Caso Jorge Villanueva
Caso Jorge Villanueva
Caso Jorge Villanueva
Había pasado años desde que fue apodado por la opinión pública, bajo
unanimidad, como el ‘Monstruo de Armendáriz’. Pero finalmente tan solo unas
horas lo separaban de la ejecución en el paredón.
La cuenta regresiva de Jorge Villanueva inició tres años antes de ser aniquilado.
Se trató de una muerte progresiva. Inicialmente fue asesinado por la prensa, al
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mismo tiempo que lo hizo la sociedad limeña: pedían a gritos al culpable de tan
atroz crimen. Por último, la justicia peruana escuchó las plegarias y, sin más,
acabó con su vida.
Marcelo Rojas Pérez y Alfonso Navarro Vilca, dos estudiantes que caminaban
curiosos entre las malezas de la quebrada de Armendáriz, quedaron atónitos
cuando vieron el diminuto cuerpo de un niño se encontraba puesto
apresuradamente en una covacha sin signos vitales y con huellas de haber sido
golpeado en la cabeza. Buscaron ayuda escandalizados.
En ese entonces, la hoy reconocida entrada hacia la Costa Verde, era un lugar
lejano y de poco uso por el que tan solo transitaban algunos vehículos entre los
sembríos de vid.
El caso alborotó las redacciones. Había una historia con piezas por colocar y una
audiencia ansiosa de detalles. Los diarios utilizaron sus primeras planas para
colocar titulares llamativos y la historia del Monstruo se hacía cada vez más
relevante.
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La crónica policial de aspecto sensacionalista le calzaba bien a la pauta pero
todo se intensificó cuando apareció un nuevo personaje que introdujo el nudo y
el desenlace de la historia.
Así que lo sentaron y sobre una mesa regaron varias fotografías de hombres que
habían calificado en la investigación policial como posibles homicidas. No tardó
mucho tiempo y señaló a Jorge Villanueva Torres. Luego, insistió en los detalles.
Así, el titular del diario La Crónica del 15 de septiembre de 1954 refería: “Es el
crimen más cruel de todos los tiempos y merece ser castigado por la muerte”.
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“Monstruo será juzgado por atroz crimen”
Pero nadie le creyó, y por el contrario, su actitud rebelde y conflictiva hacían que
la sentencia se haga más fácil.
Cuando le tocó declarar al turronero, este fue demoledor. Juró que Villanueva
era el asesino, pues se había llevado al niño a la quebrada. Villanueva Torres
intentó defenderse pero su necedad poco le ayudó.
El abogado Carlos Enrique Melgar, quien se había tomado el caso muy a pecho
reclamó: «con indicios no se condena a muerte. No hay convicción, miente el
turronero. En caso de duda hay que estar a lo favorable al reo, ¡Indubio pro reo!»,
haciendo alusión a lo que indica la Constitución.
El Diario Última Hora escribió esta vez: “El más alto tribunal de la República
confirmó la pena de muerte contra “El monstruo de Armendáriz”. Tomaron esta
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decisión, en defensa de la sociedad, los siguientes magistrados: Alberto Eguren,
Domingo García Rada, Tello Velez, Napoleón Valdez Tudela y Ricardo
Bustamante Cisneros”.
A punta de golpes e insultos fue arrastrado hacia el único lugar al que ahora
pertenecía: el madero de fusilamiento. Vestía unos jeans azules gastados y
andaba descalzo. Su mirada poco ha sido descrita, como si careciera de rostro,
pero se recuerda cómo fue amarrado a un palo de madera con una soga vieja.
El hombre ya agotado, lejano de la vida no resistió a nada y asumió que lo último
que escucharía sería un “bum” y lo último que vería serían 67 rostros ajenos,
expectantes, casi que televisivos.
Los vigilantes del penal quisieron ponerle una capucha, pero el testarudo Jorge
Villanueva se resistió. Dejó únicamente que le colocaran la escarapela negra
encima del corazón. Hacia ahí debían ir los disparos.
Ocho disparos emprendieron el viaje hacia el cuerpo cuando por última vez la
voz de Villanueva resonó fuerte y clara: “soy inocente, yo perdono, pero a él…”
y sus frases se desvanecieron junto a su cuello y cabeza que quedaron
inclinadas hacia adelante, siendo tres las balas que lo asesinaron.
Otra vez el silencio golpeó el patio y aturdió a todos. Sin piedad y como indicaba
la ley, Carrasco se acercó y le propinó el tiro de gracia en la sien derecha y
rompió con el silencio para que todo vuelva a la normalidad.
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El director de la Penitenciaría se dirigió a los asistentes y con solemnidad afirmó:
“señores, se ha hecho justicia. Eran las 5:40 a.m.
Reescribían los periódicos, poco agotados del caso, ansiosos por nuevos
protagonistas e indicios de que ahí no acababa la cosa.
Ulderico Salazar, el testigo, declaró días más tarde: «espero que la sociedad me
dé un trabajo estable para mantener a mis tres hijos». El diario La Prensa informó
que Salazar se había contradicho más de 30 veces durante el proceso.
Asimismo, se opacó una noticia política de gran relevancia. Mientras las grandes
planas se hacían del Monstruo de Armendáriz, en el fondo de los periódicos
aparecía el nombre de Zenón Noriega Agüero, el brazo derecho y colaborador
más cercano del General Odría, el mismo que fue detenido organizando un golpe
de Estado. Un hecho que podría haber significado la debilidad del gobierno.
Referencias:
https://somosperiodismo.com/este-crimen-no-me-pertenece-la-historia-del-monstruo-de-
armendariz/
https://www.infobae.com/america/peru/2022/04/10/el-monstruo-de-armendariz-fue-
acusado-de-matar-a-un-nino-por-su-color-de-piel-y-clamo-su-inocencia-hasta-el-momento-de-
su-fusilamiento/
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