Te Vas A Casar

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¿TE VAS A CASAR? ¿POR QUÉ TE VAS A CASAR?

¿HAN PENSADO MÁS ALLÁ DE


SOLAMENTE LO SEXUAL?
La híper sexualización, que actualmente padece el mundo, ha hecho que tengamos un concepto
muy equivocado de lo que es el matrimonio. Por causa de esa híper sexualización son
muchísimos los jóvenes que piensan que el matrimonio es para tener relaciones sexuales, e
incluso creen que esas relaciones tienen que ser como las pintan las películas y las series de
TV.
¿El matrimonio es para tener sexo? No. El matrimonio es para ser santos, para que tanto el
hombre como la mujer procuren vivir un santo matrimonio y cuidarse mutuamente, procurando
que el otro siempre viva en santidad. Lo de las relaciones sexuales, tener hijos, compartir un
techo juntos, todo eso viene por añadidura, como parte inherente del sacramento matrimonial,
aunque no es lo fundamental de ese sacramento.
¿Por qué se dan tantos problemas de divorcios y adulterios? Porque muchas de esas parejas
ocuparon el tiempo del noviazgo para tener sexo desenfrenado, sin ataduras, lleno de picantes
encuentros, en lugar de usarlo para conocerse y llevar un noviazgo santo, de la mano de Cristo.
En otros casos también ocurre que uno de los cónyuges lleva ideas muy equivocadas acerca de
la intimidad en el matrimonio y cree que aquello será ni más ni menos como en las películas
pornográficas, con mucho ruido, todo un espectáculo. Pero cuando resulta que la cosa no es así,
cuando ven que la realidad no es como lo que habían fantaseado, comienzan las decepciones.
Ya sea que la mujer piense que el varón será todo un garañón desenfrenado en la cama, o que el
varón piense que su mujer será toda una diosa del sexo en la intimidad, ambos están mal,
porque están tomando como punto de referencia algo que fue hecho para vender una ilusión.
Todos los actores y actrices de esos videos pornográficos presentan una idea muy deforme de lo
que es realmente el sexo. Casi un cien por ciento de todo lo que puede verse en esos
espectáculos es falso. Desde el físico de los participantes, pasando por toda la gama de sonidos
y gestos, hasta las dimensiones de ciertas partes de los cuerpos, tanto de hombres como de
mujeres, no son apegados a la realidad. Pero alguien, varón o mujer, que mira esos videos, se
deja llevar por una ilusión, por algo que no tiene mucho contacto con la realidad.
Por muy entrenado que esté el varón, no toda la vida se verá con ese "cuerpo de playa". El
tiempo se encargará de llevarse muchos cabellos y de suavizar esos músculos, y agregar algo de
grasa por aquí y por allá. Lo mismo pasará con la mujer, que a pesar de que tenga una figura
escultural, el mismo tiempo, junto con los embarazos, se llevarán mucho de ese físico juvenil.
Cuando se trata de parejas enfocadas solamente en lo sexual, esos cambios generan
decepciones, que conducen a adulterios o divorcios, ya sea que tengan hijos o no.
El matrimonio no es solamente para tener sexo. En el matrimonio entran en juego muchas otras
cosas. Debe haber oración en casa, en familia, aunque aún no haya hijos, pero los cónyuges
deben orar. Deben mantenerse en estado de gracia, confesándose y comulgando con la mayor
frecuencia posible. Debe haber lectura bíblica en casa, y sobre todo estudio bíblico y formación
en la fe. Debe haber oración de un cónyuge para el otro, de manera recíproca. Debe haber
comunicación, deben darse un tiempo para hablar y seguirse conociendo aun después de
haberse casado. Toma una vida entera conocer a alguien, y la mejor forma de conocer a alguien
durante los años de matrimonio es invitar a Cristo. Si un matrimonio no invita a Cristo, jamás
acabarán de conocerse, no habrá oración, no habrá apego a los sacramentos. El matrimonio
eclesial no es un mero contrato social ni es un simple requisito para agradar a la gente. El
matrimonio eclesial es para que Dios participe en esa unión. Todo lo demás llega por
añadidura.
De manera que si vas a casarte, no pienses en cómo será la noche de bodas, o cómo vivirán la
intimidad. Eso es lo de menos, porque no van a pasar en eso muchas horas al día, cada día. Más
bien siéntense ambos a pensar cuántos hijos tendrán, los nombres que les pondrán, cómo los
educarán en la fe. ¿Tienen idea de cómo criar un hijo? Claro que no. Pero pueden hacerse
amigos de otros matrimonios en Cristo, que lleven más años de recorrido que ustedes, para que
les puedan aconsejar. ¿Será que acaso saldrá un sacerdote, o alguna religiosa, de entre los hijos
del matrimonio de ustedes?
En lugar de pensar solo en el sexo, mejor piensen qué harían si, ya casados, de pronto uno de
los dos sufre un accidente y queda en silla de ruedas para el resto de su vida. Piensen qué harían
si talvez resulta que no pueden tener hijos, y quizás ambos estaban muy ilusionados con
tenerlos. Piensen qué harían si uno de los dos resulta afectado por una larga y penosa
enfermedad incurable, o si uno de los dos sufre un accidente que acaba deformándole la cara. Y
si ella se engorda, ¿la seguirás queriendo, aunque pese cien libras más que cuando la conociste?
¿Y si el pierde esa cabellera abundante, que hoy lo hace atractivo para ti? ¿Y si fuera ella la que
perdiera todo ese sedoso cabello que tanto te gusta, y quedara calva? Y si uno de los dos
cometiera una infidelidad, ¿habría perdón, o sería el fin? Hay situaciones mucho peores, que
pueden surgir durante los años del matrimonio. ¿Realmente están dispuestos a enfrentar esas
situaciones, de llegar a darse? Si ese matrimonio no va de la mano de Cristo, lo más probable es
que termine en fracaso, porque será un matrimonio que no estará preparado para enfrentar ni la
más pequeña adversidad.
Otra pregunta que deben hacerse, ¿cómo puedo servir a Cristo a través de mi matrimonio? Otra,
¿cómo hago para que mi matrimonio sirva como buen ejemplo de matrimonio cristiano, para
otras parejas en el futuro?
No tiene nada de malo disfrutar de la intimidad en el matrimonio, pero hay que hacerlo libre de
ilusiones vanas, y libre de las ruidosas ideas que la híper sexualización pretende plantar en
nuestras mentes. Ni el varón ni la mujer deben casarse pensando en convertir en juguete sexual
al otro. El matrimonio es mucho más que solamente sexo, pero para entender eso, primero se
debe invitar a Cristo, para vivir un noviazgo casto, para luego vivir un matrimonio fiel hasta la
muerte, siempre en Cristo. De otro modo, prepárense para las decepciones.

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