Jessa Kane My Husband PDF
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Cross
MY HUSBAND, MY STALKER
¿O sí?
Un mes después…
Voy a ir a la fiesta del barrio.
No más esconderse en esta casa.
Los vecinos tuvieron la amabilidad de invitarme a través de una
nota en mi buzón, a pesar de que me he encerrado lejos del mundo
desde el juicio. Un mes entero de gente dejando Brownies en mi puerta
y revisando las cerraduras cada hora. Pero ahora...
Miro el periódico, el titular sigue ahí. No lo soñé.
“Secuestrador asesinado en prisión”.
Aunque no solo asesinado. Cortado y colgado de sus tobillos en
el patio de recreo.
Mi temor de que Joseph Hynes vaya a saltar de las sombras ha
sido irracional desde que lo pusieron tras las rejas. Pero ahora, mi
temor es aún más infundado. Mi terapeuta me ha instado a dar
pequeños pasos para reinsertarme en la sociedad. Una fiesta del barrio
es un paso más grande de lo que esperaba. El supermercado podría
ser una mejor opción. Pero el titular del periódico parece una señal.
De que ya es hora.
Después de varias respiraciones tranquilas, levanto mi teléfono
y pulso los controles para iluminar toda la casa. Las luces se
encienden y destierran las sombras, iluminando el pasillo trasero que
lleva a mi dormitorio y ahora voy en esa dirección. Mi corazón late
salvajemente en mi pecho, aunque la lógica me dice que nadie se
esconde a la vuelta de la esquina. Nadie va a saltar y agarrarme,
arrastrarme al sótano, atarme.
Me ducho, me peino y me maquillo, por primera vez en un mes.
Un mes después…
Subestimé cuánta lucha sería esto.
Pretender que lo que siento por Jolie es normal.
Me preparo para el “trabajo”, parado en la cocina con una
corbata con la que una vez estrangulé a un hombre hasta la muerte,
sorbiendo café y tratando de permanecer quieto. Para parecer un
marido normal. Este es mi proceso matutino mientras ella se ducha y
se viste, tarareando tan bonito para sí misma. Me paro aquí y lucho
contra la cegadora urgencia de irrumpir en nuestro dormitorio,
sujetarla y follarla de nuevo. Otra vez. Otra vez. Aunque ya la he tenido
dos veces esta mañana. Una vez en sus manos y rodillas en la cama.
Una vez en el borde del lavabo del baño.
Mi polla está estrangulada en mis pantalones, rogando que la
dejen salir.
Pero tengo que controlar mi lujuria por ella. Tengo que
mantenerla a raya tanto como sea posible, para que ella pueda creer
que soy su marido normal. Eso es lo que ella pidió. Eso es lo que
necesita.
Y está funcionando para ella, esta normalidad.
Además de su propia fuerza, nuestra rutina, el apoyo de tener a
alguien en casa que la quiera... es parte de lo que la está curando.
Así que mantendré el rumbo.
El día después de que pasamos nuestra primera noche juntos,
lentamente empecé a mudarme. Dejando las botas en su cuarto de
baño, mi cepillo de dientes en el armario. Una camisa en su
lavandería.
La folle a ciegas todas las noches. Nos hizo adictos a los dos.
Fin…