Rubio Hoy
Rubio Hoy
Rubio Hoy
La
editorial Vox de Bahía Blanca había lanzado un concurso donde había un premio en metálico,
yo no tenía un mango, tenía muchas ideas sobre poesía en la cabeza, y me dije, bueno, lo voy a
hacer ahora. Entonces, lo escribí en tres o cuatro noches.Música mala parte de... Difícil hablar
sobre lo que hace uno, ¿no? Bueno, pero voy a intentarlo. Música mala parte de una matriz
más formalista tal vez que la de Punctun, o la de otros libros de esa época. A mí me interesaba
superar al neobarroco con sus propios medios. De ahí las exageraciones, las aliteraciones, las
rimas internas y todo eso, todos los procedimientos de superficie que se atribuían al
neobarroco, a Perlongher sobre todo. Y en cuanto a lo que decía antes, el golpe y contragolpe
con Gambarotta. Si Punctun es un libro explosivo por todo lo que pone en juego,
espectacularmente; Música mala es un libro implosivo. En efecto, es un error pensar que los
personajes, que las voces líricas de música mala son jóvenes, en general son gente de unos 40
años, fracasados, y como dice Helder en el postfacio, tienen una pátina de mugre naturalista
encima que no se pueden sacar. Porque a mí más que el combate guerrillero o la lucha retro
revolucionaria o el combate en sí, siempre me interesó más, no quisiera decir la pobreza
porque suena demagógico, siempre me interesó más qué hace un tipo con pocos recursos con
su vida y ese es el tema de Música mala, qué hace la gente con pocos recursos con su vida en
1996-1997. Con el tiempo me han dicho, bueno, en realidad hice más escándalo con esos 12
poemas que con los 200 que escribí después, y sí, puede ser, puede ser, porque viéndolo a la
distancia es un libro muy parejo con una unidad formal y temática muy fuerte y realmente
logra su objetivo. logra poner en primer plano de esos tipos con pocos recursos que se
convertirán en personajes permanentes de mi trabajo posterior; es la única clase de gente me
preocupa en realidad.
2-Sí, Celeste, gané el concurso de Vox. Y los títulos de los libros vienen, son los que más me
llaman la atención. Digamos, los que más justos me parecen al contenido del libro, viste. Ya
sea que apunten a la sustancia del libro o al trabajo formal que se hace en él. Que sé yo,
Falsos pareados se refiere a que todos son versos, son estrofas de dos líneas y sin embargo no
hay rima entre ellas. Por eso serían falsos pareados.
Música mala se me ocurrió porque había una tendencia a la regularidad en algunos versos per
que se veía constantemente podrida, corrompida. Entonces se me ocurrió ponerle mala. Y no,
yo no diría que el ritmo de mi poesía métrica se construye a través de la rima. Se construye a
través del aliento. Del aliento que yo tengo mentalmente para... construir un poema de
manera que quede cerrado.
Y yo en los noventa leía de todo. Leía al Turco Saer, leía... Y antes también había leído mucho.
Yo había leído mucho en los ochenta, viste. Mucha poesía argentina y literatura argentina
contemporánea. El Turcos Saer, Fogwill... Osvaldo Lamborghini, que se publica más a principios
de los noventa, porque yo lo había leído. Toda la obra de Leónidas Lamborghini que había
llegado a mis manos. Te diría que Música mala es un intento de hacer una Las patas en la
fuente, pero con otro fondo cultural que el que tenía Leónidas Lamborghini en 1956. Te diría
eso para sacar un titular así, medio grasa, pero lo podrías poner.
3-Algunos dividen mi trabajo en dos facetas: La faceta realista y la faceta formalista. La faceta
realista sería Música mala, Metal pesado, Rosario, Iron Mountain, todos esos. Y la faceta
formalista serían los libros de IAP: Harry Samuel Horribly, Falsos Pareados, Foucault, Prosas
cortas, etc. Pero yo veo la faceta formalista como la puesta en punto de... como poner en
objeto los mecanismos verbales que utilizo para después hacer poemas con esos personajes,
sujetos bajo una pátina naturalista ilevantable, de los que ya hablaba Helder, que son los que
me fascinan. Cuando siento que los recursos formales ya no me alcanzan para hablar de esa
gente, me mando un libro formalista.
Sí, me defino como peronista. En cuanto a la relación entre cualquier cosa o ideología que esté
por afuera del texto poético en sí mismo, mi poesía no es peronista. Creo que en muchos
poemas demuestro que soy peronista, pero en otros no. No creo que la poesía se deba
subordinar a la ideología de ningún partido político. Es más, está para decir lo que las
ideologías no dicen. Y los discursos públicos todavía ocultan. Y eso incluye a toda la política, no
solo el peronismo. Incluye a la política, a la televisión, a los medios, a las redes, a la educación,
a todo. Si la poesía aún tiene un lugar para aportar es ese el de la disidencia constante.
La relación entre la política nacional y mis poemas, bueno, me ha servido de gran fuente de
inspiración la política nacional, pero siempre he tratado de darle una vuelta retórica para que
no quedara como mero panfleto. Yo odiaba el menemismo, sin embargo vivía de la
convertibilidad, como todos, tenía esa contradicción. Cuando publiqué mis libros, mis primeros
libros, Música Mala en el 97, Metal Pesado en el 99, tampoco tenía ninguna esperanza en la
Alianza, no confiaba en Chacho, no confiaba en los radicales, en el 99 voté en blanco, no sé si
con eso queda contestada tu pregunta, Celeste.
Mirá, yo soy monotemático en eso, no tengo tres hechos fundamentales, tengo los 10 años de
gobierno de Menem como etapa que quise tratar. Después del 2001 intenté con La mente de
Perón ir más atrás en la historia del peronismo, pero creo que el resto del libro habla del
menemismo. ¿Por qué? Porque el menemismo es un problema complicado para un peronista,
todo el partido lo apoya, las bases lo apoyan, las elecciones las gana, y yo cada vez que decía
que era peronista tenía que bancarme la respuesta, ah, entonces sos un menemista, entonces
tenía que explicar a gente que no tiene mucho feeling político. Yo no podía explicarles cuál era
mi variante del peronismo, porque no entendían eso, estaban acostumbrados a otros
peronistas y no pensaban que para algunos las privatizaciones, los despidos en el Estado, todo
eso iba en contra de la doctrina. Así que te diría que después se despenden otras cosas, las
boludeces del progresismo porteño, al que nunca adherí. Pero te diría que lo que me proveyó
material, e incluso inspiración, no solo los símbolos o las acciones de Menem, sino mi bronca
hacia Menem. Yo escribía muy movido por eso.
Por ahora no, es muy reciente. Del macrismo tienen que dar cuenta poetas más jóvenes que
yo. Yo escribí unos manuscritos durante todo el gobierno de Macri, pero no te podría decir qué
es porque no me entiendo mi propia letra. No sé si tenía algo que ver con el macrismo o no. En
todo caso me disparó la cabeza para escribir, el macrismo. Era lo único que me hacía dejar de
pensar en política. Sin embargo, no veo que la generación más joven esté buscando su
material en el macrismo. Tal vez la poesía política no les interesa. Están con movimientos más
horizontales, no partidarios, como el movimiento feminista, el movimiento indigenista y no se
fijan mucho en lo que hace a la política nacional e internacional del país, no sé, la idea es
preguntar a ellos cómo ven ellos la relación entre política y poesía.
Sí, es de esa época, pero los rasgos de discurso político que aparecen son de más larga
duración que el macrismo.
Influencias
Sí, para empezar por la literatura, a mí me influyeron mucho Beckett y Faulkner, los considero
mis modelos de escritores, y de Faulkner me quedó cierta tendencia a la frase larga, con
muchos incisos, cierta oscuridad también, y de Beckett esa idea que se ve en los poemas
experimentales, lo de utilizar pocas palabras y repetirlas con variaciones varias veces, a ver qué
sale.
¿Y en qué afectó mi vida mi literatura? Mirá, yo desde chico siempre fui raro en el grupo,
viste, el apodo que tenía en el barrio era Locoro en la adolescencia, viste. Porque leía, porque
me destacaba, porque era malo en el fútbol, me acostumbré mucho a situarme un poco por
afuera del grupo en que estaba, y convertir al grupo en objeto de observación. Yo actúo poco,
pero observo mucho. Sin embargo, cuando trabajo en equipo, en algo que todos ponemos las
pilas, me siento influido por eso. Siempre quise formar parte de un grupo donde se pudiera
hacer algo copado, con onda. Y eso fue Poesía.com para mí, con Emiliano Pérez Pena como
webmaster, con Martín Gambarotta, con Daniel García Helder, fue mi grupo durante mucho
tiempo, mi grupo literario. Encontré un lugar, discutíamos todo, éramos horizontales, y eso me
dio un lugar, realmente, extraño eso.
Y te decía, esa costumbre de situarme por afuera y ser el raro, me llevó a pensar cosas que el
grupo no pensaba, y más adelante a expresarlas, por escrito, sobre todo. De ahí que mi
literatura no sea un realismo del promedio, es un realismo de la excepción. Lo que más llama
la atención de un grupo son las excepciones a la normalidad. Caso contrario, es un objeto de la
sociología. Y bueno, cierta identificación con los deprecados por la sociedad, con los lumpenes,
a pesar de que los lumpenes son jodidos, pero bueno, los marginados en general de la
sociedad. Yo sé que no soy un marginado y que no puedo hablar por boca de ellos, pero los
incluyo como personajes en mis poemas. El yo que los describe está siempre a una distancia
focal variable, a veces más cerca, a veces más lejos. Pienso en eso ahora, Celeste.
Gambarotta
Cuando leí Puntum de Martín Gambarotta, yo tenía menos de 30 años, e aún no había
publicado ningún libro. Pero já era amigo de Martín desde hace mucho, y yo leí Puntum de
Martín Gambarotta desde que yo era niño. Y yo leí Puntum de Martín Gambarota Pero já era
amigo de Martín desde hace bastantes años. Martín me iba mostrando el libro a medida que lo
escribía. Y lo que más me llamó la atención, al principio, fue la idea de hacer una novela-verso
sobre la estructura del sentimiento de algunos jóvenes en mitad de los noventa. Eso es lo
ideológico, y después los aportes de Gambarota a la técnica y a la ética de la escritura
argentina, la poesía argentina contemporánea, son incontables. Solo puedo mencionar algunas
características muy salientes, por ejemplo la inclusión de la política de los 70 de golpe en un
contexto que la tenía prohibida. Si recordamos a los 18 whiskeys, al objetivismo, a la poesía
social de ese momento, todo lo que había pasado en los 70 quedaba obliterado, fuera de
campo era como si nunca hubiera pasado a nivel de contenido, a nivel de forma me llamaba la
atención su trabajo con lo inconcluso, con lo interrumpido con las cosas que no se pueden
decir, por ejemplo el recurrente tema de la fascia la fascia es no encontrar la palabra que se
quiere decir para el objeto que se tiene delante y si consideramos la fascia como como un
estado de las cosas de algunos poetas frente a la realidad de los 90 la fascia se convierte en
una metáfora del libro ¿cómo hablamos de los 90 nosotros?, por lo de los 90 en su totalidad,
no los 90 como fue foto, no en los 90 como como imágenes de televisión, imágenes
publicitarias o realismo sincrónico. Cómo hablamos de lo que hubo en el lugar en los 90, de los
desaparecidos que que sustentaron con su muerte un estado de las cosas que en ese
momento se presentaba como triunfador y con el que yo y Gamberotto particularmente no
estábamos de acuerdo, junto a una gran cantidad del pueblo argentino, un 30% del pueblo, el
que perdía con la compartibilidad que Gamberotto haya usado las técnicas del imaginismo en
los ajos, que haya usado Pound, que haya usado Williams, no importa, podría haber usado a
Montale, a Rilke o a Oden. Lo que importa es que una persona menor de 30 años, en 1996,
decidió hablar el nombre de los perdedores cuando nadie lo llamó a hacerlo. Los perdedores
de los 70 y los perdedores de los 90. Eso para mí es el valor más importante que tiene la
historia de la poesía argentina, ese libro insoslayable llamado Puntum. En lo personal, yo no
hubiera podido escribir música mala. libro, el primer libro mío, si no hubiera estudiado y
comentado con Gambarotta, punto. Fue un verdadero postdoctorado para mí, viste, que
Gambarotta me pasara el libro a medida que lo iba escribiendo. Así que yo tiendo a considerar
como esos dos libros, Punto y Música Mala, como dos movimientos de la misma persona,
golpe y contragolpe, una cosa así. Bueno, no sé, Celeste, decime si querés que diga algo más.
Helder
Como poeta, Helder era un formalista, es decir, que atendía a la forma, y la forma es algo
complicado de definir en poesía. Que son las rimas, o el verso libre, que son las figuras de
dicción como las metáforas, las metonimias, las anecdotes. Es eso y algo más, y leyendo los
libros de él sentías eso, que hay como una especie de fuerza, que en el caso de Heidegger está
muy contenida, de fuerza que quiere significar o expresar. Sus poemas son generalmente una
asociación de escenas, ligadas por una asociación a veces sensorial, a veces lógica. Es un
realista, nunca hay mucho abuelo visionario en sus poemas, pero así están las cosas como
deben estar, ocupando sus lugares en el espacio y en el tiempo. ¿Qué le haré a los
objetivistas? Pero la verdad es lo mejor que eso. Le siento que uno siente una fuerza que
sobra, se sobrepone a todo, y en los versos finales se disipa un poco. Para dar lugar a un
pensamiento, a una idea estoica de la vida. El Guadal, por ejemplo, tiene al final una página de
notas, donde explica de dónde vienen ciertos rasgos de poder. Ciertas frases. Generalmente
eso es literatura española. El Faro de Benino no. El Faro de Benino tiene apuntas para todos
lados. Tiene un poema que se llama como la canción de Peter Adler, La familia y la red de
pescar, y narra un encuentro por una feria de pescadores. Ahí en Rosario. Y te muestra todo, el
sol, las agallas de los animales destellando. Y la sensación de comunidad. Adler es un poeta
que camina, toma nota y escribe. Ese show nunca está encerrado. A veces sí, pero el encierro
es el que está connotado negativamente. Es un peligro para las energías poéticas del autor. Los
poemas son bufónicos. Hay pocas repeticiones de palabras o de sintagmas. Y la medida es
libre, pero trae la sensación de que es regular. El largo de los poemas en la página, ¿viste? Él
decía que... que la gráfica del poema te pueda ayudar para encontrar el ritmo adecuado. Y él
siempre cuenta el ritmo adecuado. Que es un dos por cuatro, ¿no? Es medio tristón. No es
como un concurto que acumula cosas y cosas, y visiones y visiones, y nunca completa nada, y
después de una imagen viene otra, ¿viste? O viene una puteada, ¿viste? Génder no, se lee más
lentamente, y impresiona menos leído en vivo. Pero cuando lo lees es increíble, tenés que leer
dos veces cada poema porque si no... Si no, la emoción que te agarra, captando el esfuerzo
que tuvo que hacer ese hombre para... para llegar a escribir eso, ¿viste? Corregía mucho.
Bueno, por ahora eso puedo articular con respecto al género poeta después de no haberlo
leído durante años. Uno de los grandes poetas de los noventa.
Yo no voy a hablar de Helder como poeta, a pesar de que el Fado de Gereño y el Wadal me
parecen de los mejores libros de los noventa, porque no se ha reeditado, entonces la nueva
generación no tiene acceso a ellos, entonces no se va a entender de qué estoy hablando, voy a
hablar de Helder como educador, lo conocí a Helder en el taller que tenía con Arturo Carrera y
siempre me llamó la atención la manera en que analizaba los poemas, los analizaba como
estructuras arquitectónicas, vos le traías un poema con el que tenías alguna duda o que para
vos estaba perfecto y él encontraba enseguida el defecto de construcción que corregido
redundaba en un poema mejor, lo que salía de técnicas poéticas gente que no lo sabía. porque
no había nadie. Estaba muy versado en clásicos españoles, entre otras cosas, era su lectura
preferida, Pound, Eliot, es decir, poetas críticos, poetas que que intervienen en la coyuntura de
su oficio con mucha fuerza. Ese era el modelo de él, y en parte es el mío, lo que pasa es que yo
no soy tan buen crítico como él. Pero me quedo con eso, viste, Heller sacaba a la poesía de su
destino lineal y te mostraba todas las cosas y jugaba en una palabra, en una sílaba, y eso te
abre un mundo fascinante, viste. Había muchas cosas más. que hacerlo, era muy distinto a los
talleres que te dicen bueno expresa tus sentimientos viste, construite un solírico, no, no, no,
no, para Helder el poema era algo material y así enseñaba en los talleres, si me querés hacer
una pregunta estoy dispuesto a contestarla abrazo