Libro de Filosofia Del Derecho

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EL DERECHO EN DIMENSI�N FILOS�FICA

TEMA I: EL DERECHO EN DIMENSI�N FILOS�FICA. CUESTIONES FUNDAMENTALES.

El objetivo de la Filosof�a del Derecho y sus relaciones con las dem�s ciencias
jur�dicas.
Salvo algunas formulaciones idealistas, la filosof�a pretendi�, en sus inicios,
ofrecer la explicaci�n de todos los fen�menos de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento humano, y fue contusionando de manera progresiva, con los trabajos y
los datos de las ciencias particulares que iban obteniendo conclusiones sobre las
distintas esferas de fen�menos de que se ocupa cada una.
Esta situaci�n condujo a que en el siglo XIX la Escuela Alemana intentara hallar un
espacio singular y exclusivo al quehacer filos�fico, con lo que redujo la filosof�a
a su contenido gnoseol�gico y plante�, lo que Engels calific� como el problema
principal de la filosof�a, la relaci�n pensar � ser.
La filosof�a marxista encontr� por primera vez, un lugar adecuado y propio a la
filosof�a, al dejar claro que la misma tiene por objetivo el estudio y la
elucidaci�n de las leyes m�s generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, la
sociedad y el pensamiento humano.
La filosof�a logra un sistema verdaderamente cient�fico de respuestas a grandes
interrogantes universales, brindando as� un aporte a las ciencias concretas, que
consiste no s�lo en la herramienta gnoseol�gica, sino tambi�n en las mismas leyes
generales del devenir, que puede revelar la filosof�a en su sentido general.
De tal modo la filosof�a no puede vivir de espaldas a los hallazgos y conclusiones
de las ciencias, ni est�s �ltima, para ser verdaderamente tales, pueden prescindir
de una �ptica filos�fica global.
La Filosof�a del Derecho no s�lo puede y debe existir, como medici�n y especulaci�n
concreta sobre el fen�meno derecho asumido en su universalidad, sino que esa
medici�n �nicamente puede hacerse de manera acertada a partir de la adopci�n de una
visi�n y una concepci�n filos�fica general, en la cual, debe plantearse y
resolverse de forma conveniente el problema principal de la filosof�a, la relaci�n
pensar � ser.
Para nosotros la Filosof�a del Derecho constituye una esfera especulativa concreta,
que trata de elucidar las leyes y regularidades del fen�meno jur�dico entendido en
su dimensi�n m�s general y abstracta. Los datos y las conclusiones de las ciencias
jur�dicas sectoriales enriquecen y confirman a su vez los resultados de la
Filosof�a del Derecho.
Con esos puntos de vistas, la Filosof�a del Derecho no es concebida como una nueva
especulaci�n, como una visi�n primigenia de la vida social. Al mismo modo, no
aspira a erigirse en ciencia de las ciencias jur�dicas, a la manera cartesiana de
entender la filosof�a.
Las ciencias jur�dicas especiales no pueden encontrar su verdadero campo cient�fico
de realizaci�n sin disponer de rumbos que brinda la filosof�a acerca de la misma
naturaleza, esencia, funciones y objetivos del derecho.
Relaci�n entre Teor�a del Estado y el Derecho y la Filosof�a del Derecho, se da
cuando se hace una correcta Teor�a del derecho, se piensa filos�ficamente sobre
este fen�meno social. Cuando se piensa filos�ficamente sobre el derecho, se teoriza
sobre el mismo.
La sed de especulaci�n filos�fica en torno al derecho condujo, a que muchos
te�ricos del marxismo formul�ramos nuestra mediaci�n jusfilos�fica, a la sombra y
al amparo de la Teor�a del Estado y el Derecho.
Las relaciones entre una y otra no puede encontrarse en el objeto de estudio, que
es el mismo, ni tan siquiera en las pretensiones cient�ficas, que muchas veces
coinciden. La relaci�n entre ambas indagaciones es a nuestro juicio la que existe
entre la b�squeda de lo general y lo particular.

La Filosof�a del Derecho, que constituye una indagaci�n filos�fica particular en


relaci�n con la filosof�a general, se torna indagaci�n general sobre el derecho en
relaci�n con la Teor�a del Estado y del Derecho. Ambas entonces se complementan y
alimentan de manera rec�proca.
La Filosof�a del Derecho tiene una enorme importancia pr�ctica, pues las ciencias
jur�dicas sectoriales carecer�an de respuestas globales para iniciar sus
conclusiones y no tendr�an el arsenal gnoseol�gico adecuado para avanzar en las
mismas, de no estar pertrechados con una correcta filosof�a jur�dica.
En la historia de la Filosof�a del Derecho se han sucedido y multiplicado los
intereses de definici�n. Cada uno de ellos determinado por la postura que asume
cada autor.
As� vemos que Ahrem, identifica la Filosof�a del Derecho como el derecho natural,
la define como la ciencia que elucida los principios generales del derecho, que
resultan de la raz�n y son consustanciales con la naturaleza humana.
Giorgio de Vecchio, con una posici�n idealista, explica: "La disciplina que define
el derecho en su universalidad l�gica, investiga los fundamentos y los caracteres
generales de su desarrollo hist�rico, y lo valora seg�n el ideal de la justicia
trazado por la raz�n".
Stammler, considera la Filosof�a del Derecho dentro de aquellas doctrinas de
alcance absoluto en el campo de lo jur�dico, en tanto la jurisprudencia t�cnica
debe estudiar los ordenamientos jur�dicos en concreto.
Rafael Preciado Hern�ndez se�ala, que el objeto de estudio de la Filosof�a del
Derecho es, en sentido material, todo el derecho, lo mismo positivo que natural,
estatal y social, considerados en las grandes ramas que comprenden y el objeto en
sentido formal, es la investigaci�n de las causas �ltimas, de las razones m�s
elevadas, de los primeros principios del Derecho.
Nosotros podemos caracterizar a la Filosof�a del Derecho, desde el punto de vista
marxista, como la parte de la filosof�a que, bas�ndose en el m�todo del
conocimiento que proporciona el materialismo dial�ctico y apoy�ndose en las leyes,
regularidades y categor�as de que nos arma el materialismo hist�rico, trata de
aclarar las regularidades y leyes del devenir hist�rico del fen�meno pol�tico �
social que es el derecho, busca poner de manifiesto las �ltimas razones de su
evoluci�n, a partir de descubrir su esencia compleja y multifac�tica, e intenta
encontrar las regularidades del derecho dentro de sus m�ltiples y cambiantes
expresiones, de tal modo, la Filosof�a del Derecho marxista se apoya en las
conclusiones de la filosof�a materialista avanzada, en los aportes de la dial�ctica
en general y de las leyes del desarrollo hist�rico.
Su �mbito de existencia se basa en las conclusiones del materialismo dial�ctico,
enriqueciendo las ciencias jur�dicas sectoriales y se eleva sobre sus conclusiones
t�cnicas concretas, incluyendo la Teor�a del Estado y el Derecho.
Cuando Preciado Hern�ndez se�ala: "As� como es indispensable a la vida humana
contar con una filosof�a", de modo semejante la vida jur�dica, no tiene sentido,
carece de significado si no se relaciona con la filosof�a general. Por lo que la
Filosof�a del Derecho es a la vida jur�dica, lo que la filosof�a general es a la
vida humana.

LA ONTOLOG�A Y LA AXIOLOG�A JUR�DICA.

En la filosof�a tradicional, se entendi� por ontolog�a la llamada (Filosof�a


primera, es decir, la teor�a de ser en general, acerca de ser como tal,
independiente de sus especies particulares).

Por ello, en las escuelas filos�ficas m�s antiguas se identificaba la ontolog�a con
la metaf�sica, inspir�ndose en el pensamiento de Arist�teles, que defin�a la
metaf�sica como sistema de determinaciones especulativas universales del ser en
general, del ser en su sentido m�s alertado y universal.
En realidad el t�rmino ontolog�a se atribuye al fil�sofo Alem�n Godiniur (1613).
Este comenz� a emplearlo y le dio al mismo una determinada connotaci�n filos�fica.
Para �l y para muchos, la ontolog�a era una parte de la metaf�sica que se ocupaba
de la determinaci�n del ser como estructura suprasensible, no material. Esa
significaci�n limitada de la ontolog�a adquiri� despliegue mayor en el pensamiento
de Wolff, que pretend�a la separaci�n absoluta entre la realidad material y una
supuesta teor�a del ser suprasensible, alcanzable mediante el an�lisis deductivo �
abstracto y gramatical de los llamados conceptos inmanentes y aprior�sticos.
Esta concepci�n idealista de la ontolog�a se enfrent� a la materialista del siglo
XVII y XVIII de Hobber, Spinoza y Loke, los cuales trataron de erigir a la
filosof�a en "ciencia de ciencias", apoy�ndose con los datos de las ciencias
experimentales, adem�s de atribuirle a la ontolog�a el valor de "filosof�a
primera".
La filosof�a cl�sica alemana combati� y aspir� a refutar estas ideas sobre la
ontolog�a, al oponerse a sus fundamentos materialistas, tratando erigir una nueva
ontolog�a idealista: la subsumida dentro de la filosof�a trascendental que adquiri�
su desarrollo en Kant.
Como colof�n de la l�nea filos�fica cl�sica alemana, Hegel avanz� la posibilidad de
conseguir la unidad de la ontolog�a como dial�ctica, con la l�gica y la teor�a del
conocimiento.
En la filosof�a burguesa posterior, del siglo XX, se ha tratado de reanimar la
ontolog�a adscribi�ndola a una l�nea filos�fica determinada: Ontolog�a
trascendental de Husserl, ontolog�a fundamental de Heidegger, etc.
Es evidente que la determinaci�n de la ontolog�a, en tanto teor�a del ser en
general, es imposible de separar de la posici�n esencial que se asuma en filosof�a.
Esto explica porque Rosental y P. Judin afirman de manera categ�rica que "en la
filosof�a marxista, el t�rmino ontolog�a no se emplea; a veces se usa
convencionalmente".
Sin embargo, en el lenguaje profesional m�s usual y aceptado universalmente, el
t�rmino ontolog�a se ha empleado para designar las interrogantes, las reflexiones y
conclusiones que formulan en torno al derecho en su dimensi�n jusfilos�fica m�s
universal.
A nuestro juicio la connotaci�n del termino se derivar�a del contexto filos�fico en
que se emplee o de la significaci�n determinada que se le brinde. De tal forma,
cuando integr�ndonos a ese, "convencionalismo" aludido o, incorpor�ndonos al
comercio conceptual m�s admitido, usamos el concepto ontolog�a lo hacemos con
referencias a las reflexiones generales y universales sobre el derecho en su
sentido m�s lato.
Cuando hablamos de la axiolog�a nos referimos a la parte de la filosof�a que se
ocupa de los valores.
La literatura marxista ha contrapuesto la axiolog�a burguesa a la axiolog�a
marxista.
En realidad la axiolog�a burguesa es relativamente tard�a en cuanto aparece en sus
primeras expresiones a comienzos del siglo XX con Rickers y Max Scheller, sin
embargo la axiolog�a idealista aparece desde la obra de los fil�sofos del antiguo
Oriente y en los idealistas griegos antiguos.
Estas posiciones idealistas han consistido en atribuir la existencia de los valores
bien a ideas preconcebidas, o principios aprior�sticos o inmanentes, o bien al
resultado de la raz�n pura, o en otras tendencias m�s reaccionarias a la revelaci�n
divina.

Sin embargo, el materialismo dial�ctico recalca el car�cter objetivo de los valores


sociales, cient�ficos, morales, est�ticos, etc.
Mientras los neopositivistas, niegan el car�cter objetivo de los valores y afirman
que ellos son s�lo el resultado de las apreciaciones subjetivas, el marxismo
reitera ese aludido car�cter objetivo, hist�rico, dial�ctico, de los valores
sociales en general.
Como bien a indicado Nicasio Barreo: "Los valores est�n en el ser del hombre". "El
hombre es el creador de los valores".
La indagaci�n axiol�gica desde el punto de vista cient�fico del materialismo
dial�ctico e hist�rico revela no s�lo el car�cter humano y objetivo de los valores,
sino adem�s su condicionamiento hist�rico, su car�cter social y clasista, as� como
la dial�ctica que preside el paso de valores de cualquier esfera, que tienen un
significado relativo, transicional, hist�rico � concreto, a la integraci�n de
valores que adquieren un significado absoluto en tanto se subsumen en el dep�sito
axiol�gico m�s elevado de la humanidad.
Lo axiol�gico es parte consustancial del mismo derecho, todo fen�meno jur�dico es
al mismo tiempo y por ser tal, una expresi�n axiol�gica, es decir una formulaci�n
de determinados valores sociales que reciben el respaldo y la consagraci�n
jur�dicas.
El derecho, como expresi�n normativa de conductas reguladas, tiene no s�lo un
contenido axiol�gico, sino tambi�n es de car�cter deontol�gico, es decir, de la
esfera del debe ser.
Debemos estar prevenidos en cuanto a la artificial divisi�n de la Filosof�a del
Derecho en dos ramas independientes: la ontolog�a y axiolog�a. Esta dicotom�a parte
de Stammler par quien la ontolog�a jur�dica se ocupa del ser del derecho, su
determinaci�n conceptual, y la axiolog�a jur�dica, la cual se refiere al estudio de
los valores supremos del derecho.
En esta dicotom�a el derecho es analizado ontol�gicamente en sus condiciones
formales de validez, lo que ellos llaman su surpeal, y de otro lado, los principio
que determinan su contenido, es decir, su deber ser.
Se�ala Preciado Hern�ndez que: "La definici�n del derecho, el concepto del derecho,
no implica una referencia esencial a la justicia y al bien com�n como fines del
propio Derecho".
Para nosotros cualquier reflexi�n ontol�gica sobre el Derecho, no puede lograrse
con olvido de su fundamental contenido axiol�gico, de su car�cter normativo en el
cual se reconoce determinados valores que se proyectan como voluntad o conducta
deseada, perseguida.

MATERIALISMO CONTRA IDEALISMO Y IDEALISMO CONTRA METAF�SICA EN LA FILOSOF�A DEL


DERECHO.

El materialismo, como concepci�n filos�fica que considera primaria y determinante a


la naturaleza en relaci�n con la conciencia o el esp�ritu, se ha enfrentado, desde
los tiempos antiguos, al idealismo en cualquiera de sus vertientes.
Las posiciones idealistas suelen enmarcarse tras aparentes aptitudes "realistas",
materialistas. Muchos fil�sofos admiten el car�cter material, objetivo, real y
tangible del ordenamiento jur�dico, del llamado derecho positivo y sin embargo,
remiten a valores inmanentes, a principios aprior�sticos los contenidos axiol�gicos
de ese ordenamiento jur�dico positivo.
La gran revelaci�n del materialismo dial�ctico consisti�, en su esencia, en
descubrir el car�cter supraestructural del derecho y al mismo tiempo, su
condicionamiento, en �ltima instancia, por la base econ�mica de la sociedad.

La clave de la posici�n materialista dial�ctica consiste, no s�lo en admitir la


existencia real, objetiva, del derecho como sistema normativo, sino precisamente en
comprender su car�cter supraestructural complejo, din�mico e interrelacionado con
los dem�s elementos de la supraestructa, as� como con la base econ�mica de la
sociedad, en entender adem�s el sentido multifac�tico del derecho.
La apreciaci�n materialista del derecho, lleva de la mano a entender que el
fen�meno jur�dico engloba y contiene tanto las normas jur�dicas (derecho positivo),
cuanto las relaciones jur�dicas que se derivan de la realizaci�n de esas normas,
las instituciones jur�dicas, as� como las teor�as y doctrinas jur�dicas,
jusfilos�ficas, que defienden determinados ordenes jur�dicos desde posiciones
hist�ricamente condicionados.
Para el materialismo, el derecho, como fen�meno supraestructural condicionado por
la base econ�mica de la sociedad, por las condiciones materiales de vida de esta,
no es un elemento pasivo dentro de la vida social.
El problema principal de la filosof�a afecta tambi�n, a la posici�n que se adopte
en el pensamiento jusfilos�fico, pero que la contradicci�n materialismo e idealismo
no puede simplificarse para brindar la etiqueta de materialista a cualquier
posici�n filos�fica, por el solo hecho de admitir el car�cter material, real y
objetivo, del ordenamiento jur�dico.
El problema principal de la filosof�a lleva paralela la cuesti�n relativa a la
capacidad cognoscitiva del hombre o como dijera Engels: La identidad entre el
pensar y el ser.
Una caracterizaci�n inicial del derecho, del fen�meno jur�dico, desde una posici�n
materialista dial�ctica, puede hacerse, a partir del an�lisis de los cuatro
aspectos fundamentales de cualquier fen�meno social.

1. En atenci�n al objeto que refleja, el fen�meno jur�dico tiene la


caracter�stica de expresar, de manifestar en forma normativa las relaciones
sociales de producci�n y tambi�n las relaciones ideol�gicas que se derivan de
ellas.
2. Por el sentido valorativo que le es inherente, de los aspectos de la
realidad que expresa, el fen�meno jur�dico tiene la particularidad de hacerlo a
trav�s de la conciencia jur�dica y de aparecer como un proyecto deontol�gico, de
hondo contenido axiol�gico.
3. Por la forma o modo de expresar el ser social, se caracteriza por
efectuarlo de forma normativa.
4. Por su acci�n inversa sobre el ser social tiene la caracter�sticas de que,
al contrario de lo que ha sostenido el materialismo vulgar, predomina de manera
decisiva sobre la estructura econ�mica de la sociedad.

Adem�s del problema principal de la filosof�a, centrado en la oposici�n entre el


materialismo y el idealismo, existe otro problema esencial del pensamiento
filos�fico que cobra expresi�n important�sima en la reflexi�n jusfilos�fica, es la
comprensi�n dial�ctica o metaf�sica de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento
humano y con ello, a la posici�n dial�ctica o metaf�sica en relaci�n con el
derecho.
Las posiciones metaf�sicas no siempre aparecen de forma descarnado sino que suelen
enmarcarse tras la aparente admisi�n de cierto contenido evolutivo en el derecho.
Para la Escuela Hist�rica Alemana, el derecho se manifiesta de modo espont�neo,
plantea que la naturaleza del derecho hay que encontrarlo en la voluntad del
pueblo.
El requisito b�sico del materialismo dial�ctico consiste en no perder de vista la
base econ�mica condicionante, en �ltima instancia, de esa evoluci�n del fen�meno
jur�dico y de la creaci�n de sus contenidos axiol�gicos.

TEMA II. LOS ACONTECIMIENTOS GRIEGOS Y LATINOS DEL IUSNATURALISMO.

EL IUSNATURALISMO INGENUO DE LOS PRESOCR�TICOS.


Rodbruch plantea que: "El derecho natural de la antig�edad giraba en torno a la
oposici�n entre naturaleza y norma"...
Los poemas hom�ricos reflejan sin duda la vida griega, correspondiente al proceso
de descomposici�n de las viejas comunidades gentilicias de la pen�nsula balc�nica;
el surgimiento tambi�n contradictorio de las nuevas polis � estado, el derrumbe de
la antigua civilizaci�n creto � mec�nica y la formaci�n con sentido general de la
sociedad pol�tica.
La base econ�mica de esa sociedad estuvo asentada en la agricultura, la ganader�a y
la esclavitud incipiente, en fase patriarcal. El poder est� en manos de una
aristocracia.
Encima de la l�nea estaban los aristoi, la mejor gente, los nobles hereditarios que
pose�an la mayor parte de la riqueza y todo el poder, en la paz y en la guerra.
Debajo estaban todos los dem�s, para los cuales no hab�a palabra t�cnica colectiva;
eran la multitud, constituida por ilatos y periecos en Esparta, as� como
dismiurgos, ge�meros y metecos en Atenas, protagoniza la primera revoluci�n de la
antig�edad esclavista, al alcanzar la materializaci�n de la consigna por la cual se
empe�a en luchas disimiles y violentas durante m�s de dos siglos: la democracia,
poder para el demos, uni�n entre dimiurgos y ge�moros enriquecido en una nueva
vertiente esclavista, la mercantil mar�tima.
Antes de su derrumbe hist�rico, la vieja aristocracia terrateniente � esclavista
fomenta sus criterios y principios exclusivistas, fundados en la noci�n de la
arit�, que se trasmite de generaci�n en generaci�n por v�a de un adecuaci�n
elitista, que constituye la paideia, lo cual tiene el sentido de ratificar y
confirmar un orden social que pretende la perennidad y la exclusividad. En esa
direcci�n el derecho, como todo derecho primitivo, es un derecho consuetudinario,
aplicado y conocido s�lo por los arist�cratas y sus tribunales exclusivos: are�pago
en Atenas, Colegio del Eforado en Esparta.
En la m�s antigua saga griega, el derecho se inspira en el nombre de dos diosas:
Th�mis y Dik�.
Seg�n el ilustrado Vocabulario de Benveniste, Th�mis representa el orden, la Ley,
designa el Derecho familiar y se opone a Dik� que es el derecho entre familias de
la tribu.
En los textos hesi�dicos. Dik� aparece de forma n�tida como justicia humana,
vinculada a una cierta noci�n de crueldad, de violencia, venganza en fin.
En los m�s remotos or�genes del pensamiento jur�dico griego la noci�n de justicia
sufre una visible evoluci�n, la cual transparenta la justicia en el mundo familiar
gentilicio, sustituida por la justicia pol�tica, en la sociedad dotada ya de
Estado. Aparece incluso un nuevo vocablo para designar esta justicia desalienada
del exclusivismo aristocr�tico: la dikayosine, aludiendo a la legalidad o la
justicia que emana ya de las leyes escritas.
Mediante la fijaci�n escrita de normas, es decir, del derecho usualmente valido, el
concepto de justicia alcanz� un contenido palpable, que consisti� en la obediencia
a las leyes del Estado.
El derecho, en su primera comprensi�n, se identific� con la voluntad de los dioses.
El derecho pierde su car�cter natural cuando es arrebatado a los aristoi como su
patrimonio exclusivo y se escribe como resultado de asamblea o cuerpos que legislan
en nombre del pueblo.
La especulaci�n filos�fica griega, surge en el siglo VI a.n.e. Ortiz Rivas
sintetiza los elementos condicionantes de ese inicial, adem�s filos�fico: la
esclavitud, la producci�n ampliada de mercanc�as, el desarrollo del comercio, la
industria, la ganader�a, la agricultura, la econom�a monetaria, la oposici�n entre
trabajo intelectual y manual, la consolidaci�n de la polis, la oposici�n del
Estado, el derecho, la pol�tica, las clases sociales, la filosof�a (mundana)
precedente, la mitolog�a y la religi�n helena, la cultura oriental, el singular
idioma griego, el medio geogr�fico de base insular y mar�tima.
Ese primer per�odo, ingenuo, de la filosof�a griega, ha recibido diferentes
denominaciones: per�odo presocr�tico, preplat�nico, prearistotelico pre�tico,
cosmol�gico, etc. Los fil�sofos de este periodo fueron tales, Anox�mines,
anoximandro, Pit�goras, Her�dito, Parm�nides, Zen�n, Anax�goras, Emp�dodes,
Jen�fanes, Filolao, etc.
En realidad los conocimientos que se tienen de los presocr�ticos proceden de
autores posteriores, Plat�n y Arist�teles.
Fueron principalmente Fil�sofos del siglo XIX. Hegel, Marx, Nietzsche o Feverbach y
M. Heiddeger, los que reclamaron y brindaron atenci�n a la labor de los primeros
fil�sofos griegos.
Anaximandro dijo: Que el principio y elemento de todas las cosas es lo infinito a
los atisbos generales anteriores que sostuvieron que la base material del universo
deb�a encontrarse en lo l�quido, en lo h�medo, o en el aire, Anaximandro incorpora
una visi�n profundamente dial�ctica: el mundo es material y est� integrado por la
infinitud de la materia.
Ortiz Rivas plantea que "es un proceso dial�ctico en la generaci�n de las cosas
dirigido por la justicia, que cuando deviene su opuesto, o sea, la injusticia, debe
repararse seg�n la necesidad y el ordenamiento del tiempo, existe una suerte de
justicia general, v�lida tanto para el decursar de la materia inorg�nica, cuanto
para la vida social del hombre.
Se le llamo iusnaturalismo ingenuo, en esos fil�sofos, todav�a poco elaborado,
aceptado como verdad casi inconclusa.
Pit�goras representa, dentro del iusnaturalismo griego primitivo, la posici�n
filos�fica contraria a los f�nicos, la postura idealista. Naci� en Samos, en el
Oriente heleno, a�o 580 a.n.e y muere en el a�o 500 a.n.e, abandon� su ciudad natal
cuando se produjo la tiran�a de Pol�crates y emigr� al sur de Italia, donde fund�
una colonia griega, llamada Crotona, en el cual imper� su secta, de marcado sabor
reaccionario y religioso.
Los aportes pitag�ricos a los matem�ticos son incuestionables. Integr� el
movimiento idealista y conservador que trat� de resistir el impetuoso advenimiento
al poder del demos, con su mensaje de democracia y su econom�a mercantil esclavista
ampliada.
Es una verdadera secta pol�tica, francamente conspirativa, en la que, dentro de los
contextos aristocr�ticos, alientan cultos misteriosos, de base �rfica, llenos de
misticismos y religiosidad.
V.I. Lenin calific� y caracteriz� la labor pitag�rica en una combinaci�n de g�menes
de pensamiento cient�fico con fantas�as a la manera de la religi�n de la mitolog�a.
El supuesto igualitarismo de Pit�goras (iguales entre iguales) de los aristoi. A su
juicio, el mundo ordenado as�, bajo el poder de la aristocracia, dejar�a claro que
cualquier transgresi�n de la ley igual al quebrantamiento de orden c�smico.
Her�clito de Efeso (siglo V a.n.e), vivi� ocho a�os despu�s del ascenso al poder en
Atenas de Cl�stenes: "Aquel hombre amargo que sab�a de casi todo, se coloc� de
espaldas a la pol�tica de su pueblo, y en gesto ol�mpico, quiz�s retador. Seg�n
Teofrastro, su melancol�a le hizo abandonar sus escritos. Pero Her�clito verdadero
fundador de la dial�ctica, fue el resultado dram�tico de la misma dial�ctica
violenta de aquellos a�os: v�spera de las Guerras M�dicas, en medio de la
cat�strofe pol�tica que represent� la ca�da del r�gimen aristocr�tico y su
sustituci�n por los reg�menes democr�ticos � esclavistas, con la total subversi�n
de valores que ello supon�a, penetr� la esencia y los motivos del devenir,
percat�ndose de la lucha de contrarios al interior de cada fen�meno: "Una misma
cosa en nosotros lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo
viejo: lo uno, movido de su lugar, es lo otro, a su lugar devuelto, es lo uno".

El testimonio de Clemente de Alejandr�a: "El mundo, no ha sido creado por ning�n


dios, ni por ning�n hombre, sino que ha sido, es y ser� un fuego eternamente vivo
que se enciende y se apaga con arreglo a leyes".
En el plano de las ideas pol�ticas ten�a que estar presente en Her�clito su
resentimiento, su sentimiento de hijo de una clase social hist�ricamente derrotada.
Pero su iusnaturalismo se destaca en forma clara, admiti� y prefiri� el derecho
escrito al viejo derecho consuetudinario, defendido por los eupatridas; que
considera la obra jur�dica como simple voluntad humana, sino inserta en el logos
universal, en una suerte de racionalidad general que preced�a al universo.
La comprensi�n del sino fatal de los viejos valores lo llev� a arribar a la idea de
una suerte de legalidad universal, orden c�smico que preside toda la actividad del
hombre, incluida la social: El logos o ley universal, no es una ley divina, sino la
presencia inevitable de las leyes que presiden todo el desarrollo con su regulaci�n
jur�dica.
Parm�nides, es hijo de una familia aristocr�tica de Elea y ten�a 40 a�os cuando
conoce el triunfo del demos ateniense, as� como los extraordinarios l�mites a que
se ha llegado en manos de Cl�stenes.
Se coloc� de espalda a la vida real y abraz�, de un modo filos�fico, no s�lo un
idealismo o ultranza, sino tambi�n una actitud metaf�sica furibunda, negadora de
todo cambio y transformaci�n: El ser y el no ser es.
Desde el punto de vista de su concepci�n del derecho hay tambi�n un visible
iusnaturalismo. Se muestra a la Justicia en las puertas de los caminos de la Noche
y del D�a, la justicia pr�diga en castigos guarda sus llaves con doble uso.
Esa justicia en Parm�nides es tan atemporal y metaf�sica, tan inm�vil e
inconsecuente como todo su discurso filos�fico: "Por ello, ni que se engendre, ni
que perezca permite la Justicia relajando las cadenas, sino que las mantiene
firmes. El juicio sobre ello en este momento es: Eso no es".
Iusnaturalismo mitol�gico, r�gido, atemporal y metaf�sico es el de Anaxigoras,
nacido en claz�mene, en el 498, hijo de una rica familia de la cual se separ�
temporalmente para recorrer el mundo. Se asent� en Atenas y all� hizo una s�lida
amistad con Pericles, fue maestro y compa�ero, comparti� sus luchas y le teoriz�
sus inquietudes y consideraciones pol�ticas.
Emp�dodes, en agrigento lleg� a gobernar, al frente del sector democr�tico y goz�
de una enorme popularidad en la Isla.
Ninguno de estos fil�sofos, materialistas, pudieron desprenderse de los nociones
iusnaturalistas tan poderosas.

EL IUSNATURALISMO EN LOS SOFISTAS Y LOS SOCR�TICOS.

Afirma El�os de Tejeda que a todos los Sofistas los une "Una coincidencia en el
tiempo y un estilo pedag�gico com�n". Esa coincidencia en el tiempo, impone otro
rasgo a la sof�stica: todos los fil�sofos que la integran est�n condicionados por
su tiempo, todos transparentan las luchas pol�ticas y las angustias espirituales
del momento.
Lo que los emparenta es, el adem�n filos�fico, caracterizado por su profunda
participaci�n en la especulaci�n pol�tica y jusfilos�fica; su actitud filos�fica
est� dirigida por ese marco hacia el hombre que hace la pol�tica, que la fomenta y
la vive; el pedagogismo sof�stico tiene un sentido profundamente utilitario.

Otro elemento que caracteriza a la sof�stica fue su voluntad pedag�gica encaminada


al cultivo de lo virtual. Fueron ellos los primeros en denominarse maestros de
virtud.
El iusnaturalismo de los sofistas es un rasgo absoluto de todo el contexto de su
pensamiento jur�dico, ese iusnaturalismo se coloca en diferentes posiciones y al
servicio d intereses contrapuestos.
Encontramos un sofista, Antifonte, que trata de conjugar la ley escrita y la ley
natural que dicta la raz�n. Y expres� que "Justicia ser�a no violar ninguna ley del
Estado del cual uno es ciudadano" y agreg� "el hombre, por lo tanto, deber�a
servirse de la justicia con gran ventaja si delante de testigos tuviese en cuenta
las leyes y cuando no hay testigos, los preceptos naturales. Pues mientras que los
de la ley son artificiales, los de la naturaleza son necesarios. Este contrapone la
ley positiva y la ley natural.
Otros reaccionarios como Calides truenan contra la ley escrita, que consideran
arbitraria, porque esta hecha por los d�biles con los fuertes.
Tras�marco plante�: "Que la ley creo el que tiene el poder para fomentar sus
propios intereses y que la justicia es lo que conviene al fuerte".
S�crates introduce en el pensamiento filos�fico una nueva disyuntiva, una
problem�tica novedosa: las capacidades cognoscitivas del hombre y su adecuado
m�todo. Su af�n gnoseol�gico no encuentra sistematizaci�n, ni se formula con
verdadero rigor cr�tico. Pretende arribar a verdades "inducidas" que constituyan
principios universales, pero en todo momento act�an dentro de par�metros
gnoseol�gicos idealistas, divorciados de la realidad objetiva.
Para �l, el hombre es s�lo un ser antropol�gico considerado ajeno de forma
hipot�tico a los violentos choques sociales.
Tambi�n postul� la teor�a del derecho natural, pero en su filo m�s conservador y
reaccionario: para �l existen leyes divinas, no escritas, establecidas por los
dioses, que rigen el universo. Y al tratar de reconciliar esas leyes divinas con
las dictadas jur�dicas de la aristocracia plante� que las leyes divinas son
hermanas de las leyes humanas.
Plat�n, nacido de una familia aristocr�tica (427 � 347 a.n.e), se le considera
fundador del idealismo objetivo. Su pensamiento filos�fico est� contenido en tres
obras claves: los Di�logos, en los cuales se circunscribe a transcribir el
pensamiento de su maestro, Del Estado, trabajo en el que ya explica sus ideas
pol�ticas y dej� traslucir la esencia de su pensamiento jusfilos�fico y De las
leyes, en el cual introduce enmiendas al sistema pol�tico y queda m�s claro su
apreciaci�n idealista del derecho.
Su iusnaturalismo es m�stico, planteando que la ley tiene una existencia anterior a
la obra humana y que esa existencia como idea, es m�s m�stica que racional.
Dem�crito naci� en el 470 a.n.e, en Abdera, represent� los ideales de democracia
griega, los intereses de las fuerzas progresistas que estaban capitaneadas por los
comerciantes y navieros. Este pretendi� brindar una explicaci�n sobre el proceso de
formaci�n e integraci�n del universo y la aparici�n sobre la estructura de la
materia.
Sus ideas pol�ticas son contradictorias, pero en ellas se abre paso la tendencia
progresista. A su juicio, las leyes humanas son el necesario resultado del odio y
del desequilibrio entre los hombres. "Las leyes no impedir�an vivir a cada uno como
le plazca, si uno no perjudicara al otro".
Dem�crito aparece como uno de los primeros portaestandartes del que algunos
califican como primicias del "principio de legalidad".

EL PENSAMIENTO JUSFILOS�FICO DE ARIST�TELES Y LOS FIL�SOFOS GRIEGOS POSTERIORES.

Arist�teles (384 � 322 a.n.e) fue calificado por Marx como el m�s grande de los
pensadores de la antig�edad; era un convencido defensor de la democracia
esclavista.
Al oponerse al idealismo plat�nico desenvolvi� una l�nea de pensamiento
materialista.
En su obra pol�tica presta especial atenci�n a las reflexiones en torno al Estado,
su naturaleza, funciones y su forma, adopt� una aptitud moderada entre la
democracia pura y el r�gimen aristocr�tico.
Esta de acuerdo con que, adem�s de las leyes escritas, exista el derecho
consuetudinario, que para �l es el derecho dictado por la naturaleza. Ese derecho
natural constituye la base del Estado y debe ser recogido en ley escrita.
Arist�teles mantiene la dicotom�a entre derecho natural, racional y derecho
positivo, contingente y variable, pero trata de conciliar ambos �rdenes normativos.
El pensamiento iusnaturalista posterior a Arist�teles discurse por las v�as de dos
grandes escuelas filos�ficas: la epic�rea y la estoica.
Epicuro (341 � 270 a.n.e), naci� en Samos, pero desde el 370 se radic� en Atenas y
fundo all� su escuela, conocida como Jard�n Epic�reo.
Epicuro fue un materialista, en cuanto a sus conocimientos sobre el derecho, que en
este pensador se advierten los primeros geniales atisbos de una apreciaci�n del
Derecho y el Estado derivados de un acuerdo deontol�gico entre los hombres.
Para Epicuro no es la Naturaleza la que crea el derecho, sino el convenio entre los
hombres, encaminado a convivir en paz, sin infringirse el mal unos a otros.
La Escuela Estoica tiene su principal iniciador en Zen�n de Citia (336 � 264
a.n.e), nacido en Chipre, pero quien desde muy joven se traslado a Atenas.
En torno al a�o 300 a.n.e, fund� en Atenas la Stoa Paikol (escuela) de la cual
deriva el nombre de: estoica.
La l�nea filos�fica estoica, se desliz� por la pendiente idealista, ese idealismo,
que recorre toda apreciaci�n y la �tica estoica, est� enderezado a la consideraci�n
de un cierto fatalismo en el destino humano. Para ellos la ley humana, escrita, era
la expresi�n de una suerte de ley universal, que se manifiesta en las leyes
naturales y en la raz�n humana. Para los estoicos: El derecho civil (el de cada
pa�s) implantado por los hombres, debe corresponder a la ley natural inmutable, en
la cual encuentra su encarnaci�n la raz�n que reina en el mundo.

EL IUSNATURALISMO LATINO.

Federico Engels expres�, que el derecho romano fue: "El primer derecho universal de
una sociedad productora de mercanc�as, el derecho romano, con su formulaci�n
insuperable precisa todas las relaciones jur�dicas que pueden existir entre los
simples poseedores de mercanc�as".
Era la expresi�n casi perfecta de las relaciones jur�dicas derivadas de la fase
econ�mica que Marx llama la producci�n de mercanc�as.
En Roma, desde la monarqu�a, imper� una total visi�n iusnaturalista del derecho.
Sin embargo, nunca antes ese iusnaturalismo se hab�a infiltrado tanto y con tanta
firmeza en la esencia y estructura misma del derecho de los civitas.

Roma consider� la existencia del derecho en tres grandes manifestaciones: el ius


civiles, el ius naturales y el ius gentium.
Del Digesto de Justiniano explica Ulpiano que el Derecho Natural es aquel que la
naturaleza ense�o a todos los animales, que nacen en la tierra o el mar, y tambi�n
a las aves.
Ulpiano plantea: "Derecho de gentes es aquel que usan todas las gentes humanas; el
cual f�cilmente se deja entender que se diferencia del natural, porque este sea
com�n a todos los animales, y aquel a solos los hombres entre s�".
Popiniano aclara que: �Derecho civil es, el que dimana de leyes, plebiscitas,
senadoconsultos, decretos de los pr�ncipes y autoridad de los jurisconsultos".
El derecho de los civitas se caracteriza s�lo por la exclusividad de su creaci�n
pero no se niega, sino que se confirma, que s� se alimenta, se alimenta y se rige
tambi�n por el derecho natural, e incluso, por el derecho de gentes.
Ulpiano aclar�: "Que Derecho civil es aquel que ni se aparta del todo del natural o
del de gentes, ni se conforma totalmente a �l, y as�, cuando a�adimos o quitamos
algo al derecho com�n, hacemos el derecho propio, esto es, el civil".
El derecho honorario, seg�n Papipiano, "por raz�n de utilidad p�blica... para
ayudar, o suplir, o corregir el derecho civil", ese derecho honorario, pretoriano,
nacido o contenido en los edictos, gracias al ius edicendi, es calificado en el
Digesto, por Marciano, como "viva voz del derecho civil".
Queda claro que para los romanos el derecho natural era un suerte de racionalidad
intr�nseca al actuar, no s�lo de los hombres, sino de la armon�a c�smica.
Consideraban corresponder a la recta l�gica jur�dica aquello que formaba parte del
comportamiento regular, sujeto a leyes tanto en la Naturaleza como en la sociedad.
El derecho pretoriano, fuente principal de elaboraci�n del derecho romano
imperecedero, en el resultado declarado de las soluciones que los pretores
instrumentaban vali�ndose no s�lo de las normas del ius civiles sino que lo que
advert�an de com�n en todos los pueblos, el que ellos llamaban ius gentium, pero
m�s todav�a, de lo que para ellos era derecho natural.
Marco Tuli� Cicer�n es el representante de las contradicciones que marcan la crisis
de la Rep�blica Romana. Orador y estadista (del 106 al 43 a.n.e) fue de aquellos
hombres que encontraron espacio y tiempo dentro del quehacer pol�tico activo para
elaborar obras te�ricas.
Sus ideas pol�ticas y jur�dicas no fueron en absoluto originales: apenas
constituyen una posici�n ecl�tica entre Plat�n y Arist�teles de un lado y Polibio y
los Estoicos de otro.
Las ideas de Ciceron son el reflejo de ese tiempo de crisis en que el hombre romano
de cierto nivel intelectual y �tico, se mueve entre los programas de optimates y
populares, sin encontrar en ninguno de ellos un basamento moral y de principios.
En cuanto a sus conceptos sobre el derecho, totalmente iusnaturalista, es evidente
que est�n permeados de una gran influencia estoica. Llega a firmar, que si las
leyes positivas de un Estado contradijeran la justicia en abstracto, no ser�an
tales leyes.
En su concepci�n idealista del derecho natural llega a incurrir en flagrantes
contradicciones, en tanto que funde a este derecho con la moral. Por un lado afirma
la disimilitud entre el derecho positivo y al derecho natural y por otro admite el
derecho civil romano tradicional como parte del derecho natural.
Cicer�n declara que: "El verdadero derecho es la justa raz�n en armon�a con la
naturaleza; ello es la explicaci�n universal de lo inalterable e imperecedero.
AN�LISIS FINAL (SALDO OBLIGADO.

El iusnaturalismo antiguo estableci� una dicotom�a en la ontolog�a del derecho, que


se sigui� arrastrando durante siglos, al separar, de un lado el derecho escrito o
puramente positivo, y de otro, una suerte, con variados matices, de derecho
superior, racional o divino, seg�n la filiaci�n de cada autor.
En las luchas pol�ticas de la antig�edad ese derecho natural fue utilizado, bien
como instrumento de progreso en relaci�n con el derecho de las clases y las capas
conservadoras; como derecho racional por excelencia, bien de forma reaccionaria,
cuando era esgrimido por estas clases y grupos sociales retr�grados, casi siempre
como expresi�n divina, contra el derecho positivo que impon�a las capas esclavistas
m�s avanzadas.
En esa elaboraci�n hay un aporte, que existe un ideal de justicia que es preciso
defender incluso contra las contingencias del derecho positivo; consiste en no
querer admitir que el derecho de cada pueblo, su ius civiles, su derecho positivo,
con toda la carga de injusticia e iniquidad que en algunos momentos portaba,
agotara todo el contenido ontol�gico del derecho y tratara de buscar, en las zonas
de la racionalidad universal, o en la voluntad divina, una explicaci�n o un ideal
�tico � jur�dico m�s elevado y permanente. Que fue esa concepci�n iusnaturalista
una palanca de superaci�n de la normativa y un germen vivo en el pensamiento de la
humanidad, en pos de un prop�sito deontol�gico m�s sublime, es algo que resultar�a
muy dif�cil de negar.

TEMA III. EL PENSAMIENTO JUSFILOS�FICO EN EL MEDIOEVO.

EL PENSAMIENTO JUSFILOS�FICO EN LA PATR�STICA.

Por Patr�sca se ha entendido la expresi�n de la teolog�a cristiana de los siglos I


� VIII, tambi�n llamada, "Apolog�tica de los padres de la Iglesia", la cual se
inicia como discurso encaminado a defender el dogma cristiano contra el paganismo
anterior y se caracteriz�, por una franca oposici�n entre la filosof�a cl�sica y el
misticismo religioso. Posteriormente esta experimenta un cambio, echando mano de la
filosof�a plat�nica y deviene una suerte de neoplat�nico, para tratar de explicar y
justificar, el dogma cristiano.
Los grandes pensadores de la Patr�sca fueron, Tertuliano (150 � 222); Clemente de
Alejandr�a (150 � 215), Juan Szlatous (345 � 401) y Aurelio Agust�n (345 � 430).
Juan Szlatous, obispo de Constantinopla, fue uno de los primeros te�ricos del
proceso de feudalizaci�n del Imperio Romano Oriental, para lo cual concibi� una
teor�a organicista de la sociedad. Sigui� defendiendo la esclavitud y se manifest�
por un poder moderado, ut�pico, del sector rico de la sociedad. En las relaciones
de la Iglesia y el Estado, adopt� una posici�n transicional, consider� que el poder
eclesi�stico, por su naturaleza, era superior al temporal o laico, pero mantuvo el
criterio de que ambos deb�an permanecer separados.
Al adoptar tambi�n un iusnaturalismo m�stico, defend�a la supremac�a moral de la
ley por su inspiraci�n divina, pero de forma paralela defend�a su encarnaci�n
temporal en ley humana, su moderaci�n le trajo contradicciones con el Emperador
Arcadio y termin� sus d�as en el destierro.
Las opiniones de Aurelio Agust�n, fueron muchos m�s radical y militantes en cuanto
al poder de la Iglesia, desarroll� su vida religiosa e intelectual en el norte de
Africa y lleg� a ser Obispo de Hispana. Su producci�n filos�fica se encierra en dos
obras claves: Di Ordine y Civitas Dei.

Para �l hay dos ciudades; la terrena, que corresponde al Estado y se deriva del
pecado y la traici�n del hombre y la ciudad de Dios que corresponde al reino de los
cielos. Si la ciudad terrena se identifica en San Agust�n al Estado, la ciudad
eterna, divina, est� encarnada en el poder de la Iglesia oficial, su vocero y
representante.
Agust�n adopta una inicial toma de posici�n en relaci�n con un asunto que va a
recorrer e incluso a estremecer la vida pol�tica en aquellos a�os: la lucha entre
el poder mon�rquico y el pagado.
�l predica un amor dirigido por la sabidur�a y que aspira a ella, la cual debe
derivarse la fraternidad, el orden y el equilibrio de la sociedad.
En cuanto a sus consideraciones jusfilos�ficas, para Agust�n la ley es
eminentemente v�lida si refleja la voluntad divina, en tanto s�lo Dios puede dictar
al hombre, a la ciudad terrena, la conducta a observar.

LA ESCOL�STICA Y EL PENSAMIENTO JUSFILOS�FICO.

En la historia de la filosof�a y de la cultura en general se ha calificado como


escol�stica a la filosof�a predominante en la Edad Media. Lo que caracteriz� a la
escol�stica fue su objeto de especulaci�n y su m�todo. El problema principal para
el meditar filos�fico de los escol�sticos fue el de las relaciones entre la
capacidad de conocimiento humano y la fe.
En la historia de la filosof�a suelen distinguirse tres per�odos del desarrollo de
la escol�stica:

1. La escol�stica temprana: entre los siglos IX y XII con una evidente


impronta neoplat�nica y en la cual se destaca la obra de Juan Escoto Er�gena,
Anselmo de Caterbury y los �rabes Avicena y Averraes.
2. La escol�stica del siglo XIII, con el denominado Aristotelismo cristiano,
de la que es su m�s alto exponente Tom�s de Aquino.
3. La escol�stica decadente, de los siglos XIV y XV, en cuyo per�odo se
distinguen Francisco Su�rez y Thomas Cayetano.

En la escol�stica temprana es imprescindible se�alar algunas ideas sobre Juan


Escoto Er�gena (815 � 877). Irland�s de nacimiento, su obra principal fue de la
divisi�n de la naturaleza, en ella expuso sus ideas principales sobre el ser.
Divid�a al ser en 4 naturaleza:

1. La increada pero creadora, seg�n el fil�sofo medieval, Dios era no s�lo


increado sino creador de todo lo que existe y cognoscible por las cosas creadas.
2. La naturaleza creada y creadora, en la cual sit�a las ideas divinas.
3. Creada y no creadora, integrada por el mundo material.
4. La increada y no creadora, Dios concebido como fin �ltimo de todas las
cosas.

En las ideas de Escoto hab�a, una dial�ctica idealista volgarizada, tambi�n


subyac�a un cierto cimiento pante�sta en su pensamiento, por lo cual fue finalmente
condenado por la Iglesia cat�lica.
Er�gena admite un lejano iusnaturalismo, al entender que las ideas eternas y
divinas son creadas y a su vez creadoras, y de ella deben inspirarse nociones como
la justicia y el contenido del derecho.

Avicena no es un puro representante de la escol�stica medieval, aunque inscribe su


vida y su obra en ese contexto, fue realmente enciclopedista, fil�sofo, m�dico,
literato. Naci� en Tadzken, en 980 y muri� en 1037. Lo m�s importante de su obra,
consisti�, en la difusi�n que brind� a los estudios aristot�licos. Defendi� lo que
la historia de la filosof�a ha conocido como las dos verdades: la eternidad de la
materia y el movimiento y el car�cter mortal del alma. Lleg� a fundar una l�nea de
pensamiento, conocida como averro�smo, que tuvo seguidores incluso despu�s, en el
XIII en Francia.
Avicena y Averroes tienen el m�rito de haber sido los difusores de la filosof�a
grecolatina.
Tom�s de Aquino naci� en 1215 en el Castillo de Roccaseca, su vocaci�n religiosa
era casi fan�tica y a los 19 a�os de dirigi� a Babilonia con el prop�sito de
hacerse eclesi�stico. Se traslado a Par�s para iniciar estudios en Teolog�a y all�
ejerci� como profesor, falleci� en Fosanueva, en 1274.
Entre sus obras se destaca: De la unidad del intelecto contra los averro�stas, en
la que polemiz� contra las dos verdades sostenidos por los seguidores de averroes.
Para �l existen verdades comunes que se pueden alcanzar por v�a racional y por la
f� y llega a expresar que en caso de oposici�n, mejor es comprender que creer.
Desde el punto de vista del pensamiento jusfilos�fico, lo m�s significativo se
encuentra en su Summa Theologiae de la 90 a 180 en la que se hallan bajo el t�tulo
de "Tratado de las leyes". Clasificando las leyes en eterna, divina, natural y
humana; llama eterna a la ley que rige la marcha y el desarrollo de la civilizaci�n
y opina que esta armon�a y organicidad de la vida, tiene que estar ordenada, como
forma de la conducta, por una voluntad superior. La ley divina es la palabra de
Dios revelado. La ley natural es la inspiraci�n de la divinidad dada al hombre, la
cual le permite distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto. La ley
humana es el derecho positivo vigente, que para ver bueno debe inspirarse en la ley
natural.
En cuanto a sus ideas pol�ticas sobresale su adhesi�n al pensamiento Aristot�lico,
habla de 6 posibles formas de gobierno.

1. La monarqu�a: Poder personal.


2. Aristocracia: Gobierno de los m�s virtuosos.
3. Oligarqu�a: Dominio de una minor�a plut�crata.
4. Democracia: Autoridad del pueblo.
5. Tiran�a: R�gimen personal, pero a beneficio de la minor�a.
6. Mixta: Fusi�n de lo mejor de las anteriores.

Hay en el Doctor Ang�lico un iusnaturalismo inreservado, se mantiene dentro de la


dicotom�a: una es la ley vigente, el derecho positivo y otro es el contenido de
justicia que debe haber en otra esfera del derecho, m�s all� del vigente, que es el
natural.
La idea de justicia en Santo Tom�s se encuentra en su planteamiento que: "Justicia
es la perpetua y constante voluntad de dar a cada uno aquello a que tiene derecho".
Considero que la soberan�a es patrimonio del pueblo y que se transfiere al
pr�ncipe. La consecuencia m�s radical de este acert� es el corolario constitucional
que se plantea en la constituci�n francesa 1793: El uso injusto del poder por parte
del pr�ncipe o los gobernantes justifica y exige la resistencia activa. Entiende la
existencia de dos formas de tiran�a: La primera, la de aquel que accede al poder de
forma ileg�tima usurp�ndolo y la segunda de quien a�n disponiendo el poder
leg�timamente lo usa s�lo en beneficio personal.

EL PENSAMIENTO JUSFILOS�FICO NO ESCOL�STICO EN LA EDAD MEDIA.

La escol�stica decadente est� marcada, por la obra de Tom�s Cayetano y Francisco


Su�rez. Luego se registro en Europa la obra pol�tica y la predica de hombres que no
adscriptos a la escol�stica, legan una huella en el pensamiento pol�tico y
jur�dico.
Entre esos hombres ocupa lugar singular Marsilio de Padua, calificado como el m�s
radical, singular y avanzado de los escritores pol�ticos del medioevo. Nacido en
Padua, en 1275, profes� la orden de los franciscanos y lleg� a ser el Rector de la
Universidad de Par�s.
Tambi�n est� uno de los grandes talentos pol�ticos de la �poca: Guillermo de Occam,
que desde muy temprano adopta una posici�n radical contra los excesos y lujos de
los grandes mandatarios eclesi�sticos. Predica la humildad y la pobreza, que
caracterizaron la conducta de Cristo y sugiere que la Iglesia y sus representantes
se despojen de los bienes materiales ya que no s�lo Cristo no los tuvo sino que
predic� contra ellos.
Cuando se remueva la querella entre el papado y lo poderes mon�rquicos, Marsilio es
excomulgado y perseguido.
Considera que la soberan�a popular es indelegable e intransmisible. Llego hasta
sostener que la misma monarqu�a debe ser electiva. En el plano jusfilos�fico fue
evidente iusnaturalista.
Otro de los grandes iusnaturalistas, que sostuvo una lucha abierta contra la
Iglesia oficial fue Occam, naci� en Ockamburg, Inglaterra en 1295 y muri� en Munich
en 1349. Fue contempor�neo y disc�pulo de Juan Duns Scato, adoptando la l�nea
filos�fica nominalista que en la filosof�a iglesia de esos a�os ten�a cierto matiz
materialista. Abrazaron la idea de las llamadas dos verdades.
Su beligerancia llego al punto de negar al papado poder y derecho a intervenir en
los asuntos pol�ticos en general y en particular de Inglaterra.
En el orden jusfilos�fico Occam profes� un claro sentido iusnaturalista, en el cual
aparecen rasgos tomistas, m�sticos, pero lejano del acendrado dogmatismo propio de
la escol�stica.
Dentro del pensamiento jusfilos�fico no escol�stico, debemos mencionar algunos
fil�sofos que marcaron rumbos y constituyeron hitos en el pensamiento pol�tico de
Europa.
Por su acci�n pol�tica y de su violenta actitud ante la Iglesia se encuentra el
monje Jer�nimo Saramarola.
Con su car�cter marcadamente iusnaturalista del siglo XVII, aparece la obra de
Desiderio, m�s conocido por Erasmo, nacido en Rotterdam, en 1467. Sus obras m�s
importantes fueron: Coloquios, Adogios y Elogio de la Locura
Adoptaron posiciones antiescol�sticas los utopistas Tom�s Moro y Tom�s Campanella.
Qui�n inicia la literatura ut�pica es Tom�s Moro, que la escribi� en Flandes, en
1516. La obra se divide en dos partes: en la primera hace un an�lisis cr�tico de la
vida social, pol�tica y econ�mica de Inglaterra censurando en especial los
cercados. En la segunda parte explana sus ideas ingenuas, de franco contenido
idealista, al proponer un mundo id�lico, presidido por la ley racional y divina, en
el cual el medio fundamental es la agricultura, practicada en colectividad.
El gran utopista fue Tom�s Campanella, nacido en Calabria, desarroll� una febril
autoridad conspirativo que le vali� ser apresado y condenado a 27 a�os de presi�n.
Escribi� su famosa utop�a: la ciudad del sol.
En Campanella se advierte el recurrente iusnaturalismo que recorre el pensamiento
jusfilos�fico del siglo. La ley que rige La Ciudad del Sol es tambi�n ley natural,
ley nacional, propio de lo m�s elevado de la naturaleza humana.

Nicol�s Maquiavelo (1469 � 1527), es uno de los m�s altos representantes del
pensamiento pol�tico y jur�dico de la naciente burgues�a. Su obra est� fundida a su
vida, con apenas 25 a�os presencia la errupci�n de las tropas francesas de Carlos
VIII, que avanza hacia N�poles, para unir este reino a la corona de Francia. Luego
es electo secretario del llamado Consejo de los Diez, cargo que ocup� hasta 1512.

Escribi� lo mejor de su producci�n pol�tica: El pr�ncipe, Discurso sobre la primera


d�cada de Tito Livio, Historia de Florencia y sus obras de teatro, La mandr�gora y
el Asno de oro.
Su obra m�s polemizada, El pr�ncipe, est� dirigida a un pr�ncipe italiano, al cual
trata de ilustrar y persuadir de los mejores caminos y m�todos para asegurar un
s�lido poder y conseguir por medio de �l la unificaci�n de Italia.
Carlos Marx advirti� lo que despu�s muchos han repetido, que con Maquiavelo: el
estudio te�rico de la pol�tica se liber� de la moral y se proclam� el postulado de
enfocar independientemente la pol�tica.
Llega a realizar una verdadera apolog�a, cuando expresa que: debe un pr�ncipe
despreocuparse de su reputaci�n de cruel para mantener a sus s�bditos unidos y
fieles, porque con poqu�simos y ejemplares castigos ser� m�s clemente que aquel que
por demasiado humano da curso libre a los desordenes.
De un lado quebr� el viejo e ingenuo iusnaturalismo, que cr�a encontrar en el orden
o la raz�n natural, un sentido de justicia imperecedero, por encima del contingente
orden jur�dico positivo.
Habla de las leyes y regularidades que explican los cambios de las formas de Estado
y atribuye al clima un papel importante al respecto.
Se muestra apasionado defensor de la libertad, de la que expresa que s�lo ella
puede poner de relieve la verdadera naturaleza superior del hombre y realizar sus
m�s altas facultades, declar� que en toda rep�blica hay siempre dos corrientes
opuestas: una popular y la otra de las clases superiores, de esta divisi�n se
desprenden todas las leyes dictadas.

LA TRANSICI�N AL IUSNATURALISMO BURGU�S: JUAN BOD�N Y FRANCISCO SU�REZ.

La transici�n de la filosof�a medieval a las concepciones burguesas de los siglos


XVII y XVIII pasa por el movimiento renacentista, del cual son exponentes algunos
fil�sofos.
Nicol�s Maquiavelo constituye, una personalidad de la aludida transici�n como
tambi�n pueden ser los utopistas Campanella y Moro, Occam. Pero en sentido epocal
m�s estrecho hay dos grandes pensadores pol�ticos y jur�dicos, Bod�n y Su�rez.
El absolutismo mon�rquico en Europa se vincula indisolublemente al proceso de
formaci�n de los grandes Estados Nacionales, los cuales, alcanzan la uni�n pol�tica
nacional, a partir de la unidad econ�mica que sienta la estructura burguesa de
producci�n y no imponi�ndose a contrapelo de las relaciones feudo � vasall�ticas.
El incremento de la econom�a urbana que se aceler� especialmente en el siglo XVI,
fue minado la preminencia de la nobleza, agrietando la estructura pol�tica se�orial
caracter�stica del feudalismo y ech� las bases en que se asentaron las monarqu�as
absolutas.

Son esas doctrinas absolutistas, enlace hacia el pensamiento revolucionario burgu�s


de los siglos posteriores, los que tienen en Francia, como voceros m�s descollantes
a Bod�n y Jacques Benigno Bossuet.
Bod�n naci� en Angier, en 1530, fue profesor de la Universidad de Tolosa, vivi� en
los ardorosos a�os en que Francia agonizaba bajo las sangrientas guerras religiosas
entre hugonotes y Cat�licos.
Uno de los cap�tulos m�s dram�ticos de esas luchas ha sido la conocida matanza de
San Bartolom�, en 1572.
Signado por esas inestabilidades, en 1576 p�blica su obra cumbre. Los seis libros
de la rep�blica, defiende en el libro el m�s violento y radical absolutismo
mon�rquico y llega a afirmar que ni la ley puede oponerse a la voluntad o simple
capricho del monarca, el cual debe reunir en su mano las facultades no s�lo
ejecutivos, sino tambi�n judiciales y legislativa.
Aqu� reaparece el iusnaturalismo m�s conservador y de signo m�s reaccionario. Bod�n
admite la existencia de leyes divinas, que son las �nicas que est�n por encima de
los poderes del monarca, defiende el car�cter divino, derivado de la voluntad de
Dios, del poder mon�rquico.
En Francia culmina este ciclo de ideas absolutistas Jacques Benigno, proclamando
que el tronco real no es el tronco de un hombre, sino de Dios.
Uno de los hombres que marc� m�s di�fanamente el final de un per�odo filos�fico y
jusfilos�fico y abre los puertos del nuevo adem�n especulativo, es Francisco Su�rez
(1548 � 1617). En su obra se resume la herencia jusfilos�fica anterior, lo m�s
avanzado de la escol�stica, y se encuentran anticipos del iusnaturalismo. En su
obra magna Tratado de las leyes y de Dios legislador, se plantea la triple
categor�a de las leyes: divino, natural y positiva.
La divina es propia de Dios. La natural es producto de la naturaleza racional del
hombre y la positiva es la que entrega el derecho positivo de cualquier ciudad.
De tal modo, la ley natural constituye expresi�n y conducto de la ley divina, pero
pasa a trav�s de la conciencia racional del hombre.
Su�rez divide el derecho natural en dos: preceptivo, que est� integrado por las
normas de contenido perenne, invariable y derecho natural dominativo, que contiene
normas derivadas de la libre decisi�n humana.
La gran unidad, propia del iusnaturalismo queda estructurada en la teor�a de
Su�rez: inmutable en los preceptos que regulan los principios universales
conectados con la �tica y hasta con la religi�n, variable, en los que de manera
contingente, regulan relaciones humanos sujetas a las circunstancias del lugar y
tiempo.
El iusnaturalismo medieval abrev� sustancialmente en el grecolatino, pero adicion�
a sus nociones fundamentales las consideraciones dogm�ticas del catolicismo
militante del medioevo. La escol�stica fue una relativa degradaci�n de la filosof�a
cl�sica.

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