Qué Es Lo Humano
Qué Es Lo Humano
Qué Es Lo Humano
Erich Kahler
(fragmento de
“Historia Universal del hombre”)
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Hasta hoy la pregunta ¿qué es el hombre? Había recibido tres clases de
respuestas: la teológica, la racionalista (o idealista) y la biológica (o
naturalista).
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La tercera teoría, la biológica o naturalista, considera al ser humano en
cuanto a su origen natural, es decir, como una etapa de la evolución gradual
de la naturaleza orgánica. Según esta opinión, el ser humano, como una forma
de naturaleza orgánica, no tiene más característica esencial que su avanzada
complejidad anatómica y fisiológica. El intelecto, la razón, no es sino una
manifestación de esta mayor complejidad, que supone una diferencia de
grado, pero no de clase, entre el hombre y el animal.
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El punto de vista racionalista, al identificar la cualidad esencial del ser
humano con la facultad racional del hombre, ofrece por lo menos una solución
bastante amplia a nuestro problema. Mas, ciertas investigaciones recientes
nos muestran que las raíces de la facultad racional del hombre pueden
encontrarse en los animales. Las experiencias de biólogos y psicólogos
modernos, por ejemplo los de Wolfgang Koehler con monos, han demostrado
que los animales son capces de sacar conclusiones sencillas y no sólo de
utilizar instrumentos, sino de descubrir por sí mismos su empleo. La
capacidad mental de ciertos mamíferos corresponde a la de un niño de tres
años. De modo que la razón no es sino una forma más desarrollada de
disposiciones que se encuentran en el animal, y no puede considerase como
una facultad exclusiva del hombre, como pretenden los racionalistas.
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intelectual que supone la teoría naturalista. Así, aún esta interpretación
negativa de una cualidad específicamente humana, presupone una diferencia
esencial entre el hombre y el animal. Al negar esta diferencia, la teoría
naturalista se está contradiciendo.
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persona lleva una vida espiritual en la medida en que se eleva por encima de
sus intereses personales, “prácticos”, en la medida en que es capaz de
desprenderse de su yo propio, como ella lo concibe y llegar a ser más y más
objetiva, de integrarse en una objetividad más alta y comprensiva.
Veamos un ejemplo. Para un león, ujn venado no es más que una presa; sólo
sirve para proporcionar alimentos y satisfacer apetitos. Para un hombre, un
venado puede ser una presa, pero también es un venado, un ser con existencia
independiente. EL hombre puede imaginarse a sí mismo en el lugar de un
animal. Lo hace así cada vez que estudia sus condiciones, necesidades y
formas de vida especiales. Sin duda, a menudo pretende con ello hacer que el
animal sea una presa aún más útil: lo protege y lo cría para que le proporcione
más o mejores alimentos, a fin de que trabaje para él, o aún por el simple
placer de cazarlo. Incluso es capaz de una actitud tan paradójica como la de
amar al animal que mata. Aún cuando las finalidades que persigue el hombre
sean iguales a las del animal, su método es diferente. En la medida en que
utilice al animal como presa, no difiere de éste. Pero, cuando protege, cría,
estudia y ama al animal, está reconociendo que éste tiene una órbita propia,
establece una órbita distinta de la suya, en la que él puede entrar
deliberadamente, creando una relación consciente y nueva. Esta actitud es
claramente humana y sólo es posible por la facultad de discernir y
trascender, la facultad de espíritu.
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una fuerza nueva, un nuevo ímpetu del hombre. Como consecuencia de su
actividad creciente, termina por convertirse en una facultad perfeccionada
del ser humano. Por último, su acumulación de objetivaciones llega a
constituir toda una esfera de vida que comprende diversos campos tales
como la religión, el arte, la filosofía y la ciencia. En el curso de este
desarrollo, el espíritu se transforma en un valor, un bien por el cual vale la
pena luchar y esto precisamente a causa de que el elevarse por encima de su
yo corporal es una facultad del hombre. Es más, al establecerlo como un
valor, el hombre reconoce implícitamente que el espíritu es su cualidad
distintiva. Pero, como vimos antes, debe recordarse que el espíritu como un
hecho puede actuar en un sentido contrario a sí mismo y su significado como
valor, no hacia lo humano, sino hacia lo inhumano.
Como el espíritu surge del organismo humano como un todo, pues es un ímpetu
vital, abarca y mueve el organismo humano como un todo. Abarca tanto la vida
emotiva como intelectual; forma y afecta a los impulsos humanos y a toda la
actitud vital del ser humano. La razón, por otra parte, sólo es una función y
facultad del intelecto. Es el acto intelectual, que consiste en, relacionar y
conectar experiencias, en reunirlas en una cadena de causa y efecto, es
decir, en sacar conclusiones. De esto surge otro acto: el de abstraer
generalidades de conclusiones individuales repetidas, y hacer así que estas
últimas sean seguras y estén disponibles para uso general. “Esta piedra corta
porque tiene un filo”, es un ejemplo del tipo más sencillo de conclusión.
Cuando se dice: “Todas las piedras que tienen filo cortan”, el paso de
“muchas” a “todas” es el gran atajo, el paso de la repetión a la universalidad.
Este acto de generalización es una forma posterior y más alta de conclusión.
Conduce a una tercera, aún más general y completa, el concepto puramente
abstracto de causa y efecto como tal. Y este concepto es requisito previo de
todos los atajos complicados, mla eliminación, descripción y creación de
repetición que constituye la lógica, la ciencia y la técnica. De las aplicaciones
prácticas de esta reunión de conclusiones, generalizaciones y abstracciones
provienen todas nuestras maneras de proceder, las instituciones e
instrumentos de la vida; así, la línea de coligación es razón materializada, es
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la cadena materializada de causa y efecto. Desde luego, este esquema de la
estructura racional no debe considerarse como una descripción del verdadero
proceso evolutivo de la razón, pues tal proceso tuvo lugar en una forma
enteramente distinta.
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conciencia de sí mismo es una forma de discernir, y su vida fuera de sí mismo
y del instante es una forma de trascender. Ambas juntas le permiten cambiar
los instantes y fundirlos en una continuidad, una vida consciente, en la cual
forma una unidad perdurable, una personalidad, un carácter; en una palabra,
le permiten no sólo ser, sino también existir.
Importa, pues, que todo el desarrollo del animal hasta las finalidades
humanas más elevadas no es sino un desarrollo de la facultad primaria de
discernir y trascender, aquellos actos del espíritu que hacen “humano” al
hombre. El espíritu, como valor, deriva del espíritu como hecho.
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