Doctor Peste

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Agencia Subversiones, "Cherán: La historia como aprendizaje, la historia como arma",

Otramérica, [s.l.], 15 de abril de 2012.

Consultado en:
http://otramerica.com/especiales/cheran-1-ano-de-autonomia/cheran-la-historia-como-
aprendizaje-la-historia-como-arma/1793

Fecha de consulta: 20/08/2013.

El 15 de abril de 2011, el pueblo p'urhépecha de Cherán se levantó contra el estado y contra


el crimen organizado. Pero no fue una revuelta inesperada. Un largo proceso histórico y una
serie de complejos hechos propiciaron este interesante fenómeno de autonomía que en estos
días cumple un año de realidad. Conoce cómo ocurrió.

Cherán es cabecera municipal y tiene entre 20 y 25 mil habitantes y es hoy un ejemplo de


organización comunitaria autónoma gracias a la silenciosa acumulación de experiencias
colectivas, las cuales se convirtieron en una realidad posible, dada la fuerte cohesión
existente entre sus pobladores, por su origen (según testimonios recogidos directamente en
el lugar, el 98% de la población es de ahí y permanece viviendo en este municipio o bien, si
se van, regresa constantemente) y por el amplio conocimiento que se tiene de las
condiciones sociales, económicas y políticas de la región.

Históricamente la región de la meseta p’urhépecha se ha mantenido relativamente bien


organizada, es decir, antes de la llegada de europeos en el siglo XVI luego del proceso de

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conquista y la larga noche de la colonia, los distintos pueblos de la región (hoy conocidos
como Santa Fe de la Laguna, Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Cucuchucho, Janitzio,
Carapan, Tacuro, Huancito, Sopoco, Santo Tomás, Tanaquillo, Uren, Chilchota,
Etucuaro, Cherán, Ichan, Acachuen, Terecuato, Terejero y Nurío) han luchado por
conservar su organización comunitaria en función de sus usos y costumbres políticas, han
defendido la manera en cómo entienden y practican la organización social y económica,
han resistido defendiendo su cosmovisión, lo mismo frente a los mexicas que frente a los
europeos.[1]

Basta mencionar, además del carácter unificador e identitario de la cultura p’urhépecha,


que fue precisamente en esta región montañosa y lacustre en donde tuvieron lugar diversas
rebeliones, entre ellas resalta la ocurrida en 1766 en toda la región p’urhépecha; en aquel
entonces “los líderes fueron descuartizados, a todos se les amarró de cada pie y cada mano
a cuatro caballos a los que hacían cabalgar a galope, asesinando de esta forma a nuestros
antepasados”.[2]

A finales de la década de 1970 los pobladores de Santa Fe de la Laguna comienzan a


sentir la falta de tierras, se percatan de la invasión que hacen los pobladores mestizos de la
vecina Quiroga a las tierras comunales cuando traen a miles de cabezas de ganado. Este
hecho desencadena una lucha comunitaria por la recuperación de las tierras ocupadas y
logra cohesionar de manera determinante a la comunidad santafesina, además de la efectiva
toma de poco más de 2 mil hectáreas; es importante este antecedente para entender lo que
sucederá pocos años después cuando el gobierno federal intenta establecer un Centro de
Investigaciones Nucleares.

En este contexto en el que el Estado se entromete en la vida comunitaria sin previa


consulta, sin previo diálogo, es que se desata un nuevo reto para la comunidad: la
aprobación o rechazo del establecimiento nuclear en tierras productivas. Santa Fe de la
Laguna vuelve a atravesar un periodo complicado de movilización pero sobre todo
atraviesa un momento complicado al dividirse en dos posturas principales, quienes están a
favor de la construcción y quienes se niegan. Apegados a las formas comunitarias, y

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apoyados por el propio sindicato de este ramo, el Sindicato Único de Trabajadores de la
Industria Nuclear (SUTIN), es a través de varias asambleas que se discute el proyecto y
se ponen frente a frente las dos posturas, sin embargo, es entonces cuando el principio de
defensa de la comunidad se posiciona como único objetivo y se toma la decisión de no
aprobar la instalación del centro nuclear. Se detiene la intervención impositiva del Estado y
se frena la división comunitaria, pero sobre todo, esta experiencia doble permite el
reforzamiento de lo que hoy conocemos como la Nación P’urhépecha.

De esta época es de donde proviene la bandera que unifica esta nación comunitaria y que
representa también la recuperación de símbolos propios; el lema que la encabeza, Juchari
Uinapikua en lengua p’urhépecha, significa “Nuestra Fuerza”. También de esta
experiencia se puede hablar del fortalecimiento de algunas organizaciones campesinas, el
más conocido es el de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ) pese a que años
después ésta se aliara a cúpulas priístas.

Un proceso histórico

La fuerza histórica de la comunidad indígena en esta cabecera municipal, y también, en


mayor o menor medida, en las otras regiones cercanas, en realidad, está nutrida por la
fortaleza de la organización comunitaria que vela por la distribución y asignación de
elementos tan fundamentales como la tierra y el agua.[3]Esto se logró con un cúmulo de
luchas por mantener la dinámica cultural, social y sobre todo política que son las raíces de
la potencia social en Cherán, a pesar del ingreso del sistema partidario y republicano, de la
migración de su población rumbo a los Estados Unidos, de las agresiones estatales, de la
aparición del crimen organizado, de los talamontes y el narco, que socavaron y aún
pretenden socavar la dimensión comunitaria.

La comunidad en este sentido, no es un ente quieto en el tiempo, ha tenido sus propias


contradicciones internas, pero es a través de esas luchas y levantamientos comuneros, que
ahora es posible que exista una virtual toma de la vida cotidiana y sobre todo de la

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seguridad, o sea una auto-protección y auto-regulación social desde las y los habitantes de
Cherán.

No es novedoso hablar de gobiernos indígenas autónomos, ya que en el marco de las


elecciones nacionales de 1988, la zona fue partícipe de una toma masiva de alcaldías,
posterior a una organización a través de entes de decisión como son las “casas comunales”
y la participación de jóvenes que habían regresado de estudiar en diferentes universidades.
Cherán, junto a otros 49 municipios michoacanos, tomó su alcaldía y sostuvo una
organización que se masificó ante los intentos de toma de la zona por parte de la policía y
el ejército. Así se reestructuraron nuevamente, con viejos e insólitos elementos, los
organismos comunales y sus liderazgos.[4]

Otro de los acontecimientos que abrevan de esta fuente de organización comunitaria es el


recibimiento en Nurío de la delegación zapatista que recorría parte del país en la Marcha
del Color de la Tierra entre febrero y marzo de 2001; en aquella ocasión, la comunidad se
preparó tiempo antes para recibir a los comandantes indígenas, al subcomandante Marcos
y a todas las personas que venían en aquel recorrido que buscaba sensibilizar a la clase
política mexicana para modificar la Constitución y generar un nuevo marco político, en
el cual, la autonomía figuraba como mecanismo principal para reconocer ciertos usos y
costumbres enmarcados, en principio, en los Acuerdos de San Andrés.[5] Esta comunidad
p’urhépecha también fue sede del III Congreso Nacional Indígena, el cual se realizó
aprovechando la visita del EZLN.

La comunidad de Cherán es parte y heredera de este proceso histórico e identitario, por lo


que es posible comprender que no se trata de una experiencia espontánea, por lo menos no
en el sentido de que el levantamiento ocurrido el 15 de abril de 2011 proviene de la nada.
Es tan cierta su herencia que lo que hoy es su ronda comunitaria de vigilancia, no es una
cuestión de resarcir la ausencia de policía, es sobre todo la recuperación de una tradición
que tiene entre 60 y 70 años y tiene como objetivo cuidar a la comunidad. Antes del
proceso organizativo actual, el municipio pasó por un periodo que se antoja similar a lo que
sucede en muchísimas regiones del país: al presencia de grupos criminales, levantones,

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asesinatos, la destrucción de recursos naturales (miles de hectáreas comunales de bosque
en este caso), la complicidad de las autoridades con los grupos criminales, una división
creciente motivada por la presencia de los partidos políticos y un alto resquebrajamiento
del tejido social que se traducía en miedo, indiferencia y aislamiento.

La violencia y la madera

A lo largo de los 3 años anteriores, Cherán vive un clima de violencia cotidiana al mismo
tiempo que ve pasar todos los días camiones enteros cargado con las maderas preciosas de
sus bosques. Es tal el grado de robo, que las autoridades tampoco disimulan su complicidad
con estos talamontes y tampoco hacen algo por resolver los cientos de denuncias por
secuestro, los asesinatos de quienes repudian abiertamente la tala inmoderada e ilegal del
bosque comienzan a volverse costumbre. Nadie dice nada, se agacha la cabeza frente a las
armas que amenazan con dispararse la menor provocación, el ambiente en el pueblo
recuerda más a un periodo de guerra que una vida en libertad, tal y como no se cansan de
anunciar quienes encabezan los distintos niveles de gobierno del estado.

Recuerda uno de los comuneros -uno de los encargados de organizar el acopio que
solidariamente mandan organizaciones sociales y, sobre todo, la iglesia- "que diariamente
se veían pasar como trescientos vehículos cargados de madera, […] [la gente] no decía
nada por temor, porque, si decía algo alguna persona, inmediatamente era levantado, en la
última reunión que se tuvo aquí a nivel comunidad, se levantaron a tres y hasta la fecha no
han aparecido. Fue en febrero. Continúa una mujer que cumple las mismas funciones y
afirma que empezaron a hacer reuniones, el representante de Bienes Comunales, que es el
encargado de proteger nuestros bosques y empezaron a hacer un llamado de atención al
pueblo, que qué haríamos para defender al pueblo, para que ya no hubiera saqueo, lógico
que la gente tuviera temor, la gente no iba o iba muy poca y los pocos que había, pues con
esos opinaban. Aquí mismo en nuestro pueblo, decíamos, teníamos “orejas”, así llamamos a
los que escuchaban lo que estábamos planeando hacer para defendernos, llegaba a oídos del
enemigo y lógico que daban detalles de todas las personas que estaban en contra de eso, las
levantaban, desaparecían simplemente".

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Para el cura local la vida actualmente resulta una experiencia “única y muy bonita”, y
expresa abiertamente su gusto por los acontecimientos recientes, sin embargo coincide en
que antes del levantamiento del 15 de abril de 2011, "ciertamente estaba dividido el
pueblo, aquí incluso en la presidencia, me tocó que a mi llegada la gente se ponía día y
noche en plantón y el presidente municipal rentando en dónde despachar hasta que, más o
menos terminaron la casa de la cultura y la acondicionaron para despachar como
presidencia. Aquí la gente sí impidió al presidente despachar y a mi sí me tocó observar
ese proceso de desunión del pueblo que tanto señalan […] y ahorita, en estos últimos tres
años, ha sido mucho trabajar a favor de la comunidad, como iglesia hacer que ellos retomen
ciertas cosas que ellos estaban perdiendo, por ejemplo el sentir de comunidad, de
pertenencia, aquí suelen ser muy solidarios y, pues, sencillamente, eso ya no lo veía por la
división. La división fue causada por la política, por grupos concierta tendencia,
inconformes porque había ganado el otro y eso ayudo a que la gente peleada en lo interno,
no se diera cuenta a tiempo del problema tan grande que iba creciendo a pasos agigantados
en el monte. Yo sí, como sacerdote, muchas veces, cuestionaba a la gente, de decirles,
hagamos algo y sencillamente lo hacía porque mis colegas me decían, qué está pasando en
Cherán, por qué no se hace lago para detenerlo, sin embargo aquí iba creciendo porque ya
no nada más era la tala sino los secuestros y la gente que decía algo…hay testimonios dela
gente a la que llegaron a su domicilio y la acribillaron, era gente que quería levantar la voz
porque estaba aumentando la violencia, así que aunada a la tala ya estaba presente la
delincuencia, ya no es voy y robo un arbolito, ya se estaban defendiendo muchos intereses,
[…] cuando la gente por fin se levantó, dijeron, ahora sí estamos todos unidos porque
los padres están con nosotros".

El papel de la Diócesis de Zamora ha sido fundamental, como puede verse, para que las
voces de descontento que permanecían atemorizadas ahora encuentren espacios de
expresión y diálogo; tal vez lo más complejo de la presencia de la iglesia en este proceso es
su cambio de práctica, mientras que, tradicionalmente, acostumbra utilizar el espacio de los
sermones para incitar a determinadas posturas o actividades, en esta experiencia
comunitaria han sido dos factores los que han llevado a que sea la iglesia la que tome una

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postura, por un lado la situación previa al levantamiento y en un sentido más directo, el
temor de la gente que ocultaba sus deseos de cambio.

Otro de los factores que probablemente desencadenaron el levantamiento y la instauración


de las formas comunales como mecanismos de organización social, se el de la nula
presencia del Estado en su defecto, la presencia negativa de los representantes del gobierno
michoacano. El cura nos menciona acerca de una reunión que tuvo lugar en Paracho, otra
cabecera municipal cercana, en donde se reunieron los comuneros de Cherán y algunos
representantes del gobierno. Él fue invitado dado su interés en esta situación de conflicto y
fungió como testigo de los acuerdos de aquella reunión. El resultado no puede ser más
claro: quienes asistieron a nombre del gobierno de Leonel Godoy afirmaron que esto sólo
lo podía resolver el gobierno federal, curiosamente encabezado por otro michoacano…
Felipe Calderón, ¿es que acaso hay alguna relación en este caso? ¿a dónde irá a parar tanta
madera si consideramos la cifra de trescientos vehículos diarios retacados de ella durante
por lo menos tres o cuatro años? ¿será que además de toda la violencia y sangre que ya se
registra en nuestro país por las ocurrencias de este presidente ilegítimo, ahora tenemos que
enterarnos de que también tiene preferencia por las maderas preciosas? El hecho que
confirmó que sólo la acción popular tomaría cartas en el asunto fue que luego de esta
reunión, al menos tres de los comuneros que asistieron fueron secuestrados y están
desaparecidos hasta la fecha.

Todo cambió la mañana del 15 de abril cuando a las afueras de la iglesia del Calvario en
Cherán, un grupo de jóvenes, luego acompañado de mujeres, hicieron sonar las
campanas para llamar al pueblo a levantarse e impedir la entrada de más vehículos.
Aquella mañana en que el pueblo fue uniéndose al movimiento, hubo resistencia por parte
de los grupos de talamontes y sus grupos armados, las balas que fueron disparadas
alcanzaron a herir a algunos comuneros, sin embargo la defensa de la comunidad se
mantuvo y no hubo un paso atrás.

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Notas bibliográficas

[1] Talavera Aldana, Fernando y Muñoz Apreza, Francisco, La Nación P’urhépecha. 500
años de resistencia, Taller de Economía del Trabajo, Facultad de Economía, UNAM,
México, 1992.
[2] Talavera, op. cit., p.6.
[3]Dietz, Gunther, La comunidad p’urhépecha es nuestra fuerza. Etnicidad, cultura y
región en un movimiento indígena en México, Abya Yala, Ecuador, 1999. Ávila,
Patricia, Escasez de agua en una región indígena de Michoacán, El Colegio de
Michoacán, México, 2006.
[4] Es importante señalar, que aunque la movilización se había iniciado con el apoyo al
Frente Democrático Nacional de Cuauhtémoc Cárdenas, también se decantó hacia una
insurrección directa contra el PRI y, fundamentalmente, en una reorganización de las
comunidades que participaron en la toma de las alcaldías y que organizaron el manejo
municipal bajo los cánones comunitarios, hecho también notorio en la manera en que se
trata elegir y sustentar las autoridades municipales, hechos con todos sus límites, por
supuesto. Algo sobre este tema es posible revisarse en Pérez Ramírez, Tatiana,Memoria
histórica de la insurrección cívica purépecha en 1988, Manuscrito, sin fecha.
[5] Existe una basta bibliografía que puede consultarse respecto a este hecho, el sustento
político y jurídico de este proceso, pero en este caso recomendamos el documental
“Caminantes” para puntualizar sobre la participación comunitaria de Nurío.

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