Podcast #048
Podcast #048
Podcast #048
siglo XVIII.
Podríamos decir que el empirismo con Hume se desarrolló casi al máximo. Su base y fundamento
está en Locke, pero sus consecuencias llegaron mucho más lejos, como veremos.
Bertrand Russell, en su “Hª del la losofía occidental”, dice hablando del escepticismo de Hume:
El único que fue algo más allá en esa dirección fue Wittgenstein, en el siglo XX, al concluir que ni
siquiera se puede ser escéptico por no poder plantear preguntas de las que no se obtendrán
respuestas.
Las dos obras donde Hume trató el con conocimiento son: el “Tratado de la naturaleza humana” y
la “Investigación sobre el entendimiento humano”.
Como empirista:
¿Por qué empezar otra vez por el conocimiento? La respuesta de Hume es clara, porque todas
las ciencias dependen o se relacionan con él.
“Es evidente que todas las ciencias mantienen una relación, más menos estrecha con la
naturaleza humana y que, por muy lejos que alguna de ellas parezca separarse, vuelven a ella por
uno u otro camino”.
Y lo primero que observa Hume es que cualquier idea o concepto que tengamos, cualquier
imagen en nuestra mente, procede de una impresión provocada por la experiencia.
Así, los dos elementos básicos de nuestro conocimiento son : impresiones e ideas. Éstas se
diferencian en el grado de viveza o de fuerza que tienen en la mente. Las impresiones son el
contacto directo de la experiencia, son por esto más vivas y fuertes, las ideas son imágenes
mucho más tenues.
Dice en su “Tratado”:
fi
fi
fi
“Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos géneros distintos que yo llamo
impresiones e ideas. La diferencia entre ellos consiste en el grado de fuerza y vivacidad con que
se presentan a nuestro espíritu (…) a las percepciones que penetran con más fuerza y violencia
llamamos impresiones, y comprendemos bajo este nombre todas nuestras sensaciones, pasiones
y emociones tal como hacen su aparición en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de
éstas en el pensamiento y razonamiento, como, por ejemplo, lo que son todas las percepciones
despertadas por el presente discurso, exceptuando solamente las que surgen de la vista o el
tacto, el placer o el dolor inmediato que pueden ocasionar”.
Un olor, un color, un sabor, estas sensaciones aisladas son, según Hume, impresiones simples,
que generan ideas simples. Pero cualquier percepción, formada por un conjunto de sensaciones
es una impresión compleja que produce una idea compleja.
Así pues, no hay jamás ideas que no procedan de alguna impresión, no existen ideas innatas.
Hay excepciones únicamente en el sentido de que se pueden imaginar a veces matices de una
gama de un color que no hayamos visto nunca, pero combinando los que sí hemos visto, somos
capaces de imaginarlos, incluso sabores o sonidos. Pero siempre tiene que haber una primera
impresión de un color. Un ciego de nacimiento no puede saber qué es el color azul, por ejemplo.
Las impresiones e ideas que se re eren a las emociones que nos producen son las de : sensación
y re exión. Sentir un dolor o placer directamente, genera una impresión de sensación. Y Hume
llama impresión de re exión a la que se produce simplemente por el recuerdo de aquella
sensación, por ejemplo del dolor que nos produjo el dentista al quitarnos una muela. Si
tuviéramos que volver al dentista y, sin haber llegado aún a su clínica, la imaginación produce en
la mente una fuerte impresión de desagrado, de malestar. Esta es la impresión de re exión, es tan
fuerte y nítida como si estuviésemos ya en la clínica del dentista. Esto supone otra excepción al
hecho de que la impresión tiene que ser original y el contacto directo con la experiencia.
Pero Hume siempre se plantea ¿son nuestras impresiones copias exactas del mundo externo?
¿podemos estar seguros de que lo que vemos, oímos, tocamos olemos o sentimos es así?.
Pero claro, con esto no hemos hecho más que empezar, ¿cómo se enlaza todo esto para tener el
pensamiento?
La mente humana tiene la capacidad de recordar. Existe la memoria. Las imágenes de la memoria
están formadas por ideas con un grado medio de viveza entre la idea y la imaginación, la
memoria reproduce imágenes procedentes del pasado. Pero lo que nos sirve para formar los
pensamientos es la capacidad de la imaginación que, a diferencia de la memoria, descompone,
combina y relaciona entre sí ideas. Hume además se da cuenta de que, gracias a la capacidad
lingüística del hombre, las ideas se representan por medio de nombres, palabras. A su análisis
psíquico del conocimiento se añade con esto el análisis lógico. Las palabras permiten que la
imaginación combine ideas y cree pensamientos.
¿Cómo trabaja la imaginación ? ¿Cómo se unen las imágenes entre sí? Siguiendo una leyes de
asociación, observa Hume.
fl
fl
fi
fi
fl
fi
fl
Tres son la asociaciones naturales: La mente asocia entre sí imágenes semejantes. Esta es la
asociación por semejanza. La contigüidad o proximidad espacio-temporal, en ésta la mente
asocia imágenes que se han dado juntas en el espacio y el tiempo. Y, por último, la asociación
por causa y efecto. Asociamos entre sí aquellas imágenes que nos parecen ser una la causa y
otra su efecto.
7) Causa-efecto, en este caso esta relación la buscamos nosotros, como ocurre en ciencias.
Hume considera que con las cuatro primeras asociaciones arbitrarias se construyen las
proposiciones de las ciencias llamadas formales, como las matemáticas y la lógica.
Estas proposiciones implican contradicción, porque sus relaciones son invariables y, por tanto, el
lenguaje de estas ciencias es “a priori”, en el sentido de que se independiza de la experiencia y
es necesario. Las llamó “Relaciones de ideas”.
Si decimos que dos por tres son seis, esta proposición cumple los requisitos anteriores.
Las otras tres asociaciones arbitrarias forman las proposiciones de las ciencias empíricas. En
éstas su contrario podría darse, son “a posteriori”, no pueden jamás independizarse de la
experiencia y son probables. Las llamó “Cuestiones de hecho”.
Si decimos “mañana lloverá”, no podemos estar seguros de su verdad o falsedad, hasta mañana.
“Todos los objetos de la razón o investigación humana pueden, naturalmente dividirse en dos
grupos, relaciones de ideas y cuestiones de hecho; a la primera clase pertenecen las ciencias de
la Geometría, Álgebra y Aritmética y, en resumen, toda a rmación que es intuitiva o
demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la hipotenusa es igual al cuadrado de los dos
lados es una proposición que expresa la relación entre estas partes del triángulo. Que tres veces
cinco es igual a la mitad de treinta expresa una relación entre estos números. Las proposiciones
de esta clase pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, independientemente
de lo que pueda existir en cualquier parte del universo . Aunque jamás hubiera habido un círculo
o un triángulo en la naturaleza, las verdades demostradas por Euclides conservarían siempre su
certeza y evidencia.
No son averiguadas de la misma manera las cuestiones de hecho, los segundos objetos de la
razón humana; ni nuestra evidencia de su verdad, por muy grande que sea, es de la misma
naturaleza que la precedente. Lo contrario de cualquier cuestión de hecho es, en cualquier caso
posible, porque jamás puede implicar una contradicción, y es concebido por la mente con la
misma facilidad y distinción que si fuera totalmente ajustado a la realidad. Que el Sol no saldrá
mañana no es una proposición menos inteligible ni implica mayor contradicción que la a rmación
de que saldrá mañana. En vano, pues, intentaríamos demostrar su falsedad. Si fuera
demostrativamente falsa, implicaría un contradicción y jamás podría ser concebida distintamente
por la mente”.
Aquí Hume no se aleja de los racionalistas, las verdades matemáticas son verdaderas aunque no
exista el mundo, mientras que el conocimiento que no puede separarse de la experiencia, es
probable y nunca podremos estar seguros de él. Pero de momento, sólo parece que se separa de
fl
fi
fi
los racionalistas en el origen de nuestro conocimiento. Ya veremos más tarde si también se
separa en las consecuencias.
Pero Hume, desde este momento se interesa por las “cuestiones de hecho” y, se interesa porque
los hombres siempre o, casi siempre, estamos usando estas “cuestiones”; constantemente
formulamos frases de este tipo y nuestra vida está construida en la con anza que nos ha
generado la experiencia de todos los días. ¿Por qué? quiere saber Hume. ¿Qué hay en las
cuestiones de hecho que nos genera esta con anza?
Así pues, si quisiéramos llegar a una conclusión satisfactoria en cuanto a la naturaleza de aquella
evidencia que nos asegura de las cuestiones de hecho, nos hemos de preguntar cómo llegamos
al conocimiento de la causa y del efecto.”
La cosa parece bastante clara. Constantemente estamos haciendo inferencias del tipo causa-
efecto. Casi siempre estamos sacando conclusiones acerca de los hechos que nos rodean y,
estas conclusiones las hacemos porque creemos que hay una conexión entre el hecho que
suponemos es la causa y el que suponemos que es el efecto.
En el próximo episodio analizaremos con Hume esta relación y el porqué la considera tan
sumamente importante.
fi
fi
fi