Este documento discute los conceptos erróneos sobre el matrimonio causados por la hipersexualización de la sociedad. Argumenta que el matrimonio no es solo para tener sexo, sino para servir a Dios y cuidarse mutuamente. También advierte contra las ideas falsas sobre la intimidad basadas en películas pornográficas. En cambio, recomienda enfocarse en criar una familia cristiana y cómo el matrimonio puede servir a Dios, en lugar de solo satisfacer deseos sexuales.
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Este documento discute los conceptos erróneos sobre el matrimonio causados por la hipersexualización de la sociedad. Argumenta que el matrimonio no es solo para tener sexo, sino para servir a Dios y cuidarse mutuamente. También advierte contra las ideas falsas sobre la intimidad basadas en películas pornográficas. En cambio, recomienda enfocarse en criar una familia cristiana y cómo el matrimonio puede servir a Dios, en lugar de solo satisfacer deseos sexuales.
Este documento discute los conceptos erróneos sobre el matrimonio causados por la hipersexualización de la sociedad. Argumenta que el matrimonio no es solo para tener sexo, sino para servir a Dios y cuidarse mutuamente. También advierte contra las ideas falsas sobre la intimidad basadas en películas pornográficas. En cambio, recomienda enfocarse en criar una familia cristiana y cómo el matrimonio puede servir a Dios, en lugar de solo satisfacer deseos sexuales.
Este documento discute los conceptos erróneos sobre el matrimonio causados por la hipersexualización de la sociedad. Argumenta que el matrimonio no es solo para tener sexo, sino para servir a Dios y cuidarse mutuamente. También advierte contra las ideas falsas sobre la intimidad basadas en películas pornográficas. En cambio, recomienda enfocarse en criar una familia cristiana y cómo el matrimonio puede servir a Dios, en lugar de solo satisfacer deseos sexuales.
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¿TE VAS A CASAR? ¿POR QUÉ TE VAS A CASAR?
¿HAN PENSADO MÁS ALLÁ DE
SOLAMENTE LO SEXUAL? La híper sexualización, que actualmente padece el mundo, ha hecho que tengamos un concepto muy equivocado de lo que es el matrimonio. Por causa de esa híper sexualización son muchísimos los jóvenes que piensan que el matrimonio es para tener relaciones sexuales, e incluso creen que esas relaciones tienen que ser como las pintan las películas y las series de TV. ¿El matrimonio es para tener sexo? No. El matrimonio es para ser santos, para que tanto el hombre como la mujer procuren vivir un santo matrimonio y cuidarse mutuamente, procurando que el otro siempre viva en santidad. Lo de las relaciones sexuales, tener hijos, compartir un techo juntos, todo eso viene por añadidura, como parte inherente del sacramento matrimonial, aunque no es lo fundamental de ese sacramento. ¿Por qué se dan tantos problemas de divorcios y adulterios? Porque muchas de esas parejas ocuparon el tiempo del noviazgo para tener sexo desenfrenado, sin ataduras, lleno de picantes encuentros, en lugar de usarlo para conocerse y llevar un noviazgo santo, de la mano de Cristo. En otros casos también ocurre que uno de los cónyuges lleva ideas muy equivocadas acerca de la intimidad en el matrimonio y cree que aquello será ni más ni menos como en las películas pornográficas, con mucho ruido, todo un espectáculo. Pero cuando resulta que la cosa no es así, cuando ven que la realidad no es como lo que habían fantaseado, comienzan las decepciones. Ya sea que la mujer piense que el varón será todo un garañón desenfrenado en la cama, o que el varón piense que su mujer será toda una diosa del sexo en la intimidad, ambos están mal, porque están tomando como punto de referencia algo que fue hecho para vender una ilusión. Todos los actores y actrices de esos videos pornográficos presentan una idea muy deforme de lo que es realmente el sexo. Casi un cien por ciento de todo lo que puede verse en esos espectáculos es falso. Desde el físico de los participantes, pasando por toda la gama de sonidos y gestos, hasta las dimensiones de ciertas partes de los cuerpos, tanto de hombres como de mujeres, no son apegados a la realidad. Pero alguien, varón o mujer, que mira esos videos, se deja llevar por una ilusión, por algo que no tiene mucho contacto con la realidad. Por muy entrenado que esté el varón, no toda la vida se verá con ese "cuerpo de playa". El tiempo se encargará de llevarse muchos cabellos y de suavizar esos músculos, y agregar algo de grasa por aquí y por allá. Lo mismo pasará con la mujer, que a pesar de que tenga una figura escultural, el mismo tiempo, junto con los embarazos, se llevarán mucho de ese físico juvenil. Cuando se trata de parejas enfocadas solamente en lo sexual, esos cambios generan decepciones, que conducen a adulterios o divorcios, ya sea que tengan hijos o no. El matrimonio no es solamente para tener sexo. En el matrimonio entran en juego muchas otras cosas. Debe haber oración en casa, en familia, aunque aún no haya hijos, pero los cónyuges deben orar. Deben mantenerse en estado de gracia, confesándose y comulgando con la mayor frecuencia posible. Debe haber lectura bíblica en casa, y sobre todo estudio bíblico y formación en la fe. Debe haber oración de un cónyuge para el otro, de manera recíproca. Debe haber comunicación, deben darse un tiempo para hablar y seguirse conociendo aun después de haberse casado. Toma una vida entera conocer a alguien, y la mejor forma de conocer a alguien durante los años de matrimonio es invitar a Cristo. Si un matrimonio no invita a Cristo, jamás acabarán de conocerse, no habrá oración, no habrá apego a los sacramentos. El matrimonio eclesial no es un mero contrato social ni es un simple requisito para agradar a la gente. El matrimonio eclesial es para que Dios participe en esa unión. Todo lo demás llega por añadidura. De manera que si vas a casarte, no pienses en cómo será la noche de bodas, o cómo vivirán la intimidad. Eso es lo de menos, porque no van a pasar en eso muchas horas al día, cada día. Más bien siéntense ambos a pensar cuántos hijos tendrán, los nombres que les pondrán, cómo los educarán en la fe. ¿Tienen idea de cómo criar un hijo? Claro que no. Pero pueden hacerse amigos de otros matrimonios en Cristo, que lleven más años de recorrido que ustedes, para que les puedan aconsejar. ¿Será que acaso saldrá un sacerdote, o alguna religiosa, de entre los hijos del matrimonio de ustedes? En lugar de pensar solo en el sexo, mejor piensen qué harían si, ya casados, de pronto uno de los dos sufre un accidente y queda en silla de ruedas para el resto de su vida. Piensen qué harían si talvez resulta que no pueden tener hijos, y quizás ambos estaban muy ilusionados con tenerlos. Piensen qué harían si uno de los dos resulta afectado por una larga y penosa enfermedad incurable, o si uno de los dos sufre un accidente que acaba deformándole la cara. Y si ella se engorda, ¿la seguirás queriendo, aunque pese cien libras más que cuando la conociste? ¿Y si el pierde esa cabellera abundante, que hoy lo hace atractivo para ti? ¿Y si fuera ella la que perdiera todo ese sedoso cabello que tanto te gusta, y quedara calva? Y si uno de los dos cometiera una infidelidad, ¿habría perdón, o sería el fin? Hay situaciones mucho peores, que pueden surgir durante los años del matrimonio. ¿Realmente están dispuestos a enfrentar esas situaciones, de llegar a darse? Si ese matrimonio no va de la mano de Cristo, lo más probable es que termine en fracaso, porque será un matrimonio que no estará preparado para enfrentar ni la más pequeña adversidad. Otra pregunta que deben hacerse, ¿cómo puedo servir a Cristo a través de mi matrimonio? Otra, ¿cómo hago para que mi matrimonio sirva como buen ejemplo de matrimonio cristiano, para otras parejas en el futuro? No tiene nada de malo disfrutar de la intimidad en el matrimonio, pero hay que hacerlo libre de ilusiones vanas, y libre de las ruidosas ideas que la híper sexualización pretende plantar en nuestras mentes. Ni el varón ni la mujer deben casarse pensando en convertir en juguete sexual al otro. El matrimonio es mucho más que solamente sexo, pero para entender eso, primero se debe invitar a Cristo, para vivir un noviazgo casto, para luego vivir un matrimonio fiel hasta la muerte, siempre en Cristo. De otro modo, prepárense para las decepciones.