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INFORME
Estudiantes :
El colegio jesuita de Potosí fue fundado en 1577 por los sacerdotes jesuitas José de
Acosta, Luis y Alonso de Bárcera. A pesar de la oposición inicial del virrey Toledo, lograron
la autorización real en 1580. Los jesuitas desempeñaron una importante labor religiosa y
educativa en la ciudad, especialmente con los indígenas. Tras la expulsión de la
Compañía de Jesús, el colegio quedó abandonado. Sin embargo, contaba con ingresos
económicos sólidos gracias a sus propiedades productivas, como la hacienda de Trigo
Pampa. Aún quedan aspectos por investigar sobre su funcionamiento entre 1580 y 1767
en Potosí.
El colegio jesuita de La Paz fue fundado en 1582 gracias a la donación de Juan de Ribas,
uno de los fundadores de la ciudad. La donación incluyó una suma de dinero, propiedades
y una viña. Con estas donaciones, los jesuitas adquirieron importantes propiedades
agrícolas en las provincias de Sica Sica, Omasuyos y Larecaja.
El colegio ocupaba una manzana completa en el lado este de la plaza principal de La Paz.
Después de la expulsión de los jesuitas, el edificio fue ocupado por la aduana, el
seminario y la parroquia de la catedral.
Entre los jesuitas más destacados del colegio de La Paz se encontraban el padre Diego
Martínez, quien fue uno de los fundadores y versado en lenguas nativas, y Miguel de
Urrea, quien tuvo que renunciar como rector para dedicarse a la conversión de los
Chunchos de Apolobamba.
Juan de Avellaneda, rector en 1605, inició la construcción del templo principal, que fue
concluido durante el rectorado del padre Diego Torres Vásquez en 1609. Otros rectores
destacados fueron Miguel Meneses, Francisco Patiño y Nicolás Durán Mastrilli, quien
finalizó la construcción del colegio y el templo.
Antonio Loaiza, natural de La Paz, fue un ilustre predicador y rector del colegio. Instituyó
una escuela de instrucción primaria y la congregación del Señor de Piedades. Se destacó
por su vasta cultura literaria.
El colegio jesuita de Oruro fue fundado en 1611 gracias a la voluntad de una autoridad
política local y el esfuerzo de los padres Gabriel Serrano y Sebastián Juárez. Inicialmente,
se estableció como una residencia para los padres jesuitas, pero en 1618 se convirtió en
un colegio. El padre Juan Zapata fue el fundador y primer superior de esta institución
educativa. La construcción de una iglesia de la Compañía fue clave para establecer su
residencia en la ciudad. Además, el minero Fernando de Valencia contribuyó
significativamente a la obra educativa al donar trece mil pesos, bienes en la ciudad y un
ingenio de moler metales con todas las tierras cercanas a Oruro.
El colegio jesuita de Cochabamba fue fundado en 1694, después de que los jesuitas
residentes en Chuquisaca solicitaran la autorización al padre general Tirso González.
Aunque inicialmente se recaudaron fondos insuficientes, veinte años después se logró
establecer el colegio gracias a la donación de una hacienda valuada en cuarenta mil
pesos por parte de Juan de Solórzano y otros cuarenta mil pesos más. La fundación contó
con la recomendación del arzobispo de La Plata y la autorización del rey Felipe V. Estas
donaciones fueron suficientes para mantener el nuevo colegio.
3.LA EDUCACIÓN PARA LA ÉLITE INDÍGENA
La educación para la elite indígena durante la época colonial tenía como objetivo principal
la evangelización y la extirpación de la idolatría en las poblaciones indígenas. Los
colegios para hijos de caciques se establecieron para beneficiar a los intereses
eclesiásticos y a los propios caciques, permitiéndoles mantener o aumentar sus privilegios
sociales, económicos y políticos. A pesar de las dificultades y debates, se lograron
establecer centros educativos y colegios superiores para hijos de caciques en diferentes
regiones, como La Paz, Chuquisaca y Potosí.
Los colegios religiosos, como el Colegio San Borja de Cuzco, se fundaron con el propósito
de alejar a los alumnos de la idolatría y formarlos como cristianos. El esquema educativo
incluía la enseñanza de gramática, latinidad, humanidades y retórica, preparando a los
jóvenes para continuar estudios superiores en teología o artes en otras instituciones
educativas.
La planificación del sistema educativo para la elite indígena implicaba analizar los
métodos de enseñanza, los recursos didácticos y las materias impartidas a los diferentes
grupos étnicos. A pesar de los desafíos económicos para sostener esta educación,
familias adineradas como la de Fernández Guarachi pudieron costear la educación de sus
hijos y parientes en colegios jesuitas, permitiéndoles obtener grados académicos y ejercer
roles eclesiásticos con el apoyo de la corona española.
La ciudad de La Paz vivió momentos difíciles en 1781 durante el cerco de Tupak Katari.
Juan Manuel Álvarez, gobernador intendente de La Paz, propuso la condonación o rebaja
de censos, la fundación de una universidad y la concesión de títulos honoríficos a la
ciudad. La base de la universidad sería el Colegio Seminario de San Carlos. Para
sostener las cátedras, se necesitaba un presupuesto adecuado, pero la población
contribuía con una gran parte de sus rentas. Los ministros de la Real Hacienda
propusieron que se enseñara derecho civil de Castilla y legislación de Indias en la
universidad. La creación de la universidad de La Paz buscaba cambios en los estudios
superiores. El cabildo secular estuvo de acuerdo con el dictamen, pero no con la idea de
conferir grados. Se propuso reducir las cátedras de teología, cánones y derecho a dos, y
crear cátedras de medicina y matemáticas. También se planteó la necesidad de establecer
fábricas y promover la minería, la agricultura y las artes. El concepto de 'ciencias y artes'
se empezó a manejar para diferenciarlas de las cátedras de teología y derecho. La
Universidad de La Paz no se fundó en ese momento debido a cambios políticos, pero
posteriormente se creó la Universidad Menor de La Paz en 1830.
En el Virreinato del Perú, los misioneros jesuitas estudiaron las lenguas quechua y
aymara para evangelizar a los habitantes de los Andes. Estos idiomas se convirtieron en
una exigencia para los sacerdotes. Se adaptó un alfabeto aproximado para elaborar la
gramática y el diccionario de estas lenguas.
Los hijos de los caciques tenían más acceso a la educación y muchos llegaron a aprender
el idioma castellano e incluso el latín. Sin embargo, para la mayoría de los indígenas, el
acceso a la educación era limitado y no existían escuelas indígenas propiamente dichas.