la responsable de
que la esencia universal se individualice.
Dicha colaboración entre sentidos y entendimiento nos indica que, en
Antropología, Tomás está muy lejos de Platón: no sólo el alma, también el cuerpo
pertenece a la esencia del hombre, siendo una la forma del otro, siendo una unidad
hilefórmica. Su unión es natural, lo que nos indica lo avanzado de su postura, pero
declara abiertamente la inmortalidad del alma, apoyándose en su inmaterialidad (el alma
es inmaterial, luego es incorruptible, luego es inmortal, y en el ansia de inmortalidad
del hombre: un deseo de inmortalidad implantado por Dios que no puede ser vano.
Vemos, por tanto, como conjuga Aristóteles y Platón, pero, sobre todo, es cristiano, y la
doctrina de Cristo proclama la resurrección de todos los hombres.

4. Demostrabilidad de la existencia de Dios. Teología.


¿Es demostrable que Dios existe? A esta pregunta se puede responder positiva o
negativamente, si se responde negativamente, se pueden dar dos razones: o porque no es
necesario demostrar la existencia de Dios, ya que es evidente, o porque no es posible
dicha demostración, pues carecemos de los medios para hacerlo.
Respecto a la primera, razona así: se dice que una proposición es evidente
cuando el predicado está incluido en el sujeto de la misma. Ejem, el todo es mayor que
las partes. Pero en la proposición “Dios existe”, el predicado existir está incluido en la
definición, ya que Dios es el ser que existe por sí mismo. Luego la proposición, Dios
existe, es evidente y, por tanto, no necesita demostración.
A este razonamiento contesta distinguiendo dos tipos de evidencia: las que son
proposiciones evidentes por sí mismas, pero no respecto a nosotros, y las que son
evidentes por sí mismas y para nosotros. Pues bien, la proposición “Dios existe” es
evidente por sí misma, ya que la existencia constituye (esta incluido en) su esencia, pero
no es evidente para nosotros, pues ignoramos el contenido de la esencia divina y, por
tanto, también su existencia.
En consecuencia, si queremos saber si Dios existe, hemos de recurrir a
demostrarlo. Pero demostración metafísica, no física o matemática. La demostración
metafísica es aquella que, partiendo de la experiencia, no concluye en la experiencia,
sino que alcanza verdades inteligibles, verdades que no son alcanzados por los sentidos.
(Volver a repasar los apuntes de Aristóteles).
Podemos hablar de varios tipos de demostración metafísica:
a) Demostración “a priori”, en la que la causa goza de prioridad ontológica sobre
el objeto (Propter quid).
b) Demostración “a posteriori” en la que el efecto goza de prioridad en el
conocimiento, prioridad noética, por tanto, al ser mejor conocido que la causa
(demostración quía).
Este último tipo de demostración nos da la respuesta: dado que la existencia de
Dios no es evidente, es necesario demostrarla. Pero si de lo que se trata es de demostrar
la existencia de Dios como causa es evidente que no puede partirse de la conciencia de
esa misma causa. En lógica a esta estratagema se conoce como falacia de petito
principii. Puede que lo primero que conozcamos sea el efecto antes de la causa. La
prioridad ontológica de la causa lo único que nos ofrecerá es la exigencia de la causa
como fundamento, pero nunca esta demostración determinará la estructura de esa causa.
Con ello, la filosofía tomista se coloca frente a los argumentos ontológicos que
parten de la previa idea de Dios. Su filosofía pretende llegar a la determinación de la
existencia de Dios partiendo de una analítica de lo concreto, de los efectos. Veámoslo:

5. Demostración de la existencia de Dios. Las 5 vías.


Tomás de Aquino sistematizó en sus cinco vías, las pruebas que le parecían
eficaces para demostrar su existencia, no justificando su clasificación ni el orden, sólo
señalando que la primera es la más manifiesta y a denominar cada una por el punto de
partida del que proceden. Estas denominaciones son las siguientes:
1ª vía: Por el movimiento: todo lo que se mueve es movido por otro. Así hay que
elevarse a un Primer Motor Inmóvil que es Dios.
2ª vía: por la causa eficiente: todo lo que es tiene una causa distinta de sí. Se
llega, por tanto, a una primera Causa Incausada o Increada.
3ª vía: por la contingencia: los seres del mundo no tienen la razón de ser en sí
mismos, sino en otros. Así se llega a un Ser necesario.
4ª vía: por los grados de ser: la distinta perfección de los seres del universo
suponen un ser de desarrollo óptimo o perfecto.
5ª vía: por el orden del mundo, la finalidad: el mundo orgánico se mueve por un
fin, se concluye en una suprema Inteligencia Ordenadora.
Son por tanto, formalmente idénticas, aunque materialmente sean distintas. Hay,
sin embargo, una división en ellas. Tal procede de los dos modos fundamentales del ser
finitos y su formulación en fórmulas estáticas y dinámicas. Porque los seres pueden ser
considerados en su hacerse o en su ser hecho.
Esquema general de las vías:
• Primero, un punto de partida, que es un hecho de experiencia, los puntos están
radicados en un ser finito, mudable y potencial, aunque se toma tal ser de forma
distinta.
• Segunda, la aplicación del principio de causalidad, probando que esos
fenómenos son efectos producidos por una causa.
• Tercero, el corolario de dicho principio, según el cual es imposible proceder al
infinito en una serie de causas subordinadas. Tal proceso al infinito supone el
absurdo y sólo trasladaríamos el problema. Así se establece el salto a una causa
superior y de distinto orden. El eslabón primero de la cadena no puede ser del
mismo orden, sino distinto.
• Cuarto. Es necesario llegar al primer principio de todo causa subordinados.
Todos los atributos pertenecen a un Ser que Aquino identifica con Dios.
Por otra, las vacilaciones existen: probado Dios, ¿hay lugar para la fe? ¿No se
intentará crear una verdad necesaria sin dejar lugar para creer en Libertad? Por otra, si
los argumentos fueran convincentes, ¿por qué ninguna es universalmente aceptada? Si
fueran concluyentes, toda persona con capacidad para pensar debería admitir a Dios.
Lo que si demuestra Tomás de Aquino es que, intentar demostrar a Dios, quizá
sea arracional, pero bajo ningún aspecto es irracional. (que el alumno no se extienda en
exceso, poner las vías y la forma escuetamente, los dos últimos párrafos resumir)

6. La estructura de la realidad. Metafísica. En Aquino existen ciertos elementos no


aristotélicos, las investigaciones del ser y la esencia son, quizá, las menos teologizadas
y las más genuinamente filosóficas. Lo más importante de su metafísica no procede de
Aristóteles, sino de una reflexión sobre el concepto de creación, interpretado
platónicamente como participación.
La doctrina de la creación subrayaba la radical diferencia entre Dios y los seres.
El resto de los seres son contingentes (concepto enunciado por Al-farabi y Avicena), es
decir, existen pero podrían no existir. Esta idea hizo que Aquino reparara en una
distinción entre que las cosas sean (esencia) y el hecho de que existan o no (existencia):
un hombre es un animal racional (esencia), esta definición no tiene que ver con el hecho
de que existan hombres; puede terminarse la especie y, sin embargo, hombre seguirá
siendo un “animal racional”. Seres contingentes en los, por tanto, su esencia no se
identifica con su existencia. Sólo en un ser necesario, la esencia y existencia, lo que es y
el existir, coincide (repasar la demostrabilidad de la existencia de Dios).
Esta distinción es interpretada por Aquino a través de los conceptos aristotélicos
de potencia y acto: la esencia es potencia, la existencia es acto. La existencia la
entiende, por tanto, como acto de la esencia. Ahora bien, a cada esencia le corresponde
un tipo de existencia determinada: existir para un viviente es vivir, para un animal,
sentir, etc. Esta circunstancia nos obliga a ser cautos cuando utilizamos la palabra
existencia. Para Aquino, las proposiciones “la piedra existe2 y “el árbol existe” no
significa lo mismo, ya que hemos dicho que existir es el acto de la esencia, y la esencia
del árbol y de la piedra son distintos.
El acto de ser (la existencia), por tanto, se despliega en grados más o menos
perfectos según las esencias. La perfección depende de la esencia o capacidad de ser. De
ahí que, concluya, el ser de Dios no tiene limitación, ya que ninguna esencia lo coarta.
En los seres finitos la esencia señala la medida por la cual cada ser concreto participa
del ser. La existencia, junto a la esencia, constituyen los elementos básicos del ente
finito; esta distinción no se distingue en el ente ilimitado. Pues el ser de los seres finitos
es el mismo que el ser ilimitado, sólo que en este, el ser no tiene límites. Y este límite es
la esencia. Así, pues, un ser limitado es el ser infinito más el límite que le confiere la
esencia. Todos los seres coinciden, por tanto, en el ser infinito.
7. Ética y política. La ley natural.
La moral de Aquino parte de la aristotélica, pero considerando que esta moral
está supeditada a Dios. Por lo tanto, la felicidad se identifica con la salvación, no con el
conocimiento (que el alumno repase Aristóteles). Por tanto: a) realiza un análisis,
conocimiento, de la naturaleza humana que le permita especificar unas normas morales,
y b) identificación de Dios con el fin propio del hombre, el máximo Bien y la máxima
Felicidad.
El análisis griego en torno a la naturaleza había puesto de manifiesto que caben
dos formas de interpretarla: concepción mecanicista o finalista. Inquiriendo qué es lo
que de hecho mueve a los hombres a obrar (placer, dinero, poder, ética de móviles); e
inquiriendo cuál es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano. Ética de
fines.
Análisis que muestra al ser humano como ente dotado de tendencias, entendidas
éstas como líneas de conducta orientadas a un fin específico. Esto es algo que el hombre
tiene en común con el resto de los seres. Ahora bien, el hombre se distingue por su
razón, porque sólo él es capaz de conocer sus propias tendencias y deducir normas de
conducta. Por tanto, demuestra la existencia de una ley natural: normas de conducta de
acuerdo con su naturaleza.
Su contenido se deduce de las tendencias del hombre: 1º. En tanto sustancia, el
hombre tiende a conservar su existencia y las normas de conducta relativas a tal
inclinación; 2º, en tanto animal, tiende a procrear, y las normas relativas; 3º, en tanto
racional, tiende a conocer la verdad y vivir en sociedad. De esta obligación surge la
obligación de seguir la verdad y la justicia. Contenido que se resume en un núcleo o
norma máxima: “Hay que hacer el Bien y evitar el mal”. Ahora bien, estas normas son
de carácter general y, por tanto, han de ser concretada. Es en la concreción donde se
plantean los mayores problemas.
Tal concreción se llama Ley positiva o humana. Consiste en la ley jurídica, ley
puesta por el hombre. Es el orden promulgado por la colectividad en vistas al Bien
común. A diferencia de Agustín, que consideraba el Estado como una necesidad
histórica, consecuencia del pecado y la corrupción, Tomás considera que el Estado es
una necesidad natural derivada de su naturaleza social. Por tanto:
La ley positiva prolonga la ley natural, concretando sus normas.
Las exigencias de la ley natural han de ser respetadas por la ley positiva.
Si la ley humana se deriva de la natural, es evidente que cuando la contradiga,
deja de existir como ley, no siendo ley, sino corrupción de ley. Las leyes injustas son,
por tanto, violencia y no leyes. Sin embargo, enuncia que también puede ser obligatorio
su obediencia cuando así se evite un mayor escándalo y desorden. En cualquier caso, es
preciso desobedecerlas siempre que la ley injusta se oponga a la ley divina.
Y es que el hombre, aparte del Bien común, posee un fin último, el sobrenatural,
la felicidad eterna. Existe, por tanto, una ley sobrenatural, una ley eterna, una ley
revelada, una ley positiva de Dios que encontramos en el Evangelio. Es el plan de Dios,
el orden del Universo a través del cual dirige las cosas a su fin; es el plan que sólo
conoce Dios. El hombre, por su naturaleza racional, es participe de esa ley, por eso, otra
definición de la ley natural, sería la parte de la ley eterna que se refiere,
específicamente, a la conducta humana.
Vemos, una vez más, y con eso cerramos el capítulo para mis queridos alumnos,
como la fe sirve de guía a la razón, y cómo sintetiza, también en lo ético y en lo político,
lo existente en lo divino. Por otra, la política específica de Tomás de Aquino, es una
copia de Aristóteles. A repasar.

Descartes. El Racionalismo. El pensamiento autosubsistente.


1. Introducción. El Racionalismo. Caracteres generales.
Se denomina a la filosofía continental del s. XVII, opuesta al Empirismo, que
será la filosofía moderna inglesa. Sostendrá que nuestros conocimientos proceden de la
razón, que ésta posee ideas innatas, que encuentra en el análisis de sí misma, es verdad
que los sentidos nos suministran información acerca del Universo, pero confusa y
oscuramente. Escuela incomprensible sin la revolución científica y la ciencia moderna,
con su método, el deductivo, y su confianza en la razón y las matemáticas, que será
entendida durante siglos como ciencia modelo.
Reivindicación de la razón, que supone: a) crítica al principio de autoridad
(mirar biografía de Descartes) y b) que el conocimiento se vuelve problemático: Dios ya
no es la garantía del conocimiento. Dios es parte de la fe, pero no garantiza el mundo
como Tomás de Aquino; aparece el miedo a equivocarse, el horror al error. Sensación
de vértigo que se intentará solucionar con la intuición como método de conocimiento.
Miedo y confianza de la razón y las matemáticas. Y es que el hombre moderno
adquiere, con los instrumentos de la ciencia, una seguridad autónoma y serena que le
permitan fundamentar de modo más sólido la vida. Al tiempo, esta ambivalencia, se
plasma en las dos ideas contradictorias que presenta el racionalismo: la duda y la
evidencia. La duda será fundamental si queremos que la razón se desarrolle al máximo.
La duda no será un escepticismo vacío, sino que será el arma para que la certeza sea
posible. El racionalismo es un movimiento que conquista evidencias y la duda le sirve
de freno para que la razón no se desvíe.
En cuanto a su Biografía, pertenece a una generación que ha perdido la
confianza en la tradición, en el saber recibido, en Aristóteles, la escolástica y la historia.
Y por esa desconfianza se refugia en lo más próximo que tiene: la subjetividad y la
razón. Por eso el problema será descubrir si el pensamiento es capaz de descubrir la
verdad, y por eso la Epistemología pasa a primer plano en los intereses del ser humano,
sustituyendo a la Metafísica. Le interesa dar razón de lo real desde sí mismo, ya que
nada hay más cercano para el sujeto que su subjetividad. Pero, primero, necesita algo,
una intuición, que no pueda ser puesta en duda.
A la hora de concebir el mundo, este matemático (fue descubridor de la
geometría analítica) mirará a la realidad como un mecano que se puede calcular y
predecir, como una encarnación de la geometría, como una máquina que es
matematizable: medible, pesable, cuantificable. La materia se identificará con la
extensión.
2. El método: origen y fundamentación. Epistemología.
Pensaba que la filosofía no está construida sobre principios claros, ya que todo
lo que trata sobre ella es objeto de disputa, a diferencia de las matemáticas. Por tanto, la
única vía fiable al conocimiento era la razón. Ahora bien, ésta no es suficiente si no se
aplica bien y si no se sigue un método (= camino) seguro.
Ya hemos anotados como desconfiaba de todos los conocimientos recibidos en
la Fléche y que, por tanto, la cultura escolástica resultaba estéril y exigía una crítica
profunda. Por eso se dedicó, en primer lugar, a estudiar en el “libro del mundo” y, en
segundo, a estudiar en sí mismo, porque pensó que la verdad se encuentra en la razón.
Dejando claro que el método es único, pues si la razón es una, también debe serlo el
saber, la sabiduría.
Si la razón es única, ¿cuál es su estructura, su función? Dos son los modos de
conocimiento: intuición y deducción: la primera es una especie de instinto que capa las
naturalezas simples sin posibilidad de duda o error, es un conocimiento inmediato.
Entre las intuiciones, aparecen relaciones o conexiones que la mente descubre por
deducción. Pero para que sea válido debemos empezar por algo evidente, algo que sea
claro y distinto.
Pero lo importante no son los modos de conocimiento, sino el método, las reglas
del método para conseguir el conocimiento. Por ello plantea cuatro reglas que hagan
imposible tomar lo falso por lo verdadero.
Primera regla: Evidencia o intuición. El punto de partida para la posterior
deducción. Necesitamos de un comienzo indubitable, algo evidente, de lo que no quepa
duda, algo que se presente claro (lo que no tiene ni sombra de duda) y distinto (lo que
puede diferenciarse con precisión de cualquier otra cosa).
Segunda regla: Análisis. Reducir lo complejo a lo simple, de forma que no quede
nada oscuro o gratuitamente admitido. Dividir cada dificultad en tantas partes como sea
posible para su solución.
Tercera regla. Síntesis. Lo contrario: de lo simple a lo complejo a través de la
deducción. Esto es: reconstruir el orden que habíamos roto.
Cuarta regla: Revisión y enumeración completa que nos asegure que no
omitimos nada. Asegurarnos de controlar todo el proceso.
Según Descartes, estas reglas son el único método que responde a la dinámica de
la razón. Hasta ahora, según él, sólo había sido utilizado en el ámbito de las
matemáticas, pero nada impide que pueda extenderse a la filosofía.
2.1. La duda metódica.
Nos encontramos, por tanto, con que Descartes busca, primera regla, una
evidencia, algo claro y distinto. Un comienzo seguro del que no pueda dudar, lo que
exige eliminar las ideas que no aparezcan como certezas absolutas…, aunque el motivo
de duda fuera escaso o extravagante, no nos podrán servir. Pero esta duda no es
destructiva, recordemos que el siglo XVII es un siglo crítico pero constructivo, por eso
será una duda metódica. Por eso comienza a analizar las ideas, regla segunda,
dividiendo lo complejo en lo simple.
1. El primer motivo para duda se halla en la falacia de los sentidos: instrumentos
que me llevan, a veces, a errar y de ahí que no pueda partir de ellos.
2. Podemos dudar de los sentidos, pero no de las cosas, de la realidad. La
realidad que percibimos está ahí. Aquí la segunda razón para dudar: imposibilidad de
distinguir la vigilia del sueño.
3. Esta confusión no parece afectar a las verdades matemáticas. De ahí que
Descartes añada el más radical motivo de duda: tal vez exista algún espíritu maligno (o
un Dios engañador) que pone su empeño en llevarme al error; tal vez mi entendimiento
sea tal que me equivoque cuando pienso captar una verdad.
La duda, llevada a este extremo parecía abocar al escepticismo. Esto pensó hasta
que encontró una verdad absoluta: la presencia del sujeto que piensa y duda. Si pienso
que el mundo existe, tal vez me equivoque en cuanto al mundo, pero no en cuanto a que
lo pienso: puedo dudar de todo menos de que yo dudo. “Pienso, luego existo” (Cogito,
ergo sum). En Descartes, el sujeto existe como cosa pensante, res cogitans. Vemos
como en Descartes, se da el paso del pensamiento al ser por intuición, pues tener
conciencia de pensar es tener conciencia de existir. Pensamiento y existencia que se
perciben con claridad y distinción. Ya tiene la primera evidencia.
3. La concepción de la realidad. Metafísica.
Tiene la primera certeza, ahora tiene que explicar el mundo, y lo tiene que hacer
desde lo único claro y distinto que posee: el pensamiento. La existencia del yo no
implica la existencia de otra realidad: no le quedará más remedio que deducir la
existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento.
Para el pensamiento anterior, la razón recaía sobre las cosas (realismo), para
Descartes, el cambio, el pensamiento no recae sobre las cosas, sino sobre las ideas de las
cosas. Pero, ¿cómo garantizar que a la idea del mundo le corresponda una realidad? Lo
hará partiendo de lo único que tiene: su razón y su método. Partirá de esas ideas que
posee, correctas o no, las someterá a un análisis para tratar de descubrir si alguna nos
sirve para romper el cerco del pensamiento y salir a la realidad. Tres tipos:
-Ideas adventicias, provienen de la experiencia.
-Ideas facticias, las que construye la mente a partir de otras ideas: la sirena.
-Ideas innatas, las que el pensamiento parece poseer por sí mismo, las que
encuentro en el ejercicio del “pienso”.Aquellas ideas que la razón elabora por sí misma.
Estas serán, según Descartes, las que pueden probar la existencia de la realidad.
Recordemos que tiene que deducir el mundo a partir de la única intuición que ha
conseguido ver. Debemos pararnos un poco y reflexionar.
Descartes propone una nueva visión del mundo con una perspectiva racional
exclusivamente: la razón es la única guía para acceder al conocimiento. ¿Por qué
Descartes no se quedó en la subjetividad? Quiere saltar a la realidad extrasubjetiva y
justificar la existencia de un mundo real. Hasta ahora que tenemos: Dos sustancias:
a) El ser humano, o sustancia pensante (res cogitans). Indubitable.
b) El mundo o sustancia extensa (res extensa). Que no hemos demostrado.
Definiendo sustancia como “aquello que no necesita de cosa alguna para existir”
3.2. La existencia de Dios y la existencia del mundo. (Teología y Metafísica)
Entre estas ideas innatas, Descartes descubre la idea de Infinito, que se apresura
a identificar con Dios, ya que no puede fundamentarse en mi yo finito. Esta idea me
rebasa tanto que no puede estar fundamentada en mí, sino en una realidad infinita. Si se
concibe que Dios es absolutamente perfecto e infinito, esta idea no puede proceder del
ser humano, puesto que es finito e imperfecto y esta es una idea de perfección, ¿no será
que Dios existe realmente? Bajo el nombre de Dios entiende “una sustancia infinita,
eterna, inmutable, independiente y omnisciente”. Que yo posea una cierta idea de un ser
perfecto, es decir, Dios, se demuestra evidentemente que Dios existe.
Sin embargo, alguien podría objetar que Dios me engaña, pero esto no es
posible, pues engañar es una imperfección que no se puede encontrar en un Dios
perfecto. También puede objetarse que puedo equivocarme, pero no puede haberme
dado el creador una facultad defectuosa; el error no depende de Dios que no es falaz,
sino verdadero.
Hagamos una pausa.
Nos encontramos, junto al yo y al mundo, una tercera sustancia, Dios, sustancia
infinita, cuya existencia deduce de la propia idea de Dios. ¿Cómo es esto? No había
hablado Descartes de razón, de matemáticas, de evidencia, de claridad y distinción…¿Y
ahora aparece Dios? Unas cuantas aclaraciones, que, al alumno, en un examen, debe
resumir mucho. Se expone para su comprensión.
Fíjese el alumno como la figura de Dios aparece como el contrapunto de la
figura del genio maligno, uno es la garantía de la veracidad; el otro, la sospecha del
error; recuérdese que, a partir de Ockham, Dios había sido relegado al interior
(fideísmo), del sujeto. Por otro, fíjese, el paralelismo entre el cógito y la figura de Dios:
del yo pienso, del cógito, se deduce la existencia del yo; de la idea de Dios (infinito) se
deduce su existencia. Esto último es una variación de una prueba de Dios que se
enunció en el siglo XI por Anselmo de Canterbury. Por último, un detalle, Santo Tomás
partía del mundo (5 vías) para terminar en Dios; en Descartes, se parte de Dios para
intentar demostrar el mundo. Es lo que se denomina inversión ontológica.
Su objetivo, por tanto, no es probar a Dios en sí mismo, sino probar su existencia
como garantía de las cosas. Dios, autor de las sensaciones (como se lee en los textos),
ha impreso dichas ideas de las cosas contra mi voluntad y Dios no me puede engañar.
Debo admitir, por tanto, la existencia de cosas, pero no tal como las recibo por los
sentidos, sino como las presenta la idea de extensión. Existen los cuerpos, el mundo
exterior, pero Descartes tiene que justificar y demostrar su existencia. ¿Cómo puede
demostrarlo? Porque dispongo de un puente seguro, un Dios bueno y veraz que es mi
garantía. Pero la esencia de los cuerpos es la extensión.
¿Qué es eso? Descartes, siguiendo a Galileo, atiende sólo a las cualidades
primarias, objetivas: peso, volumen, velocidad, aceleración, pues son las únicas que se
someten a las matemáticas. Dios garantiza su existencia. Las cualidades secundarias son
las que sólo existen en el pensamiento, son subjetivas, como el sabor, el color o el dolor.
Descartes las desecha: “los cuerpos son conocidos, no porque los olemos o tocamos,
sino porque los comprendemos con el pensamiento”. Pone un ejemplo: un trozo de cera
recientemente sacado de la colmena tiene el sabor y el perfume de su miel, así como
cierto color y forma. Puesto al fuego, desaparece todo esto que los sentidos apreciaban.
Sólo queda “algo extenso, flexible y mudable”.
Existen, por tanto, realidades, pero extensas: longitud, anchura, etc. Ha dejado
reducido el cuerpo a un esquema geométrico, eliminando del mundo cualquier nota
cualitativa; mecanicismo que hace que los cuerpos carezcan de finalidad y vida propia y
negando cualquier referencia a fines transcendentes. Los cuerpos son materia y la
materia es extensión. Minerales, plantas y animales son máquinas explicadas por leyes
eficientes. Sólo queda la causalidad eficiente. Con este esquema es fiel a su espíritu
antiaristotélico, pues recordemos que la física aristotélica es finalista, difiere del
mecanicismo de Demócrito: nada es casual, sino causal. Por eso la naturaleza es, para
Aristóteles, artista. Nada encontramos de eso en Descartes.
El cuerpo tiene un atributo en la extensión, es decir, es materia en movimiento
con longitud, anchura y profundidad. Asimismo, el mundo es un gran mecanismo
explicable en términos cuantitativos. De este modo, el modelo mecánico unifica la
totalidad de la realidad. Para ello pone como ejemplo al reloj, la máquina más perfecta
del siglo XVII. Un reloj es materia en movimiento. La materia son las piezas, las ruedas
y sus encadenamientos son las leyes científicas. El movimiento de la máquina se
transmiten mediante las distintas piezas Además hay unas leyes que se cumplen a la
perfección. Igual que el Universo. El conocimiento de tales leyes hace posible que
nuestros cálculos sean exactos.
4. Antropología: el dualismo alma-cuerpo.
El ser humano posee, por tanto, una naturaleza no coincidente. Descartes expone
una concepción dualista del ser humano: el alma como sustancia pensante y el cuerpo
como sustancia extensa. El ser humano es la unión de ambas sustancias, que son
independientes. Pero yo, no me siento desdoblado, sino que siento como una única
entidad. El grado de integración de mi cuerpo con mi alma o pensamiento es tan
estrecho que ambos forman una totalidad. ¿Cómo interaccionan?
Descartes no da una explicación satisfactoria y persiste en el dualismo. En Las
pasiones del alma remite la unidad a una pequeña zona en la parte inferior del cerebro,
la glándula pineal. Concluyó que el alma controla las pasiones sin dejarse dominar por
ellas. Este dualismo condiciona también la libertad de la voluntad humana. En relación
con el cuerpo, todo se rige por leyes naturales y mecánicas. Sólo el alma es libre. El
cuerpo es un puro mecanismo.
Por otra parte, la posición dualista convierte a los animales en puras máquinas, o
simple autómatas, por no tener alma. Y sin alma no hay tampoco en ellos sentimiento o
emociones. Vemos la visión mecanicista, la visión de un matemático que ha reducido el
mundo a un puro mecanismo. Este punto débil va a ser aprovechado posteriormente
para criticarle, superarle o enriquecer el racionalismo. Punto débil que, junto al
problema Dios-mundo, muestra las dificultades de entendernos exclusivamente desde el
pensamiento (comentario del profesor).
5. Moral.
Descartes no tuvo un interés teórico por la moral, sino práctico. No elaboró una
teoría, sino que, como en el método, enumeró unas reglas. Buscaba la felicidad y
deseaba vivir tranquilo, dedicado a las tareas que se había propuesto y en las que puso
todo su empeño. Construyó, por tanto, una especie de moral provisional.
Primera regla. Sométete a las costumbres y normas del país. Se trata de una
prudencia para lograr la felicidad individual, para lo que es necesario acomodarse a la
sociedad en la que se encontraba. (Recordemos que el filósofo racionalita Espinoza
sellaba sus cartas con la palabra “cautela”).
Segunda regla. Ser firme y resuelto en las acciones, siguiendo incluso las
opiniones dudosas una vez que las has aceptado. A veces hay que actuar sin estar
absolutamente seguros, liberándonos de dudas, arrepentimientos y remordimientos,
porque es la razón la que debe obligar a la voluntad a tomar la decisión.
Tercera: los deseos personales tienen que ceder ante el orden del mundo, al que
no podemos imponernos. Hay que desear lo que se puede alcanzar y olvidarse de lo que
sea imposible.
Cuarta regla: elegir la mejor ocupación posible.

¿Qué nos queda de Descartes?.


Se le ha considerado el padre del pensamiento moderno: su radicalismo crítico;
la necesidad de comenzar por los cimientos; la exigencia de claridad y rigor; necesidad
de la duda, análisis de lo obvio para descubrir sus fundamentos y su valor del proceder
son rasgos increíblemente modernos.
Su racionalismo se puede resumir en:
1º. La razón es el juez supremo. La misma fe debe pasar su examen, invirtiendo
el principio medieval. Aunque este punto no lo establezca con claridad, se deriva de sus
principios.
2º. El racionalismo es la convicción de la racionalidad del mundo.
3º. La razón es guía de la conducta humana y política.
Las reglas cartesianas son irreprochables, pero insuficientes. No enseñan a
obtener experiencias ni elaborar hipótesis de forma matemáticas. El punto de partida ha
sido doblemente criticado: a) el punto de partida es idealista, inmanente, que condiciona
el resto de su filosofía; no se puede alcanzar la realidad partiendo del pensamiento;
2º) La existencia no es un predicado, para que tenga sentido debe referirse la existencia
de un predicado, no a la existencia a secas.

Rousseau. Apuntes para el alumno.

Tras trescientos años de confianza en la razón, la ilustración creyó que sería posible mi
continuo progreso en el hombre, el marco de ese progreso sería la sociedad y la historia.
Todo, claro, sin la gracia divina. Si a Dios se le empieza a dar de lado (el agnosticismo
está en boga), y el hombre es y será tan noble, se hace difícil explicar el mal en el
mundo. Esta historia y esta sociedad se empieza a cargar con temas no resueltos del
pasado. Es necesario, por tanto, una nueva configuración. Es decir, en los sueños
ilustrados, el ideal, y la cruda realidad, casan mal. Este choque se ve de forma
privilegiada en Rousseau.
Autor ilustrado, pese a su rareza, se adelantará a su tiempo, como veremos en
Kant, el marxismo y el romanticismo (Idealismo absoluto). Su misma biografía nos
señala su inconformidad con esa realidad que le tocó vivir y como su pensamiento va de
una utopía referida al pasado (buen salvaje) a otra referida al futuro (Voluntad general).
Aunque algunos no hablarían de esta última como utopía.
Antropología.
Su inicio es claro, ante un concurso organizado por la ciudad de Dijón, Rousseau se
presente con su “Discurso de las artes y la ciencias”. Según él, el progreso en la cultura,
las ciencias y las artes no lleva consigo un progreso humano, en la moral y la felicidad
del hombre. A pesar de que el hombre nace libre, por todas partes se encuentra
encadenado. No significa que la sociedad y cultura sean malas, sino que la sociedad y
cultura actual corrompe la naturaleza buena del ser humano. La ciencia, las artes y la
filosofía actual son fruto de la ociosidad de los hombres y su deseo de destacar. El
progreso es más aparente que real: la vanidad, envidia y debilidad humana están detrás.
Tanto orgullo racional esconden, por tanto, una corrupción. Un hombre que piensa es un
hombre depravado, llega a decir.
Distinguiendo, por tanto, entre estado de naturaleza y estado social, para
distinguir lo originario de lo artificial que hay en el hombre. Utiliza una hipótesis, el
buen salvaje, para explicar el primero, término que no es original, algún otro autor lo
había utilizado antes, pero Rousseau le da un alcance desconocido. Es una hipótesis, no
un hecho histórico, y nos presenta a un individuo instintivo, carente de razón pero libre,
capaz de perfeccionarse pero ignorando la virtud o el vicio, es decir, inmoral.
Claramente sentimental, sobre todo en el amor a sí mismo, instinto de supervivencia, y
la compasión a los demás. Viviendo en un estado de paz, pues no hay pasiones o
posesiones por las que enfrentarse. Las únicas diferencias son las que se derivan de su
naturaleza: fuerza, salud o edad. Ser solitario, noble y amoral.
(Comentario de Basilio, Maquiavelo, Hobbes y Locke están tras nuestro autor.
En épocas de optimismo, la visión negativa del ser humano es escasa. El renacimiento
sólo produjo a Maquiavelo y Lutero; la Ilustración a lo más que llega es a
Rousseau….no está mal, es el siglo de las luces).
La dificultad para sobrevivir les lleva a agruparse en un nomadismo salvaje.
Caza y pesca son su subsistencia, El aumento de población lleva al pastoreo con un
patriarca dirigente. Es la Edad de Oro de la humanidad. En armonía con el orden natural
Los problemas aparecen con el sedentarismo y la agricultura. Surge la propiedad
privada y las diferencias entre propietarios y aquellos que no lo son. “El primero a quien
después de cercar un terreno se le ocurrió decir esto es mío, y hallo personas
suficientemente sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil”.
(Discurso sobre el origen de la desigualdad de los hombres). La agricultura produce la
propiedad privada y la desigualdad y dependencia entre unos y otros. La división de
trabajo por el llamamiento de los propietarios para que trabajaran sus tierras, más la
necesidad de un poder que les defendiera, produjo que las diferencias naturales se
convirtieran en desigualdad social. Es el origen del estado y de esa corrupción humana
que no ha hecho sino crecer.
La defensa de unos derechos que se reclaman como naturales ha llevado a
montar un orden social de injusticia y desigualdad. Si nuestro autor hubiera llevado su
crítica hasta sus últimas consecuencias, tendría que haber defendido la abolición de la
propiedad privada, origen de los males. No lo hace, es más, en alguna ocasión considera
el derecho de propiedad como fundamental. Es una de sus ambigüedades. (comentario
de Basilio: cuando un filósofo expone una una idea bastante novedosa y parece no
desarrollarla, como un boceto, suele ser indicio de un adelanto de lo que ha de venir. El
socialismo, tanto utópico como científico, si desarrollará la idea).

Política y sociedad. Una sociedad legítima. (Contrato social. Textos)


Esta crítica no le lleva a reivindicar el estado de naturaleza original, cosa imposible,
sino a buscar los fundamentos de una nueva comunidad en donde las desigualdades no
sean tan grandes.
No acepta el origen divino del poder, pero tampoco el pacto originario de
Hobbes. Este último es un pacto injusto, fruto de la sumisión (el pueblo obedece al
Leviathan buscando seguridad) e intenta justificar una desigualdad con la apariencia de
igualdad.
El contrato del que habla Rousseau es una asociación voluntaria entre individuos
para poder sobrevivir y que constituyen un cuerpo social único. Los miembros no
dependen unos de otros, sino de esa entidad, esa comunidad, en la que libremente han
entrado. Entidad y fuerza común en donde el auténtico soberano es el pueblo constituido
en comunidad. Pierdes tu libertad natural, es cierto, pero ganas en libertad civil.
Libertad civil que no se entrega a otro distinto de sí mismo (El Estado), sino que va
destinado a él mismo, pero como miembro de una colectividad El hombre natural se
convierte en ciudadano, nunca en súbdito. Se Crea algo común y ese bien común
prevalece por encima de los intereses particulares egoístas. La expresión de esta libertad
es el de Voluntad general.
Es más un cuerpo normativo y regulado de la vida en común que permite que
prevalezca el interés general por encima del particular. No es un poder que se pueda
tocar, sino aquellos que los sujetos en el pacto establecen como bien general. Por
primera vez en la historia se ponen los principios que legitiman la soberanía popular. Es
una autoimposición libre. Recordemos que esta autoimposición la llevará Kant hasta el
orden moral. Recordemos que el buen salvaje era amoral, la moral aparece con la
sociedad, quizá como esa moral vigilada que Platón establece en su República.
Esta supremacía de la soberanía popular llevará al rechazo de la democracia
representativa….el pueblo no puede representarlo absolutamente nadie, sino él mismo.
Es decir, contemplamos la separación entre soberano y gobierno. Últimos textos,
excepto los dos últimos párrafos. Soberano es el pueblo, el gobierno sólo ejecuta las
leyes que el pueblo se ha dado a sí mismo. Mandan las leyes que nos hemos dados, no
una persona o gabinete. El Estado así constituido es el único legítimo, pero puede tomar
formas distintas: monarquía-aristocracia-democracia. Esta última es, según su opinión,
una quimera. Rousseau está pensando en las ciudades estados (Platón fue una de sus
influencias) de vida sencilla y sin apenas diferencia de rango o status. También
pensemos en la Suiza del XVIII el poder central apenas existe, lo más parecido son los
cantones en donde las aldeas y poblados eran casi de una autogestión forzosa.
Los dos últimos párrafos exponen una cuestión delicada….Aquellos que no
obedezcan, que sigan su voluntad particular...qué hacer….Habrá que obligarles a
aceptar la decisión de la mayoría. Es otra ambigüedad. A propósito, Rousseau se
propuso reformar al individuo, a ese no contaminado por la corrupción social, al niño.
Es uno de los fundadores de la pedogogia...en ella encontramos la misma ambigüedad,
la misma ambivalencia. La educación habrá de fomentar el desarrollo natural del mismo
(Como Heidi y Pedro dando coces por los Alpes, tonterías del profesor)….al tiempo que
se le controla y dirige su evolución.

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