Bayou Bruiser
Bayou Bruiser
Bayou Bruiser
Cross
BAYOU BRUISER
Es demasiado tarde.
Con una creciente sensación de fatalidad, llevo al ángel hacia las
escaleras, sintiéndome como un portador del féretro en mi propio
funeral. Aunque debería considerarme afortunado por tener el
privilegio de sostenerla aunque sea un minuto.
Gratitud. Me aferro a ella mientras subo hacia la luz.
— ¡Fawn!
Mi corazón se rompe en mil pedazos ante el silencio que sigue.
Por un momento, me pregunto si ella solo estuvo viva en mi
imaginación. ¿Cómo si no podría un ser tan perfecta querer estar
conmigo? Pero no. No, puedo olerla en mi piel. Las marcas de sus
garras aún son visibles en mi pecho. Mi puta cabeza está llena de ella.
Cada sonrisa, cada risa, cada palabra que me ha dicho.
—Fawn, por favor. Lo siento. — Doy vueltas alrededor del lado
derecho de la casa, buscando en la línea de árboles si la veo. Está
asustada. Probablemente está muy asustada y es mi culpa. Debería
haberla preparado para el asesinato de mi jefe, aunque fuera
brevemente. Debería haberlo manejado de otra manera. Al menos,
debería haber cerrado la puerta del baño para que no tuviera que
presenciar la muerte de otro hombre. —Bebé, sal. Sabes que no tienes
que tener miedo de mí. Moriría un millón de veces antes de dejar que
alguien te corte el dedo meñique.
Hay un crujido en los arbustos más adelante y veo un destello
azul claro.
Corro en esa dirección y la encuentro acurrucada en el suelo
frondoso, con las rodillas recogidas hasta el pecho. Las lágrimas le
caen por la cara. Tiembla tanto que le castañetean los dientes. No lleva
más que una toalla puesta a toda prisa. La visión casi me hace caer.
Alguien podría también rasgar un martillo de garras a través de mis
entrañas.
—Fawn...
Fin…