DAVID HUME para Selectividad Resumido
DAVID HUME para Selectividad Resumido
DAVID HUME para Selectividad Resumido
Nociones:
1. Impresiones e ideas.
2. Límite del pensamiento y principio de copia.
Temas:
1. La experiencia como origen del conocimiento.
2. La crítica de los conceptos metafísicos.
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Significativamente Hume no dice que la diferencia consista en que las impresiones sean
“representaciones objetivas” de objetos exteriores o sean causadas por ellos, mientras que las ideas sean
“subjetivas”...o algo parecido. Y no dice nada de esto porque Hume supone aquí el llamado “principio de
inmanencia”, según el cual los objetos de nuestro conocimiento son siempre percepciones. Según Hume,
la experiencia no puede decirnos, en modo alguno, que haya “objetos exteriores”, distintos de las
impresiones, que sean la causa de éstas y a los que las impresiones se asemejen. Para Hume las “causas
últimas” de nuestras impresiones nos son simplemente desconocidas: podrían ser objetos exteriores, pero
también podría ser nuestra propia mente o el Autor de nuestra naturaleza, dice Hume. Nadie ha
experimentado jamás, por un lado, un objeto y, por otro, la percepción que le corresponde, es decir,
ningún análisis de la experiencia puede distinguir en ésta entre un objeto y la impresión que le
correspondería. Por eso podemos hablar indistintamente de “objeto” o de “percepción”.
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por el calor o el frío, o la esperanza de volver a sentir el placer experimentado
inicialmente.
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poder “creador” de la imaginación se reduce al poder de aumentar, disminuir, unir,
separar y trasponer ideas, pues todos los materiales del pensar o imaginar derivan de la
experiencia externa o interna o, dicho de otro modo, toda idea es copia de una
impresión.
2. Dos argumentos a favor del principio de copia
Hume defiende este principio de la copia mediante dos argumentos. El primer
argumento afirma que nadie puede exhibir una idea, por muy compuesta y sublime que
sea, que no sea copia de alguna impresión compuesta, o que no pueda resolverse, por
análisis, en ideas simples que sean copias de impresiones simples. Toda idea simple es
copia de una impresión simple y toda idea compuesta, o es copia de una impresión
compuesta, o ha sido compuesta a partir de ideas simples que sí son copias de
impresiones simples. Hume pone como ejemplos las ideas de “montaña de oro” y de
“Dios”, que son ideas compuestas a las que no corresponde ninguna impresión, pero que
han sido formadas a partir de otras ideas más simples (“montaña”, “oro”, “ser personal”,
“bondad”, “sabiduría”, etc.) a las que sí corresponden impresiones
El segundo argumento dice que sabemos que las ideas son copias de
impresiones porque:
(1) quienes carecen de algún sentido (ciegos, sordos) y no pueden tener cierto
tipo de sensaciones (colores, sonidos), tampoco pueden formar las ideas
correspondientes (idea de verde, o de un acorde de guitarra);
(2) carecemos de ideas de objetos de los que no hemos recibido antes ninguna
impresión de sensación (el vino para negros y lapones), del mismo modo que carecemos
de, o nos es muy difícil formar, ideas de pasiones o emociones que no hemos tenido
nunca (idea del amor antes de habernos enamorado);
(3) no podemos concebir el tipo de ideas que podrían tener seres dotados de
sentidos o facultades distintos de los nuestros.
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4. La asociación de ideas como actividad falsificadora.
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producir. Hay, pues, una primacía de la experiencia externa tanto sobre el pensamiento
(las ideas) como sobre la experiencia interna (pasiones, sentimientos, emociones).
3. La naturaleza de la mente como “origen” (principio) del conocimiento.
Sin embargo, si entendemos “origen” en el sentido epistemológico de
“principio” o “fuente” del conocimiento, entonces tendremos que decir que la
experiencia externa actual, presente, inmediata, es un principio o fuente del
conocimiento, pero no el único principio del conocimiento. El otro principio del
conocimiento, para Hume, es la naturaleza de la mente humana, cuyas “cualidades
originarias” determinan el que la experiencia inmediata adquiera el carácter de un orden
o sistema del conocimiento natural y científico. Así, podríamos decir que, para Hume,
todo conocimiento comienza con la experiencia, pero que no deriva o procede sólo de la
experiencia. Esto no significa que Hume admita alguna forma de conocimiento a priori,
sino simplemente que la constitución de nuestra mente, de nuestra memoria (formación
de hábitos), de nuestra imaginación (leyes de asociación) y de nuestro entendimiento o
razón (principio de no-contradicción) determinan las formas, el alcance, los límites y la
validez de todo nuestro conocimiento, tanto de las “relaciones de ideas” como de las
“cuestiones de hecho”.
4. El conocimiento va siempre más allá de la experiencia.
Hume explica que nuestro conocimiento, tanto en el sentido de las “relaciones de
ideas” (knowledge) como en el sentido de las “cuestiones de hecho” (probability)
conlleva ir “más allá de la experiencia” entendida en el sentido estricto de las
impresiones de sensación, porque el conocimiento consiste en “relaciones” y de las
relaciones nunca tenemos impresiones. Las relaciones (de identidad, de semejanza, de
contigüidad, de causa-efecto, de contrariedad, de grados de cualidad, de proporción
numérica) las “pone” nuestra mente, por decirlo así. Si nuestra mente no fuera capaz de
establecer estos tipos de relaciones entre percepciones, si no estableciese relaciones de
ninguna clase o estableciese otros tipos de relaciones, la experiencia (en sentido amplio,
como “experiencia pensada, interpretada o representada”), es decir, el “mundo”, sería
caótico o su orden sería completamente diferente. Las impresiones de sensación podrían
ser las mismas, la experiencia en sentido estricto, podría ser la misma, pero la
experiencia en sentido amplio y, por tanto, aquello a lo que pudiéramos llamar
“conocimiento” sería algo completamente diferente e impensable para nosotros.
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se nos presenta diciendo en serio que ha visto un “círculo cuadrado” es que no entiende
la idea de “círculo” o la de “cuadrado”.
4.2. La experiencia y la mente en el conocimiento de “cuestiones de hecho”
En cambio, el conocimiento (probability) de “cuestiones de hecho” se refiere
también a relaciones entre ideas, pero a relaciones que son “variables”, es decir,
relaciones que podrían cambiar sin que por ello tuvieran que hacerlo las ideas
relacionadas. Siempre podemos pensar o concebir que las relaciones entre esas ideas
podrían ser otras (con la única condición de no implicar contradicción). Esta mesa
podría no ser verde, no estar aquí, no asemejarse a aquella, y seguiría siendo mesa; este
tono de verde podría estar en otra cosa y seguiría siendo el mismo tono de verde. Dicho
de otro modo: siempre podemos concebir lo contrario de una verdad o cuestión de
hecho. Las verdades de hecho son contingentes.
Naturalmente, esta forma de conocimiento, las “cuestiones de hecho” no sólo se
origina (cronológicamente) en la experiencia, sino que sólo puede justificarse a través
de la experiencia. A las cuestiones de hecho se aplica el principio de copia como criterio
de la verdad: son verdaderas aquellas proposiciones que unen o separan ideas a las que
corresponden impresiones que se hallan unidas o separadas en la experiencia, es decir,
son verdaderas aquellas proposiciones que representan “hechos” presentes o pasados.
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experiencia, y son los sentidos los que nos permiten tener acceso a las mismas. Los
razonamientos propios de las cuestiones de hecho no son demostrativos, sino probables.
2. La crítica de la metafísica
A partir de esta disyunción, podemos acercarnos ya al enfoque de Hume acerca
de la realidad y a su crítica de la metafísica:
2.1. Crítica a la idea de causa: para Hume, la inferencia causal se basa en un
razonamiento erróneo. El razonamiento causal, que es uno de los modos de saber cosas
sobre el futuro, depende de la experiencia y no de la razón: no es una relación de ideas,
pero tampoco es una cuestión de hecho. Para Hume, depende de la experiencia, sí, pero
en ésta no percibimos una causa y un efecto, sino dos o más fenómenos que se siguen de
un modo ordenado. Términos como causa y efecto son abstracciones que pretenden atar
la realidad desde un punto de vista explicativo, pero de los que no tenemos impresión
alguna. El razonamiento causal se proyecta sobre la realidad, allá donde los fenómenos
(o las impresiones de los mismos) se siguen unos a otros de un modo regular y
constante. La causalidad implica, por tanto las siguientes condiciones:
• Contigüidad (lo que llamamos “causa” debe estar cercano en el tiempo y en el
espacio de lo que llamamos “efecto”),
• Prioridad de la causa respecto al efecto o sucesión (el efecto ha de suceder a la
causa),
• regularidad y constancia (ha de ocurrir siempre del mismo modo).
Sin una experiencia previa, seríamos incapaces de predecir cuáles son los efectos de una
realidad cualquiera. A la imposibilidad de recibir impresiones de “causa” y “efecto”,
Hume añade otro argumento en contra de la causalidad: los descubrimientos sobre la
naturaleza dependen de la experimentación y no del razonamiento. Y el ser humano
tiende a creer que la naturaleza funcionará en el futuro del mismo modo que lo hace en
el presente, y que las mismas causas tendrán los mismos efectos. Este gran presupuesto
(el de la regularidad o constancia de la naturaleza) es absolutamente indemostrable: al
tratarse de una cuestión de hecho, es tan sólo un razonamiento probable, que nunca
alcanzará el grado de demostración. Esta es la conocida crítica de Hume al
razonamiento inductivo: el hecho de que la naturaleza funcione de una manera un
número suficientemente grande de veces no implica que se vaya a comportar así
siempre.
2.2. Crítica a la idea de sustancia (yo, mundo, Dios): la metafísica es, desde
esta perspectiva, una ciencia vacía de contenido. Si otro empirista como Ockham ya
criticó en su día las vacías abstracciones a las que tendía el pensamiento filosófico en
general, y el metafísico en particular, Hume adoptará también esta crítica, y negará la
posibilidad de conocer algo así como sustancias o esencias. De hecho, si todo lo que
sabemos del mundo está mediatizado a través de las impresiones, ni siquiera podemos
tener una certeza absoluta de la existencia del mismo, por lo que deberemos olvidarnos
de la obsesión cartesiana por la misma, y dejarnos llevar por la creencia, la costumbre y
el hábito, que serán analizados un poco más adelante. Hume negará la existencia de las
tres sustancias que tradicionalmente habían sido objeto de estudio de la metafísica, y
que también afirmara Descartes dentro de su sistema filosófico: no existe el yo (pues no
tenemos una impresión del mismo), y por la misma razón también están vacíos de
contenido conceptos como el de Dios, sustancia o esencia. La metafísica sería así, una
abstracción más, una ilusión vacía de contenido. Para Hume, la sustancia sería un haz o
manojo de impresiones unidas por la imaginación, que proyectaría una unidad
indemostrable en la realidad. La sustancia es una ficción de la imaginación por la que
presuponemos un sustrato oculto más allá de las cualidades que percibimos y que
sostiene la multiplicidad de impresiones que nos llegan de los objetos. Igualmente, el
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cogito cartesiano sería, a juicio de Hume, una mera invención: no existe certeza de la
conciencia, pues tampoco tenemos una impresión de la misma. La crítica a la
metafísica, que es común a todo el pensamiento empirista, alcanza en el pensamiento de
Hume sus grados más altos.
2.3. Fenomenismo: como consecuencia de todo lo anterior, la realidad quedará
reducida para Hume a una sucesión de fenómenos de los que tenemos experiencia a
través de las impresiones. Es importante subrayar que nunca podemos acceder a lo que
se podría llamar realidad en sí, porque nuestra relación con la realidad está mediada por
las impresiones. En un sentido estricto, no podríamos hablar de las cosas ni de los
fenómenos, sino de nuestra impresión de las cosas o de nuestra impresión de los
fenómenos. La realidad queda limitada a mi impresión presente de la misma y los
recuerdos que pueda tener de impresiones pasadas. Cualquier tipo de predicción o de
conceptualización sobre impresiones debe ser analizada críticamente desde los
principios empiristas expuestos al principio: no podemos ir más allá de los fenómenos.