Modulo 1

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Enseñar a leer y a escribir con bibliotecas en las salas

La biblioteca en la sala

El lector quiere lectores porque quiere compartir su


lectura. De lector a lector se construyen ciudades invisibles…,
que para mí es la más hermosa metáfora de la lectura
compartida y del vínculo entre lectores…
Graciela Montes (2002)

Introducción
Estimadas y estimados colegas, les damos la
bienvenida a esta propuesta de formación a distancia
en la que nos proponemos abordar, juntas y juntos, la
biblioteca de la sala como un espacio dinámico, vivo y
cambiante; un lugar de referencia que posibilite el
contacto intenso de las niñas y los niños con los
materiales de lectura. Asimismo, pensaremos un
trabajo complementario entre la biblioteca de la sala y
la biblioteca del jardín y/o de la comunidad que incluya
fecundos intercambios que permitan profundizar el
horizonte lector de niñas y niños.

La organización y puesta en funcionamiento de las


bibliotecas institucionales y de la sala adquieren valor
en la formación de las alumnas y los alumnos como
practicantes de las culturas escritas desde el inicio de la
escolaridad. Esto supone interactuar con diversidad de
materiales de lectura −en soporte papel y pantalla− e
incursionar en distintos sitios web y bibliotecas
virtuales con variados propósitos. Estas diversidades permiten que las niñas y los niños
conformen progresivamente una comunidad de lectores y escritores aun antes de leer y
escribir convencionalmente.

Iniciamos este recorrido refiriéndonos al protagonismo de la biblioteca de la sala en la


alfabetización inicial y la responsabilidad compartida con la biblioteca institucional para
cumplir con sus propósitos formativos. Analizamos su ubicación y accesibilidad en la sala, la
diversidad de materiales de lectura que se pueden incluir y algunos criterios para una
adecuada selección y renovación de estos.

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A partir de este módulo, la invitación es a conformar un recorrido no secuenciado
considerando la diversidad, continuidad, simultaneidad y progresión como criterios para
organizar las situaciones didácticas en torno a las bibliotecas en la sala.

Objetivos
● Visualizar la importancia de la biblioteca en la sala para cumplir con los propósitos
formativos.

● Fortalecer su ubicación y accesibilidad en la sala con diversidad de materiales de


lectura que se pueden incluir y algunos criterios para una adecuada selección y
renovación de estos.

Contenidos
La organización de la biblioteca en las salas y el jardín. Ubicación y accesibilidad.

Libros y lecturas como puentes

Gran parte del sentido social de las prácticas del lenguaje puede ser comunicada a las niñas y
los niños cuando se les propone a diario desempeñarse como lectores y escritores.

En este sentido, la biblioteca de la sala del jardín de infantes es un contexto propicio para
introducirlas e introducirlos en su formación como lectores y escritores. Brinda oportunidades
para ingresar a las culturas escritas y detenerse a comprenderlas con toda su complejidad: allí
se reúnen diversos materiales y discursos, se presentan variados temas, autores, colecciones
y, al mismo tiempo, todas las letras y las marcas que hay que aprender para poder llegar a
desenvolverse por sí solas y solos en el mundo letrado.

Decir que la biblioteca escolar y la de la sala están al servicio de propiciar la formación de las
niñas y los niños practicantes de la cultura escrita significa aspirar a conformar,
progresivamente, una comunidad de lectores y escritores en la que se distribuyan los tiempos
de uso de los materiales, con propósitos y responsabilidades compartidas entre niñas, niños y
docentes desde los inicios de la escolaridad y, sobre todo, con espacios de sostenido e intenso
intercambio acerca de las obras.

Así, en la biblioteca las niñas y los niños recurren a los libros con diversos propósitos: revivir
las aventuras de un personaje, adentrarse en nuevas historias, volver a encontrar una forma
particular de describir el castillo o ilustrar el bosque tenebroso de los cuentos, localizar nueva
información sobre un tema que despierta curiosidad, informarse sobre una noticia de interés
local, etc. Es decir, acuden a los libros buscando reconstruir el significado del texto que se lee o
se relee a través de sus docentes.

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Del mismo modo, la biblioteca ofrece un contexto apropiado para que las niñas y los niños
comiencen a familiarizarse con el lenguaje escrito, y para que vayan teniendo oportunidad de
escribir por sí mismos −con ayuda de la maestra o el maestro o a través de ella o él− con el
propósito de registrar su nombre en la ficha de préstamos cuando solicitan un libro para llevar
a casa, para agendar nuevos títulos que se leerán en la semana, para recomendar a otros
compañeros la lectura de un cuento que gustó mucho, para completar la ficha informativa del
animal que se está estudiando o para colocar los epígrafes en las imágenes del período de la
historia que están conociendo.

A medida que las maestras y los maestros seleccionamos, organizamos y ponemos en


funcionamiento los materiales necesarios para cumplir diversos propósitos, las bibliotecas se
transforman en espacios fundamentales para que las niñas y los niños recurran a ella,
integrando una comunidad de lectores y escritores en todos los ámbitos de la cultura escrita.
Respecto del lenguaje escrito, además, por tratarse de pequeñas y pequeños tienen
posibilidades de, al mismo tiempo, comenzar a apropiarse de las particularidades del sistema
de escritura alfabético. De este modo, es el jardín de infantes la institución encargada de
facilitar la entrada compleja al mundo de la cultura escrita, la responsable de familiarizar a
niñas y niños con “ese registro de memoria de la sociedad” para iniciarlos paulatinamente en
un universo de significaciones. Es el ámbito más propicio para darles ocasión de formar parte
de una comunidad de lectores y escritores plenos y poderosos.

Leer “lo que fue escrito” supone (…) entrar al “mundo escrito”, al
registro de memoria de la sociedad. Su sedimento de significaciones.
Lo que se considera por alguna razón “perdurable”, merecedor de
quedar asentado. La suma de los textos –inscripciones, manuales,
graffiti, leyes, folletos, listados, códigos, ensayos, cartas, novelas,
poemas…– es la tela, el inmenso tapiz en el que las sociedades (no
todas, pero sí las que han desarrollado una escritura) dejan registro
expreso de los universos de significación que fueron construyendo a
lo largo del tiempo y las circunstancias. La lectura –y pensemos en
Graciela Montes
todas las formas de lectura: la privada y la pública, la silenciosa y la de
viva voz, la murmurada, la de quien cuenta u oye contar en palabras,
en imágenes, en escenas, o simplemente alude, cita, recuerda un
relato, un texto– mantiene vivos esos universos de sentido, esa
memoria, ese sedimento de significaciones. Los hace fluir. Permite
que se actualicen, entren en diálogo, se entretejan unos con otros, y,
naturalmente, se vayan transformando. Para quien vive dentro de
una sociedad de escritura, no es lo mismo leer que no leer, no es lo
mismo entretejerse y formar parte del tapiz que quedar mudo y
afuera. Tampoco de esto puede desentenderse la escuela. Y eso es
algo que saben bien los niños que ingresan al primer año, y también
sus padres. Tanto unos como otros esperan que, cuanto antes, la
escuela les “enseñe a leer”, y con eso están pidiendo no sólo que se

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les dé la posibilidad de adueñarse de la cifra, de la clave de la letra,
sino, además –y muy principalmente–, que se les franquee la entrada
al mundo de lo escrito, al gran tapiz, donde ya verán ellos –lectores–
cómo entretejerse y tejer lo propio.

(Montes, 2006a, p.4)

La organización de la biblioteca en las salas1

¿Cómo organizamos la biblioteca de la sala? ¿Dónde la ubicamos?


¿Qué libros incluimos? ¿Cuántos? ¿Qué hay que tener en cuenta para
seleccionar los materiales de lectura?

Estos suelen ser algunos interrogantes que nos planteamos cuando decidimos organizar la
biblioteca en la sala, cualquiera sea el nivel de escolaridad. Cuando se piensa en hacerlo, aun
cuando la mayoría de las niñas y los niños no leen ni escriben por sí mismos, estas preguntas
expresan un modo particular de entender la enseñanza de la lectura y la formación lectora en
las más pequeñas y los más pequeños porque pensamos que son lectores y escritores plenos
incluso antes de que sepan leer y escribir por su cuenta.

En este apartado intentaremos dar respuesta a estas preguntas, siempre con el propósito de
crear en la sala un espacio que proporcione un contacto fructífero entre las niñas y los niños,
la o el docente y los materiales de lectura.

1
Este apartado está basado en la clase de Paione, A., Reinoso, M. del C. y Wallace, Y. (2011). Clase 3: La
organización de la biblioteca. Módulo 1: Libros y lectores. Curso virtual Leer y escribir en la alfabetización
inicial. Una propuesta a partir de la biblioteca del aula. CePA a Distancia. Escuela de Capacitación Docente.
Centro de Pedagogía de Anticipación. Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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¿Dónde conseguimos los libros? ¿Qué hacemos con los que ya tenemos?

La biblioteca institucional constituye la fuente


permanente para disponer de material en la biblioteca
de la sala. Este aporte que realiza la biblioteca en
calidad de préstamo promueve pedidos y
devoluciones y establece así una relación solidaria
entre ambas.

También se organiza con materiales que provee la


institución, ya sea por compra directa con el aporte de
sus cooperadoras o a través de distintos programas
pertenecientes a los organismos estatales que incluyen entre sus líneas de acción la provisión
de recursos materiales para el aprendizaje y la enseñanza. Asimismo, la biblioteca de la sala se
nutre con libros que se obtienen por donación de algunos familiares y vecinas y vecinos del
jardín, de entidades de bien público y de las y los docentes de la institución.

El material de la biblioteca se renueva periódicamente tanto para sostener el interés como


para ampliar y profundizar el horizonte lector de chicas y chicos. Los nuevos volúmenes
también se pueden adquirir por compra, solicitar por donación u obtener por préstamo a la
biblioteca institucional u otras bibliotecas escolares y públicas. Otra vía para incrementar y
renovar el material es el intercambio entre docentes de distintas aulas: “Te presto esta obra
de teatro y me pasás otro cuento de Roldán, porque estamos siguiendo al autor…”; “Te
conseguí dos cuentos de la misma colección, ¿me facilitás la antología de cuentos clásicos para
leer otra versión de Hansel y Gretel?”.

Asimismo, las bibliotecas públicas, la de clubes o centros de fomento, incluso la de las y los
docentes, son otras fuentes que contribuyen en la adquisición de materiales de lectura.

¿Dónde ubicamos la biblioteca? ¿Cómo exhibimos los libros?

Como mencionamos al principio, pensamos la biblioteca


de la sala como un espacio dinámico, vivo y cambiante;
un lugar de referencia al cual acudimos para explorar,
consultar, buscar información, profundizar sobre un
tema, disfrutar, incluir nuevos títulos, etc. Para ello, es
conveniente seleccionar un sector o rincón de la sala
preferentemente luminoso, tranquilo, cómodo y ameno
que posibilite el contacto intenso de las niñas y los niños
con los materiales de lectura.

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Para tener un acceso directo a los libros, es conveniente
ubicarlos al alcance y altura de ellas y ellos. Colocamos
los libros con los lomos hacia el frente, tal como se
disponen en toda biblioteca, para obtener rápidamente
información acerca de los datos más importantes o con
las portadas hacia adelante, sobre todo cuando
incorporamos alguna novedad e intentamos promover su
atención.

Una forma de exhibir los materiales consiste en ubicarlos en muebles con estantes abiertos
diseñados para este fin. El mobiliario puede estar hecho de distintos materiales (ladrillo,
madera, caña, cartón) y adoptar distintas formas. También podemos emplear revisteros
móviles o colgados en la pared del aula. En el caso de no contar con algunos de estos
mobiliarios, podemos disponer de cajas o canastas –apoyadas en una mesa o sillas– que
permitan guardar, revolver y elegir en función de lo que se pretende buscar y compartir.

Otra forma de exhibir los ejemplares de lectura en la sala consiste en instalar cuerdas de
material sintético como si fueran sogas en las que sostener los libros con broches de colgar la
ropa. También podemos disponer de “bolsilleros”, una banda de tela colgante con varios
bolsillos de diferentes tamaños que permitan visualizar una parte de la portada de los libros.

Si bien forma parte de las actividades diarias de la sala, el sector destinado a la biblioteca
puede adquirir cierto rasgo de privacidad y estar ambientado con afiches pertinentes, panel
de novedades, algunos almohadones u otros accesorios que acompañen la práctica lectora.

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También es factible organizar “Bibliotecas móviles” o “viajeras” que, a modo de carrito con
una cantidad variable de libros, fomente la lectura en distintos espacios curriculares de la sala
y/o la institución, incluso durante los momentos de pausas y recreación en el patio del jardín.

¿Cuántos materiales incluimos?


Es muy difícil calcular la cantidad de volúmenes que debe reunir el corpus de la biblioteca de la
sala. La magnitud de la colección depende de la cantidad de niñas y niños que son usuarios
del material, de las comodidades de la sala y recursos disponibles, como así también de las
posibilidades de establecer redes con otras usuarias y otros usuarios o instituciones para
incrementar o renovar el inventario.

No obstante esto, es factible iniciar el armado de la biblioteca con una cantidad que –al
menos– duplique el número de niñas y niños de la sala, o sea, dos libros por niña/niño y luego
incrementar gradualmente la colección. Esa cantidad puede parecer inalcanzable por las
condiciones materiales de algunas instituciones, sin embargo, la fuente principal de la que se
nutre la biblioteca de la sala es la biblioteca institucional a la que acuden niñas, niños y
docentes en busca de aquellos libros que deseen incorporar –aunque sea por un corto
período– en el espacio de la sala. Además, cuando se hace referencia a textos, se alude a todos
los materiales de lectura de uso social: tanto los libros de toda clase (de literatura y de
ciencias, enciclopedias de arte, diccionarios) como recetas, folletos, revistas, instrucciones de
juegos y también todos los textos que producen las niñas y los niños en el marco de los
proyectos didácticos.

… en el mundo cada uno hará su camino con las ocasiones de lectura que se le presenten.
Pero pensemos en la escuela. Si la ocasión será que un chico lea diez libros, yo diría que
sean diez que valgan la pena porque, ¿dónde y cuándo va a tener otra ocasión? La
escuela tiene ciertas obligaciones, entre otras, hacerse cargo de que es la gran ocasión de
lectura para la mayor parte de los chicos. Ahora, para eso, el maestro tiene que estar
convencido de la importancia de esos diez libros, no que se los bajen en forma
automática a los chicos y ya está. […] Pero también me di cuenta de que no alcanzaba
con tirar libros en el mundo. Nosotros creíamos que si estaban los libros, ya bastaba. Y no
es tan sencillo. Tiene que haber una mediación, un lector que convoque a otro lector. El
énfasis tiene que estar puesto en el lector adulto, porque es la garantía de que haya
lectores niños.

(Graciela Montes, 2006b, pp. 44-45)

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A modo de cierre

A lo largo de esta clase hemos reflexionado sobre el espacio, los recursos materiales y
humanos que se ponen en juego en el momento de pensar la biblioteca en la sala.

Sin dudas, optimizar las condiciones edilicias para ubicar la biblioteca y su forma de exhibir los
libros es una parte muy importante en el proceso de acercar a las niñas y los niños a la cultura
escrita. Un espacio cálido, creativo y atractivo asegurará captar su atención y su deseo de
incursionar en ese mundo de libros.

Pero pensar la biblioteca en la sala no se limita a designar un espacio para su funcionamiento.


En este armado subyace una propuesta de desempeño como lectores y escritores para las
niñas y los niños. El poder ofrecer una variedad de autores, temas, discursos y colecciones no
solo asegura la posibilidad de elección de la chica y el chico, sino también un inicio en el
camino de apropiación de las particularidades del sistema de escritura alfabético.

Por último, para encender el interés en las y los visitantes de la biblioteca, la figura del lector
adulto se torna primordial. La maestra o el maestro como mediador, facilitador y promotor de
lectura completará el escenario que pone a disposición de niñas y niños un universo escrito
para su disfrute.

Para que chicas y chicos del nivel Inicial hagan suyas las prácticas sociales del lenguaje es
imprescindible que participen de ellas, que exploren en el marco de estas prácticas el
lenguaje escrito en diversidad de géneros discursivos y que resuelvan allí problemas que
les permitan avanzar en la comprensión del sistema de escritura. Es por ello que, para
que se aproximen a estos contenidos, el jardín de infantes debe planificar a lo largo de la
escolaridad, múltiples y variadas situaciones de enseñanza que se organicen según
criterios de diversidad, continuidad, progresión y simultaneidad.
(DGCyE [SSE], 2022, p. 119)

En los siguientes módulos abordaremos estos criterios, que son fundamentales al momento
de pensar nuestras prácticas y, más precisamente, nuestra biblioteca en la sala.

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Castedo, M., Torres, M., Cuter, M. E. y Kuperman, C. (2015). Biblioteca del aula: Módulo N.º 1.
Alfabetización en la Unidad Pedagógica. Especialización Docente de Nivel Superior.
Ministerio de Educación de la Nación. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.643/pm.643.pdf

DGCyE. Subsecretaría de Educación [SSE]. (2023). Diseño Curricular para la Educación Inicial.
Disponible en:
https://abc.gob.ar/secretarias/sites/default/files/2023-02/Dise%C3%B1o%20Curricul
ar%20para%20la%20Educaci%C3%B3n%20Inicial.%202023_compressed.pdf

Montes, G. (2002). Para desmontar el pensamiento hegemónico hace falta leer. Novedades
Educativas, (133).

Montes, G. (2006a). La gran ocasión. La escuela como sociedad de cultura. Buenos Aires:
Plan Nacional de Lectura. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
Montes, G. (2006b). “La verdadera educación se da solo persona a persona”. El monitor de
la educación. 5º época, (8), 42-45.

Paione, A., Reinoso, M. del C. y Wallace, Y. (2011). Clase 3: La organización de la biblioteca.


Módulo 1: Libros y lectores. Curso virtual Leer y escribir en la alfabetización inicial.
Una propuesta a partir de la biblioteca del aula. CePA a Distancia. Escuela de
Capacitación Docente. Centro de Pedagogía de Anticipación. Ministerio de
Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Licencia Creative Commons

Autor(es): Equipo de la Dirección de Formación Docente Permanente. Dirección


Provincial de Educación Superior, DGCyE. Provincia de Buenos Aires (2023).

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