Libro de Filosofia Del Derecho
Libro de Filosofia Del Derecho
Libro de Filosofia Del Derecho
El objetivo de la Filosof�a del Derecho y sus relaciones con las dem�s ciencias
jur�dicas.
Salvo algunas formulaciones idealistas, la filosof�a pretendi�, en sus inicios,
ofrecer la explicaci�n de todos los fen�menos de la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento humano, y fue contusionando de manera progresiva, con los trabajos y
los datos de las ciencias particulares que iban obteniendo conclusiones sobre las
distintas esferas de fen�menos de que se ocupa cada una.
Esta situaci�n condujo a que en el siglo XIX la Escuela Alemana intentara hallar un
espacio singular y exclusivo al quehacer filos�fico, con lo que redujo la filosof�a
a su contenido gnoseol�gico y plante�, lo que Engels calific� como el problema
principal de la filosof�a, la relaci�n pensar � ser.
La filosof�a marxista encontr� por primera vez, un lugar adecuado y propio a la
filosof�a, al dejar claro que la misma tiene por objetivo el estudio y la
elucidaci�n de las leyes m�s generales que rigen el desarrollo de la naturaleza, la
sociedad y el pensamiento humano.
La filosof�a logra un sistema verdaderamente cient�fico de respuestas a grandes
interrogantes universales, brindando as� un aporte a las ciencias concretas, que
consiste no s�lo en la herramienta gnoseol�gica, sino tambi�n en las mismas leyes
generales del devenir, que puede revelar la filosof�a en su sentido general.
De tal modo la filosof�a no puede vivir de espaldas a los hallazgos y conclusiones
de las ciencias, ni est�s �ltima, para ser verdaderamente tales, pueden prescindir
de una �ptica filos�fica global.
La Filosof�a del Derecho no s�lo puede y debe existir, como medici�n y especulaci�n
concreta sobre el fen�meno derecho asumido en su universalidad, sino que esa
medici�n �nicamente puede hacerse de manera acertada a partir de la adopci�n de una
visi�n y una concepci�n filos�fica general, en la cual, debe plantearse y
resolverse de forma conveniente el problema principal de la filosof�a, la relaci�n
pensar � ser.
Para nosotros la Filosof�a del Derecho constituye una esfera especulativa concreta,
que trata de elucidar las leyes y regularidades del fen�meno jur�dico entendido en
su dimensi�n m�s general y abstracta. Los datos y las conclusiones de las ciencias
jur�dicas sectoriales enriquecen y confirman a su vez los resultados de la
Filosof�a del Derecho.
Con esos puntos de vistas, la Filosof�a del Derecho no es concebida como una nueva
especulaci�n, como una visi�n primigenia de la vida social. Al mismo modo, no
aspira a erigirse en ciencia de las ciencias jur�dicas, a la manera cartesiana de
entender la filosof�a.
Las ciencias jur�dicas especiales no pueden encontrar su verdadero campo cient�fico
de realizaci�n sin disponer de rumbos que brinda la filosof�a acerca de la misma
naturaleza, esencia, funciones y objetivos del derecho.
Relaci�n entre Teor�a del Estado y el Derecho y la Filosof�a del Derecho, se da
cuando se hace una correcta Teor�a del derecho, se piensa filos�ficamente sobre
este fen�meno social. Cuando se piensa filos�ficamente sobre el derecho, se teoriza
sobre el mismo.
La sed de especulaci�n filos�fica en torno al derecho condujo, a que muchos
te�ricos del marxismo formul�ramos nuestra mediaci�n jusfilos�fica, a la sombra y
al amparo de la Teor�a del Estado y el Derecho.
Las relaciones entre una y otra no puede encontrarse en el objeto de estudio, que
es el mismo, ni tan siquiera en las pretensiones cient�ficas, que muchas veces
coinciden. La relaci�n entre ambas indagaciones es a nuestro juicio la que existe
entre la b�squeda de lo general y lo particular.
Por ello, en las escuelas filos�ficas m�s antiguas se identificaba la ontolog�a con
la metaf�sica, inspir�ndose en el pensamiento de Arist�teles, que defin�a la
metaf�sica como sistema de determinaciones especulativas universales del ser en
general, del ser en su sentido m�s alertado y universal.
En realidad el t�rmino ontolog�a se atribuye al fil�sofo Alem�n Godiniur (1613).
Este comenz� a emplearlo y le dio al mismo una determinada connotaci�n filos�fica.
Para �l y para muchos, la ontolog�a era una parte de la metaf�sica que se ocupaba
de la determinaci�n del ser como estructura suprasensible, no material. Esa
significaci�n limitada de la ontolog�a adquiri� despliegue mayor en el pensamiento
de Wolff, que pretend�a la separaci�n absoluta entre la realidad material y una
supuesta teor�a del ser suprasensible, alcanzable mediante el an�lisis deductivo �
abstracto y gramatical de los llamados conceptos inmanentes y aprior�sticos.
Esta concepci�n idealista de la ontolog�a se enfrent� a la materialista del siglo
XVII y XVIII de Hobber, Spinoza y Loke, los cuales trataron de erigir a la
filosof�a en "ciencia de ciencias", apoy�ndose con los datos de las ciencias
experimentales, adem�s de atribuirle a la ontolog�a el valor de "filosof�a
primera".
La filosof�a cl�sica alemana combati� y aspir� a refutar estas ideas sobre la
ontolog�a, al oponerse a sus fundamentos materialistas, tratando erigir una nueva
ontolog�a idealista: la subsumida dentro de la filosof�a trascendental que adquiri�
su desarrollo en Kant.
Como colof�n de la l�nea filos�fica cl�sica alemana, Hegel avanz� la posibilidad de
conseguir la unidad de la ontolog�a como dial�ctica, con la l�gica y la teor�a del
conocimiento.
En la filosof�a burguesa posterior, del siglo XX, se ha tratado de reanimar la
ontolog�a adscribi�ndola a una l�nea filos�fica determinada: Ontolog�a
trascendental de Husserl, ontolog�a fundamental de Heidegger, etc.
Es evidente que la determinaci�n de la ontolog�a, en tanto teor�a del ser en
general, es imposible de separar de la posici�n esencial que se asuma en filosof�a.
Esto explica porque Rosental y P. Judin afirman de manera categ�rica que "en la
filosof�a marxista, el t�rmino ontolog�a no se emplea; a veces se usa
convencionalmente".
Sin embargo, en el lenguaje profesional m�s usual y aceptado universalmente, el
t�rmino ontolog�a se ha empleado para designar las interrogantes, las reflexiones y
conclusiones que formulan en torno al derecho en su dimensi�n jusfilos�fica m�s
universal.
A nuestro juicio la connotaci�n del termino se derivar�a del contexto filos�fico en
que se emplee o de la significaci�n determinada que se le brinde. De tal forma,
cuando integr�ndonos a ese, "convencionalismo" aludido o, incorpor�ndonos al
comercio conceptual m�s admitido, usamos el concepto ontolog�a lo hacemos con
referencias a las reflexiones generales y universales sobre el derecho en su
sentido m�s lato.
Cuando hablamos de la axiolog�a nos referimos a la parte de la filosof�a que se
ocupa de los valores.
La literatura marxista ha contrapuesto la axiolog�a burguesa a la axiolog�a
marxista.
En realidad la axiolog�a burguesa es relativamente tard�a en cuanto aparece en sus
primeras expresiones a comienzos del siglo XX con Rickers y Max Scheller, sin
embargo la axiolog�a idealista aparece desde la obra de los fil�sofos del antiguo
Oriente y en los idealistas griegos antiguos.
Estas posiciones idealistas han consistido en atribuir la existencia de los valores
bien a ideas preconcebidas, o principios aprior�sticos o inmanentes, o bien al
resultado de la raz�n pura, o en otras tendencias m�s reaccionarias a la revelaci�n
divina.
Afirma El�os de Tejeda que a todos los Sofistas los une "Una coincidencia en el
tiempo y un estilo pedag�gico com�n". Esa coincidencia en el tiempo, impone otro
rasgo a la sof�stica: todos los fil�sofos que la integran est�n condicionados por
su tiempo, todos transparentan las luchas pol�ticas y las angustias espirituales
del momento.
Lo que los emparenta es, el adem�n filos�fico, caracterizado por su profunda
participaci�n en la especulaci�n pol�tica y jusfilos�fica; su actitud filos�fica
est� dirigida por ese marco hacia el hombre que hace la pol�tica, que la fomenta y
la vive; el pedagogismo sof�stico tiene un sentido profundamente utilitario.
Arist�teles (384 � 322 a.n.e) fue calificado por Marx como el m�s grande de los
pensadores de la antig�edad; era un convencido defensor de la democracia
esclavista.
Al oponerse al idealismo plat�nico desenvolvi� una l�nea de pensamiento
materialista.
En su obra pol�tica presta especial atenci�n a las reflexiones en torno al Estado,
su naturaleza, funciones y su forma, adopt� una aptitud moderada entre la
democracia pura y el r�gimen aristocr�tico.
Esta de acuerdo con que, adem�s de las leyes escritas, exista el derecho
consuetudinario, que para �l es el derecho dictado por la naturaleza. Ese derecho
natural constituye la base del Estado y debe ser recogido en ley escrita.
Arist�teles mantiene la dicotom�a entre derecho natural, racional y derecho
positivo, contingente y variable, pero trata de conciliar ambos �rdenes normativos.
El pensamiento iusnaturalista posterior a Arist�teles discurse por las v�as de dos
grandes escuelas filos�ficas: la epic�rea y la estoica.
Epicuro (341 � 270 a.n.e), naci� en Samos, pero desde el 370 se radic� en Atenas y
fundo all� su escuela, conocida como Jard�n Epic�reo.
Epicuro fue un materialista, en cuanto a sus conocimientos sobre el derecho, que en
este pensador se advierten los primeros geniales atisbos de una apreciaci�n del
Derecho y el Estado derivados de un acuerdo deontol�gico entre los hombres.
Para Epicuro no es la Naturaleza la que crea el derecho, sino el convenio entre los
hombres, encaminado a convivir en paz, sin infringirse el mal unos a otros.
La Escuela Estoica tiene su principal iniciador en Zen�n de Citia (336 � 264
a.n.e), nacido en Chipre, pero quien desde muy joven se traslado a Atenas.
En torno al a�o 300 a.n.e, fund� en Atenas la Stoa Paikol (escuela) de la cual
deriva el nombre de: estoica.
La l�nea filos�fica estoica, se desliz� por la pendiente idealista, ese idealismo,
que recorre toda apreciaci�n y la �tica estoica, est� enderezado a la consideraci�n
de un cierto fatalismo en el destino humano. Para ellos la ley humana, escrita, era
la expresi�n de una suerte de ley universal, que se manifiesta en las leyes
naturales y en la raz�n humana. Para los estoicos: El derecho civil (el de cada
pa�s) implantado por los hombres, debe corresponder a la ley natural inmutable, en
la cual encuentra su encarnaci�n la raz�n que reina en el mundo.
EL IUSNATURALISMO LATINO.
Federico Engels expres�, que el derecho romano fue: "El primer derecho universal de
una sociedad productora de mercanc�as, el derecho romano, con su formulaci�n
insuperable precisa todas las relaciones jur�dicas que pueden existir entre los
simples poseedores de mercanc�as".
Era la expresi�n casi perfecta de las relaciones jur�dicas derivadas de la fase
econ�mica que Marx llama la producci�n de mercanc�as.
En Roma, desde la monarqu�a, imper� una total visi�n iusnaturalista del derecho.
Sin embargo, nunca antes ese iusnaturalismo se hab�a infiltrado tanto y con tanta
firmeza en la esencia y estructura misma del derecho de los civitas.
Para �l hay dos ciudades; la terrena, que corresponde al Estado y se deriva del
pecado y la traici�n del hombre y la ciudad de Dios que corresponde al reino de los
cielos. Si la ciudad terrena se identifica en San Agust�n al Estado, la ciudad
eterna, divina, est� encarnada en el poder de la Iglesia oficial, su vocero y
representante.
Agust�n adopta una inicial toma de posici�n en relaci�n con un asunto que va a
recorrer e incluso a estremecer la vida pol�tica en aquellos a�os: la lucha entre
el poder mon�rquico y el pagado.
�l predica un amor dirigido por la sabidur�a y que aspira a ella, la cual debe
derivarse la fraternidad, el orden y el equilibrio de la sociedad.
En cuanto a sus consideraciones jusfilos�ficas, para Agust�n la ley es
eminentemente v�lida si refleja la voluntad divina, en tanto s�lo Dios puede dictar
al hombre, a la ciudad terrena, la conducta a observar.
Nicol�s Maquiavelo (1469 � 1527), es uno de los m�s altos representantes del
pensamiento pol�tico y jur�dico de la naciente burgues�a. Su obra est� fundida a su
vida, con apenas 25 a�os presencia la errupci�n de las tropas francesas de Carlos
VIII, que avanza hacia N�poles, para unir este reino a la corona de Francia. Luego
es electo secretario del llamado Consejo de los Diez, cargo que ocup� hasta 1512.
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