PRINCIPIO DE LEGALIDAD de CAPON FILAS Eldial DC3392

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El Principio de Legalidad

Por Juan Pablo Capón Filas(*)(*)

En artículo precedente nos referimos al principio de supremacía constitucional,


afirmando que sustancialmente es el “ABC” de nuestro sistema normativo, por
cuanto es elemental en el sistema de derecho nacional el concepto de orden
público constitucional que determina que la Constitución es Suprema y, en
consecuencia, las normas y los actos administrativos de inferior jerarquía
deberán resguardar, para resultar válidos y aplicables, los principios y los
preceptos de la Ley Fundamental1.

Un escalón más abajo del gran principio general, se encuentra el Principio de


Legalidad, que presenta al menos dos aristas diferenciadas y complementarias.
Una vinculada a los límites del ejercicio del poder estatal y la otra a la
regulación del contenido que corresponderá otorgar a los derechos y a las
garantías individuales y sociales reconocidas en la Constitución.

El accionar del Gobierno Nacional y de los gobiernos provinciales se encuentra


regulado y regido por las Leyes en sentido material y formal, es decir las leyes
emitidas por el Congreso Nacional y las leyes de las legislaturas provinciales,
en sus respectivas competencias.

El Principio de Legalidad determina que los derechos y las garantías


constitucionales sean regulados en cuanto a su ejercicio cotidiano, por Leyes,
nacionales y provinciales, sancionadas según las reglas de procedimiento y la
distribución de competencias establecidas en la Constitución.

El principio de Legalidad ha sido destacado por la Corte Suprema de Justicia


de la Nación en los siguientes términos:

(*)(*)
Juan Pablo Capón Filas, abogado, Universidad del Salvador (1994), Diploma de Honor y
Premio Vélez Sarsfield, ejerce la profesión de abogado desde 1994. Es miembro del Equipo
Federal del Trabajo, Socio Honorario del Foro de Derecho del Trabajo, autor de numerosas
obras jurídicas, entre estas “Régimen Laboral de la Pequeña y Mediana Empresa” y “Reformas
laborales” de Librería Editora Platense, ambas en coautoría con el Profesor Rodolfo Capón
Filas, ha participado con artículos de su autoría en las obras colectivas “Digesto Práctico de
Derecho Colectivo del Trabajo” y “Tratado de Derecho Colectivo del Trabajo”, ambas de
Editorial La Ley y en otras obras de doctrina. Habitualmente publica artículos en la revista
jurídica digital elDial.com y en el Blog del Equipo Federal del Trabajo. Ha participado como
expositor en numerosos Congresos y Jornadas, tanto en nuestro país como en otros países de
América Latina. El presente artículo ha sido asimismo publicado en el Blog del Equipo Federal
del Trabajo.
1
“El Principio de Supremacía Constitucional”, artículo de Juan Pablo Capón Filas, publicado en
elDial.com, 10 de enero de 2024). DC3379

1
“Toda nuestra organización política y civil reposa en la ley; los derechos y
obligaciones de los habitantes así como las penas de cualquier clase que sean,
sólo existen en virtud de sanciones legislativas y el Poder Ejecutivo no puede
crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las establezca…”
(Fallos 327:388)2.

María Angélica Gelli ha sostenido con adecuado criterio que “el principio de
legalidad está expresado de modo genérico en el art. 19 de la Constitución
Nacional. También tiene su fuente en la Declaración de Derechos del Hombre y
el Ciudadano de Francia. La Constitución argentina dispone en varias normas
aplicaciones específicas de ese principio, por ejemplo en materia penal (art.
18°) o en materia tributaria (arts. 4° y 17°). La reforma constitucional estableció
otras especies del principio de legalidad reforzando, si cabe, esa garantía. Así,
en el art. 75, inc. 2, en lo relativo a la ley convenio de coparticipación y, en el
art. 99, inc. 3, expresamente prohibió al Poder Ejecutivo el recurrir a los
decretos de necesidad y urgencia, en materia tributaria y penal y sobre partidos
políticos y régimen electoral”3

El artículo 14 de la Constitución Nacional establece una nómina enunciativa de


derechos individuales, según las “leyes que reglamenten su ejercicio”.

El artículo 14 bis de la Constitución Nacional incorpora el constitucionalismo


social, reconociendo derechos colectivos e individuales que son el fundamento
del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, ordenando que “El trabajo en
sus diversas formas gozará de la protección de las leyes”, las que deberán
asegurarán al trabajador una progresiva mejora de sus intereses individuales y
sociales, estableciendo el principio de progresividad.

Al respecto, Rodolfo Capón Filas ha sostenido:

“El art.14 bis emite una directiva que no debiera disminuirse por reforma
alguna: "El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las
leyes". De acuerdo a ella ha de juzgarse toda norma, desechando la contraria a
los derechos humanos. Cabe analizar el sentido prospectivo de la norma
constitucional, su contenido y las variables operativas. Sentido prospectivo:

El art. 14 bis utiliza el verbo en futuro tanto para emitir la directiva protectora
("gozará de la protección de las leyes") como para indicar la finalidad de
aquellas ("asegurarán al trabajador"). El art. 14, en cambio, afirma que los
habitantes del país gozan de varios derechos.

Esta diferencia de tiempos verbales es conceptual. El derecho social avanza


continuamente para que el hombre ocupe el centro de referencia del sistema
global, por lo cual los diversos niveles logrados no pueden des/activarse.

2
R. 230. XXXIV - "Romero Cacharane, Hugo Alberto s/ ejecución penal" - CSJN - 09/03/2004
(elDial.com - AA1EDC)
3
María Angélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina, Comentada y Concordada, La Ley,
2001, página 185).

2
La norma constitucional impide que los intereses económicos ocupen el centro
mencionado, desplazando al hombre y reduciéndolo a un mero número
estadístico: de allí la mirada hacia el futuro, hacia adelante, contraponiendo a la
dureza de aquellos la fuerza del Derecho.

En este aspecto, la ley 24.467, estructurando un ordenamiento laboral


específico para las pequeñas empresas, mediante el cual cualquiera de ellas
puede, de acuerdo con el sindicato firmante del convenio colectivo aplicable,
modificar sus cláusulas y las normas del estatuto profesional, debe reputarse
in/constitucional.

Indica Miguel Schmaus:

"La historia corre hacia un fin. No es un eterno movimiento circular. No empieza


continuamente desde un principio. Se mueve hacia un punto que ya no pasará.
El fin no es un corte mecánico del hilo histórico sino un poder que obra previa,
o mejor, retroactivamente desde el futuro en el presente". Toda norma legal o
sectorial que retroceda niveles alcanzados viola la directiva constitucional.
("DERECHO DEL TRABAJO", Librería Editora Platense, La Plata 1998, Pag. 55
y 56)4.

El artículo 33 de la Constitución establece la evolución y el dinamismo de los


derechos y garantías constitucionales, permitiendo la incorporación legislativa y
jurisprudencial de nuevos derechos al sostener: “Las declaraciones, derechos y
garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como negación de
otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la
soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno”.

Por su parte, el artículo 75 inciso 12 de la Constitución Nacional otorga al


Congreso de la Nación la facultad de dictar las normas legales que regulan los
derechos constitucionales antes referidos, afirmando que corresponde al
Congreso:

“Dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y del Trabajo y


Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos
alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas
cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones”.

Es decir, son las leyes del Congreso de la Nación las que resultan
constitucionalmente habilitadas para regular el ejercicio y el contenido de los
derechos constitucionales.

Las leyes de las Provincias regularan las materias no delegadas a la Nación,


por cuanto “las provincias conservan todo el poder no delegado por esta
Constitución al Gobierno federal y el que expresamente se hayan reservado
por pactos especiales al tiempo de su incorporación” (art. 121 CN).

4
Recomendamos la lectura del Blog del Equipo Federal del Trabajo para conocer los grandes
lineamientos de la obra del Profesor Rodolfo Capón Filas, en la dirección de libre acceso en
línea https://equipofederaldeltrabajo.blogspot.com/.

3
Lo expuesto determina que el Poder Ejecutivo Nacional y los distintos
departamentos de la Administración carecen de competencia material
legislativa y no deberán usurpar las atribuciones del Congreso.

Los actos administrativos, decretos, resoluciones, disposiciones y restantes


especies del accionar jurídico de la administración pública solo resultarán
válidas y exigibles siempre y cuando tengan un sustento legal suficiente y se
encuentren dentro de los márgenes de aplicación y vigencia de las leyes.

Al respecto el artículo 99 inciso 3 de la Constitución Nacional determina:

“El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:


…3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las
promulga y hace publicar.
El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo.
Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los
trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes,
y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de
régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de
necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros
que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.
El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días
someterá la medida a consideración de la Comisión Bicameral Permanente,
cuya composición deberá respetar la proporción de las representaciones
políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su despacho en un plazo de
diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el que de
inmediato considerarán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara regulará el
trámite y los alcances de la intervención del Congreso”.

La Ley 26.122 regula deficientemente la intervención del Congreso en cuanto a


los Decretos de Necesidad y Urgencia, en una visión restrictiva del obrar
legislativo que resulta, a nuestro criterio, manifiestamente inconstitucional y
cuya operatividad desde su vigencia hasta el presente ha demostrado ser
ineficaz, transgrediendo reglas básicas del sistema representativo y
republicano de gobierno, al establecer:

“Las Cámaras no pueden introducir enmiendas, agregados o supresiones al


texto del Poder Ejecutivo, debiendo circunscribirse a la aceptación o rechazo
de la norma mediante el voto de la mayoría absoluta de los miembros
presentes” y “El rechazo por ambas Cámaras del Congreso del decreto de que
se trate implica su derogación de acuerdo a lo que establece el artículo 2º del
Código Civil, quedando a salvo los derechos adquiridos durante su vigencia”5.

Resultaría sumamente importante para el afianzamiento del sistema


republicano y democrático de gobierno y esencialmente para el Bien Común y
5
Artículos 23 y 24 de la ley 26.122, publicada en el Boletín Oficial de la Nación el día 28 de julio
de 2006.

4
una sana convivencia política y social que dicha norma legal fuera modificada
por una reforma legislativa razonable, que cumpliendo la mayoría indicada en
la Constitución (sancionada por la mayoría absoluta de la totalidad de los
miembros de cada Cámara), estableciera nuevos criterios y estándares muy
restrictivos al obrar del Ejecutivo, tales como que el silencio del Congreso por
un determinado plazo temporal improrrogable debería implicar una derogación
de la vigencia de los decretos de necesidad y urgencia y que bastaría la sola
negativa de una de las cámaras del Congreso para producir la derogación del
decreto cuestionado, entre otras reformas posibles.

Las leyes establecen límites concretos al ejercicio del poder político, límites que
la Administración nacional o provincial no pueden válidamente transgredir. Sin
embargo, la historia de las instituciones públicas demuestra que el diseño y la
estructura de la arquitectura constitucional no siempre resulta íntegramente
resguardada según las pautas constitucionales. Lamentablemente es bastante
habitual que la operatividad y la dinámica del ejercicio del poder público
desborde los límites legislativos, originando tensiones políticas y sociales que
implican una modificación irregular de las reglas de procedimiento y distribución
de competencias de la Constitución, que en ocasiones lesiona con ilegalidad y
arbitrariedad, los derechos y las garantías de los ciudadanos.

La transgresión del Principio de Legalidad es una enfermedad social habitual


en la historia de los pueblos de América Latina, pero es además un fenómeno
global, según se advierte de la atenta lectura de las publicaciones oficiales de
los organismos de Naciones Unidas.

Si la Administración emitiere actos administrativos que transgredieren el


principio de legalidad, se produciría como efecto de resguardo del propio
sistema normativo, la inconstitucionalidad o la nulidad absoluta o insanable de
los actos administrativos, lo que determina que los particulares afectados o las
personas jurídicas puedan legítimamente accionar judicialmente ante el Poder
Judicial, en el marco de acciones declarativas, ordinarias o de amparo.

Los considerandos 7 y 8 del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación


en “Consumidores Argentinos”, sentencia del 19 de mayo de 2010 6, resultan de
sumo interés para comprender el alcance que corresponde otorgar al Principio
de Legalidad:

“Que el principio que organiza el funcionamiento del estatuto del poder es la


división de funciones y el control recíproco, esquema que no ha sido
modificado por la reforma constitucional de 1994. Así, el Congreso Nacional
tiene la función legislativa, el Poder Ejecutivo dispone del reglamento y el
Poder Judicial dicta sentencias, con la eminente atribución de ejercer el control
de constitucionalidad de las normas jurídicas. Desde esta perspectiva, no
puede sostenerse, en modo alguno, que el Poder Ejecutivo puede sustituir
libremente la actividad del Congreso o que no se halla sujeto al control judicial”.

6
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 333:633. C. 923. XLIII. –
“Consumidores Argentinos c/ EN - PEN - Dto. 558/02-SS - ley 20.091 s/ amparo ley 16.986” –
CSJN – 19/05/2010 (elDial.com - AA5F11)

5
“Que todo lo aquí expuesto no permite albergar dudas en cuanto a que la
Convención reformadora de 1994 pretendió atenuar el sistema presidencialista,
fortaleciendo el rol del Congreso y la mayor independencia del Poder Judicial
(confr. en igual sentido "Verrocchi", Fallos: 322:1726, y sus citas). De manera
que es ese el espíritu que deberá guiar a los tribunales de justicia tanto al
determinar los alcances que corresponde asignar a las previsiones del art. 99,
inciso 3º, de la Constitución Nacional, como al revisar su efectivo cumplimiento
por parte del Poder Ejecutivo Nacional en ocasión de dictar un decreto de
necesidad y urgencia”.

La operatividad práctica y real del principio de Legalidad es función tanto de la


Administración Nacional y Provincial, como del Congreso y del Poder Judicial,
por cuanto la ley otorga esencialmente un marco de convivencia democrática
que resulta imprescindible resguardar, en procura de la Justicia y la Paz Social.

El Constituyente de 1994, previendo prudencialmente la posible existencia de


conflictos en la vida social, reconoció en el artículo 43 de la Constitución, la
garantía constitucional de amparo, estableciendo un medio judicial rápido y
expedito, para que los tribunales puedan conocer de inmediato cuando existan
restricciones, alteraciones, lesiones o riesgos futuros a los derechos y
garantías establecidos en la Constitución.

Dicha acción requiere la acreditación sumaria de una ilegalidad o arbitrariedad


manifiesta y en el marco de la misma pueden dictarse medidas cautelares
adecuadas a las circunstancias fácticas de los casos concretos, que permitan
conjurar el perjuicio, hasta tanto se dice sentencia definitiva.

La operatividad del Principio de Legalidad, en los casos judiciales resultará


imprescindible para la efectiva vigencia de los derechos individuales y sociales,
máxime en nuestra sociedad que padece, avanzada la segunda década del
Siglo XXI, enormes dificultades materiales, marginalidad, pobreza, desempleo
creciente, bajos salarios, desvalorización monetaria, inseguridad, desnutrición
infantil, magras jubilaciones y déficit habitacional.

Citar: elDial DC3392


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